Laberinto de sueños - Libros de Rosa Villada
Laberinto de sueños - Libros de Rosa Villada
Laberinto de sueños - Libros de Rosa Villada
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
momentos estaba asistiendo al nacimiento <strong>de</strong> una nueva estrella. “Tiene ma<strong>de</strong>ra <strong>de</strong><br />
político –se dijo para sus a<strong>de</strong>ntros- no hay más que ver cómo se crece ante el público.<br />
Habrá que tener cuidado para que el éxito no se le suba a la cabeza”.<br />
Al cabo <strong>de</strong> unos minutos, Raimundo ya se había hecho totalmente con el<br />
control <strong>de</strong> la situación, los nervios habían <strong>de</strong>saparecido por completo, y con un<br />
dominio <strong>de</strong> la voz y <strong>de</strong> los gestos, que a él mismo le sorprendían, se dispuso a finalizar<br />
su discurso, sabiendo que ya se había metido al público en el bolsillo. Aprovechando<br />
al máximo la puesta en escena que había i<strong>de</strong>ado Diego Castillo, el joven terminó su<br />
intervención refiriéndose nuevamente al presi<strong>de</strong>nte <strong>de</strong>l Territorio fallecido:<br />
- Ya sé que me han puesto el listón muy alto. Sé que no puedo aspirar a superar la<br />
clase política que tenía Diego Castillo. Ni siquiera pretendo intentarlo. Sé que el<br />
nombre <strong>de</strong>l Territorio siempre estará unido al suyo, y que vosotros nunca lo olvidaréis.<br />
Pero <strong>de</strong>jadme que os diga una cosa: yo tampoco. Él ha sido siempre mi maestro, el<br />
espejo en el que yo me he mirado y os aseguro que, si vosotros me apoyáis, -añadió<br />
recalcando estas últimas palabras- entre todos lograremos que su obra no que<strong>de</strong><br />
inacabada. Yo por mi parte os digo que estoy aquí para serviros y que, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> este<br />
mismo momento, mi entrega hacia vosotros será total y absoluta. Yo no soy Diego<br />
Castillo, y nunca lo seré. Pero si soy su más ferviente discípulo, y puesto que él se ha<br />
ido, yo estoy aquí dispuesto a continuar lo que él empezó. Con vuestra ayuda,<br />
naturalmente. Muchas gracias –concluyó-<br />
Las palabras <strong>de</strong> Raimundo fueron seguidas <strong>de</strong> una larga ovación. Los<br />
periodistas se habían encaramado al escenario, y enfocaban con sus cámaras,<br />
alternativamente, al joven candidato y al público que, puesto en pie, aplaudía. Teresa<br />
contemplaba el espectáculo <strong>de</strong>s<strong>de</strong> un rincón, en el que aguardaba a que se <strong>de</strong>spejase<br />
un poco el recinto, para po<strong>de</strong>r acercarse a Raimundo. Como el resto <strong>de</strong> los asistentes,<br />
la hechicera pensó que Raimundo había nacido para eso, que ése era su mundo y<br />
que, en cuatro días, el joven se encontraría en su salsa y se olvidaría <strong>de</strong> ella por<br />
completo. Viendo la admiración que había <strong>de</strong>spertado en las mujeres, Teresa tuvo la