08.05.2013 Views

aldiss, brian w - heliconia primavera.pdf

aldiss, brian w - heliconia primavera.pdf

aldiss, brian w - heliconia primavera.pdf

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

poderoso cuerpo al poder superior de la corriente, y se alejó describiendo un amplio arco.<br />

Pareció que no podía llegar a la costa y aún nadaba con bravura cuando desapareció en un banco<br />

de niebla.<br />

Más tarde Aoz Roon vio otra vez al ave vaquera, y tropezó con un árbol caído.<br />

El ave lo miraba con unos lapidarios ojos de reptil desde el techo de piedra y turba de una<br />

cabaña. Los muros de la cabaña eran de piedra; y helechos, piedrecillas amontonadas, arbustos<br />

caídos le daban un aspecto de cosa natural. Aoz Roon dio un rodeo abriéndose paso hasta el<br />

frente del refugio, pensando que el phagor tenía que estar dentro.<br />

El terreno se hundía y el agua se arremolinaba a unos pocos pasos de la puerta. La isla estaba<br />

cortada. Continuaba unos metros más adelante, como una pequeña barca que transportase una<br />

insensata carga de rocas. Las dos partes estaban separadas por una corriente poco profunda. El<br />

hombre-oso podía vadearla y encontrar un sitio más seguro. El phagor, por el odio al agua que<br />

caracterizaba a la especie, nunca lo seguiría.<br />

El frío de la corriente le mordió los huesos como dientes de cocodrilo. Gimiendo y<br />

tropezando, llegó a la otra margen. Cayó. Quedó tendido boca abajo, entre las piedras, torciendo<br />

la cabeza para mirar la cabaña. El enemigo tenía que estar dentro, enfermo, herido como él.<br />

Se incorporó y continuó recorriendo la isla, mirando confusamente alrededor; en cierto<br />

momento sacó el cuchillo para cortar dos estacas. Las puso bajo el brazo y volvió a cruzar la<br />

corriente cruel, con ayuda de la muleta. Tenía la mirada clavada en la puerta de la cabaña.<br />

Mientras se acercaba, hubo un movimiento por encima de él. El ave vaquera se precipitó<br />

desde el aire y le desgarró la sien con el pico puntiagudo. Aoz Roon dejó caer las estacas y la<br />

muleta, y preparó el cuchillo. Cuando el ave arremetió por segunda vez, se lo clavó en el pecho.<br />

El animal aterrizó torpemente en un tronco, perdiendo unas plumas manchadas de sangre roja.<br />

Aoz Roon avanzó trastabillando y acomodó las dos estacas, una debajo del cerrojo, otra bajo<br />

el gozne superior de la puerta. Casi enseguida la puerta empezó a sacudirse. Martillando,<br />

aullando, el phagor intentaba salir. Las estacas no cedieron.<br />

Aoz Roon recogió la muleta. Mientras se disponía a retirarse del islote, vio al ave. Saltaba de<br />

un pie a otro y tenía sangre en el pecho. Alzó la muleta y la descargó sobre el ave.<br />

Sosteniendo la muleta debajo del brazo, cojeó vadeando el agua helada por tercera vez.<br />

En la margen opuesta se sentó para frotarse las piernas entumecidas. Maldijo el dolor que<br />

sentía en los huesos. El martilleo continuaba en la puerta de la cabaña. Tarde o temprano, una de<br />

las estacas dejaría de apuntalar la puerta; por el momento el phagor estaba fuera de combate y el<br />

señor de Embruddock había triunfado.<br />

Arrastrando el ave vaquera, Aoz Roon reptó hacia dos troncos que se inclinaban uno contra<br />

otro. Juntó unas piedras alrededor para protegerse. La debilidad lo invadía en oleadas. Se<br />

durmió con la cara apoyada sobre las plumas aún calientes del ave.<br />

El frío y el entumecimiento lo despertaron. Freyr estaba muy bajo en el cielo del oeste,<br />

hundiéndose en una niebla dorada. Aoz Roon salió del nicho y observó la costa del río: los<br />

phagors aún estaban allí. Detrás de ellos el terreno se elevaba: reconoció el sitio donde había<br />

caído Eline Tal. Más atrás se veía, borrosamente, el centinela mayor. No había señales de Cuajo.<br />

La pierna le dolía menos. Retrocedió y salió del agujero, arrastrando el pájaro muerto, y se<br />

puso de pie.<br />

El phagor estaba a pocos metros, del otro lado del torrente. La cabaña tenía la puerta intacta.<br />

El techo estaba roto, y las piedras habían rodado a los lados. Por ahí había escapado la bestia.<br />

Resoplando, el phagor volvió la cabeza a un lado y luego al otro, y por un instante, en un<br />

movimiento enigmático, los cuernos reflejaron la luz del sol. Era un triste ejemplar, con la piel<br />

apelmazada por la reciente inmersión en el río.<br />

Arrojó una tosca lanza cuando Aoz Roon se le apareció delante. Aoz Roon estaba demasiado<br />

rígido y sorprendido para agacharse, pero el proyectil llegó muy desviado. Vio que era una de<br />

las estacas que había apoyado contra la puerta. El pésimo disparo significaba quizás que el<br />

phagor tenía el brazo herido.<br />

Aoz Roon mostró el puño. Pronto sería de noche, sólo durante un rato. Algún instinto lo<br />

empujó a encender un fuego. Se puso a trabajar, dando gracias a Wutra pues se encontraba<br />

mejor, aunque también, a la vez, se sentía misteriosamente enfermo. Quizás fuera hambre, se<br />

dijo; pero podría comer una vez que encendiese una hoguera. Después de reunir unas ramitas y

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!