08.05.2013 Views

aldiss, brian w - heliconia primavera.pdf

aldiss, brian w - heliconia primavera.pdf

aldiss, brian w - heliconia primavera.pdf

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

—¿Cuántas?<br />

—Ah, muchas, muchas.<br />

—Dinos cómo lo sabes.<br />

Datnil Skar se secó las manos en los pantalones.<br />

—Tenemos un registro. Todos los maestros llevamos un registro.<br />

—¿Por escrito?<br />

—Así es. En un libro. Y el arte se transmite. Pero no se puede revelar ese registro a otras<br />

personas.<br />

—¿Por qué piensas que es así?<br />

—No quieren que las mujeres les quiten el trabajo y lo hagan mejor—dijo alguien, y otra vez<br />

hubo risas. Datnil Skar sonrió, confuso, y no habló más.<br />

—Creo que en cierto momento, el secreto ha de haber tenido un propósito defensivo —dijo<br />

Shay Tal—. Quizás era necesario mantener vivas ciertas artes, como la curtimbre o la herrería,<br />

en los malos tiempos, a pesar del hambre o de las incursiones de los phagors. Probablemente<br />

hubo en el pasado tiempos muy malos, y algunas artes se perdieron. No sabemos hacer papel.<br />

Quizás en otro tiempo hubo una corporación de papeleros. Cristal. No podemos hacer cristal.<br />

Sin embargo hay trozos de cristal por todas partes. Ya sabéis qué es el cristal. ¿Por qué somos<br />

más estúpidos que nuestros antepasados? ¿Acaso vivimos y trabajamos en una condición<br />

desventajosa que no comprendemos del todo? Ésa es una de las grandes preguntas que no hay<br />

que olvidar.<br />

Se interrumpió. Nadie dijo nada, cosa que la irritaba siempre. Anhelaba algún comentario<br />

que provocara una discusión.<br />

Datnil Skar respondió: —Madre Shay, dices la verdad, según mi mejor conocimiento.<br />

Comprendes que, como maestro, he jurado no revelar a nadie los secretos de mi arte; es un<br />

juramento que he hecho a Wutra y a Embruddock. Pero sé que hubo antes malos tiempos, de los<br />

cuales no tendría que hablar...<br />

Cuando calló, ella lo alentó con una sonrisa.<br />

—¿Crees que Oldorando era antes más grande que ahora?<br />

Datnil Skar la miró con la cabeza de lado.<br />

—Sé que llamas una granja a esta ciudad. Pero sobrevive... Es el centro del cosmos. Aunque<br />

esto no responde a tu pregunta. Pero vosotras, amigas mías, habéis encontrado centeno y trigo,<br />

al norte de aquí, así que de eso hablaremos. En ese lugar, según mi conocimiento, hubo tiempo<br />

atrás unos campos celosamente cuidados, defendidos con cercas contra las bestias salvajes. Esos<br />

campos<br />

pertenecían a Embruddock. Crecían también y se cultivaban otros muchos cereales. Ahora<br />

los cultiváis de nuevo, lo que es sabio.<br />

"Ya sabéis que necesitamos corteza de árbol para curtir pieles. Nos cuesta trabajo obtenerla.<br />

Yo creo, es decir, sé —calló y continuó rápidamente— que al oeste y al norte crecían bosques<br />

altos que daban madera y corteza. Esa región se llamaba Kace. Era, en esa época, cálida, y no<br />

hacía frío.<br />

Alguien dijo: —El tiempo del calor... es una leyenda que cantaban los sacerdotes. Son ésos,<br />

precisamente, los cuentos que esta academia quiere desterrar. Sabemos que antes hizo más frío<br />

que ahora. Pregúntale a mi abuela.<br />

—Lo que digo, según entiendo, es que hizo calor antes de que hiciera frío —respondió<br />

Datnil Skar, rascándose lentamente el occipucio gris. Tendríais que tratar de comprender. Han<br />

pasado muchas vidas, muchos años. Buena parte de la historia se ha desvanecido. Sé que las<br />

mujeres pensáis que los hombres están contra vosotras; y quizá sea así; pero yo hablo<br />

sinceramente cuando digo que apoyéis a Shay Tal a pesar de las dificultades. Como maestro, sé<br />

cuan precioso es el conocimiento. Y parece escapar de la comunidad como el agua de un<br />

calcetín.<br />

Mientras él se marchaba, las mujeres se pusieron de pie y lo aplaudieron cortésmente.<br />

,<br />

Dos días después, al ocaso de Freyr, Shay Tal caminaba de un lado a otro por la habitación<br />

de la torre aislada. Llegó un grito desde abajo. Pensó inmediatamente en Aoz Roon, aunque no<br />

era su voz.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!