Laberinto de sueños - Libros de Rosa Villada

tenemos muy presente. Tu quieres seguir gobernando, y a nosotros nos interesa que
tú sigas gobernando.
Sus palabras fueron celebradas con bromas y murmullos de asentimiento. Diego
Castillo sonrió, y dejó que aquel hombre continuase hablando. Se hizo de nuevo el
silencio, y el empresario retomó la palabra, con cierto titubeo en la voz.
-Pero no es a nosotros a los que debes convencer para presentarte a la reelección.
Nosotros ya estamos convencidos. Según circula por ahí, es en tu partido donde no
quieren que te presentes...
Tras las afirmaciones del empresario, todas las miradas se concentraron con
expectación en Diego Castillo. Pero el político continuó en silencio, sin borrar la
sonrisa de su rostro. El hombre de pelo canoso y bigote continuó hablando cada vez
más azorado
-...Y hasta dicen que ya te han buscado un sustituto. Un abogado joven, que no tiene
experiencia política. ¿Es eso posible? –preguntó con voz temblorosa-
-Veo que estás muy bien informado –intervino Diego Castillo sin perder la compostura-
pero esos rumores sólo son verdades a medias. Y ya sabéis que una verdad a medias
es peor que una mentira.
-Pues nos alegramos de que sea mentira –dijo el propietario de un periódico con gesto
de alivio- porque estamos muy preocupados. Espero que nos lo aclares porque, para
qué te voy a engañar, en el mundo empresarial y en los mentideros políticos no se
habla de otra cosa.
Diego Castillo volvió a intervenir, y con tono tajante preguntó:
-¿Vosotros creéis que si yo no tuviera el beneplácito de mi partido para presentarme a
la reelección, se estaría celebrando esta comida?
Los comensales se miraron unos a otros, y el político continuó hablando:
-Seamos claros. A todos, absolutamente a todos los que estáis aquí sentados, os
interesa que yo siga al frente del Gobierno del Territorio. Todos somos viejos
conocidos, y nos hemos entendido bien a lo largo de los últimos años. Si otro ocupase