Priego de Córdoba - Periódico Adarve

La "artrosis" que sufriera Jesús Nazareno
JUAN DE DIOS LÓPEZ MARTíNEZ
Estas Navidades, mientras disfrutaba de unos
días de vacaciones en Priego, me sentí aquejado
de una dolencia en la espalda. Me dirigí al
Cen tro Médico, allá en la calle Tercia, donde fui
atendido con la amabilidad que caracteriza a
todo el personal del mismo. El doctor Barea,
amigo desde la infancia, estimó conveniente
realizar unas placas radiográficas para descartar
cualquier tipo de lesión; placas que más
tarde confirmarían que no existía daño de
alguno de consideración; solamente que los
años no perdonan. Pues bien, cuando pasé a la
sala de rayos X observé que dicho recinto
estaba presidido por un hermoso cuadro de
Jesús Nazareno, con una nota debajo que decía
algo así como que el mismo había sido donado
por la Hermandad con el expreso deseo de que
permaneciera precisamente en ese lugar. Aquello
me llamó la atención y enseguida comprendí
que debía tener una explicación lógica, pues
la sala de rayos X no es desde luego para una
clínica el lugar más idóneo para colgarnuestra
imagen más querida. Le pregunté al sanitario
que me hizo las placas el porqué de aquella
decisión, duda que no tardó en aclararme. La
decisión obedecía a que Jesús Nazareno también
había pasado por aquella sala de rayos x,
al igual que otras muchas imágenes de nuestro
pueblo, con objeto de poder ver su estado
de conservación interior. La Hermandad, en
agradecimiento, donó dicho cuadro con el
expreso deseo de que permaneciera en aquel
lugar.
Me vino entonces a la cabeza la "artrosis"
que sufriera Jesús Nazareno hacía años. Aquella
"artrosis" que un año, ya a duras penas,le
permitió echar la bendición. El mecanismo
manual ya no pudo más y aquel Viernes Santo
los prieguenses bajamos de Calvario bastante
desilusionados. Mi tío político, Tomás
Barrientos, nazareno hasta la médula, se sintió
obligado a idear un mecanismo que acabara
para siempre con aquella "artrosis", y creo
que desde ese mismo momento se puso manos
a la obra.
Por aquellos entonces yo ya había fijado mi
residencia en Córdoba, lo que me permitía
visitar Priego con mucha mayor frecuencia
que cuando residía en Madrid. La visita a la
familia era obligada y, como no, al antiguo
taller de electromecánica del tío Tomás, allá en
la calle San Marcos.
En él tenía instalado un prototipo de la
mano de Jesús; una primera idea de lo que
después se convertiría en un complejo sistema
hidráulico estudiado al mínimo detalle. El
modelo simulaba simplemente lo que podía
ser el hombro y la mano de Jesús. El antebrazo
se encontraba seccionado y articulado mediante
dos placas ovaladas, diseñadas conforme
al corte transversal del antebrazo. Una,
ADARVE I Nº 619-620 - 15 de Marzo y 1 de Abril 2002
recta y fijada al antebrazo y la otra formando
un ángulo central de aproximadamente uno
120 grados, que se unía a la primera mediante
un espárrago interior que la fijaba al brazo.
Eso permitía que la mano pudiera oscilar hacia
arriba y hacia abajo y a izquierdas y derechas.
Mi tío Tomás, detallista al máximo, pedía
opinión a todos cuantos pasaban por su taller;
siempre estaba dispuesto a recibir ideas que
pudieran mejorar su proyecto. No se podía
permitir que le quedase algún cabo suelto.
Todos sus sobrinos éramos asiduos
interlocutores, pero, en mi caso, mis primeros
estudios de formación profesional en la Universidad
Laboral de Córdoba, cinco años de
trabajo en una empresa en Madrid dedicada a
suministros industriales y mi afición por la
electrónica le hicieron ver en mí un interlocutor
válido. Muchas fueron las charlas que
mantuvimos tanto en el taller como en la casa.
Él tenía ya la idea suficientemente madurada:
una bomba alimentaría un circuito hidráulico
mientras unas válvulas electromagnéticas
darían paso al fluido que accionaría alternativamente
los distintos pistones que harían que
las placas oscilaran en las cuatro direcciones.
Todo el conjunto en sí era una idea original.
No existía nada en el mercado y su producción
tendría que ser artesanal en su práctica totalidad.
Las placas y pistones se fabricarían en
Priego, así como el depósito del aceite y el
rotor con los contactos que accionarían las
válvulas electromagnéticas. Ahora había que
localizar el resto de los componentes: los
latiguillos que conformarían las arterias del
sistema hidráulico, sus entronques o puntos
de unión, las válvulas electromagnéticas, los
contactos eléctricos. Es decir, todo aquello que
necesariamente no podía ser fabricado de
forma artesanal.
En una de aquellas visitas me mostró su
preocupación porque no encontraba unas vál-
vulas electromagnéticas capaces de soportar
una presión nominal superior a 10 kgs/cm 2 •
Creía que aquella presión no iba a ser suficiente.
Le comenté en tono jocoso «tito es mejor
asegurarse, vayamos a que Jesús en vez de
echar la bendición eche un chía te de aceite y en
lugar de comemos un hornazo nos tengamos
que comer un hoyo .. Ambos reímos largo rato
con aquella ocurrencia. Como yo había trabajado
en Madrid en una empresa dedicada a
suministros industriales conocía un tipo de
válvulas capaces de soportar una presión de
16 kgs I cm 2 • Creo recordar que eran de la marca
Danfoss, pero desconocía quién las podría suministrar
en Andalucía. Unos días más tarde él
las había localizado en Sevilla. Como yo residía
en Córdoba y estaba acostumbrado a tratar
con este tipo de materiales, me encargaba
cuantos componentes iba necesitando. Se pasaba
el día dándole vueltas a la cabeza intentando
mejorar su idea. Tenía miedo de que los
"picos" eléctricos, esa subida momentánea de
corriente que se produce al poner cualquier
sistema eléctrico en marcha, pudieran estropear
las bobinas de las válvulas electromagnéticas.
Entonces pensó en la conveniencia de
que las válvulas se accionaran mediante unos
transistores conmutadores. Rebuscando entre
sus antiguos libros de electrónica encontró
los que podían ser idóneos. Eran unos transistores
pocos usuales. Tuve que recorrer prácticamente
todas las tiendas del sector en Córdoba
para localizarlos. El circuito estaba finalizado.
Las pruebas habían dado todos los resultados
satisfactorios. Pero quedaba un detalle: la
puesta en marcha del circuito. No se podía
poner simplemente un interruptor común ya
que se corría el riesgo de que alguien lo accionara
involuntariamente y pusiera en marcha
el mecanismo en medio de la procesión. Pensó
que lo ideal sería accionarlo mediante un
sistema de mando a distancia, pero ahora el
riesgo estaba en que alguna onda ultrasónica
proveniente de cualquier otro sistema pudiera
igualmente accionarlo. No paró hasta localizarun
sistema cuya onda ultrasónica variara
a lo largo de su emisión, de forma que sólo la
pudiera reconocer su correspondiente receptor.
Por fin todo estaba acabado y con la ayuda
de otros artesanos de Priego el mecanismo fue
definitivamente instalado en el hombro de
Jesús.
Aquel Viernes Santo, cuando por vez primera
Jesús echó las tres bendiciones en total
armonía, creo que los prieguenses nos sentimos
más nazarenos que nunca. Y todo ello
gracias a una persona de nuestro pueblo, a un
nazareno por los cuatro costados que no sólo
ideo el mecanismo, sino que lo llevó a cabo a
costa de su tiempo y de su bolsillo. Todo ello
gracias a Tomás Barrientos Luque, con el que
todo Priego nos encontramos en deuda.
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