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08.05.2013 Views

Al mediodía entramos a la celda, almorzamos y me puse a hacer una torta para Mónica que había prometido llevar por la tarde a una mateada con sus amigas. Salió linda. Como la siesta se hizo acogedora con el olorcito a la torta, inmediatamente me lancé a hacer unos bizcochitos con grasa para acompañar con el mate y al día nublado antes que nos abran las puertas a las 17 hrs. Además quería darles unos bizcochos a la celda del Mono que estaban de fagina en el pabellón. Salimos al recreo interno nuevamente a las 17 hrs. Y Stella (la hija del pelado) se me aparece con una tarta de manza- nas que es mi debilidad, toda entera para mí de regalo (claro que ya mismo la estamos por devorar con Mónica). Me emocionó su gesto casi hasta las lágrimas, no porque sea nuevo, siempre nos intercambiamos con ella nues- tras habilidades culinarias, sino porque justito le falta un mes para irse en libertad y de pronto cuando la ví con la torta en la mano, sonriente y ha- ciendo bromas se me cruzó lo poco que faltaba para que, quizás, nunca más la vuelva a ver. Las boleadoras que te mandé de regalo las hizo ella. Creo que en medio de la adversidad y dificultades, ha sido una gran amistad la que nos ha unido en este tramo último de su prisión: mutuo cariño, gran respeto y una incomparable y cálida comprensión de ambas partes. Positi- vamente, con alegría y tristeza creo que la voy a extrañar mucho y voy a sentir su ausencia. Suele pasar en estos lugares, de generar excelentes rela- ciones humanas justamente por la necesidad que aquí se tiene de aunart e para sobrellevar la situación de prisión. Pero, a pesar del cúmulo de bellas personas: sanas, alegres, maduras, sencillas es utópico querer por igual o te- ner la misma profundidad en una relación con 60 personas. Siempre hay al- guien o algunas con las que más comunidad e intereses te acercan. En este caso ha sido así. Creo que a pesar de la inminente separación, no nos cabe duda que el enriquecimiento humano ha sido grande para las dos y me re- c o n f o rta, me alienta, saber que uno puede dejar algo en los demás como 50 Nosotras, presas políticas

también que me dejan a mí espiritualmente. Después de todo, la amistad siempre ha sido algo hermoso, loado por poetas, cantantes, escritores, y sa- ber que es posible deja en mi corazón un gratificante recuerdo. Bueno, pe- ro ahora retomo contándote este día domingo, luego de interrumpir esta c a rta por el café y la tarta de manzana ¡estaba sencillamente deliciosa! Y Mónica se relamió un buen rato haciendo exclamaciones como los chicos. Bien, había quedado en el recreo interno de la tarde, que correspondiendo sea de dos horas, por esas razones inexplicables fue de una hora y algo más... Entramos nuevamente a la celda y como faltaba un buen rato para el cambio de guardia me puse a leer “Los hermanos Karamazov” que me tie- ne atrapada. Luego del recuento le escribí a Mariano, seguí con vos y al ter- minar esta carta seguiré con el libro. Sintéticamente esto ha sido un domin- go carcelario, que dentro de todo mantuvo la calidez hogareña y la buena compañía. Espero esta noche llueva para que se suspenda el baile ¡para col- mo pasan cumbias del año del p...! tangos viejos pero han pasado algunas grabaciones de Glen Miller y Ray Conniff que me agradó escuchar. Pero... ¡hoy quiero dormir! ¡basta de música! Mañana lunes recomienza la gimna- sia-voley, el taller... Sigue siendo el voley “pasión de multitudes”. Parece in- creíble como lo que el ser humano se propone lo consigue. Mirá te cuento que aquí hay gente de todas las edades, oscilando desde los 58 años hasta el mínimo de 21 años, siendo el término medio entre 25 y 33 años. La mayo- ría, salvo un porcentaje ínfimo llevamos 5 ó 6 años de prisión, como conse- cuencia de ello (o no) varias personas con problemas de salud (no graves, por suerte), otras que jamás (la mayoría) han hecho deporte en sus vidas, la vida sedentaria que llevamos es impresionante. Cuestión que al comienzo de la actividad deportiva, hará ya unos 7 meses, el conjunto de compañeras f rente a la pelota de voley era lastimoso verlo desde afuera. Ver para cre- e r...había momentos que verlas me producía un gusto amargo en la boca Año 1981 51

Al mediodía <strong>en</strong>tramos a la c<strong>el</strong>da, almorzamos y me puse a hacer una torta<br />

para Mónica que había prometido llevar por la tarde a una mateada con<br />

sus amigas. Salió linda. Como la siesta se hizo acogedora con <strong>el</strong> olorcito a<br />

la torta, inmediatam<strong>en</strong>te me lancé a hacer unos bizcochitos con grasa para<br />

acompañar con <strong>el</strong> mate y al día nublado antes que nos abran las puertas a<br />

las 17 hrs. Además quería darles unos bizcochos a la c<strong>el</strong>da d<strong>el</strong> Mono que<br />

estaban de fagina <strong>en</strong> <strong>el</strong> pab<strong>el</strong>lón. Salimos al recreo interno nuevam<strong>en</strong>te a las<br />

17 hrs. Y St<strong>el</strong>la (la hija d<strong>el</strong> p<strong>el</strong>ado) se me aparece con una tarta de manza-<br />

nas que es mi debilidad, toda <strong>en</strong>tera para mí de regalo (claro que ya mismo<br />

la estamos por devorar con Mónica). Me emocionó su gesto casi hasta las<br />

lágrimas, no porque sea nuevo, siempre nos intercambiamos con <strong>el</strong>la nues-<br />

tras habilidades culinarias, sino porque justito le falta un mes para irse <strong>en</strong><br />

libertad y de pronto cuando la ví con la torta <strong>en</strong> la mano, sonri<strong>en</strong>te y ha-<br />

ci<strong>en</strong>do bromas se me cruzó lo poco que faltaba para que, quizás, nunca más<br />

la vu<strong>el</strong>va a ver. Las boleadoras que te mandé de regalo las hizo <strong>el</strong>la. Creo<br />

que <strong>en</strong> medio de la adversidad y dificultades, ha sido una gran amistad la<br />

que nos ha unido <strong>en</strong> este tramo último de su prisión: mutuo cariño, gran<br />

respeto y una incomparable y cálida compr<strong>en</strong>sión de ambas partes. Positi-<br />

vam<strong>en</strong>te, con alegría y tristeza creo que la voy a extrañar mucho y voy a<br />

s<strong>en</strong>tir su aus<strong>en</strong>cia. Su<strong>el</strong>e pasar <strong>en</strong> estos lugares, de g<strong>en</strong>erar exc<strong>el</strong><strong>en</strong>tes r<strong>el</strong>a-<br />

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para sobr<strong>el</strong>levar la situación de prisión. Pero, a pesar d<strong>el</strong> cúmulo de b<strong>el</strong>las<br />

personas: sanas, alegres, maduras, s<strong>en</strong>cillas es utópico querer por igual o te-<br />

ner la misma profundidad <strong>en</strong> una r<strong>el</strong>ación con 60 personas. Siempre hay al-<br />

gui<strong>en</strong> o algunas con las que más comunidad e intereses te acercan. En este<br />

caso ha sido así. Creo que a pesar de la inmin<strong>en</strong>te separación, no nos cabe<br />

duda que <strong>el</strong> <strong>en</strong>riquecimi<strong>en</strong>to humano ha sido grande para las dos y me re-<br />

c o n f o rta, me ali<strong>en</strong>ta, saber que uno puede dejar algo <strong>en</strong> los demás como<br />

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