Laberinto de sueños - Libros de Rosa Villada
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llegar al lugar <strong>de</strong>s<strong>de</strong> don<strong>de</strong> partía la verda<strong>de</strong>ra dirección que la conduciría a su <strong>de</strong>stino<br />
en la tierra. Y con esta certidumbre instalada en su mente y en su corazón, Teresa se<br />
relajó y, casi <strong>de</strong> forma inmediata, se entregó a un profundo sueño.<br />
Cuando se <strong>de</strong>spertó, unas horas <strong>de</strong>spués, el paisaje <strong>de</strong>l exterior había<br />
cambiado por completo. Los áridos campos <strong>de</strong> las primeras horas <strong>de</strong>l viaje, habían<br />
sido sustituidos por la frondosa vegetación gallega, que Teresa reconoció en cuanto<br />
abrió los ojos. Con gran alegría, miró el reloj y comprobó que su viaje estaba a punto<br />
<strong>de</strong> terminar. Continuó mirando por la ventanilla <strong>de</strong>l autobús y, como ya le ocurriera la<br />
primera vez que fue a Lameiros, aquella hermosa visión le cautivó el alma.<br />
Observando los tupidos bosques que flanqueaban la carretera, bañados por el sol<br />
otoñal, tuvo el fuerte sentimiento interior <strong>de</strong> que volvía a casa. Aunque sólo había<br />
pasado unas horas en aquellas tierras, durante su viaje anterior, Teresa experimentó<br />
<strong>de</strong> nuevo ese intenso sentimiento <strong>de</strong> que allí, entre aquellos bosques, estaba su<br />
verda<strong>de</strong>ro hogar. Ella había nacido en La Habana y era cubana. Pero sin embargo, el<br />
lugar <strong>de</strong> su nacimiento quedaba relegado en esos momentos a algo absolutamente<br />
circunstancial y sin importancia. Porque lo que Teresa sentía era que, al margen <strong>de</strong>l<br />
sitio don<strong>de</strong> hubiera venido al mundo, aquellas húmedas y fértiles tierras gallegas eran<br />
su auténtica morada. El útero que acogería y alimentaría a su espíritu en el futuro. Sin<br />
po<strong>de</strong>r contener la emoción, supo en esos momentos que pasaría allí el resto <strong>de</strong> su<br />
vida y bendijo una y mil veces a su abuela, por haber encaminado sus pasos hacia<br />
aquel mágico lugar.<br />
Cuando el autobús paró en Lameiros, Teresa fue la única pasajera que<br />
concluyó allí su viaje. Con su escaso equipaje se fue hacia la casa don<strong>de</strong> se había<br />
quedado la otra vez, y la anciana que la atendió entonces la alojó en la misma<br />
habitación. Teresa interpretó esta circunstancia como la mejor prueba <strong>de</strong> que todo lo<br />
ocurrido con Raimundo Carbajal, no había sido más que un paréntesis en su vida. Un<br />
<strong>de</strong>svío necesario en el laberinto <strong>de</strong> su existencia, para volver al lugar <strong>de</strong>l que partía el<br />
camino que <strong>de</strong>bía empren<strong>de</strong>r para cumplir su auténtico <strong>de</strong>stino. Emocionada y algo