COLECCIÓN BICENTENARIO - Colombia Aprende

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08.05.2013 Views

9 La Independencia en el arte y el arte en la Independencia Los objetos que hoy forman parte de los acervos de los museos nacionales, como el caso del Museo Nacional de la ciudad de Bogotá, sirven para un fin pedagógico: el de enseñar y recordar una memoria oficial construida en la segunda mitad del siglo XIX. Sin embargo, debemos tener en cuenta que cada de uno de estos objetos que hoy encontramos en exposiciones catalogados y organizados por un guión museográfico alguna vez tuvieron un contexto y una función completamente diferente. Como se dice vulgarmente “unas por otras”, si las piezas hubieran permanecido en sus lugares originales, tal vez nunca habríamos podido contemplarlas. Ahora bien, todos estos grandes museos que surgen en el siglo XIX tienen acumuladas inmensas cantidades de objetos de la vida material de muchas épocas y culturas. Los objetos fueron desarraigados de su lugar de origen y fueron arbitrariamente reunidos en un mismo espacio y organizados de forma “artificial”, esta situación especial debe ser tenida en cuenta al momento de estudiar o abordar los objetos materiales como fuentes para la historia y como testimonio del pasado. Otro cuidado que debe tenerse presente es el paso de los años y la inclemencia del tiempo que también la sufren los objetos, las construcciones y todo lo físico y material que nos rodea. Pensemos lo que ocurre con alguna fotografía colgada en una pared, a la que en algún momento del día el sol la ilumina directamente, con los años la fotografía va palideciendo perdiendo los colores, los tonos vivos, se vuelven rojizas. La foto después de tanto tiempo será un tímido reflejo de lo que fue al ser impresa. El tiempo también actúa sobre pinturas, esculturas, trajes, ornamentos y armas, que se oxidan, deterioran, erosionan, desgastan, se los comen las polillas, se rompen y quiebran. Todo tiende a desaparecer y con el paso del tiempo se transforman alejándose de sus mejores condiciones. Un ejemplo lo encontramos en lo que ocurre con una de las técnicas pictóricas que más resisten el paso de los años, el óleo. Los colores de las pinturas con base aceite cambian sus tonalidades, los azules son los que más sufren, se oxidan y se vuelven verdosos, los dorados se caen o se oscurecen, los colores en general pierden su vivacidad. Los restauradores han hecho una labor increíble para prolongar, recuperar y conservar los objetos artísticos que conforman las colecciones. Al final de cuentas, nos encontramos frente a un vestigio, algo que ha sobrevivido, una huella un recuerdo de algo que fue y que no lo será más. Lo que una

pintura o una escultura era en el pasado es algo que no se puede recuperar, pero lo que sobrevivió hasta nuestros días nos puede dar una idea de la cultura material de una determinada época. Aquí nos interesa toda esa cultura visual principalmente del siglo XIX y XX que representó los temas de la guerra de independencia, los individuos, los episodios y los escenarios de inicios de la vida republicana que la historiografía volvió legendarios y míticos. Objetos como pinturas, grabados, esculturas, monedas, medallas, publicidad, películas, series de televisión y billetes, entre muchos otros, nos sirven como evidencia, testimonio, pero también como lugar de memoria e identidad. Pinturas, pistas y evidencias Las pinturas nos dan testimonio silencioso de disputas, de enfrentamientos y tensiones entre los grupos sociales que se las apropian. Muchas veces no sabemos “escuchar” o no hemos educado nuestro ojo o no conseguimos comprender los códigos de una obra pictórica. De forma similar a la investigación de los detectives que siguen pistas para descubrir criminales culpables de robos o asesinatos, los restauradores y los historiadores del arte nos han brindado descubrimientos formidables sobre estas disputas silenciosas en las obras de arte. Uno de los retratos sobre Simón Bolívar pintado por José María Espinosa 1 hacia 1830 (figura 1) es bastante importante para esta reflexión. Bolívar aparece retratado como militar, con los brazos cruzados en una baranda de espaladas a un paisaje. Originalmente en esta pintura El Libertador estaba vestido como civil, –algo comprensible para la época, porque en los últimos años como presidente de la Gran Colombia Bolívar se había convertido en dictador debido a las dificultades por las que pasaba la República – entonces la obra tenía como propósito distanciarlo de su cargo militar y mostrarlo como un ciudadano 2 que trabaja a favor de la República. Un indicio fundamental para entender las dinámicas de las representaciones pictóricas puede resultar de hacer un seguimiento de las transformaciones, adaptaciones y cambios que ocurren en una pintura a través del tiempo. Las ropas con las que aparece Bolívar en la pintura, no corresponden a la versión original de José Maria Espinosa. El traje civil de Bolívar fue “repintado” 3 , 28 años después, en 1858, por Narciso Garay y A. Hagen para transformarlo en traje militar (Colección de Pintura, Museo Nacional de Colombia, 2004, p. 44). 1 José María Espinosa hacía retratos de Bolívar desde 1828. 2 Para referencias teóricas sobre el género del retrato consultar el capítulo Poder y Protesta. Peter Burke. (2005). Visto y no visto. El uso de la imagen como documento histórico. Barcelona: Ed. Crítica. (pp. 75-106). 3 Repinte: Volver a pintar sobre una obra ya finalizada. 10

pintura o una escultura era en el pasado es algo que no se puede recuperar, pero lo que sobrevivió<br />

hasta nuestros días nos puede dar una idea de la cultura material de una determinada época.<br />

Aquí nos interesa toda esa cultura visual principalmente del siglo XIX y XX que representó los temas<br />

de la guerra de independencia, los individuos, los episodios y los escenarios de inicios de la vida<br />

republicana que la historiografía volvió legendarios y míticos. Objetos como pinturas, grabados,<br />

esculturas, monedas, medallas, publicidad, películas, series de televisión y billetes, entre muchos otros,<br />

nos sirven como evidencia, testimonio, pero también como lugar de memoria e identidad.<br />

Pinturas, pistas y evidencias<br />

Las pinturas nos dan testimonio silencioso de disputas, de enfrentamientos y tensiones entre los grupos<br />

sociales que se las apropian. Muchas veces no sabemos “escuchar” o no hemos educado nuestro ojo<br />

o no conseguimos comprender los códigos de una obra pictórica. De forma similar a la investigación<br />

de los detectives que siguen pistas para descubrir criminales culpables de robos o asesinatos, los<br />

restauradores y los historiadores del arte nos han brindado descubrimientos formidables sobre estas<br />

disputas silenciosas en las obras de arte.<br />

Uno de los retratos sobre Simón Bolívar pintado por José María Espinosa 1 hacia 1830 (figura 1) es<br />

bastante importante para esta reflexión. Bolívar aparece retratado como militar, con los brazos cruzados<br />

en una baranda de espaladas a un paisaje. Originalmente en esta pintura El Libertador estaba vestido<br />

como civil, –algo comprensible para la época, porque en los últimos años como presidente de la<br />

Gran <strong>Colombia</strong> Bolívar se había convertido en dictador debido a las dificultades por las que pasaba la<br />

República – entonces la obra tenía como propósito distanciarlo de su cargo militar y mostrarlo como<br />

un ciudadano 2 que trabaja a favor de la República.<br />

Un indicio fundamental para entender las dinámicas de las representaciones pictóricas puede resultar<br />

de hacer un seguimiento de las transformaciones, adaptaciones y cambios que ocurren en una pintura<br />

a través del tiempo. Las ropas con las que aparece Bolívar en la pintura, no corresponden a la versión<br />

original de José Maria Espinosa. El traje civil de Bolívar fue “repintado” 3 , 28 años después, en 1858, por<br />

Narciso Garay y A. Hagen para transformarlo en traje militar (Colección de Pintura, Museo Nacional<br />

de <strong>Colombia</strong>, 2004, p. 44).<br />

1 José María Espinosa hacía retratos de Bolívar desde 1828.<br />

2 Para referencias teóricas sobre el género del retrato consultar el capítulo Poder y Protesta. Peter Burke. (2005). Visto y no visto.<br />

El uso de la imagen como documento histórico. Barcelona: Ed. Crítica. (pp. 75-106).<br />

3 Repinte: Volver a pintar sobre una obra ya finalizada.<br />

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