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aldiss, brian w - heliconia primavera.pdf

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Wutra, lo que servía al interés de la humanidad; pero lo hacía en su propio beneficio. No<br />

importaba lo que la humanidad hiciera. De la impotencia humana nacía la ética del<br />

eudemonismo.<br />

Mucho después de morir, el profeta Naba cambió todo esto. En cierto momento, las palabras<br />

de Naba se filtraron de Pannoval a la caverna. El profeta prometía que si hombres y mujeres<br />

abandonaban la concupiscencia, si no se acostaban unos con otros de modo tan indiscriminado<br />

que nadie conocía a su propio padre, entonces, el Gran Padre, Akha mismo, se ocuparía de ellos.<br />

Les permitiría participar como guerreros en la lucha contra Wutra. La guerra concluiría antes.<br />

La humanidad —ésta era la esencia del mensaje de Naba— no era impotente, a menos que<br />

decidiera serlo.<br />

La humanidad no era impotente. Para los Apropiadores sepultados, el mensaje era<br />

persuasivo. Nunca lo hubiera sido en el Santuario de Pannoval; allí, la gente nunca había<br />

pensado que la humanidad no pudiera decidir por sí misma. Pero en la caverna, empezaron a<br />

arder los charfrales y se instauró la castidad.<br />

En un año, los Apropiadores cambiaron de carácter. La vieja y rígida codificación se orientó<br />

hacia la virtud restrictiva, en nombre del dios de piedra. Los que no pudieron adaptarse a la<br />

nueva moral fueron ejecutados con un golpe de sable, o huyeron antes de que el sable cayera.<br />

En el calor y la discusión de la revolución, a los Apropiadores no les bastó haberse<br />

convertido ellos mismos. Los revolucionarios han de convertir a otros. Así el Naba de Akha<br />

inició el Viaje de la Fe. El Viaje de la Fe recorrió cien millas de pasajes subterráneos para<br />

difundir el mensaje. La primera parada fue Pannoval.<br />

Pannoval no tenía interés en oír de nuevo la palabra de su propio profeta, que había sido<br />

ejecutado y olvidado mucho antes. Pero se pronunció activamente en contra de una invasión de<br />

fanáticos.<br />

La milicia dispuso sus fuerzas y presentó batalla. Los fanáticos estaban preparados. Nada<br />

deseaban más que morir por la causa. Si también otros morían, tanto mejor. Los coruscos,<br />

aullando desde las octavas de tierra, los incitaban a la lucha. Se lanzaron hacia adelante. La<br />

milicia hizo todo lo posible durante un largo y sangriento día. Luego dio media vuelta y huyó.<br />

Pannoval se inclinó ante el mensaje del poder humano y ante el nuevo régimen. Se cortaron<br />

rápidamente charfrales, tan sólo para quemarlos. Los que no se conformaron o murieron,<br />

escaparon.<br />

Los que escaparon se abrieron paso hacia el mundo despejado de Wutra, las eternas llanuras<br />

del norte. Llegaron allí en el momento en que la nieve se retiraba. Crecía la hierba. Los dos<br />

centinelas montaban guardia reforzada en el cielo, y Wutra mismo parecía menos violento.<br />

Sobrevivieron.<br />

Año tras año se fueron desplazando hacia el norte en busca de alimento y de tierras<br />

protegidas. A lo largo del río Lasvalt, alcanzaron el este de las grandes llanuras. Acosaron a los<br />

rebaños de yelks y gunnadus. Y prosiguieron hacia el istmo de Chalce.<br />

Al mismo tiempo, el ascenso de la temperatura agitaba a los pueblos del frígido continente<br />

de Sibornal. Oleadas de rudos colonos avanzaban hacia el sur, y penetraban en el continente de<br />

Campannlat por el istmo de Chalce.<br />

Un día, cuando Freyr imperaba solo en el cielo, la tribu de Pannoval situada más al norte<br />

encontró la avanzada meridional del éxodo de Sibornal. Lo que ocurrió entonces había ocurrido<br />

antes muchas veces, y era fatal que volviera a ocurrir.<br />

Wutra y Akha se ocuparían de eso.<br />

Así era el mundo cuando Pequeño Yuli lo abandonó. Los mercaderes de sal de los Quzint<br />

llegaron a Oldorando con noticias de avalanchas y de extraños sucesos. Yuli, ya muy anciano,<br />

se apresuró escaleras abajo para verlos llegar, resbaló y se rompió una pierna. Una semana más<br />

tarde el hombre santo de Borlien visitaba Oldorando, y Laintal Ay jugaba feliz con el perrito de<br />

mandíbula móvil.<br />

Una época había terminado. Estaba a punto de comenzar el reinado de Nahkri y Klils.

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