Laberinto de sueños - Libros de Rosa Villada
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abuela me dijo que había acabado un ciclo vital para mí, y ahora <strong>de</strong>bía seguir por mi<br />
cuenta. Estoy un poco confusa –reconoció- Pensé que tu padre... bueno “El Brujo”,<br />
orientaría mis pasos hacia algún lugar. ¿Por qué si no me iba a mandar mi abuela que<br />
le trajera una carta que podría haberle hecho llegar por correo? Pero no contaba con<br />
que estaría muerto... Y ahora ya no sé qué hacer.<br />
-Si, lo <strong>de</strong> la carta no tiene ni pies ni cabeza. ¿No has pensado abrirla? –preguntó<br />
Raimundo-<br />
-¡Claro que no! –respondió con ímpetu Teresa- No va dirigida a mí.<br />
-Ya, pero dadas las circunstancias, quizás <strong>de</strong>berías hacerlo para saber por qué te<br />
mandó tu abuela a este país.<br />
-No sé, <strong>de</strong> momento visitaré la Gran Ciudad y ya me llegará alguna señal que me<br />
indique el camino que he <strong>de</strong> seguir –respondió Teresa con una amplia sonrisa- Mi<br />
abuela siempre <strong>de</strong>cía que cuando no sabías qué hacer, lo mejor era no hacer nada y<br />
esperar a que algo te lo indicara.<br />
Al oírla, Raimundo se alegró al saber que se quedaría algún tiempo en la Gran Ciudad,<br />
pero lo <strong>de</strong> esperar una señal le puso los pelos <strong>de</strong> punta, y le reafirmó en su impresión<br />
<strong>de</strong> que aquella era una chica muy rara. ¿Qué era eso <strong>de</strong> esperar señales? No<br />
entendía <strong>de</strong> qué le hablaba. ¿Y si la joven estuviera mal <strong>de</strong> la cabeza y se hubiera<br />
escapado <strong>de</strong> un psiquiátrico? –pensó- Apenas llevaba equipaje para haber hecho un<br />
viaje tan largo, y la historia <strong>de</strong> la carta era muy extraña. De pronto se acordó <strong>de</strong> que<br />
había vuelto a referirse a su padre como “El Brujo”, y con gran interés le preguntó:<br />
-¿Por qué has llamado a mi padre “El Brujo”?<br />
- Porque era un brujo –respondió Teresa con gran convicción y muy extrañada por la<br />
pregunta-<br />
Raimundo no pudo más y soltó una sonora carcajada, que hizo levantar la cabeza a<br />
los pasajeros que viajaban en el mismo vagón. Su reacción molestó a Teresa, que<br />
hizo un gesto <strong>de</strong> <strong>de</strong>saprobación. Cuando pudo recuperarse <strong>de</strong> la risa, Raimundo se<br />
disculpó.