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Oyre retrocedió y se pasó la lengua por los labios, sonriendo levemente, entornando los ojos.<br />
—Desnúdate. Que Batalix vea cómo estás hecho —le dijo.<br />
Las palabras eran en parte invitación, en parte desafío. Laintal Ay se desató los cordones del<br />
cuello, y luego tiró de la abertura de la túnica hasta que las costuras se descosieron. Lo mismo<br />
hizo con los pantalones, que arrojó a un lado. Sintió la rigidez del prodo, mientras se acercaba a<br />
Oyre. Oyre le tomó el brazo, tiró de él, le lanzó un puntapié al tobillo, y se echó rápidamente<br />
atrás, arrojándolo al agua cuan largo era.<br />
Unos húmedos labios se cerraron sobre Laintal Ay. El agua estaba sorprendentemente<br />
caliente. Laintal Ay subió a la superficie gritando sin aliento.<br />
Ella se inclinó, riendo, con las manos sobre las hermosas rodillas.<br />
—Lávate antes de acercarte, guerrero comido por las pulgas.<br />
El la salpicó golpeando la superficie del agua, entre divertido y enojado.<br />
Oyre lo ayudó a salir de la laguna, considerablemente apaciguada, sintiendo que resbalaba en<br />
brazos de él. Cuando se arrodillaron en la hierba, él le deslizó una mano entre las piernas, y en<br />
ese mismo momento la simiente saltó de él a las plantas.<br />
—Tonto, más que tonto —exclamó ella, decepcionada, torciendo la cara, y le dio una<br />
palmada en el pecho.<br />
—No, no, Oyre, está bien. Aguárdame un instante, por favor. Te quiero, Oyre, con todo mi<br />
eddre. Siempre te he querido. Acércate.<br />
Pero Oyre se incorporó, fastidiada y perpleja. Aun mientras le rogaba, él se sentía furioso<br />
con ella y consigo mismo.<br />
—Maldito sea, ¡no tendrías que ser tan hermosa, desvergonzada!<br />
La tomó por el brazo, la hizo girar violentamente y la empujó hacia la laguna. Ella chilló y le<br />
agarró el pelo. Juntos cayeron al agua.<br />
Laintal Ay le pasó un brazo por detrás de la espalda, debajo del agua; la besó cuando<br />
emergieron, le apretó un pecho con la mano izquierda. Riendo, treparon a la orilla fangosa,<br />
rodando uno sobre otro. Él le apartó una pierna con la suya y se puso encima. Ella lo besó con<br />
pasión, y él entró en el queme de ella.<br />
Se quedaron en ese lugar secreto, serenos, en éxtasis. Debajo de ellos, el fango emitía unos<br />
ruidos agradables como si estuviera lleno de microbios, todos copulando para expresar la alegría<br />
de vivir.<br />
Ella, lánguidamente, se ponía las píeles de miela. Las suaves pieles tenían unas franjas de<br />
color azul oscuro y celeste, que se ensanchaban de arriba abajo. La tarde se había vuelto<br />
sofocante, y los truenos se oían próximos, estallando a veces en ruidos secos que parecían<br />
agudos gritos de protesta.<br />
Laintal Ay estaba junto a ella, tendido de espaldas y abierto de brazos y piernas, mirando los<br />
movimientos de Oyre con los ojos entornados.<br />
—Siempre te he querido —dijo—. Durante años. Tu carne es una fuente tibia. Serás mi<br />
mujer. Vendremos aquí todas las tardes.<br />
Oyre no dijo nada. Empezó a cantar en voz muy baja.<br />
La corriente en camino como el tiempo se escurre...<br />
—Te he deseado todos los días, Oyre. Tú, también, ¿verdad?<br />
Ella lo miró.<br />
—Sí, Laintal Ay. Pero no puedo ser tu mujer.<br />
El sintió que el suelo se estremecía.<br />
—¿Qué quieres decir?<br />
Ella parecía vacilante, luego se inclinó sobre él. Él trató automáticamente de abrazarla, ella<br />
se apartó, cerró la túnica sobre sus pechos y respondió: —Te quiero, Laintal Ay, pero no seré tu<br />
mujer... Siempre sospeché que la academia era poco más que una diversión, un consuelo para<br />
mujeres bobas como Amin Lim. Ahora que el clima es hermoso, se ha derrumbado. En verdad,<br />
sólo Vry y Shay Tal se preocupan por la academia, y tal vez el viejo Datnil. Sin embargo, yo<br />
aprecio la independencia de Shay Tal, y quiero imitarla. No se ha sometido a mi padre, aunque<br />
supongo que lo desea como todas, y yo seguiré su ejemplo. Si soy tu propiedad, soy nada. Él se