Laberinto de sueños - Libros de Rosa Villada
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<strong>de</strong>tenían ante su puerta, para hacerse fotos ante los <strong>de</strong>sconchados zócalos azules <strong>de</strong><br />
la fachada. En ocasiones, Gabriel se quedaba observándolos fijamente, hasta que su<br />
penetrante mirada les infundía un gran temor, y se marchaban <strong>de</strong> allí <strong>de</strong> forma<br />
apresurada. A él no le gustaban los turistas que cada día visitaban esa parte <strong>de</strong> la isla.<br />
Muchos <strong>de</strong> ellos se trasladaban a Cuba para mantener relaciones sexuales con las<br />
mulatas, aprovechándose <strong>de</strong> la extremada pobreza en la que éstas vivían. Eran los<br />
mismos europeos adinerados que utilizaban su viaje turístico al Caribe para participar<br />
en rituales <strong>de</strong> vudú, o para encargar hechizos contra sus enemigos. Él los conocía<br />
muy bien y durante muchos años había sentido un gran <strong>de</strong>sprecio por esta gente.<br />
Ahora sólo experimentaba indiferencia. Continuaba atendiendo los encargos que le<br />
llegaban, pero ya no se sentía partícipe <strong>de</strong> ellos. Sólo se consi<strong>de</strong>raba un instrumento<br />
en manos <strong>de</strong>l <strong>de</strong>stino; un testigo que hacía su papel sin prejuzgar los resultados.<br />
Había aprendido todo lo relacionado con la santería siendo el discípulo <strong>de</strong> una gran<br />
hechicera, Esperanza Milagros Valle. Ella le había enseñado a <strong>de</strong>splegar un gran<br />
po<strong>de</strong>r sobre sus semejantes, pero también le había advertido <strong>de</strong> la sinrazón <strong>de</strong><br />
manipular las vidas ajenas. Sin embargo, Gabriel Olmo no tenía el mismo punto <strong>de</strong><br />
vista que su maestra, y eso los había ido distanciando poco a poco. La mujer había<br />
llegado a la conclusión <strong>de</strong> que no se <strong>de</strong>bía intervenir en la vida <strong>de</strong> los <strong>de</strong>más, y<br />
durante los últimos veinte años, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> que tuvo que hacerse cargo <strong>de</strong> su nieta Teresa,<br />
se había negado a realizar cualquier tipo <strong>de</strong> brujería que pudiera afectar <strong>de</strong> forma<br />
negativa a sus semejantes.<br />
Mientras paseaba camino <strong>de</strong>l Malecón, sorteando las terrazas instaladas en la<br />
calle repletas <strong>de</strong> turistas, Gabriel recordó lo mucho que Esperanza Milagros y él<br />
habían discutido sobre este asunto. Para su maestra, la finalidad <strong>de</strong> cualquier ser<br />
humano en esta vida era la <strong>de</strong> alcanzar la suprema libertad y la unidad con el Todo. Y,<br />
según le <strong>de</strong>cía, eso sólo pue<strong>de</strong> lograrse si te mantienes al margen <strong>de</strong> las luchas <strong>de</strong>l<br />
mundo, aunque vivas en él, y ahorras la energía suficiente. Pero si te implicas en los<br />
problemas mundanos, y utilizas tu energía para intervenir en la vida pública o <strong>de</strong> los