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aldiss, brian w - heliconia primavera.pdf

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Vakk era la caverna más antigua, con excepción del Mercado, y había en ella numerosas<br />

«viviendas», como se las llamaba, de muchos siglos de antigüedad. Para una persona que llegara<br />

al umbral de Vakk desde el mundo exterior, y contemplara —o mejor, imaginara— las terrazas<br />

escalonadas y borrosas que retrocedían en la oscuridad, Vakk tenía que parecer un sueño<br />

inquietante en el que no se podía distinguir la sustancia de la sombra. El hijo de las Barreras<br />

sintió que se le encogía el corazón. ¡Se necesitaba una fuerza como Akha para salvar al que<br />

anduviese por esa atestada necrópolis!<br />

Pero se adaptó con la flexibilidad de la juventud. Llegó a pensar que Vakk era un barrio<br />

muy interesante. Con los aprendices de las corporaciones, jóvenes como él, recorrió aquel<br />

laberinto de viviendas dispuestas en muchas plantas y con frecuencia comunicadas entre sí. En<br />

estos innumerables cubículos superpuestos el mobiliario era fijo, labrado en la roca, como los<br />

suelos y los muros. Los derechos de ocupación y uso de la vivienda, de difícil dilucidación, se<br />

derivaban del sistema de corporaciones de Vakk, y en caso de disputa había que recurrir al<br />

juicio de un sacerdote.<br />

Entre esas viviendas, Tusca, la bondadosa mujer de Kyale, encontró una habitación para<br />

Yuli, a sólo tres puertas de la casa de ellos. No tenía tejado, y las paredes eran curvas: Yuli se<br />

sentía como si lo hubieran puesto en una flor de piedra. Vakk tenía un pronunciado declive, y<br />

estaba apenas iluminada por la luz natural, aún menos que el Mercado. El hollín de las lámparas<br />

de aceite ensuciaba el aire pero como los sacerdotes cobraban un impuesto por las lámparas —<br />

cada una con un número en la base de arcilla— se usaban pocas veces. La misteriosa niebla que<br />

pesaba sobre el Mercado era menos densa que en Vakk.<br />

Desde allí, una galería conducía directamente a Reck. En la zona inferior había también<br />

unos arcos irregulares que daban acceso a una caverna de gran altura llamada Groyne, de aire<br />

limpio y sano, aunque los habitantes de Vakk consideraban bárbaros a los de Groyne, sobre todo<br />

porque eran miembros de las corporaciones menos caracterizadas, como las de matarifes,<br />

curtidores y mineros de arcilla y madera fósil.<br />

En la roca agujereada como un panal de abejas, entre Groyne y Reck, había otra caverna<br />

repleta de habitaciones y ganado. Era Prayn, y muchos la evitaban. La corporación de zapadores<br />

la estaba ampliando esforzadamente en la época en que llegó Yuli. Prayn recogía todos los<br />

desechos de los demás suburbios, que luego servían para alimentar en parte a los cerdos y en<br />

parte a noctíferos ávidos de calor. Algunos granjeros de Prayn criaban además una especie de<br />

pájaros llamada preet, con ojos luminosos y manchas luminiscentes en las alas. Los preets eran<br />

populares como pájaros enjaulados: añadían cierta luz a las viviendas de Vakk y Groyne,<br />

aunque también estaban sujetos a los impuestos de los sacerdotes de Akha.<br />

«Los de Groyne son gente irascible, los de Prayn son gente temible» decía un refrán local.<br />

Pero a Yuli le parecían gente poco animada salvo cuando se excitaban con los juegos. Las raras<br />

excepciones eran los escasos comerciantes y tramperos que vivían en Mercado, en las terrazas<br />

de las corporaciones, y a quienes de vez en cuando se les presentaba la ocasión de que Akha los<br />

bendijera y enviara al mundo exterior por negocios, como había ocurrido con los dos hombres<br />

que él había conocido.<br />

De todas las cavernas grandes, y de algunas pequeñas, salían túneles y corredores que se<br />

internaban en la roca, ascendiendo o descendiendo. En Pannoval abundaban las leyendas acerca<br />

de bestias mágicas que surgían de la oscuridad primordial de la roca, y de personas<br />

misteriosamente sacadas de sus viviendas y arrastradas a la montaña. Lo mejor era no moverse<br />

de Pannoval, donde Akha cuidaba a los suyos, vigilando con ojos ciegos. Mejor era Pannoval, y<br />

sus impuestos, que la fría claridad del exterior.<br />

Las leyendas se mantenían vivas merced a la corporación de los narradores, que<br />

aguardaban en las escalinatas o en las terrazas, dispuestos a tejer fantásticos relatos. En ese<br />

mundo oscuro y nebuloso, las palabras eran como luces.<br />

No le estaba permitido a Yuli entrar en otra parte de Pannoval —el Santuario— que<br />

aparecía frecuentemente en las conversaciones susurradas. Se podía llegar por las galerías y las<br />

escaleras desde el Mercado; pero había allí guardias de la milicia, y tenían mala reputación.<br />

Nadie se aventuraba voluntariamente por los recodos de ese camino. En el Santuario residían la<br />

milicia, que velaba día y noche por las leyes de Pannoval, y los sacerdotes, que velaban día y<br />

noche por las almas de los ciudadanos.

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