COLECCIÓN BICENTENARIO - Colombia Aprende
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121 La Independencia en el arte y el arte en la Independencia siendo su primer director Alberto Urdaneta. Esto marca un contraste abrupto con el resto de Latinoamérica, donde mucho antes se habían fundado escuelas de Bellas Artes: México (1785), Guatemala (1797), Argentina (1799), Perú (1816) y Cuba (1818) (González, 1993). La pintura histórica que se desarrolla desde finales del siglo XIX tiene como protagonistas a los héroes y sus escenas épicas. También destaca grupos de notables y la naturaleza nacional. Es una pintura de tipo académico, que se caracteriza por un dibujo sólido que compone la escena. Estas obras evidencian un manejo seguro de la técnica anatómica y pictórica, se siguen los cánones clásicos, se le da mucha atención al detalle, a las fisonomías, a las posturas, los trajes y ornamentos, a los objetos y a la escenografía. Se va más allá de un naturalismo, se vuelve teatral, imponente, se magnifica al protagonista de la pintura, que deja de representar a un simple humano, representa a un ejemplo de virtud y moral (fig. 6-7). Camilo Calderón Schrader comenta sobre la pintura histórica que se desarrolla en Colombia Esta incipiente escuela de pintura histórica nacional no tiene nada que ver con las escuelas europeas de la segunda mitad del siglo XIX, románticas, pomposas y académicas, sino que reflejan mal que bien algunas tendencias modernizantes, con lecciones aprendidas del impresionismo. Naturalmente, hay pervivencias de la academia, pero no son regla general. Una segunda característica, que no tiene excepciones, es el afán de documentación ambiental: sitios geográficos y urbanos, retratos de los protagonistas, vestuarios y objetos. La pintura histórica colombiana no tiene en este sentido fantasía, sino rigor, no inventa sino que reconstruye. Es modesta en términos creativos, pero relata los hechos con honestidad. Y, en tercer lugar, es una pintura moderna en cuanto abandona el claroscuro y utiliza colores claros vivos. Muchos de sus representantes provienen de la escuela paisajística y adaptan sus conocimientos a la pintura de historia. Zamora y Santamaría son notables ejemplos (Calderón Schrader, 2001, p. 648)
6. Francisco de Paula Santander. Ricardo Acevedo Bernal (1867-1930). Óleo sobre tela. Casa de Nariño, Bogotá, 1917. En Moreno de Ángel, Pilar. Rodríguez Plata, Horacio. (1984). Santander su Iconografía. Bogotá: Litografía Arco. p.108. 122
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La Independencia en el arte y el arte en la Independencia<br />
siendo su primer director Alberto Urdaneta. Esto marca un contraste abrupto con el resto<br />
de Latinoamérica, donde mucho antes se habían fundado escuelas de Bellas Artes: México<br />
(1785), Guatemala (1797), Argentina (1799), Perú (1816) y Cuba (1818) (González, 1993).<br />
La pintura histórica que se desarrolla desde finales del siglo XIX tiene como protagonistas a<br />
los héroes y sus escenas épicas. También destaca grupos de notables y la naturaleza nacional.<br />
Es una pintura de tipo académico, que se caracteriza por un dibujo sólido que compone la<br />
escena. Estas obras evidencian un manejo seguro de la técnica anatómica y pictórica, se<br />
siguen los cánones clásicos, se le da mucha atención al detalle, a las fisonomías, a las posturas,<br />
los trajes y ornamentos, a los objetos y a la escenografía. Se va más allá de un naturalismo, se<br />
vuelve teatral, imponente, se magnifica al protagonista de la pintura, que deja de representar<br />
a un simple humano, representa a un ejemplo de virtud y moral (fig. 6-7).<br />
Camilo Calderón Schrader comenta sobre la pintura histórica que se desarrolla en <strong>Colombia</strong><br />
Esta incipiente escuela de pintura histórica nacional no tiene nada que ver con las escuelas<br />
europeas de la segunda mitad del siglo XIX, románticas, pomposas y académicas, sino que<br />
reflejan mal que bien algunas tendencias modernizantes, con lecciones aprendidas del<br />
impresionismo. Naturalmente, hay pervivencias de la academia, pero no son regla general.<br />
Una segunda característica, que no tiene excepciones, es el afán de documentación<br />
ambiental: sitios geográficos y urbanos, retratos de los protagonistas, vestuarios y objetos.<br />
La pintura histórica colombiana no tiene en este sentido fantasía, sino rigor, no inventa sino<br />
que reconstruye. Es modesta en términos creativos, pero relata los hechos con honestidad.<br />
Y, en tercer lugar, es una pintura moderna en cuanto abandona el claroscuro y utiliza<br />
colores claros vivos. Muchos de sus representantes provienen de la escuela paisajística<br />
y adaptan sus conocimientos a la pintura de historia. Zamora y Santamaría son notables<br />
ejemplos (Calderón Schrader, 2001, p. 648)