Laberinto de sueños - Libros de Rosa Villada
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- En realidad lo vamos a concretar en la reunión <strong>de</strong> mañana...<br />
- Bien, pues mañana hablaremos –le cortó Diego- sólo quería saber si estabas<br />
animado y te encontrabas bien <strong>de</strong> salud.<br />
- Si, si, estoy muy animado, aunque <strong>de</strong> salud no voy tan bien.<br />
-Y eso ¿te pasa algo? –preguntó Diego con fingida preocupación-<br />
-No, no creo que sea nada <strong>de</strong> cuidado. Últimamente he tenido dolores muy fuertes en<br />
la parte baja <strong>de</strong>l estómago. Lo más curioso es que son intermitentes. Vienen y se van.<br />
Seguro que no es nada grave. Deben ser los nervios que se me han fijado ahí.<br />
La información que le había proporcionado Raimundo sobre sus “dolores<br />
intermitentes”, fue suficiente para que Diego experimentara un repentino cambio <strong>de</strong><br />
humor, que casi rozaba la euforia. Visiblemente animado, interpretó que esos dolores<br />
eran la mejor señal <strong>de</strong> que el hechizo estaba haciendo efecto. Como si fuera un niño,<br />
no pudo evitar ponerse a dar saltos <strong>de</strong> alegría, mientras levantaba los brazos y<br />
cerraba fuertemente los puños. Tras la explosión <strong>de</strong> júbilo se sintió mucho más<br />
calmado y seguro <strong>de</strong> que todo saldría según lo previsto. Con esa certeza interior, pidió<br />
a su secretaria que llamase ya a su mujer, y aguardó con el teléfono en la mano hasta<br />
que escuchó la voz <strong>de</strong> Paloma. Empleando un falso tono <strong>de</strong> suavidad, le pidió<br />
disculpas por todo lo que había dicho la noche anterior, y se justificó diciéndole que se<br />
encontraba muy alterado por la gravedad <strong>de</strong> lo que ella le había contado.<br />
-Hostia, Paloma, a uno no le dicen todos los días que su hija está embarazada ¿cómo<br />
querías que reaccionara?<br />
-Pues como un padre y no como el presi<strong>de</strong>nte <strong>de</strong>l Territorio –respondió su mujer-<br />
Ignorando esta respuesta, Diego le pidió que no dijera a nadie lo <strong>de</strong>l embarazo <strong>de</strong><br />
María, y que no se preocupase porque él ya había i<strong>de</strong>ado una solución que satisfaría a<br />
todos.<br />
-Pues no sé que solución pue<strong>de</strong> ser esa –dijo su mujer con un tono <strong>de</strong> escepticismo<br />
en la voz-