Laberinto de sueños - Libros de Rosa Villada
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absoluta seguridad <strong>de</strong> que Raimundo no iba a tener ninguna dificultad para encontrar<br />
a esa novia que tanto parecía necesitar. Mientras ella seguía observando <strong>de</strong>s<strong>de</strong> lejos,<br />
Raimundo continuaba ro<strong>de</strong>ado <strong>de</strong> periodistas, respondiendo a sus preguntas y,<br />
simultáneamente, saludando a los militantes que se le acercaban. Todo el mundo<br />
quería conocerlo y Jaime Espinosa, sin separarse <strong>de</strong> su lado, hacía las veces <strong>de</strong><br />
presentador oficial. El propio Espinosa fue el primero en felicitarle por su discurso:<br />
-Has estado genial –le susurró en el oído- tu padre se hubiera sentido orgulloso <strong>de</strong> ti.<br />
Estas palabras provocaron un gran <strong>de</strong>sconcierto en Raimundo, que giró la cabeza<br />
para mirarle con sorpresa. Pero Espinosa se apresuró a aclararle:<br />
- No me estoy refiriendo al curan<strong>de</strong>ro que te crió, sino a tu verda<strong>de</strong>ro padre –añadió<br />
sonriendo mientras le guiñaba un ojo-<br />
Al oír esta afirmación, el <strong>de</strong>sconcierto inicial <strong>de</strong> Raimundo se transformó en un<br />
sentimiento <strong>de</strong> auténtica confusión. Sin embargo, no pudo pedir ningún tipo <strong>de</strong><br />
explicación a Espinosa, porque éste siguió presentándole a gente como si aquellas<br />
palabras nunca hubieran sido dichas. Él continuó atendiendo a los militantes, y pensó<br />
que ya hablarían. Aquel no era ni el lugar ni el momento a<strong>de</strong>cuado para preguntarle, al<br />
que ya era su jefe político, qué sabía él <strong>de</strong> su auténtico padre.<br />
Poco a poco el recinto se fue quedando vacío, y Jaime Espinosa cogió a<br />
Raimundo <strong>de</strong>l brazo para llevárselo a la cena que había prevista con otros dirigentes<br />
<strong>de</strong>l Partido. Cuando se disponían a salir <strong>de</strong>l Palacio <strong>de</strong> Congresos y Exposiciones,<br />
Raimundo vio que Teresa le aguardaba junto a una <strong>de</strong> las puertas. Al verla, le dio un<br />
vuelco el corazón y se sintió enfadado consigo mismo porque no se había acordado <strong>de</strong><br />
ella. La situación <strong>de</strong> protagonismo que había adquirido en la Convención, le había<br />
absorbido tanto, que ni siquiera recordó que había quedado allí con ella para<br />
<strong>de</strong>spedirse. Y lo peor <strong>de</strong> todo es que parecía que la joven se había dado cuenta <strong>de</strong> la<br />
situación. Un poco avergonzado, le dijo a Espinosa que le disculpase un momento, y<br />
se acercó hacia don<strong>de</strong> estaba Teresa. Esta, le besó en las mejillas y, mientras le<br />
apretaba la mano le dijo: