Laberinto de sueños - Libros de Rosa Villada
Laberinto de sueños - Libros de Rosa Villada
Laberinto de sueños - Libros de Rosa Villada
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
carcajada- porque lo que realmente va a anunciar es su muerte política. ¡Tiene que<br />
estar subiéndose por las pare<strong>de</strong>s!.<br />
- Esperemos que cumpla lo acordado –dijo Raimundo, con tono <strong>de</strong> preocupación-<br />
- Lo cumplirá, por la cuenta que le tiene. Tonto no es. Sabe que es mejor irse por las<br />
buenas. Y también sabe que, si no anuncia su retirada, hará un ridículo espantoso,<br />
porque al día siguiente saldremos a <strong>de</strong>sautorizarlo. Así que no tiene más remedio.<br />
-Tengo ganas ya <strong>de</strong> que pase todo este follón y <strong>de</strong> ponerme a trabajar –añadió<br />
Raimundo- <strong>de</strong>s<strong>de</strong> que me contaste lo <strong>de</strong> la comida con los empresarios, no me fío <strong>de</strong><br />
él.<br />
- Pero eso no es noticia, hombre. De Diego no se fía nadie. Todos sabemos que si<br />
tuviera que ven<strong>de</strong>r a su madre la ven<strong>de</strong>ría. Pero esa no es la cuestión. La cuestión –<br />
añadió Espinosa <strong>de</strong>spacio, pero con gran seguridad en la voz- es que ahora, por fin, lo<br />
tenemos agarrado por las pelotas y no tiene más remedio que hacer lo que le<br />
digamos.<br />
- ¿Te refieres a las encuestas? –preguntó Raimundo un poco <strong>de</strong>sconcertado-<br />
-¡Qué encuestas ni qué hostias! –saltó Jaime Espinosa- Eso es lo que le dijimos a él,<br />
la versión oficial. Hay cosas que no se pue<strong>de</strong>n <strong>de</strong>cir en voz alta. ¿De verdad piensas<br />
que con un argumento tan débil, como unas simples encuestas, yo habría conseguido<br />
el respaldo <strong>de</strong>l Partido para quitarnos <strong>de</strong> encima a ese cabrón? No, muchacho, no.<br />
Hay mucho más <strong>de</strong> fondo, y ha habido que combatirle con sus propias armas. Pero ha<br />
dado sus frutos, y ahora es el cazador cazado.<br />
Raimundo permaneció mudo sin saber qué <strong>de</strong>cir. No tenía ni i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> a qué se podía<br />
referir Jaime Espinosa cuando <strong>de</strong>cía que tenían a Diego “agarrado por las pelotas”.<br />
Eran muchas las cosas que se <strong>de</strong>cían <strong>de</strong>l presi<strong>de</strong>nte, <strong>de</strong> su supuesta homosexualidad,<br />
<strong>de</strong> sus oscuros negocios con <strong>de</strong>terminados empresarios, pero nadie, hasta el<br />
momento, había conseguido probar nada en su contra. Y no porque se confiara en su<br />
limpia gestión, sino porque se le consi<strong>de</strong>raba <strong>de</strong>masiado hábil para <strong>de</strong>jarse pillar. Lo<br />
evi<strong>de</strong>nte era el cambio que Diego Castillo había ido experimentando a lo largo <strong>de</strong> los