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aldiss, brian w - heliconia primavera.pdf

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—¡Es la muerte del mundo! —gritó un mercader—. ¡Mañana volverá el hielo!<br />

Mientras descendía la oscuridad, estalló el tumulto. La gente corría enloquecida, llevando<br />

antorchas. Un edificio nuevo de madera fue incendiado.<br />

Sólo la intervención inmediata de Aoz Roon, Eline Tal y algunos amigos de brazos<br />

poderosos impidió la generalización de la locura. Un hombre murió en el incendio y el edificio<br />

se perdió, pero el resto de la noche fue tranquilo. A la mañana siguiente apareció Batalix, como<br />

de costumbre, y Freyr, entero. Todo estaba bien; pero los gansos de Embruddock no pusieron<br />

huevos durante una semana.<br />

—¿Qué ocurrirá el año próximo? —se preguntaron mutuamente Oyre y Vry. Al margen de<br />

Shay Tal, empezaron a trabajar con seriedad en el problema.<br />

En la Estación Observadora Terrestre, los eclipses eran meramente una parte del modelo<br />

determinado por la intersección de las eclípticas de la Estrella A y la Estrella B, que se<br />

cortaban en un ángulo de diez grados. Las intersecciones ocurrían 644 y 1.428 años terrestres<br />

después del apastrón (453 y 1.005 en años <strong>heliconia</strong>nos). A ambos lados de las intersecciones<br />

había eclipses anuales; en el caso del año 453, una imponente exhibición de veinte eclipses.<br />

El eclipse parcial de 632, heraldo de la serie de veinte, fue contemplado por los<br />

investigadores de la Estación Observadora con decoroso desapego científico. Los rudos seres<br />

que se movían por las callejuelas de Embruddock merecieron la compasiva sonrisa de los<br />

dioses que volaban a gran altura.<br />

Después de las nieblas, después del eclipse, inundaciones. ¿Cuál era la causa, cuál el efecto?<br />

Nadie que vadeara el fango residual podía saberlo. Los rebaños de ciervos abandonaron las<br />

tierras al este de Oldorando, hasta la Laguna del Pez y más allá, y el alimento escaseaba. El<br />

crecido Voral era una barrera hacia el oeste, donde se veía abundante vida animal.<br />

Aoz Roon demostró que era apto para el mando. Hizo las paces con Laintal Ay y con , y con<br />

ayuda de ellos indujo a los ciudadanos a construir un puente sobre el río.<br />

Jamás, en la memoria de los vivos, se había intentado un proyecto semejante. La madera<br />

escaseaba y era preciso cortar un rajabaral entero en trozos adecuados. La corporación de los<br />

herreros fabricó dos largas sierras con las que derribaron un árbol conveniente. Se levantó un<br />

taller temporario entre la casa de las mujeres y el río. Las dos barcas robadas a los merodeadores<br />

de Borlíen fueron cuidadosamente desmanteladas para construir parte de la superestructura. El<br />

rajabaral se convirtió en una selva de tablas, postes, cuñas y listones. Durante semanas todo el<br />

lugar pareció un aserradero; virutas rizadas flotaban río abajo entre los gansos; Oldorando<br />

estaba cubierta de aserrín y los dedos de los trabajadores atravesados de astillas. Con gran<br />

dificultad se transportaban y hundían en el lecho del río unos enormes pilotes. Los esclavos<br />

estaban metidos hasta el cuello en el agua, atados unos a otros para mayor seguridad;<br />

asombrosamente, no se perdió ninguna vida.<br />

El puente crecía poco a poco, mientras Aoz Roon alentaba a todo el mundo. La primera<br />

hilera de pilares fue arrastrada por una tormenta. El trabajo recomenzó, juntando madera con<br />

madera. Las malignas cabezas de los martillos pilones describían un arco en el cielo y caían con<br />

estrépito sobre grandes cuñas de madera, ablandándoles la parte superior con golpes repetidos.<br />

Una estrecha plataforma emergió del agua; parecía segura. La figura de Aoz Roon, envuelto en<br />

pieles de oso, dominaba la operación con un látigo o un martillo en la mano, agitando los<br />

brazos, alentando o maldiciendo, siempre activo. Mucho más tarde todos lo recordaban mientras<br />

bebían rathel, y decían con admiración: «Era un demonio». La obra adelantaba. Los trabajadores<br />

aplaudían. Por fin un puente de cuatro tablones de ancho y una barandilla atravesó las aguas<br />

oscuras del Voral. Muchas mujeres se negaron a cruzarlo; les disgustaba vislumbrar la rápida<br />

corriente por los huecos entre las tablas, oír el eterno gorgoteo contra los pilares. Pero se había<br />

conquistado el acceso a las llanuras del oeste. Allí abundaba la caza, y no pasarían hambre. Aoz<br />

Roon tenía motivos para estar satisfecho.<br />

Con la llegada del verano, Freyr y Batalix se separaron; salían y se ponían a horas diferentes.<br />

El día casi nunca era brillante, ni la noche completamente oscura. En esa mayor cantidad de<br />

horas diurnas, todo crecía.<br />

También la academia creció durante un tiempo. En el heroico período de la construcción del

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