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aldiss, brian w - heliconia primavera.pdf

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charlatana aquí estarás un día muy pronto tú también sí aquí en la tumba para siempre ya lo<br />

verás.<br />

Y había también otros mensajes de otras bocas secas, que se extendían hacia ella como viejos<br />

huesos de animales emergiendo del suelo, verdes y grises por el polvo, la edad, la envidia, y<br />

ponzoñosos al tacto.<br />

El alma de Shay Tal como un velamen tembloroso aguardaba una respuesta entre los<br />

venenos. Y finalmente un mensaje pasó de una insensata boca seca a otra insensata boca seca, a<br />

través de la obsidiana, con algo parecido a una respuesta a través de los siglos cristalizados.<br />

—... y todos nuestros ulcerados secretos, ¿por qué has de compartirlos tú, sucia espía con<br />

barro en la cabeza, por qué presumirás de compartir lo poco que aquí tenemos, destituidos y<br />

lejos del sol? Se ha perdido lo que antes fue conocimiento; ha goteado del fondo del cubo, a<br />

pesar de todo lo que se había prometido, y no comprenderías lo que queda, no comprenderías<br />

nada, puta, nada comprenderías excepto el estertor final del corazón que se apaga a pesar de<br />

tantas pretensiones, y Wutra qué importa si no ayudó a nuestros distantes fessupos cuando<br />

vivían. En los días del viejo frío de hierro, de la oscuridad, salieron los blancos phagors y<br />

atacaron la ciudad como un huracán esclavizando a los humanos, que adoraron a los nuevos<br />

amos con el nombre de Wutra, porque los dioses de los vientos glaciales imperaban...<br />

—¡Basta, basta, no quiero oír más! —exclamó el alma, abrumada.<br />

Pero la maligna ráfaga continuó soplando sobre ella.<br />

—Tú has preguntado, has preguntado y no puedes soportar la verdad, alma humana, ya verás<br />

cuando vengas aquí. Para cumplir tu deseo de inútil sabiduría has de viajar lejos a la remota<br />

Sibornal y buscar allí la gran rueda, allí donde todo se hace y se sabe y donde todas las cosas se<br />

comprenden, como corresponde a la vida del otro lado de la amarga amarga tumba; pero bien,<br />

no, no te hará ningún bien, reseca y fracasada hija de los muertos, atisbar lo que es real o<br />

verdadero o probado, o testamento del tiempo, o aun al mismo Wutra... Sólo hay esta prisión<br />

donde nos encontramos todos sin motivo...<br />

El alma, espantada, izó las velas y flotó hacia arriba a través de la siniestra mansión, a través<br />

de hileras e hileras de bocas que gritaban.<br />

La palabra, la venenosa palabra, venía de los remotos fessupos. La meta era Sibornal y una<br />

gran rueda. Los fessupos eran embusteros, y una infinita furia los llevaba a una infinita maldad;<br />

pero sus poderes en ese sentido eran limitados. Parecía verdad que Wutra no sólo había<br />

abandonado a los vivos, sino también a los muertos.<br />

El alma huyó angustiada, descubriendo, muy arriba, un lecho donde yacía un cuerpo<br />

descolorido e inmóvil.<br />

Sobre la tierra, los procesos de cambio, los interminables períodos de cataclismos, se<br />

manifestaban a través de todas las criaturas vivas: los animales, los hombres y los phagors.<br />

Los habitantes de Sibornal se movían todavía desde el continente del norte hacia el sur, por<br />

el traicionero istmo de Chalce, impulsados por un clima que mejoraba de vez en cuando,<br />

buscando tierras más hospitalarias. Los habitantes de Pannoval se expandían hacia el norte por<br />

las grandes llanuras. La gente empezaba a surgir en todas partes, en mil hábitats favorecidos. Al<br />

sur del continente de Campannlat, en las fortalezas costeras corno Ottatsol, la población se<br />

multiplicaba y engordaba merced a la abundancia del mar.<br />

En esa reserva de vida, el mar, muchas cosas se movían. Seres sin rostro y de forma humana<br />

trepaban a la costa o eran arrastrados tierra adentro por las tormentas.<br />

También los phagors. Amantes del frío, también ellos eran impulsados por el cambio y<br />

buscaban nuevos hábitats a lo largo de las octavas de aire propicias. En los tres inmensos<br />

continentes de Heliconia, los phagors se agitaban, se reproducían y combatían contra los Hijos<br />

de Freyr.<br />

La cruzada del joven kzahhn de Hrastyprt, Hrr-Brahl Yprt, descendía lentamente de los altos<br />

desfiladeros de Nktryhk y atravesaba las montañas obedeciendo siempre a las octavas de aire. El<br />

kzahhn y sus asesores sabían que Freyr prevalecía poco a poco sobre Batalix, y que por lo tanto<br />

trabajaba contra ellos; pero ese conocimiento no hacía más rápida la marcha. Con frecuencia se<br />

detenían a atacar a los pueblos protognósticos que cruzaban humildemente descalzos los campos<br />

nevados, o a los miembros de su propia especie que les parecían hostiles. No tenían en los<br />

pálidos guarneses ninguna sensación de urgencia; sólo la de destino.

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