Laberinto de sueños - Libros de Rosa Villada
Laberinto de sueños - Libros de Rosa Villada
Laberinto de sueños - Libros de Rosa Villada
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
-¿Y últimamente no has sentido ninguna indisposición? No sé, algún dolor concreto,<br />
cierto malestar general o algo parecido –insistió Teresa queriendo llevar la<br />
conversación al terreno que le interesaba-<br />
- Pues no –añadió el joven, un poco extrañado ante el repentino interés que mostraba<br />
Teresa por su salud- Anoche tuvo un sueño muy raro y esta mañana me he<br />
<strong>de</strong>spertado empapado en sudor...<br />
- ¿Ah sí, qué clase <strong>de</strong> sueño? –se interesó ella-<br />
-La verdad es que no lo recuerdo. Sólo te puedo <strong>de</strong>cir que... Bueno, soñaba contigo,<br />
pero no sabría darte más <strong>de</strong>talles. Se me ha olvidado por completo.<br />
Teresa <strong>de</strong>cidió no seguir indagando más, por si Raimundo había tenido un sueño<br />
erótico con ella y acababa contándoselo. Ya había obtenido la información que quería<br />
y sabía que, al menos <strong>de</strong> momento, el hechizo no había empezado a operar en<br />
Raimundo. Pensó que eso le daba una ligera ventaja, siempre y cuando actuase con<br />
rapi<strong>de</strong>z esa misma noche.<br />
Continuaron con la charla intrascen<strong>de</strong>nte y mientras esperaban que se<br />
cobrasen la cuenta <strong>de</strong> la tarjeta <strong>de</strong> crédito <strong>de</strong> Raimundo, éste le propuso que fueran a<br />
su apartamento a tomar una copa. En otras circunstancias Teresa hubiera puesto una<br />
excusa, y la velada se habría terminado allí, pues no tenía la más mínima intención <strong>de</strong><br />
intimar con aquel hombre. Sin embargo, las circunstancias la obligaban, no sólo a<br />
aceptar aquella invitación, sino a mostrar un interés por Raimundo que en realidad no<br />
tenía. Y esto era algo que la alteraba mucho, pues nunca, hasta ese momento, había<br />
tenido ninguna necesidad <strong>de</strong> fingir. Ni sobre sus sentimientos ni sobre ninguna otra<br />
cosa. Su abuela siempre le había dicho que la mayoría <strong>de</strong> las personas se pasaban la<br />
vida fingiendo o disfrazando sus auténticos sentimientos. Pero ése era un<br />
comportamiento que ella no conocía, puesto que había sido educada para<br />
<strong>de</strong>senvolverse en el mundo <strong>de</strong> la hechicería. Un mundo <strong>de</strong> libertad, que no tenía nada<br />
que ver con la esclavitud <strong>de</strong> tener que fingir, para lograr algún beneficio o influir sobre<br />
la vida <strong>de</strong> los <strong>de</strong>más. Por eso no quería que las cosas se complicaran esa noche más