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Laberinto de sueños - Libros de Rosa Villada

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situación <strong>de</strong> <strong>de</strong>samparo en la que se encontraba, <strong>de</strong>spertaba en Teresa una gran<br />

simpatía hacia él. Cuando tuvo todo dispuesto, la joven se preparó para hacer una<br />

meditación antes <strong>de</strong> llevar a cabo el hechizo protector. Después <strong>de</strong> <strong>de</strong>jar la habitación<br />

a oscuras, sólo con la tenue luz <strong>de</strong> las velas, se sentó en el suelo y cruzó las piernas<br />

adoptando una cómoda postura <strong>de</strong> medio loto. Relajó el cuerpo y se centró en el ritmo<br />

acompasado <strong>de</strong> su respiración. Al cabo <strong>de</strong> unos momentos consiguió el cese <strong>de</strong> sus<br />

pensamientos, y entonces se dispuso a reforzar las <strong>de</strong>fensas espirituales <strong>de</strong><br />

Raimundo, movilizando en torno a sus cuerpos físico y etéreo las fuerzas astrales que<br />

ro<strong>de</strong>an a todo ser humano. Cuando Teresa entendió que el aura <strong>de</strong> Raimundo había<br />

sido revitalizada, se levantó y, con sumo cuidado, cogió con sus <strong>de</strong>dos la pasta<br />

blancuzca en que se había convertido el semen <strong>de</strong>l joven. Poco a poco fue<br />

extendiéndolo por el cuerpo <strong>de</strong> la figura <strong>de</strong> cera. A la vez, iba repitiendo, en voz baja,<br />

una oración protectora. Al cabo <strong>de</strong> unos minutos, Teresa notó cómo se le iban las<br />

fuerzas y experimentó un gran agotamiento. Sin embargo, aún quedaba algo por<br />

hacer. Cogió la figura <strong>de</strong> cera que representaba a Raimundo, y la roció con agua,<br />

mientras recitaba un nuevo conjuro pidiendo que las fuerzas que gobiernan el líquido<br />

elemento, limpiasen el maleficio mortal que se había lanzado contra el joven. Después,<br />

y ya para terminar, arrojó la figura al fuego que había preparado previamente en una<br />

palangana, e invocó a los espíritus <strong>de</strong> las llamas para que purificasen y neutralizasen<br />

el mal que se había invocado para dañar a Raimundo.<br />

Cuando Teresa finalizó el contraembrujamiento, no pudo evitar que las<br />

lágrimas acudieran a sus ojos, y se sintió presa <strong>de</strong> una gran conmoción. Había<br />

apelado a muchas fuerzas que operan en la naturaleza, para contrarrestar el maleficio<br />

mortal contra Raimundo. Pero no era capaz <strong>de</strong> contener sus propias emociones. Si su<br />

abuela la hubiera estado observando, se habría sentido muy orgullosa <strong>de</strong> ella, al ver<br />

con qué tranquilidad y seguridad en si misma había sido capaz <strong>de</strong> actuar. A pesar <strong>de</strong><br />

eso, nadie podía garantizar en esos momentos que su hechizo podría anular el<br />

encantamiento contra Raimundo. Aunque por una parte se sentía orgullosa <strong>de</strong>l control

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