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aldiss, brian w - heliconia primavera.pdf

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Los dos phagors estaban a tiro de lanza.<br />

Tomando firmemente las riendas, Aoz Roon se irguió sobre los estribos. Podía ver por<br />

encima de los árboles. A la izquierda, la densa floresta se interrumpía. Con un grito a Eline Tal,<br />

Aoz Roon giró a la izquierda, y durante un rato perdieron de vista a los phagors detrás de unas<br />

grandes rocas cuyos contornos parecían temblar bajo el peso del aguacero.<br />

Encontraron una especie de senda, y la siguieron contentos cuesta arriba. Los árboles se<br />

hacían más ralos. Al frente, el camino descendía, entre charcas cenagosas.<br />

Mientras los hombres vislumbraban una esperanza y apremiaban a los mielas, los phagors<br />

surgieron entre los árboles-sombrilla. Aoz Roon mostró el puño y voló hacia adelante. El gran<br />

perro amarillo se mantenía junto a Gris, sin desfallecer.<br />

Ahora iban cuesta abajo. El suelo era de pedruscos. Más adelante se veía un paisaje<br />

enteramente melancólico sombreado por rajabarales; las fuertes líneas verticales equilibraban la<br />

ancha línea horizontal del agua. Todo era verde claro.<br />

La curva de un río turbulento pasaba por el centro de este paisaje. Las aguas desbordadas se<br />

extendían entre los alerces creando una maraña de reflejos. Más allá los árboles se sucedían en<br />

oscuras hileras hasta que la cortina de la lluvia oscurecía la visión. Las nubes rodaban por el<br />

cielo, ocultando a los dos centinelas entrelazados.<br />

Con un rápido movimiento, Aoz Roon se quitó el sudor y la lluvia de la frente. Vio cuál era<br />

el camino más seguro. En el río había una isla, cubierta de rocas y de árboles de oscuro follaje.<br />

Si él y Eline Tal conseguían alcanzarla —y la costa más próxima no se alzaba muy lejos—<br />

estarían a salvo.<br />

Señaló hacia adelante, gritando ásperamente.<br />

Al mismo tiempo, advirtió que cabalgaba solo. Se volvió, y se detuvo a mirar.<br />

A la izquierda centellearon las franjas brillantes de Veloz. El animal galopaba sin jinete,<br />

hacia el río.<br />

Más atrás, en el punto donde terminaban los árboles que parecían sombrillas, Eline Tal yacía<br />

en el suelo. Los dos phagors se le acercaban. Uno descendió del kaidaw. Eline Tal le lanzó un<br />

puntapié, pero el phagor lo alzó con gran violencia. En el hombro de Eline Tal había una<br />

mancha roja; lo habían derribado de la silla con un lanzazo. Se debatió débilmente; el phagor<br />

bajó los cuernos y se preparó para dar el golpe mortal. El otro phagor no esperó a ver el golpe<br />

de gracia. Hizo girar el kaidaw con un elegante movimiento y se precipitó cuesta abajo contra<br />

Aoz Roon, con la lanza en alto. El señor de Embruddock espoleó a Gris. Nada podía hacer ya<br />

por el infortunado lugarteniente. Al galope, fue hacia la isla, inclinándose para alentar a Gris,<br />

pues sentía que el miela flaqueaba.<br />

El phagor tenía ventaja. El kaidaw era más rápido en campo abierto, por más que corriera el<br />

miela.<br />

El manto amarillo de Aoz Roon flameaba al viento mientras volaba hacia el río. Cerca, cerca,<br />

cada vez más cerca. Los remolinos, el follaje mojado, el borrón del paisaje distante, el roedor<br />

que se escabullía entre la hierba; todo relampagueó ante él. Sabía que era demasiado tarde.<br />

Sintió corno si la piel entre los omóplatos se le fundiera en líquidos mientras esperaba la lanzada<br />

fatal.<br />

Una rápida mirada atrás. La bestia estaba casi sobre él; se le veían claramente los nervios del<br />

cuello en la cabeza estirada, como enredaderas alrededor de un árbol. Ahora la maldita bestia<br />

atacaría lanza en ristre, seguro de acertar. Le ardían los ojos.<br />

A pesar de su edad, Aoz Roon era de reacciones más rápidas que cualquier phagor.<br />

Bruscamente tiró de las riendas, echando hacia atrás la cabeza de Gris con fuerza salvaje,<br />

hasta casi detenerse delante del phagor. Al mismo tiempo se arrojó de la silla, dio media vuelta<br />

en el suelo barroso, ganando impulso, y se lanzó rápidamente contra el kaidaw.<br />

Se arrancó del hombro el manto empapado, y lo hizo girar alrededor y hábilmente hacia<br />

arriba, mientras la lanza golpeaba. La tela basta se enrolló en el brazo armado del enemigo. Aoz<br />

Roon tiró.<br />

El phagor se deslizó hacia adelante. Con el brazo libre, se aferró a la crin del kaidaw. Aoz<br />

Roon recuperó el manto, juntó las puntas y lo arrojó al cuello de la bestia. Un nuevo tirón, y el<br />

phagor cayó al suelo, mientras el kaidaw de color herrumbre proseguía su marcha.<br />

Un olor a lecha agria asaltó a Aoz Roon. Se quedó mirando al phagor caído, como si no

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