Laberinto de sueños - Libros de Rosa Villada
Laberinto de sueños - Libros de Rosa Villada
Laberinto de sueños - Libros de Rosa Villada
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
interés que había confesado sentir por él, provocó en Raimundo una gran animación.<br />
Con una flui<strong>de</strong>z verbal incontenible, éste le explicó a Teresa, con todo lujo <strong>de</strong> <strong>de</strong>talles,<br />
cómo iba a cambiar su vida cuando, unos días <strong>de</strong>spués, fuera <strong>de</strong>signado oficialmente<br />
como candidato a la presi<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong>l Territorio. Cuando Teresa escuchó que faltaba tan<br />
poco tiempo para la Convención <strong>de</strong>l Partido, <strong>de</strong>jó <strong>de</strong> prestar atención a la verborrea <strong>de</strong><br />
Raimundo, mientras urgía a su mente sobre la necesidad <strong>de</strong> trazar un plan. En su<br />
interior resonaba una voz, ajena a su persona, que le repetía con urgencia: “No hay<br />
tiempo que per<strong>de</strong>r. Tienes que actuar ya”. Escuchando esa voz interna, Teresa cayó<br />
en la cuenta <strong>de</strong> que quizás tendría que hacer el amor con Raimundo esa misma<br />
noche, sin más dilación. Al pensar en esa posibilidad, sintió una contracción en el<br />
estómago, fruto <strong>de</strong> una especie <strong>de</strong> pánico que se reflejó en su rostro. Raimundo se dio<br />
cuenta <strong>de</strong> que algo le pasaba y le preguntó:<br />
-¿Te encuentras bien? Te has puesto muy pálida.<br />
-Me he mareado un poco –respondió Teresa- <strong>de</strong>be ser por el vino. No tengo<br />
costumbre <strong>de</strong> beber. Si me perdonas, voy un momento al baño. Me echaré agua en la<br />
cara a ver si se me pasa –añadió forzando una sonrisa-<br />
La joven se dirigió hacia los servicios, y Raimundo no pudo evitar mirarle<br />
<strong>de</strong>scaradamente el culo mientras la veía alejarse. Al quedarse solo en la mesa, sintió<br />
que Teresa le gustaba mucho. Algo tenía aquella cubana que le provocaba una gran<br />
excitación. Y no es porque fuera una mujer espectacular, pero era indudable que<br />
poseía un sólido e in<strong>de</strong>terminado atractivo. Algo que excedía su aspecto físico. Como<br />
una fuerza que emanaba <strong>de</strong> su interior, y le proporcionaba una extraña belleza.<br />
Pensando en las cualida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> la joven y en lo a gusto que se sentía con ella,<br />
Raimundo tomó una repentina <strong>de</strong>cisión: “Le pediré que se case conmigo” –dijo para<br />
sus a<strong>de</strong>ntros- Ante la rotundidad <strong>de</strong> sus propios pensamientos, el joven sonrió y<br />
continuó su monólogo interno: “Pero no esta noche, claro. Primero tenemos que<br />
conocernos un poco mejor. Una buena fecha para la boda sería el año que viene-<br />
especuló- Quizás durante la campaña electoral. Sí –añadió satisfecho consigo mismo-