08.05.2013 Views

aldiss, brian w - heliconia primavera.pdf

aldiss, brian w - heliconia primavera.pdf

aldiss, brian w - heliconia primavera.pdf

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

había erguido allí una noble ciudad, y e) dominio de sus habitantes se extendía a miles de<br />

millas. Dicen los hombres que en esos días no había phagors.<br />

Y Yuli y su primo hermano Dresyl caminaban por la habitación del viejo señor, escuchando,<br />

frunciendo el ceño, discutiendo con él, aunque siempre respetuosamente. Preguntaron acerca de<br />

los géiseres que no dan calor. Nuestro viejo señor les dijo todo a propósito del Silbador de<br />

Horas. Brotaba puntualmente cada hora desde el comienzo del tiempo. Es nuestro reloj,<br />

¿verdad? No necesitamos a los centinelas del cielo.<br />

El Silbador de Horas ayuda a las autoridades a mantener los registros escritos, que los<br />

maestres de las corporaciones llevan por obligación. Los primos hermanos se asombraron al<br />

saber cómo dividimos la hora en cuarenta minutos y el minuto en cien segundos, así como el día<br />

en veinticinco horas y el año en cuatrocientos ochenta días. Aprendemos estas cosas en el<br />

regazo de nuestras madres. Y supieron también que ése era el año 18 del calendario señorial;<br />

nuestro viejo señor había imperado durante dieciocho años. No se conocían, en el lago helado,<br />

estas civilizadas normas.<br />

Atención: no estoy hablando mal de los primos hermanos. Aunque eran bárbaros, pronto<br />

entendieron nuestra división de los artesanos en siete corporaciones, cada una de un arte<br />

diferente. He de decir que la de los trabajadores del metal es la mejor, y me enorgullece, sin<br />

jactancia, pertenecer a ella. Los maestres de cada corporación pertenecían entonces, como<br />

ahora, al consejo del señor. Aunque, en mi opinión, tendría que haber dos representantes de la<br />

corporación del metal, pues es sin duda la más importante.<br />

Después de bastantes burlas y risas, hubo otra ronda de rathel, y una mujer de mediana edad<br />

continuó la leyenda.<br />

Hilaré ahora para vosotros un cuento mucho más interesante que la escritura o el registro del<br />

tiempo. Os preguntaréis qué fue de Pequeño Yuli cuando mejoró de la herida. Pues bien, os lo<br />

diré en una docena de palabras. Se enamoró, y eso fue mucho peor que la herida, porque el<br />

pobre hombre nunca llegó a recuperarse.<br />

Nuestro viejo señor Wall Ein mantuvo sabiamente a su hija, la pobre Loil Bry Den, que hoy<br />

ha sufrido tanto, apartada del peligro. Esperó hasta asegurarse de que los invasores no eran mala<br />

gente. Loil Bry era entonces muy hermosa, con una figura bien desarrollada, suficiente para que<br />

un hombre pudiera echarle mano, y tenía un andar de reina que todos recordaréis. Entonces,<br />

nuestro viejo señor la presentó un día a Pequeño Yuli, en la habitación de arriba.<br />

Yuli la había visto ya una vez. Esa terrible noche de la batalla en que casi encontró la muerte,<br />

como hemos oído. Sí, ella era la belleza de ojos negros, pómulos de marfil y labios de ala de<br />

pájaro que nuestro amigo ha mencionado. Era la más hermosa de su tiempo, porque las mujeres<br />

del lago Dorzín no tenían, me parece, mayor interés. Todas las facciones se le dibujaban<br />

delicadas y nítidas en la piel aterciopelada, y llevaba los labios pintados de color canela. A decir<br />

verdad, yo misma tenía ese aspecto cuando era una jovencita.<br />

Así era Loil Bry cuando Yuli la vio por primera vez. Era la mayor maravilla de la ciudad.<br />

Una chica difícil, solitaria; la gente no le daba importancia, pero a mí me gustaba su estilo. Yuli<br />

quedó abrumado. Buscaba siempre la ocasión de estar a solas con ella, afuera, o todavía mejor,<br />

en la habitación de la Gran Torre, esa habitación de la ventana de porcelana donde aún vive Loil<br />

Bry. Era como una especie de fiebre. No podía dominarse. Juraba y se vanagloriaba y se<br />

conducía como un tonto. Muchos hombres se ponen así, pero por supuesto no les dura mucho<br />

tiempo.<br />

En cuanto a Loil Bry, se sentaba como un perrito, miraba por encima de los altos pómulos,<br />

sonreía con las manos en la falda. Lo alentaba, no es preciso decirlo. Llevaba una larga y pesada<br />

túnica adornada con cuentas, y no pieles como las demás. He oído decir que usaba ropa interior<br />

de piel. Pero esa túnica era extraordinaria, y le llegaba casi al suelo. Me gustaría tener una<br />

igual...<br />

Y el modo como ella habla, todavía hoy: una mezcla de poesía y acertijo. Yuli no había oído<br />

nada igual en el lago Dorzin. Lo enloquecía. Y se vanagloriaba aún más. Se estaba jactando de<br />

qué gran cazador era cuando ella dijo, y ya conocéis la voz musical: —Vivimos nuestras vidas<br />

envueltos en tinieblas. ¿Tenemos que ignorarlas, o explorarlas?<br />

El la miró con los ojos muy abiertos; ella estaba hermosa con su túnica. Tenía cuentas<br />

cosidas, como he dicho, muy bonitas. Él le preguntó si la habitación de ella estaba a oscuras.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!