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vientre: es la parte central de la mujer.<br />
—Tiene otras cosas que atender —dijo Amin Lim.<br />
—Oh, yo respeto el conocimiento como cualquiera; pero cuando el conocimiento se opone a<br />
la práctica natural de la cópula, tendría que cederle el paso.<br />
—En ese sentido —replicó Amin Lim con cierta aspereza, del otro lado de la cama—, esas<br />
prácticas naturales encontraron un obstáculo cuando tu Dol se instaló en el lecho de Aoz Roon.<br />
Ella lo admiraba mucho, ¿y quién no? Es un hombre de buen aspecto, Aoz Roon, aparte de ser<br />
el señor de Embruddock.<br />
Rol Sakil resopló.<br />
—No es una razón para que abandone por completo la sexualidad. Siempre podría dedicarle<br />
algún tiempo, para mantenerse en forma. Además, él no volverá a golpear a la puerta de ella,<br />
puedes estar segura. Tiene las manos ocupadas con nuestra Dol.<br />
La anciana indicó a Amin Lim que se aproximara para decirle algo confidencial, y ambas<br />
unieron sus cabezas sobre el cuerpo extendido de Shay Tal.<br />
—Dol no lo deja en paz un momento, tanto por inclinación como por política. Proceder que<br />
yo recomendaría a cualquier mujer, aun a ti, Amin Lin. Supongo que te gustará, de vez en<br />
cuando; no sería humano que no fuera así, a tu edad. Tienes que pedírselo a tu hombre.<br />
—Sin duda no hay mujer que no haya pensado alguna vez en Aoz Roon, por más mal genio<br />
que tenga.<br />
Shay Tal suspiró en su pauk. Rol Sakil le tomó la mano con una mano marchita, y continuó,<br />
siempre en tono confidencial: —Dice mi Dol que murmura de una manera terrible en sueños. Le<br />
he dicho que eso es signo de una conciencia culpable.—¿Y de qué puede ser culpable,<br />
entonces? —preguntó Amin Lim.<br />
—Pues... podría contarte algo.... aquella mañana, después de tanto beber y tanto movimiento,<br />
salí temprano como siempre. Y mientras andaba, bien abrigada contra el frío, tropecé con un<br />
cuerpo en la oscuridad, y me dije: «Algún necio, atontado con la bebida, se ha quedado dormido<br />
al aire libre». Allí estaba, al pie de la gran torre.<br />
Se interrumpió para observar el efecto del relato sobre Amin Lim, que sin otra cosa que<br />
hacer escuchaba atentamente. Los ojitos de Rol Sakil casi se ocultaron entre las arrugas<br />
mientras proseguía: —No hubiera pensado más en el asunto; a mí también me gusta un poco de<br />
rathel. Pero, ¿qué veo entonces, si no otro cuerpo del otro lado de la torre? Me dije: «Pues son<br />
dos necios, atontados por la bebida, que se han quedado dormidos al aire libre». Y tampoco<br />
hubiera pensado más en el asunto; pero cuando se supo que habían encontrado muertos al joven<br />
Klils y a su hermano Nahkri, juntos y al pie de la torre, el asunto parecía muy distinto...<br />
—Todo el mundo dijo que los habían encontrado allí.<br />
—Ah, pero yo los vi primero, y no estaban juntos. Así que no habían peleado entre ellos, ¿no<br />
te parece? Es sospechoso, ¿verdad? Y me dije: «Alguien empujó a los dos hermanos de lo alto<br />
de la torre». ¿Quién podía ser? ¿Quién tenía más que ganar con esas muertes? Que otros lo<br />
juzguen. Todo lo que digo es que aconsejé a Dol: «Cultiva tu miedo a las alturas, Dol. No te<br />
acerques al borde de una torre cuando estés con Aoz Roon. No te acerques al borde de ninguna<br />
torre, y estarás perfectamente...» Eso le dije.<br />
Amín Lim movió la cabeza.<br />
—Shay Tal no querría a Aoz Roon si él hubiera hecho una cosa así. Y lo sabría. Es<br />
inteligente; sin duda lo sabría.<br />
Rol Sakil se puso de pie y cojeó nerviosamente por la habitación de piedra, sacudiendo la<br />
cabeza.<br />
—En lo que concierne a los hombres, Shay Tal es igual que nosotras. No siempre piensa con<br />
el cerebro, y usa en cambio lo que tiene entre las piernas.<br />
—Oh, calla. —Amin Lim miró apenada a su amiga y mentora. En verdad, hubiera preferido<br />
que la vida de Shay Tal se ajustase más al camino preconizado por Rol Sakil; quizá sería más<br />
feliz.<br />
Shay Tal yacía rígidamente sobre el costado izquierdo, en la postura del pauk. Tenía los ojos<br />
entreabiertos. Apenas se la oía respirar, pero a intervalos regulares suspiraba profundamente.<br />
Mirando los rasgos austeros de ese rostro amado, Amin Lim creyó ver a alguien que enfrentaba<br />
la muerte con compostura. Sólo la boca, de vez en cuando endurecida, indicaba el temor que es