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El desmadre<br />
El potro crío relincha su quietumbre ávida de<br />
pastizales profundos. La mano piafera entornada al<br />
pecho, el hocico altivo al viento, la crin inquieta de<br />
distancia, el coceo tembloroso. El portón cruje su<br />
vetustez, el arco llora su soledad, el alba pena la<br />
brisa fría.<br />
Voces encorvadas de labriegos bajo el poncho<br />
presuroso, aquietan el lazado en el cuello inmóvil,<br />
apenas de pie la figura… Luego, los polvos<br />
aduermen nuevamente los pedrizales vastos.<br />
La jaca, encalmada su mirada de madre en la tierra,<br />
asegura el viejo paso en la atalaya montuosa<br />
mirando ir al cabestro y al potro sumidos en un<br />
soliloquio de inquietud…<br />
Mientras, un gran pato chapotea las aguas, que la<br />
noche olvidó.<br />
644<br />
El cuento del pájaro preso<br />
Un pájaro de campo, olor de viento, color de nido,<br />
virgen de palabras, ha descarriado su camino en la<br />
techumbre, y vaga temblando piador los corredores.<br />
Alcobas de paso niño reciben su angustia, y miran<br />
adolecidas sus golpeteos de brisa en los cristales<br />
vacíos.<br />
El jardín vá de rosa, viento y ala pura, y enverdece<br />
los campos mansos, enfermos de lejanía para el ave<br />
presa.<br />
Voces compasivas en la tristura, y frívolas otras,<br />
de albedrío, alternan bajo los latidos de su humilde<br />
corazón, gris de campo y nocturno de nudo.<br />
Plumas sedosas, casi pardas, blanqueando apenas,<br />
desnudan en cada aleteo la dulcedumbre de sus<br />
entrañas tibias.<br />
Hostigado en la errancia, aprisiona sus quejidos en<br />
la intimidad de un teja desmayada.<br />
Sus trinos enajenan la soledad de sus pasos.<br />
Y suavemente, tan ala, tan como quien se recoge de<br />
pesadumbre, parece desbordar las últimas querencias