Laberinto de sueños - Libros de Rosa Villada
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que nosotros nos <strong>de</strong>mos cuenta <strong>de</strong> ellos. Sin embargo, basta un solo día, un solo<br />
minuto, para que cambie nuestra perspectiva <strong>de</strong> las cosas y nada vuelva a ser lo que<br />
era. Aún le parecía estar escuchando la voz <strong>de</strong> la anciana cuando le repetía: “El<br />
mundo es para cada uno <strong>de</strong> nosotros tal y como lo vemos en ese momento. Pero si<br />
cambia esa visión, el mundo entero cambia con ella. Y ese cambio siempre suce<strong>de</strong> en<br />
un sólo instante; aunque se haya estado gestando durante muchos años”. Sonriendo,<br />
y con un fuerte sentimiento <strong>de</strong> gratitud hacia su maestra, por todo lo que le había<br />
enseñado, Gabriel recordó cómo Esperanza Milagros cogía un vaso y lo iba llenando<br />
<strong>de</strong> agua poco a poco, para mostrarle lo que le quería <strong>de</strong>cir. “Mira este vaso –le pedía-<br />
pue<strong>de</strong> tardar mucho tiempo en llenarse, <strong>de</strong>pendiendo <strong>de</strong> que el agua llegue a él a<br />
chorros o gota a gota. Pero sólo emplea un instante en <strong>de</strong>sbordarse. Lo mismo le pasa<br />
a nuestra atención interna. Pero es en ese preciso momento en el que se <strong>de</strong>sborda,<br />
cuando se producen los verda<strong>de</strong>ros cambios en nuestro interior. Cambios que afectan<br />
a nuestra visión <strong>de</strong> las cosas y que, por tanto, al modificar nuestros puntos <strong>de</strong> vista,<br />
transforman el mundo que nos ro<strong>de</strong>a y nuestra propia vida.” Recapitulando ahora<br />
sobre las palabras <strong>de</strong> la anciana, Gabriel se preguntó en qué momento <strong>de</strong> su<br />
existencia se habrían empezado a fraguar las certezas que tenía en esos instantes, y<br />
que eran tan diferentes <strong>de</strong> lo que pensaba sólo unos días antes. Aunque durante los<br />
últimos años se había alejado <strong>de</strong> su maestra y había volado por su cuenta, ahora que<br />
Esperanza Milagros ya no estaba en este mundo, se daba cuenta <strong>de</strong> cómo había<br />
influido esta mujer en su vida, y <strong>de</strong>l legado tan po<strong>de</strong>roso que le había <strong>de</strong>jado en<br />
herencia para <strong>de</strong>senvolverse en el mundo.<br />
Este pensamiento golpeó en su cabeza y, como si acabase <strong>de</strong> <strong>de</strong>scubrir un<br />
gran misterio, se dijo a sí mismo que quizás fuera eso lo que le pasaba. Se preguntó<br />
si, al morir su maestra, él no estaría heredando una buena parte <strong>de</strong>l pensamiento y <strong>de</strong><br />
la forma <strong>de</strong> actuar que Esperanza Milagros había <strong>de</strong>sarrollado en el mundo <strong>de</strong> la<br />
brujería. Era posible que, al trasladarse a otra dimensión distinta <strong>de</strong>l mundo terrenal, la<br />
anciana estuviera <strong>de</strong>jado el legado <strong>de</strong> su conocimiento y su peculiar forma <strong>de</strong>