Laberinto de sueños - Libros de Rosa Villada
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-Bueno, no exactamente... –dijo Raimundo, un poco <strong>de</strong>sconcertado por el giro que<br />
estaba tomando la conversación-<br />
-No importa, no importa. No hace falta que digas nada –le cortó Diego con un gesto-<br />
yo ya estaba en este partido cuando tu aún ibas con pantalones cortos, y sé muy bien<br />
cómo funciona. Por eso he querido <strong>de</strong>cirte personalmente, y sin testigos, que todo lo<br />
que te hayan dicho es mentira, y que pue<strong>de</strong>s contar conmigo.<br />
Visiblemente satisfecho <strong>de</strong> su discurso, y sin dar tiempo a que Raimundo dijera nada,<br />
Diego Castillo se puso en pie, y mientras se dirigía a hablar por un teléfono interior,<br />
ubicado al otro lado <strong>de</strong> la sala, le dijo al joven:<br />
-Y ahora permíteme que te haga un regalo como prueba <strong>de</strong> mi amistad.<br />
Casi <strong>de</strong> inmediato apareció Guillermo Maestre en la habitación con un estuche<br />
alargado en la mano. Se lo dio a Diego y, sin <strong>de</strong>cir palabra, volvió a ausentarse. Este<br />
lo abrió <strong>de</strong>spacio, para crear expectación, y sacó <strong>de</strong> él un magnífico reloj <strong>de</strong> pulsera,<br />
que ofreció con una amplia sonrisa a Raimundo. El joven lo tomó y comprobó que era<br />
un Rólex <strong>de</strong> acero y oro. Diego se apresuró a comunicarle que su precio superaba los<br />
cuatro mil euros.<br />
-Te lo agra<strong>de</strong>zco mucho –dijo Raimundo mientras seguía contemplando el espléndido<br />
reloj- pero no puedo aceptar un regalo tan caro.<br />
-Claro que si –respondió el político- mira lo que pone al dorso.<br />
El joven dio la vuelta y leyó en voz alta una inscripción: “25 años <strong>de</strong> Progreso”.<br />
Entonces Diego le explicó que ése era uno <strong>de</strong> los veinticinco relojes exclusivos que<br />
había adquirido la institución para regalar a personas ilustres, coincidiendo con las<br />
bodas <strong>de</strong> plata <strong>de</strong> su Gobierno en el Territorio.<br />
-Y quiero que el primero <strong>de</strong> estos relojes sea para ti. Como verás –le indicó- son<br />
mo<strong>de</strong>los únicos y van numerados. El tuyo lleva el número uno. ¿Quién mejor que mi<br />
sucesor podría llevar este reloj?<br />
Raimundo se sintió realmente halagado, pero aún así respondió:<br />
-Lo lógico es que fueras tú quien tuviera este primer mo<strong>de</strong>lo.