Laberinto de sueños - Libros de Rosa Villada

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- Enhorabuena, ya tienes lo que querías. - No tengo todo lo que quería –respondió Raimundo mirándola fijamente- - Pero lo tendrás –dijo Teresa devolviéndole la mirada, de forma cariñosa- es sólo cuestión de tiempo. De poco tiempo, diría yo, y entonces te olvidarás de mí. - Nunca me olvidaré de ti –le contestó Raimundo, un poco ruborizado al pensar que sólo unos momentos antes ya se había olvidado de ella- Teresa, que también lo sabía, no respondió y se limitó a sonreírle en silencio. Después, viendo que Jaime Espinosa se acercaba para rescatar a Raimundo, le besó suavemente en los labios a modo de despedida, y se dio media vuelta para marcharse. Mientras se alejaba, aún oyó la voz de Raimundo que le gritaba: -¿ Me llamarás? Y Teresa se volvió, asintiendo con la cabeza, aunque tenía la certeza total de que nunca más volvería a hablar con él.
Capítulo XX Cuando Teresa Campoamor dejó el hostal, que durante los últimos días había sido su hogar, aún no había amanecido. La noche anterior, después de volver de la Convención en la que se despidió de Raimundo, preparó su escaso equipaje y salió a tomar una cena ligera. A su regreso, se dispuso a dormir las pocas horas de las que disponía, antes de coger el autobús que la trasladaría de nuevo hasta Galicia. Cuando se levantó para emprender su viaje, aún era de noche. Se aseó con rapidez y, antes de dejar aquel cuarto, se despidió de él y de todas las cosas que la habían acompañado durante su estancia en la Gran Ciudad. Tal y como le había enseñado su abuela, agradeció a la habitación, y a todo lo que había en su interior, el servicio que le habían prestado durante su estancia allí. Al cerrar la puerta, sintió en su interior que aquel gesto iba mucho más allá de la simple apariencia. Y que, en realidad, lo que estaba cerrando era un capítulo de su vida. Sin embargo, ese sentimiento no le causó ningún pesar pues, como decía su abuela, cuando una puerta se cerraba, siempre se abría otra. Ella era consciente de que había sellado para siempre la puerta que le conducía a la posibilidad de compartir su vida con Raimundo. Y aunque en esos momentos ignoraba a qué otro camino podría acceder, tenía la completa seguridad de que en Lameiros encontraría la entrada que la llevaría a un destino diferente. Después de dejar en recepción la llave de la habitación y pagar la cuenta, un taxi la esperaba para trasladarla a la Estación de Autobuses. Durante el trayecto, las
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“A lo oscuro, por lo más oscuro;
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existen en otras muchas familias. T
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levantina. Sin embargo, la urgencia
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Al recordar aquel incidente, Raimun
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al gran depósito del universo, y l
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transitando por caminos que no son
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Al oír estas palabras, un escalofr
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la sensación de observarlo todo de
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cuento de hadas. Aunque tenía los
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Las palabras de la joven desconcert
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-Perdona, pero es que lo que has di
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Capítulo IV Diego Castillo se mir
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mesa la encuesta del CIS, y otras d
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habían burlado de él, por no quer
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Para él las ideologías pertenecí
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vigilar en alguna ocasión, sin que
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talón que le entregaba Guillermo M
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denominaba también a esta carta, a
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tenemos muy presente. Tu quieres se
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Después de las despedidas, el coch
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Mientras Diego continuaba con su di
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un universo que, al sintonizar con
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Dejando que estos recuerdos calasen
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jóvenes desnudos, amándose bajo e
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sólo reflejaban una mueca. Y cuand
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Capítulo VII El comedor privado de
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-¡Pues claro, hombre! -afirmó Die
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-Bueno, no exactamente... -dijo Rai
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-Ya verás, ya verás lo sacrificad
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Capítulo VIII Raimundo Carbajal fu
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La conversación con Espinosa iba p
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presidente les había engañado, en
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instantes meditó qué era lo que l
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primera reacción fue la de masturb
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podía engañarlos, pero no tenía
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A sus 33 años, Raimundo nunca se h
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todo lo que sentimos en nuestro int
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quieran. Ahora, recordando todas es
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Capítulo X Teresa Campoamor llegó
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interés que había confesado senti
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-¿Y últimamente no has sentido ni
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Después de invitar a Teresa a que
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Capítulo XI Gabriel Olmo sujetaba
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detenían ante su puerta, para hace
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almas, que iba mucho más allá del
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Capítulo XII Una punzada en el est
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-No te preocupes, aún no vas a ser
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Capítulo XIII Diego Castillo no po
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-Tu hija está embarazada. Sin repo
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nadie en su sano juicio se creería
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-Claro, claro -se apresuró a respo
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