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aldiss, brian w - heliconia primavera.pdf

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hundiendo el rostro en las copas.<br />

Eline Tal dijo: —¿Por qué nos preocupamos? ¿Qué puede ocurrir? Deja que se vaya.<br />

—¡Dathka! —exclamó Aoz Roon—. ¿Nos concederás esta noche una palabra, ya que tu<br />

amigo Laintal Ay no ha aparecido?<br />

Dathkapuso su copa en el suelo y miró de frente a Aoz Roon.<br />

—Toda esta discusión, y hablar de principios... es un disparate. Todos sabemos que Shay Tal<br />

y tú tenéis una vieja guerra personal. Eres tú quien ha de decidir. Échala de una vez; es una<br />

buena ocasión. ¿Por qué nos metes en este asunto?—Porque os concierne a todos, ¡por eso! —<br />

Aoz Roon golpeó los puños contra el suelo.— Por la roca, ¿qué motivo tiene esa mujer para<br />

estar contra mí y contra todos? No comprendo. ¿Qué gusano podrido le roe los sesos? Ha<br />

seguido adelante con su academia, ¿no es así? Se cree parte de un largo linaje de hembras<br />

embrollonas, Loilanun, Loil Bry, que fue la mujer de Pequeño Yuli... Y además: ¿adonde quiere<br />

ir? ¿Qué será de ella?<br />

Las frases de Aoz Roon parecían oscuras e incoherentes. Nadie respondió. había hablado<br />

por todos; lo admiraron secretamente cuando dijo lo que dijo. En cuanto a Aoz Roon, nada más<br />

tenía que añadir. La reunión se disolvió.<br />

Mientras Dathka salía, Raynil Layan le tomó el brazo y dijo suavemente: —Has hablado con<br />

astucia. Cuando Shay Tal se haya ido, la que te gusta encabezará la academia, ¿verdad? Y<br />

entonces necesitará tu apoyo...<br />

—Dejo la astucia para ti, Raynil Layan —respondió Dathka, deshaciéndose de él—. Y no te<br />

cruces en mi camino.<br />

No tuvo dificultad en encontrar a Laintal Ay. Aunque era muy tarde, Dathka sabía adonde ir.<br />

En la ruinosa torre, Shay Tal preparaba su equipaje, y muchos amigos habían acudido a decirle<br />

adiós. Allí estaban Amin Lim con su hijito, y Vry, y Laintal Ay y Oyre, y muchas otras mujeres.<br />

—¿Cuál ha sido el veredicto? —preguntó en seguida Laintal Ay.<br />

—No hubo.<br />

—¿No la detendrá?<br />

—Depende de lo que beban durante la noche, él y Eline Tal y los demás, y ese parásito de<br />

Raynil Layan.<br />

—Shay Tal está envejeciendo, Dathka. ¿Permitiremos que se marche?<br />

Se encogió de hombros, repitiendo una de sus respuestas favoritas, y miró a Vry y a Oyre,<br />

que estaban muy cerca y escuchaban.<br />

—Veámonos con Shay Tal antes de que Aoz Roon nos haga matar. Yo iría si ellas dos<br />

viniesen. Partiremos todos hacia Sibornal.<br />

Oyre respondió: —Mi padre nunca os mataría, ni a ti ni a Laintal Ay. Eso es absurdo, a pesar<br />

de lo que haya ocurrido en el pasado.<br />

Dathka volvió a encogerse de hombros.<br />

—¿Podrías jurar que será así después de la partida de Shay Tal? ¿Podemos confiar en él?<br />

—Todo eso es historia antigua —dijo Oyre—. Mi padre está contento y establecido con Dol,<br />

y ya no pelean como antes ahora que ella espera un niño.<br />

—El mundo es grande, Oyre —dijo Laintal Ay—. Vámonos con Shay Tal, como dice<br />

Dathka, y empecemos de nuevo. Te llevaremos con nosotros, Vry. Estarás en peligro sin el<br />

apoyo de Shay Tal.<br />

Vry no había hablado. Discreta como siempre, se había limitado a ser parte del grupo; pero<br />

ahora respondió con firmeza: —No puedo irme. Dathka, me halagas, pero he de quedarme, haga<br />

lo que haga Shay Tal. Mi trabajo empieza a dar resultados, como espero poder anunciar pronto.<br />

—Todavía no soportas mi presencia, ¿no es verdad? —dijo .<br />

—Ah, ya estaba olvidándome de algo —murmuró ella dulcemente.<br />

Se volvió, eludiendo la mirada ceñuda de Dathka, y se abrió paso entre las mujeres hasta<br />

Shay Tal.<br />

—Tienes que medir las distancias, Shay Tal. No lo olvides. Haz que un esclavo cuente cada<br />

día los pasos del miela, después de anotar la dirección en que vais. Escribe los detalles por la<br />

noche. Trata de descubrir a qué distancia se encuentra el país de Sibornal. Sé tan precisa como<br />

puedas.<br />

Shay Tal tenía un aire majestuoso, entre los llantos y las charlas del cuarto. La cara de halcón

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