08.05.2013 Views

Laberinto de sueños - Libros de Rosa Villada

Laberinto de sueños - Libros de Rosa Villada

Laberinto de sueños - Libros de Rosa Villada

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

los últimos días, se había imaginado muchas veces el discurso que iba a pronunciar. Y<br />

cómo antes <strong>de</strong> iniciarlo, pediría un minuto <strong>de</strong> silencio por la muerte <strong>de</strong>l “compañero<br />

Raimundo”. Luego hablaría brevemente <strong>de</strong> él, y lo <strong>de</strong>finiría como “un valor en alza<br />

<strong>de</strong>ntro <strong>de</strong>l Partido”. Después lamentaría que la muerte, siempre cruel, hubiera<br />

arrebatado a Raimundo, <strong>de</strong> forma prematura, una prometedora vida <strong>de</strong>dicada a la<br />

política”. Estaba seguro <strong>de</strong> que muchos <strong>de</strong> los presentes se preguntarían quien era el<br />

tal Raimundo, y sólo los iniciados sabrían que se estaba refiriendo al que iba a ser su<br />

sucesor. Pero aún así, sus palabras serían ovacionadas por todos y, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> los<br />

aplausos, él daría muestras, una vez más, <strong>de</strong> que no había mejor candidato que Diego<br />

Castillo para mantener el Gobierno <strong>de</strong>l Territorio. Estaba convencido <strong>de</strong> que con<br />

Raimundo muerto nadie, absolutamente nadie en el Partido, pondría esto en duda. Ni<br />

siquiera el cabrón <strong>de</strong> Jaime Espinosa sería capaz <strong>de</strong> parar su candidatura, dado el<br />

poco tiempo que quedaba para las elecciones. “Y <strong>de</strong>spués –se dijo Diego para sus<br />

a<strong>de</strong>ntros- <strong>de</strong>spués ya me encargaré yo <strong>de</strong>l hijoputa ese”.<br />

Absorto en estos pensamientos, Diego aceleró el paso para llegar cuanto antes<br />

al Partido, al constatar que cada vez se encontraba peor. Mientras recorría con<br />

dificultad los pocos pasos que le quedaban para llegar a la se<strong>de</strong>, empezó a pensar<br />

que no había sido una buena i<strong>de</strong>a ir caminando, en lugar <strong>de</strong> utilizar el coche oficial.<br />

Sin querer prestar atención a lo mal que se sentía, quiso concentrarse en el problema<br />

que se le había planteado. Pero el creciente malestar que le invadía le impidió hacerlo.<br />

Continuó andando a duras penas hacia el Partido, cuya fachada se veía ya <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el<br />

lugar don<strong>de</strong> se encontraba, cuando sintió un fuerte dolor aplastándole el pecho. A<br />

pesar <strong>de</strong> su intensidad, como si un puño enorme le retorciera el corazón, Diego no se<br />

<strong>de</strong>tuvo. Casi <strong>de</strong> forma inmediata, la presión se extendió hacia el hombro y el brazo<br />

izquierdo. Aún así, Diego hizo un esfuerzo y, con los dientes apretados continuó<br />

andando hasta que llegó a las puertas <strong>de</strong>l Partido. Y allí mismo cayó fulminado en la<br />

acera.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!