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HISTORIA DE LA FILOSOFÍA ANTIGUA PAUL BERNARD GRENET ...

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mundo, el mismo para todos los seres, no lo ha fabricado ninguno<br />

de los dioses ni de los hombres, sino que fue siempre, es y será<br />

fuego siempre vivo, encendiéndose con medida y apagándose con<br />

medida (30).<br />

El conflicto: es preciso saber que el conflicto es lo que une,<br />

que la justicia es disputa, , y que todo llega al ser por disputa y por<br />

necesidad (80). Habiendo descubierto que la oposición es condición<br />

indispensable de la composición, Heráclito muestra ahora que la<br />

composición de los opuestos es el resorte de todo el devenir. A ellos<br />

se deben los acentos de himno religiosos que pueden encontrarse<br />

en el fragmento 53: El conflicto es el padre de todo, y por entero es<br />

rey; y a los unos los hace dioses; a los otros, hombres; de los unos<br />

hace esclavos; de los otros, hombres libres (53). La ley de Heráclito<br />

es, pues, la justicia de Anaximandro, pero es una justicia que es un<br />

conflicto, un conflicto que reúne, una guerra que es fecunda. Es que<br />

la armonía, por la que lo múltiple es uno, no so reduce a la fijeza de<br />

un éxito inmutable: es la fórmula de una unidad que sólo se salva<br />

transformándose perpetuamente.<br />

LO DIVINO<br />

Hay que precisar el concepto de lo divino en Anaximandro,<br />

mostrar cómo es infinito en la riqueza de sus producciones, igual que<br />

en la constancia y la universalidad de su presencia: lo divino es la ley<br />

de armonía de los contrarios que el «verbo» manifiesta en el devenir.<br />

Dios es el día y la noche, invierno y verano, guerra y paz, sociedad y<br />

hombre (todos los contrarios, he aquí el espíritu); su ser cambia,<br />

como el fuego, que, a tenor de la especia que se mezcla con él, se le<br />

denomina este o aquel perfume (67). Volvemos al tema, siempre<br />

presente, de la unidad (cf. 10, 50, 57 y 88). Para los que están en<br />

estado de vela, el mundo (κόσµς) es único y común (89).<br />

Se comprende que Heráclito rechace los cultos politeístas, y<br />

especialmente los misterios. Buscan en vano purificarse, mientras se<br />

manchan con la sangre de las víctimas. Es como si, después de<br />

haberse ensuciado con barro, quisieran limpiarse con barro...; dirigen<br />

sus oraciones a estatuas y es como si hablasen a un muro, sin saber<br />

lo que son los dioses, ni los héroes (5; cf. 15).<br />

¿Qué son los dioses?... Jenófanes había mostrado ya que<br />

sólo el pensamiento podía gobernar el mundo: Sólo hay una cosa<br />

prudente, es reconocer este pensamiento mensurante que<br />

totalmente lo gobierna todo (41). Pero esto conduce a reconocer que<br />

la sabiduría divina es distinta del todo que gobierna: De todos<br />

aquellos cuya opinión he escuchado, ninguno llega al punto de<br />

reconocer que la sabiduría está separada de todas las cosas (108).<br />

No es posible confundir la sabiduría humana con la sabiduría divina:<br />

La naturaleza humana no posee medios de evaluar, mientras que la<br />

divina los posee (78). En estas afirmaciones Heráclito nos parece<br />

muy duro con Jenófanes ya que , en todos estos puntos, es él<br />

quien le ha abierto el camino (cf. 40).<br />

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