08.05.2013 Views

aldiss, brian w - heliconia primavera.pdf

aldiss, brian w - heliconia primavera.pdf

aldiss, brian w - heliconia primavera.pdf

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

Pecado era una palabra que en esa época estaba con frecuencia en los labios del padre Sifans.<br />

Yuli lo miraba con el interés y la atención de un verdadero discípulo. A solas imitaba el<br />

movimiento de los labios de Sifans, repitiendo lo que tenía que aprender de memoria.<br />

El padre tenía su propio apartamento privado, adonde se retiraba después de la instrucción; pero<br />

Yuli dormía con otros novicios en un dormitorio que parecía un nido de oscuridad dentro de la<br />

oscuridad. No se les permitía ningún placer; tenían prohibidas las canciones, la bebida, las<br />

mujeres, las distracciones, y la comida era frugal, escogida entre las ofrendas que los suplicantes<br />

llevaban diariamente a Akha.<br />

—No me puedo concentrar. Tengo hambre —dijo un día a su instructor.<br />

—El hambre es universal. No podemos esperar que Akha nos lo dé todo. Nos ha defendido<br />

contra las hostiles fuerzas exteriores, generación tras generación.<br />

—¿Qué es más importante, el individuo o la supervivencia?<br />

—Un individuo es importante a sus propios ojos; pero las generaciones tienen prioridad.<br />

Yuli estaba aprendiendo a discutir como el sacerdote, paso a paso.<br />

—Pero las generaciones están hechas de individuos.<br />

—Las generaciones no son sólo la suma de los individuos. Tienen también aspiraciones, planes,<br />

historias, leyes propias. Y por encima de todo tienen una cierta continuidad. Encierran el pasado<br />

tanto como el futuro. Akha se niega a ocuparse de los individuos, de modo que éstos han de ser<br />

sometidos, y sofocados si es preciso.<br />

Astutamente, el padre enseñaba a Yuli a discutir. Por una parte, tener una fe ciega; por otra, no<br />

olvidar la razón. Para aquel largo viaje a través de los años, la comunidad sepultada necesitaba<br />

de todas las defensas, la plegaria y el raciocinio. Los versos sagrados afirmaban que en algún<br />

momento del futuro el combate solitario de Akha podía terminar en derrota. Entonces un fuego<br />

caería del cielo sobre el mundo. Era preciso ahogar al individuo para evitar esas llamas.<br />

Yuli recorría las bóvedas mientras se le ocurrían estas ideas. Habían trastocado la comprensión<br />

que él tenía del mundo; y por esto mismo le parecían tan atrayentes, puesto que cada nueva y<br />

revolucionaria perspectiva acentuaba aún más el anterior estado de ignorancia.<br />

Entre tantas privaciones, algunos deleites sensoriales conseguían sosegarlo. Los sacerdotes se<br />

orientaban en el oscuro laberinto leyendo las paredes, un misterio en el que Yuli fue iniciado<br />

pronto. Y había otra guía, destinada a dar placer. La música. Al principio, Yuli, en su inocencia,<br />

creyó que oía a los espíritus. No podía saber qué era esa tintineante melodía tañida en un vrach<br />

de una sola cuerda. Jamás había visto un vrach. Si no era un espíritu, ¿era acaso el gemido del<br />

viento en alguna fisura de la roca?<br />

Sentía una alegría tan secreta que a nadie hizo preguntas sobre ese sonido, ni siquiera a sus<br />

compañeros, hasta que un día, inesperadamente, Sifans lo llevó a un servicio religioso. Los<br />

coros eran imponentes, y también las monodias, en que una sola voz se levantaba contra los<br />

abismos de la oscuridad; pero lo que más gustaba a Yuli era la intervención de las voces<br />

inhumanas, los instrumentos de Pannoval.<br />

Jamás se había oído algo similar en las Barreras. La<br />

única música que las tribus conocían era un prolongado golpeteo en tambores de piel, el sonido<br />

de unos huesos de animales que se entrechocaban, y las palmadas de las manos humanas,<br />

acompañando a un canto monótono. La lujuriosa complejidad de la nueva música convenció a<br />

Yuli de que había despertado realmente a la vida espiritual. Había, en particular, una melodía<br />

que lo fascinaba irresistiblemente. Se llamaba «Oldorando» y tenía una parte instrumental que<br />

se elevaba sobre todas las demás, se hundía luego entre ellas, y por último se retiraba a un<br />

melódico refugio propio.<br />

La música se convirtió para Yuli casi en una alternativa de la luz. Cuando hablaba con los<br />

demás novicios descubría que apenas compartían esa exaltación. Sin embargo, llegó a pensar<br />

que ellos tenían con Akha un compromiso mucho mayor que el suyo. La mayoría de los<br />

novicios amaba u odiaba a Akha desde el nacimiento; Akha era para ellos más, real que para<br />

Yuli.<br />

Cuando debatía estas cuestiones durante las escasas horas dedicadas al sueño, Yuli se sentía<br />

culpable por no ser como los otros novicios. Amaba la música de Akha. Era un nuevo lenguaje.<br />

Pero, ¿no era acaso la música una creación del hombre y no de... ?

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!