Laberinto de sueños - Libros de Rosa Villada
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jóvenes <strong>de</strong>snudos, amándose bajo el roble. Y tuvo la certeza <strong>de</strong> que se trataba <strong>de</strong> su<br />
abuela y <strong>de</strong> Tomás Carbajal. Vio muchos jóvenes y ancianos con mochila, que<br />
pasaban <strong>de</strong> largo sin reparar en aquella señal <strong>de</strong>l Camino. Y vio cómo otros se<br />
<strong>de</strong>tenían y escuchaban el mensaje que les transmitía la naturaleza y la piedra. Y<br />
también se vio a ella misma. Se vio sentada con las piernas cruzadas junto a aquel<br />
roble, mirando el cruceiro. Y vio que su abuela estaba con ella, a su lado, hablándole<br />
<strong>de</strong>spacio. Sin <strong>de</strong>jar <strong>de</strong> observar la escena <strong>de</strong>s<strong>de</strong> fuera, Teresa escuchó con toda<br />
niti<strong>de</strong>z la voz <strong>de</strong> la anciana <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> su cabeza, y entendió lo que ésta le estaba<br />
diciendo: Que la muerte no existía en realidad. Sólo se producía un cambio en la<br />
conciencia, una vez liberada <strong>de</strong> la envoltura <strong>de</strong>l cuerpo. Le dijo que ella se encontraba<br />
bien, y que ahora Teresa <strong>de</strong>bía hacer algo por sí misma, porque ése era el papel que<br />
el <strong>de</strong>stino le había asignado en esa trama. La joven escuchó cómo su abuela le<br />
or<strong>de</strong>naba que abriera la carta que había traído <strong>de</strong>s<strong>de</strong> Cuba. Y, antes <strong>de</strong> que la imagen<br />
borrosa <strong>de</strong> la anciana <strong>de</strong>sapareciera <strong>de</strong> la escena, aún la oyó murmurar: “La vida en la<br />
tierra es como un laberinto <strong>de</strong> <strong>sueños</strong>, don<strong>de</strong> los caminos <strong>de</strong> unos se entrecruzan con<br />
los <strong>de</strong> otros. Pero nosotros no <strong>de</strong>cidimos nuestro papel, sólo somos los actores <strong>de</strong> esa<br />
trama <strong>de</strong>l universo.”<br />
Una fuerte sacudida en su cuerpo hizo que Teresa volviera a vivir el suceso<br />
<strong>de</strong>s<strong>de</strong> la posición que ocupaba junto al árbol. Ya no veía los acontecimientos <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />
afuera, como si se tratase <strong>de</strong> una representación, sino que nuevamente los<br />
experimentaba en su dimensión corporal. Un poco aturdida por lo que había pasado, la<br />
joven estiró las piernas y se levantó. Se sacudió los pantalones vaqueros que llevaba<br />
puestos, y dio unos pasos alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong>l cruceiro para <strong>de</strong>sentumecer los músculos y<br />
aclarar un poco sus i<strong>de</strong>as. Su abuela había tratado <strong>de</strong> conducirla, en muchas<br />
ocasiones, a un estado <strong>de</strong> conciencia similar al que acababa <strong>de</strong> vivir. Pero, a pesar <strong>de</strong><br />
sus esfuerzos, nunca lo había conseguido <strong>de</strong>l todo. Y sin embargo ahora, ella sola, lo<br />
había logrado. Muy nerviosa, quiso pensar ¿qué había hecho para lograrlo? No lo<br />
sabía. En realidad no había hecho nada especial. Sólo se había sentado