aldiss, brian w - heliconia primavera.pdf
aldiss, brian w - heliconia primavera.pdf aldiss, brian w - heliconia primavera.pdf
—Ved primero la madera de la caja. No es de rajabaral; el grano es demasiado hermoso. Y mirad cómo está labrada. Y el delicado trabajo del metal en los ángulos. ¿Podrían hacer una cosa tan fina los herreros de nuestra corporación? Cuando ellas examinaron los detalles, abrió la caja. Sacó un gran volumen encuadernado en gruesa piel, con un adornado dibujo grabado a fuego. —Esto lo hice yo mismo, madre. Yo encuaderné el libro. Lo que es antiguo es el interior. Las páginas llevaban una cuidadosa y con frecuencia adornada escritura de muchas manos. Datnil Skar las volvió rápidamente, sin querer mostrar demasiado, aun en ese momento. Pero las mujeres vieron claramente fechas, nombres, listas, anotaciones, cifras. Él miró sus rostros sonriendo gravemente. —A su modo, este libro es una historia de Embruddock a lo largo de los años. Y cada corporación tiene un libro semejante, de eso estoy seguro. —El pasado se ha ido. Ahora tratamos de mirar al futuro —dijo Vry—. No queremos quedar presos en el pasado. Queremos salir... Indecisa, dejó caer la frase, lamentando haberse dejado arrastrar por la excitación. Al mirar los dos rostros, recordó que ellos eran más viejos y que nunca estarían de acuerdo con ella. Aunque parecían tener una meta común, había una diferencia que jamás podría salvarse. —La clave del futuro está en el pasado —dijo Shay Tal, con afecto pero zanjando la cuestión, porque ya había dicho a Vry cosas semejantes anteriormente. Y volviéndose al anciano, agregó—: Maestro Datnil, apreciamos tu valiente actitud al permitir que veamos el libro. Quizá algún día podamos examinarlo con mayor detenimiento. ¿Nos puedes decir cuántos maestros ha habido en tu corporación desde que comenzó el registro? Datnil Skar cerró el libro y empezó a guardarlo en la caja. De la vieja boca le fluía la saliva, y le temblaban las manos, —Las ratas saben los secretos de Oldorando... Estoy en peligro por traer aquí el libro. Soy sólo un anciano tonto... Queridas mías: hubo en los viejos tiempos un gran rey que imperaba sobre todo Campannlat, llamado Rey Denniss. Él previo que el mundo, este mundo que los seres de dos filos llamaban Hrrm-Bhhrd Ydohk, perdería calor, así como se pierde el agua de un cántaro al llevarlo por una senda accidentada. Entonces fundó las corporaciones, con reglas de hierro. Los miembros de estas corporaciones preservarían el conocimiento a lo largo de las épocas oscuras hasta que retornara el calor. Canturreaba un poco al hablar, como si lo hiciera de memoria. —Nuestra corporación ha sobrevivido desde la época del buen rey, aunque en algunos períodos no había con qué curtir pieles. Según este registro, en una ocasión los únicos miembros eran un maestro y un aprendiz, que vivían debajo del suelo a cierta distancia... Tiempos terribles. Pero hemos sobrevivido. Mientras Datnil se secaba la boca, Shay Tal preguntó que período era ése. El maestro miró el rectángulo cada vez más oscuro de la ventana como si deseara evadir la pregunta. —No comprendo todo lo que dice el libro. Ya conocéis nuestras confusiones con el calendario. Como se puede ver ahora, los nuevos calendarios determinan una dislocación considerable... Embruddock... Perdonadme, temo hablar de más... no siempre ha pertenecido a... nuestra gente. Movió la cabeza, mirando nerviosamente alrededor. Las mujeres aguardaban inmóviles como phagors, en la vieja estancia oscura. El volvió a hablar. —Mucha gente murió entonces. Hubo una gran plaga, la Muerte Gorda. Invasiones... Las Siete Cegueras... Historias de infortunio. Esperamos que nuestro presente señor —nuevamente miró en torno— sea tan sabio como el Rey Denniss. El buen rey fundó nuestra corporación en el año llamado 249 antes del Nadir. No sabemos quién era el Nadir. Lo que sabemos es que yo... admitiendo que pueda haber blancos en el registro... soy el sexagésimo octavo maestro de la corporación de curtidores. El sexagésimo octavo... —Miró con miopía a Shay Tal. —Sesenta y ocho... —Tratando de ocultar su asombro, ella, recogió las pieles con un movimiento característico—. Son muchas generaciones que nos separan de la antigüedad. —Así es, así es —el maestro Datnil asintió complacido, como si estuviera familiarizado con esas vastas extensiones de tiempo—. Hace casi siete siglos que nuestra corporación fue fundada.
Siete siglos, y todavía hiela por las noches. Embruddock era una nave encallada en el desierto circundante. Todavía daba abrigo a la tripulación, aunque nunca más había de hacerse a la vela. El tiempo había desmantelado a tal extremo la ciudad antaño orgullosa, que sus habitantes la consideraban una aldea, e ignoraban que sólo era una ruina en medio de una civilización borrada por el hielo, la locura y el pasado del tiempo. A medida que la temperatura aumentaba, los cazadores tenían que alejarse más en busca de caza. Los esclavos sembraban los campos y soñaban con una imposible libertad. Las mujeres permanecían en las casas y se volvían neuróticas. Mientras Shay Tal ayunaba, siempre sola, las energías reprimidas de Vry crecían cada día más y la muchacha buscaba la compañía de Oyre. Habló con ella del maestro Datnil, y de lo que él había dicho, y encontró una oyente entusiasta. Ambas estaban de acuerdo: la historia contenía fascinantes enigmas, aunque Oyre era algo escéptica. —Datnil Skar es viejo y está un poco ido, dice siempre mi padre —afirmó Oyre, y parodió el andar del maestro, diciendo con voz aflautada—: Nuestra corporación es tan exclusiva que ni siquiera permitimos la entrada del Rey Denniss... Vry rió y Oyre continuó, más seriamente: —El maestro Datnil podría ser ejecutado por mostrar el libro. Eso prueba que no está en sus cabales. —Ni siquiera permitió que lo viéramos bien. —Vry se interrumpió y luego estalló—: Si tan sólo pudiéramos juntar todos los hechos... Shay Tal los junta y los escribe. Tiene que haber algún modo de ordenarlos... en una estructura. Se ha perdido mucho, el maestro Datnil tiene razón. La temperatura fue tan helada en un tiempo que echaron al fuego todo lo que era inflamable; la madera, el papel, los registros. ¿Comprendes que ni siquiera sabemos qué año es? Las estrellas nos lo podrían decir. El calendario de Loil Bry es absurdo, los calendarios no han de fundarse en la gente sino en los años. La gente es tan poco de fiar... y yo también soy así. Oh, te juro que me volveré loca. Oyre se echó a reír y abrazó a Vry. —Eres la persona más cuerda que conozco, idiota. —Volvieron a hablar de las estrellas, sentadas sobre el suelo desnudo. Oyre había ido con Laintal Ay a mirar el fresco pintado en el antiguo templo.— Los centinelas están claramente representados; Batalix está como siempre encima de Freyr, pero casi tocándolo, sobre la cabeza de Wutra. —Cada año los dos soles están más cerca —afirmó Vry sin vacilar—. El mes pasado casi se tocaron cuando Freyr sobrepasó a Batalix, y nadie prestó atención. El año próximo, chocarán. ¿Y entonces qué? O quizás uno pase detrás del otro. —¿No será eso lo que el maestro Datnil llama una Ceguera? Si un centinela desapareciese, habría una media luz, ¿verdad? Quizá haya Siete Cegueras, como ya ha ocurrido. —Oyre parecía asustada; se movió hacia su amiga.— Sería el fin del mundo. Wutra se mostraría en toda su furia, por supuesto. Vry rió y se puso de pie. —El mundo no desapareció entonces ni desaparecerá ahora. Quizá sea un nuevo principio — dijo, con un rostro radiante—. Por eso las estaciones son más calientes. Después de que Shay Tal termine con ese horrible pauk volveremos a ocuparnos del asunto. Yo seguiré trabajando en mis matemáticas. Que vengan las Cegueras: yo las abrazo. Ambas, riendo, bailaron por la habitación. —¡Cómo deseo una gran experiencia! —exclamó Vry. Mientras tanto, Shay Tal mostraba más claramente que antes los pequeños huesos de ave que le sostenían la carne; las pieles le colgaban sueltas alrededor del cuerpo. Las mujeres le llevaban comida, pero ella se negaba a alimentarse. —El ayuno le conviene a mi alma voraz —decía, caminando por la habitación helada, mientras Vry y Oyre intentaban oponerse y Amin Lim la acompañaba mansamente—. Mañana entraré en pauk. Vosotras tres y Rol Sakil podéis quedaros conmigo. Volveré a través de los fessupos hasta esa generación que construyó nuestras torres y corredores. Descenderé siglos si es preciso, y buscaré al Rey Denniss. —Es maravilloso —exclamó Amin Lim. Las aves se posaban en la desmoronada ventana y comían el pan que Shay Tal no quería tocar. —No te hundas en el pasado, señora —le aconsejaba Vry—. Ése es el camino de los
- Page 80 and 81: de Batalix, cada vez más pequeño.
- Page 82 and 83: Wutra, lo que servía al interés d
- Page 84 and 85: tramperos ya habían regresado. Ord
- Page 86 and 87: Quzints en el norte. Eran, la mayor
- Page 88 and 89: —¡Has hablado con Loil Bry! De m
- Page 90 and 91: —Pensáis que vivimos en el centr
- Page 92 and 93: A nada se parece más un pinzasaco
- Page 94 and 95: Con los dientes descubiertos, alzó
- Page 96 and 97: Más cerca de Oldorando se encontra
- Page 98 and 99: los phagors se dejaron allí, pudri
- Page 100 and 101: al menos era lo que él pensaba: pe
- Page 102 and 103: detenerlos. Recordad mis palabras.
- Page 104 and 105: frías. Pero esa noche el viento qu
- Page 106 and 107: se apretujaban para conservar el ca
- Page 108 and 109: las partes de madera habían sido a
- Page 110 and 111: —Son sólo reliquias de un pasado
- Page 112 and 113: habría alentado a persistir. Pero
- Page 114 and 115: una fina y quebradiza capa de hielo
- Page 116 and 117: sin congelarse a tres grados bajo c
- Page 118 and 119: punto, cualquier interrupción era
- Page 120 and 121: nieve. Mientras avanzaba por el sen
- Page 122 and 123: tenía que descender al mundo de lo
- Page 124 and 125: Aunque las otras mujeres le traían
- Page 126 and 127: costa, a ver qué ocurría. Era un
- Page 128 and 129: —¿Cuántas? —Ah, muchas, mucha
- Page 132 and 133: ancianos. Mira adelante y hacia fue
- Page 134 and 135: vientre: es la parte central de la
- Page 136 and 137: tenía que haberlo sabido cuando te
- Page 138 and 139: Hrr-Brahl Yprt montaba en Rukk-Ggrl
- Page 140 and 141: —¡Es la muerte del mundo! —gri
- Page 142 and 143: pared, para poder incorporarse con
- Page 144 and 145: campanarios pardos que las hormigas
- Page 146 and 147: Mientras descendían los sucios esc
- Page 148 and 149: en caso de un ataque inesperado. Ap
- Page 150 and 151: Oyre retrocedió y se pasó la leng
- Page 152 and 153: Acababa de llegar con los amigos de
- Page 154 and 155: También los phagors sintieron los
- Page 156 and 157: tienes que ir a avisarle que el ene
- Page 158 and 159: La bestia se irguió en los estribo
- Page 160 and 161: Pero el kaidaw continuaba resistien
- Page 162 and 163: mostraron abatidos; con las cabezas
- Page 164 and 165: azos en jarras. Junto a él, un esc
- Page 166 and 167: —No le digas nada —aconsejó Sh
- Page 168 and 169: hundiendo el rostro en las copas. E
- Page 170 and 171: humo. Shay Tal se miró el cuerpo r
- Page 172 and 173: Ella extendió una mano, pero él r
- Page 174 and 175: caído en la telaraña tejida por F
- Page 176 and 177: criaturas volaron en círculos mien
- Page 178 and 179: proliferaban secretamente, en mirí
—Ved primero la madera de la caja. No es de rajabaral; el grano es demasiado hermoso. Y<br />
mirad cómo está labrada. Y el delicado trabajo del metal en los ángulos. ¿Podrían hacer una<br />
cosa tan fina los herreros de nuestra corporación?<br />
Cuando ellas examinaron los detalles, abrió la caja. Sacó un gran volumen encuadernado en<br />
gruesa piel, con un adornado dibujo grabado a fuego.<br />
—Esto lo hice yo mismo, madre. Yo encuaderné el libro. Lo que es antiguo es el interior.<br />
Las páginas llevaban una cuidadosa y con frecuencia adornada escritura de muchas manos.<br />
Datnil Skar las volvió rápidamente, sin querer mostrar demasiado, aun en ese momento. Pero las<br />
mujeres vieron claramente fechas, nombres, listas, anotaciones, cifras.<br />
Él miró sus rostros sonriendo gravemente.<br />
—A su modo, este libro es una historia de Embruddock a lo largo de los años. Y cada<br />
corporación tiene un libro semejante, de eso estoy seguro.<br />
—El pasado se ha ido. Ahora tratamos de mirar al futuro —dijo Vry—. No queremos quedar<br />
presos en el pasado. Queremos salir...<br />
Indecisa, dejó caer la frase, lamentando haberse dejado arrastrar por la excitación. Al mirar<br />
los dos rostros, recordó que ellos eran más viejos y que nunca estarían de acuerdo con ella.<br />
Aunque parecían tener una meta común, había una diferencia que jamás podría salvarse.<br />
—La clave del futuro está en el pasado —dijo Shay Tal, con afecto pero zanjando la<br />
cuestión, porque ya había dicho a Vry cosas semejantes anteriormente. Y volviéndose al<br />
anciano, agregó—: Maestro Datnil, apreciamos tu valiente actitud al permitir que veamos el<br />
libro. Quizá algún día podamos examinarlo con mayor detenimiento. ¿Nos puedes decir cuántos<br />
maestros ha habido en tu corporación desde que comenzó el registro?<br />
Datnil Skar cerró el libro y empezó a guardarlo en la caja. De la vieja boca le fluía la saliva,<br />
y le temblaban las manos,<br />
—Las ratas saben los secretos de Oldorando... Estoy en peligro por traer aquí el libro. Soy<br />
sólo un anciano tonto... Queridas mías: hubo en los viejos tiempos un gran rey que imperaba<br />
sobre todo Campannlat, llamado Rey Denniss. Él previo que el mundo, este mundo que los seres<br />
de dos filos llamaban Hrrm-Bhhrd Ydohk, perdería calor, así como se pierde el agua de un<br />
cántaro al llevarlo por una senda accidentada. Entonces fundó las corporaciones, con reglas de<br />
hierro. Los miembros de estas corporaciones preservarían el conocimiento a lo largo de las<br />
épocas oscuras hasta que retornara el calor.<br />
Canturreaba un poco al hablar, como si lo hiciera de memoria.<br />
—Nuestra corporación ha sobrevivido desde la época del buen rey, aunque en algunos<br />
períodos no había con qué curtir pieles. Según este registro, en una ocasión los únicos miembros<br />
eran un maestro y un aprendiz, que vivían debajo del suelo a cierta distancia... Tiempos<br />
terribles. Pero hemos sobrevivido.<br />
Mientras Datnil se secaba la boca, Shay Tal preguntó que período era ése.<br />
El maestro miró el rectángulo cada vez más oscuro de la ventana como si deseara evadir la<br />
pregunta.<br />
—No comprendo todo lo que dice el libro. Ya conocéis nuestras confusiones con el<br />
calendario. Como se puede ver ahora, los nuevos calendarios determinan una dislocación<br />
considerable... Embruddock... Perdonadme, temo hablar de más... no siempre ha pertenecido a...<br />
nuestra gente.<br />
Movió la cabeza, mirando nerviosamente alrededor. Las mujeres aguardaban inmóviles<br />
como phagors, en la vieja estancia oscura. El volvió a hablar.<br />
—Mucha gente murió entonces. Hubo una gran plaga, la Muerte Gorda. Invasiones... Las<br />
Siete Cegueras... Historias de infortunio. Esperamos que nuestro presente señor —nuevamente<br />
miró en torno— sea tan sabio como el Rey Denniss. El buen rey fundó nuestra corporación en el<br />
año llamado 249 antes del Nadir. No sabemos quién era el Nadir. Lo que sabemos es que yo...<br />
admitiendo que pueda haber blancos en el registro... soy el sexagésimo octavo maestro de la<br />
corporación de curtidores. El sexagésimo octavo... —Miró con miopía a Shay Tal.<br />
—Sesenta y ocho... —Tratando de ocultar su asombro, ella, recogió las pieles con un<br />
movimiento característico—. Son muchas generaciones que nos separan de la antigüedad.<br />
—Así es, así es —el maestro Datnil asintió complacido, como si estuviera familiarizado con<br />
esas vastas extensiones de tiempo—. Hace casi siete siglos que nuestra corporación fue fundada.