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aldiss, brian w - heliconia primavera.pdf

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animales con cuernos, de pelaje rojo, capaces de soportar los mayores fríos.<br />

Mientras asaltaban las barricadas, Dresyl hizo que uno de sus hombres destruyera un<br />

pequeño dique de tierra que contenía las aguas calientes de un geiser. Es notorio que los phagors<br />

odian el agua. Y una hirviente inundación remolineó entre las piernas de los phagors,<br />

provocando una tremenda confusión. Algunos cazadores se adelantaron para consolidar la<br />

ventaja. Uno de los kaidaws cayó en el fango amarillo, revolviendo los cascos, y murió con el<br />

corazón atravesado por una lanza bien dirigida. La otra gran bestia saltó sin tornar impulso,<br />

salvando la barricada. Era el legendario salto del caballo con cuernos, que pocos seres humanos<br />

han visto nunca. El animal cayó entre los guerreros de Oldorando.<br />

Mataron a palos al kaidaw y capturaron al jinete. Muchos otros phagors fueron mutilados a<br />

pedradas. Por último, los atacantes se retiraron; sólo un defensor había muerto. Todos estaban<br />

exhaustos. Algunos se lanzaron a las fuentes termales para recuperarse.<br />

Dresyl declaró que había sido una gran victoria de la acción concertada. Iba de un lado a otro<br />

con una especie de furia, el ceño oscurecido por el triunfo, gritando que eran ahora una sola<br />

tribu, unida por la sangre derramada en combate. Desde ese momento en adelante todos<br />

trabajarían para todos, y prosperarían. Las mujeres se reunieron a escuchar, susurrando,<br />

mientras los hombres tendidos se recuperaban. Era el año Seis.<br />

La carne de kaidaw era excelente. Dresyl ordenó un banquete para celebrar la victoria, que<br />

comenzaría cuando los centinelas se pusieran. El kaidaw fue parcialmente cocido en las aguas<br />

termales, y luego asado sobre una hoguera encendida en la plaza.<br />

Corrieron el vino de cebada y el rathel.<br />

Dresyl pronunció un discurso, y también el viejo señor, Wall Ein. Se cantaron canciones. El<br />

hombre que cuidaba de los esclavos trajo al phagor capturado.<br />

Nadie presente en esa noche del año Seis tenía nada que temer. Los humanos habían vuelto a<br />

luchar contra sus legendarios enemigos, y ahora festejaban el triunfo. El festejo incluiría la<br />

muerte del phagor cautivo. Los habitantes de Oldorando no tenían modo de saber que éste era<br />

un personaje muy especial de la raza de dos filos, y que esta muerte gotearía por el conducto de<br />

los años hasta que un castigo terrible cayera sobre ellos.<br />

Todo el mundo guardó silencio cuando el monstruo apareció mirando con grandes y furiosos<br />

ojos rojos. Tenía los brazos atados con una maroma de cuero. Los pies córneos pisaban<br />

inquietos el suelo. En la creciente oscuridad parecía enorme, el coco de las pesadillas nocturnas,<br />

una creación de los inquietos sueños de la media luz. Estaba cubierto de pelo blanco, sucio por<br />

el barro y la batalla, y se erguía desafiante entre los captores, exhalando un poderoso olor; la<br />

cabeza ósea con los largos cuernos estaba echada hacia adelante entre los hombros. La espesa<br />

lecha blanca apareció subrepticiamente en las hendeduras de los ollares, primero en una, luego<br />

en la otra.<br />

Esta bestia llevaba unos extraños adminículos. Un ancho cinturón de cuero le rodeaba el<br />

vientre; en los tobillos y las muñecas tenía unas espuelas con púas. Los elegantes y afilados<br />

cuernos se alzaban sobre un casco metálico que ceñía el cráneo gigantesco, se adelantaba con<br />

una doble punta en el centro de la frente, entre los ojos, se curvaba detrás de las orejas, y se<br />

cerraba debajo de la mandíbula inferior, larga y huesuda.<br />

Baruin se aproximó y dijo: —Mirad lo que ha logrado nuestra acción concertada. Hemos<br />

capturado a un jefe. A juzgar por el casco, esta bestia dirige una tropa. Miradlo bien, vosotros<br />

los jóvenes que nunca habéis visto de cerca un peludo, porque éste es nuestro enemigo<br />

tradicional, en la oscuridad y en la luz.<br />

Muchos jóvenes cazadores se adelantaron y tiraron del apelmazado pelo de la criatura. El<br />

phagor no se movió y soltó una ventosidad como un pequeño trueno. Los cazadores<br />

retrocedieron alarmados.<br />

—Los peludos organizan sus fuerzas en tropas —explicó Dresyl—. La mayoría habla<br />

olonets. Tienen seres humanos como esclavos, y son tan bestiales que se comen a los<br />

prisioneros. Siendo un jefe, esta bestia comprende todo lo que decimos, ¿no es verdad? —<br />

Agarró el áspero hombro. El monstruo lo miró fríamente.<br />

Entonces habló el viejo señor, que estaba al lado de Dresyl: —Los phagors machos se llaman<br />

estalones y las hembras, gillotas, o fillockas. Machos y hembras combaten juntos y participan<br />

por igual en las incursiones. Son criaturas del hielo y la oscuridad. Tu gran antepasado Yuli nos

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