Laberinto de sueños - Libros de Rosa Villada
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Capítulo XII<br />
Una punzada en el estómago hizo que Raimundo Carbajal se <strong>de</strong>spertase<br />
bruscamente con la sacudida <strong>de</strong>l dolor. Durante toda la noche había dormido en el<br />
sofá, al cuidado <strong>de</strong> Teresa. Al oír sus gemidos, la joven, que dormitaba en un sillón<br />
cercano, también se <strong>de</strong>spertó y acudió rápidamente a su lado. Los fuertes dolores que<br />
Raimundo había sufrido la noche anterior, volvían ahora a repetirse con la misma<br />
intensidad. Las primeras luces <strong>de</strong>l día se colaban por la ventana <strong>de</strong>l apartamento y<br />
Teresa miró el reloj. Eran casi las siete <strong>de</strong> la mañana, y ella calculó mentalmente que<br />
en Cuba <strong>de</strong>bía ser sobre la una <strong>de</strong> la madrugada. A Teresa no le había pasado<br />
<strong>de</strong>sapercibido que los primeros dolores que tuvo Raimundo, se hubieran producido al<br />
filo <strong>de</strong> la medianoche. Y ahora, cuando amanecía en la Gran Ciudad, el hechizo<br />
estaba llegando a su <strong>de</strong>stinatario por segunda vez. Quien lo estuviera haciendo, sabía<br />
muy bien lo que se llevaba entre manos, y estaba teniendo muy en cuenta las seis<br />
horas <strong>de</strong> diferencia horaria que existían entre Cuba y España. Pues era habitual que<br />
se eligiera la medianoche y las primeras horas <strong>de</strong>l día para realizar este tipo <strong>de</strong><br />
hechizos. Ya que en esos momentos, antes y <strong>de</strong>spués <strong>de</strong>l sueño, cuando el cuerpo<br />
físico no está inmerso en las activida<strong>de</strong>s cotidianas, es cuando resulta más vulnerable.<br />
Mientras Raimundo se agarraba los costados con los brazos y se retorcía <strong>de</strong> dolor,<br />
Teresa intentaba imponer sus manos en el estómago <strong>de</strong>l joven para aliviar su<br />
sufrimiento. Durante las horas anteriores, y mientras Raimundo dormía, ella había<br />
realizado algunos rituales protectores en el cuerpo <strong>de</strong> éste, a través <strong>de</strong> pases<br />
magnéticos y <strong>de</strong> imposiciones <strong>de</strong> manos. Aunque <strong>de</strong> sobra sabía ella que eso no era<br />
suficiente para contrarrestar un hechizo mortal. Aún así, Teresa había procedido a fijar