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—No le digas nada —aconsejó Shay Tal.<br />
—Es el mejor momento —respondió Dol—. Espero que sea un varón.<br />
Se adelantó y se detuvo junto a Gris. Aoz Roon la miró en silencio.<br />
Ella le golpeó la rodilla.<br />
—En un tiempo —dijo Dol— había sacerdotes que bendecían la cosecha en nombre de<br />
Wutra. Los sacerdotes bendecían a los recién nacidos. Los sacerdotes se ocupaban de todos,<br />
hombres y mujeres, importantes y poco importantes. Los necesitamos. ¿No podrías capturar<br />
algunos?<br />
—¡Wutra! —exclamó Aoz Roon. Escupió en el polvo.<br />
—Eso no es una respuesta.<br />
Las cejas y pestañas negras de Aoz Roon estaban cubiertas de polvo dorado cuando miró<br />
pesadamente de Dol a Shay Tal, de rostro oscuro y angosto, tan inexpresivo como un callejón.<br />
—Ha estado hablando contigo, Dol, ¿no es verdad? ¿Qué sabes tú o qué te importa de<br />
Wutra? El gran Yuli lo expulsó, y nuestros antepasados expulsaron a los sacerdotes. Son sólo<br />
bocas ociosas. ¿Por qué nosotros somos fuertes mientras que Borlien es débil? Porque aquí no<br />
hay sacerdotes. Olvida ese disparate, no me molestes con eso.<br />
Dol dijo, frunciendo los labios: —Shay Tal dice que los coruscos están enojados porque no<br />
tenemos sacerdotes. ¿No es así, Shay Tal? —Miró pidiendo ayuda por encima del hombro a la<br />
mujer mayor, que no se movió.<br />
—Los coruscos están siempre enojados —respondió Aoz Roon, alejándose.—Se agitan ahí<br />
abajo como millones de pulgas —convino Eline Tal, y señaló la tierra, riendo. Era un hombre<br />
robusto, de mejillas rojas que le temblaban cuando reía. Había llegado a ser el amigo más íntimo<br />
de Aoz Roon, mientras que los otros lugartenientes desempeñaban papeles más bien<br />
subsidiarios.<br />
Shay Tal se adelantó un paso y dijo: —Aoz Roon, a pesar de nuestra prosperidad, los<br />
oldorandinos seguimos divididos. El gran Yuli no lo hubiera aprobado. Los sacerdotes podrían<br />
ayudarnos a que fuéramos una comunidad más unida.<br />
Él la miró y luego descendió lentamente del miela y se detuvo. Dol fue empujada a un lado.<br />
—Si te hago callar, también Dol callará. Nadie quiere que vuelvan los sacerdotes. Tú lo<br />
deseas porque te ayudarían en tu deseo de conocimiento. El conocimiento es un lujo. Crea bocas<br />
ociosas. Lo sabes, pero eres tan obstinada que no quieres dar tu brazo a torcer. Puedes ayunar<br />
hasta la muerte si lo deseas, pero el resto de Oldorando engorda. Tú misma puedes verlo.<br />
Engordamos sin los sacerdotes, sin tus conocimientos.<br />
El rostro de Shay Tal se arrugó.<br />
—No quiero discutir contigo, Aoz Roon —respondió en voz baja—. Estoy harta. Pero lo que<br />
dices no es cierto. En parte hemos prosperado gracias al conocimiento aplicado. Los puentes, las<br />
casas... son ideas que la academia ha aportado a la comunidad.<br />
—No me irrites, mujer.<br />
Mirando el suelo, ella continuó: —Yo sé que me odias. Y que por eso ha muerto el maestro<br />
Datnil.<br />
—Lo que odio es la división, la división constante —rugió Aoz Roon—. Sobrevivimos por<br />
el esfuerzo de todos, y siempre ha sido así.<br />
La frente de Shay Tal palideció mientras la sangre le subía a las mejillas.<br />
—Pero sólo podemos crecer a través del individuo.<br />
Él hizo un ademán violento.<br />
—Mira a tu alrededor, por Yuli. Recuerda cómo era este lugar cuando eras niña. Trata de<br />
comprender que lo hemos convertido en lo que es ahora por el esfuerzo común. No me digas lo<br />
contrario. Mira las mujeres de mis lugartenientes: los pechos se les sacuden, trabajan como todo<br />
el mundo. ¿Por qué no estás con ellas? Siempre lejos, rezongando tu descontento.<br />
—Yo diría que no tiene pechos que sacudir —comentó Eline Tal, riendo.<br />
La observación estaba dedicada a regocijar a Tanth Ein y Faralin Ferd. Pero llegó a los oídos<br />
atentos de los cazadores jóvenes, que se echaron a reír, con excepción de , que se mantuvo en<br />
silencio, agachado sobre la silla, mirando atentamente a los participantes del drama del<br />
momento.<br />
También Shay Tal la oyó. Como era pariente lejana de Eline Tal, la frase le dolió más. Un