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aldiss, brian w - heliconia primavera.pdf

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ninguna intención de dar al mundo Laintal Ays. Clavó en Pequeño Yuli unos ojos desorbitados,<br />

y le dijo algo que él no entendió.<br />

Pequeño Yuli intentó responder. Las palabras no le llegaron a la garganta. Las rodillas se le<br />

doblaron. Empezó a caer, y luego se derrumbó cuan largo era, y todos creyeron que había<br />

muerto.<br />

En ese emocionante punto del relato, el narrador cedió el sitio a otro de mayor edad, un<br />

cazador, que se tomaba la cosa con menos dramatismo.<br />

Wutra consideró conveniente no apoderarse de la vida de Yuli en esa oportunidad. Dresyl se<br />

hizo cargo de la situación mientras su primo hermano se recobraba de la herida. Creo que<br />

Dresyl estaba avergonzado de su sed de sangre y procuraba conducirse de manera más<br />

civilizada, al encontrarse entre personas civilizadas como nosotros. Quizá recordaba también la<br />

gentileza del padre, Sar Gotth, y la dulzura de la madre, Iyfilka, asesinados por el odiado rebaño<br />

de los phagors. Se instaló en la torre de Prast, donde acostumbraban guardar la sal, dictando<br />

órdenes como un comandante desde la habitación superior, mientras Yuli descansaba más abajo,<br />

en cama.<br />

A muchos de nosotros, incluso a mí, no nos agradaba Dresyl entonces, y lo tratábamos como<br />

un mero invasor. Odiábamos que nos diera órdenes. Sin embargo, cuando comprendimos lo que<br />

se proponía, colaboramos, y apreciamos sus indudables cualidades. En ese momento, nosotros,<br />

los de Embruddock, estábamos desmoralizados; Dresyl nos devolvió el ánimo y reconstruyó<br />

nuestras defensas.<br />

—Mi padre era un gran hombre, y pelearé contra cualquiera que lo critique —gritó Nahkri,<br />

poniéndose en pie de un salto, sacudiendo el puño. Lo sacudió con tal energía que casi cayó de<br />

espaldas, y su hermano tuvo que sostenerlo.<br />

Nadie habla contra Dresyl. Desde lo alto de la torre, podía vigilar las tierras de alrededor, los<br />

terrenos altos del norte, de donde él había venido, los más llanos del sur con los géisers y las<br />

desconocidas fuentes termales. Le sorprendió en particular el Silbador de Horas, nuestro<br />

magnífico geiser regular, que surge y silba como un viento diabólico.<br />

Recuerdo que me interrogó acerca de los cilindros gigantescos, como él los llamaba,<br />

esparcidos por el paisaje. Nunca había visto un rajabaral. Le parecían torres de magos, de<br />

madera extraña, y chatas arriba. Aunque no era tonto, no los reconocía como árboles.<br />

Prefería hacer a mirar. Ordenó con precisión dónde tenía que instalarse la tribu del lago<br />

helado, distribuida en diversas torres. Esto demostró una sabiduría que a todos nos convendría,<br />

Nahkri. Aunque muchos murmuraban en ese momento, Dresyl hizo que su gente conviviera con<br />

la nuestra. No se permitían peleas, y todo era compartido por partes iguales. Ésta ha sido una<br />

importante razón de que nos mezcláramos con buenos resultados.<br />

Mientras distribuía su gente, hizo contar a todo el mundo. No sabía escribir, pero nuestra<br />

gente de las corporaciones le sacó las cuentas. La vieja tribu constaba de cuarenta y un hombres,<br />

cuarenta y cinco mujeres, y once niños menores de siete años. En total, noventa y siete. Y<br />

sesenta y un miembros de la tribu del lago helado habían sobrevivido a la batalla, con lo que<br />

éramos ciento cincuenta y ocho personas. Una buena cantidad. Mucho me alegró que volviera a<br />

haber vida en el lugar. Quiero decir, después de tantas muertes.<br />

Le dije a Dresyl: —Te gustará Embruddock.<br />

—Ahora se llama Oldorando, muchacho —me dijo. Aún recuerdo cómo me miraba.<br />

—Oigamos más acerca de Yuli—pidió alguien, arriesgando provocar la cólera de Nahkri y<br />

Klils. El cazador se sentó, resoplando, y un hombre más joven ocupó su lugar. Pequeño Yuli se<br />

recobró lentamente de la herida. Cuando pudo caminar un poco, empezó a examinar con su<br />

primo hermano el territorio donde se encontraban, para establecer cómo se podían organizar<br />

mejor la caza y la defensa.<br />

Por las noches, hablaban con el viejo señor. Él trataba de enseñarles la historia de estas<br />

tierras, pero ellos no siempre mostraban interés. Habló de siglos de historia, antes de que el frío<br />

descendiese. Dijo que las torres habían sido construidas con arcilla cocida y madera, que los<br />

pueblos primitivos utilizaban en los tiempos de calor. Luego se había reemplazado la arcilla por<br />

la piedra, pero conservando el viejo plan, y la piedra había durado muchos siglos. Había algunos<br />

pasajes subterráneos, y en tiempos mejores había muchos más.<br />

Habló de la penuria de Embruddock, que era sólo una aldea en ese momento. Una vez se

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