08.05.2013 Views

aldiss, brian w - heliconia primavera.pdf

aldiss, brian w - heliconia primavera.pdf

aldiss, brian w - heliconia primavera.pdf

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

detenerlos. Recordad mis palabras. Callad. Aoz Roon será el Señor de Embruddock y<br />

Oldorando.<br />

—Así será, y gobernaré mejor que esos necios —dijo Aoz Roon, tambaleante.<br />

—Será mejor que lo hagas —continuó tranquilamente Dathka— porque nosotros tres<br />

sabemos la verdad acerca de este doble crimen. Recuerda que no hemos intervenido; todo ha<br />

sido obra tuya. Trátanos en consecuencia.<br />

Bajo el imperio de Aoz Roon, los años transcurrirían en Oldorando casi como bajo otros<br />

jefes. La vida tiene una cualidad que los gobernantes no alcanzan a tocar. Sólo la temperatura se<br />

hizo más arbitraria. Pero eso, como muchas otras cosas, no dependía de ningún gobierno.<br />

Los gradientes de temperatura en la estratosfera se alteraron, la troposfera se calentó, las<br />

temperaturas empezaron a subir. Lluvias devastadoras duraban semanas enteras. En las regiones<br />

tropicales la nieve desapareció de las tierras bajas. Los glaciares se retiraron a zonas de mayor<br />

altura. La tierra reverdeció. Crecieron altas plantas. Aparecieron aves y animales nunca vistos<br />

anteriormente, por encima o más allá de la empalizada de la vieja aldea. Todas las formas de<br />

vida se modificaban. Nada era como había sido.<br />

Para muchas personas de edad esos cambios eran indeseables. Les recordaban las nieves<br />

ilimitadas de años atrás. Los de edad mediana recibían complacidos los cambios, pero movían la<br />

cabeza y decían que eran demasiado buenos para durar. Los jóvenes no habían conocido otra<br />

cosa. La vida ardía en ellos como en el aire. La aldea disponía de una mayor variedad de<br />

alimentos; producía más hijos, y menos de esos niños morían.<br />

En cuanto a los dos centinelas, Batalix parecía igual que siempre. Pero Freyr se tornaba más<br />

brillante y caliente cada semana, cada día, cada hora.<br />

Dentro de este drama del clima estaba el drama humano, que toda alma viviente tenía que<br />

representar, satisfecha o decepcionada. Pero la mayoría creía estar en el centro de la escena, y<br />

ese tejido de diminutas circunstancias les parecía excepcional. Esto era así en todo el gran globo<br />

de Heliconia, allí donde había pequeños grupos de hombres y mujeres esforzándose por vivir.<br />

Y la Estación Observadora Terrestre registraba todo.<br />

Cuando se convirtió en Señor de Oldorando, Aoz Roon perdió su buen humor. Se volvió<br />

taciturno, y durante un tiempo evitó a los testigos y cómplices del crimen. Ni siquiera quienes<br />

podían verlo advirtieron en qué medida ese mismo aislamiento tenía corno causa la incesante<br />

fermentación de la culpa; las personas no se molestan en comprenderse unas a otras. Los tabúes<br />

contra el crimen eran poderosos; en una pequeña comunidad todos estaban relacionados, aunque<br />

fuera de modo distante, y la pérdida de una sola persona capaz tenía importancia. La conciencia<br />

colectiva era algo tan precioso que ni siquiera se permitía a los muertos apartarse por completo<br />

de los vivos.<br />

Ni Klils ni Nahkri habían tenido hijos con sus mujeres, de modo que sólo ellas podían<br />

comunicarse con los coruscos de los dos hombres. Ambas dijeron que en el mundo de los<br />

espíritus sólo habían encontrado una violenta furia. Era penoso soportar la cólera de los<br />

coruscos, porque nunca había un momento de alivio. La cólera de los hermanos era<br />

consecuencia natural de un estallido de ebria locura fraticida; se excusó a las mujeres de intentar<br />

una nueva comunicación. Los hermanos y su terrible fin dejaron de ser tema de conversación<br />

común. Por el momento, no se difundió el secreto del crimen.<br />

Pero Aoz Roon no lo olvidó jamás. En el amanecer que siguió al doble asesinato, se levantó<br />

fatigado y se lavó la cara con agua helada. El frío sólo acrecentó una fiebre que él trataba de<br />

negar. En todo el cuerpo le ardía un dolor que parecía arrastrarse pesadamente de un órgano a<br />

otro.<br />

Estremecido por una angustia que no se atrevió a comunicar a sus compañeros, salió de la<br />

torre junto con Cuajo, el perro. En la calle, entre las nieblas fantasmales de la primera luz, sólo<br />

se veían los cuerpos envueltos de las mujeres que acudían lentamente al trabajo. Aoz Roon las<br />

evitó y avanzó precipitadamente hacia la puerta norte. Tenía que pasar por la gran torre. Antes<br />

de darse cuenta, se vio frente al cuerpo destrozado de Nahkri, despatarrado en el suelo, con los<br />

ojos aún desorbitados de terror. Y allí estaba el feo cuerpo de Klils, del otro lado de la torre.<br />

Todavía no habían sido descubiertos, ni se había dado la alarma. Cuajo gemía y saltaba de un<br />

lado a otro del cuerpo enfangado de Klils.<br />

Un pensamiento se abrió camino en la ofuscación de Aoz Roon. Nadie creería que los

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!