El viaje de El viaje de Tivo el Arriesgado
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Manuel Alfonseca mañana se emprendan indagaciones sobre nuestra ausencia, se creerá que hemos regresado allí. Los días de ventaja que esto nos proporcionará serán suficientes para evitar que el príncipe de Itin pueda alcanzarnos y obligarnos a regresar. Poco después, Tivo y Larsín salieron de la ciudad y se acercaron al lugar fijado por el maestro, donde les aguardaba Lamia, quien sin más tardanza les entregó las cabalgaduras y emprendió el regreso hacia Itin. Los dos viajeros montaron sus caballos y continuaron durante breve trecho por el camino de Tiva. Después se desviaron y emprendieron un largo rodeo que, circundando la ciudad, les llevaría hasta la desembocadura del río que corría al oeste de la misma. Cuando calcularon que había pasado el peligro de que alguien les oyera, Tivo y su acompañante conversaron con más libertad. -Espero que habrás planeado cuidadosamente los pasos que conviene dar para buscar las piezas del rompecabezas -dijo el rey. -Lo siento, Majestad. No tengo la menor idea de dónde podremos encontrarlas. Pero estimo que es conveniente salir cuanto antes de tu reino. Por eso nos dirigimos hacia el río Itin, que desemboca muy cerca de aquí, y lo cruzaremos. Al otro lado del río comienza el gran bosque, donde nadie se atreverá a seguirnos. -Siempre he oído mencionar ese bosque con temor, pero nunca tuve ocasión de que me explicasen nada concreto. Supongo que debe haber algo terrible en él. -Lo ignoro, pues nunca he estado allí. Pero sospecho que la mayor parte de las historias que sobre él se cuentan deben de ser meras leyendas o fantasías originadas en el hecho de que el bosque es extenso e inexplorado. -Cuéntame alguna -rogó Tivo. Pero Larsín se negó a ello, aduciendo que sólo serviría para hacerles cobrar temor hacia el lugar al que se dirigían y añadiría peligros imaginarios a una empresa de por sí suficientemente arriesgada. Poco después de esta conversación, los viajeros juzgaron que la ciudad de Itin había quedado ya rodeada y enfilaron directamente hacia el oeste. Pero apenas habían enderezado su camino, cuando Tivo se detuvo bruscamente e hizo seña a Larsín de que le imitara. -¿Qué ocurre? -preguntó el maestro. -Hace un momento me pareció oír ruido de cascos de caballo -susurró Tivo-, y ahora estoy seguro. El rumor ha continuado unos instantes después de que nos hemos detenido. Alguien nos sigue de cerca. -¿Quién puede estar enterado de nuestra partida? No creo que ni el regente ni el príncipe de Itin se hayan atrevido a hacernos vigilar. 12
El viaje de Tivo el Arriesgado -Pronto lo sabremos -repuso el rey-. Adelántate tú para que nuestro perseguidor crea que continuamos la marcha. Yo le esperaré aquí. Así lo hicieron. Apenas Larsín se hubo puesto en movimiento, Tivo volvió a oír el ruido de los cascos de un caballo en el camino que acababan de recorrer, y no se habría alejado el maestro más de doscientos pasos, cuando el rey distinguió una forma oscura que se acercaba. -¡Alto! -gritó-. ¿Quién está ahí? ¡Avanza inmediatamente en son de paz, o disponte a luchar! -y al decir esto, desnudó la espada. Hubo un breve silencio. Después, la figura de un jinete se destacó de la oscuridad y se acercó a él. Era imposible distinguir sus facciones. Entretanto, Larsín volvió grupas a su caballo y regresó rápidamente junto al rey. -¿Quién eres? -preguntó éste, con la espada en guardia. La respuesta del extraño cogió por sorpresa a Tivo, que casi dejó caer el arma en su sobresalto. La voz del jinete tenía un timbre claramente femenino. -Soy Elavel -dijo. Larsín también demostró su sorpresa, pues Elavel era la hija segunda del príncipe de Itin y hermana menor de Aguamarina. -¡Elavel! -exclamó-. ¿Qué haces aquí, tan lejos de Itin? -Sé que vais en busca de un remedio para mi hermana y quiero acompañaros -respondió la muchacha. -¿Cómo lo supiste? -interrogó Larsín. -Lo sé, y es suficiente. Quiero hacer algo por Aguamarina. No puedo permanecer en Itin, viéndola languidecer y sabiendo que existe una posibilidad de salvarla. Por eso quiero acompañaros. -¡Es imposible! -protestó Tivo-. Apenas eres más que una niña. -¿Acaso eres tú algo más que un muchacho? -contestó, airada, Elavel-. Sin embargo, no sólo emprendes este viaje por tu voluntad, sino que tu propio maestro te ha empujado a ello. Yo misma le oí decirte: "Es justo que un rey de Tiva enderece lo que otro rey de Tiva destruyó". -¿Te parece correcto -exclamó, indignado, Larsín-, escuchar detrás de las puertas conversaciones que no te conciernen? -Todo lo que se relaciona con la curación de mi hermana, me afecta a mí. No me siento culpable por haber hecho lo que dices. 13
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Manu<strong>el</strong> Alfonseca<br />
mañana se emprendan indagaciones sobre nuestra ausencia, se creerá que hemos<br />
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evitar que <strong>el</strong> príncipe <strong>de</strong> Itin pueda alcanzarnos y obligarnos a regresar.<br />
Poco <strong>de</strong>spués, <strong>Tivo</strong> y Larsín salieron <strong>de</strong> la ciudad y se acercaron al lugar fijado por <strong>el</strong><br />
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-Espero que habrás planeado cuidadosamente los pasos que conviene dar para buscar las<br />
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estimo que es conveniente salir cuanto antes <strong>de</strong> tu reino. Por eso nos dirigimos hacia <strong>el</strong><br />
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comienza <strong>el</strong> gran bosque, don<strong>de</strong> nadie se atreverá a seguirnos.<br />
-Siempre he oído mencionar ese bosque con temor, pero nunca tuve ocasión <strong>de</strong> que me<br />
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-Lo ignoro, pues nunca he estado allí. Pero sospecho que la mayor parte <strong>de</strong> las historias<br />
que sobre él se cuentan <strong>de</strong>ben <strong>de</strong> ser meras leyendas o fantasías originadas en <strong>el</strong> hecho<br />
<strong>de</strong> que <strong>el</strong> bosque es extenso e inexplorado.<br />
-Cuéntame alguna -rogó <strong>Tivo</strong>.<br />
Pero Larsín se negó a <strong>el</strong>lo, aduciendo que sólo serviría para hacerles cobrar temor hacia<br />
<strong>el</strong> lugar al que se dirigían y añadiría p<strong>el</strong>igros imaginarios a una empresa <strong>de</strong> por sí<br />
suficientemente arriesgada.<br />
Poco <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> esta conversación, los <strong>viaje</strong>ros juzgaron que la ciudad <strong>de</strong> Itin había<br />
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le imitara.<br />
-¿Qué ocurre? -preguntó <strong>el</strong> maestro.<br />
-Hace un momento me pareció oír ruido <strong>de</strong> cascos <strong>de</strong> caballo -susurró <strong>Tivo</strong>-, y ahora<br />
estoy seguro. <strong>El</strong> rumor ha continuado unos instantes <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> que nos hemos<br />
<strong>de</strong>tenido. Alguien nos sigue <strong>de</strong> cerca.<br />
-¿Quién pue<strong>de</strong> estar enterado <strong>de</strong> nuestra partida? No creo que ni <strong>el</strong> regente ni <strong>el</strong> príncipe<br />
<strong>de</strong> Itin se hayan atrevido a hacernos vigilar.<br />
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