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—El templo está vacío. Puedes dárselo a Shay Tal. Que organice allí reuniones por las<br />
tardes, a la hora del paseo. Que se use como un foro donde todos puedan hablar. El frío se ha<br />
ido, la gente es más libre. Abre el templo como una academia para todos, hombres, mujeres y<br />
niños.<br />
Las palabras resonantes se apagaron. Todos callaron. Luego Aoz Roon habló.<br />
—No puede usar el templo. No queremos una nueva serie de sacerdotes. Guardaremos allí<br />
los cerdos.<br />
—El templo está vacío.<br />
—Desde ahora, los cerdos se guardarán en el templo.<br />
—El día en que se pone a los cerdos por encima de la comunidad es un mal día.<br />
La reunión concluyó con cierto desorden, cuando Aoz Roon se marchó de pronto. Laintal Ay<br />
se volvió a Dathka, con las mejillas enrojecidas.<br />
—¿Por qué no me has apoyado? Dathka sonrió con cortedad, se acarició la fina barba, bajó la<br />
vista.<br />
—No habrías vencido aunque toda Oldorando te hubiese apoyado. Ya ha prohibido la<br />
academia. Te fatigas en vano, amigo mío.<br />
Cuando Laintal Ay abandonaba la torre, desencantado del mundo, Datnil Skar, el maestro de<br />
la corporación de curtidores, lo llamó y le tomó la manga.<br />
—Has hablado bien, joven Laintal Ay; y sin embargo, Aoz Roon tiene razón. O, si no la<br />
tiene, lo que ha dicho no es un desatino. Si Shay Tal hablara en el templo, se convertiría en<br />
sacerdotisa y sería adorada. No es eso lo que queremos: nuestros antepasados se liberaron de los<br />
sacerdotes hace varias generaciones.<br />
Laintal Ay sabía que el maestro Datnil era un hombre amable y modesto. Se contuvo, miró el<br />
rostro desgastado, y preguntó: —¿Por qué me lo dices?<br />
El maestro Datnil miró alrededor para asegurarse de que nadie escuchaba.<br />
—La religión nace de la ignorancia. Creer algo establecido es señal de ignorancia. Yo<br />
respeto la tentativa de machacar con hechos la cabeza de la gente. Quiero decir que lamento tu<br />
derrota, aunque no comparto tu propuesta. Me gustaría hablar en la academia de Shay Tal, si<br />
ella me aceptara.<br />
Se quitó el sombrero de piel y lo puso sobre el antepecho de la ventana, cubierto de líquenes.<br />
Se alisó el ralo pelo gris y carraspeó. Miró alrededor, sonriendo, nervioso. Aunque conocía<br />
desde el nacimiento a todos los presentes, no estaba acostumbrado al papel de orador. Las<br />
rígidas ropas de piel le crujían mientras desplazaba el peso del cuerpo de un pie al otro.<br />
—No tengas miedo de nosotras, maestro Datnil —dijo Shay Tal.<br />
Él advirtió una nota de impaciencia en la voz de ella.<br />
—Sólo de tu intolerancia, señora, tengo miedo —le respondió; y algunas de las mujeres<br />
acuclilladas en el suelo se llevaron la mano a la boca, escondiendo unas sonrisas.<br />
—Ya sabéis lo que hacemos en nuestra corporación, porque algunas de vosotras trabajáis<br />
conmigo —agregó Datnil Skar—. Por supuesto, sólo los hombres pueden ser miembros, y los<br />
secretos de nuestra profesión se transmiten de generación a generación. En particular, un<br />
maestro enseña todo lo que sabe a su oficial de confianza o su principal aprendiz. Cuando el<br />
maestro muere o se retira, éste toma su puesto, así como hará pronto Raynil Layan.<br />
—Una mujer podría hacerlo tan bien como cualquier hombre —dijo una de las mujeres,<br />
Cheme Phar—. He trabajado contigo bastante tiempo, Datnil Skar. Sé todos los secretos de los<br />
pozos de sal. Podría salarme a mí misma, si fuera necesario.<br />
—Ah, pero es preciso que haya orden y continuidad, Cheme Phar —dijo suavemente el<br />
maestro.<br />
—Y también podría poner orden —dijo Cheme Phar, y todas rieron. Luego miraron a Shay<br />
Tal.<br />
—Háblanos de la continuidad —dijo esta última—. Sabemos, porque Loilanun nos lo dijo,<br />
que algunos de nosotros descendemos de Yuli, el Sacerdote, que llegó del norte, de Pannoval y<br />
el lago Dorzin. Ésa es una continuidad. ¿Y cuál es la continuidad dentro de la corporación,<br />
maestro Datnil?<br />
—Todos los miembros de nuestra corporación han nacido y engendrado hijos en<br />
Embruddock, antes de que se convirtiera en Oldorando. Muchas generaciones.