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comunicarse con los descendientes vivos. Y estos descendientes tenían que encontrarse también<br />
en la octava adecuada cuando emprendieran el viaje al mundo inferior.<br />
Extendiendo la mano como un cuchillo, Asurr Tal cortó las sierras y los valles circundantes.<br />
—Si recuerdas esta sencilla norma, la comunicación con los padres es posible. Las palabras se<br />
hacen más débiles como un eco a través de los valles, de una generación desvanecida a la<br />
siguiente, y así por todo el reino de los muertos, que superan en número a los vivos como los<br />
piojos a los hombres.<br />
Mientras Yuli contemplaba la árida ladera, sintió de pronto un profundo rechazo por esas<br />
enseñanzas. Hasta poco antes se había interesado solamente por los vivos, y siempre se había<br />
sentido libre.<br />
—Hablar con los muertos —dijo con intensidad—. Los vivos no deberían tener contacto con los<br />
muertos. Nuestro lugar está aquí, sobre la tierra.<br />
El anciano dejó escapar una risita, y tiró de la manga de piel de Yuli familiarmente, señalando<br />
hacia abajo.<br />
—Puedes creerlo así, puedes creerlo así. Pero aunque sea lamentable, la norma de la existencia<br />
es que nuestro lugar se encuentra a la vez aquí y abajo, en el polvo. Tenemos que aprender a<br />
usar a los coruscos como a los animales, para nuestro beneficio.<br />
—Los muertos deberían conservarse en su lugar.<br />
—Oh, está bien... pero en cuanto a eso, un día tú mismo estarás muerto. Además, la señora Loil<br />
Bry desea que aprendas estas cosas, ¿no es verdad?<br />
Yuli tuvo el deseo de gritar: «Odio a los muertos, y nada quiero de ellos». Pero calló, mordiendo<br />
las palabras. Y así perdió.<br />
Aunque aprendió a cumplir los rituales de la comunicación con los ancestros, Pequeño Yuli<br />
nunca logró hablar con su padre, y mucho menos con el primer Yuli. Los muertos no<br />
respondieron. Loil Bry lo explicaba diciendo que sus padres habían sido enterrados en la octava<br />
de tierra incorrecta. Nadie comprendía por completo los misterios del mundo inferior. Yuli,<br />
intentando comprender, cayó cada vez más en poder de Loil Bry.<br />
Durante todo este tiempo, Dresyl trabajaba para la comunidad, de acuerdo con el viejo señor.<br />
Nunca dejó de querer a Yuli, e hizo incluso que sus dos hijos estudiaran en parte los<br />
conocimientos que enseñaba la extraña tía. Pero no permitió que la enseñanza se alargara, para<br />
evitar que fueran embrujados.<br />
Dos años después del nacimiento de Nahkri, Loil Bry dio a Pequeño Yuli una hija. La<br />
llamaron Loilanun. Loilanun nació en la torre, junto a la ventana de porcelana, con ayuda de la<br />
partera.<br />
Y con la ayuda de Yuli, Loil Bry dio a su hija un regalo especial. Le regalaron, y por medio<br />
de ella a todo Oldorando, un calendario.<br />
A causa de la distorsión de los siglos, Embruddock tenía más de un calendario. De los tres<br />
que había, el más conocido era el llamado señorial. El calendario señorial simplemente contaba<br />
los años a partir del acceso al poder del último señor. Los otros dos eran anticuados, y uno de<br />
ellos se consideraba siniestro, por lo que había sido abandonado, aunque nunca había muerto del<br />
todo: era el calendario de dos filos. El denniss se ocupaba de grandes números, pero nadie lo<br />
comprendía bien desde que expulsaran a los sacerdotes.<br />
Según estos viejos calendarios, el nacimiento de Loilanun caía, respectivamente, en los años<br />
21, 343 y 423. Con el nuevo, se declaró que ese año era el tercero después de la Unión. Desde<br />
ese momento en adelante, las fechas se referirían al tiempo transcurrido desde la unión de<br />
Oldorando y Embruddock.<br />
La población recibió este don con el mismo estoicismo con que recibió la noticia de que<br />
había en la vecindad una banda de merodeadores de dos filos.<br />
Un alba de Batalix, cuando las nubes eran densas como flemas y la escarcha moteaba las<br />
antiguas fortificaciones del poblado, en la torre oriental sonó el cuerno de alarma. En seguida<br />
hubo gritos y conmoción. Dresyl ordenó que las mujeres quedaran encerradas en la torre de las<br />
mujeres, donde ya había varias trabajando. Reunió a los hombres armados en las barricadas. Los<br />
hijos más pequeños de Dresyl fueron temblando a reunirse con él, mirando hacia el sol naciente.<br />
A lo lejos, en el alba gris, se veían cuernos.<br />
Los phagors atacaron en gran número. Entre ellos había dos montados en kaidaws, unos