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aldiss, brian w - heliconia primavera.pdf

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Más cerca de Oldorando se encontraban los rebaños de ciervos que proporcionaban alimento<br />

a la aldea. Había varias formas de matar ciervos. El método preferido de Nahkri y Klils era<br />

utilizar, como cebo, cinco ciervas domesticadas. Los cazadores las conducían, atadas con<br />

correas, hasta los campos donde pastaban los rebaños. Caminando agazapados detrás de los<br />

animales, los hombres podían aproximarse al rebaño. Luego echaban a correr hacia adelante y<br />

arrojaban las lanzas, para matar cuantos animales pudieran. Más tarde los traían al poblado; las<br />

ciervas tenían que cargar sobre el lomo a los congéneres muertos.<br />

Durante una de estas cacerías, nevaba. El leve deshielo de mediodía hacía la marcha más<br />

difícil. Los ciervos escaseaban. Los cazadores habían caminado tres días enteros hacia el este<br />

por terreno difícil, llevando las ciervas, antes de avistar un pequeño rebaño.<br />

Los cazadores eran veinte. Nahkri y su hermano habían recuperado el favor de la multitud,<br />

después de la noche del Doble Ocaso, mediante una generosa distribución de rathel. Laintal Ay<br />

y Dathka acompañaban a Aoz Roon. Hablaban poco; pero las palabras apenas eran necesarias<br />

cuando había confianza. Envuelto en pieles negras, Aoz Roon era en el desolado paisaje una<br />

imagen de valor, y los dos hombres más jóvenes se mantenían junto a él tan fielmente como<br />

Cuajo, el enorme perro.<br />

El rebaño pastaba en la parte superior de una elevación, algo más adelante, y en la dirección<br />

de donde venía el viento. Era necesario rodearlo por la derecha, donde el terreno era más alto y<br />

el olor de los cazadores no llegaría a los animales. Dos hombres quedaron atrás, con los perros.<br />

El resto avanzó colina arriba, sobre cinco centímetros de nieve fangosa. La parte superior de la<br />

elevación estaba marcada por una línea interrumpida de tocones de árboles y uno o dos<br />

montones de escombros de albañilería, redondeados por siglos de intemperie. El rebaño sólo se<br />

hizo visible cuando andando sobre manos y rodillas, arrastrando lanzas y correas, los cazadores<br />

llegaron a la cima y examinaron el terreno.<br />

El rebaño comprendía veintidós ciervas y tres machos. Las hembras estaban repartidas entre<br />

los machos, que de vez en cuando se miraban desafiantes. Eran animales mal alimentados; se les<br />

veían las costillas bajo las crines rojizas. Las ciervas pastaban con avidez, con las cabezas en el<br />

suelo la mayor parte del tiempo, apartando la nieve con el hocico. Se alimentaban contra el<br />

viento, que soplaba en los rostros de los cazadores agazapados. Unas grandes aves negras<br />

tartamudeaban bajo los cascos de los animales.<br />

Nahkri dio la señal.<br />

El y su hermano llevaron a escondidas dos hembras domesticadas hacia el flanco izquierdo<br />

del rebaño, que había dejado de pastar para ver lo que ocurría. Aoz Roon, Dathka y Laintal Ay<br />

condujeron a las otras tres hacia el flanco derecho.<br />

Aoz Roon, junto a su cierva, se mantenía atento. La situación no le gustaba del todo. Cuando<br />

el rebaño se espantara, se alejaría de los cazadores en vez de ir hacia ellos: los cazadores<br />

perderían la excitación de la caza y una práctica útil. Si él hubiese comandado la operación,<br />

habría invertido más tiempo en preliminares. Pero Nahkri se sentía demasiado inseguro para<br />

esperar. Tenía el rebaño a la izquierda; un bosquecillo de denniss separaba el terreno de pasto de<br />

una zona irregular y rocosa a la derecha. A lo lejos se erguían unos paredones verticales, una<br />

larga sucesión de colinas, y en el fondo las montañas bajo las nubes moradas.<br />

Los árboles daban cierta cobertura a los cazadores. Los troncos plateados y castigados no<br />

tenían corteza. Las ramas superiores habían sido arrancadas por tempestades anteriores. La<br />

mayoría de los dennis se extendían en una línea casi horizontal, doblados por el viento. Algunos<br />

se entrelazaban, como librando un combate de eones; todos estaban tan desgastados por el<br />

tiempo y los elementos que parecían cordilleras en miniatura, modeladas por levantamientos<br />

tectónicos.<br />

Aoz Roon examinaba la escena mientras avanzaba escondido detrás de la cierva. Había<br />

estado antes en el lugar, cuando la marcha era más fácil y la nieve más firme: un punto<br />

protegido con la amplia visibilidad que prefieren los rebaños. Observó que los denniss, a pesar<br />

de su aspecto muerto y casi fósil, tenían vástagos verdes que se enroscaban y ceñían al suelo a<br />

sotavento.<br />

Algo se movió. Un ciervo renegado apareció bruscamente entre los árboles. Aoz Roon sintió<br />

el olor de la bestia, y otro olor más acre que no identificó en seguida.<br />

El nuevo ciervo se metió torpemente en el rebaño, y fue atacado por el más próximo de los

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