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aldiss, brian w - heliconia primavera.pdf

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Vry estaba sola en la parte superior de la torre, con el telescopio al lado. Aguardaba. Miraba.<br />

Sentía que la historia de las relaciones privadas fluía hacia el mañana como un río cargado de<br />

arcillas aluviales; lo que había sido claro aparecía ahora turbio a causa de los sedimentos.<br />

Debajo de aquella pasividad había el deseo no formulado de pertenecer a alguna cosa más<br />

grande, con perspectivas más puras y más amplias que la defectuosa naturaleza humana.<br />

Volvería a mirar las estrellas cuando cayera la oscuridad, y si la cubierta de nubes se abría.<br />

Oldorando estaba rodeada ahora por una empalizada verde. Día tras día las hojas nuevas se<br />

desplegaban y subían a mayor altura, como si la naturaleza tuviese el propósito de sepultar la<br />

ciudad en una selva. Algunas de las torres más distantes habían desaparecido ya debajo de la<br />

vegetación.<br />

Una gran ave blanca se cernía sobre uno de estos montículos, y Vry la contempló sin<br />

particular atención, admirando que pudiera volar sin esfuerzo sobre la tierra.<br />

Los hombres cantaban a lo lejos. Los cazadores habían regresado a Oldorando después de<br />

una cacería de mielas, y Aoz Roon celebraba una fiesta. Era en honor de los nuevos<br />

lugartenientes, Tanth Ein, Faralin Ferd y Eline Tal. Los amigos de infancia habían suplantado a<br />

y a Laintal Ay, quienes volvían a dedicarse a la caza.<br />

Vry trataba de pensar con equidad, pero volvía continuamente al tema emotivo de las<br />

esperanzas defraudadas: las de , cuyos deseos no tenía ánimo de alentar, las de Laintal Ay, las<br />

de ella misma. Como la noche que tardaba en llegar, así se sentía. Batalix ya se había puesto y el<br />

otro centinela lo haría dentro de una hora. Era el momento en que hombres y bestias se<br />

revolvían contra el reino de la noche. Era el momento de preparar un cabo de vela para alguna<br />

emergencia inesperada, o de decidirse a dormir hasta la luz del día.<br />

Desde la atalaya, Vry veía a la gente común de Oldorando. Regresaban, hubieran realizado o<br />

no sus esperanzas. Entre ellas venía la figura delgada y encorvada de Shay Tal.<br />

Shay Tal volvió a la torre con Amin Lim; tenía un aire sombrío y fatigado. Desde el<br />

asesinato del maestro Datnil se había vuelto aún más remota. También sobre ella había caído la<br />

maldición del silencio. Trataba de seguir una sugestión del maestro muerto, y de penetrar en la<br />

pirámide del Rey Denniss, haciendo excavaciones en el terreno de los sacrificios. A pesar de la<br />

ayuda de los esclavos, no tenía éxito. La gente acudía a mirar las obras y reía secreta o<br />

abiertamente mientras volaban hacia arriba las paletadas de tierra, pues los muros inclinados de<br />

la pirámide se hundían en el suelo sin solución de continuidad. Con cada pie de profundidad<br />

ganado, la boca de Shay Tal tenía una expresión más amarga.<br />

Movida por la compasión y por su propia soledad, Vry bajó a hablar con Shay Tal. La<br />

hechicera parecía tener bien poco de mágico; era casi la única mujer de Oldorando que aún<br />

llevaba las viejas e incómodas pieles colgando sin gracia alrededor del cuerpo, lo que le daba un<br />

aspecto anticuado. Todos los demás vestían mielas.<br />

Afligida por el aire de infortunio de la mujer mayor, Vry no resistió la tentación de darle un<br />

consejo.<br />

—Creas tu propia infelicidad. Enterrados en el suelo están sólo la oscuridad y el pasado.<br />

Abandona la excavación.<br />

Con un relámpago de humor, Shay Tal respondió:<br />

—Ni tú ni yo consideramos que la felicidad sea nuestra primera obligación.<br />

—Estás tan abstraída. —Vry señaló la ventana,— Mira esa ave blanca que gira con tanta<br />

gracia en el aire. ¿No te levanta el ánimo? Me gustaría ser esa ave, y volar a las estrellas.<br />

Sorprendiendo un poco a Vry, Shay Tal fue a la ventana y miró. Luego se volvió, quitándose<br />

el cabello de la frente y dijo con calma: —¿Has observado que se trata de un ave vaquera?<br />

—¿Sí? ¿Qué tiene de particular? —Las sombras se extendían ya por la habitación.<br />

—¿No recuerdas la Laguna del Pez y los otros encuentros? Esas aves son amigas de los<br />

phagors.<br />

Hablaba con placidez, en el estilo típicamente remoto de la academia. Vry se espantó al<br />

considerar que distraída tenía que haber estado para olvidar un hecho tan elemental. Se llevó la<br />

mano a la boca y miró a Shay Tal y luego a Amin Lim, y luego otra vez a Shay Tal.<br />

—¿Otro ataque? ¿Qué haremos?<br />

—En apariencia yo no hablo con el señor de Embruddock, ni él tampoco conmigo. Vry:

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