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W Vf SÍTATE<br />
UNIVERSIDAD SAN P A<br />
:BLO <strong>CEU</strong><br />
Gil MÜNIUA
HISTORIA<br />
DE LA VIDA Y DEL PONTIFICADO<br />
DEL PAPA PIÓ VII,<br />
Compuesta<br />
POR EL CABALLERO ARTAUD,<br />
Antiguo encárgalo de Negocios en Francia arca de la Santa Sede.<br />
Y THADUCIDA CUIDADOSAMENTE AL CASTELLANO.<br />
lia jo la tmcrrion lie<br />
AIDRE9 BORREGO.<br />
Tomo íí.°<br />
MADRID:<br />
IMPRENTA DE LA COMPAÑÍA TIPOGRÁFICA<br />
ca'.lc del León número 21.
CAPITULO PRIMERO.<br />
OCUPA EL PAPA EN LAS TULLERIAS EL PABELLÓN DE<br />
FLORA.—RECIBE NOTIFICACIÓN DEL NACIMIENTO DE UN<br />
SOBRINO DEL EMPEHADOH. RESPUESTA DEL PAPA.<br />
Mr. KOTZEBUE—INUNDACIÓN DEL TIBER.<br />
El Papa, que liabia residido constantemente<br />
en las Tullerías , en el pabellón de Flora, conti<br />
nuaba concediendo audiencias á los fieles. Ningu<br />
na persona de su comitiva daba motivos de queja.<br />
Recibía á veces al emperador, y siempre le ma<br />
nifestaba una benevolencia digna y afectuosa. Ha<br />
biendo dado á luz la princesa Hortensia, esposa<br />
del principe Luis, un hijo que se llamó Napo<br />
león-Luis , mandó el emperador que se remitiese<br />
al Papa una notificación oficial del nacimiento de<br />
este principe.<br />
rador.<br />
El G de enero contestó el Papa al empe<br />
"Carísimo hijo en Jesucristo.<br />
Vuestras cartas nos han llenado de uua doble alegría , pri<br />
mero porque nos anunciáis que os ha nacido un sobrino de
nuestro hermano Luis, y ademas porque las mismas cartas nos<br />
aseguran que conocéis y habéis probado el efecto de nuestro<br />
cariño y que sabéis cuanto nos interesa todo lo que pertenece<br />
al honor , al incremento , á la ventaja y al ornato de vuestra<br />
familia y ciertamente habéis juzgado bien de nos."<br />
En seguida recuerda el santo Padre al empe<br />
rador las conversaciones que juntos lian tenido,<br />
y le da gracias por la hospitalidad que con su<br />
Santidad ejerce.<br />
Responde al Obispo de Orlcans , que habién<br />
dose hecho anunciar de antemano le había habla<br />
do del concordato jermánico, que antes de partir<br />
de Roma habia recibido del emperador Francis<br />
co II una carta suplicándole que nada conclu<br />
yese en París acerca de dicho concordato. "Con<br />
todo, añadió el santo Padre, podéis comunicarnos<br />
alguna memoria sobre este objeto." Acerca de<br />
otros negocios habia tratado ya el Cardenal Fesch,<br />
que se portaba siempre con suma circunspección,<br />
por el deseo grande que tenia de agradar ú su<br />
Santidad : y por entonces fué cuando el Cardenal<br />
Antonelli escribió á Fesch una carta del tenor si<br />
guiente:<br />
No pudiendo su Santidad ignorar las mudanzas que va ú<br />
sufrir dentro de poco la república italiana, y deseando al mismo<br />
tiempo conservar el concordato hecho bajo los auspicios y au<br />
toridad de S. M. el emperador de los franceses, como presiden<br />
te de dicha república, ha dispuesta que el infrascripto Cardenal<br />
Antonelli ruogue á vuestra eminencia se sirva interponer con
S. M. sus buenos oficios , para que, sea cual fuere el gobierno<br />
que se establezca en la república susodicha, se anulen entera<br />
mente todos los decretos dados por el vice-presidente Melzi en<br />
26 de enero último, sobre los cuales ya su Santidad ha repre<br />
sentado en debido tiempo ií la sabiduría y penetración del em<br />
perador. El cslo por el bien de la relijion que siempre ha dis<br />
tinguido á V. E. mueve á S. S. á esperar con fundamento que<br />
solicitará de S. M. I. la justicia y magnanimidad debida para<br />
anular los decretos ya citados, y hacer que permanezca siempre<br />
íntegro el concordato. El infrascripto aprovecha esta ocasión<br />
de &c.<br />
Firmado, EL CARDENAL ANTONELLI.<br />
No se dio por el pronto respuesta alguna fa<br />
vorable á esta petición, á pesar de la solicitud del<br />
Cardenal Fesch, que en cuanto á esto convenía<br />
en un todo con el santo Padre. Pero ¿ qué pasaba<br />
en Roma en tales circunstancias ? Habiéndose<br />
ocupado la ciudad por algún tiempo de las noti<br />
cias del correo , se habia entregado después á sus<br />
diversiones ordinarias.<br />
Por esta época llegó á Roma el príncipe elec<br />
toral de Baviera, hoy rey Luis I, bajo el nom<br />
bre de conde de Haag. El célebre Kotzebue se<br />
presentó también en la misma capital y hubiera<br />
permanecido en ella todo el invierno á no haber<br />
se insertado en un periódico alemán la infundada<br />
noticia de que una gran nación estaba intere<br />
sada en que se aprisionase y espulsase al poeta.
Esta indicación no era de despreciar, mácsi-<br />
me después del asunto de Mr. de Vernégues. El<br />
poeta Kotzebue, salió , pues, de Roma en breve<br />
término.<br />
La noche del 31 de enero, al principio de<br />
febrero, salió el Tiber de madre. Algunos físicos<br />
han dicho que la causa de estas inundaciones del<br />
Tiber es el viento sud-ocste que soplando recia<br />
mente en la misma dirección de la embocadura<br />
entre torre Clementina y torre san Michele hace<br />
refluir sus aguas, y las impide entrar en el mar;<br />
pero de Roma á Porto, aunque no distan mas<br />
una de otra que trece ó catorce millas italianas,<br />
dá el rio tantas vueltas que no puede admitirse<br />
esa razón. La verdadera causa de semejantes inun<br />
daciones son las frecuentes lluvias hacia la parte<br />
de los Apeninos en donde el Tiber, igualmente<br />
que el Arno tiene su orijen. En pocas horas se<br />
cubrió de agua todo el barrio de Ripetta, y que<br />
daron inundados los campos opuestos. Desde las<br />
azoteas del palacio Borghese contemplábamos no<br />
sotros aquella espantosa calamidad. Llevaban las<br />
ondas del Tiber árboles y muebles, carros y ga<br />
nados que acababan de arrebatar á los campos.<br />
La calle del Orso hallábase completamente sumer-<br />
jída. Las mujeres, los niños y los ancianos no ha<br />
bían podido huir , y desde los tejados lanzaban
n<br />
penetrantes .gritos; carecían de pan y 4é tódafcte*<br />
sé de provisiones. No Se oían otras palabras que:<br />
" Bar carolo, a not, pietá, paf& ir<br />
$1 *6*tt¿iEfoal<br />
Consalvi acudió uno dé los ¿ftá^rol^espíáes'tte<br />
mandar á 'todos los panaderos qué cociesen *raa<br />
hornada estraordinatíá. A :<br />
poco'ée vio Wti espectáculo<br />
admirable. •Consálvi, qúe^o 3<br />
.tem'iac^náar su<br />
vida á las ir ajiles tablas de un foárquichüelo , iba<br />
en persona, vestido de Cardenal, á llevar pan á<br />
los q[ue le pedían en la calle del ©rsb ,.'ysu ejemplo<br />
fue imitado sin dilación por muchos romanos.<br />
Yo 'felicité á su Eminencia por'ésía conducta ¡noble<br />
y alentada) y éoñítés 1<br />
tomé había gozado<br />
de riquísima Recompensa, oyendo "las bendiciones<br />
délas mujeres y d'e los niños. -Besábanme las<br />
manos", decía, "'y befaban-ínásatipas y lospanes.<br />
Ninguno "solicitaba pan-mas ^üé ¡paía u*i dia<br />
á 'fifi de que nadie sé olvidase. Atenas ¿mo (<br />
éi%<br />
mi deber conducirme asi, para
&<br />
paree con tanto valor é intrepidez al joven príncipe<br />
Aldobrándini en hacer pasar comestibles á<br />
los infelices habitantes de las casas vecinas al palacio<br />
Borghése, igualmente que á todas las calles<br />
prócsimas que no podían comunicarse con Roma<br />
sino por medio de dicho palacio.<br />
Ademas de estos actos de humanidad de que<br />
daban ejemplo noble los jefes del gobierno , y los<br />
sujetos mas distinguidos de la sociedad, había una<br />
obligación que cumplir harto mas peligrosa: necesitábase<br />
llevar pan á mas de mil contadini, ó campesinos<br />
, repartidos por las casas de campo cercanas<br />
á Roma; pero muchos eclesiásticos, y otras personas<br />
se encargaron de llevar á cabo esta arriesgada<br />
obra de caridad. En. caso de haber continuado la<br />
creciente de las aguas nos hubiéramos retirado<br />
con todos los franceses á nuestra villa (casa de recreo)<br />
de Médicis , que es , se puede decir, la ciudadela<br />
de Roma, y adonde era imposible que<br />
llegase, á menos que sucediese un diluvio universal.<br />
El cielo estaba despejado, el viento norte soplaba<br />
constantemente; y á pesar de eso todas las<br />
ventanas de las casas inundadas estaban abiertas,<br />
y desde ellas observaba cada uno con ansiedad, y<br />
procaraba conocer el momento del reflujo de las<br />
aguas.
El 2 de febrero, á las cinco de la tarde se<br />
manifestó el primer síntoma de decremento, y<br />
resonaron súbitamente en Roma gritos de alegría<br />
y de esperanza. Pero al retirarse las ondas dejaron<br />
un espeso y malsano sedimento, que fué preciso<br />
volver inmediatamente al lecho del rio. La buena<br />
administración del Cardenal Consalvi, remedio<br />
también este mal. Distribuyéronse socorros en di<br />
nero; y por la primavera que fué bastante adelan<br />
tada, ya se conoció el influjo de esta sabia y jene-<br />
rosa política.<br />
El Papa quedó aílijidísimo al saber la inunda<br />
ción del Tiber. Sintió no haberse hallado presen<br />
te , para consolar por sí mismo á los desgraciado?,<br />
pero mitigóse su dolor, sabiendo que su ministro,<br />
tan previsor como bizarro , justificaba á fuerza de<br />
liberalidad la acertada elección de su soberano.
CAPÍTULO SEGUNDO.<br />
EL CANCILLER M A Y O R DEL IMPERIO JERMÁNICO DESEA,<br />
SEGÚN SE DICE, QUE MR. BERNIER SEA LEGADO A<br />
LATERE EN RATISBONA.—INFORMES DÉ MR. PORTALIS<br />
SOBRE LAS PETICIONES ECLESIÁSTICAS DEL P A P Á . —<br />
DISCUSIÓN SOBRE ESTE OBJETO;—CARTA DE «LUIS XIV<br />
A L CARDENAL DE L A TRÉMOUILLE.—CARTA DE LUIS<br />
XIV A INOCENCIO XII.—PETICIONES DEL PAPA.—CON<br />
FERENCIAS DE su SANTIDAD CON EL EMPERADOR.—<br />
CONDUCTA RESERVADA DE PÍO VII.- '<br />
Desde el 23 de febrero ya pensaba el santo Pa<br />
dre en su partida; éhizo saber, por medio del<br />
Cardenal Caprara, que habia formado un itine<br />
rario, con arreglo al cual, la primer parte de su<br />
comitiva, saldría el 9 de marzo, la segunda el<br />
12, la tercera, en que habia de ir su Santidad, el<br />
15, la cuarta el 18.<br />
Entretanto escribió Mr. Kolbora á Mr. Ber-<br />
nier que el deseo del elector Canciller Mayor del<br />
imperio era únicamente verle á él mismo revesti<br />
do de las funciones dé Legado á latere. El prínci-
pe había de antemano propuesto á Monseñor<br />
de la Genga (después León XII) pero actualmente<br />
prefería su Alteza al Obispo de Orleans. Al enviar<br />
á Mr. Talleyrand una copia de la carta de Mr. Kolborn<br />
, que según sospechas habia sido dictada por<br />
Mr. Bernier, decía este Obispo al ministro que en<br />
el siglo xv se habia nombrado Legado en Alemania<br />
el Cardenal Arzobispo de Arles, que por<br />
lo tanto habia ya anteriormente un ejemplar; que<br />
sin embargo, ese título podría parecer ahora demasiado<br />
elevado : que cualquiera otro desagradaría<br />
menos á la corte romana, cuyo jefe era tan<br />
fácil y condescendiente, y susajentes tan descontentadizos<br />
y desconfiados.<br />
Repetidas veces había pedido el emperador al<br />
Papa una memoria comprensiva de las varias peticiones<br />
que podías interesar á la santa Sede. Consultó<br />
su Santidad á algunos de los Cardenales de<br />
su comitiva, los cuales no se dejaron guiar completamente<br />
en la redacción de la memoria de aquel<br />
espíritu apacible y moderado que hubiera servido<br />
de norma al Cardenal Borgia, recien muerto en<br />
León. Terminada la esposicion de las peticiones,<br />
la dio el Papa á Napoleón, y este á Mr. Portalis,<br />
de quien recibió el siguiente informe:<br />
" SEÑOR:<br />
Vuestra Majestad me ha remitido un estrado de las peti-
ciones del Papa, redactado en lengua italiana, mandándome<br />
traducirlo al francés, y transcribirlo en medio marjen, estendiendo<br />
mis observaciones en la columna que quedase en blanco»<br />
Este estracto es el resumen de una memoria mas estensa que<br />
Labia sido remitida á Mr. el Cardenal Fesch, y que su Eminencia<br />
me ha comunicado. No debo ocultar á V. M. que la memoria<br />
y el resumen, los cuales solo presentan los sistemas mas<br />
ecsajerados de los doctores ultramontanos, se han retirado por<br />
parte del Papa, reemplazándolos por un nuevo escrito, que contiene<br />
representaciones y peticiones infinitamente mas razonables.<br />
Tratábase en los primeros documentos, nada menos que de<br />
combatir los cuatro artículos de la asamblea del clero francés de<br />
1682, y de subvertir toda la sabia economía de los artículos orgánicos,<br />
cuyo único objeto ha sido recordar nuestras franquicias<br />
y nuestras libertades. En el segundo escrito, han abandonado<br />
las ecsa^eraciones , v reducídose á buscar la utilidad. Parece<br />
que lo que habia animado al Papa y á los Cardenales de su<br />
comitiva, á declararse contra las libertades de la Iglesia galicana<br />
, es una carta escrita en sus últimos dias, por Luis XIV á<br />
Clemente XI, por lo cual este principe se comprometía á no<br />
dar consecuencia alguua, á la declaración del clero de Francia<br />
de 1682, y aun hacer revocar esta declaración.<br />
Pero todas las memorias de aquellos tiempos demuestran<br />
que la carta en cuestión se arrancó á la flaqueza del anciano<br />
monarca, por arte de su.fogoso confesor el jesuíta Letellier.<br />
Lo qu3 pasó en aquélla época, refiérelo d'A'ambert en su<br />
elojio de Bossuet; y también se hace mención de ello, en la<br />
cuadrajésimonona carta de la colección de epístolas familiares<br />
de Mostesquien. Lo que es cierto, es que la carta de Luis XIV<br />
á Clemente XI, no tuvo consecuencia alguna , porque hombres<br />
sabios y despejados, supieron hacer temer al mismo padre Le*-
tellier, los terribles resultados que pudiera traer consigo la<br />
publicación de estas maquinaciones.<br />
Es no obstante, cierto, que á los partidarios secretos de la<br />
corte de Roma, se atribuyó el mérito de impedir la impresión<br />
de la célebre obra de Bossuet, consagrada á la defensa de los<br />
cuatro artículos orgánicos del clero de Francia de 1682. Pero<br />
ninguna de estas combinaciones clandestinas tuvo influencia en<br />
la enseñanza publica de los Obispos y de las universidades- Los<br />
parlamentos continuaron defendiendo con el mismo valor las li<br />
bertades de la Iglesia galicana ; y todo lo que transpiró de la<br />
conducta de los jesuítas para neutralizar el ultramontanisrao<br />
en Francia, sirvió solo para preparar la tormenta que al fía<br />
descargó contra estos relijiosos en los años de 1760, y 61. Di<br />
chosamente, las anécdotas que acabo de referir á V. JVL ; pue<br />
den interesar la curiosidad , pero carecen de fuerza y de impor<br />
tancia para alarmar al gobierno. Tan cambiados están los<br />
tiempos - y tal es la disposición de los espíritus que la corte de<br />
Roma > en vez de propagar ó recordar ambiciosas pretensiones,<br />
debe ocuparse únicamente en el cuidado de sostener y defen<br />
der las prerogativas espirituales que la relijion concede al jefe<br />
de la cristiandad, y que la bien entendida política de los esta<br />
dos cristianos, está interesada en conservarle. Así el Papa»<br />
abandonado á sí mismo en su propia sabiduría, no ha tardado<br />
en conocer que era preciso separar los consejos de la ambición<br />
para concentrarlos todos en la verdadera utilidad de la Iglesia.<br />
Sobre este plan está redactada la nueva memoria. Contiene los<br />
artículos que acompaño al presente informe , escritos á media<br />
inarjen, y al lado de los cuales he puesto las observaciones que<br />
someto á V. M.<br />
{Firmado) PORTALIS."<br />
He aquí e l pasaje de d'Alembert que cita Mr.
Portalis. (Obras de d ?<br />
Aleiabert; París, Bástien,<br />
1805 , en 8." ; tomo 7,° páj. 306.)<br />
¿Se podrá creer que después de la muerte de Bossuet, Luis<br />
XIV, que treinta años antes halda manifestado una oposición<br />
tan vigorosa y enérjica á las pretensiones del Papa , tuviese<br />
la debilidad al fin de sus días de mudar propósito inducido<br />
por las criminales sujestiones de su confesor el pérfido y<br />
abominable jesuíta Lettellier? ¿Se creerá que Benito XIV tenia<br />
en su poder una carta de.este principe á Clemente XI, en<br />
que le prometía hacer retractarse á los Obispos de su reinó de<br />
la sanción splemne que habían dado á las cuatro proposiciones<br />
es decir, de la declaración que habían hecho sobre que el Papa<br />
no tenía derecho de deponer á su soberano ? ¿Se creerá que el<br />
impostor que diríjia su conciencia, había conseguido decidirle<br />
á hacer defender en todo su reino la infalibilidad del soberano<br />
Pont'iñce, proyecto que sin duda hubiera tenido lugar, si algunos<br />
hombres sabios y despreocupados no hubieran hecho te»<br />
naer y considerar al mismo jesuíta los funestos resultados que<br />
pudieran seguirse? ¿Se creerá que bajo el reinado de Luis XV,<br />
una asamblea del mismo clero, obligada por ordenes superiores<br />
haya abjurado, á la verdad bien oscuramente y sin efecto alguno,<br />
las proposiciones de 1682 ? ¿Se podrá en fin creer que la<br />
obra célebre dé Bossuet en defensa de estas cuatro proposicio.<br />
nes na haya salido á luz hasta 1730: es decir veinte y seis<br />
años después de su muerte, y no haya podido imprimirse sino<br />
en país estranjero, por no haber permitido se publicase en el<br />
reino los que entonces gobernaban? "<br />
Mr. Portalis hubiera podido citar al mismo<br />
tiempo este otro pasaje de d'Alembert, pero jeneralmente<br />
no se toma de un autor mas que lo que
favorece'á las pasiones que se quieren i disculpar.<br />
Dice así:<br />
Es notoria la resistencia que los respetables Obispos o" Aleth<br />
dé Pamiérs opusieron áLuis XIV sobre el derecho de patróka -<br />
to reyio que creían ofendía la dignidad episcopal. El monarca<br />
irritado quería llamar á su corte á los dos prelados para hacerles<br />
sentir toda la fuerza de su ¡ra: Dios os libre, señor, le dijo<br />
el Obispo de Meaux, que sinceramente deseaba su verdadera<br />
gloria; temed que un pueblo inmenso pidiendo de rodillas la<br />
bendición de los dos Obispos los acompañe en su camino desde<br />
lo ultimo del Languedoc hasta Versalles." Luis XIV cedió á tan<br />
sabio consejo: temió tuviese mal ecsito la autoridad, contra armas<br />
tan poderosas por la apariencia misma de su debilidad, y<br />
no quiso oponer á la elocuencia impetuosa de Bossuet, la elocuencia<br />
popular, pero penetrante, de la virtud intrépida y perseguida.<br />
Mr. Portalis, que en cualito á la averiguación<br />
de estas anécdotas se :<br />
fió demasiado de su secretario<br />
Mr. Coupigny, habla también eñ la relación<br />
que antecede de la carta cuarenta y' ñiteve ñe la<br />
colección de Montesquieu. Ya qfté hemos nombrado<br />
á un hombre tan grande procuraremos citar<br />
sus mismas palabras y probáremos' del modo posible<br />
que fué engañado. Aquí sé tirata > según parece<br />
de una carta de Luis XIV escrita al fin de<br />
sus dias á Clemente XI por la cual, este príncipe<br />
se obliga á no dar salida alguna á la declaraçion<br />
del clero en 1682. Citaré ecsactaraénte<br />
las palabras de la Carta de Montesquieu al S.
abate Guaseo ( 1) con fecha de 3 de noviembre<br />
de 1754 en Breda.<br />
•'Todo lo que el Pupa os ha dicho acerca de la carta de<br />
Luis XIV á Clemente XI es una anécdota muy curiosa. Y sin<br />
iluda alguna el confesor pudo mas fácilmente persuadir al rey<br />
hiciese retractarse á los ohispos de las cuatro proposiciones con<br />
sabidas , que hacerle prometer la observancia completa de su<br />
bula ¡pero los reyes á veces no pueden enmplir todo lo que<br />
prometen á ciertos y ciertos cortesanos que les aconsejan según<br />
sus intereses ."<br />
Su Santidad hubiera dicho entonces al conde<br />
de Guaseo, que viajaba á la sazón por Italia, que<br />
tenia en su poder una carta de Luis XIV á Cle<br />
mente XI en que le pometia la retractación de<br />
su clero tocante á la deliberación de las proposi<br />
ciones de 1682; que para sacar esta carta de las<br />
manos del Cardenal Albaui, Camarlengo, que<br />
rehusaba soltarla , se habia visto en la precisión<br />
de concederle, no sin algunos escrúpulos, ciertas<br />
dispensas que ecsijia.<br />
Notarán nuestros lectores que el abate Guas<br />
eo habla de una carta de Luis XIV escrita á Cle<br />
mente XI y Montesquicu de un confesor, que ab<br />
solutamente no nombra. En esto hay un error cra-<br />
(1) Kl S. abato , conde de Guaseo , uno de los cuatro académicos ho<br />
norarios estranjeros de la academia de inscripciones y bellas letras era<br />
amigo de Mr. de Montesquieu , é biza imprimir parte de las cartas que<br />
recibió del ilustre presidente , que con razón llamaba !a cabeza mejor or<br />
ganizada del siglo, y el lejisladoT de todas las naciones.
sísimo que cometió Mr. de Guaseo al referir la con<br />
versación de Benito XIV; vamos á demostrarlo:<br />
el Papa Benito, que seguramente era el hombre<br />
de su siglo, habla á Mr. de Guaseo, gran litera<br />
to y conocedor de la lengua italiana, de una car<br />
ta de Luis XIV escrita.en el reinado de Clemen<br />
te XI el 7 de julio de 1713 al Cardenal de la<br />
Tremouille encargado de negocios de Francia en<br />
Roma, cuando el padre Letellier era confesor del<br />
rey. Esta carta habla de un convenio que se hizo<br />
con el Papa Inocencio XII en 1693, y dice que<br />
desde entonces no ha habido la menor dificultad<br />
en cuanto á la expedición de las bulas de aquellos<br />
que en sus conclusiones han defendido doctrinas<br />
conformes á las mácsimas de la iglesia de Fran<br />
cia, conclusiones quebrara vez ha ignorado la corte<br />
de Roma. En el párrafo cuarto el rey se espir<br />
ea de este modo.<br />
"El Papa Inocencio XII no roe pidió que las abandonase (las<br />
mácsimas que sigue la iglesia de Francia) cuando concluí con<br />
él las diferencias comenzadas en el pontificado de Inocencio XI;<br />
sabia muy Jñen que semejante propuesta hubiera sido inútil,<br />
y el Papa, que era entonces uno de sus principales ministros,<br />
(el mismo Clemente XI á la sazón Cardenal, Albani) sabe me<br />
jor que nadie, que la obligación que contraje se reducia úni<br />
camente á no hacer ejecutar el edicto que yo mismo habia pu<br />
blicado en 1682.<br />
"Se ha dicho contra toda verdad que he faltado a la obli-<br />
gacioiLContraida en la carta que escribí á su antecesor, su-<br />
3
puesto que no lie obligado á nadie á sostener contra sus pro<br />
pios sentimientos las proposiciones del clero de Francia ; pero<br />
tampoco es justo que impida a mis subditos decir y defender<br />
sus opiniones en una cuestión, que como otras muchas teológi<br />
cas, puede decidirse variamente sin perjudicar de modo alguno<br />
á los artículos de la fé. Su Santidad pues, no tiene razón para<br />
quejarse de que falto á dicha obligación , antes bien podré yo<br />
con mas fundamento y rozón hacerlo de que no satisface á los<br />
concordatos hechos entre la santa Sede y mi corona , si per<br />
siste en desechar las bulas sobre una materia cuya doctrina no<br />
puede ya seguirse. No puedo considerar sin disgusto los fu<br />
nestos resultados de semejante repulsa, y me prometo desde<br />
ahora que un Papa tan ilustrado y tan celoso desistirá de una<br />
pretensión tan nueva y sobre la cual no puedo admitir espe<br />
diente alguno.<br />
"Entretanto, primo mió, quedo rogando ú Dios que os pros<br />
pere y guarde."<br />
("Firmado Luis.")<br />
Se observa pues que el gran rey al fin de<br />
sus días sabia escribir como en los floridos años<br />
de su juventud, y parece que el impetuoso jesuíta<br />
Letellier, que daba según Mr. d'Alembert con<br />
sejos pérfidos y criminales, en su arrebato y en su<br />
perfidia no abandonaba á su amo, y que el mis<br />
mo Bossuet, si se le hubiera llamado á infor<br />
mar en el proceso del confesor criminal, le hubie<br />
ra colmado en muchas de sus réplicas de bendi<br />
ciones fraternales. Pero el padre Letellier no que-
da absuelto solamente aquí de haber dirijido tan<br />
culpablemente los negocios eclesiásticos (1).<br />
Según las espresiones mismas de los acusa<br />
dores nada vale en la antigua demanda, y en la<br />
fecha hay que deshacer una equivocación de vein<br />
te años para averiguar de ese modo la verdad.<br />
Antes de referir los últimos acontecimientos,<br />
añadiremos que "la lectura del oficio de Luis XIV<br />
al Cardenal de la Tremouille (dice el canciller<br />
Mr. d'Aguesseau ) decidió al Papa á conferir las<br />
bulas del Obispado de Beauvais al abate de Saint-<br />
Aignan , sin ecsijirle retractación ni satisfacción<br />
alguna de las proposiciones de la asamblea de<br />
1682 que tanto habia defendido cu sus conclusio<br />
nes en 1705."<br />
Taita ecsaminar lo que dijo Benito XIV al<br />
abate de Guaseo después de haberle hablado de<br />
la carta escrita á Mr. de la Tremouille, si es que<br />
en efecto le hablo, lo cual no está auh bien averi<br />
guado, pues es muy posible que Mr. de Guaseo<br />
(1) He insertado aquí esta carta de Luis XIV ú Mr. de la Tremoui<br />
lle, y no puedo creer que esta publicación sea nueva para la santa Sede.<br />
Se imprimió en la misma liorna con este permiso'- Imprimatur si videbi-<br />
tur Rev. pat. sac palatii Apostolici magistro J. Della Porta patriarch.<br />
CortstafítHKJp. Imprimatur Fr. Philippus Anfossí sacri palatti apost. nwg.<br />
Roma. ¡VÍCCCXXV , press© Vicenzo Poggioli alia .Minerva , núm. 63.<br />
No hay en Roma censura tan severa. Se habla y se imprime á veces con<br />
mas libertad que en muchos paises que se glofím de lá suavidad de sus<br />
leyes y de su absoluta independencia.
lo confundiese. En cuanto á Montcsquieu hay ra<br />
zón para disculparle, porque no halda sino en tér<br />
minos jenerales , y únicamente sobre las prome<br />
sas , muchas veces inútiles, de los reyes da un fa<br />
llo demasiado severo; no asi en cuanto á d'Alleni-<br />
bert y Mr. Coupigny. El primero sobre todo,<br />
con aquella pedantería, afectado filosofismo y<br />
acumulación de sus crolrat-on, que tan injeniosa-<br />
mente rechazó Mr. Emery con el mismo epíteto<br />
odioso de impostor que él da á quien acusa, se ha<br />
equivocado de medio ú medio: en todo lo que ma<br />
nifiestamente debió decir Benito XIV no se trata<br />
sino de la carta que escribió Luis \I\ á Inocen<br />
cio XII el 14 de setiembre 1(593. Cuando Beni<br />
to XIV cita al Camarlengo Albani que tan adicto<br />
era á dicha carta, habla del sobrino de Clemente<br />
XI ( Albani ) heredero de los papeles de su tio.<br />
Clemente XI habia sido ministro de Inocencio<br />
XII y probablemente en vez de depositar la carta<br />
del rey en el bufete de la secretaría, la guardó en<br />
tre sus papeles , donde después la encontró su so<br />
brino el Camarlengo. Ya recobrada , Benito XIV .<br />
la hizo guardar en los archivos del Vaticano. Es<br />
muy probable que Pió VII quisiese llevársela á<br />
Paris. M. Fea en sus Reflessioni storico-politic/ie y<br />
Roma 1825; asegura que la carta estaba á la sazón<br />
en Roma. Cuando Mr. Radet envió á Paris los ar-
chivos del Vaticano lo útil y lo imifiL según sus<br />
mismas espresiones, la citada carta se depo<br />
sitó en los del reino, en el palacio Soubise,<br />
cuyo director la conservó con especial cuida<br />
do. Ademas en la obra de Pradt se lee lo si<br />
guiente:<br />
Cuando los archivos de Roma se trasladaron á Paría , fué<br />
un día Napoleón al palacio de Soubise en que estaban deposi<br />
tados , y habiéndose hecho enseñar la carta de Luis XIV se la<br />
llevó consigo, y arrojándola al fuego al entrar en las 1 ullerías<br />
dijo : ya nadie vendrá á incomodarme con estas ceniza?.<br />
Después de una afirmativa tan esplícita se<br />
me permitirá declarar que yendo el 25 de abril<br />
de 1825 á los archivos del Vaticano encontré á<br />
Monseñor Marino Marín i mucho tiempo después<br />
de haber vuelto de su misión en Francia, de don<br />
de habia traido la carta de Luis XIV. Este pre<br />
lado tuvo la bondad de cedérmela , v al instante<br />
hice de ella una especie de foc similc , conservan<br />
do cuidadosamente la ortografía y abreviaturas.<br />
No lo hizo asi el canciller d'Agueusseau que, co<br />
mo puede verse , no la publicó ecsacta y literal.<br />
Mr. de Pradt la copió en las obras del canciller,<br />
pero. ú lo que parece se esmeró muy poco en la<br />
impresión de un libro, en el cual se lee al fin aantc<br />
en vez de Sainteté, palabras que seguramente re<br />
presentan ideas muy diversas.<br />
Traslado aqui la carta autógrafa , tal como se
•2-2<br />
conserva en.Roma, respetando aun la distribución<br />
misma de los renglones. (1)<br />
(1) (Ñola dtl Traductor.) Efectivamente el autor ha trasladadoírt-<br />
tegia y literal la precitada carta, y creyendo nosotros defraudar á nuestros<br />
lectores si la tradujésemos, la copiamos tal como está en el orijinal. Di<br />
ce así: •<br />
" Tres-Saint Perc, iai toujours beaucoup espere<br />
de l'exaltation de U. Ste. au pontilicat pour<br />
les aduantages de l'Egli se et l'auanccment<br />
de Xre. Ste. religión ien eprouue maintenant<br />
des effets auec bien de la ioie dans tout<br />
Al fin de esta carta hay una fórmula muy di<br />
ferente de la que habia tomado el emperador<br />
de Luis XIV, que la usaba en sus cartas autó<br />
grafas : la otra de, " £bajo el réjinwn y gobierno<br />
de nuestra santa madre Iglesia " estaba reser<br />
vada para las cartas de chancilleria firmadas so<br />
lamente por el rey, y refrendadas por un secre<br />
tario de estado. D'Aguesseau creyó que la carta<br />
contenia esta última fórmula, y la añadió á la<br />
copia que publicó de ella ( 1) pero como que no<br />
habia visto el orijinal pudo fácilmente cometer<br />
este error.<br />
Hemos hablado ya de la relación de Mr. Por"<br />
talis , y observado ademas que está llena de supo-<br />
posiciones enteramente falsas.<br />
Confiado en la fé del anterior informe, entró<br />
Napoleón en conferencia con Pió VII; pero estan<br />
do de prisa, se contentó con decir á su Santidad<br />
— " ¡Ved, Santísimo Padre, quien era Clemente<br />
XI ! ved ú lo que obligó á Luis XIV en sus ¡IU<br />
timos diasl Clemente XI era un Papa sagaz „ y<br />
habia ganado al confesor del Rey, pero hoy no e>-<br />
tan las cosas lo mismo. "<br />
(1) Detras estaba escrito del puño del rey: " A nuestro santísimo<br />
Padre el Papa " Ll sello superior de diez líneas , con tres (lores de lis á<br />
la derecha , y las cadenas de Navarra á la izquierda ; estaba sujftto con<br />
una seda blanca de varios hilos , semejante á la que sirve para bordar á<br />
pasamano.
Sospechando el Papa que confundía el empe<br />
rador dos ¿pocas distintas, estudió á fondo este<br />
negocio asi que se concluyó la conferencia. Ecsa-<br />
minó una copia de la carta escrita por el Rey á<br />
Inocencio XII en 1693, siendo su confesor el<br />
padre Lachaise; y otra copia de la que en 1713,<br />
dirijió al Cardenal La Tremouille; y mandó bus<br />
car las anécdotas de Motesquieu, las del conde de<br />
Guaseo, y las críticas de d'Alambert.<br />
Las personas que habian redactado las notas<br />
del Cardenal Caprara acerca de las leyes orgáni<br />
cas, esplicaron quizá el verdadero estado de la<br />
cuestión, y cuando el emperador quiso proseguir<br />
la conversación empezada, Pió VII solo sabia la<br />
verdad del hecho , y Napoleón no pudo reali<br />
zar su ataque sino valiéndose de suposiciones<br />
falsas y mal establecidas, (justaba el empera<br />
dor de la interpelación " ¡ Ved quien era Clemente<br />
XI! " y la repetía accionando con viveza pero<br />
sin cólera. Como su ademan era tan vehemen<br />
te al estender la mano tocaba con frecuencia el pe<br />
cho del Padre santo, esclamando sin cesar: "¿ Qué<br />
podéis responder? ¿ Qué fuerza no basta para opri<br />
mir á un anciano, á un rey cansado , fatigado,<br />
cshausto, que ha guerreado demasiados aíios y cu<br />
yas desgracias sin duda habian alterado su razón?"<br />
Oigamos como Pió VII refiere él mismo lo que
pasó entonce; : "Habíamos observado que el em<br />
perador decía siempre lo misino. No salia del<br />
año de 1713 y del padre Letellicr, y sin em<br />
bargo, pertenecía el hecho que contaba al año<br />
1693, y al padre Lachaise. Siempre que le oíamos<br />
repetir ('láñente XI, nos ocurría contestarle:<br />
Luis XIV lia escrito eso en otro tiempo; pe<br />
ro ni debíamos lisonjear mucho á Napoleón, por<br />
que el espíritu relijioso lo prohibe,ni mortificarlo<br />
porque lo impídela caridad. Con la'perspicacia<br />
que en él veíamos, si hubiésemos dicho dos pala<br />
bras, habría al instante comparado fechas, y visto<br />
que estaban embrollados los hechos; pero enton<br />
ces se hubiera encolerizado. Mr. Portalis había<br />
dicho verhalmente todas estas razones al Cardenal<br />
Antonelli; y este Mr. Portalis era quien daba al<br />
emperador esta clase de informes. Si hubiése<br />
mos correjido al emperador se habría indigna<br />
do, y despedido y maltratado á Mr. Portalis, á<br />
quien amábamos, y que recibía muy bien á<br />
los Obispos; apreciamos mucho á un hombre<br />
que honra á los Obispos; y asi nos limitamos á de-<br />
i-ir con alguna firmeza— Os engañáis; no hay<br />
nada de eso.— Pero el emperador no ha querido<br />
nunca atender á estas consideraciones."<br />
Napoleón . empero , sin comprender los moti<br />
vos de la resistencia del Papa, quedó admirado<br />
4
de la dignidad y de la dulzura de sus palabras, de<br />
aquella especie de aviso paternal y tierno que<br />
estaba pintado en sus ojos , y de la atenta obsti<br />
nación de sus respuestas. Leyó al entrar en su ga<br />
binete la memoria adjunta al informe de Mr. Por-<br />
talis de 10 de febrero , y la cual debía remitirse<br />
al Papa ; hizo en ella correcciones ; mandó suavi<br />
zar el estilo ; y en 19 de febrero le presentó Mr.<br />
Portalis otro trabajo que examinaremos en el si<br />
guiente capítulo.
CAPITULO TERCERO.<br />
MEMORIA DE MR. PORTALIS, DEL PAPA, Y DEL EMPE<br />
RADOR SOBRE VARIOS ASUNTOS.<br />
La memoria del Papa 1<br />
comprendía once artícu<br />
los. He aquí un sumario de ellos y de sus respues<br />
tas. Leíase en el preámbulo:<br />
"Reconocido S. M. á la adhesión personal de<br />
que vuestra Santidad no cesa de darle altos testi<br />
monios , y convencido de que la mas grande pros<br />
peridad de la reíijion ha de refluir en bien de sus<br />
pueblos, ha: ecsaminado con filial atención las ob<br />
servaciones y demandas que le han sido presenta<br />
das en nombre de vuestra Santidad; y se apresu<br />
ra á responder álos diversos artículos que dichas<br />
observaciones encierran.<br />
"Espone vuestra Santidad que las disposicio<br />
nes del código civil, acerca del divorcio , no es-<br />
tan en armonía con el dogma relijioso de la indi-
solubilidad del matrimonio: y desea un cambió<br />
en esta parte de la lejislaciou francesa.<br />
" La ley civil no podia proscribir el divorcio,<br />
en mi pais en donde se toleran los cultos (pie le<br />
admiten; y de todos modos habría sido poco acer<br />
tado , cambiar súbitamente una jurisprudencia<br />
naturalizada por quince años de revolución en<br />
Francia al tiempo (pie se formaba el nuevo códi<br />
go civil. Las leves civiles no pueden en jeneral,<br />
tener otra bondad que la relativa. Deben adap<br />
tarse á la situación en que un pueblo se encuen<br />
tra; y el tiempo es el que lleva en sí los medios de<br />
perfeccionarlas. Solo á las leves rclijiosas perte<br />
nece recomendar el bien absoluto, (jur es por su<br />
naturaleza inmutable. Pero con el objeto de que<br />
nunca se halle la conducta de los ministros del cul<br />
to católico, en contradicción con los dogmas (pie<br />
profesan, ha declarado S. M. por medio del mi<br />
nisterio de cultos, en carta circular del de ju<br />
nio de 1802 , (pie los ministros del culto católico<br />
quedan facultados para rehusar la bendición nup<br />
cial á los esposos que se casen después de un divor<br />
cio, pero antes queso disolviese el primer matri<br />
monio por fallecimiento de uno de los contrayen<br />
tes. S. M. ha declarado, que semejante denegación<br />
por parte de los ministros del culto católico, no<br />
podría fundar recurso alguno alconscjo de Estado.
" En el articulo segundo se trata de conservar<br />
á los Obispos la inspección natural que les perte<br />
nece sobre la moral, y la conducta de los clérigos<br />
sometidos á su solicitud.<br />
" Las leyes francesas no se han curado ¿le atri<br />
buir á los ajentes de la autoridad civil los dere<br />
chos esenciales cuyo ejercicio pertenece solo á la<br />
autoridad episcopal. La autoridad seglar debe in<br />
contestablemente conocer de los delitos de los ecle<br />
siásticos, cuando estos delitos chocan contra las le<br />
yes que obligan átodo ciudadano; pues no se pier<br />
de la cualidad de tal, al adquirir la de sacer<br />
dote. Continúan, por lo tanto, sometidos alas<br />
leves v á las autoridades, á las cuales codo ciu-<br />
dadano debe sumisión y obediencia: pero si se tra--<br />
•ta de delitos puramente eclesiásticos; de delitos<br />
que solo interesan á la disciplina , y susceptibles<br />
únicamente de las penas que los cánones imponen,<br />
está reconocido que son los Obispos los jueces na<br />
turales de estos delitos, y la autoridad seglar no<br />
puede tomar conocimiento de ellos, según nues<br />
tras mácsimas nacionales, sino en el caso de abu<br />
so. Así en niii ocasiones han sido enviados los ecle<br />
siásticos por orden espresa de S. M., á la censura<br />
pastoral dé los Obispos, cuando estos eclesiásticos<br />
han sido denunciados por hechos relativos á fal<br />
tas que pudieran herir los deberes y la dignidad
del sacerdocio. Si ccsisten actos insólitos por par<br />
te de algunos ajentes de la autoridad civil, con<br />
siste en que no son todos los hombres bastante<br />
discretos para ceñirse constantemente á los tér<br />
minos precisos desús atribuciones."<br />
El artículo bercero de las peticiones del Papa<br />
tiene por objeto reclamar para el clero católico los<br />
medios de ecsistir con decencia, y de perpe<br />
tuarse para la relijion , que no puede subsistir sin<br />
ministros. La contestación, larga y circunstancia<br />
dísima espítese con la mayor delicadeza y afecto,<br />
todo lo que con respecto á este punto se habia ya<br />
hecho, y se pensaba hacer.<br />
Artículo cuarto. " Vuestra^Santidad desearía<br />
que se renovasen las antiguas leves, acerca de la<br />
celebración de los domingos y dias de fiesta de<br />
guardar. En este deseo descubre S. M. los senti<br />
mientos piadosos y las miras de buen orden que á<br />
vuestra Santidad animan La esperiencia<br />
prueba que en las grandes ciudades cuantos mo<br />
mentos se quitan al trabajóse entregan á los vi<br />
cios y al crimen. Lo esencial es que los funciona<br />
rios públicos y los ciudadanos ilustrados den ejem<br />
plo á la multitud , y por las leves actuales, todo<br />
trabajo esterior y público, está prohibido á los ciu<br />
dadanos de todas las clases. Basta advertir á las<br />
administraciones del estado, (pie no manden tra-
n<br />
bajar en obra alguna publica., ó servil, los domingos<br />
y días de precepto, esceptuando los casos<br />
urjentes que no admiten solicitud ni demora.<br />
Por el artículo quinto pedía el Papa que no se<br />
emplease en la educación pública ningún sacerdote<br />
ni relijioso casado. El ministro repone, ser la<br />
intención de S. M. que nunca se confíe la educación<br />
á sacerdotes que no estuviesen en comunión<br />
con su Obispo; (lo cual es diferente de lo que pide<br />
el Papa,) y que aun sabiendo S. M. que la<br />
enseñanza relijiosa no se descuidaba en los liceos,<br />
no obstante, daría lugar á los Obispos en las administraciones<br />
de ellos.<br />
En el artículo sesto promete S. M. velar sobre<br />
el mantenimiento de la paz relijiosa, que dichosamente<br />
deberá resultar de la reconciliación<br />
del santo Padre con los sacerdotes constitucionales.<br />
Artículo séptimo. " S. M. volverá al culto el<br />
templo de santa Genoveva, Patrono, de Paris;<br />
pero en cuanto al restablecimiento de las congregaciones<br />
de clérigos se reserva ecsaminar con madurez<br />
tan importante cuestión. Es necesario á los<br />
principios de una nueva organización eclesiástica*<br />
que el cleropueda adquirir cierta consistencia<br />
antes de que á su lado se levanten coloraciones
que muy pronto pudieran ser mas fuertes y poderosas<br />
que él mismo. Se apresura no obstante á restablecer<br />
todas las corporaciones conocidas con el<br />
nombre de Hermanas de, la Caridad, ó el de Hospitalarias<br />
consagradas por instituto á la asistencia<br />
de enfermos y educación de niñas pobres,habiendo<br />
nombrado á Madama, madre del Emperador, su<br />
protectora, para dar una prueba á estos establecimientos,<br />
tan útiles á la humanidad, de su particular<br />
solicitud."<br />
Pedia el Papa por el artículo octavo que se<br />
declarase dominante la relijion católica. Mr. Portalis<br />
responde en nombre del Emperador , (pie renovaría<br />
una ley semejante los antiguos odios al<br />
catolicismo , preparándole nuevos enemigos.<br />
Por el artículo noveno pedia protección para<br />
los antiguos establecimientos de irlandeses. Habiéndose<br />
conseguido la reunión de todos ellos en<br />
uno, el gobierno les concede su apoyo.<br />
En el décimo recomendaba los hospitales de<br />
san Lázaro, y un decretólos ha restablecido, bajo<br />
la jurisdicción del Arzobispado de Paris, como<br />
también el seminario de las Misiones estranjeras,<br />
y el del Espíritu santo, cercano á Orleans . lian sido<br />
restablecidos.<br />
Artículo undécimo. "S. M. reemplazará con<br />
una renta equivalente lo que pagaba antes el go-
3f<br />
bienio francés á la Iglesia de san. Juan de Letrau<br />
en Roma, bajo condición de que él gozará de los<br />
mismos derechos., prerogativas y honores que se<br />
daban á los antiguos reyes de Francia. (1)<br />
S. M. no dejará pasar ninguna ocasión favo-<br />
rable en que concurrir con vuestra Santidad al<br />
bien y engrandecimiento de la relijion y de sus<br />
ministros."<br />
"F'mnado—PORTAUS."<br />
Se conoce ya en esta respuesta de M. Portalis,<br />
la lisonjera intención de no emplear en sus refuta<br />
ciones, sino razones atentas y complacientes, ha*<br />
ciendo valer también los servicios verdaderamente<br />
prestados á la relijion. Asi el Papa manifestó una<br />
gratitud verdadera, aplaudiendo en secreto no<br />
haber dado antes ocasión de mortificar al minis<br />
tro , que tan bien se estaba portando con su San<br />
tidad.<br />
Solamente le quedaba que tratar con el empe-<br />
( 1) La oncena petición del Papa no fue comprendida por Mr. Por<br />
talis, porque nada pagaba la Francia á favor de-san Juan de Letran- Lo<br />
que habia era que Enrique IV, cuando su conversión, dio á dicha basí<br />
lica la Abadía de Clairac, que producía cerca de 60.000 fi\, y el capítulo ce<br />
lebraba todos los años en reconocimiento una misa solemne de aniversario<br />
á la cual asistía de ceremonia el embajador francés, colocándose sobre un<br />
estrado en el santuario. La Abadía fue vendida en la revolución y por esso<br />
se pedia un equivalente.
adór de la cuestión relativa á los dominios usurpados<br />
á la santa Sede.-—Veían los Cardenales la<br />
imposibilidad de obtener una restitución , que no<br />
estaba en manos del emperador hacer, porque había<br />
prometido mucho á su república italiana, aunque<br />
él mismo Napoleón decía con instancia al Papa<br />
que era preciso ocuparse de éste gran asunto.<br />
Pío VII en este caso entregó la memoria de que<br />
vamos á hablar; y nótese que hasta la corte<br />
del soberano Pontífice respiraba ya el aire de<br />
adulación del nuevo imperio, ápesar de que es á su<br />
Santidad á quien se le hace hablar en persona.<br />
Dice*<br />
"Antes de ceder á las repetida» invitaciones de<br />
V. M., para que os manifestásemos las ecsijencias<br />
de nuestro corazón, dudamos mucho tiempo<br />
si hacer mención de las tierras pertenecientes al<br />
dominio de la santa Sede, y retenidas en parte<br />
por el imperio francés, y en parte por la república<br />
italiana; pero al fin nos han hecho decidirnos<br />
el testimonio de nuestra conciencia, y el conocimiento<br />
que tenemos de vuestra sabiduría y equidad.<br />
Tenemos confianza de que V. M. conocerá<br />
y hará justicia á la pureza de nuestras intenciones<br />
; no atribuyéndonos otras miras, que el<br />
bien de la relijion tan íntimamente enlazado al<br />
de la santa Sede/'
3fc<br />
I "Cuantos gastos y dispendios orijinan Ift majestad<br />
del culto, conveniente a la suprema res!?<br />
deneia de la relijion católica, las dotaciones de<br />
Obispos y misioneros esparcidos en todas las par^<br />
tes del mundo ; la educación de jóvenes de todas<br />
naciones en el colejio romano de la Propaganda,<br />
cerrado al presente por falta de rentas como lo<br />
están los establecimientos particulares de algunos,<br />
reinos estranjeros; la asignación de tantas con-,<br />
gregaciones y dependencias necesarias para la espedición<br />
de los negocios de la Iglesia universal:<br />
la de los Cardenales que tienen la administración<br />
de esta misma Iglesia., las mandas, honorarios y<br />
correspondencias de los legados, nuncios y vicar<br />
rios apostólico», residentes en todas las cortes (pausaremos<br />
en silencio, si se quiere,, cuantas otras<br />
cargas , onerosas y agravantes, pero indispensables<br />
tiene la santa Sede, y para cuyo sosteninjien*<br />
to la divina providencia la habia dotado desde<br />
tiempos antiquísimos, aun anteriores á su tem»poral<br />
soberanía con rentas y patrimonios cuantiosos<br />
, no solo en Ron3a, sino en lejanos dominios),<br />
y muchas otras cargas inherentes á la digni?<br />
dad de Sumo Pontífice, subsisten hoy día, y aun<br />
tal vez se han acrecentado. AL mismo tiempo los<br />
medios de sostenerlas van disminuyendo progresivamente."
" No tenemos por necesario presentar á la<br />
vista de Y.JJVI. un cuadro de las perdidas esperi-<br />
rnentadas en el corto periodo de algunos años; bas<br />
ta con que las indiquemos. Aun no babia corrido<br />
la mitad del siglo pasado, y ya la santa Sede tu<br />
vo que contentarse con sus protestas, en vez de<br />
tener la posesión de los ducados de Parma y Pla-<br />
sencía, que sin dárselos efectivamente se le habian<br />
devuelto como suyos, y de su pertenencia por<br />
muerte del último duque Farnesio. La asamblea<br />
nacional incorporó luego á Francia Aviñon, y el<br />
Condado; y el Directorio ( 1 ) mandó la ocupación<br />
de las tres mas bellas provincias del estado ponti<br />
ficio , la Romana, Bolonia y Ferrara. Para for<br />
marse alguna idea, en fin, del este do en que estará<br />
la hacienda de la cámara apostólica pueden á esas<br />
pérdidas juntarse?es1 as otras. La de inmensas po<br />
sesiones compradas por la cámara pocos años an<br />
tes en la Mesóla , junto á Comacchio; los fondos<br />
de su alto señorío en el Piamonte , por los cuales<br />
pagaba el rey de ( Vrdeña en su cualidad de vica<br />
rio pontificio, el censo anual de un cáliz de valor<br />
de dos mil piastras ; las annatas y espediciones de<br />
( I I Es cierto que los l'apas han recibido muchas veces beneficios de<br />
las potencias católicas i tambien^lo es que otras muchas han sido estas auc-<br />
siliadas con los tesoros de aquellos. Los emperadores de Alemania, los re<br />
yes de Francia y España han agotado mas de una vtz socorros considera<br />
bles
Francia y Alemania que han cesado con el nuevo<br />
orden de cosas establecido en uno y otro imperio;<br />
las que también eran un censo, 6 renta contratado<br />
con las demás naciones por pactos solemnes y re<br />
cíprocos, como compensación de las contribucio<br />
nes que deben rendir todas las Iglesias, católi<br />
cas á, su cabeza; fondos que han servido la ma<br />
yor parte, y mas de una vez para dar cuantío-<br />
sos socorros 4 los principes cristianos ( 1) en sus<br />
guerras contra los infieles."<br />
"ínteres jeneral es de toda la cristiandad* que<br />
no le falten los medios á su jefe para llenar los de<br />
beres que le impone su conservación, como pri<br />
mado que es de Jesucristo y como tan útil y je-<br />
neralmente reconocido : y no podemos pues ser<br />
indiferentes á la pérdida de estos medios, ni des<br />
cuidarnos en dar cuantos pasos podamos para re<br />
pararla. Es esta una obligación precisa y positiva<br />
de un tutor y administrador del patrimonio de san<br />
Pedro, que se hace mas imperiosa con la fuerza<br />
del juramento que hicimos al tiempo de nuestra<br />
elevación al pontificado. Aun estamos todavía<br />
obligados por lamas estricta justicia, teniendo que<br />
pagar á los acreedores del tesoro pontificio, int ere-<br />
ses de capitales inmensos y subvenir á los menes-<br />
( 1) Se espresa de este modo por delicadeza con el jeneral BoiKcpaurte<br />
que lo hizo.
teres de los vasallos de la Iglesia romana, reduci<br />
dos á mayor necesidad por las calamidades pasadas.<br />
"Tantos padeceres oprimen nuestro corazón, y<br />
aflijen sin cesar nuestro ánimo liberal y bienhe<br />
chor por naturaleza. Deponemos pues nuestra so<br />
licitud en el seno de V. M., rogándole, conjurán<br />
dole por ese Dios, autor de la fé católica, que<br />
os ha enriquecido con tan extraordinarios dones,<br />
para que reparéis en lo que sea posible tanto me<br />
noscabo, pérdidas acumuladas sobre la santa Sede<br />
por un gobierno, que, gracias á vuestro valor y<br />
mérito, acabó de ecsistir. (1) "<br />
"A la falta de justos motivos con que el Direc<br />
torio mandó á sus tropas ocupasen el Estado ponti<br />
ficio, podíamos añadir razones políticas convincen<br />
tes, do que á mas de no resultar pérdida ninguna<br />
(J) Aludían estas palabras á un hecho muy importante. Por el trata<br />
do de Tolentino se habia visto obligado Pió VI á pagar treinta millones<br />
de libras tornesas. Según Mr. Cacault, comisario especial á la sazón en<br />
Roma no habia absolutamente duda alguna que en diamantes, oro, plata,<br />
alhajas , cálices y estatuas macizas se habia ya remitido una suma de vein<br />
te y nueve millones ; por lo tanto pedia que para gastos de caja, de tras<br />
portes y cualesquiera otros imprevistos se concediese un millón al gobier<br />
no pontificio, y se negociase por consiguiente una libran/a definitiva de<br />
treinta millones : pero llaller habló tan fuerte y descompuestamente , que<br />
el Papa dio orden de enviar á Jénova otra enorme suma, consistente la<br />
mayor paTte en diamantes , y sobre la cual podría ajenciarse el esceso<br />
que Haller le obligaba á pagar, que , suponiendo fuese él el único arbi<br />
tro en estas diferencias, no siendo mas que un millón, podría llegar cuan<br />
do mas á tres ó cuatro. Esta suma enviada á Jénova pasaba de diez millo-
para Francia, devolviendo sus dominios á un<br />
príncipe , cuyas armas defensivas son su poca fuer<br />
za temporal y su espiritual dignidad, produciría al<br />
contrario útiles resultados en el equilibrio de la<br />
Italia ; pero no queremos poner nuestra confianza<br />
después de Dios , sino en la jenerosidad y gran<br />
deza de vuestro corazón."<br />
"¿No se complacen los sinceros admiradores de<br />
vuestra gloria en encontrar tantas semejanzas en<br />
tre el antiguo fundador del imperio francés y su<br />
rejenerador ? Pues dígnese V. M. I., para comple<br />
tar el paralelo, de ejecutar ahora una imitación<br />
del acto célebre y espontáneo de Carlomagno,<br />
cuando devolvió á san Pedro el don que su padre<br />
nes : seis por lo menos eran propiedad del Papa, aun según el tratado de<br />
Tolentino. El Erario del ejército habia recibido en prendas este depósito'<br />
y después lo habia vuelto. Estos diamantes, que francamente habia confia<br />
do el Papa al cuidado de un banquero en un'pueblo que tenia guarnicien<br />
francesa , pero que no habia perdido su libertad política , estaban aun en<br />
Jénova, cuando el Directorio hizo matar en Roma á Duphot, le hizo ma<br />
tar digo, puesto que suscitó el alboroto popular, en que este jeneral dignó<br />
de mejor suerte, cayó herido de una bala de fusil. A la primera noticia de<br />
este suceso , el Directorio , oue lo sabia de antemono, hizo reéojer todo?<br />
los diamantes y se los apropió ; y por este robo tan insigne, según supe<br />
después , habian aconsejado algunos á Pió Vil qué no hiciese presente<br />
de diamantes en celebridad del concordato; aunque entonces en verdad<br />
no tenían razón en esponerse á romper negociación tan importante por<br />
el mezquino interés de algunas cajas bordadas de brillantes. Todos estos<br />
eran hechos evidentes , pero que Pió V11 no quiso se mencionasen en<br />
la memoria de que tratamos , y sin embargo Boíiaparté Sé había maní-<br />
testado frecuentemente jeneral integró, pronto siempre á castigar severa<br />
mente rapiñas semejantes.
Pepín le hizo , y tuvieron que recobrar sus glorio<br />
sas armas de los lombardos invasores á quienes<br />
venció. Hablamos del Ecsarcado y de la Pentapo-<br />
le (1) con las adicciones de otros dominios; entre<br />
ellos el Ducado de Spoleto y de Benevento."<br />
"Otra imitación sería, la de seguir el constante<br />
celo con «pie defendió Carlomaguo los derechos y<br />
prerogativas de la santa Sede, el cuidado con que<br />
V. M. le asegurase su protección poderosa en to<br />
das ocasiones y particularmente en la que por al<br />
gún acontecimiento hubiera de reunirse un con<br />
greso para tratar de la paz jeneral, obteniéndola<br />
que pudiese tener en él un enviado; no para que<br />
se mezclase en negociaciones temporales, sino con<br />
el fin de garantir con su mediación los derechos \ r<br />
posesiones de la santa Sede romana."<br />
"Quiera el cielo (pie para vuestra mayor glo<br />
ria y consuelo nuestro, pueda escribirse de V. M.<br />
lo que en los monumentos de la iglesia se lee de<br />
uno de nuestros predecesores, Esteban IV y Luis<br />
el piadoso , hijo de Carlomaguo que habia recibi<br />
do de él la corona imperial."<br />
"El señor se dignó dispensar tal protección á<br />
este Pontífice que obtuvo siempre cuanto pidió al<br />
piadoso monarca en términos que este por el gnu i -<br />
(1} La Peutapole comprendía á K í mi ni, 1 ano , Fésaro, Ancona y<br />
Humana, en el día destruida.
de afecto que profesaba á Esteban IV entre otros<br />
presentes que le hizo, regaló de su mismo patrimonio<br />
al apóstol san Pedro una casa ( curtem ) situada<br />
en la frontera de las Galias, y mandó haeer<br />
una escritura pública en que constase esta donación<br />
perpetua."<br />
Esta memoria se ecsaminó atentamente; por<br />
ella no debemos juzgar con lijereza la conducta<br />
de Pió VII, pues según él mismo sinceramente dice<br />
no era entonces mas que un tutor ó administrador<br />
de la santa Sede. Habiéndose quitado bajo<br />
los pretestos, que ya quedan desenvueltos muchas<br />
provincias al estado eclesiástico, el deber del Papa<br />
es reclamarlas, cualquiera que sea su poseedor,<br />
supuesto que es responsable de los bienes que<br />
administra; y cuando la providencia vuelva á<br />
Francia sus antiguos soberanos, á ellos mismos<br />
ecsijirá Pió VII la herencia de san Pedro. Conociendo<br />
Napoleón la fuerza de estas razones mandó<br />
dar una respuesta tal, que claramente se conocía<br />
que lo negaba, porque no tenia poder suficiente<br />
para concederlo. Nos apresuramos á presentar<br />
un documento en el cual brillan á la vez el buen<br />
Sentido, la urbanidad, circunspección y el respeto<br />
debido al jefe de la iglesia, y nos apresuramos<br />
tanto mas cuanto quizá en él hallaremos disposiciones<br />
misteriosas que nos anuncien que si<br />
6
Dios en sus-'inescrutables y supremos juicios no<br />
hubiese decretado otros destinos á la Francia, el<br />
soldado rey hubiera procurado el mismo sanar<br />
las heridas de la iglesia.<br />
poleón<br />
De este modo principiaba la memoria de Na<br />
Paris 11 de marzo de 1805.<br />
"El emperador ha leido con el mas vivo inte<br />
rés la memoria de su Santidad , concerniente á<br />
diversas reclamaciones sobre las pérdidas que ha<br />
tenido la santa Sede desde la mitad del último si<br />
glo hasta el dia, aumentando la veneración que<br />
profesa al santo Padre , la lectura de las nobles y<br />
piadosas reflecsiones que hace con este motivo.<br />
Los sentimientos de afecto y confianza que su<br />
Santidad muestra al emperador aumentarían si<br />
fuese posible su amor y gratitud filial.<br />
" Siempre ha pensado S.M. en lo útil que sería<br />
á la relijion que el soberano Pontífice de Roma<br />
fuese respetado , no solamente como cabeza de la<br />
iglesia católica,sino también como soberano inde<br />
pendiente, y en todos tiempos mirará como deber<br />
suyo defender los estados del santo Padre, y pro<br />
curarle entera y segura tranquilidad en las guer<br />
ras que puedan orijinarse todavía entre los estados<br />
cristianos.
"Han sido en verdad funestos ei siglo que acaba<br />
de pasar ( 1) y ei' precedente, al poder temporal<br />
de la santa Sede, y su poder espiritual-Ira recibido<br />
aun golpes mas acerbos. Dios ha permitido<br />
que un gran numero de pueblos osase romper toaos<br />
los 1<br />
lazos de la obediencia, entregándose aquellos<br />
mismos que no se separaron del todo de ella,<br />
á escuchar ávidamente las mácsimas destructoras<br />
de todo sentimiento religioso y de todos los principios<br />
de la moral humana. Crecia» en el! desorden<br />
honrando toda especie de incredulidad cuando<br />
Dios para eumplir sus designios suscitó al emperador:<br />
El ejemplo de este y su prestijiohan contenido<br />
desde luego el torrente de las opiniones<br />
dominante» y él fué , haciendo resonar en los<br />
templos su reconocimiento al Dios de las victorias<br />
, quien; apenas investido del supremo» poder<br />
abrió las casas del señor, levantó sus altares y<br />
cuidó de que volviesen á la obediencia de la cabeza<br />
visible de la iglesia, de Jesucristo treinta millones<br />
de católicos.<br />
**Así por lo tanto dá gracias á Dios de- haber<br />
sido- el escojido para obrar este bien; pero está lejos<br />
de creer quenada queda que trabajar para<br />
(1) Se refiere al Condado de Aviñon , que el tratado de Viena, al de<br />
volver las legaciones al santo Padre, Ha dejado á la Franeta de la mane<br />
ra mas positiva.
mantener los dichosos resultados de esta restaura<br />
ción. El imperio de la relijion se ha restablecido;<br />
las opiniones que durante dos siglos trabajaron<br />
incesantemente para minar sus bases, se conservan<br />
sin embargo con toda su fuerza y amenazan con<br />
los mismos peligros. De nada sirven el poder y las<br />
riquezas contra los ataques de tal enemigo , pues<br />
el odio y envidia mas se elevaron contra la santa<br />
Sede, cuando mas estuvo rodeada de esplendor y<br />
poder. La bondad, piedad y noble desprendimien<br />
to del soberano Pontífice que hoy reina, ase<br />
guran mas respeto y sumisión á la santa Sede que<br />
jamás obtuvo por medio de sus predecesores los<br />
mas violentos y poderosos.<br />
"Que el santo Padre ejerza con su caracterís<br />
tica moderación y dignidad , el dominio que de<br />
be á sus virtudes y al título de jefe supremo de la<br />
iglesia para edificación y felicidad de la cristian<br />
dad, es uno de los mas ardientes deseos del empe<br />
rador , que con todo su poder sostendrá el ejer<br />
cicio de un influjo tan santo y saludable' Y<br />
también quisiera por una consideración personal<br />
hacia su Santidad, Pió VII, poder contribuir al<br />
aumento y ventajas de su ecsistencia temporal,<br />
deseando se digne Dios presentarle ocasión para<br />
ello, la que con satisfacción suya aprovecharía el<br />
emperador; pero no le es permitido sacar seme-
jante consecuencia del curso de los acontecimien<br />
tos pasado?, que no están ya en manos de nadie,<br />
ni tuvo parte en ellos el emperador, habiéndolos<br />
Dios permitido antes de elevarle al trono. Invis<br />
tiéndole de tan supremo poder , Dios le ha pres<br />
crito su medida, y debe respetar los límites que<br />
le ha trazado el Señor, hallándose igualmente<br />
obligado por las leyes fundamentales del Estado<br />
y la santidad'dcl solemne juramento prestado.<br />
"El poder que Francia goza, bien caro lo<br />
ha comprado, y no está en manos del emperador<br />
disminuir en nada un imperio que es el premio<br />
de sangrientas guerras sostenidas con valor ad<br />
mirable , entere las ájitaciones y desgracias sufri<br />
das con sin igual constancia. Mucho menos le es<br />
posible disminuir el territorio de un estado ex<br />
tranjero, que entregándole los cuidados de su go<br />
bierno, le ha impuesto el deber de protejerlo, sin<br />
darle derecho de disponer del territorio que po<br />
seía cuando el emperador se encargó de sus des<br />
tinos."<br />
Había cu este lugar del proyecto de respuesta<br />
una lisonjera manifestación de ternura hacia el<br />
santo Padre, seguramente no se movia por nin<br />
gún motivo de interés, sino por santos deseos<br />
ajenos de toda consideración humana. El empe<br />
rador encontrando que no espresaban sus sen-
timientos bastantemente las palabras dictó á Mr.<br />
de Talleyraud el siguiente párrafo , (pie el mi<br />
nistro mismo escribió en la minuta.<br />
Presentes tendré eternamente estas palabras<br />
dignas de particular atención , y al recordarlas<br />
siempre que las violencias, con las cuales creen los<br />
subalternos adulará su superior, csciten nuestra<br />
indignación, no podrán menos de calmar los pri<br />
meros movimientos de ira. Estas palabras notables<br />
de Napoleón que vamos á citar salieron de lo inti<br />
mo de su alma; y al dictarlas , se dice estaba sen<br />
tado entre Mr. Cacault y Mr. de Fontanes mien<br />
tras el ministro escribía esta profesión de fé:<br />
" Si Dios nos concede la duración de vida que<br />
es común en los hombres, esperamos encontrar<br />
circunstancias tales que nos permitan consolidar y<br />
estender el dominio del santo Padre. Hoy día ya<br />
podemos y queremos tender una mano que le so<br />
corra ayudándole á salir del caos y de los escollos<br />
donde le arrojaron las crisis de la guerra pasada;<br />
para dar asi al inundo una prueba de nuestra ve<br />
neración al santo Padre, de nuestra protección á<br />
la capital de la cristiandad , y en fin del constan<br />
te deseo que nos anima de ver á nuestro relijion<br />
no ceder á ninguna otra en la pompa de sus ce<br />
remonias , brillantez de sus templos y en todo<br />
aquello que puede imponer á las naciones: ya he-
mos encargado á maestro tío el Cardenal gran li<br />
mosnero , de espliear al santo Padre nuestras<br />
tenciones en lo que hacer queremos" -(l)<br />
Después de puesta esta intercalación concluía<br />
la memoria diciendo:<br />
"Siempre fiel ai plan concebido desde el prin<br />
cipio por el emperador, hará este consistir su gm*<br />
ría y felicidad en ser uno de los mas firmes protec<br />
tores de la santa Sede, y mas sinceros defenso<br />
res de la prosperidad de las naciones cristianas.<br />
Quiere se coloquen en primer término entre las<br />
acciones que mas lustre dan á su vida, el respeto<br />
que siempre ha mostrado á la iglesia romana y el<br />
logro de sus esfuerzos para concillarle el corazón<br />
y la fe de la primera nación del universo."<br />
En este último párrafo tan elocuente y anima-<br />
(1) En la respuesta oficial, á estas palabras que parecerán tal vez<br />
muy comunes, y que en mi sentir debieron respetarse, se ven sustituida»<br />
estas otras tan poco espresivas y tan comunes en otro sentido, " y hablar-<br />
le de nuestras afectuosas disposiciones. " Ya que se quiso eorrejir al empe<br />
rador no debió ser haciéndole anunciar disposiciones afectuosas. Se usa<br />
jeneralmente de esta palabra cuando habla un superior á un inferior; y<br />
aunque es cierto que Napoleón la usaba, estoy firmemente persuadido que<br />
era en la intención de dominar: aquí Napoleón era otro hombre, creta,<br />
no deseaba mas qne vida; parecía en fin prometer piedad y justicia algv*<br />
dia, después de las otras guerras que meditaba, es decir, después de ha<br />
ber concluido con la Europa y con las Indias. Por último su respuesta n<br />
la santa Sede equivalía á esto : " Me pedis lo que no os puedo dar<br />
alguna cota queremos hacer, esperad."
do, consentido, sino fue dictado, por Napoleón, de<br />
bía encontrar Pío VII también una especie de hon<br />
rosa confesión de enmienda francamente hecha de<br />
la vanidad que al jeneral hizo decir en Ejipto, que<br />
había él echado de Roma al Vicario de Jesucris<br />
to en la tierra. También debieron dulcificar sus<br />
pesares las seguridades de que estaba llena la res<br />
puesta.
CAPITULO CUARTO.<br />
RECELOS DEL PAPA DE QUE ECSJSTE UN PROYECTO DE<br />
DETENERLE EN PARÍS.—sü RESPUESTA SUBLIME.—so<br />
CIEDADES DE ROMA.—LA CEREMONIA DE PASCUAS EN<br />
LA IGLESIA DE SAN PEDKO.<br />
¿Pero estos sentimientos durarán mucho tiempo?<br />
No se encontrarán en Napoleón dos hombres<br />
distintos siempre que se trate de negocios religiosos?<br />
¿No se dejará ver desde luego un ánimo justo»<br />
pronto, fácil, franco, que. sabe pedir un conseja<br />
sobre materias políticas que no ha estudiado, que<br />
recibe con docilidad una dirección saludable, y la<br />
sigue con toda la eficacia de una convicción íntx-r<br />
ma; un carácter en fin inquieto, poseído de un orgullo<br />
loco, de una erudición nada profunda, que<br />
envidia la misión de los clérigos, y que se cree humillado<br />
, porque el emperador no es en el descanso<br />
de las batallas el pontífice de la nación, conforme<br />
ha sido el regulador supremo de las operaciones<br />
militares ? ¿Por qué, según este otro Ñapo-<br />
•
león , no habían de estar las conciencias inmobles<br />
y sujetas á un mandamiento que suspenderla la<br />
acción moral de tantos miles de hombres, cuando<br />
una voz brutal gritase á la intelijencia. reposo, in<br />
movilidad ó silencio! ¡De este modo, la iglesia mas<br />
numerosa estaria constantemente en paz! Pero<br />
alegrémonos de haber sorprendido una intención<br />
relijiosa, una impresión bastantemente sentida,<br />
que en lo sucesivo no puede ser indiferente al<br />
Padre santo , y que sin duda consoló su corazón<br />
bondadoso, resignado, que deseaba siempre amar,<br />
que sabia esperar, y que habia lcido en la historia<br />
sagrada que Dios toca de cuando en cuando los<br />
corazones obstinados, antes de convertirlos entera<br />
mente á sí.<br />
Los Cardenales y Prelados del séquito del Pa<br />
pa tomaron sincera parte en el gozo de su Santi<br />
dad y no profirieron , aunque se dijo que sí, la<br />
mas mínima queja por la espresa negativa que<br />
acababa de recibir.<br />
Continuaba el santo Padre sus visitas á las<br />
iglesias, y bendecía con la misma bondad á cuan<br />
tos venían á sus pies : á Mr. de Lalandc que no se<br />
gloriaba ya del nombre de ateo, y á las matro<br />
nas piadosas que habian socorrido la relijion v<br />
sus ministros en las desgracias de la Iglesia. Así<br />
se pasaba una semana tras otra, solicitando en to-
das la; facultad; do volverse: á ; Roma; cuyo permir<br />
so no llegó á conseguir sin. tener antes,, el dis<br />
gusto de que le fuese hecha la mas triste propo<br />
sición.<br />
Nunca/despues ha queridodeeir el> Papa quien<br />
fué el personaje que un dia le habló de resi<br />
dir en. Áviñon., de aceptar un palacio papal en<br />
el Arzobispado de Paris, y de la posibilidad de<br />
establecer un cuartel pri.vilejiado donde residiese<br />
.como en Constantinopla, el cuerpo diplomático<br />
acreditado cerca da su autoridad pontificia,* con<br />
derecho esclusivo do habitaren éL Aunque no<br />
venia la propuesta de Napoleón , y fueron dichas<br />
kkdimctaíaente las-primeras frases tomó un gra<br />
do de publicidad tan funesta, que el Papa creyó<br />
deber suyo aventurar esta respuesta delante del<br />
mismo negociador : " se ha esparcido. kh voz. de<br />
que se nos podarla detener en Francia.;, pero<br />
bien pueden robarnos nuestra libertad. ,.,quje el car<br />
so: está previsto. Antes dei salis 4>e Roma,,, he-<br />
mos firmado una abdicación, válida j¡ en-- forma<br />
pon si nos viésemos preso , y; está, el documento<br />
Cuera del alcance, del poden francés,«depositado<br />
en. ell Cardenal Pignatelli en PaieicniOf, Guando se<br />
Uegasea l<br />
áideclarar esos proyectos-que se medi<br />
ta» caerla, en. ellos*, únicamente, un* pobre fraile<br />
quet seUamaria Bernabé Chiaramonfii.." Aque-
lia misma tarde se pusieron á la vista del empe<br />
rador las órdenes para la partida , sin que se oye<br />
sen otras manifestaciones que las propias de la<br />
época y del tiempo necesario para disponer las<br />
postas y paradas con mas iníelijencia que á la<br />
venida del Papa.<br />
En Roma se sabia cesactamente todo lo que pa<br />
saba en Paris, porque los ministros estranjeros re<br />
sidentes en Francia escribian á sus cortes circuns<br />
tanciadamente cuanto pertenecía á la vuelta mas í><br />
menos discutida del Papa. Los gabinetes instruían<br />
á sus ajentes cerca de la santa Sede, y ademas<br />
pasando antes por León las cartas del comercio lle<br />
gaban á Liorna, desde donde se enviaban á Roma.<br />
Según estas últimas escribian regularmente los<br />
prelados á sus amigos; y Roma entre sus dudas-<br />
acerca de Paris y sus atrincheramientos en Paler-<br />
mo esperaba cuál seria la decisión del dominador<br />
de la Francia.<br />
Se ocupaba el Cardenal Consalvi en distraer<br />
á los romanos de sus preocupaciones, y muchas<br />
casas distinguidas tenían reuniones espléndidas,<br />
esmerándose en acojer obsequiosamente á la ba<br />
ronesa de Stael-que entonces viajaba por la pe<br />
nínsula. Fué en el círculo de estas sociedades re<br />
sultado de las conversaciones y pasatiempos que<br />
tuvo con los mas distinguidos personajes italia-
nos en las ciencias y letras, cuando le ocurrió<br />
la primera idea de escribir su bella Corma, pro<br />
duciendo un sublime triunfo en el capitolio la<br />
recepción de la baronesa en el modesto cuer<br />
po literario de la Arcadia. Consalvi se esmeró en<br />
que fuese tratada con la mayor distinción, asi co<br />
mo los célebres escritores que la acompañaban<br />
entre los que se veian Mr. Sismonde de Sismon-<br />
di, y Mr. Federico Schiegel. (1)<br />
Cuando partió de Roma esta dama bienhechora<br />
envió al cura de la parroquia de su posada<br />
una gran suma de dinero para que la distribuyese<br />
entre los pobres.<br />
( 1 ) Madama de Stael habló en liorna con bastante acierto, aunque<br />
estuvo á veces algún tanto imprudente. Desde el primer día de su llegada<br />
declaró que sentía agruparse á su alrededor, como para hacerle la corte»<br />
todas las diversas personas que componían el cuerpo diplomático , los mi<br />
nistros y los secretarios deseaban solícitamente una sociedad tan agrada*<br />
tile, y los cursos de antigüedades eran como fiestas en donde la vi Veía y<br />
el talento, las gracias y chistes disimulaban completamente la aridez de<br />
la arqueolojia, é interrumpían las graves- esplicációnes de mi amigo ef<br />
abate Fea entregado todo £ sus arco?, á sus columnas y 6 ata templos. El<br />
caballero Lebzeltern secretario de legación de Austria, el principe Koslo-<br />
wsky y e! caballero Souza que ejercían las mismas funciones en )a legación<br />
de Rusia y en la embajada de Portugal, no eran los menos constantes en<br />
seguirlos pasos de madama la baronesa. En cuanto á mi» muchas veces me<br />
detenían en casa negocios importantes, y ampareám conveniente evitar<br />
las ocasiones de que me preguntasen cuando restituiríamos al Papa , al<br />
soberano del pais. £ste sistema'de retiro y de prudencia dio marjen á un<br />
billete que recibí en estos términos: " He concluido con Nápol^s, quiero<br />
hablar de Roma. Hay en Ñapóles un embajador que nadie quiere ver, j<br />
en Roma uu encargado de negocios que no quiere ver á nadie: esta noche
Celebróse la fiesta de Pascuas como si el Pa<br />
pa estuviese presente ; pero no hubo la solemnidad<br />
que con su asistencia sola puede conseguirse; por<br />
que no hay nada que reemplace la sensación que<br />
causa en todos los circunstantes el verle entrar en<br />
san Pedro, llevado en su sedia gestatoria, y sobre<br />
todo, el entonar la música el solemne Ucee Sa-<br />
Gerdos magnus. El viernes santo se suspendió en<br />
la iglesia la gran cruz iluminada , (idea tomada<br />
por Miguel Anjel del Paraiso de Dante) (1) que<br />
estaré en casa con un pequeño número de amigos. " El pequeño número<br />
«le amigos que encontré ascendía á mas de cuarenta personas hacinadas<br />
en una sala mezquina y en la antecámara de una fonda Un dia me dijo<br />
madama Stael: "deque pais, de qué nación me hacen. Uds. losembaja.<br />
dores? " Después de haber estado algún tiempo discurriendo la respuesta<br />
la dije: "En verdad, señora, siguiendo los libros del derecho público con»<br />
«¡deramos á Ud. una mujer de calidad de la corte de Suecia ; ya no la<br />
creemos á Ud. suiza ni ligada tampoco eon vínculo alguno á Francia.<br />
Es Ud. en fin madama Staél, una da las primeras capacidades de la<br />
literatura de casi todos los paises , y por eso mismo los ministros reciben<br />
gustosos las ordenes que Ud. les da. " A todos estos y semejantes elojios<br />
respondía : será así, pero me es preciso no habitar en todos estos luga»<br />
res ni cuarenta leguas en contorno; se me ha propuesto que perfeccione mi<br />
francés en Riáis. " Aludía sin duda al permiso que se le iba á conceder de<br />
no acercarse á Paris : en todas sus conversaciones aprovechaba siempre la<br />
ocasión de elojiar con entusiasmo á Mr. Chateaubriand. A su vuelta pu<br />
blicó madama Stael sn Coriua.<br />
(1) lie aquí una de mis notas en la traducción del Dante. Taris Fir-<br />
minDulot, in-32. Paradis, tom. i¡ pag. 11$. " No ho leído en ningún co<br />
mentador la semejanza que puede haber entre la cruz de que se trata j<br />
la que se acostumbra á suspender en Roma el viernes, santo en medio de<br />
sau Pedro delante del altar mayor. Esta inmensa basílica no está entonces<br />
alumbrada, después del oficio de la nochesiuo por una larga cruz ilu-
produce tan estraordinarios efectos de luz y de<br />
claro oscuro; viéndose con sentimiento la poca<br />
reverencia de muchos curiosos y cstranjeros, que<br />
faltaudo á la veneración distraen con sus conver<br />
saciones profanas , mientras que el pueblo roma<br />
no reuniéndose desde puntos distantes para con<br />
templar esta muda ceremonia de la pasión, co<br />
mienza y acaba devotamente sus oraciones arro<br />
dillado, sin echar al levantarse ni una mirada de<br />
reprobación sobre aquellos que le escandalizan.<br />
minada que hace un efecto admiiable. Ks sabido en Roma que esta inven<br />
ción se debe á Miguel Anjel, y no dudo que tomase la idea del Dante,<br />
la cruz tiene de altura 75 pies, y esta suspensa -en éVaire (fetalMc de la<br />
confesión de san Pedro."
CAPITULO QUINTO.<br />
SALIDA DEL PAPA TARA ROMA.—RESIDENCIA EN ESTA<br />
CAPITAL DE UN" MINISTRO DE PLLUSIA. CEREMONIAS<br />
DEL RECIBIMIENTO DE SU SANTIDAD EL EMPERADOR<br />
LE ESCRIBE SOBRE EL CASAMIENTO DE JERÓNIMO IÍO-<br />
NAPARTE EN AMÉRICA CON UNA PROTESTANTE.<br />
A un mismo tiempo el Papa consiguió salir<br />
de Paris, y Napoleón se dirijió á Milán, para ha<br />
cerse consagrar rey de Italia. Recibió su Santidad<br />
una aeojida en Chalons-sur-Saónc que le llenó<br />
de satisfacción, y de la que diremos algunas par<br />
ticularidades oidas de su boca. En León no perdo<br />
nó medio alguno el Cardenal Fesch para propor<br />
cionarle cuanto descanso y goces puede ofrecer la<br />
segunda ciudad del reino: y el Papa conservó<br />
siempre un recuerdo lisonjero de León y de las<br />
respetuosas atenciones de su Arzobispo. Entró en<br />
Parma el 2 de mayo y escribió al emperador.<br />
Carísimo hijo en Jesucristo, salud y bendición apostólica.<br />
" Si la certeza de recibir á V. M. en Turin , nos ha hecho<br />
dilatar el escribirle, dándole noticia de nuestra persona, no
queremos dejarlo de hacer hoy antes de partimos de esta, por<br />
la Seguridad en que estamos de satisfacer el tierno interés que<br />
V. M. nos manifiesta:<br />
" Hemos llegado hasta aquí felizmente en virtud de las pre<br />
vias disposiciones que V. M. tenia dadas; y no podemos menos<br />
dé sentir una/ verdadera satisfacción al recordar los honores<br />
que nos han hecho las autoridades locales í las tropas mismas<br />
y las pruebas de afecto que nos han dado los pueblos , y que<br />
seguramente jamás olvidaremos.<br />
" Con esta ocasión, no podemos menos de recomendaros<br />
el negocio del jeneral Lesuire, del cual os presentamos en Pa<br />
rís una nota, que tal vez se habrá confundido ó estraviado<br />
entre tantas otras que á V. M. se han entregado. No podemos<br />
menos de enviaros con esta» un documento duplicado, y asegu<br />
ramos u V. M. que veremos con una verdadera satisfacción<br />
cualquier buena acojida que os mereciere dicho jeneral, que,<br />
por su sabiduría y por conocerle hace tiempo,tanto nos inte<br />
resa.<br />
"Heiteramos á V. MI nuestro afecto , y en prueba de él le<br />
concedemos con toda la sinceridad de nuestro corazón la pater<br />
nal bendición apostóla, a.<br />
"Dada en Parma el 2 de mayo del año 1805, sesto de<br />
nuestro pontificado."<br />
De mano del Papa.<br />
"Suplicamos í V^M. nos conserve en su amistad y ofrez<br />
ca nuestros respetos á su augusta esposa.<br />
¿£g "PIUS PP. VII"<br />
El 9 de mayo contestó el emperador.<br />
Santísimo Padre,<br />
Por vuestra carta de Parma he sabido habéis llegado con<br />
salud, y satisfecho de Francia y de la parte de mis estados de<br />
8
Italia que habéis atravesado: estoy desde ayer en Milán en<br />
donde espero saber muy pronto que V. S. ha vuelto á<br />
Roma.<br />
Con esto quedo rogando á Dios, santísimo Padre os con<br />
serve muchos años , &c.<br />
Vuestro devoto hijo, ¿Le<br />
En esta respuesta no se trataba del jeneral<br />
Lesuire, por el cual el Papa tan sinceramente se<br />
interesaba. Le habia conocido en Imola , en donde<br />
este jeneral se habia conducido con igual valor<br />
que acierto'. Su Santidad contaba muchas veces<br />
los temores despueblo de Imola que obedeciendo<br />
disposiciones contradictorias tan pronto<br />
esperaba á los franceses como á los austríacos y<br />
y mencionaba siempre la buena administración<br />
del eneral Lesuire.<br />
Roma se preparaba para recibir á su soberano<br />
que ya en Florencia, admitía las pruebas siempre<br />
constantes de piedad de la reina de Etruria. Con<br />
motivo de haberse resuelto en Roma que las legaciones<br />
no saldrían en cuerpo á recibir á su Santidad<br />
, descubrimos entonces, como Mr. Humboldt<br />
que tenia el título modesto de residente de Prusia,<br />
y no públicamente reconocido, tomaba oficial<br />
mente el de mijüsiro residente.<br />
Se informó circunstanciadamente al departamento<br />
de las relaciones esteriores sobre esta de-
. 59<br />
términaciolí tomada como de repente por la corté<br />
de Prusia y aceptada por la santa Sede.<br />
."Acaba de introducirse como de incógnito una especie de<br />
ministro que por su manera estfaña no parece ha disgustado"<br />
del todo al gabinete" de Roma tan circunspecto como siempre<br />
en cuanto á sus ceremonias. Mr. de Humboldt, que-no- ha<br />
sido hasta aquí para nosotros sino un residente de Prusia, y<br />
aun según se decía no reconocido públicamente, acaba de to*<br />
mar- do oficio el título de ministro residente, cu jo empleo oscuramente<br />
desempeñaba en otro- tiempo' Mr. Uhden hombre de<br />
algún saber y mediana instrucción, pero de poca esperiencia<br />
y casi desconocido. Mr; Humboldt se ha estrenado tomando<br />
el título de residente; pero la corte de Berlín, en atención al<br />
crecido numero de vasallos católicos que le ha cabido en las<br />
particiones de Polonia, ha resuelto establecer en Roma una<br />
representación mas directa y mas brillante. El secretario de<br />
Estado ha hablado de esto á Mr. Cacault y le ha dicho que se<br />
iba á nombrar á Mr. Humboldt, aunque las bulas no permiten<br />
en Roma á un ministro protestante • 61 sin embargo .en los<br />
encabezamientos de las cartas impresas toma el título de mi"<br />
nistro -residente de Prusia: nada dice á eslo el secretario de<br />
Estado, y por consiguiente la victoria de Mr. Humboldt va á<br />
ser completa,- y aun no será estraño que mas adelante tengamos<br />
en Roma un ministro inglés.<br />
Mr. Humboldt ha concluido su negociación con gran pro*<br />
dencia y acierto,- y tiene ahora en su compañía á su hermano<br />
Alejandro, célebre viajero que está haciendo sus observaciones<br />
en el museo Borgia.<br />
Desde Florencia hasta Viterbo se succedian<br />
las ceremonias relijiosas y una notificación oficial
anunció que el Pontífice entraría en Roma el 16<br />
de mayo.<br />
Conforme el orden determinado , el coche de<br />
la ciudad en que habia subido al llegar á Ponte-<br />
Molle tomó el camino de la basílica de san Pedro<br />
á cuyas puertas esperaba el Cardenal de Yorck, á<br />
pesar de sus ochenta años.<br />
Dada por el sumo Pontífice su bendición,<br />
aprocsimóse otra vez al altar para hacer su ultima<br />
oración antes de salir , y fuese que le preocupara<br />
la idea de volverse á ver en el principal templo<br />
de su capital, después de ciento ochenta y cinco<br />
dias de haberse separado de ella tan dolorosa-<br />
mente, ó que recordase los peligros que habia<br />
corrido en tránsito tan largo, quedó de rodillas<br />
como inmóvil en una especie de estasis. Ya la<br />
iglesia, donde habiéndose entrado por la tarde no<br />
se cuidó de alumbrarla para una ceremonia en la<br />
noche, principiaba á llenarse de sombra, y mas de<br />
treinta mil personas indecisas en medio de un<br />
profundo silencio se ajitaban en la oscuridad,<br />
sin concebir la causa de semejante acontecimien<br />
to, cuando el Cárdena! ConSalvi tocando lijera-<br />
mente el brazo de su Santidad le preguntó si se<br />
habia sentido débil. Apretó el Pápala mano del<br />
Cardenal, le dio gracias por su cuidado, y le ma<br />
nifestó que habia sido efecto de su alegría y fe-
licidad, en aquel momento, la prolongación de su<br />
plegaria.<br />
Sin embargo mu, fatigado se le llevó en su<br />
silla de manos, y se le pidió no concediese en<br />
aquella noche audiencia./ alguna. Hubo iluminación<br />
jeneral en los palacios de Roma, y su Senador<br />
dio un ricevimento magnífico en el capitolio<br />
á toda la nobleza romana, y al cuerpo diplomático..;<br />
Habiéndome dado audiencia su Santidad á<br />
los dos dias, supe que el viaje habia ecsaltado su<br />
ánimo en términos que hablaba con gran vehemencia<br />
de todo lo que habí a visto, enseñaba con<br />
una especie de satisfacción las medallas que en honor<br />
suyo se. habían acuñado, y. se interrumpía á<br />
cada palabra para contar otras cosas. El instituto<br />
de las hermanas de la caridad de Paris, que tan<br />
útiles, son á nuestros enfermos , habia movido<br />
tanto su interés, que pensaba en estender su orden<br />
por Italia, Alemania é Irlanda. Después,<br />
cuando iba á decirme los motivos que habia tenido<br />
para alegrarse de su viaje , le vi revestirse<br />
de un aire mas grave, y recojerse un momento<br />
como para tratar de alguna cosa mas importante,<br />
en seguida pareció que desechábala idea que le habia<br />
ocurrido; su semblante, volvió á serenarse<br />
y siguió hablando cojiéndome la mano como para
m<br />
obligarme 6 escucharle. Quiero, dijo, contaros un<br />
suceso en prueba de lo satisfecho que debo estar<br />
de vuestros virtuosos paisanos: fio hablo de la<br />
bendición del museo á fines de diciembre, á la<br />
vuelta principalmente es cuando he recibido mas<br />
demostraciones de amor y de respeto.<br />
En* Chalons-sur-Saone, Íbamos á salir ya pa-<br />
ra León, y habia sido imponible .acercar el coche á<br />
la casa que habitábamos, por lo que nos fue pre<br />
ciso, para llegar á él, atravesar por medio de mas<br />
de dos mil personas entre mujeres y niños, viejos<br />
y jóvenes. Dos de los dragones de nuestra escolta,<br />
nos conducían hacia nuestro coche á pie hacién<br />
donos calle entre sus caballos bien apretados
m<br />
apoyamos nuestras dos manos sobre aquel de los<br />
dragones mas cercanos que ^ tenia la cara menos<br />
devota, suplicándole que nos sostuviese, diciendo -<br />
le:" Signor dragone tened piedad de nos. Pero he<br />
aquí, que el bueno del soldado (para que no nos<br />
fiemos de las caras ) en vez de-temarse el cuidado<br />
de nuestro compromiso «es cojió las manos en las<br />
que estampaba redoblados besos. Asi estuvimos<br />
como suspendido un medio minuto, entre la ra-<br />
gazza y vuestro soldado: enterneeimonos hasta<br />
derramar lágrimas en tanto que pedíamos que<br />
nos soltasen. ¡ Ah;! [hemos quedado contentísi<br />
mos del pueblo francés!<br />
El 10 de mayo escribió el Papa al emperador<br />
una carta autógrafa cuya copia es la que sigue..<br />
' Carísimo hijo en Jesucristo, salud y bendición apostólica.<br />
"Habíamos determinado escribir k V. M. así que llegáse<br />
mos á Roma, dándole noticia de nuestro feliz arribo , y reite<br />
rándole al mismo tiempo desde el lugar de nuestra residencia,<br />
nuestro agradecimiento por la buena acojida que hemos tenido<br />
en París y los cuidados que se nos han manifestado en todo<br />
nuestro viaje ¡pensábamos enviar á V. M. un correo esjbraor-><br />
diñario 3 cuando se nos presentó la carta que V. M. nos escri<br />
be con fecha del 9 de mayo, y que nos han traído desde Mi<br />
lán á Roma dos empleados de la secretaría de nuestro ministe<br />
rio de negocios estranjeroe. Su próesima partida nos pre<br />
senta la ocasión de satisfacer á nuestro primer deseo an<br />
tes de lo que lo haríamos por medio de un correo estraordi-<br />
nario • este llevará después el breve y las nuevas credenciales
que pensamos enviar á V. M. y al Cardenal Cap rara con mo<br />
tivo de su ecaaltacion al trono de Italia. El traba o aunque or<br />
denado desde nuestra llegada no podrá estar coicluido hasta<br />
dentro de dos dias.<br />
Os participamos pues con esta ocasión nuestra vuelta, y<br />
suplicamos no dudéis de nuestro agradecimient'. y de nuestros<br />
continuos votos al Señor por vuestra salud y prosperidad.<br />
Vamos ¿í hablaros de paso sobre otro asunto: hemos en<br />
contrado á nuestra vuelta un oficio de nuestro Cardenal Ca-<br />
prara, llegado á Roma pocas hora» antes ; en c! nos hace sa<br />
ber que el elector canciller mayor desea, según parece, que<br />
enviemos en calidad de nuestro nuncio á la die a de Ratisbona<br />
al Obispo de Orleans , lo cual, dice él, contri miria mucho al<br />
arreglo de ¡os escabrosos negocios eclesiástico" de Alemania.<br />
El Cardenal asegura que sabedor V. M. de esta disposición<br />
del canciller mayor la aprueba y facilitará su ejecución. Al sa<br />
ber todo esto nos hemos sorprendido , como sucederá á V. M.<br />
cuando sepa lo que vamos á indicarle con la confianza que so<br />
lemos.<br />
"El elector canciller mayor nos ha declaradu el primero,<br />
hace ya algunos meses, que la persona mas á propósito para<br />
misión semejante es Monseñor de la Genga, nuestro subdito,<br />
que por tanto tiempo y con aprobación jeneral ha sido nuncio<br />
en aquellos paises.<br />
Hemos participado al elector nuestro consentimiento para<br />
enviar á la dieta á este prelado: se ha alegrado sobremanera,<br />
y se habia puesto en correspondencia cou él y no es de creer<br />
que el elector haya mudado de dictamen supuesto que esta mis<br />
ma mañana ha recibido monseñor della Genga una carta suya,<br />
autógrafa, cuya copia enviamos á V. M. para que vea el empe<br />
ño que tiene en curiar de nuncio á Ratisbona á dicho prelado,<br />
por juzgarle con preferencia á otro alguno, la persona mas á<br />
propósito para conseguirlo que se pretende. Esto supuesto, no
se concibe como el mismo canciller mayor pueda figurarse que<br />
hay lugar todavía á otro nombramiento, habiendo prometido,<br />
hace ya muchos meses , dicho destino á monseñor de la Gen<br />
ga, y habiéndolo anunciado así al encerador Francisco II y<br />
otros varios príncipes de Alemania, que han manifestado por<br />
ello una satisfacción verdadera. ¿Ni cómo podriamos ahora, sin<br />
sacrificar la reputacicn de una persona que no merece insulto<br />
semejante, y sin aparecer nosotros mismos ridículos ante esos<br />
príncipes, cómo podríamos digo volvernos atrás, y nombrar á<br />
otro prelado ?<br />
Añádase á esto que Monseñor de la Genga en su larga re<br />
sidencia en Alemania, ha adquirido gran espetiencia en los<br />
negocios , lugares y personas, y desdo su vuelta á Roma no<br />
ha hecho otra cosa que ecsaminar á fondo todas estas cuestio<br />
nes, procurando informarse de las personas mas hábiles que ha<br />
hallado en Roma. Repetidas veces hemos hablado con él y le<br />
hemos comunicado nuestros sentimientos. En fin le tenemos á<br />
nuestro lado , nos hemos intimado con él, y podemos mas fá<br />
cilmente darle nuestras instrucciones.<br />
Por todas estas razones no dudamos que V. M. se hará<br />
cargo de que las cosas están en un estado que nuestra conve<br />
niencia y la reunión de todas esas reflecsiones no admiten otra<br />
elección para dicho encargo , teniendo por otra parte Monse<br />
ñor Genga todas las cualidades que se requieren para el desem<br />
peño de su comisión : por lo tanto no dudamos que V. M.<br />
conocida la verdadera situación de las cosas seguirá nuestro<br />
dictamen, y que con la poderosa ayuda y buenos oficios que<br />
interponga, se determinará este negocio en honra y gloria de<br />
Dios y de su santa relijion.<br />
No podemos menos , al cerrar esta, de saludar á vuestra<br />
augusta esposa, y dar á V. M. la paternal bendición apos<br />
tólica.
Dada en el Quirinal el 18 de mayo de 1805, sesto de<br />
nuestro pontificado.<br />
"PIUS PP. VIL<br />
En la traducción hecha para el emperador se<br />
suprimieron las salutaciones á la augusta esposa.<br />
A la vuelta del Papa á su capital, se habia tratado<br />
de que fuese un francés su mayordomo, es decir<br />
uno de los depositarios de sus secretos domésticos<br />
y un francés también su nuncio en Ratisbona.<br />
Esta carta movió al emperador y contestó al mo<br />
mento en estos términos:<br />
"Habia oido hablar vagamente del deseo que el elector can<br />
ciller mayor tenia de que fuese el Obispo de Orleans por lega<br />
do de vuestra Santidad á la dieta. Ninguna especie de interés he<br />
tomado en este asunto y cualquiera que sea el legado que haya<br />
en Ratisbona, yo le daré toda la asistencia que dependa de mí<br />
para que saque en sus asuntos todo el fruto posible á favor de<br />
vuestra Santidad."<br />
" Con este motivo ruego á Dios tibe.<br />
Carta fué esta que debia preceder á otra en<br />
que el emperador pediría un favor particular al<br />
santo Padre; pues Napoleón tenia la costumbre,<br />
muy conveniente y hábil de manifestar de ante<br />
mano su amistad y deferencia cuando se prepara<br />
ba á pedir algún favor.<br />
En Roma se sabia tal modo de proceder tan
ien,- que se esperaba u» pesar cuando se acaba<br />
ba de recibir una atención.<br />
El 24 de mayo escribió el emperadof á Su<br />
Santidad en estos términos:<br />
"He recibido la carta de V. S. del 18 de mayo, cuando ya<br />
sabia su feliz llegada á liorna; he tenido una verdadera satisfacción'<br />
en que su salud no se haya resentido de las fatigas de<br />
tan largo viaje. Parece que uno de sus primeros cuidados ha<br />
sido eV concordato; puede V. S. hacerlo publicar sin recelo alguno<br />
; porque todo se hará como correiponde. Mañana recibiré<br />
al Cardenal Caprara como á vuestro legado, y el jueves ten<br />
drá lugar su ministerio que he retardado porque nuestros pre<br />
paratiros no están hecho» He reparado que el otro dia «ra<br />
malo el tiempo,<br />
" El globo que tan* felizmente llegó á Roma el dia de la<br />
consagración (al siguiente de la fiesta de Paris ) se conservará<br />
con todo cuidado para memoria de tau estraordinario suceso;<br />
se pondrá en paraje donde puedan verlo los viajeros» y con una<br />
inscripción que diga las horas en que llegó a Roma."<br />
" Me hablado' muchas veces á vuestra Santidad de un hermano<br />
mió, joven de diez y nueve años, que envié en una fra*<br />
gata á la América, y q*e apenas pasado un mes desde su<br />
arribó se casó ( aunque menor ) en Baltimore con una protestante<br />
hija de un negociante de los Estados Uñidos. Acaba de<br />
volver' sintiendo la enormidad de su falta, y yo he reembarcado<br />
para América á la señorita Patterson su llamada esposa. Según<br />
nuestras leyes el casamiento es nulo, habiéndose olvidado un Sacerdote<br />
español al echarles la bendición, de cuales eran sus<br />
deberes.<br />
* Yo desearía de vuestra Santidad una bula que anulase<br />
este casamiento, acerca de cuyas nulidades envió á vuestra San-
tidad varias memorias del Cardenal Caselli. Me sería fácil ha<br />
cer quedase roto en Paris, pues la Iglesia galicana reconoce<br />
como nulos tales casamientos; pero me parece mejor que sea<br />
en Roma, aunque no sea mas que por dar ejemplo á los miem<br />
bros de las casas soberanas que contratasen esponsales con pro<br />
testantes.<br />
" Si vuestra Santidad quisiese hacer esto se cretamente»<br />
detendré, hasta que sepa que quiere hacerlo, la casación civil.<br />
" Ello es importante para la misma Francia que no haya de<br />
este modo cerca de mi persona, una joven protestante, y peli<br />
groso ejemplo que un menor de diez y nueve años, joven dis<br />
tinguido , se vea espuesto á tal seducción, contra las leyes ci<br />
viles y toda especie de consideraciones.<br />
" Con cuyo motivo ruego á Dios &c ."<br />
NAPOLEÓN.<br />
Inquietud causó al Papa esta carta con razón»<br />
pues por otro lado un ájente de los Estados Unidos<br />
iba á sostener la causa de la familia Patterson, y<br />
otro de la Gran-Bretaña, que no podía quedar in<br />
diferente, aprovecharía la ocasión de mostrarse fa<br />
vorable á las solicitudes hechas á nombre del pre<br />
sidente de la unión.<br />
Iban también a orijinarse nuevas dificultades<br />
de resultas de un apresamiento que habia hech o<br />
según decían, contra el derecho de jentes, el corsario<br />
francés le Tigre; pero ya sobre esto habia<br />
dado Francia a la santa Sede la satisfacción que<br />
poclia desear.
Por este tiempo, habiendo vuelto á Roma el<br />
Cardenal Fesch, fui enviado de primer secretario<br />
de legación á Florencia, y Mr. Simeón que lo era,<br />
vino á reemplazarme cerca de la santa Sede.
CAPITULO SESTO.<br />
DONES RECÍPROCOS DEL EMPERADOR Y DEL PAPA.—RES*<br />
PUESTA DE PÍO VII RELATIVA AL CASAMIENTO DE<br />
JERÓNIMO.<br />
Cuando se canjearon en Paris las diversas<br />
memorias relativas á asuntos eclesiásticos y á la<br />
restitución de provincias, se hicieron mutuos pre<br />
sentes. El Papa dio un camafeo magnífico repre<br />
sentando la continencia de Escipion y otros objetos<br />
preciosos. El emperador mandó se encargase á los<br />
mejores plateros de París cincelasen una tiara so<br />
bre modelos traídos de Roma, que á fuerza de di<br />
nero y de celo se dieron prisa á concluir y fué re<br />
mitida al santo Padre.<br />
Al momento escribió este al Emperador dándole<br />
gracias.<br />
Carísimo hijo en Jesucristo,<br />
Hemos recibido la rica tiara que os habéis servido enviarnos,<br />
y nos ha admirado á la vez , la magnificencia de V. M. y lo pri<br />
moroso de la obra.
Penetrado de vivísimo reconocimiento , doile á y. M. gracias<br />
por un don, que conservaré y admiraré siempre como un monumento<br />
de vuestra munificencia, y déla época memorable que<br />
recuerda. Le estrenaremos en la fiesta próesima de los gloriosos<br />
apóstoles Pedro y Pablo., .cuando celebro de gran pontifical en<br />
la basílica de S. Pedro; para que .pueda asi admirar toda la ciudad<br />
el gran preciodel don y la grandeza del donador.. ]$epetimp s<br />
áV. M. I. y R. los sentimientos de nuestro corazón que ya bien<br />
conoce-; y.en prendas de nuestro afecto paternal» le enviamos<br />
con toda la efusión de nuestra alma la bendición apostólica.<br />
Dada en Roma, cerca de santa María la mayor el .23..de Junio<br />
de 1805 y el sesto de nuestro pontificado.<br />
PIUS PP. Vil.<br />
Pero le,quedaba que llenar en seguida un austero<br />
deber. Tenia que dar su respuesta en la cues •<br />
fuerza de su dialéctica, la dulzura de su urbani<br />
dad, su estilo: y ademas él mismo se declara<br />
autor.<br />
Impeiial y Real Majestad,<br />
No atribuya V. M. la tardanza de la remisión del correo<br />
á otra causa que al deseo de emplear cuantos medios están á<br />
nuestro alcance, para satisfacer á las peticiones que en la carta<br />
y memorias adjuntas nos hace V. M. y nos envia por el mismo<br />
correo.<br />
En cuanto dependía de nosotros, sobre guardar un secreto<br />
impenetrable , nos hemos hecho un honor en satisfacer con la<br />
mayor ecsactitud lo solicitado por V. M. y esa es la razón porque<br />
nos hemos encargado nosotros mismos del ecsamen de la<br />
petición relativa al juicio del matrimonio en cuestión.<br />
Entre una porción de negocios que nos abruman , hemos<br />
cuidado escrupulosamente de investigar, y ver si era dado á<br />
nuestra autoridad apostólica, satisfacerlos deseos de V. M. que,<br />
atendido el fin, con gusto favoreceríamos. Pero, considerado de<br />
diversos modos el asunto , ha resultado de nuestro ecsamen,<br />
que de cuantos motivos se han propuesto, y hemos imajinado,<br />
no hay uno que nos permita como lo desearíamos, complacer á<br />
V. M. declarando nulo dicho matrimonio.<br />
Las tres memorias que V. M. nos ha remitido, se destruyen<br />
mutuamente, por fundarse todas en principios opuestos.<br />
En la primera, dejando auna parte los demás impedimentos<br />
dirimentes, se pretende que solamente dos, pueden aplicarse<br />
al caso de que se trata: á saber, la disparidad de cultos de los<br />
contrayentes , y la no intervención del cura en la celebración<br />
del matrimonio.—En la segunda, desechando estos dos impedimentos<br />
, se deducen otros dos, de la falta del consentimiento<br />
de la madre, y de los padres del mozo menor de edad, y del<br />
rapto que se designa bajo el nombre d» seducción.
La tereéra no conviene con la segunda, y propone , como<br />
único motivo de nulidad , la falta del consentimiento del párro<br />
co del esposo , que se juz.ra como necesario , en atención á que<br />
no ha variado de domicilio , pues que según la disposición del<br />
concilio de Trento , es absolutamente necesario en los casa<br />
mientos el permiso del cura de la parroquia.<br />
Analizadas estas contrarias opiniones , resulta que los im<br />
pedimentos propuestos, son cuatro: pero ecsaminándolos por<br />
separado, nos ha sido imposible encontrar alguno, que en el ca<br />
so presente, y según los principios do la iglesia, pueda autori<br />
zarnos á declarar nulo un matrimonio contraído y consumado ya t<br />
Ademas, la disparidad de culto considerada por la iglesia<br />
como impedimento dirimente , no se verifica entre dos perso<br />
nas bautizadas , aunque una de ellas no sea de la Comunión<br />
Católica.<br />
No tiene lugar este impedimento sino en los matrimonios<br />
contraidos entre un cristiano y un infiel. Aunque la iglesia no<br />
admite los matrimonios entre protestantes y católicos , los reco<br />
noce , sinembargo por válidos.<br />
No es cesacto decir que la ley de Francia , relativa á los<br />
matrimonios de los hijos no emancipados y de los menores,<br />
contraidos sin el consentimiento de los padres ó tutores, los<br />
hace nulos por lo respectivo al sacramento.<br />
El mismo poder lejislativo seglar declaró , cuando las re<br />
presentaciones del clero reunido en 1G29 , que al establecer l a<br />
nulidad de estos matrimonios , solo habian querido hablar los<br />
lejisladores de lo respectivo á los efectos civiles del matrimonio,<br />
y que los jueces seglares no podían dar otro sentido ó interpre<br />
tación á la ley : porque bien sabia Luis XIII, autor de esta de<br />
claración , que el poder secular no tiene derecho á establecer<br />
impedimentos dirimentes en el matrimonio como sacramento.<br />
La iglesia , en efecto, lejos de declarar nulos , en cuanto al<br />
10
enlace, los matrimonios hechos sin el consentimiento de los<br />
padres y tutores; aun vituperándolos , en todos tiempos los ha<br />
declarado válidos, y particularmente en el concilio de Trento.<br />
En tercer lugar, es asimismo contrario á las mácsimas de<br />
la iglesia, el deducir la nulidad del matrimonio, del rapto ó se<br />
ducción : el rapto no ea impedimento, sino cuando se contrae<br />
el matrimouio entre el raptor y la persona robada, antes de<br />
que esta sea repuesta en su plena libertad. Ahora bien , en el<br />
caso presente no hay robo, y lo que en la memoria se designa<br />
cou la voz rapto ó seducción, solo equivale á la falta de consen<br />
timiento de los padres , de lo que se deduce la seducción del<br />
menor, y no es por consiguiente un impedimento dirimente<br />
por lo que hace al lazo del matrimonio.<br />
liemos meditado sobre el cuarto impedimento, el de la<br />
clandestinidad, ó falta de permiso del cura. Proviene este im<br />
pedimento del concilio de Trento , pero la disposición del mis<br />
mo Concilio, no tiene lugar, sino en los paises, en que su fa<br />
moso decreto, Capitulo. I o<br />
. secc. '2i-, De reformationc matri-<br />
monii, se ha publicado ; y ann en este caso , solo respecto á<br />
aquellas personas para quienes se publicó.<br />
Anhelando en gran manera buscar cuantos medios nos lle<br />
vasen al fin que desearíamos , hemos puesto sumo cuidado en<br />
averiguar, si el dicho decreto del concilicio de Trento se hu<br />
biese publicado en Baltiraorc. Para esto, hemos hecho ecsa-<br />
minar con el mayor secreto los archivos de la propaganda é<br />
inquisición , donde debiera haber noticia de semejante publica<br />
ción. No hay señal de ella, sin embargo : antes por el contra<br />
rio , según varios datos , y sobre todo, según la lectura del<br />
decreto de un sínodo convocado por el Obispo de Baltimore»<br />
hemos creido que no se ha hecho semejante publicación : ni es<br />
presumible tampoco se haya hecho en un pais que ha estado<br />
siempre sujeto á herejes.<br />
Después de esta investigación de los hechos , hemos con-
siderado bajo todos sus aspectos, si el no permiso del cura,<br />
era según los principios del derecho eclesiástico , un título de<br />
nulidad, pero nos hemos convencido de que tal motivo de nu<br />
lidad no ecsiste.<br />
No ecsiste respecto al domicilio del esposo , porque es mác-<br />
siraa incontestable ; que para la validez del matrimonio, basta<br />
se observen las leyes del domicilio de uno de los dos esposos<br />
cuando uno do los dos sobre todo no ha abandonado su domi<br />
cilio fraudulentamente ; de lo que se sigue, que si donde el<br />
matrimonio se ha hecho se han observado las leyes del domi<br />
cilio de la mujer , no es necesario conformarse , donde el ma<br />
trimonio no se ha contraído , á las del domicilio del hombre.<br />
No puede tampoco ecsistir un motivo de nulidad , á causa<br />
del domicilio de la mujer, por la razón ya alegada, de que no<br />
habiéndose allí publicado el decreto del concilio de Trento,<br />
no tiene lugar su disposición, en punto á la necesidad de la<br />
presencia del cura , y por la razón ademas que aun cuando se<br />
hubiese hecho esta publicación, no se habría hecho mas que<br />
en las parroquias católicas, tratándose de un pais ordinaria<br />
mente acatólico ( 1 ) de modo que , por esto , no puede dedu»<br />
cirse la nulidad de un matrimonio misto, es decir entre un<br />
cato ico y una hereje, respecto á la cual no se hizo la publi<br />
cación.<br />
Establecióse este principio por un decreto de nuestro pre<br />
decesor Benedicto XIV , con motivo de los matrimonios viis-<br />
tos contraidos en Holanda y en la Béljica confederada. No<br />
estableciendo el decreto un derecho nuevo, y siendo solo una<br />
declaración , como anuncia su título , ( es decir , una muestra<br />
desenvuelta y razonada de lo que son en realidad semejantes<br />
( 1 ) Acatólico; no católico, usando de la í privativa á la manera<br />
griega.<br />
(.Vota del Traductor.)
matrimonios ) se echa de ver fácilmente que debe aplicarse él<br />
mismo principio, á los matrimonios contraidos entre un ca<br />
tólico y una hereje, en un pais sujeto á herejes . aun cuando<br />
se hubiere publicado el decreto, entre los católicos allí ecsis-<br />
tentes.<br />
Hemos hablado con detención a" V. M. de este análisis,<br />
para darle á conocer, bajo cuantos aspectos hemos ecsaminado<br />
el negocio , y para manifestarle el sentimiento que nos cnusa el<br />
no haber hallado una razón favorable que nos autorice á decla<br />
rarnos por la nulidad del matrimonio. La circunstancia misma<br />
de haberse celebrado ante un Obispo ( ó prélre como dice<br />
V, ¿VI.) español, muy apegado, como todos los de esta nación,<br />
á la observancia del concilio de TrentO , es una razón de mas,<br />
para creer que este matrimonio se ha contraído . con todas las<br />
formalidades con que se contraen los matrimonias t-n esté<br />
pais. Y con efecto. habiendo tenido ocasión de ver un sínodo<br />
oe católicos celebrado en Baltimore . nos hemos confirmado<br />
en la verdad del hecho.<br />
Hien se le alcanzará á V. M. que por los datos que hasta<br />
ahora tenemos sobre este asunto, no nos es posible dar en él<br />
sentencia de nulidad. Si ademas de las circunstancias ya ale<br />
gadas , hubiese otras, bastantes como prueba , á presentar un<br />
impedimento tapa* de constituir nulidad: podríamos entonce?,<br />
apoyando nuestra decisión en esta prueba . pronunciar un de<br />
creto que fuese conforme á la; reglas de la iglesia, de las (pie<br />
no podemos separarnos . invalidando un matrimonio que según<br />
la declaración de Dios, no puede desatar ningún poder hu<br />
mano.<br />
Usurpando una autoridad que no tenemos, nos haríamos<br />
culpables de un abuso el mas abominable de nuestro sagrado<br />
ministerio, ante el tribunal de Dios , v cute toda la iglesia.<br />
V. M. mismo desaprobaría en su justificación , que pronuncia-
sernos un juicio contrario al testimonio de nuestra conciencia y<br />
á los principios invariables de la iglesia. Por lo que V. M. se<br />
persuadirá de nuestro anhelo , por prestarnos á sus deseos, en<br />
cuanto de nos dependa; y que querrá aceptar esta misma de<br />
claración como un sincero testimonio de nuestro afecto pater<br />
nal. Damos á V. M. con toda la efusión del corazón , la ben<br />
dición apostólica.<br />
"pkjs pp. víi: r<br />
'*<br />
P. S. Ayer 26 de junio debió partir esta carta: pero el<br />
Cardenal de Lyon deseó que se retardase la espedicion del<br />
correo, para hacernos nuevas observaciones. Nos las presentó<br />
efectivamente, y las hemos ecsaminado, deseando nos ofre<br />
ciesen un medio para favorecer las intenciones de V. M. sin<br />
traspasarlas leyes de Dios y de la iglesia: pero bien á pesar<br />
nuestro nos liemos convencido , de que no tenemos la facultad<br />
de anular un matrimonio, cuya falta de validez no resulta de<br />
las observaciones alegadas ; como se lo hemos demostrado en<br />
nuestra respuesta, al Cardenal de Lyon cou sólidas razones.<br />
Y visto que no accedemos á sus deseos por falta de poder, y<br />
no de voluntad; V. M. como justísimo y razonable, se pene<br />
trará de nuestro sentimiento , y no dudará de nuestra bueiia<br />
disposición , si la cosa hubiese sido posible.<br />
"PIUS PP. VIL"<br />
Vista esta carta, parece que su Santidad afir<br />
ma que era un Obispo el que habia celebrado el<br />
matrimonio. Circunstancia que si es posible , ha<br />
cia mas difícil la disolución de este contrato.
CAPÍTULO S E P T M O .<br />
ALOCUCIÓN DEL PAPA A LOS CARDENALES.— RECOMEN<br />
DACIÓN DE MR. DE TALLEYKAND AL CARDENAL CON-<br />
SALVI, Á FAVOR DE UN SOBRINO DEL CARDENAL<br />
MAURY.<br />
La víspera que partiese la carta que acaba de<br />
leerse, dio el Papa cuenta en un consistorio, álos<br />
< Cardenales, de su viaje á Francia.<br />
Oigámosle á él mismo manifestar sus sentimientos<br />
con aquella'serenidad de lenguaje que<br />
le era peculiar. Me valgo aqui de esa espresion<br />
empleada por el Cardenal Consalvi para caracterizar<br />
el estilo de su Santidad.<br />
VENERABLES 'HERMANOS.<br />
Desde el primer momento de nuestra vuelta de Francia á<br />
Roma, liemos deseado ardientemente llamaros á consistorio,<br />
para que así como os participamos nuestro designio de irá<br />
Francia,-os hiciésemos también, sin tardanza, sabedores de<br />
los saludables frutos que con la ayuda de Dios hemos recabado<br />
de nuestro viaje. Mas no hemos podido, antes de ahora, satisfacer<br />
este voto de nuestro corazón, ya por los muchos preparativos<br />
que ecsijian de nosotros las Iglesias y que pronto os
propondremos, ya porque no hemos creido conveniente diferir<br />
el ecsarnen de los Obispos, á quienes se van á confiar estas<br />
Iglesias. Complácenos por fin , el que ahora podamos satisfacer<br />
nuestro deseo en este dia, vísperas de la festividad de los santos<br />
Apostóles Pedro y Pablo, pues nos empeña á celebrar con<br />
mas devoción y gratitud la fiesta de su glorioso martirio , el<br />
convencimiento de que á su especial intercesión debemos re<br />
sultados felices. Bien sabéis que el año último partimos de lio<br />
rna el 2 de Noviembre.<br />
El Papa recordó las muestras de ternura que<br />
le prodigara el pueblo romano á su salida por la<br />
puerta Anjélica: los honores que le hizo la reina<br />
deEtruria. "El rclijioso respeto que los Lioncses<br />
„mostraron,fué para el pontificado una especie de<br />
„triunfo : en Fontanablao ( 1) , tuvimos entre los<br />
„brazos á este poderoso, v para con nosotros amo<br />
rosísimo principe." En seguida detúvose en ha<br />
blar de la consagración del Emperador Napoleón,<br />
y de la emperatriz Josefina; y de la sincera y cor<br />
dial declaración de varios Obispos constituciona<br />
les, sometiéndose al juicio de la Sede apostólica<br />
sobre los negocios eclesiásticos de Francia.<br />
Estas, venerables hermanos, no son solo esperanzas, suje-<br />
ridas por nuestro viaje : pues ya se han hecho muchas cosas,<br />
(1) Nuestros antiguos decia» Fotitanabelío , Fontanablao , españoli-<br />
aando el nombre de este pueblo, cuya significación es Fuente atul ó azu<br />
lada .- blao en español significa azul, como se ré en la primera copla de<br />
Mingo Reyulgo ; y en término de blasón.<br />
( Nota del Traductor. )
Ü<br />
como en írr&$óyreuda$>de lo que aua-debe hacerse. liase dado<br />
nueva vida y calor a las Sofiigdades á^Mis^pjiey.os M hcrnw-nas<br />
dé Ja equidad? La munificencia del emperador resarcirá a S.<br />
Juan de Letran. Los pueblos délas Gaitas veneraron en noso<br />
tros al supremo pastor de la Iglesia batolica:-y nbiuiy pWlitr-<br />
bras pura esplicár cuanto zéloy ámor¡por fa\whli)ion han,<br />
mostrado los franceses* ¿ Y qué decir del ilustre clero de<br />
Francia que tanto cariño nos mostró, y al que tapto detarjpps?<br />
Hablo también su Santidad del Obispo .ele<br />
ristova y rrato, bscipion tucci. y de su reconcihaciou<br />
con la santa becte* recoiiQcieiigo^a tml§<br />
que condena las ochenta y cinco proposiciones del<br />
sínodo de Pistoya (1).<br />
(1) Efec tivamente, á su paso por Florencia, 4ç; tyuelta (£e ]¿rancia,<br />
hizo saber Pío VII al Obispo Rícci, que de buena gana I^daria uu<br />
abrazo si accedía á firmar una declaración, aceptando la bula ¡dogmática<br />
auctoran jídei , que condenaba las ochenta y cinco proposiciones estnic,<br />
tadas del sínodo de Pistoya. Ricci firmó temeroso de que la : negatiya i;§.e<br />
atribuyese á pertinacia, y obligado por los tiempos. Pero lo.çjie^fa^,<br />
que el Obispo en sus justificaciones , descubre siempre, que alimenta una<br />
opinión contrariábala infalibilidad.del Papa, y á aquella, su potestad<br />
absoluta, que los curiales de Roma atribuyen siempre, 4 la canuta .^ede.<br />
Sabido es que los curiales de Roma opinan , que el Papa es el ¿"mico vi<br />
cario y representante de Cristo; y que todos los demás. Obispos del<br />
mundo son vicarios, no de Cristo , sino del Pon tí fice romano, de, mjj-<br />
do que en la Iglesia no hay verdaderamente mas que un solo Obispo<br />
universal , que reciba de Cristo todo el depósito de autoridad eclesiás<br />
tica , que, con cierta medida, debe comunicar á sus subalternos.—Es-<br />
cipion Ricci, pues, atento, siempre á yolver el gobierno de fla Iglesia á<br />
sus primitivos principios,; opinó en la asamblea de los Obispos de Tos-<br />
cana (año.1789). que se ampliasen las facultades , no solo de los Qbjspos<br />
sino de los párrocos , y como en la antigua congregación .y comunidad<br />
de los cristianos, tuviesen ambas clases voz deliberativa en los sínodos<br />
diocesanos. Estableció después en el sínodo de Pistoya, que Jos Obispos
Envióse á París este razonamiento, pero en la<br />
traducción presentada á Napoleón , se suprimí ó el<br />
nombre dé Josefina, él de la reina de Etruria y<br />
cuanto á ellas tocaba. Hay quien asegura que Napoleón<br />
dijo: " que no debhm nunca mencionarse<br />
mujeres, en lascarías y discursos del Papa." ¿Y<br />
por qué semejante ese.lusion? ¿Pues acaso los Pontífices<br />
no han tenido .ocasión á veces de escribir a<br />
emperatrices como María Teresa, y á reinas como<br />
la de Portugal, madre de don Juan VI ? Algunos<br />
recibían inmediatamente de Cristo todas las facultades accesorias al<br />
buen gobierno de sus diócesis; y que no podían esas mismas facultades<br />
alterarse , ni impedirse . que un Obispo, siempre podía y debía reco<br />
brar sus derechos primitivos , cuando asi lo ecsijiesc el mayor bien de<br />
su Iglesia, y aunque cualquier causa hubiese interrumpido el libre<br />
ejercicio de ellos. Añadió llicci algunas doctrinas que le parecieron te<br />
merarias á la santa Sede : á saber, — que el limbo de los niños era una<br />
tabula pclajiana; que según la antigua costumbre no debía haber en una<br />
Iglesia mas que un solo altar ; que la Hturjia debia ponerse en lengua<br />
vulgar, y recitarse en alta voz: que estaba averiguado ser cosa entera<br />
mente cscojástica el tesoro de las induljencias, y una quimérica invención<br />
el haberlo querido aplicar á los difuntos ; que la convocación del Conci<br />
lio nacional es uno de los medios canónicos para terminar.las controver<br />
sias acerca de la fé y de las costumbres.<br />
Gran rumor produjeron en Italia las doctrinas del sínodo de Pisto<br />
ya, y mayor cuando Roma las condenó. Publicáronse muchos escrito»<br />
por personas del clero , doctísimas en materias eclesiásticas, algunos en<br />
favor de Roma , muchos eu favor de Pistoya. Eso es en resumen, lo<br />
ocurrido con el Obispo gicipion Ricci, y el famoso sínodo de Pistoya»<br />
que para mayor ilustración del lector poco versado en semejantes mate<br />
rias , liemos creído deber recordar aquí.<br />
( Noía del traductor.)
vieron en esto los preludios del proceder imperial<br />
que después se tuvo con María Luisa de Borbon<br />
( reina de Etruria) y Josefina, y quizá también<br />
esta opinión del emperador no fué efecto mas<br />
que de una injusta prepotencia.<br />
Mandó Napoleón á su jentilhombre Mr. de<br />
Brigode, y á su caballerizo Mr. Durosnel, acompañasen<br />
al Papa en su vuelta á Roma. Su Santidad<br />
hizo que los tratasen con mucho miramiento,<br />
y cuando salieron de Roma, les dio una carta<br />
para el emperador, en la que hablaba de ellos con<br />
especi&rTxmdad, y recomendación.<br />
Con motivo del viaje, se entablaron entre<br />
el señor Cardenal Consalvi y el señor Talleyrand,<br />
unas relaciones de amistad favorables á los negocios.<br />
Mr. Roux de Rochelle enviado a Roma para<br />
cumplimentar al Papa , de parte del emperador,<br />
refirió á Mr. de Talleyrand las consideraciones<br />
que mereció en Roma al Cardenal Consalvi. Mr.<br />
de Talleyrand tomó de aquí ocasión para escribir<br />
á su Eminencia: y á la sazón fué cuando se<br />
comunicó de oficio á Roma que Napoleón habia<br />
llamado á Jénova al Cardenal Maury.<br />
Jénova 15 Mesidor (4> julio 1805.)<br />
SEÑOR CARDENAL.<br />
El viaje de S. M. á Italia, ha proporcionado á" muchos fran<br />
ceses el que puedan ver á Roma. Cuantos han tenido la honra
de que los presentasen á V. Eminencia, se felicitan por el bon<br />
dadoso acojimiento recibido, y me comunican su satisfacción,<br />
hablándome de los sentimientos de amistad que conserváis para<br />
conmigo.<br />
No ignora V. Eminencia que el Sr. Cardenal Maury , vino<br />
á Jénova: y no se admirará al saber que fué presentado á S. M.<br />
quien le recibió el 11 de este mes con la mayor benevolencia.''<br />
En seguida Mr. de Talleyrand recomienda con<br />
gran empeño á un sobrino del Cardenal Maury,<br />
y de una manera que ecsijia del Cardenal Consalvi<br />
, no se desentendiese de su recomendación.
CAPITULO OCTAVO.<br />
CARTA DE NAPOLEÓN AL PAPA SOBRE LOS NEGOCIOS<br />
ECLESIÁSTICOS DE ITALIA.—RESPUESTA DEL PAPA.<br />
No dio Napoleón señales algunas de enojo al<br />
recibirlas ecsplicaciones de su Santidad acerca del<br />
casamiento de Jerónimo; pero en las operaciones<br />
del gabinete de Milán se sintieron ya los efectos<br />
saliendo decretos que fueron desagradables al Pa<br />
pa. El 31 de julio le hizo este presente- sus que<br />
jas, y al instante le contestó el emperador.<br />
DESDE EL CAMPO IMPERIAL DE BOLONIA.<br />
SANTÍSIMO PADRE ,<br />
,,Hc recibido la carta de vuestra Santidad de 31 d Julio,<br />
y veo con sentimiento que esté pesaroso, y haya creido conveniente<br />
dirijirme sus quejas por los reglamentos que he dado para<br />
la organización del clero de mi reino de Italia. Me né d( jado lie -<br />
var al hacerlo de las mejores intenciones; pero me habré engañado?<br />
Parece que sí según la carta de Vuestra Santidad : no<br />
obstante, cuando se entere del estado de los negocios eclesiásticos<br />
del reino de Italia , me hará la justicia de petísnr que ha<br />
sido para el bien de la relijion todo cuanto he hecho.
, ... ... _ -<br />
' " Santísimo Padre, algunas veces tengo dicho ú vuestra Santidad,<br />
que la corte de Roma es muy lenta y sigue una política,<br />
que buena para otros siglos, no es adaptable ya á este en que<br />
vivimos.<br />
Ruego á Vuestra Santidad se penetre bien del espíritu<br />
que anima á mis pueblos de Italia y de las circunstancias en que<br />
se encuentra la Iglesia de esta parte tan importante de la cristiandad.<br />
Estaban todos sus seminarios desmantelados, y ni uno<br />
solo en todo el reino habia que tuviese dotación ; rehabilitando •<br />
los he creído llenar los deseos de Vuestra Santidad y el primer<br />
deber ue mi conciencia, no creyendo sea ésta circunstancia que<br />
merezca la desaprobación de Vuestra Santidad.<br />
"El Obispado de Brearía estaba en la mas completa miseria<br />
y las intenciones de la nación eran reducir las rentas de los<br />
otros obispados al mácsimum de 20.000 libras; pero yo creí de<br />
mí deber asegurar la suerte del clero mientras estaba en Milán:<br />
y he dejado al arzobispado 150.000 libras y á los obispados<br />
todo cuanto tenían , aumentándolos considerablemente. Así he<br />
recibido dé todo el clero las demostraciones de su gratitud y<br />
alegría , y no creo que en esto tampoco haya motivo de haber<br />
dado di«gusto á la santa Sede.<br />
Eran insuficientes en todas las iglesias las rentas de fábri<br />
cas ; yo las he aumentado, pensando llenar en este punto las<br />
intenciones de vuestra Santidad: los conventos estaban desor<br />
ganizados y todos en la posición crítica de verse suprimidos:<br />
queriendo "que continuasen ecsistiendo los he reorganizado,<br />
consagrando el principio de utilidad .de estos establecimien<br />
tos relijiosos, á posar y en contraste del espíritu filosófico<br />
de la época. Es pues imposible que bajo este punto de vis<br />
ta no admita vuestra Santidad que algo útil he hecho por<br />
la relijion. Los mismos canónigos de Milán no tenian mas<br />
que 800 libias de renta y ahora muchos de ellos reciben 3000
francos: y por ello me han regraciado todos los capítulos. Asi<br />
he pasado los Alpes en la creencia de que habia reedificado<br />
los establecimientos eclesiásticos del reino y afirmado la piedad<br />
de los pueblos. jM<br />
"Juzgue pues vuestra Santidad cuanto habrá sido el dolor<br />
que me ha causado la lectura de su carta.. Todas las dotaciones<br />
de los diferentes establecimientos del clero en Italia, consis*<br />
tian en bienes que les he dejado, y cuanto les he dado en<br />
suplemento ha sido en rentas , porque de otro modo era<br />
imposible. Hubiera merecido la reconvención de faltar al espíritu<br />
del concordato si hubiese tomado los bienes de los<br />
Obispos para convertir en rentas sobre el estado los .bienes<br />
raices que tenían, pero si merezco una reconvención -es haber<br />
hecho todo esto sin el concurso de la santa Sede, no teniendo<br />
en Milán persona alguna encargada de sus poderes y sabiendo<br />
por ecsperiencia, que la santa Sede gastaria tres ó cuatro años<br />
en terminar los asuntos de Italia, que iban á paralizarse sin un<br />
pronto remedio. Yo creo que vuestra Santidad disimulará los<br />
hechos en vista de la intención que los ha producido.<br />
"Hay mas de diez capítulos de colejiatas que he conservado<br />
, y si en verdad, he decidido que se reúnan varios conventos<br />
del reino de diferentes órdenes, ha sido con el fin de que. se<br />
establezcan bajo un buen sistema y en buen orden, habiendo<br />
llevado en todo por mira lo mejor. "Asi ha ganado la iglesia<br />
sumas considerables y la posición del clero es mas franca para<br />
obrar y su situación ha mejorado mucho.<br />
"Ruego pues á vuestra Santidad apruebe lo que he hecho.<br />
Yo doy mis poderes al Cardenal dé León para discutir en estos<br />
asuntos con los encargados que nombre vuestra Santidad<br />
para ello, y me presto á todas las modificaciones po8ibles"porque<br />
mi primera voluntad es complacerle y no darle motiva alguno<br />
de disgusto ni pesar.<br />
"Será preciso tenga presente vuestra Santidad que hay
ciertos principios arraigados en los ánimos de Milán desde<br />
José II que será imposible arrancar.<br />
"En cuanto á la circunscripción ó demarcación de las parroquias<br />
, les he dado mas riquezas, y titulares ma3 considerables.<br />
"Como no pretendo llamarme sabio en lejislacion eclesiástica<br />
, á todo aquello que vuestra Santidad juzgue necesario<br />
hacer en ella me prestaré, pues si yo hubiese querido perjudicar<br />
á la relijion hubiera dejado las cosas como estaban<br />
y seguramente el espíritu filosófico del siglo hubiera muy pronto<br />
desecho y arruinado los establecimientos relijiosos.<br />
"Después de haberle puesto un término, y ejecutádolo todo<br />
á satisfacción del clero, me encuentro con un desagradable<br />
sentimiento, sabiendo el descontento de Vuestra Santidad conmigo<br />
; pero si está bien informado, sabrá Vuestra Santidad<br />
como en Italia se ha dicho que habia hecho yo demasiado en favor<br />
del clero.<br />
" Con este motivo ruego á Dios<br />
Ecscelentes sentimientos se descubren en esta<br />
carta que lisonjeaban el 'ánimo relijioso del Pon<br />
tífice , así se apresuró á demostrarlo en la res<br />
puesta que también copiaremos.<br />
^'CARÍSIMO HIJO EN JESUCRISTO , SALUD Y BENDICIÓN<br />
APOSTÓLICA.<br />
" Hemos recibido la carta de V. M. fecha el 19 de<br />
agosto, habiéndonos llenado de consuelo las demostraciones<br />
que en ella nos hace de su amor á la relijion y de su oposición<br />
al falso espíritu filosófico del siglo. Cuanto se deriva inmediatamente<br />
de V. M. lleva consigo siempre el sello de la<br />
grnndeza y rectitud de su carácter.<br />
"Nos hemos llenado de alegría al enterarnos de la diíposi-
cion con que se presta V.M. á todas las modificaciones posibles,<br />
con respecto al arreglo que ha dado á los asuntos eclesiásticos<br />
de su reino de Italia: y con igual contento hemos reconocido<br />
su marcada y manifiesta intención de no darnos motivo alguno<br />
f de pesar ni disgusto.<br />
No podía V. M. hacer una cosa mas agradable para nos, que<br />
confiar al cardenal de León el cuidado de tratar los diferentes<br />
negocios concernientes á la ejecución del concordato italiauo,<br />
porque la ciencia y relijion de tan digno eclesiástico nos inspi<br />
ran la mayor confianza de que tendrán un buen resultado.<br />
Destinaremos una persona digna de tratar con él este asunto<br />
prometiéndonos que sera todo para bien de la relijion y de los<br />
fieles, objeto único de nuestros votos.<br />
"Por todos los medios posibles procuraremos la celeridad,<br />
pero debe estar V. M. persuadido de que en las materias que in<br />
teresan ala relijion conviene se pese todo con ecsactitud y ma<br />
durez, y también esté convencido de que no conocemos política<br />
alguna , contraria á las mácsimas del Evanjelio y á las leyes<br />
de la Iglesia, única guia de nuestras operaciones. Así podéis<br />
estar seguro se procederá con sencillez en todo, y con espí<br />
ritu de conciliación y moderación.<br />
"No podemos menos de hacer observar á V. Mi que en las<br />
recientes disposiciones tomadas en el reino de Italia, acer<br />
ca de las cuales presentamos á V. M. nuestro dictamen, no sola<br />
mente hay cosas, que según el concordato debieron concertarse<br />
con la Santa Sede en lugar de establecerse sin intelijencia re<br />
cíproca, sino que también hay otras que no pueden dar mate<br />
ria de discusión por ser directamente opuestas á los artículos<br />
del mismo concordato. Bastantemente lo demuestran las obser<br />
vaciones que antes enviamos á V. M.<br />
"Sien cierto modo podemos prestarnos á confiar en ma<br />
nos conciliadoras, el cuidado de indicirle á V. M. las pre<br />
cauciones y modificaciones mas convenientes, en aquello que se-
uiin el concordato debió establecerse de concierto, y han resuelto<br />
las disposiciones sin intervención nuestra y de una manera absolutamente<br />
en oposición á las leyes de la Iglesia; por otro lado<br />
nos es imposible admitir á discusión todo lo que en dichas disposiciones<br />
está en directa contradicción con los artículos del<br />
concordato ; no pudiéndose de modo ni con modificación alguna<br />
aprobar lo dispuesto en ellas , sin quebrantar un convenio<br />
sagrado y conocido.<br />
Consintiéndolo, ó continuando en disimularlo nos atraeríamos<br />
la pública reconveucion de ser un guarda neglijente<br />
de los derechos de la Iglesia establecidos y convenios de acuerdo<br />
en dicho concordato, y V. M. mismo perdería en la opinión<br />
su reputación de firmeza y de no haber faltado nunca á lo prometido.<br />
" Nuestra satisfacción ha sido grande ai ver repetir á V. M.<br />
en su carta que en todas sus determinaciones lleva por objeto<br />
procurar la? ventajas de la Iglesia; pero vemos también que<br />
entre el cúmulo de tantos asuntos tan graves, la relijion de<br />
V. M. lia sido sorprendida y engañadas sus rectas intenciones.<br />
Habrán hecho creer á V. M. que la mayor parte de lo hen<br />
cho ha sido para utilidad de la relijion y el reconocimiento d«<br />
los Obispos y clero; pero con las pruebas de que. así lo han<br />
hecho creer á V. M. sabemos que verdaderamente no ecsiste<br />
semejante utilidad en muchos estreñios.<br />
" Conoce V. M. la pureza de nuestras intenciones y el sincero<br />
afecto quo profesamos á KU augusta persona ; asi puede<br />
estar seguro que en todas las cuestiones eu que pueda suplir<br />
lina posterior aprobación á las faltas de lo convenido precedentemente,<br />
haremos que se obre con la moderación y facilidad<br />
compatibles al fin primario nuestro, que es el bien mas grande<br />
de la Iglesia y de la relijion de los pueblos. También teñe»<br />
mos la esperanza, de que V. AI. por su parte permitirá se pro*<br />
12
•eda con el mismo fin á toda3 las modificaciones correspondien<br />
tes. Y ademas estamos persuadidos, de que dará su consenti<br />
miento para que las cosas ejecutadas sin el concierto prevenido<br />
en el concordato, vuelvan á tener una ejecución conforme<br />
á él. .<br />
" La alta penetración de V. M. conoce seguramente que<br />
los pueblos se apegan con justicia, y siempre de un modo partid<br />
cular, á los objetos de la relijion que profesan. No creemos<br />
haya nadie, que encuentre se ha hecho mucho por el clero<br />
de Italia, como V. M. dice, y esté persuadido V. M. de que<br />
la mayoría de los pueblos lo bendecirá por siempre y se pene<br />
trará de amor y fidelidad á V. M, tanto mas cuanto favorezca<br />
la causa de la rc-lijion y de la Iglesia.<br />
"¿ Que satisfacción no será para mí, y que gloria para V. M.<br />
se demuestre al mundo y al porvenir, que estrechamente uni<br />
mos nuestros corazones en el deseo de restablecer la relijion,<br />
base verdadera de la felicidad de los estados; que tal ha sido el<br />
fin á donde nuestros cuidados se encaminan f Nos llena de ale<br />
gría este pensamiento, pero ¡cuan viva tristeza nos oprimiría,<br />
si tuviésemos necesidad de dar á conocer que no tuvimos parte<br />
alguna en las disposiciones publicadas !<br />
" Confiados en ver pronto resueltas estas cuestiones, de co<br />
mún acuerdo, para gloria de V. M. ante Dios y los hombres,<br />
le concedemos con toda la efusión de nuestro corazón la pa<br />
ternal bendición apostólica.<br />
Dada en liorna en Santa María la mayor á 6 de setiembre<br />
de 1805, año sesto de nuestro pontificado.<br />
"Firmado PIUS P.P. VIL"
CAPITULO NOVENO.<br />
EL ARCHIDUQUE RODOLFO NOMBRADO COADYUTOR DEOL-<br />
MUTZ—CARTA Y NOTA DEL CARDENAL FESCII AL<br />
CARDENAL CONSALVI , SOBRE UN SUCESO EN LA PLAZA<br />
NA VONA.—RESPUESTA DEL CARDENAL CONSALVI-<br />
No daba el Austria al Papa ningún motivo de<br />
queja, antes por el contrario de cuando en cuan<br />
do le consolaba y entre los dos gobiernos ec-<br />
sistia tal espíritu de concordia , que no podía<br />
menos Pió Vil de escuchar con benevolencia los<br />
menores deseos del emperador Prancisco II. Es<br />
te deseaba, que fuese nombrado coadyutor con<br />
futura succesion del Cardenal Colloredo, Arzo<br />
bispo de Olmutz, su hermano Rodolfo. Reunió el<br />
Papa un consistorio el 9 de setiembre y confirió<br />
la dicha dignidad á í*>. A. I. y R., nacido en Flo<br />
rencia en enero de 1788, antes que fuese em<br />
perador su padre Leopoldo, y á la sazón teniu<br />
diez y siete años y ocha meses.<br />
No pudo el Papa disimular tan corta edad, y<br />
así él mismo dijo en su alocución al sacro Colejio,
" Es joven; pero el Cardenal Colloredo le in<br />
fundirá valor con útiles ejemplos. Nuestros<br />
predecesores nombraron también á san Carlos<br />
Borroméo, y aun á otros mas en la flor de la ju<br />
ventud , y san Pablo dijo á Timoteo: "que nadie*<br />
menosprecie tu adolescencia; sirve de ejemplo á<br />
los fieles."<br />
. Sin embargo, no habia aquí del todo seme<br />
janza; porque , aunque san Carlos «Borroméo, na<br />
cido en 1638 , poseía desde los doce a ñ o s una rica<br />
abadía, y un priorato que su tio renuncio en él,<br />
ai subir álá silla Pontificia bajo el nombre de Pió<br />
IV , no fué sacerdote ni Obispo hasta los veinte y<br />
siete, siendo ya cardenal desde los veinte y tres;<br />
adejnas que el Archiduque aun no tenia diez y<br />
o cho.<br />
Aunque la guerra amenazaba á Italia, el ÍUIÍ-<br />
moso Pió VII, no se detuvo por eso, y creyó que<br />
debía como padre común de todos.los fieles, repar<br />
tir sus gracias á todas las naciones , y principal<br />
mente á aquellas cuyos soberanos le estaban dan<br />
do positivas pruebas de adhesión y respeto.<br />
Como si fuera necesario que el gobierno Pon<br />
tificio no debiera ocuparse de otros intereses que<br />
los que Francia quisiere defender con razón ó<br />
sin ella, de allí á pocos días sucedió que se des<br />
compuso la buena intelijencia y armonía entre
el "Cardenal Fesch y el Cardenal Consalvi, á<br />
tiempo que este último recibía nuevos testimonios<br />
de la protección del gobierno francés.<br />
Algunos hombres, que para burlar la vijilaii-'<br />
cia de las guardias llevaban escarapelas francesas,<br />
hicieron unas muertes en la plaza Navona, y aunque<br />
los asesinos, como sus víctimas, que eran vendedores<br />
de mercado,fuesen italianos y vasallos de<br />
su Santidad, corrió la voz de que unos franceses<br />
habían muerto á unos romanos.<br />
Pronto se supo la verdad y las autoridades de<br />
la ciudad manifestaron su celo con la prisión de<br />
los criminales; pero el Cardenal Fesch creyó deber<br />
suyo pasar una nota oficial al Cardcmd secretario<br />
de Estado temiendo, decia, que al saberse<br />
en Paris con alteración este acontecimiento,<br />
se irritase el emperador , y le tratase mal a él y<br />
al gobierno Pontificio.<br />
"El Cardenal Fesch , ministro plenipotencia! io de S. M.<br />
ei emperador de los franceses, y rey de Italia, estraña con ra*<br />
/.on que de unas veinte horas á esta parte se hayan cometido<br />
en Roma asesinatos, cuyos autores son, según dicen, personas<br />
que llevan la escarapela francesa , sin haber subido nada por<br />
el gobierno, antes bien solo por la voz pública, supuesto que<br />
hasta han manifestado algunos indignación contra los franceses.<br />
Kl infrascripto toma las cosas mas desde su orijen : conoce<br />
las miras pacíficas del gobierno romano , y también sus propios<br />
intereses, que le eesijen permanecer adicto á Francia ; y el<br />
mismo en su nota del 21 thermidor (ÍJ de agosto de 1804-) pe-
n<br />
dia,que se cas.tigts.e4. todoslos que, llevasen la eaeavaptJa fraar<br />
u e<br />
cesa. sin derecho, porque ya desde entonces preveía q<br />
malcontentos se valdrían, de cse'medio para atizar el fuego de<br />
la discordia , y poner quizá el puñal en las manos de aquellos<br />
que están siempre prontos á renovar escenas sangrientas por<br />
etiñeentiv-o solo de !a ganancia y de la impunidad. Con estos<br />
datos el infrascripto se cree autorizado á preguntar si las cir<br />
cunstancias del tiempo presente son semejantes á las que oca<br />
sionaron los asesinatos de Basseville y del jeneral Duphot.<br />
¿Y se atreverían aun los enemigos de Francia á ensayar<br />
sus manejos y ardides para promover alborotos" contra los franV<br />
ceses, levantando al pueblo contra.ellos? 1<br />
Las grandes revolu<br />
ciones han tenido principios menos marcados, y el, infrascripto,<br />
sabiendo á no dudarlo que en los paises limítrofes del estado<br />
Pontificio se están disponiendo bandos contra los. franceses, no.<br />
puede cegarse hasta el punto de no conocer, que las muertes<br />
de esta noche son ensayos de algunos malvados , que quieren<br />
sondear la opinión del pueblo > para arrastrarle á escenas ya<br />
repetidas en Roma. S. £. el Cardenal secretario de estado debe<br />
conocer' que hay hombres capaces de tramar intrigas semejan<br />
tes , y el infrascripto está plenamente convencido dé que ecsis-<br />
ten aun, y esperan lograr impunemente sus fines por nrrcsrtt<br />
Por lo tanto el infrascripto pide, formalmente que los,<br />
culpables sean, fusilados en el término de ocho- dia»; que se im<br />
ponga el mas severo castigo á todos los que hubieren gritado<br />
contralles franceses, que si los culpables no parecieren se cas<br />
tigue ejemplarmente á¡ los que debierou vijilarlos , y que tornea<br />
en fin»medidas tales, que el nombre francés no se vea en ade<br />
lante espuesto á tamaños ultrajes. En las actuales circunstan<br />
cias no se puede consentir ignorancia,enlos «yue gobiernan, ni<br />
permjtuvque .Roma esté amenazada cada ocho días; por- cuatro<br />
hombres perdidos.<br />
l° s
m<br />
El infrascripto reitera á su Eminencia su ingura y respe<br />
tuosa consideración.<br />
Firmado, EL CARDENAL FESCH.<br />
El Papa vio esta nota, y manifestó uu vivo<br />
sentimiento : mandó hacer las indagaciones mas<br />
activas, para entablar el proceso contra los culpa<br />
bles, y quiso al mismo tiempo que se respondiese<br />
en una nota* análoga. Consalvi no necesitó hacer<br />
reparar ai Papa que el secretario de estado espe<br />
raba que se repitiesen por tercera vez escenas san<br />
grientas , pues que ya hemos visto, por los hechos<br />
referidos, que el Cardenal estaba enteramente aje<br />
no de la muerte de Basseville: Consalvi tomó par<br />
te en los acontecimientos deplorables de la muerte<br />
de Duphot, pero en calidad de intendente dé guer<br />
ra, como mantenedor del orden de la ciudad, y<br />
entonces seguramente hacia su deber impidiendo<br />
al embajador José Bona'parte, sobrino del minis<br />
tro actual, trastornar el gobierno pontificio por<br />
medio de una sedición en Roma.<br />
¿Qué hacia sin embargo entretanto el Cardenal<br />
Fesch á quien aun no se habia contestado ?Toman<br />
do consejo de «u carácter de sacerdote, de Carde<br />
nal, de ministro diplomático, creyó del caso escri<br />
bir confidencialmente al Cardenal Consalvi una<br />
carta mas dulce,' en la cual sin embargo se nota
que el carácter de ministro de Francia le hacia<br />
conservar un estilo desabrido.<br />
MONSEÑOR,<br />
" Vuestra Eminencia ha recibido la nota que dicté ayer<br />
por la tarde , pidiendo satisfacción de las acusaciones contra los<br />
franceses: declaránlos autores de los homicidios cometidos en<br />
Roma la noche última: no puedo ocultarle mi sorpresa al saber<br />
que aun no se ha prendido á los culpables , y al ver el descui<br />
do de la policía de esta capital.»<br />
Vuestra Eminencia no ha querido hacer quitar la escara<br />
pela francesa á hombres que la opinión pública condena, ha<br />
biéndoselo pedido de oficio. ¿Qué deben, pues, esperar los<br />
franceses en Roma? En cuanto á mí sabré deciros, que impa-<br />
• id'un ferienl ruinae, aunque no .cesaré sin embargo de repre<br />
sentar, y si es necesario, de prevenir á mi gobierno. Sería cul<br />
pable si tratase de cerrar los ojos : las circunstancias son apu<br />
radas, y mientras no se tomen medidas seguras para manttntr<br />
la tranquilidad , é impedir los designios é intentos d« algunos<br />
malvados y enemigos de Eraucia, no podré convenir en que te<br />
ejecuten las intenciones amigables del Papa. En Ñapóles rio so<br />
guarda providencia alguna; aquí se encuentran muchos , enemi<br />
gos declarados de Francia, estranjeros que disfrutan privile<br />
gios de un carácter público sin tener derecho alguno: los oficia<br />
les de policía no preveen los crímenes que pueden cometí rse, y<br />
se ignoran loa que se cometen. Aunque Francia se ha va visto<br />
de algunos años á esta parte insultada en sus representantes (se<br />
trata ahora del embajador José) si no se cometen en Roma los<br />
horrores que otras veces , se deberá únicamente á la protección<br />
de los apóstoles san Pedro y san Pablo, y á las oraciones del<br />
santo Pontífice que actualmente ocupa la santa Sede.<br />
"Roma se halla en medio del teatro de la guerra que según
parece, amenaza, y el gobierno Pontificio si ha de estar tran<br />
quilo debe mantenerse eu un estado imponente, en una vijilan-<br />
cia rigorosa, y tomar medidas estraordinarias:<br />
"Los franceses no calculan , son demasiado fuertes para<br />
humillarse hasta el punto de emplear medios que la concien<br />
cia y el honor reprueban , si algunos de ellos fuesen víctimas<br />
de su confianza , á pesar de su relijion, no quedarían sin ven<br />
ganza , y su pérdida acarreada grandísimos males.<br />
"Vuestra'Eminencia ha considerado muy üjeramenle y co<br />
mo un acontecimiento ordinario lo ocurrido la otra noche ; su<br />
puesto que nada me ha avisado el gobierno de un hecho atroz<br />
que ataca el honor de la Francia. En cuanto á mí puedo decir<br />
que he juzgado bien diversamente. ¡ Quiera el cielo que el<br />
porvenir desmienta mis conjeturas, si así se pueden llamar!<br />
"Entretanto tengo el honor de renovar á vuestra Eminen<br />
cia mis respetuosos sentimiento?.<br />
Roma 15 de setiembre de 1805.<br />
Firmado EL CARDENAL FESOH.<br />
El Cardenal Consalvi, tomó directamente y<br />
con la mayor deferencia las órdenes del Papa<br />
quien le mandó responder desde 'luego en una<br />
nota oficial.<br />
La nota decia que el Cardenal secretario de<br />
estado quiso prevenir de todos estos aconteci<br />
mientos al Cardenal Fesch , que fué a buscarle á<br />
su palacio , pero que no le encontró y prosigue<br />
en estos términos.<br />
J4<br />
E1 infrascripto ha estrañado que vuestra Eminencia tenga<br />
13
necesidad de recurrir í la consideración de las intenciones pacificas<br />
del gobierno pontificio, para no creerse autorizado á<br />
preguntar si las circunstancias actuales se asemejan á las que<br />
ocasionaron los asesinatos do Basseville y del jeneral Duphot.<br />
La naturaleza misma del suceso y las circunstancias que le<br />
acompañaron , le prueban que un esceso cometido por cuatro<br />
jóvenes malvados , movidos de un espíritu de pillaje y do<br />
violencia, contra dos desgraciados del pueblo no pudo absolutamente<br />
dirijirse contra los individuos de la nación francesa<br />
, que mucho menos tenia semejanza alguna con los ejemplos<br />
alegados ; que el uno de estos jóvenes , antes de cometer el<br />
atentado se encontró con los esbirros, y hallándose armado en<br />
contra de lo que prohiben las leyes, para que no le'detuviesen<br />
enseñó una escarapela francesa , que pudo mas bien esa misma<br />
noche poner espresamente en su sombrero , y se dio por uno<br />
de la familia de un ilustre personaje cuyo nombre merece todo<br />
respeto. El infrascripto no concibe como en la sencillez y naturaleza<br />
de un hecho semejante, pueda vuestra Eminencia encontrar<br />
algún motivo de sospecha tan ajena del asunto y tan<br />
afrentosa.<br />
"El Cardenal ha aprobado la pretcnsión de hacer quitar la<br />
escarapela; pero es difícil ejecutar estas medidas.<br />
"Y efectivamente, cómo unos idiotas , como son los ejecutores<br />
de tales ordenes , pueden distinguir á los verdaderos franceses<br />
de otros que lo parecen, por la facilidad con que hablan<br />
la lengua?<br />
"¿Qué circunstancias han piecedidoó incidido con el suceso<br />
para creeile, mas bien que natural, tramado contra I03 que<br />
vuestra Eminencia imajina? En cuanto á lo que vuestra Eminccia<br />
pide al fin de su nota se tomarán las medidas convenientes.<br />
Después, de orden del Papa,escribió el Carde-
nakuna cartfi«confidencial> al de Fe^h^ensíespues*<br />
ta ála que d&ér^térffJHn^n^hfcfoia'recibido, diciendole,<br />
en cuanto al arresto de los culpables, que<br />
no rpareeian; en ella se cita á Jorje Cadoudal que<br />
engañó por largo tiempo en Paris la vijilancia de<br />
lo??poUoía mas célebre de Europa. He aquí parte<br />
dé'la respuesta: ||®<br />
" tMe veo directamente herido en la clausula siguiente.: "si<br />
en Roma no se cometen los horrores que otras veces , se debela<br />
únicamente á la protección de los apostóles san Pedro y san<br />
Pablo, y á las oraciones del santo Pontífice que actualmente<br />
ocupa la santa Sede," por ella-conozco que V. E. no puede menos<br />
de aludir á mi persona cuando me escribe que si no se toman<br />
medidas seguras para mantener la tranquilidad pública, para<br />
impedir los designios é intentos de los malvados y enemigos de<br />
Francia, no podrá convenir en. que-se ejecuten las intenciones<br />
amistosas del Padre Santo. Hablemos sin rebozo :• no puedo<br />
menos de notar en las palabras de V. E. con respecto á uno solo<br />
una acusación de haber faltado á los deberes de. mi empleo,<br />
sino también cierta sospecha de engaño y traición, en la misma<br />
franqueza con que .declara V. E. que no tiene otra esperanza<br />
de seguridad que la protección de los apostóle^ san Pedro y san<br />
Pablo y las oraciones del santo Pontífice.<br />
. "Faltaría á lo que debo á mi persona y á los principios de<br />
honor que no puedo sacrificar á respeto a'guno, si disimulase<br />
tan grave ofensa. Mientras los disgustos que hace.algún tiempo<br />
he tenido la desgracia de esperimentar de parte de V. E. no<br />
han comprometido mi honor, los he ahogado en el fondo de mi<br />
corazón, por el respeto que tengo á su persona y á su carácter,<br />
pero cnando el honor se ve herido, todo silencio es culpable. Permítaseme<br />
usar la misma espresion de V. E." seria culpable si tra-
tase de cerrar los ojos" con efecto hace ya tiempo que la conducta<br />
de V. E. conmigo me anuncia una desconfianza marcada<br />
y una enajenación total de sentimientos; no puedo atribuir sino<br />
á mi desgracia mudanza semejante.<br />
"Aprecio demasiado mi honra , estimo demasiado á mi príncipe<br />
y á mi pais para no conocer que después de la opinión que<br />
V. E. de mí tiene, y la prevención de su ánimo contra mí, ya<br />
no puedo ser útil en el cargo que tengo ni á mi príncipe ni al estado.<br />
"Pienso, por lo tanto, con la injenuidad que me da el testimonio<br />
de mi conciencia despachar un correo á Paris , dirijiéndome<br />
inmediatamente al gobierno francés, y si este participa de<br />
la misma opinión de su representante , hacer desde luego mi dimisión.<br />
"Persuádase V. E. que el dar este paso no me cuesta otro<br />
sacrificio que el alejarme de un soberano que merece el amor<br />
de todo el mundo y él mió en particular: ajeno de ambición y<br />
de interés encontraré mi tranquilidad en la vida privada. Esto<br />
es todo lo que he creido debia declarar á V. E. con toda la injenuidad<br />
y sinceridad de mi carácter.<br />
"Tengo el honor de reiterar á V. E. los sentimientos constantes<br />
de mi respeto.<br />
"Filmado H. CARD. CONSALVI"
CAPITULO DIEZ,<br />
CAUTA DEL CARDENAL CONSALVI A MR. TALLEYRAND.<br />
—EL EMPERADOR HACE OCUPAR A ANCÓN A.—RECLA<br />
MACIONES DEL PAPA CARTA DEL MARISCAL BBR-<br />
TIUER Á MR. TALLEYRAND.<br />
Para ser del todo justos averigüemos ahora<br />
males podían ser los motivos secretos que ani<br />
masen al Cardenal Fesch en tales circunstancias.<br />
El Cardenal Fesch no tenia mal corazón , ni<br />
podia moverle un bajo pensamiento , ni los movi<br />
mientos de la envidia; asi que algún motivo se<br />
creto le animaría y nosotros le encontramos en su<br />
posición escabrosa y llena de disgustos en Roma.<br />
Luciano el senador, hermano de, Napoleón, con<br />
quien no vivía en buena correspondencia, estaba<br />
refujiado en los estados del santo Padre . y en Pa<br />
rís se tenia mucho cuidado de saber cuanto decia<br />
y hacia. Los asesinos de los dos revendedores pa<br />
gaban por haber servido , ó tal vez por estar sir<br />
viendo á Luciano, y el Cardenal -ituado entre su
deber de ministro y una estimación grande que le<br />
profesaba, debía á la vez dar cuenta y callar, ver<br />
y tolerar, instruirá su corte , y portarse como<br />
deseaba con un pariente estimable. Hasta el Car<br />
denal Consalvi tenia mucha deferencia con Lu<br />
ciano , y un hermano suyo admitido en la socie<br />
dad íntima del referido senador , no tenia otra<br />
ambición mas, que un deseo grande de contraer<br />
alianzas con su familia. Sin duda el Cardenal^<br />
Fesch no tuvo otras miras , sino las de que en Ro<br />
ma se sonase mucho lo que hacia , sin que llegase<br />
á Paris este negocio ; pero la acritud de sus car<br />
tas le puso en estado de que no se entendiesen,<br />
no se presentó ministro alguno estranjero como<br />
conciliador , aflijíase el santo Padre , y Consalvi<br />
no pudieiido contenerse, escribió una sentida y<br />
larga carta á Mr. de Talleyrand.<br />
La carta autógrafa escrita en francos, cuyo<br />
i stracto vanios á ofrecer , esplica los secretos de<br />
la política del tiempo , aclara los motivos del via<br />
jo á Paris; é indrea cual fué la autoridad (piede<br />
terminó la buena, voluntad del Papa, y le hizo<br />
consentir en satisfacer los deseos del emperador-:<br />
Ademas so manifiesta en ella entero é infiecsible••<br />
el carácter del Cardenal Consalvi, y seguramen<br />
te tres ó cuatro de estas pajinas enseñan mas de lo<br />
qne la sagacidad mas- diestraj pudiera adivinar.
x<br />
"No es í su .EUcekmcia..elwioistro d6 las relaciones.estertores<br />
¿.quien ¿engo el honor de escribir esta carta ; Mr. Talleyrand,<br />
que me honra , me lisoujeo de ello, con «u amistad es<br />
á quien me dirijo par,a .confiarle mis sentimientos : imploro .en<br />
e*ta ocasión, de esa amistad, el favor de leer mi carta , aunque<br />
por su importancia haya Je ser necesariamente larga. No tomo<br />
la pluma para acusar á nadie,.sí solo, en mi propia defensa, y ¡un<br />
sentimiento todavía mas noble es el que me .anima á ello , el de<br />
mihonor;que le creería comprometido, si se me pudiese imputar<br />
justamente lo que mas abajo voy á descubriros, impelido por la<br />
convicción íntima que esperimenta un .hombre leal y honrado<br />
de que no merece los males que sufre; y animado sobre todo<br />
de uña verdadera adhesión á Francia , que-ni palabra ,ni hecho,<br />
ni calumnia alguna podrá desmentir, supuesto que ui aun<br />
entre mis enemigos se creería , después de las repetidas pruebas<br />
que tengo dadas en todas ocasiones, en todos los lugar.es, y á<br />
la faz del mundo entero.<br />
" Voy á hablaros, Escelentisumo, con la injenuidad que me<br />
caracteriza, porque creo poderlo hacer, habiéndoseme ofendido<br />
del modo mas sensible. Desde el viaje de su Santidad á París<br />
soy la persono mas aborrecible á los ojos del Cardenal Fesch %<br />
Este viaje, que no es obra del que ha querido por «l contraer<br />
un mérito en Francia ; que en veinte dias. se hubiera resuelto<br />
en vez de seis meses, si le trattutivs ( las negociaciones ) se<br />
hubieran hecho con cualquiera otro que el Cardenal Fesch;<br />
viaje , que mas de una vez por él pudo frustrarse , á no haberse<br />
empeñado casi bajamente la paciencia del-uiispio que aborrece<br />
, sufriendo un tratamiento indigno por el doteo único ,(le<br />
que se verificase ; cuyos obstáculos iban logrado vencer la-buena<br />
voluntad del Padre santo, y mis -desvelos, -solieitud, pFejii <<br />
sion y ralor ; este viaje digo, que .todo el-mundo dentro y ..fuera<br />
de liorna mira como mi segunda obra ,¡ después ,d.e la,,-,d«l<br />
m
concordato, ha sido ( ¿ quien pudiera imajinarlo? ) la causa funesta<br />
de la mudanza de su Eminencia para conmigo; en términos<br />
, que todas las consideraciones que le he merecido ante6 y<br />
después de esta época , todas las atenciones, favores y condescendencias<br />
han sido inútiles , no viendo ya en mí mas que un<br />
hombre que ha oido con sus propios oidos, y visto con sus prop'-os<br />
ojos actos de violencia, palabras, y escenas tales, que S. E.<br />
no quisiera haber cometido; un hombre en fin, que puede avergonzarle,<br />
y que desea ahora perder, porque no le cree capaz<br />
de olvidarle: eu esto seguramente se equivoca. Otros motivos<br />
hay todavía que le hacen irreconciliable conmigo , que no cebo<br />
ni quiero especificar aquí: lo repetiré siempre , no hablo para<br />
acusar á nadie , sino en mi propia defensa , y con el doole fin<br />
de evitar á mi patria los grandes males que pudieran sobreveni<br />
la por un errado concepto, tanto sobre el espíritu queje anima<br />
, como sobre las intenciones del gobierno; y for el recelo<br />
también de que lleguen á romperse en un momento los vínculos<br />
que afortunadamente unen á Francia con la santa Sede, y<br />
que por convencimiento y por inclinación quisiera ver estrechar<br />
cada vez mas : esto es lo que me obliga á romper un silencio<br />
que he guardado hace ya muchos meses, y que sin una necesidad<br />
tan urjente jamás hubiera roto.<br />
Para que vuestra Escelencia t¿nga una idea de lo que<br />
digo , le ruego se abstenga una media hora de sus grandes ocupaciones<br />
, y la emplee en revisar los papeles adjuntos. He elejido<br />
este hecho porque es el mas reciente , pues por lo demás<br />
podría citar tantos como dias tiene el año: y note V. E. cómo<br />
han sabido detfigurar un hecho aunque feo, naturalísimo. Porque<br />
unos jóvenes arrastrados de un espíritu de rapiña y de violencia<br />
maten por la noche á dos infelices del pueblo por no haberles<br />
querido vender unas sandías ( cocomeri) hay lugar á<br />
sospechas tan bajas y ajenas del a-unto como las que V. E.<br />
leerá en las notas que se me han dirijido? ¿Puede esto autori-
«ar á nadie á decir ni escribir lo qae V. E. podrá ver en las<br />
notas contra el gobierno y contra raí en particular? Es creíble,<br />
por el asesinato de esos dos hombres cometido en el calor de<br />
la disputa, que el gobierno trate de repetir las escenas de Duphot<br />
y de Ba3seville ? Apelo desde luego á cuantos tienen sentido<br />
común , apelo por lo que toca á mi persona á V. E. y á to •<br />
dos los franceses que me conocen, y no temo que me desmienta<br />
uno solo.<br />
Cansaría demasiado á V. E. si tratase de hablar de otros<br />
hechos y entrar en pormenores ; me limitaré pues á decirle que<br />
en Roma y en todo el estado pontificio hay en el dia la misma<br />
tranquilidad, el mismo orden que al principio del reinado de<br />
su Santidad , sin que pueda citarse hecho alguno que pruebe<br />
lo contrario: respondo de ello á V. E. y á su gobierno , y le<br />
aseguro que todo seguirá como hasta ahora. Testigos son todos<br />
los franceses , si encuentran en el dia en Roma y en todo<br />
el estado diferencia alguna del tiempo que ha trascurrido hasta<br />
aquí.<br />
" Toda la ciudad de Roma, todo el estado pontificio es<br />
blanco de las "calumnias de falsos espías , que tienen sitiado el<br />
palacio apostólico como si fuese un castillo fuerte. ( Consalvi<br />
no dice aqaí que muchos de estos espías venían á Italia pagados<br />
por la policía de París sin saberlo el Cardenal Fesch.)<br />
Echan todos de menos los tiempos pacíficos de Mr. Cacault,<br />
aquellos tiempos felices en que se veia por todas partes buena<br />
fe, confianza recíproca y la unión mas estrecha entre ambos<br />
gobiernos' pregunto yo ahora, ¿ha tenido Francia en todo ese<br />
tiempo motivo alguno de disgusto siempre que ha negociado<br />
con Roma? ¿ Hay acaso en ella el mismo Papa, el mismo ministro<br />
que entonces ? ¿ Podrán ser otros ahora los sentimientos<br />
de estos con respecto á Francia , cuando se han unido á ella<br />
con estrechos vínculos que entonces no ecsistian , á saber el<br />
14
concordato, el viaje del Padre santo, y todo lo que Roma ha<br />
hecho por adhesión á Francia en el tiempo que ha trascurrido<br />
desde aquella época hasta la presente ?<br />
..."Añada V. E. á todo esto los malvados, los<br />
malcontentos , los enemigos del gobierno , los mios particulares<br />
(porque todo empleado los tiene) los engañadores, los engañados<br />
y otros semejentes y verá que sin número de ellos rodean<br />
al hombre que ha manifestado su aprobación en todas<br />
estas negociaciones Los jacobinos mas acérrimos , los hombres<br />
de peor fama le ensalzan sobre el gobierno y sobre el<br />
ministro que dio á toda Europa el ejemplo mas patente de olvido<br />
de lo pasado, de moderación , de dulzura, de una adhesión<br />
tan sincera á Francia , que es ya proverbial ¡el ministro<br />
digo, que hizo el concordato , y haciéndolo unió enteramente<br />
su causa á la de Francia ! la unió sí, es innegable : y aunque<br />
diciendo que hizo el concordato podría callar, porque está<br />
dicho todo, quiero añadir que procuró por todos los medios<br />
posibles que se verificase el viaje del Padre santo á Francia.<br />
Si Escmo. Señor, debo repetir aquí lo que dije al principio<br />
que se pregunte á quien quiera, y se sabrá la verdad.<br />
"Nada de esto sabían en Roma nuestros ministros estranjeros,<br />
pues guardaba yo con ellos todo el respeto debido á su<br />
representación , y todas las atenciones que mi carácter y mi<br />
educación me han enseñado; y aunque no tengo sino motivos<br />
grandes de satisfacción por la completa armonía que entre nosotros<br />
reinaba, no obstante ni como primer ministro de BU<br />
Santidad, ni como compañero suyo en el cardenalato , ni como<br />
caballero puedo decir que S. E. tiene á mi persona todas to B<br />
consideraciones que cada una de mis cualidades requiere.<br />
"Dejo de hablar á V. E. de otras mil cosas, porque sería<br />
nunca acabar, no puedo sin embargo menos de decirle dos pala<br />
bras sobre el ministro de Inglaterra y sobre el de Rusia,enviados
Ú rey de Cordeña que tiene aquí toda su corte. El primero, Mr.<br />
Jackson , se conduce de un modo que parece se ha propuesto<br />
hacer ignorar hasta su ecsistencia: de este me ha hecho repetidas<br />
veces 8. E. mismo grandes elojios: en cuanto al de Rusia, me<br />
atrevo á asegurar no ha sido tan circunspecto en sas discursos,<br />
pero desde que el gobierno le representó, y aun se quejó á<br />
Rusia no dá que decir, ni tampoco motivo alguno de disgusto<br />
al gobierno. El Señor cardenal quiso que saliesen ambos<br />
de Roma ; pero aun considerándolos como particulares , no habiendo<br />
razón , se opondria la neutralidad del Padre Santo<br />
y al contrario, si se condujesen mal su calidad de ministros no<br />
seria obstáculo para que el gobierno recurriendo al derecho de<br />
jentes los echase ; que seguramente lo haria desde luego.<br />
"He querido hacer participante á V. E. de mis penas y de<br />
los disgustos del Padre Santo que está ya enterado de lo que á<br />
V. E. escribo. Dejo á su discreción el pensar lo que le habrán<br />
afectado desde su viaje á Francia sucesos tan contrarios á lo<br />
que podia esperar: aseguro á V. E. que su paciencia en cuanto<br />
al proceder del Cardenal se va ya acabando Por lo demas<br />
nada pido , ni trato tampoco de acusar á su Eminencia , á<br />
quien prometo desde ahora todo el respeto debido á su persona,<br />
á la calidad que tiene de tio de S. M. I. y R., á su dignidad , y<br />
á su representación. Sabe el cielo no le deseo mal á pesar del<br />
odio que me tiene. Solo me resta pedir á V. E. me disimule el<br />
haberle ocupado tanto tiempo, y suplicarle encarecidamente no<br />
haga uso alguno de esta carta confidencial, que únicamente de -<br />
be servirle para hacerle apreciar justamente lo que quizá alguno<br />
le refiera.<br />
Al dia siguiente de escribir el Cardenal esta carta á Paris<br />
terminó sus dias Mr. Cacaulten Clisson su patria en Bretaña:<br />
notifiqué esta perdida á su Eminencia, y me contestó manifestándome<br />
su sentimiento. Desd» entonces en todas sus cartas»sc
veía impreso el mas vivo dolor; pero nada podia declarar por<br />
no reproducir las pruebas que me prodigó siempre de amistad.<br />
Mr. Cacault hubiera sido en estas circustancias un consejero<br />
útil; pero la guerra apenas dio lugar á peusar un instante en su<br />
muerte, que á fuerza de pesares le sobrevino.<br />
"El Papa, el Cardenal Consalvi y otros sabios de Roma se<br />
manifestaron mas agradecidos á sus servicios.<br />
El 18 de octubre los austriacosque habían em<br />
pezado la guerra y se vieron precisados á refluir<br />
sobre Tlin por las marchas de las tropas france<br />
sas, se rindieron y desfilaron por delante del em<br />
perador.<br />
Este, antes de marchar sobre Viena dispuso<br />
la ocupación de Ancona, y al recibir esta noticia<br />
el Papa le dijo al Cardenal Consalvi: " Nos va<br />
mos en vuestra ayuda. No ha producido ninguna<br />
impresión vuestra carta, escribiremos de nues<br />
tro puño," y envió a Napoleón la siguiente:<br />
IMPERIAL Y REAL MAJESTAD.<br />
" Diremos á V. M. francamente, con toda la injenuidadde<br />
nuestro carácter, que la orden que ha dado al jeneral Saint-<br />
Cir de ocupar á Ancona con las tropas francesas y de encerrar<br />
en ella provisiones nos ha causado no menos sorpresa que dolor<br />
, tanto por el hecho en sí cuanto por el modo con que ha<br />
sido ejecutado sin que V. M. nos previniese de manera alguna.<br />
" Verdaderamente, no podemos disimular la viva sensación<br />
que nos causa el vernos tratar de un modo, que por ningún<br />
título creíamos merecer. Nuestra neutralidad reconocida<br />
por V. M. como por todas las otras potencias, respeta"
da por ellas plenamente, nos daba un motivo particular de seguridad<br />
para creer que la amistad que Y. M. nos profesaba nos<br />
preservarla de un disguto tan amargo ; pero vemos yá, que<br />
nos habíamos engañado.<br />
"Francamente lo diremos, desde la época de nuestra vuelta<br />
de París no hemos e3perimentado sino amarguras y pesares,<br />
cuando nos debiamos prometer otra cosa, del conocimiento<br />
personal que hicimos con V. M., y de nuestra invariable<br />
conducta. En una palabra , no encontramos en Y. M. la correspondencia<br />
de sentimientos que teníamos derecho á esperar.<br />
" Lo sentimos vivamente ; pero con respecto á la invasión<br />
que se está haciendo, lo decimos con la sinceridad que debemos,<br />
las obligaciones contraidas con nuestros vasallos nos<br />
fuerzan á pedir la evacuación de Ancona á V. M.; y si fuese<br />
rehusada , no vemos como podrá concillarse la continuación de<br />
las relaciones que tenemos con el ministro de V. M. en liorna,<br />
estando ellas en oposición al trato que recibiéremos de V. M.<br />
en Ancona.<br />
* Persuádase de que es esta carta un penoso deber para<br />
nuestro corazón; pero ni podemos disimular la verdad, ni faltar<br />
á las obligaciones que hemos contraído.<br />
"Esperamos, sin embargo, en medio de todas nuestras<br />
amarguras , que V. M. querrá libertarnos del peso de aquellas<br />
que depende de su sola voluntad el evitarlas.<br />
" Concluimos concediéndole de todo nuestro corazón la<br />
bendición apostólica.<br />
"• Dada en liorna , en Santa María la Mayor á 13 de noviembre<br />
del año 1805 , el sestó de nuestro Pontificado.<br />
"Firmado PIUS P.P. VIL"<br />
Ignoraba el Cardenal Fesch que se hubiese
escrito contra él de una manera tan viva, y no<br />
habia motivo para dudar , las espresiones de la<br />
carta eran muy claras, y establecían muy posi<br />
tivamente, que no siendo reconocida la neutrali<br />
dad no se sabia como conciliar la continuación de<br />
relaciones con el ministro del emperador.<br />
En este intervalo los rusos desembarcaron en<br />
Ñapóles y el mariscal Berthier al saber esta<br />
nueva escribió á Mr. de Talleyrand después de la<br />
victoria de Austerlitz una carta que éste comuni<br />
có al Cardenal.<br />
Brunn 10 da diciembre de 1805.<br />
" El Emperador me encarga ponga en conocimiento de<br />
V. E., que le autoriza para escribir á su Eminencia el Cardenal<br />
Fesch , que en el caso en que los rusos marchen , puede<br />
¿1 á la menor novedad que sepa, salir sin inconveniente alguno<br />
para Bolonia; pues un ejército de 10.000 hombres está dispuesto<br />
á hacer que se arrepienta la reina de Ñapóles.<br />
"Firmado el Mayor, MARISCAL BERTHIER."<br />
El 26 de diciembre se firmó la paz de Pres-<br />
burgo, y Venecia fué dada al reino de Italia.<br />
El Papa y el Cardenal Consalvi temieron<br />
fundadamente que el emperador en adelante les<br />
haría peticiones mas absolutas en asuntos eclesiás<br />
ticos, concernientes al concordato Italiano.<br />
El Cardenal Fesch jencrosamente se unió
al Papa y a su Eminencia; pero siempre deberían<br />
temer los acontecimientos que iban á desarrollar<br />
se en el año de 1806, y sobre todo la respuesta<br />
del emperador á la ultima carta de su Santi-.<br />
dad.
CAPITULO ONCE.<br />
BATALLA DE AUSTERLITZ.—VIOLENTA CAUTA DEL EM<br />
PERADOR AL PAPA.—ESPLICACIONES y RESPUESTA DE<br />
ESTE.—OTRA CARTA DE NAPOLEÓN EN QUE SE DECLA<br />
RA EMPERADOR DE ROMA.<br />
Habia guardado Napoleón la carta del Papa<br />
que recibió el 23 de noviembre, y después, dos.<br />
grandes emperadores habian sido vencidos por él<br />
á pesar de los esfuerzos de sus tropas reunidas y<br />
de su valor para oponérsele en su marcha á Mo-<br />
ravia.<br />
La acción de Austerlitz fué, la batalla mas rá<br />
pida y brillante de esta época de maravillas, en<br />
la cual Napoleón y los ejércitos franceses mar<br />
chando de victoria en victoria parecía que comba<br />
tían bajo la influencia de una propicia y gloriosa<br />
estrella uno de los emperadores vino á saludar en<br />
su campamento al vencedor que le dijo "os reci<br />
bo en el palacio único que habito hace dos me-<br />
sea " " Tanto partido sacáis de esta habitación, le
espondió Francisco II, que os debe parecer muy<br />
agradable."<br />
El otro emperador se csplicó así con el jeneral<br />
francés enviado á su cuartel jeneral: " Decidle á<br />
vuestro amo que yo me voy ; que ayer ha hecho<br />
milagros; que la admiración que me causa se ha<br />
acrecentado con esta jornada; (pie está predesti<br />
nado por el cielo."<br />
De alli á veinte y seis dias estaba la paz fir<br />
mada. Napoleón no debia pasar por Italia y desde<br />
Munich escribió al Papa, como si acabase de abrir<br />
su carta.<br />
SANTÍSIMO PADRE.<br />
"Al recibir una carta de vuestra Santidad con fecha de 13<br />
de noviembre no he podido menos de conmoverme vivamente,<br />
notando que cuando todas las potencias asalariadas por la Inglaterra<br />
se habían coligado para hacerme una guerra injusta,<br />
vuestra Santidad ha prestado oidos á los malos consejos llegando<br />
á escribirme una carta tan poco circunspecta. Vuestra<br />
Santidad puede conservar mi embajador en Roma ó despedirle,<br />
según sea su voluntad.<br />
"La ocupación de Ancona es una consecuencia inmediata<br />
y necesaria de la mala organización del estado militar de la<br />
santa Sede y antes tenia vuestra Santidad interés en ver esta<br />
fortaleza en mi poder, que en poder de los ingleses 6 los<br />
Turcos.<br />
"Vuestra Santidad se queja de no tener un momento que<br />
15
no esté lleno de amargura desde su vuelta de Paris á Roma, y<br />
consistirá en que desde entonces, todos cuantos me manifestaban<br />
amistad, teniendo un fondo de temor á mi poder, creyéndose<br />
garantidos con las fuerzas de la coligación, enemiga<br />
mia , han cambiado de sentimientos. Así ha sido , que desde<br />
la vuelta de vuestra Santidad, yo no he recibido de parte suya<br />
en todos los asuntos que se han ofrecido, aun en aquellos mismos<br />
cuyo interés relijiosoera de primer orden, como por ejem<br />
plo , el que se dirijia á impedir levantase el protestantismo en<br />
Francia la cabeza , sino negativas manifiestas.<br />
H Me he considerado como el protector de la santa Sede<br />
, y bajo este título he guarnecido á Ancona, como primojénito<br />
hijo de la Iglesia , que tiene él solo la espada que la proteje<br />
y defiende de las profanaciones de los griegos y los musulmanes:<br />
así como se consideraron mis predecesores de la segunday<br />
tercera raza; y constantemente protejeré á la santa<br />
Sede, á pesar de los torcidos caminos de la ingratitud y<br />
contraria intención do los hombres, que en estos últimos tres<br />
meses se quitaron la máscara creyéndome perdido. Dios ha manifestado<br />
por el buen suceso que corona mis armas , la protección<br />
que concede á mi causa, y seré el amigo de vuestra Santidad<br />
siempre y cuando que consulte su corazón y á los amantes<br />
verdaderos de la relijion.<br />
" Lo repita aquí, si vuestra Santidad quiere despedir á mi<br />
embajador , tiene libertad para acojer á los ingleses, y al Califa<br />
de Constantinopla; pero no queriendo esponer al Cardenal<br />
Fesch á estas averías, dispondré yo le reemplace un seglar,<br />
pues así como así, el odio que el Cardenal Consalvi le tiene es<br />
tal, que continuamente recibe desaires , al pase que se prefiere<br />
á mis enemigos. Dios es juez entre todos los príncipes que reinan<br />
, de cual es aquel que mas ha hecho por la relijion.<br />
" Ruego, Padre Santísimo, á Dios le conserve muchos años
en el réjimea y gobierno de nuestra- santa madre Iglesia.<br />
Munich 7 de enero de 1806.<br />
El Emperador de los franceses, rey de Italia<br />
" Finando, NAPOLEÓN."<br />
Consalvi puso en manos del Papa la carta del<br />
vencedor. Otra recibió el Cardenal Fesch con<br />
las prevenciones mas severas, cuyo contenido<br />
supo muy pronto su Santidad, y dijo que no<br />
se entregaría libremente al sueño hasta que su<br />
respuesta estuviese escrita y remitida.<br />
Esta es la traducción de ella :<br />
IMPERIAL Y REAL MAJESTAD.<br />
" Nos ha llenado de un vivo dolor la carta de V. M. fecha<br />
en Munich á 7 de enero. Hemos visto en ella, que V. M.ae ha<br />
sentido con disposiciones que nos consideramos obligado á<br />
disipar, tanto por nuestro carácter cuanto por la adhesión que<br />
profesamos á V. M. y siempre le hemos profesado.<br />
" Nunca fue intención nuestra despedir al ministro de V. M.<br />
cuando le escribimos que no podríamos conservar relaciones<br />
con él, si no obteníamos la evacuación de Apoona, no lo decíamos<br />
sino por la necesidad de quitarles á los rusos en cualquiera<br />
circunstancia, para que no trataran nuestro pais como enemigo,<br />
la opinión que pudieran tener de haberse guarnecido Ancona<br />
con intelijencia nuestra. Suspendiendo en público la continuación<br />
de nuestras relaciones con el ministro , si V. M. nos<br />
rehusaba la evacuación de Ancona , dábamos una prueba de<br />
nuestro desagrado ; pero no por eso interrumpiríamos nuestras
elaciones confidenciales , estando muy distante de la idea de<br />
entregarle sus pasaportes. La candidez de nuestro carácter,<br />
tan bien conocido por V. M , é incapaz de algún disimulo,<br />
puede servirle de garantía de que habíamos confiado al ministro<br />
de V. M. esta particular consideración. El mismo carácter<br />
nuestro nos impulsa á decirle también á V. M., que se<br />
engaña creyendo que en este particular hayamos sido incitado<br />
por los malos consejos de otros.<br />
" Se ha resentido nuestro corazón de un vivo disgusto y lo<br />
manifestamos con toda sinceridad. Si se remonta Y. M. á la<br />
época del 13 de noviembre , que fue el dia en que escribimos<br />
aquella carta, verá como era tiempo ya de que supiésemos estaba<br />
V. M. á las puertas de Viena, y que los gloriosos sucesos<br />
adquiridos por su grande jénio y s«s armas habian decidido de<br />
la suerte de la guerra. Nadie podia pues , creerle perdido,<br />
como V. M. dice: y es pensamiento que nunca tendría entrada<br />
en nuestro corazón, no solamente por indigno, sino<br />
también por que nos sería muy sensible , por contrario<br />
á nuestra convicción y á la adhesión que teuemos á vuestra<br />
persona.<br />
" Se queja V. M. de que hemos rehusado servirle en algunas<br />
cosas, y es queja que nos es muy sensible. Ha visto V. M.<br />
mismo con que alegría y buena voluntad nos prestamos siempre<br />
á cuanto puede satisfacerle. Si no lo hemos hecho en la<br />
cuestión del matrimonio, es por que las disposiciones divinas<br />
nos lo prohibían, y el obrar así nos ha costado mas , que<br />
á V. M. aflijido. Y sino quiere V. M. creer que nos moveríamos<br />
á complacerle por cordial sentimiento , puede fácilmente<br />
persuadirse de que estábamos en hacerlo por nuestro interés,<br />
pues, no se nos oculta, en cuanto nos podia asistir la benevolencia<br />
de V. M.AÍÍ que, volvemos á repetirlo, que á nuestro deber<br />
nos causa una grande amargura cuando nos obliga á resistir
juntamente, las inclinaciones de nuestro corazón y los consejos<br />
de nuestra conveniencia.<br />
" También nos habla V. M. del odio que profesa el Cardenal<br />
Consalvi al Cardenal Fesch. Opinión es de V. M. que<br />
nos ha sorprendido tanto mas, cuanto el Cardenal Consalvi en<br />
sus intimas relaciones nos manifiesta hácii el Cardenal Fesch<br />
sentimientos del todo diferentes. liémosle preguntado con<br />
este motivo, y el cree no debe recurrir á otros testimonios en<br />
contrario , que á los que nazcan de la buena fe del Cardenal<br />
Fesch y de los mismos hechos. Se da por vencido si un solo<br />
hecho hay en apoyo de esa suposición, ó de la pretendida deferencia<br />
que se tiene con ingleses ó rusos.<br />
" Podemos asegurar á V. M. que el Cardenal Consalvi tiene<br />
los sentimientos, que podíamos desear tuviese nuestro ministro,<br />
para ser un representante de V. M. Así se ha sentido<br />
muy acongojado con la opinión de V. M. y particularmente con<br />
la duda que en su carta aparece tener, de sus sentimientos respecto<br />
déla Francia. El concordato,}' su constante conducta en<br />
todos los asuntos de esta le habian hecho creerse seguro de tales<br />
sospechas; pero á pesar de todo, pues que de semejante manera<br />
lo juzga Y. M. persuádese de que han de ser dañosos á la<br />
santa Sede sus rervicios, en vez de serle útiles, y nos ha pedido<br />
con instancia, le permitamos separarse del ministerio. No le hemos<br />
concedido este permiso, seguro de que depondrá V. M. toda<br />
opinión siniestra respecto del.<br />
"V. M. nos dice que quiere retirar al Cardenal Fesch. Le<br />
respondemos que nos causará con ello sumo disgusto, y que<br />
deseamos abandone V. M. ese pensamiento. En- cuanto á la<br />
persuasión en que V. M. está , de que hay personas que se han<br />
quitado la mascara en eslos últimos meses , creyéndose autorizados<br />
para cambiar de sentimientos con las fuerzas de la coligación,<br />
decimos á V. M que no ecsisten de modo alguno tales personas,<br />
y que si ecsistieran nuuca les prestaríamos oidos. No pode-
mos «disimular de que-en vista de tantas pruebas como Je tene<br />
mos dadas de sincera amistad, y adhesión no hayamos podido<br />
convencerle de que es imposible permitamos manejos semejantes.<br />
"Nos hemos visto obligados á responder con tanta precisión<br />
á las quejas de V. M. para no confirmarlas con el silencio; pero<br />
despnes abandonamos -nuestros ¡cuidados á Dios, que vé nuestro<br />
Corazón y que dir-ije nuestras acciones. No perdemos tampoco<br />
la confianza que tenemos en el amor de V. M. á Ja relijion, á la<br />
Iglesia y á nuestra persona, que por nuestra parte estamos segu<br />
ro no haber desmerecido. V. M. reconoce, que viene de Dios el<br />
suceso dichoso de sus armas, y el acrecentamiento de su gloria,<br />
que parecia no obstante incapaz ¡de recibir aumento alguno, y en<br />
Dios mira la causa de la .dilatación de su imperio y dominios :<br />
tal sentimiento que es la mayor gloria de V. M. nos asegura de<br />
-que volverá hacia Dios, y hacia el bien de la relijion y su Igle<br />
sia, la celebridad de su nombre, y el fruto -de sus conquistas.<br />
"Es monarca V. M. ya de los Estados venecianos: le<br />
pedimos que conserve intacta en ¡ellos la relijion dominante, y<br />
que no haga innovaciones , ni en el clero regular y secular, ni<br />
en sus posesiones. No perdemos la esperanza de que se ter<br />
minen los asuntos de relijion en las otras provincias del reino<br />
•de Italia, y el engrandecimiento de esta corona de -V. M. nos<br />
hace pensar, de .que lia llegado ya el tiempo oportuno de ver<br />
realizadas por V. M. las esperanzaste nonos han abandona<br />
do nunca , de que el patrimonio de san Pedro no se aflijirá por<br />
mas largo tiempo, con la pérdida de las tres legaciones arran<br />
cadas por la revolución.<br />
"No cesaremos de recomendar á V. M. ahora que para Ja<br />
plaza de Ancona ha desaparecido todo peligro de sorpresa, que<br />
se acaben en -esta ciudad todas las medidas de guerra tan dis<br />
pendiosas , y perjudiciales al mismo tiempo á su bienestar, y le<br />
suplicamos la vuelva al estado pacifico que gozaba antes de la<br />
ocupación.
"Finalmente la situación deplorable de nuestro tesoro nosobliga<br />
á importunar y pedir á V. M. el reembolso de los numerosos<br />
adelantos hechos á su ejercito. Pensamos que conoce<br />
V. M, con cuanto celo y buena voluntad se ha prestado el go -<br />
bierno pontificio á todo;cuanto ha podido ser necesario á sus tropas,<br />
y asi es que apelamos á losinformes mismos dados por los<br />
militares , que han demostrado sin límites su satisfacción. Hemos<br />
empleado en este servicio todos los fondos que teníamos<br />
y á mas, aplicado de antemano á los pagos definitivos los rendimientos<br />
que no ha llegado el tiempo de recaudar , de modo que<br />
en cinco meses nos vamos á encontrar desprovistos absolutamente<br />
de medios, si el reembolso que pedimos no entra prontamente<br />
en nuestras cajas.<br />
"Estemodo libre de esplicarnos será para V. M. una prenda<br />
de la confianza que en él mismo tenemos; pero si el estado de<br />
tribulación que Dios nos reservó para nuestro doloroso pontifica"<br />
do, debiese llegar á su estremo; si tuviésemos que vernos<br />
arrebatar la amistad y benevolencia de V. M. que tan preciosas<br />
nos son, el sacerdote de Jesucristo, que tiene la verdad en<br />
el corazón y en los labios, soportará tanto dolor con entera resignación<br />
y sin temor alguno. De la tribulación misma recibirá ti<br />
aliento que vivificará su constancia, y la recompensa que el mundo<br />
le niegue, la espera encentrar mas pura y sólida en el cielo*<br />
Concedemos á V. M. I. y R. de todo corazón la paternal bendición<br />
apostólica, no cesando de pedir á Dios por su larga y prospera<br />
conservación.<br />
".Dada en Roma , en Santa Maria la Mayor á 29 de enero<br />
del ano 1806. el sesto de nuestro Pontificado:<br />
"Firmado PIUS P. P. VIL"<br />
No hay necesidad de hacer resaltav cuanta
tiene de noble, de imponente, de fuerte y de resig»<br />
nado el final de esta carta, y parece que tan alen<br />
tadas espresiones produjeron en Napoleón una im<br />
presión viva, pues de allí á quince dias respondió<br />
él mismo. Nadie seria capaz de analizar esta con<br />
testación , ni se atrevería 4 quitar una sola linea<br />
de la carta, en que viene el vencedor á decir al<br />
mismo Pontífice, entre mil incoherencias; "Yo<br />
tomo mas cuidado por la relijion que vos mis<br />
mo; la dejais vos sufrir mirándome obrar; seré ¡<br />
mas sabio, y hábil, y piadoso que vos, que no so<br />
lamente soy el guerrero del siglo; pues sí fuese<br />
dueño de mas todavia , no dejaría perecer á las al<br />
mas."<br />
He aquí una traducción literal.<br />
SANTÍSIMO PADRS.<br />
"He recibido la carta de vuestra Santidad de 29 de enero.<br />
Participo yo de todas sus penas, concibo que se halla rodeado<br />
de escollos; pero puede evitarlos, marchando derecho y no<br />
entrando en el dédalo de la política y consideraciones hacia<br />
las potencias, que, bajo el punto de vista de la relijion son<br />
consideradas como heréticas y fuera de la iglesia, y bajo e\<br />
de la política, como lejanas de sus estados, incapaces de<br />
protejerle y no pudiendo hacerle otra cosa mas que daño.<br />
La Italia toda va á estar sometida bajo mi ley. En nada to<br />
caré á la independencia de la santa Sede ; aun le haré pagar<br />
los gastos que le ocasionen los movimientos de mi ejército;<br />
pero nuestras condiciones deben de ser: que vuestra Santidad<br />
me tendrá á mi en lo temporal las mismas atenciones que yo
m<br />
le rindo en lo espiritual, y que cesará de tener consideracio<br />
nes inútiles con los herejes enemigos de la iglesia, y con las<br />
potencias que no pueden hacerle bien alguno. Et vuestra<br />
Santidad soberano de Roma; pero yo soy el emperador.<br />
Deben ser suyos todos mis enemigos, y no es conveniente que<br />
resida en Roma ó en los estados de vuestra Santidad ningún<br />
ájente del rey de Cerdeña , ningún inglés ruso , ni sueco , ni<br />
que barco ninguno perteneciente á estas potencias se reciba eu<br />
sus puertos. Como á jefe de nuestra relijion tendré siempre<br />
á vuestra Santidad la deferencia filial que le he manifestado<br />
en todas circunstancias , pero yo soy el responsable á Dios,<br />
que se ha querido servir de mi brazo para restablecer la reli<br />
jion , y ¿ cómo podría, sin jemir , verla comprometida por las<br />
lentitudes de la corte de Roma, en donde^io se va al cabo<br />
de nada , adonde por intereses mundanos de vanas, prerogati-<br />
vas de la tiara , se deja perecer á las almas, esto es, al verda<br />
dero fundamento de la relijion ? A Dios responderán de ello<br />
los que dejan la Alemania en la anarquía : á Dios responderán<br />
de ello, los que ponen todo su celo en protejer los matrimo<br />
nios protestantes y quieren obligarnos á ligar mi familia á<br />
príncipes de estas sectas : á Dios responderán los que retardan<br />
la espedicion de las bn%s de mis Obispos y entregan mis dió<br />
cesis á la anarquía. Necesarios son seis meses para que los<br />
Obispos puedan entrar en ejercicio y pudieran estarlo al cabo<br />
de ocho dias. Yo he tenido que hacerlo todo con respecto á<br />
ellos en Italia: he consolidado los intereses de la iglesia, no he<br />
tocado en nada á lo espiritual, y lo mismo que he ejecutado<br />
en Milán lo ejecutaré en Ñapóles, y do quiera que se estierda<br />
mi poder. No rehuso yo aceptar el concurso de los hombres do<br />
tados de celo verdadero por la relijion y entenderme con ellos;<br />
pero si en Roma se pasan los dias en no hacer nada y en una<br />
culpable inercia, supuesto que Dios me ha cometido á mí,<br />
después de tantos trastornos, el cuidado de velar y mantener<br />
16
ía relijion,, po puedo yo llegar jlser indiferente, ni quedarme<br />
siéndolo, en todo aquello que es un perjuicio, para el bien y la<br />
salvación de mis pueblos. Santísimo Padre, yo se que vuestra<br />
Santidad quiere el bien; pero está rodeado de. hombres que no<br />
Je quieren , de malos principios, y que en vez de trabajaren<br />
estos críticos momentos para remediar los males. que se han<br />
introducido j trabajan en agravarlos. Si quisiera acordarse<br />
vuestra Santidad de. lo que le tengo dicho en París,. se. organizaría<br />
la relijion en Alemania, y no permanecería en ella,<br />
ni en Italia, en tan mal estado, como se encuentra, todo<br />
seria, hecho de concierto con vuestra Santidad y conveniente^<br />
mente., pero para aquello que debe hacerse en quince dias no<br />
puedo yo'dejar pajar lánguidamente un año. No ha sido durmiendo<br />
como he'levantado (\ tan alto grado el estado del<br />
clero , la publicidad del culto y la organización de la relijion.<br />
en Francia , do. tal manera que no hay otro país alguno donde<br />
mas bien haga , ni esté ma.s respetada, ni goce de mas consíaeración.<br />
Los que hablan á vuestra Santidad en otro lenguaje<br />
le engañan, y son sus enemigos atrayéndole desgracias que<br />
pueden concluir por. serle funestas...<br />
"Ruego á Dios. > santísimo Padre, que conserve á vuestra<br />
Santidad largos años en el réjimen y go^rno de nuestra santa<br />
madre iglesia. gg^- ,<br />
• "Vuestro devoto hijo; *<br />
«Firmado NAPOLEÓN"<br />
Paris 13 de Febrero de 1800.
CAPITULO DOCE.<br />
CAUTA DEL CARDENAL FÉSCII AL PAPA.— RESPUESTA<br />
DE su SANTIDAD A LAS PRETENSIONES CON QI/E SE<br />
ANUNCIABA AL IMPERIO DE ROMA.<br />
Todas estas negociaciones eran secretas y no<br />
se sabia ningún pormenor de ellas ni aun en Flo<br />
rencia. La punzante carta de Napoleón se recibió<br />
el 2 de marzo, y el 12 por un billete anunciaba el<br />
Cardenal Consalvi únicamente que las ocupacio<br />
nes mas urjentes y las amarguras de que estaba<br />
cada vez mas lleno le habian impedido escribir al<br />
nuncio.<br />
El Cardenal Fesch pedia oficialmente que<br />
fueran espulsados de Roma y los Estados pontifi<br />
cios, los rusos , los suecos, los ingleses y los sar<br />
dos , á lo que contestó el Cardenal Corfsalvi que<br />
su Santidad se entendería directamente con el<br />
Emperador en este particular. En este caso creyó<br />
conveniente el ministro de Francia escribir par<br />
ticularmente al Papa enviándole una copia de la
nota oficial, y pidiéndole contestase á la legación:<br />
y después de lamentarse, le acusasen de cpie ecsa-<br />
jeraba la severidad de las órdenes imperiales,<br />
anadia :<br />
" Si el objeto de este negocio fuese de menos interés; si<br />
mi veneración hacia vuestra persona , ó Santísimo Padre , fuese<br />
menos profunda, y menos cierta mi adhesión á la Santa Sede<br />
; me desentendería de semejantes acusaciones , apelaría al<br />
escudriñador de los corazones, Uevaríalo todo en silencio, abscondissem<br />
me forsitan ab eo, Pero cuando puedo invocar el<br />
irrecusable testimonio de mi gobierno, en comprobación de<br />
mis sentimientos hacia vuestra Santidad, cuando puedo hacer<br />
que mi franqueza y mi zelo aparezcan indudables cu una discusión<br />
de vida ó muerte para el gobierno temporal de la Santa<br />
Sede; repelo semejantes acusaciones , y pruebo así, que por mi<br />
parte he hecho lo posible para que el gobierno pontificio no se<br />
oponga á los decretos inmudables de la Providencia.<br />
Los acontecimientos notables que con tanta rapidez sobrevienen<br />
, sin duda, ó Santísimo Padre, que solo acaecen con<br />
permisión superior, y por la voluntad del que todo lo puede:<br />
solo son instrumentos las potestades de la tierra. \ Y desgraciadas<br />
de estas, si se oponen á la voluntad irresistible de Dios,<br />
decidiéndose según los principios ordinarios ! Como buque arrastrado<br />
del viento, piérdense no queriendo dejar la costa."<br />
Sea el que quiera mi modo de ver, y la diversidad de mi<br />
opinión , respecto de la de su Eminencia el Cardenal secretario<br />
de Estado, ruego á vuestra Santidad, croa que nada hay<br />
capaz de disminuir mi veneración á su persona, y mi adhesión<br />
á la Santa Sede, y espero que dispensándome siempre su Santidad<br />
su benevolencia , se servirá concederme su bendición<br />
apostólica.
m<br />
Con la misma fecha respondió' el padre Santo,<br />
al emperador y al Cardenal Fesch. Acusa el re<br />
cibo de la caria de Napoleón del 13 de febrero, y<br />
dice que le es imposible- espresar suficientemente<br />
la sensación que esporimeutó con la lectura de su<br />
contenido.<br />
Vería esta carta sobre tantos y tan graves asuntos, encierra<br />
principios, peticiones y quejas tan amargas, y alude por fin,<br />
de tal modo á lo que V. M. nos ha hecho participar por su ministro;<br />
que ante Dios , el mundo católico y los venideros, nos<br />
haríamos culpable* de la mas vergonzosa debilidad , si no descubriésemos<br />
del modo mas libre y franco nuestros sentimientos,<br />
y si á las peticiones que se nos hacen á los prin cipios que se<br />
presentan , y á las quejas que se profieren , no diésemos aquellas<br />
respuestas que el conocimiento ecsacto de la justicia, de la<br />
verdad y de la inocencia nos dictan.<br />
A Dios, á la iglesia , á nosotros mismos, á la inclinación<br />
paternal que le profesamos , ¡í la misma gloria de Y. M. debemos<br />
un hablar libre y franco, tal cti.il conviene al candor de<br />
nuestro carácter, y á los deberes de nuestro ministerio acá en<br />
la tierra.<br />
Debérnosle tanto mas, cuanto que una fuerte necesidad no»<br />
escita á llenar los deberes mas esenciales: pues bien claro vemos<br />
, y no sin temor , que los sentimientos manifestados por<br />
\. M. amenazan la dignidad de la santa Sede, y los mas inalterables<br />
y respetados derechos de su libre soberanía.<br />
Guardamos , y guardaremos siempre á V. M. aquellas consideraciones<br />
que la estimación, la benevolencia, y la amistad<br />
nos sujieran; pero no podemos prestarnos á aquellas concesiones<br />
que repugnan á las indeclinables obligaciones de nuestra<br />
doble representación : ni callar aquellas verdades de que esta-
'lfco f * . . 1 ff|jiios<br />
penetrados por el íntimo convencimiento de nuestra conciencia<br />
:.ni. ceder á lo que se oponga ateste depósito del patfi»<br />
monio de la iglesia romana, que se nos ha trasmitido de nuestros<br />
predecesores por medio dé una larga sene de siglos: y que<br />
rJ rio de los altares, ante el Omnipotente, con los mas sagrados<br />
juramentos * hemos prometido transmitir intacto á nuestros<br />
sucesores.<br />
"Comenzaremos - por contestar á lo que V. M. nos ecsije.<br />
Quiere V. M, que echemos de nuestros Estados á-los rusos,<br />
ingleses ^ suecos ; y á. todo ájente del rey de Cerdeña , cerrando<br />
nuestros puertos á las embarcaciones de las naciones dichas:<br />
que abandonemos nuestro estado pacífico, y entremos en<br />
el de hostilidad y guerra, abierta con estas potencias. Permítanos<br />
V. M. que le respondamos con una ecsacta precisión, que<br />
no solo por motivos de temporales interéseseos es imposible<br />
adherirnos á.esta demanda, sino por causa délos deberes inseparables<br />
de nuestro carácter. Juzgúelo V. M. y considérelo bajo<br />
todos los aspectos en que puede presentársenos e'sta cuestión,<br />
y mire si será propio, dé su relijíosidad, grandeza y humanidad<br />
precisarnos á dar un. paso de tal naturaleza.<br />
" Nos que somos Vicario del Verbo Eterno, " que no es el<br />
" Dios de la disensión sino el de la concordia, que ha venido<br />
"al mundo para deshacer las enemistades y evangelizar la paz<br />
" tanto con los que están lejos , como con aquellos que están<br />
"vecinos", según Tas palabras del Apóstol; ¿cómo, ni de qué<br />
manera podríamos separarnos de la enseñanza de nuestro Divino<br />
maestro, ni contradecir la misión que nos ha dado? ," i<br />
No es la voluntad nuestra, sino la de Dios, cuyo logar ocupamos<br />
en la tierra, la que nos prescribe el deber de la paz para<br />
con todos, #S» distinción de católicos ni de herejes,profesarnos<br />
ó - apartados, bienhechores ó malhechores. No nos és permitido<br />
hacer traición ( I) al cargo que nos. encomendó el offl-<br />
( 1) No TIENE NUESTRA LENGUA EL verbo trahir francés, que AQUÍ debe—
mpoíenie ; y la liaríamos, si por motivos alogados )>or v<br />
. M.<br />
X^MÍ'VC á las potencias heréticas, que solo paociú •ernos da»<br />
ño ( gato ilice V. M.), accediésemos á peticiones que nos condujesen<br />
á tomar parteen ¡a. guerra contra eila3.<br />
Si, como dice V, M., .10 debernos entrar en el dédaív •:«•
toi, qnc padecerla el catolicismo en esos países, privados de<br />
toda comunicación con el centro de la unidad, fundamento y<br />
base de la relijion católica? Si nos privase de esta comunicación<br />
la fuerza irresistible de los acontecimientos humanos , semejante<br />
calamidad , nos haría jemir profundamente : pero jamás<br />
podríamos conllevar el remordimiento continuo de haber sido<br />
nosotros mismos la causa. ¿Y si iutimásemo» á los subditos de<br />
aquellos soberanos , salir de nuestros estados , y no acercarse<br />
ú nuestros puertos; no causaríamos, por absoluta culpa nuestra<br />
, un irreparable mal, interrumpiendo toda comunicación<br />
entre nosotros ; y los católicos que viven en esos países? ¿Cómo<br />
resistiríamos á las aldabadas de nuestra conciencia que de<br />
contíuuo nos echarían en cara las consecuencias funestas de<br />
este hecho? ¿Cómo ocultar de nosotros mismos, nuestra falta?.<br />
" No es tan corto el número de I03 católicos que ecsisten<br />
en esos dominios: hay millones de ellos en el imperio ruso, y<br />
millones de millones en los paises sometidos al reino de Inglaterra;<br />
gozan del libre" ejercicio de su culto v están protejidos.<br />
No podemos proveer el resultado que tendría el que<br />
los soberanos de esos estados se viesen provocados por nos<br />
con un acto tan marcado de hostilidad , cual seria la espulsiou<br />
de sus vasallos y la prohibición de nuestros puertos. Sería su<br />
resentimiento tanto mas violento cuanto mas justo parecería no<br />
habiendo recibido de ellos injuria alguna.<br />
" Si su indignación no recayese contra los católicos sus<br />
vasallos, podríamos temer á lo menos, que arruinasen el<br />
ejercicio de la relijion católica , permitida en sus dominios con<br />
tanta libertad , y sería un mal incalculable, de que daríamos<br />
cuenta á Dios, la interdicción de las comunicaciones católicas,<br />
el impedimento de las misiones, y la interrupción de todos los<br />
asuntos espirituales.<br />
" V. M. recuerde la conducta que hemos tenido constantemente<br />
con f u persona , y como le hemos complacido en cuantas
cosas no se oponian á nuestros deberes, con hecbos recientes,<br />
conocidos de toda la Europa, y que nos han adquirido la opinión<br />
universal, de que tenemos por V. M. un sentimiento<br />
decidido de parcialidad y preferencia y acabaremos así<br />
nuestras respuestas á las primeras proposiciones de V. M.<br />
con la confianza de que después de rellecsiones de tanto peso,<br />
abandonará los pasos que quiere demos , y nos libertará de la<br />
desolación, que hemos tenido á su vista. Peí o los principios<br />
que V. M. emite no nos permiten callar. Estamos lejos de tener<br />
ambición de dominar y de todo interés personal: la causa que<br />
defendemos es la de la iglesia romana y silla que ocupamos<br />
cuyos derechos, antes de subir á ella juramos sostener y defender<br />
hasta el caso de la efusión de nuestra sangre.<br />
"Levantemos el velo , señor! V. M. dice , que no tocará á<br />
la independencia de la iglesia, que seremos el soberano de<br />
Roma, y dice al mismo tiempo que toda la Italia se someterá<br />
bajo su ley : nos anuncia, que si hacemos lo que V. M. quiere,<br />
V. M. no cambiará las apariencias, pero si forma juicio de que<br />
Roma siendo una parte de Italia estará bajo su ley , sino<br />
quiere conservar mas que las apariencias , el dominio temporal<br />
de la iglesia quedará reducido á una condición absolutamente<br />
feudal ó servil, la independencia y soberanía de la santa<br />
Sede destruidas. ¿ Y podríamos callar ? ¿ Podríamos, por<br />
tener un silencio que nos haría culpable de prevaricación en<br />
nuestro oficio á los ojos de Dios, y que nos colmaría de oprobio<br />
ante toda la posteridad, disimular el anuncio de medidas de<br />
esta naturaleza ?<br />
" Establece en principio V. M. que él es el emperador de<br />
Roma. Le contestamos con la franqueza apostólica, que el<br />
soberano Pontífiee , que es tal, hace tan gran número de siglos,<br />
que no cuenta soberano alguno antigüedad comparable á<br />
la suya , habiendo llegado á ser el soberano de Roma , no re-<br />
17
conoce, ni jamás ha reconocido en sus estados un poder s'u^pevior<br />
al suyo: que no hay emperador alguno que tenga ningún<br />
derecho sobre Roma. V. M. es inmensamente grande , pero<br />
V* M i ha sido elejido, consagrado, coronado, recetooeidó<br />
emperador de los franceses- y no de Roma^ Ecsiste es verdad*<br />
un Emperador de romanos, título reconocido por toda<br />
la.Europa y por V. M . mismo al Emperador de Alemania, título<br />
que no puede pertenecer á un tiempo á dos soberanos, y<br />
qjie no es mas que título de dignidad y de honor, que en ñá-dS<br />
disminuye la independencia-real y aparente de la sanfe Sedé;<br />
finalmente , que jamas ha tenido esta dignidad imperial, ni<br />
tiene parte alguna , cualidad, ni estension éfi el ¿vito dtímiiíió<br />
ni dominio útil, y que siempre, desde su orijen, ha sido Cdfi {fc<br />
ferida precediendo una elección.<br />
" Dice Vi M. -que nuestras relaciones con él son Mr nais*mas<br />
que las de nuestros predecesores con Carlomagno. Esté<br />
encontró á Roma en poder de los Papas, y reconoció y cortÜr*<br />
mó 'sin reserva sus dominios, se los aumentó cotí nuevas de x<br />
naciones, no ecsijió derecho alguno de dominio ¿ ni de sUpfe*<br />
rioridad sobre los Pontífices, considerados como soberanos<br />
temporales, y no pretendió de ellos ni dependencia ni sujeción.<br />
El reconoció siempre que sus títulos y calidades dé Avvocato<br />
de Patricio y de Emperador fueron concesiones que lé hieie*<br />
ron los Pontífices.<br />
"En fin* diez siglos posteriores á los tiempos dé Carlomagno<br />
han hecho inútil toda otra investigación mas prolija, y iá<br />
pacífica posesión de mil años es el título mas luminoso qué<br />
puede ecsístir entre soberanos. Esta posesión ha demostrado que<br />
fueran cuales fuesen en tiempos oscuros y en circunstancias<br />
tempestuosa»?]** relaciones entre Carlomagnt» y los pontífices,<br />
la santa Sede no ha reconocido después en seguida en sus dominios<br />
temporales otras relaciones con los sucesores de aquel,<br />
e
que las que ecsisien catre ua soberano absoluto é independienr<br />
te con ios otros soberanos.<br />
" Cualquiera estension de dominios, aun lej¡tintamente ad<br />
quirida por un soberano, no le dá derecho alguno para alterar<br />
en la menor parte una posesión de esta naturaleza, gozada pa<br />
cificamente por otro, y los principios de derecho natural apli<br />
cados á los intereses de las naciones , establecen la base de to<br />
das las relaciones sociales sobre esta mácsima , que grandes ó<br />
pequeñas, las soberanías conserven siempre entre ellas el mis<br />
mo estado de independencia. Abandonar esta mácsima , sería<br />
poner á la fuerza en el lugar de la razón.<br />
" V. M. tiene mucha ilustración para no convenir en que<br />
la certeza, de estas verdades es incontestable, y no admite es-<br />
cepcion alguna, ó no hay el derecho de soberanía independien<br />
te , ó el derecho de la soberanía pontificia independiente no<br />
puede de modo alguno alterarse.<br />
" No podemos admitir la siguiente proposición : que de»<br />
beraos tener hacia V. M. en lo temporal, las mismas con<br />
sideraciones que nos tiene V. M. en lo espiritual; la es<br />
tension de ello destruye y altera las nociones de nuestros<br />
dos poderes Un soberano católico no lo es porque<br />
profese reconocer las definiciones do la cabeza visible de<br />
la Iglesia, y mire al santo Padre como á maestro Iq, verdad.<br />
y único Vicario de Dios en la tierra: no hay indentidad, ni<br />
igualdad entre las relaciones espirituales de un soberano cató<br />
lico con el supremo jerarca, y las relaciones temporales de un<br />
soberano con otro.<br />
" Dice también V. M. que deben ser sus enemigos los nues<br />
tros , aserto que repugna admitir el carácter de nuestra misión<br />
divina: no conoce ella enemistades ni aun con aquellos que<br />
se han u ley id o del centro de nuestra unión. Habia de suceder,<br />
quj todas las veces que V. M. estuviese en guerra con una
potencia católica , debiésemos también encontrarnos en guerra<br />
con eMa*<br />
" Carlomagno y todos los príncipes Avvocali de la Iglesia<br />
hicieron profesión de defenderla y evitarle las guerras , y no de<br />
arrastrarla á los combates Esta proposición tiende á hacer<br />
del soberano pontificio un vasallo feudal del imperio francés."<br />
Aquí prosigue el Papa refutando las acusacio<br />
nes que se hacen á la lentitud de las decisiones<br />
romanas: " las materias eclesiásticas no pueden<br />
menos de ecsaminarse con madurez , y no se<br />
las puede aplicar esa celeridad, con que se mue<br />
ven los intereses materiales." Dícese que por in<br />
tereses mundanos y vanas prerogativas de la tia<br />
ra se deja perecer á las almas: el santo Padre recibe<br />
de las manos del Altísimo la humillación acerca<br />
de esta inculpación; pero Dios y el mundo saben<br />
si mundanos intereses y vanas prerogativas han<br />
guiado sus acciones.<br />
Los embarazos que cercan á la relijion en Ale<br />
mania, tienen otra causa que la que se les supone;<br />
proceden de los cambios dispuestos en la dieta de<br />
Ratisbona, y en cuanto á la tardanza de las bulas<br />
para los Obispos de Francia, es inevitable que la<br />
haya, para recojer las informaciones que deben<br />
hacerse.<br />
Responde el Papa al asunto del casamiento de Jerónimo<br />
Bonaparte, invocando la ley divina, de la cual deriva la indiso<br />
lubilidad del matrimonio, que debe él ejecutar aunque sea entre<br />
católicos y herejes. Renueva las razones que ha dado en cuan-
to al concordato de Italia, y á los artículos adicionales que es<br />
tán en oposición á la disciplina de la Iglesia, y concluye su<br />
carta de este modo.<br />
" Estos son lo» candidos sentimientos que la voz de nuestra<br />
conciencia nos ha dictado si fuésemos tan desgraciado que<br />
no conmoviesen el corazón de V. M. nuestras palabras , su<br />
friremos con una resignación evanjéüca todos los desastres><br />
y nos someteremos á todos los dolores como enviados por la<br />
mano del Señor. Reposará siempre la verdad en nuestros la<br />
bios ; reinará en nuestro corazón la constancia de mantener in<br />
tactos los derechos de nuestro solio; arrostraremos todas las ad<br />
versidades de esta vida , primero que hacernos indigno de nues<br />
tro ministerio, y vos, vos mismo, no os separareis de ese espíri<br />
tu de sabiduría y previsión que os distingue, por el que habéis<br />
conocido que la prosperidad de los gobiernos y la tranquilidad<br />
de los pueblos están ligadas inseparablemente al bien de la re<br />
lijion. V. M. no olvidará, en fin, que estamos en Roma es<br />
puestos á tantas tribulaciones, cuando apenas hace un año que<br />
salimos de París.<br />
" Concluimos dando á V. M. de todo corazón la paternal<br />
bendición apostólica.<br />
" Dada en Roma, en santa María la mayor á 21 de marzo<br />
del año 1806, séptimo de nuestro pontificado.<br />
P. D. liemos tomado el partido de no comunicar nuestra<br />
respuesta á nadie, ni al Cardenal legado, ni al Cardenal Fesch<br />
para que pueda quedar su contenido entre V. M. y nos ; que<br />
riendo evitar cuanto sea posible la publicidad de contestaciones<br />
tan dolorosas para nuestro corazón , y tan funestas para la<br />
santa Sede.<br />
«Firmado PIUS P.P. VII."<br />
Dejamos dicho que el Papa escribió al Carde
nal Fesch , el mismo dia 21 de marzo. Declaraba»<br />
le que le es permitido á todo soberano tratar con<br />
otro soberano un negocio importante, sin valerse<br />
de la ordinaria vía diplomática. Que en este ne<br />
gocio queria entenderse directamente con el em<br />
perador , mucho mas cuando éste último habia si<br />
do el primero en dirijirse al Papa sobre estos<br />
asuntos.<br />
Sin embargoen Paris acusaban al Cardenal<br />
Fesch de no tener una conducta mas firme, de-<br />
usar poca fuerza, y tener demasiadas consideracio<br />
nes. Bra pues imposible no preveer escenas fu<br />
nestas , pero el valor de Pió VII permanecía<br />
inalterable.
CAPITULO TRECE.<br />
JOSÉ BONAPARTE REY DE ÑAPÓLES. — EL CARDENAL<br />
FESCH LLAMADO PARA EJERCER SUS FUNCIONES DE<br />
GRAN LIMOSNERO. 1<br />
—V*A DE EMBAJADOR A B.ÓMÁ MR«<br />
ALQUIER. — PRIMERA CORRESPONDENCIA DÉ EL cétt<br />
MR. DE TALLEYRAND.<br />
José Bónaparte, heririatto del émpéra:dóí, ha<br />
bía entrado'con un ejército en Ñapóles; dónde fué<br />
declarado rey; 'con éste motivó salieron deaquelul<br />
ciudad alarmantes rumores. Decíase qué iba la<br />
saiitá Sede á ser trasladada á Áviñon , ó Fáíís;<br />
que el Estado pontificio se repartiría entré los lifr-<br />
nos de Italia y dé Ñapóles; qué la orden dé<br />
se secularizaba; qué se püMícaríá éfí Roma ércó<br />
digo francés; qué'ge auíórtzáoan íós ñlátfiñió'ñi'ós<br />
dé los sacerdotes 5 cuyos, sordos ñimorés llenaron<br />
de dolor al desgraciado Pontífice.<br />
El Oardeñai Féách empleaba tódó sú crédito<br />
éii desmentir estas voces , pues tfe buena fe déte-<br />
taba á los autores de t'áíés insultos--; nías' éñ París
decia Napoleón á Mr. de Fontanes: "No he naci-<br />
" do yo en tiempo oportuno, señor de Montañés;<br />
" ved como Alejandro pudo llamarse sin contra-<br />
" dictores hijo de Júpiter; pero yo en mi siglo me<br />
" encuentro con un sacerdote mas poderoso que<br />
" yo; porque reina él sobre los espíritus y yo so-<br />
" lo sobre la materia." Bien se ve en este dicho<br />
al mismo hombre, que antes habia esclamado<br />
en otra ocasión "Los clérigos guardan él alma y<br />
me arrojan á pii el cadáver" Y nosotros añadire<br />
mos , que siempre en los asuntos relijiosos se vie<br />
ron en Napoleón dos hombres, uno el sabio polí<br />
tico , otro el presuntuoso lleno de orgullo, que en<br />
esta ocasión el orgulloso se sale de toda medida.<br />
Que las escenas bélicas, después de haber he<br />
cho proclamar un Carlomagno , le llevasen has<br />
ta creerse un conquistador Alejandro; bien puede<br />
concebirse, y aun mucho mas después de la paz<br />
de Tilsitt: pero que ansie presuntuoso las adora<br />
ciones que Alejandro ecsijió en la fuerza de su<br />
deslumbramiento ; aquellas adoraciones que mu<br />
chos observadores no miran mas que como un cál<br />
culo político , útil y fácil entre pueblos bárbaros:<br />
que con motivo de las victorias , que bajo algún<br />
respecto pertenecen á la nación que se le encomen<br />
dara piense el soldado del siglo XVIII luchar<br />
contra el antiguo establecimiento del catolicismo;
y que rodeado de tantos parientes , que no era<br />
dable considerásemos como unos seres sobrenatules,<br />
se atreva en nuestro estado de civilización,<br />
en este siglo escarnecedor, en esta época de duda,<br />
á echar de menos la jerarquía inefable de la divinidad<br />
; no merece mas que lástima , y pena también<br />
por las desgracias que de aqui dimanan para<br />
el sacerdote [mas poderoso que él. Estas ideas de<br />
ambición se hicieron por algún tiempo en Europa<br />
una regla política de conducta, que obstinadamente<br />
debía «seguirse contra el Papa.<br />
En vano recomendaba Pió VII el secreto de<br />
cuanto se iba sabiendo porque las amenazas que<br />
atacaban á la Santa Sede cundieron hasta el estremo<br />
de ser asuntos de las sátiras romanas, y<br />
una salió en términos medio familiares y medio<br />
relijiosos, cuya esencia era esta: " Cañones aqui,<br />
cañones allá: rayos al oriente, rayos al poniente;<br />
Napoleón y el Pontífice se han comunicado ya su<br />
resolución definitiva. Dios dá á sus hijos la victoria<br />
, y aunque algo tarde á veces, al cabo se<br />
la dá."<br />
Decidióse en Paris que Mr. Alquier reempla<br />
zase al Cardenal Fesch en la embajada de Roma.<br />
El emperador escribió al Papa como sigue.<br />
SANTÍSIMO PADRE,<br />
El bien de nuestro servicio, y el interés de las Iglesias de<br />
¡H 18
nuestros estados, ecsijen que el Cardenal Fesch nuestro ministro<br />
plenipotenciario cerca dé la Santa Sede, venga por algún<br />
tiempo á residir á Francia, paira llenar las importantes atribuciones<br />
de Limosnero rtiáyór de nuestro imperio. Ños parece'<br />
conveniente el que no se intérr&ntpa" por ést* círeunstáncia' el<br />
ejercicio de la misión que le confiamos cerca de V. Santidad; y<br />
por lo tanto hemos nombrado á Mr. Alquier, nuestro embajador<br />
cerca de la santo, Sede. Las pruebas que tiene dadas constante*,<br />
mente-de sil talento y buen zelo, en las varias comisiones que le<br />
hemos 1<br />
'encefrgadov noe'-' asegnVáft-'qüé desempeñará d'él mismo<br />
modo el huevo empleo átqne 1 e hemos* destinado; No dudarnos<br />
de que corresponderá á nuestra confianza , procurando agradar<br />
cuanto le sea posible á V. Santidad ; á quien suplicamos le acoja<br />
con bondad y preste entera fé á cuanto* tratare en nuestro<br />
nombre; y mayormente cuando asegurare á V. Santidad, que<br />
le tenemos enfraftabttf afe'ctby y respetó filial á la 1<br />
santa SédeV<br />
Gen esto, rogamos á Eiosy-Santísimo Padre, que os conSerS?<br />
ve largo tiempo para réjimen y gobierno'denuestra santa Madre<br />
la Iglesia.<br />
San Clud, í'é de abril- de 180o*, el 2.° de nuestro reinado.<br />
Antes de partir el Cardenal tuvo orden de notificar<br />
al Cardenal Consalvi el advenimiento ai<br />
trono de iSfápoles del príncipe José, á- lo que res--pondió<br />
esté ministro de Estado, que con venia antes<br />
de proceder á un reconocimiento cualquiera,<br />
ecsaminar las relaciones queecsistianentreel-Teino<br />
de Ñapóles y la Santa Sede, antiguas- desde<br />
muchos siglos y constantemente observadas auir<br />
en los casos mismos de conquista.<br />
Presentado Mr. Alquier al Papa por el Car-
W9<br />
detfál Fesch, dio cuenta á Mr. Talleyrand de es<br />
ta primera audiencia.<br />
Apenas entramos habló el Cardenal Fesch y dijo al Papa:<br />
" Salgo para París, y ruego á vuestra Santidad me dé sus en -<br />
cargos." Ninguno tenemos que daros repuso el Papa: solamente<br />
os encargamos digáis al emperador que aunque mal nos trata<br />
, le somos muy adictos, lo mismo que ¡í la nación francesa.<br />
Repetidle que no queremos entrar cu consideración alguna; que<br />
tratamos de conservar nuestra iudependencia , por miramiento<br />
á nuestra soberanía : que si nos hace violencia , protestaremos<br />
á la faz de Europa , y nos valdremos de los medios espirituales<br />
y temporales que puso Daos .en nuestras manos. " Vuestra<br />
Santidad, replicó el señor Cardenal, debería recordar que no<br />
tiene derecho á valerse de la autoridad espiritual en los actuales<br />
negocios .de Francia con Roma." El Papa con voz bastante<br />
alta, preguntó al señor Cardenal, de donde sacaba esta opinión.<br />
Creí entonces que debia retirarme para, no presenciar por<br />
mas tiempo una conversación que tenia tales principios, y .en<br />
la que el señor Cardenal no hubiera dejado de interpelarme,<br />
y como inhabilitarme para conferenciar con el soberano Pontífice<br />
, y probar mover su ánimo con algunas ideas.de conciliación.<br />
Fui á ver al Cardenal Consalvi á quien manifesté cuanto<br />
me habian sorprendido y aflijido las palab ras poco cuerdas<br />
•que oí decir al Papa, y le insté á que se valiese de su ¡aflujo,<br />
para hacer conocer al Soberano Pontífice,el resultado que podrían<br />
tener las discusiones que anunciaban sus discursos. .Le<br />
hice ver, que nadie mejor que él restablecería las relaciones<br />
indispensables entre Francia y Roma, y que en cierto modo<br />
«ra responsable al emperador y á la Europa,.de las resoluciones<br />
que tomase su soberano en las circunstancias actuales.. JEl<br />
•Cardenal me respondió que pensaba del mismo modo que el
Papa; y que esta era también la opinión de todos los individuos<br />
del sacro Colegio, que le era imposible variar en un negocio<br />
en que las medidas temporales que se reclamaban, so<br />
Tft'aian con lazos estrechos y principios incontestables, al deber<br />
y autoridad de la cabeza de la iglesia.<br />
De las observaciones que he podido hacer al oír al Papa y<br />
al secretario de estado, se deduce que se tiene acordado repeler<br />
resueltamente la proposición del emperador, y que se añade<br />
á la terquedad que aqui llama su doctrina , una irritación<br />
profunda y una animosidad personal de S. M. pero cuyo orijen<br />
y objeto desconozco igualmente.<br />
Debo añadir qne el Cardenal Consalvi me encareció mucho<br />
el celo con qne la corte de Roma ha cubierto los gastos<br />
causados por el paso de nuestras tropas, gastos que ascienden<br />
ya según me aseguró, á un millón cuatrocientos mil duros, y<br />
que se aumentan con cuatro ó cinco mil mas al dia por lo qne<br />
cuesta la guarnición de Ancona , hospital militar, y provisión<br />
de soldados transeúntes. Respondí que me parecía estar seguro<br />
de que por parte de Francia se hnbiesen reembolsado los<br />
adelantos hechos á estas tropas , ó se hubiese á lo menos dado<br />
algo á cuenta. Me protestó el secretario de estado que nada<br />
se habia dado absolutamente» y debo confesar qne el señor<br />
Cardenal Fesch ratificó dicha aseveración.<br />
Al dar cuenta de la conversación del Papa y del ministro»<br />
de Francia, be hablado de la negativa de su Santidad á acceder<br />
á una confederación. Ruego á V. E. se sirva recordar que<br />
en la carta que me ha hecho el honor de escribirme, y en las<br />
tres notas dirijidas al Cardenal legado, no se pone ni una ves<br />
la palabra confederación, ni otra alguna que pueda dar esta<br />
idea. .Sii'hay -sobre; este punto algunas negociaciones entabladas,<br />
yo no puedo continuarlas sin estar autorizado para ello, j mucho<br />
mas cuando el señor Cardenal Fesch no cree pueda comunicarme<br />
sus instrucciones sobre este punto, ni la corres-
pondencia que han motivado. Hallóme, pues, sin instrucciones<br />
y sin datos sobre un objeto político , tratado por el señor Car-<br />
denal durante mochos meses. Para principiar mis funciones,<br />
aguardaré á que se vaya el señor Cardenal Fesch, lo que suce<br />
derá dentro de breves dias.<br />
Pido, Monseñor, á V. E. reciba el homenaje de mi mas<br />
profundo respeto.<br />
-p Firmado ALQUIER.<br />
Habia dificultades para el reconocimiento del<br />
título de rey de Ñapóles en la persona del rey José.<br />
El ministro de relaciones estranjeras anunció al<br />
Cardenal Caprara, que en los pasos dados por<br />
los soberanos antiguos no se entreveía mas que<br />
la opinión aislada de algunos reyes, no obligatoria<br />
ni á sus succesores, ni á sus estados. ( Entre estos<br />
algunos reyes, se halla Carlos I de España (I) á<br />
quien Francia conoce muy bien á su pesar.)<br />
Al subir el emperador al trono, no pretendió<br />
heredar únicamente los derechos de Ja tercera di<br />
nastía que en su soberanía no abrazaba mas ¿que<br />
la mitad de los dominios sometidos hoy al im<br />
perio. Pretendió heredar los derechos de los em<br />
peradores franceses: y no será la corte de Roma<br />
(1) Recórrase en la historia el suceso de la famosa liga Clementina:<br />
la toma de Roma por loa españoles en 1&27 : !a paz de Cainbray en 15&9<br />
y se verá entonces el poco fundamento con que se llama npinion aislada<br />
al grareV razonado motivo contra el reconocimiento del intruso' rey de<br />
Ñapóles.<br />
f Nota del traductor.)
da que pretendasdecir que^Garlomagno rreeifeió de<br />
ríflíMa^a'iav^stMuiFa'de^su^i-éiiió; Si a<br />
nb*se ;<br />
vefifiea<br />
él recorióieimiento dé ;<br />
N;ápples, el emperador no<br />
reconocerá la potencia temporal dej¡ IJapa. ..Por lo<br />
,.çlen^as.,, en todos tiempos tendrá S. M. para con<br />
la cabeza de la iglesia aquella consideración >y<br />
respeto que.Garlonmgno j Iaús IX y otros príncipes<br />
cristianos tuvieron, sin dejai'le: estq,;por tocar<br />
ven nada á lo temporal y á los derechos rde la corona<br />
imperial.<br />
Se escribió al mismo tiempo á Mr. Alquieren<br />
estos términos:<br />
" Las relaciones de la santa Sede con S. M. deben ser las<br />
mismas que antes tuvo con los emperadores franceses que fundaron<br />
el imperio de occidente. S. M. debe por el interés de sus<br />
.pueblos y su propia dignidad sostener los derechos de su imperial<br />
corona, y. ninguno de los emperadores que le han<br />
transmitido estos derechos tuvo mas poder y voluntad de defenderlos<br />
que S. M. tiene. No atribuye S. M. al santo Padre todas<br />
las imprudentes determinaciones de que tan vivamente tiene<br />
que quejarse; pero véycon 'pesar presididos todos los cohse*<br />
.jos de la santa Sede por un hombre , cuyas particulares miras<br />
se han ligado de tal,.modo con las de Inglaterra, que seria<br />
imposible engañarse atribuyéndolas á la misma causa. Puede el<br />
Cardenal Consalvi en Roma creerse sin responsabilidad en<br />
cuanto al gobierno que él dirije ; pero S. M. por el mismo inferes<br />
de la corte, romanapuede hacerle responsable de los peligiíos^enrque<br />
la,Janee. ,<br />
- También tenia Mr. Alquiler orden de recomendar<br />
vá^Mr.'xGlermont Tonnerre, antiguoObis-
pode Clíalons. El Papa le respondió: "Igno-<br />
" ramos si seremos parientes de los Clermonts<br />
"de Francia, aunque fuera un honor pertenecer<br />
" á familia tan ilustre, dicese de ella haber es-<br />
" tado aliada con los mismos reyes de Francia; pe-<br />
" ro hemos prometido tener distantes de Roma á<br />
" nuestros parientes de Césene, menos podríamos<br />
" llamar á ella lejanos parientes:"
CAPITULO CATORCE.<br />
CONTINUACIÓN DE LA CORRESPONDENCIA DE MR. AL<br />
QUIER.—Los PRINCIPADOS DE BENEVENTO Y DE PON<br />
TE CORVO ENTREGADOS Á MR. DE TALLEYRAND Y AL<br />
MARISCAL BF.RNADOTTE.—EL CARDENAL CONSALVI ES<br />
REMPLAZADO POR EL CARDENAL CASONI.—RENUNCIA<br />
FRANCISCO II AL TITULO DE EMPERADOR DE ALEMA<br />
NIA.—INSTITUYESE LA ORDEN DEL MORO—HAY MO<br />
VIMIENTOS EN LA CALABRIA<br />
Continuaba informando Mr. Alquier á Mr.<br />
de Talleyrand de todo cuanto concernía á los<br />
asuntos de Francia, y quejábase de que mu<br />
chas de las inculpaciones que se hacían al Carde<br />
nal Caprara, acusando al gobierno Pontificio, pa<br />
recían estar desnudas de todo fundamento.<br />
"Es un hecho, ( decia ) que el parecer del Secretario de es<br />
tado , Cardenal Consalvi, en todos los asuntos qne tiene una<br />
afinidad relijiosa , es de poca ó ninguna influencia. En estos ca<br />
sos la confianza del santo Padre recae en otros consejos , seña<br />
ladamente en los que le dan los Cardenales Antonelli y di Pie-<br />
tro. Al Cardenal Consalvi lo encuentro yo perfectamente razo<br />
nable y conciliable en todos los puntos que no se prestan á dis<br />
cusiones teolójicas, siempre que puede obrar como hombre de
estado y conforme á sus particulares sentimientos. Pero lo que<br />
es preciso evitar con la corte de Roma, es en las negociaciones<br />
las vias que pueden conducir á disensiones sobre los derechos<br />
del santuario. Creo que por haberse separado de este principio, ha<br />
llegado á ser imposible de obtener la adhesión de Roma al pac<br />
to federativo del imperio francés ; como que este asunto puramente<br />
político se ha pedido que se sometiese á la deliberación<br />
del sacro Colejio, y se funda la oposición de los Cardenales en<br />
esta macsima: que no debe el gefe de la Iglesia y padre cAnun<br />
de los fieles , contratar empeños que debilitarían la autoridad<br />
de la santa Sede en una parte de Europa,y pondrían en peligro<br />
la fe de muchos de los habitantes de ella. Me atrevería á pedir<br />
que se dignase S. M. el emperador en estos momentos no tomar<br />
medidas de rigor con la corte romana."<br />
Una vana petición hacia Mr. Alquier. La nueva<br />
corte de Ñapóles acababa de pedir á Paris autorización<br />
para apoderarse de Benevento y de<br />
Ponte Corvo, y según se dijo en Roma, el emperador<br />
cruzo Los brazos , reflecsionóun momento<br />
y mandó que el principado de Benevento se<br />
diese en propiedad á su gran Chambelán , ministro<br />
de relaciones estranjeras , y se entregase Ponte<br />
Corvo al jeneral Bernadotte, de quien unos dicen<br />
quería recompensar los servicios, y otros que<br />
era por contrariarle en sus inclinaciones republicanas.<br />
Otros corresponsales aseguraban que Napoleón<br />
habia querido también alejar «le sí al ministro<br />
de relaciones estranjeras, comprometiéndole<br />
con Roma.
La verdad no se sabe todavía : pero lo cierto<br />
es , que desde luego encontró Mr. Alquier en sus<br />
negociaciones para el reconocimiento del nuevo<br />
rey de Ñapóles , obstáculos invencibles. El Papa<br />
le dijo: "Señor embajador, nos hemos hecho<br />
" cuanto el emperador ha querido, y S. M. no se<br />
" h^ creido obligado á guardarnos las promesas<br />
" hechas: si ahora cediésemos á lo que en su nom-<br />
" bre se nos pide, no escaparíamos del peligro<br />
" que nos amenaza. En las cartas particulares<br />
" de S. M., y en muchos documentos oficiales ve<br />
nios que ya no se nos mirará como sobera-<br />
" no , si no accedemos al sistema federativo , ó<br />
"•no consentimos que se nos comprenda dentro<br />
" del imperio. También parece que en París se<br />
"cree tenemos la debilidad de dejarnos domi-<br />
"nardela voluntad del Cardenal Consalvi, á<br />
" quien se acusa sin razón , y que no somos mas<br />
"que un verdadero fantoccino ; pero le dare-<br />
" mos un sticcesor , y se verá como rro varía<br />
"nuestra opinión. Las tropas del emperador van<br />
" ocupando succesivamente todos nuestros Esta-<br />
" dos, y ni aun imponiendo nuevas contribucio-<br />
" nes podemos sostenerlas : os prevenimos que<br />
"si vienen á apoderarse de Roma les rehusaremos<br />
"la entrada del castillo deSant-Angelo , y no<br />
" haremos resistencia alguna; pero á cañonazos
" tendrán vuestros soldados que romper las puer-<br />
•* tas. Verá entonces la Europa como se nos tra-<br />
" ta, y probaremos á lo menos, que sabemos<br />
" obrar como lo ecsijen nuestro honor y nuestra<br />
"conciencia. Si nos quitasen la vida, nos honra-<br />
" rá el sepulcro y quedaremos justificado á los<br />
"ojos de Dios, y en la memoria de los hombres."<br />
Esta respuesta dada en un tono firme, con<br />
relijiosa resignación , y dejando percibir la sensación<br />
profunda de un orgullo ultrajado , daba<br />
bien á entender, sería invencible la tenÉfeidad del<br />
Papa de alli en adelante, y que sabia sin duda<br />
las donaciones de los principados de Benevento y<br />
de Ponte Corvo.<br />
Se pasó ademas sobre esto un oficio al Cardenal<br />
Consalvi; y como entonces hubo grandes<br />
debates sobre estos principados no será fuera del<br />
caso decir el modo que tuvo el gabinete francés<br />
de insinuar 1-a voluntad del emperador al gobierno<br />
pontificio.<br />
SEÑOR,<br />
" S. M. el emperador de los franceses rey de Italia ha tenido<br />
á bien otorgar á su Escelencia Mr. de Talleyrand , su camarero<br />
mayor y ministro de relaciones esteriores el título de<br />
príncipe y duque de Benevento, y á su Escelencia el mariscal<br />
del imperio, Bernadotte,el de príncipe y duque de Ponte Corvo.<br />
S. M. sabe que estas provincias comprendidas en el rey no de<br />
Ñapóles han dado ocasión mas de una vez á disensiones entra
esta corte y la santa Sede , y conociendo S. M. pueden reproducirse<br />
las antiguas desavenencias, ha determinado con el<br />
fin de pacificar la Italia que no pertenezcan ya á aquel reino<br />
que se apoderó de ellas en diversas guerras. Roma y Ñapóles son<br />
los estados que mas le interesan , y entre quienes desea haya<br />
aquella unión y buena correspondencia que les ecsije laprocsimidad<br />
misma de sus posesiones. Embarazada la buena administración<br />
de dichas provincias por su distancia , y siendo tan cortas<br />
sus rentas , S. M. cree recompensar sobradamente á la santa<br />
Sede del pequeño sacrificio que va á hacer, con otras donaciones<br />
que desde luego le serán mas útiles ; y no duda que el soberano<br />
pontífice llevado siempre de un deseo de paz, y en fuerza<br />
de su compon magnánimo y profunda sabiduría aprobará las<br />
disposiciones que para la tranquilidad de Italia ha dado , después<br />
de meditadas con una reflecsion y madurez que las hace<br />
de todo punto irrevocables. No es menester por consiguiente<br />
advertir á V. E. que lo que la corte de Roma resuelva sobre el<br />
particular ha de influir necesariamente en lo que S. M. se<br />
sirva después otorgar en favor del Papa, conforme á las intenciones<br />
que indicó en su menseje al senado. "<br />
Desde el momento en que el Cardenal Con<br />
salvi enseñó esta nota al Padre santo, trató este<br />
de manifestar al emperador el disgusto que le<br />
causaba el verse despojar de sus posesiones. La<br />
carta de S. S. está llena de dulzura y de resig<br />
nación.<br />
La reclamación oficial del Cardenal Consalvi<br />
fué hecha de modo bien decidido y terminante;<br />
pero se sostenían en Paris las determinaciones to<br />
madas , valiéndose de recriminaciones; y dicien-
do que Barberini era asesino de Duphot, y goza<br />
ba la confianza del Papa.<br />
" S. M. no puede sufrir, decia el ministro según una nota<br />
del emperador, que desempeñe la prefectura de policía en liorna<br />
un hombre que la deshonra, y que está espuesto, al primer<br />
destacamento francés que pase á Romo , á presenciar la justi<br />
cia que se haga de los asesinos de Duphot en el mismo sitio<br />
donde le mataron. El gobernador que es piamontes ( monseñor<br />
Cavalchini ) debe desear que su subalterno el prefecto de poli<br />
cía no sea enemigo de su país, y si se le conserva en su empleo,<br />
no se debe tratar ya ( al gobernador ) sino como emigrado.<br />
En esta nota se confundía una majistratura<br />
de Paris con otros empleos muy diversos de Roma.<br />
El 17 de junio dio el Cardenal Consalvi su<br />
dimisión, y fué reemplazado por el Cardenal Ca-<br />
soni , anciano de setenta y cuatro años, vice le<br />
gado que habia. sido de Aviñon, y después nuncio<br />
en España. No nos faltarán ocasiones de volver á<br />
mentar al Cardenal Consalvi, porque un hombre<br />
de este jenero no puede pasarse mucho tiempo en<br />
la oscuridad."<br />
El nuevo gobierno Pontificio, herido profun<br />
damente con la enfeudación de Benevento y Pon<br />
te Corvo, no pasaba instrucciones algunas al<br />
Cardenal legado, y todos los asuntos con la santa<br />
Sede quería que se tratasen en Roma mismo.<br />
. El Cardenal Caprara, que hasta entonces ha<br />
bia tenido á su lado á Monseñor Sala y Monsé-
ñor Mazio, hombres de conocido talento y de<br />
mucha fidelidad al santo Padreólos vio reempla<br />
zar por Monseñor Lazzarini y el abate de Rossi<br />
con satisfacción del gobierno francés, que se<br />
aplaudia de haber alejado á los otros dos prela<br />
dos , sus austeros contradictores; pero sucedió<br />
que se vio alterada la confianza del Papa en su<br />
legado, aunque éste recibía también buenos con<br />
sejos de sus nuevos secretarios.<br />
Se notificó al gabinete de la santa Sede el ad<br />
venimiento al trono de Holanda del rey Luis , y<br />
contestó contrayéndose solo á su ministerio pasto<br />
ral que profesando este príncipe la'relijion católi<br />
ca, esperaba protejiese su culto en aquel reino : y<br />
al mismo tiempo, habiendo comunicado Mr. Al-<br />
quier el nombramiento del Cardenal Fesch á la<br />
dignidad de coadyutor succesor del elector canci<br />
ller mayor, respondió el Papa, que le sería muy<br />
agradable terminar prontamente las negociacio<br />
nes relativas á este último asunto, supuesto que<br />
se referia a un pariente del emperador Napoleón;<br />
pero que, como la dignidad que recibía era alema<br />
na , sería á propósito que se solicitase el consenti<br />
miento de Francisco II, emperador de Alemania.<br />
El Cardenal Fesch no queriendo comunicarse<br />
con el Cardenal Consalvi con quien no estaba<br />
bien , atropellando las reglas dirijió una carta al
santo Padre, ;<br />
y tambieii Mr. Alquier ,11o mos<br />
trando mucha consideración al nuevo ministro<br />
Cardenal Casoni, escribió al Papa directamente.<br />
SANTÍSIMO PADRE,<br />
" Cumplo con el mas honroso y consolador de mis * debe-><br />
res al manifestar á V. S.el deseo que el emperador y rey , mi<br />
augusto soberano, tiene*de que se compongan las diferencias<br />
entre S. M: y lacaanta Sede: el emperador mira como una de<br />
de sus mayores, prerogativas , la de protejer á la Iglesia, cuya<br />
autoridad augusta, nadie mejor que él reconoce; 1<br />
pero al mismo<br />
tiempo ve S. M. con desagrado que la santa Sede tenazmente<br />
opuesta á una condescendencia prudente y saludable trata de<br />
embarazar inútilmente ciertos intereses, que el emperador jamas<br />
podrá abandonar; y á pesar del grosero empeño en no acceder<br />
á las pretensiones de S. M. el emperador no mira sino al deseo<br />
que le anima de manifiestar siempre ¡al jefe dé la ígTesH" su pie<br />
dad filial y su afecto personal á V. S.<br />
"Espresamente encargado estoy, santísimo Padre, de ase*<br />
gurar á vuestra Santidad, que conservará la integridad de sus<br />
estados , vuestra Santidad , si* quiere adoptar las medidas que<br />
la posición de su territorio y la seguridad de Italia hacen indispensables.<br />
*lhde S. M., el emperador y rey, que vuestra Sá'ñíidá'd<br />
declare ó por un tratado, ó bajo otra -forma en que se .-convenga,<br />
1.° Que se cerrarán todos los puertos del-estado pontifi<br />
cio á Inglaterra, todas las veces que esta ffacion esté en<br />
guerra con Francia. 2. 0<br />
Que Tas fortalezas del estado 'ro<br />
mano serán ocupadas por tropas francesas, sienipre queiín<br />
ejército de tierra desembarque, ó amenace desembarcar >éñ<br />
algún punte de Italia. El reconocimiento de estos principios
satisfaiá á S. M., teniéndolos en lugar de cualquiera otra declaración."<br />
" He manifiestado , santísimo padre, las últimas proposiciones<br />
de S. M. que son las que defienden el poder temporal 'de la<br />
santa Sede, que en vano podrían desconocerlas ó desecharlas.<br />
La*s intenciones de S. M. son claramente asegurar la comu»<br />
nicacion entre la alta y baja Italia: y pregunto ahora á V. S.<br />
¿qué soberano reuniendo en toda esta parte de Europa á tan<br />
grandes intereses fuerza tan imponente se contentaría con ecsijir<br />
solo para precaverse en caso de guerra, condiciones tan<br />
sencillas como las que acabo da establecer?<br />
" Suplico á V. S. reciba el homenaje de mi mas profundo<br />
respeto,y me conceda su bendición apostólica."<br />
Respondióle el Papa en los términos mas aten<br />
tos corno á embajador, pero absolutamente negati<br />
vos en cuanto á las cuestiones, y con este motivo<br />
obtuvo Mr. Alquier una audiencia en la cual le ha<br />
bló su Santidad de este modo: "pero ustedes son<br />
" los mas fuertes, obren ustedes como les parezca<br />
" útil, y lo que mas conveniente crean: cuando<br />
" quieran serán los dueños de nuestros Estados, y<br />
" dispondrán según su propia voluntad de todos<br />
"nuestros recursos, ¿á que pues ecsijir nuestra<br />
" espresa autorización? Ahora mismo, en este mo-<br />
" mentó finjirnos ignorar, que se está fabricando<br />
" dentro de Roma pólvora destinada al sitio de<br />
" Gaeta, y brulotes á algunas millas de distancia<br />
"de nuestra capital. Jamás seriamos tan ignorante<br />
" que intentásemos el hacer resistencia. Elempera-
dor debe considerar , que las protestas que haga<br />
mos en estas circunstancias, menos tienen por ob<br />
jeto desagradarle, que evitar las quejas y resen<br />
timientos de sus enemigos para que nó lo sean<br />
nuestros. Además, puede S. M., cuando le parez<br />
ca, ejecutar sus amenazas, y arrebatarnos cuan<br />
to poseemos; estamos á todo resignado y dis<br />
puesto si lo quiere asi, á retirarnos en un conven<br />
to ó en las catacumbas de Roma , siguiendo el<br />
ejemplo de los primeros sucesores de San Pedro."<br />
(Se referia aquí el Papa á las epístolas escritas por<br />
Gregorio II á León de Isaura,) y fueron dichas<br />
estas palabras con un acento tan tranquilo y me<br />
ditado , y en tono de tal resignación , que des<br />
cubrían lo inalterable del ánimo.<br />
Referimos ya los debates entre el Papa y Na<br />
poleón con motivo del título de emperador, y la<br />
respuesta del Pontífice declarando no reconocer<br />
otro emperador de occidente que el que habitaba<br />
en Viena: pues probablemente Napoleón ensayó<br />
por medios que no son de nuestro propósito , li<br />
brarse de una concurrencia tan segura en la pose<br />
sión de su título, cuando el 6 de agosto Francisco<br />
II publicó una declaración en la cual se leía:<br />
Convencido de la imposibilidad en que estamos de Henar<br />
por mas tiempo las obligaciones que nuestras funciones impe<br />
riales nos imponen, debemos á nuestros principios hacer<br />
20
enuncia de una corona que no tenia precio á nuestros ojos sino<br />
en tanto que eatabamosen proporción de responder á la<br />
confianza de los electores , príncipes y demás estados del imperio^<br />
de llenar los deberos que nos estaban encargados. Declaramos<br />
pues, que miramos como disueltos los lazos que nos<br />
•unían al cuerpo del imperio jermánico."<br />
Desde este momento el emperador Francisco II<br />
dejaría de llamarse emperador de Alemania v<br />
vendría á ser Francisco I emperador de Austria.<br />
Mas siempre le encontraron los ministros de<br />
Pió VII dispuesto á mejorar y animar la adminis<br />
tración interior.<br />
El 23 de setiembre se publicó un breve ins<br />
tituyendo la condecoración de la orden de Moro,<br />
ó Morcto , que se daría al presidente déla Acade<br />
mia de San Lucas , dedicada á las bellas artes,<br />
cuando hubiese cumplido tres años de presidente,<br />
por cuya gracia manifestaron todos los artistas de<br />
Roma su reconocimiento al santo l'adre.<br />
Por otra parte , era imposible que las violen<br />
cias cometidas por las tropas francesas no encon<br />
trasen eco en todos los puntos de Italia, no domi<br />
nados por ellos. Llamábase ya á los calabrests<br />
para que tomasen las armas como en el año de<br />
1799, y D. Felipe Cancellier, brigadier de los<br />
ejércitos del rey de Ñapóles Fernando IV conci<br />
taba los ánimos de la baja Italia.<br />
M<br />
El desvarío de la razón mas inaudito , la impiedad mas
atrevida, después de haber desolado j? trastornado los reinos<br />
mas opulentos , los paises mas florecientes de toda Europa,lia<br />
penetrado hasta nosotros, y estendidose hasta nuestros confi<br />
nes r trayendo consigo el estrago y el desorden , incendiando y<br />
saqueando los pueblos , despojando loa templos, profanando<br />
los altares, y derribando á sus pies lo mas sagrado y divino<br />
de nuestra relijion.<br />
" La Irrelijion y la licencia mas desenfrenada llevada en<br />
triunfo por inicuos usurpadores y ciegos cómplices á cara des<br />
cubierta, amenazan á la fe y al trono con total esterminio-<br />
M<br />
Dios, que proteje su Iglesia con brazo poderoso, y que<br />
mantiene en el trono a los soberanos lejitimos , ha confundido<br />
mas de una vez los depravados consejos de nuestros enemigos,<br />
y ha estorbado sus funestos designios.* Nuestro relijioso monarca<br />
Fernando IV por conservar en sus fíeles dominios napolitanos<br />
la creencia romana, timbre glorioso heredado de sus augustos<br />
antepesados, y por no ver á sus queridos vasallos jemir bajo el<br />
yugo opresor y tiránico de un injusto usurpador, supo encon<br />
trar medios prontos y eficaces de abatir, y desalojar de su reino<br />
las fuerzas enemigas'.<br />
" Se confederé con las potencias mas -formidables del norje;<br />
recibió de ellas numerosos socorros de valientes guerreros, y<br />
marchó sobre' la capital para destruir los miserables restos de<br />
sus enemigos.<br />
" Invitamos, eshortamos á todos los valientes calabreses é<br />
•intrépidos caudillos en el levantamiento de las dos provincias a<br />
presentarse inmediatamente á nosotros para recibir las órdenes<br />
•convenientes.<br />
Calabreses, lejos de vosotros todo espíritu de partido, todo<br />
sentimiento de venganza privada, toda acción en fin , que de*<br />
grade á la humanidad y deshonre al cristianismo! Siendo como<br />
sois una nación jenerosa , os cubriríais de ignominia á los ojos
de las naciones civilizadas y de las edades futuras! ..<br />
Así pues prontitud , valor , sumisión '.prontitud para tomar<br />
las armas , valor para vencer al enemigo , y sumisión para defender<br />
la relijion, el honor y la patria ultrajados por la impiedad<br />
, por la insaciable codicia de los satélites del usurpador.<br />
Roma tenia tanto que lamentarse de la situa<br />
ción en que se hallaba el santo Padre, que no po<br />
dia suceder recibiese fríamente la noticia de se<br />
mejantes acontecimientos. Si Ñapóles volviese á<br />
poder del rey Fernando, desaparecerían para Ro<br />
ma las ecsijeneias con que la vejaban las tropas<br />
francesas en su tránsito, y el emperador dulcifi<br />
caría su conducta con mas consideraciones ; pero<br />
el emperador era ya el vencedor de .lena , donde<br />
hacia cuarenta mil prisioneros: el 27 de octubre<br />
entraba en Berlín; el 21 de noviembre publica<br />
ba en esta capital el decreto que declaraba á las<br />
islas británicas en estado de bloqueo; el 28 del<br />
mismo mes la Rusia le declaraba la guerra, y él<br />
entraba en Varsovia el 19 de diciembre.
CAPITULO QUINCE.<br />
RECLAMA EL CARDENAL CASONI CONTRA KL DECRETO<br />
DE BBRF.M CEREMONIAS DE UNA CANONIZACIÓN.<br />
ERUESE EN BASÍLICA MENOR NUESTRA SEÑORA DEPA-<br />
RIS.—MUERTE DEL CARDENAL DE YORK , ULTIMO DE<br />
LOS STLARDOS.—Sí; TESTAMENTO.<br />
Escribía Mr. Alquier ú Mr. de Talloyrand<br />
diciéndole:<br />
" Estrañamonte íe han engañado los que pensaban que la<br />
tleesibilidad aparento del Papa era el carácter de este soberd-<br />
" no, fácil de recibir la impresión de los movimientos que se le<br />
u<br />
diesen. Tal manera de juzgar no es ecsacta sjno en cuanto á<br />
"los asuntos de administración , 6 de lo interior del gobierno;<br />
" pero no en todo lo que pertenece á su autoridad como cabeza<br />
" de la Iglesia, que entonces no obra mas que por propia dispoei-<br />
"cion. Piensa, como todos los ultramontanos, que las persecu-<br />
" clones de la Iglesia, según la espresion de ellos, deben traer<br />
"tiempos ma3 prósperos y días de triunfo; por lo que dicen al«<br />
" tamente.—Si el emperador nos derriba , nos levantará su<br />
"sucesor." (Lo cual, á la verdad, se ha cumplido.)<br />
El Cardenal Casoni recibió orden del Papa<br />
para reclamar contra el decreto de Berlín , y esta<br />
nueva escitó alguna ira cu el cuartel jeneral de
Ostrolenka, encargándose al príncipe virey de<br />
Italia, que escribiese á su Santidad. Lo hizo el<br />
príncipe en términos llenos de deferencia, y el<br />
Papa le contestó con los mismos argumentos<br />
dados á las mismas cuestiones que antes se habian<br />
propuesto.<br />
Tenemos que referirnos al año de 1807 para<br />
hablar de uno de los hechos mas notables del pontificado<br />
de Pió VII: para esto debemos prescindir<br />
de la opinión , sea cual fuere, de los filósofos<br />
modernos sobre estas apoteosis cristianas. Ellos<br />
mismos, con el Panteón de la patria reconocida<br />
á los grandes hombres, no procuran recordar á las<br />
naciones aquellos primeros corifeos de la revolución<br />
, á quienes rinden sus homenajes, y cuya vida<br />
ajitada , cuyos sentimientos cesaj erados, y á<br />
veces inconstantes han trastornado el mundo, y<br />
cuyo renombre perece casi al mismo tiempo que<br />
ellos i Todo es grande, todo noble y memorable<br />
en ellos mientras dura el primer entusiasmo , que<br />
en pocos meses suele resfriarse. No sucede así en<br />
la iglesia , que obra con otra formalidad y espíritu<br />
muy diferente : un detenido cesamen precede<br />
á la beatificación ; y para la canonización definitiva<br />
se requiere por lo regular un siglo. Esta<br />
ceremonia es efectivamente la mas solemne que<br />
puede celebrar un Papa , y la que mas debe ani-
mar el celo de los fieles : todos pueden ser acree<br />
dores á tan sublime recompensa; el pastor , la<br />
doncella inocente , el rey , el guerrero , el simple<br />
clérigo , la relijiosa humilde, el misionero már<br />
tir en las ludias: sin embargo ni Clemente XIV,<br />
ni Pió VI habían celebrado esta función retraídos<br />
por los inmensos gastos que eran indispensables,<br />
y para los cuales no bastaban sus fondos.— " Soy<br />
aun pontífice , y quizá por algunos meses , decía<br />
Pío VII, quién sabe si nuevas victorias en el nor<br />
te de Europa ocasionarán mi ruina ? Apresurémo<br />
nos á celebrar una fiesta en (pie resplandezca so<br />
bre mi cabeza aquella misma tiara que nos dio<br />
no hace mucho como presente un hija ingrato."<br />
Pió VII superó todos los obstáculos, dijo que re<br />
nunciaba á todos sus derechos como Pontífice, y en<br />
cuanto á los demás gastos prometió pagarlos en<br />
diez años, y no escusa? eualquiera alguno que<br />
pudiese contribuir á una solemnidad tan grande.<br />
Al esponer francamente nuestros sentimien<br />
tos, dejamos á Mr. Alquier la libertad de mani<br />
festar los suyos; el cual, aunque al principio ha<br />
bla con aquel estilo de frivolidad propio del tiem<br />
po, concluye en buen sentido.<br />
Entretanto en el campo de Finkenstein se<br />
mandaba dar publicación en Francia á una bu<br />
la del 28 de febrero de 1805, que erijia en
asílica menor la iglesia metropolitana do París.<br />
" Esta iglesia, dice la bula de Pió VII, gozaba ya desde<br />
«1 tercer siglo del título de iglesia catedral y pontificia , y Gregorio<br />
XV la erijió en metropolitana: ha sido dos veces visitada<br />
por nos en presencia de nuestros venerables hermanos los<br />
cardenales de la iglesia romana, y estando rodeado de casi<br />
todos los Obispos de las Ciabas y de una gran parte del clero<br />
francés. Concedemos á la citada iglesia el derecho de poder<br />
llevar en las procesiones el conopeo, vulgarmente llamado<br />
pabellón con campanillas, á imitación de las semejantes basílicas<br />
de nuestra ciudad. ( 1 )<br />
Líi vi reina de Italia dio á luz en este año una<br />
princesa, de cuyo nacimiento dio parte el empe<br />
rador á su Santidad. El Papa respondió en una<br />
carta escrita en latin felicitándole únicamente, y<br />
al vi rey le escribió en el mismo dia , con motivo<br />
deque hablaba dé. si habia ó no intrigas y engaños<br />
al rededor del Papa.<br />
El Padre santo se espresa en estos términos:<br />
"Estamos siempre oyendo decir que en nuestras operaciones<br />
nos dejamos llevar del influjo de nuestro gabinete y de<br />
los malos consejos de los que nos rodean , y aunque sufrimos<br />
con conformidad tamaña humillación, no podemos llevar con pacieucia<br />
que se falte á la verdad.Lo repetimos aun otra vez, después<br />
de haberlo ya dicho varias en diversas ocasiones: en<br />
cnanto á los negocios importantes de la iglesia deliberamos y<br />
( 1 ) Ea ltoma hay cuatro Iwsilieas mayores , San Juan de Letran,<br />
San Pedro del Vaticano, San rabio y Santa María la .Mayor , y tres me<br />
nores, San Sebastian, Santa Cru¿ de Jcrusalcn, y San lorenzo. Se las<br />
visita en un dia y esta visita se llama la de las sitie iglesias ó de tos siete<br />
altares.
juzgamos siempre según nuestra conciencia, según el senti •<br />
miento íntimo de nuestros deberes , y no según el influjo ajnno:<br />
no nos fiamos de los consejos ni de las luces de otro, antes<br />
bien ecsaminamos madura y detenidamente los asuntos , y<br />
libre de toda pasión humana, suplicando al altísimo en nuestras<br />
fervorosas oraciones nos encamine al bien de la Iglesia,<br />
seguimos únicamente la voz de Dios que nos ha impuesto obli -<br />
gaciones, de que él solo en el cielo y nosotros en la tierra podemos<br />
ser jueces."<br />
"La canonización de cinco bienaventurados habia llamado<br />
muchísima jente : nuestra nación no se mostró indiferente á un<br />
acontecimiento tan grande. Nicolasa Boilet, nacida en Francia,<br />
y colocada en el número de las santas , es una nueva protectora<br />
del imperio. De todas partes, hasta del interior de Bohemia y<br />
Hungría han acudido católicos devotos á esta solemnidad que<br />
hacia ya cerca de un siglo no se habia visto; y que se ha celebrado<br />
con el mayor orden , sin que el menor accidente alterase<br />
la alegría pública; y el único que pudo turbarla fue por culpa<br />
nuestra: porque el ayudante comandante ilamel, que según<br />
las órdenes de su Alteza imperial el virey no debió estar en<br />
Roma , tuvo el atrevimiento de presentarse en San Pedro con<br />
veinte cazadores á caballo y sable en mano al rededor del coche.<br />
Los concurrentes no pudieron menos de mirar con disgusto<br />
el aspecto amenazador de esta comitiva, y el Papa justamente<br />
ofendido de que un particular anduviese con guardia en su<br />
capital me hizo escribir una carta muy fuerte sobre este asunto<br />
, que afortunadamente en breve pudo componerse."<br />
En esta carta le prometía al príncipe la ins<br />
titución canónica para los Obispos de Italia,<br />
cuyas informaciones arregladas se remitiesen a.<br />
Roma.
El 15 do julio se estinguió la familia de los<br />
Estuardos con la muerte del Cardenal de York.<br />
Este príncipe nacido en Roma el 6* de mar<br />
zo de 1725, fué bautizado por Benedicto XIII,<br />
y desde luego se intituló duque de York. Des<br />
pués que Benedicto XIV lo invistió de la purpu<br />
ra se llamó solamente el Cardenal de York. Te<br />
nia todos los papeles y alhajas que su padre habia<br />
dado ásu hijo mayor Carlos Eduardo , y que él<br />
recqjió á la muerte de este príncipe-, y dejó he<br />
cho un testamento de que mas adelante hablare<br />
mos. (1)<br />
(1) Traslado aquí este testamento que hasta ahora no se ha publicado,<br />
porque me parece un documento útil para el conocimiento de esta histo<br />
ria.<br />
" Noi, Enrique Benito Maris hijo de Jncobo IIT, rey de'Inglaterra,<br />
de Bseocia , de Francia y de Irlanda, Cardenal de la santa Iglesia ro<br />
mana , Obispo de Frascati, considerando que somos mortales, y no sa<br />
biendo el dia ni la hora en que el Señor dispondrá de nosotros , determi<br />
namos en la presante en que nos hallamos con buena salud y sentidos<br />
«abales dar nuestra última disposición tanto en los negocios espirituales<br />
como temporales; y es como sigue:<br />
" Siendo tan grande la confianza que tonemos on Monseñor Anjel'Ce-<br />
-armí Obispo de Milcvi y rector de nuestro seminario, tan grandes las<br />
pruebas que nos tiene dadas de honradez, y fidelidad , amor y respeto<br />
creemos no deber fiarnos sino de él en un acto tan importante como el<br />
que al presente nos ocupa.—De todos nuestros bienes raices y muebles<br />
como oro, plata , diamantes , alhajas, créditos y acciones de nuestra<br />
real casa , de cualquier especie que sean , y de todos los derechos de<br />
nuestra rasa y familia trasmitidos y trasmisibles, declaramos y nombro<br />
mos por heredero universal fiduciario al susodicho Monseííer Cesarini,<br />
Obispo de MÍICTÍ y rector de nuestro seminario, con quien hemos pasado
Algunos ingleses hay que buscan todavía una<br />
medalla que este príncipe acuñó en Roma , en la<br />
cual se da el título de Enrique ÍX.<br />
El emperador Napoleón dijo al saber el talle-<br />
gran parte de nuestra vida: mandamos por lo tanto que todo lo que<br />
aquel quiera y mando bien sea en cuanto á la herencia de todos nuestros<br />
derechos, créditos y acciones bien en cuanto á nuestros legados de<br />
cualquier especie, calidad y cantidad que sean y en cuanto á nuestra<br />
capilla y ornamentos sagrados se considere por nuestra libre y espontanea<br />
disposición ; y declaramos al mismo tiempo tener un especial permiso de<br />
Benito IV para disponer de dichos objetos conforme queda espresado.<br />
" ítem, declaramos que todos los bienes que á nuestra herencia per<br />
tenecen muebles ó inmuebles ; oro, plata, alhajas é insignias de nuestra<br />
corona, y condecoraciones de nuestra casa y persona nos pertenecen<br />
libremente, «orno que todos son en parte herencia de nuestros antepasados<br />
y en parte adquisición posterior y ahorros nuestros.<br />
" ítem , declaramos que nadie puede obligar al susodicho heredero<br />
fiduciario á manifestar los fideicomisos que se le comunican, mientras él<br />
no lo juzgue oportuno, pues es nuestra voluntad que haga semejante de<br />
claración en el tiempo, lugar y circunstancias convenientes; pero sí<br />
acaso alguna persona de estirpe soberana bajo cualquier titulo que sea le<br />
obligare á hacerla total ó parcial, le declaramos y nombramos heredero<br />
universal propietario con entera facultad de gozar y disponer de todos<br />
nuestros bienes muebles y raices.<br />
"Ítem, mandamos que todos los papeles firmados de nuestro puño<br />
que se hallaren en el palacio de liorna y do Frascati, ó en poder del su<br />
sodicho fiduciario , se consideren como parte integrante de la presente dis<br />
posición .debiendo por consiguiente aquel ejecutar puntualmente cuanto<br />
contengan.<br />
44<br />
Finalmente es nuestra voluntad quo se tenga aquí por renovada la<br />
protesta consignada en las aotns del notario Cataldi el 27 de enero de<br />
1784 y publicada con ocasión de la muerte de mi serenísimo hermano e'<br />
80'del mismo de 1788, relativa á la trasmisión de nuestros derechos ¡í la<br />
«orena de Inglaterra en favor del principe en quien recaigan por dere<br />
cho , ( de jure ) por procsimidad de parentesco ó por derechos sucesivos.
cimiento del último de los Estuardos. "Si hubiese<br />
dejado tan solo un hijo de ocho años le hubiera yo<br />
rehabilitado, y puesto sobre el trono de la Gran<br />
Bretaña."<br />
" Esta es nuestra última voluntad y disposición testamentaria dictado<br />
palabra por palabra ( da verbo ad verbum ) y queremos valga por siempre<br />
y como mejor convenga.<br />
" Fecha el quince de julio de 1802, en Frascati.<br />
"EXBIQUX REÍ."<br />
Parece que en esta protesta quedaba incierta la sucesión por que so<br />
subiaá Enriqueta Ana de Inglaterra hija de Carlos I, que nació el 16<br />
de junio de 1U44, y casó el 31 de marzo de 1G61 con Felipe de Franc ia<br />
duque de Orlcans, hermano de Luis XIV_(tancelebrada en las oraciones<br />
fúnebres de Bossuet) Esta princesa tuvo de Felipe un principe que mu<br />
rió de tierna edad , á María Luisa mujer de Carlos 11 rey de España,<br />
CAPITULO DIEZ Y SEIS.<br />
GASTOS Y PRESUPUESTOS DEL ESTADO ROMANO EN LOS<br />
ANOS 1806 Y 1807«—CARTA DE NAPOLEÓN AL VIREY<br />
DE ITALIA.—REEMPLAZA A MR. DE TALLEYRAND EN<br />
EL MINISTERIO DE NEGOCIOS ESTRANJEROS MR. DX<br />
CHAMPAGNY.—RUMORES SOBRE NOMBRAR A NAPOLEÓN<br />
EMPERADOR DE' OCCIDENTE.—NOTIFÍCASE AL PAPA EL<br />
CASAMIENTO DE JERÓNIMO BONAPARTE CON LA PRIN<br />
CESA DE WüRTEMBERG. — V*A NAPOLEÓN Á VENECIA<br />
El Papa tenia mandado que se continuasen<br />
pagando los dispendios que ocasionaban las tropas<br />
francesas, y que se formasen las cuentas del<br />
año anterior de 1806, y el presupuesto de los<br />
gastos de 1807. Los rendimientos habían producido<br />
en 1806, 2.869.287 piastras 35 bayocos, y<br />
los gastos subieron á 2.905.038 escudos 31 bayocos,<br />
de modo que no habia mas déficit que el de<br />
36.000 piastras, que fué mandado pagar por el<br />
Papa. ,¿f¡<br />
Sin embargo, muchos despachos de los ajentes<br />
diplomáticos, residentes en Roma, habían ha-
lado á sus cortes, de la administración del Es<br />
tado pontificio como de un caos que debia ocasio<br />
nar su ruina. Los presupuestos de 1807 se calcu<br />
laron en 3.651.127 escudos 37 bayocos, y según<br />
las cuentas rendidas después en 1808 , el déficit<br />
que resultó de 1. 13.J.2(>. (<br />
) escudos 72 bayocos,<br />
procedió de los suministros hechos á las tropas<br />
francesas. El estado invertía , pues, en sostener<br />
las la cuarta parte de sus rentas , y el Papa decía<br />
muy sabiamente. " Estamos nosotros tranquilos<br />
en nuestro reino, nuestras rentas cubren nuestros<br />
gastos; pero tenemos que mantener á jente es-<br />
traña: de consiguiente, imponer nuevos impues<br />
tos , atraerse el odio de los pueblos, correr el pe<br />
ligro de ver levantarse sediciones causadas por el<br />
descontento que las contribuciones producen , y<br />
sufrir que nos las inculpen , como si tuviesen un<br />
móvil político.<br />
A estas dificultades ocurría Mr. Alquier diciendo<br />
:<br />
** S. M. I. y II. está estrañarnenío importunado con las<br />
pequeneces y querellas, que no para do suscitarle la corte de<br />
Roma. Sobre todo , está indignado de las amenazas que se le<br />
hacen , de escomulgarlo y declararlo depuesto del trono. No<br />
queda ya mas que tratar de encerrarle como á LuÍ3 el simple.<br />
Tiempo es pues de que se determinen y acaben todos estos<br />
discursos ó clamores."<br />
Y á estas quejas verbales anadia la petición
m<br />
de sus -pasaportes, sino se le daba una ^respuesta<br />
conveniente , yTio se mandábala poderes al Cardenal<br />
Caprara,para que tratase de todos los asuntos<br />
en Paris.<br />
Un dia le ¡respondió ¿el Papa sin que se ake-*<br />
rase en lo mas itíteimo ítt ^sonsomía. '"íLo Genios<br />
hecho todo porque "hubiese buena correspondencia<br />
y concordia, y dispuesto estamos á obrar<br />
del mismo modo en adelante con tal de .q-ue se<br />
mantenga ¡la integridad de los 'principios, "pórCuya<br />
virtud somos irrematíble. En éíló se interesa:<br />
nuestra conciencia, y en este particular no se obtendrá<br />
nada de nos, ancorchh á scorticassero; porque<br />
tenemos un carácter que se sostiene mas firme<br />
'que minea , cuando nos amenazan , y quieren<br />
inspirarnos terror. Wada tememos; que átodo nos<br />
hallam os preparado.<br />
Napoleón que no quería escribir mas cartas al<br />
Papa; y que deseaba hablae dé sus diferencias<br />
con ©1 Pontífice escribió al viréy de Itaiia desde<br />
Dresde en 22 de julio.<br />
HIJO -MÍO.<br />
En la carta que su Santidad os ha dirijido , que ciertamente<br />
no está escrita por -éi ;, he visto que' me amenaza»<br />
Acaso creerá que los derechos del trono son írtenos sa^jfca*<br />
dos á los ojos de Dios, qne los de Ja tiara? Antes
no hay un rincón del mundo, de Alemania, de Italia, de Polonia<br />
, en donde yo no haya hecho mas bien á la relijion , que le<br />
ha hecho el Papa mal ? No por mala intención sin duda, sino<br />
por los consejos perniciosos de algunos hombres limitados qtte<br />
le rodean. Quieren denunciarme á la cristiandad ! Ese ridiculo<br />
pensamiento no puede ser hijo mas que de una profunda ignorancia<br />
del siglo en que vivimos: hay en él un error de milanos<br />
de data, y el Papa que á tal paso se atreviese, cesaría de serlo<br />
á mis ojos , no considerándole yo de otro modo que como al<br />
antecristo , enviado para trastornar el mundo y hacer daño á<br />
los hombres : daría gracias á Dios de su impotencia.<br />
" Si asi fuera , separaría de toda comunicación con Roma<br />
á mis pueblos, y establecería una policía tal , que no se viesen<br />
mas circular esos escritos misteriosos , ni provocar á esas reuniones<br />
subterráneas que han esparcido la alarma en varias<br />
partes de Italia , y no han sido imajinadas con otro objeto,<br />
que el de alarmar las almas timoratas."<br />
¿ Qué quiere hacer Pió VII denunciándome á la Cristian»<br />
dad ? poner mi trono en entredicho, escomulgarme. ¿ Cree que<br />
mis soldados depondrán las armas ? Cree poner el puñal en las<br />
manos de mis pueblos para asesinarme? Entonces ya nada le<br />
faltaba sino hacerme cortar el pelo y encerrarme en un convento.<br />
El Papa actual en el hecho de tomarse la molestia de venir á<br />
Paris á coronarme se ha manifestado un prelado santo, pero él<br />
queria que le cediese las legaciones , cosa que ni he podido , ni<br />
querido hacer. El Papa actual es muy poderoso; los clérigos no<br />
se han hecho para gobernar Porqué el Papa no quiere<br />
dar al Cesar lo que es del Cesar, es acaso él en la tierra mas<br />
que Jesucristo ? Si prosigue en alterar la paz de mis estados,<br />
quizá no esté lejos el tiempo en que no reconozcamos en el Papa<br />
sino el Obispo de Roma igual en dignidad á los de mis estados;<br />
y quizá no tema reunir en un concilio la iglesia de Francia,<br />
Italia, Alemania y Polonia para gobernarme sin Papa......
Lo que puede salvar en un pais puede salvar en otro : los derechos<br />
de la tiara no son en suma sino humillarse y suplicar.<br />
( Ah! cómo Napoleón Pontífice vence aqui á Napoleón Creyente<br />
! ) " He recibido mi corona de Dios y de mis pueblos, á<br />
nadie sino á Dios y á mis pueblos soi responsable de ella: seré<br />
siempre Carlomagno para la corte de Roma , pero jamas Luis<br />
el Bueno Jesucristo no fundó en Roma peregrinación alguna<br />
como Mahoma en Meca.<br />
Tales son mis sentimientos , hijo mió: me parece importante<br />
comunicároslo?, y sola una carta permito que escribáis á<br />
su Santidad para hacerle saber no puedo consentir que los<br />
Obispos italianos vayan á mendigar institución á Roma.<br />
Enviando el virey al Papa, como de por sí<br />
confidencialmente una copia de esta carta anadia:<br />
"Sin duda se quiere luchar de poder á poder, y no sé si diga<br />
, de orgullo con un monarca, á quien únicamente podemos<br />
comparar con Ciro ó con Carlomagno. Era de tal modo como<br />
se portaban con Ciroel Patriarca de Jerusalen, o con Carlomagno<br />
los Pontífices, que en su tiempo ocuparon la silla de Roma."<br />
"Todo lo he dicho, santísimo Padre, y espero no haber dicho<br />
nada, que no sea prueba de mi respeto hacia vuestra persona<br />
, y de fidelidad á mis deberes. Vuelvo á suplicar á vuestra<br />
Santidad me conceda su bendición paternal. "<br />
También Mr. Alquier instaba con perseveran<br />
cia para que se diese el cargo al Cardenal Cap ra<br />
ra de tratar en Paris los asuntos con Mr. Portalis;<br />
pero el Papa le respondía: "Ese escelente hom<br />
bre del Cardenal Caprara, tiene ya mucha edad<br />
para tratar con Mr. Portalis , clpiii granparlato-<br />
re del mondo.
En seguida propuso su Santidad para nuncio<br />
al Cardenal Litta ; pero habiendo sido ocupado<br />
el ministerio de negocios cstranjcros por Mr.<br />
de Champagny, por nombramiento de Mr. Ta-<br />
lleyrand á vice-gran-elector , uno de los prime<br />
ros actos del nuevo ministro fue escribir á Ro<br />
ma diciendo, que el emperador no gustaba del<br />
Cardenal Litta para tratar con él y que pedia<br />
fuese nombrado el Cardenal Bayane. Era este<br />
una persona mu} r<br />
respetable , de un talento dis<br />
tinguido, doctor de Sorbona, instruido, gran ju<br />
risconsulto , pero tan sordo que no podía tratar<br />
los asuntos sino por escrito. El Papa quería en<br />
viar al Cardenal Pacca, pero persistieron en París<br />
porque fuese el de Bayane.<br />
Al lado mismo del Papa , á pesar suyo, y sin<br />
que jamás lo haya sabido , andaban los ánimos<br />
ajitados buscando modos de conseguir la paz con<br />
Francia, y la intriga, conociendo que en medio de<br />
todos los discursos, protestas 6 actos de su Santi<br />
dad se traslucía siempre la ecsistencia de su afec<br />
to hacia Napoleón, fundo en este mismo senti<br />
miento la base de una composición entre (dios á<br />
la par que vil, impolítica é imposible.<br />
Mr. Alquier escribía. "De tal modo andan<br />
aquí las cabezas desvanecidas buscando (pié<br />
prendas dar en prueba de sumisión , ó qué ren-
didos homenajes , 6 qué distinciones cstraordinarias<br />
ofrecer á. S. M. el emperador y rey , para<br />
que olvide sus resentimientos , que un personaje<br />
de mucha consideración é influjo que sin duda<br />
tenia orden de insinuarse conmigo, me ha dicho<br />
un dia de estos : "si para aplacar á S. M. y conseguir<br />
de él que nos deje vivir (cuan imposible es<br />
que estas palabras saliesen de la boca de Pió VII)<br />
fuese preciso renovar en su persona lo que Roma<br />
practicó por Carlomagno , ó hacer mas todavía,<br />
creed que seria todo eso la cosa mas fácil."<br />
En Roma se decia que el guerrero invencible<br />
que hizo firmar el tratado de Tilsitt, y que habia<br />
formado un reino en Alemania para su hermano<br />
Jerónimo, iba á llegar muy pronto: esta voz había<br />
esparcido en ios ánimos un total desaliento.<br />
Rusia entregó á Napoleón á Italia, á España que<br />
pretendió inútilmente entrar en la confederación,<br />
a Portugal, Alemania , Pomcrania Sueca, y en<br />
medio de tantas concesiones ciertas palabras del<br />
emperador Alejandro hirieron vivamente á Napoleón.<br />
El Czar le dijo un dia en amistosa plática;<br />
"lo no me ocupo del culto: soieljefede mi<br />
iglesia'* Entretanto escribió Mr. Alquier á París.<br />
"Se dispone partir el Cardenal Bayane, y me ha dicho:<br />
Ignoro cuales son las intenciones de S. M. acerca del título<br />
con que se anuncie su poderío, pero creo que si le pareciese<br />
regular la consagración suya como emperador de Occidente,
no pondrian aquí dificultad alguna. No será de mi incumbencia<br />
proponerlo; sí, si me hablasen en París de ello, escribiría<br />
al santo Padre, y no dudo yo que daría su plena y entera<br />
aprobación.<br />
"Al hacerme esta declaración, bajo el tono confidencial,<br />
me ha sido fácil conocer, que la presenta el ministro de su<br />
Santidad como un equivalente de la adhesión formal de la santa<br />
Sede al pacto federativo, que es una dificultad, que si hasta<br />
ahora, no la miro como insoluble, no deja de ser, lo repito<br />
el punto mas penoso de la negociación.<br />
Los que meditaban este proyecto en la corte<br />
Tomana, decían en su abono que no habia ya emperador<br />
de Alemania, que Francisco era desinteresado<br />
, y que solo á ese precio 3e podría salvar<br />
la santa Sede. Como hubiese escrito Pió VII á<br />
Napoleón en aquellos momentos en términos los<br />
mas afectuosos , dedujeron de aquí, que conocía<br />
el proyecto y lo aprobaba; pero Pío VII sabia<br />
muy bien, que tanto cuanto mas acordase mas<br />
le pedirían, y mayor dificultad hallaría después<br />
en conservar las pocas provincias que le quedaban<br />
, habiéndoselas con un emperador de Occidente<br />
que vendría armado de derecho con todas las<br />
citas ambiciosas de la edad media, que no con<br />
"Napeleon, aunque robustecido mas que nunca<br />
por su tratado con la Rusia.<br />
Tampoco sabia nada el Cardenal Casoni de<br />
estos manejos interiores; pero por desgracia, sucede<br />
que cuando un gobierno se ve rodeado de di-
ficultades, perseguido y prócsimámente amena<br />
zado de grandes desastres, aparece siempre un<br />
intrigante; ó mayor número de intrigantes subal<br />
ternos con pretensiones de librar al estado, á quien<br />
arrastrarian á las mas vergonzosas y funestas<br />
desgracias si los dejasen obrar. No hay mas evi<br />
dente prueba para conocer hasta que estremo es<br />
digno de lástima un pais , que la de ver en medio<br />
de los dolores y padcccrcs públicos al primer char<br />
latán advenedizo , correr y presentar como reme<br />
dios sus pérfidos consejos. En cuanto á Mr. de Ba<br />
yane, aparentemente crcia prestarse á una inten<br />
ción de su Santidad , pero se equivocaba.<br />
Este enviado pontificio recibió sus credencia<br />
les el 29 de setiembre y un breve para el empe<br />
rador en donde se decia: " El Cardenal de Baya<br />
ne sabe que os amamos siempre con la misma<br />
ternura."<br />
¿Qué es lo que Mr. Alquier ha escrito últi<br />
mamente á Roma , preguntaba un dia Napoleón<br />
á Mr. de Champagny ? — Ha escrito, respondió<br />
e] ministro que las intenciones pacíficas del Papa<br />
son indudables, que los consejos eficaces de los<br />
Cardenales Antonelli, di Pietro y Roverella ha<br />
cen vacilar su ánimo débil y bondadoso , esclavi<br />
zado y gobernado por las decantadas reglas teo-<br />
lójicas de cuatro frailes que le rodean, y que com-
m<br />
ppMa.su sociedad privada." Napoleón pudo (Qrtftr<br />
testar-: ••'Cómo el Papa rodeado de taiitos CQnse>jeros<br />
enemigos de mi'gloria tiene á su lado otros<br />
que le aconsejan Gor^aarme emperador de Owidente<br />
1" A 1.a. verdad podría creerse que este imperio<br />
de Occidente forjado en Paris se habia persuadido<br />
á algunos espíritus .apocados por la salir<br />
eitud sola de un hombre honrado., cuyos aelraqities<br />
debieran alejarle de los negocios de entidad.<br />
Mr. Alq uier continuaba aun escribiendo , y á<br />
veees con libertad demasiada: se atrevió á hablar<br />
del estado de Ñapóles y .de lámala administración<br />
de los franceses; se le contestó ecsijiéndole<br />
una indicación precisa: " Cuando tocan á rebato,<br />
el emperador quiere que se le diga el lugar<br />
del incendio."<br />
Otro nuevo tropiezo se le puso ai Papa, comunicándole<br />
el casamiento de Jerónimo Bonaparte<br />
con la princesa de Wurtembevg, pues en su contestación<br />
debia tocar el punto del otro casamiento<br />
tácito ó no tocarle, y en este caso darla un consentimiento.<br />
€>u -Santidad noble y francamente respondió<br />
, que no sabia si se'habían presentado nuevos<br />
motivos para romper el matrimonio americano.<br />
Esperamos todavía que después del detenido eosamen que<br />
hemos hecho de jas razones alegadas relativamente á lanulidad
del primer matrimonio del príncipe, se hayan presentado otras;<br />
mas poderosas, no espuestas hasta ahora, y del todo ignoradas,<br />
en vista de las cuales se celebre según V. M. nos indica. Esta<br />
esperanza nos anima en medio de la inquietud y pena que nos<br />
agobia, recordándonos siempre lo que ya en semejante ocasión<br />
deliberadamente escribimos á V. M.<br />
No cesamos ni cesaremos jamas de ofrecer nuestros votos<br />
fervientes al dispensador de todo bien, para que se digne ilumi<br />
nar á V. M. y ;i su querido hermano haciéndoles conocer su<br />
siempre adorable voluntad en acción tan importante."<br />
Este trozo solo de su curta es bastante para<br />
convencer á cualquiera de que Pió VII no cono<br />
cía las bajas adulaciones de su corte , y que nun<br />
ca pediría la paz con pérdida de la Igdesia, ni de<br />
sus dogmas : y los protestantes que lo lean pue<br />
den ver el fondo de nuestras mácsimas, los dere<br />
chos que les conservamos, aunque ellos nos aban<br />
donaron , y decir luego si no está el honor de sus<br />
hijas tan bien guardado como si todavia fuesen<br />
hermanos nuestros, si somos intolerantes, y si<br />
cuando les tendemos los brazos, es para llegarlos<br />
á un corazón irritado y lleno de amenazas.<br />
El gabinete deViena encargo al caballero Leb-<br />
zeltern que se informase acerca del viaje del Car<br />
denal Bayane: algunas cartas de esteajente austria-<br />
co, quetengo ala vista,manifiestan claramente que<br />
sabia penetrar cualquier secreto, y que informaba<br />
con toda verdad á su corte, de cuanto pasaba aun-
que por su modestia lo hacia siempre con incertídumbre.<br />
El gobierno pontificio nombró á monseñor<br />
della Genga compañero del Cardenal Bayane,<br />
detenido primero en Milán y después en Paris,<br />
para que ajustasen ambos las diferencias entre<br />
las dos cortes.<br />
Súpose en Roma la repentina ocupación de<br />
Macerata y del ducado de Urbino por el jeneral<br />
Lemarois , y también que el emperador empeza<br />
ba su viaje de Italia.<br />
El Papa envió á los cardenales Caselli y Opiz-<br />
zoni para que le cumplimentaran en Milán. Po<br />
co después se esparció en Roma el contenido de<br />
una carta que Mr. de Champ'agny escribió desde<br />
Venecia el 7 de diciembre á Mr. Alquier.<br />
SEÑOR EMBAJADOR,<br />
S. M. ha pasado nueve días en Venecia: ninguna otra ciu<br />
dad le ha recibido con tanto entusiasmo, ni manifestado tanto<br />
afecto, y. aunque suele siempre celebrar sus fiestas con gran<br />
pompa, jamas lo ha hecho con tanto esmero ni con tanto júbilo,<br />
pues á su llegada salieron todas las autoridades basta Fusina;<br />
viéndose toda esta parte de lagunas cubierta de góndolas rica<br />
mente adornadas:entró el emperador en el gran canal por ba<br />
jo de un arco triunfal y atravesó la ciudad en medio de las acla<br />
maciones de sus habitantes apiñados en las calles por donde<br />
debia pasar.<br />
" Desde su llegada á esta se ocupó el emperador del estado<br />
actual de Venecia, de los medios de volverla á su prosperidad
antigua ; visitó los establecimientos de marina y de comercio, el<br />
arsenal, las lagunas, las manufacturas , la casa de la moneda,<br />
en fin todo lo que necesitaba mejora: prometió á la ciudad<br />
nuevas rentas, nuevas posesiones; vio botar al mar una corbe<br />
ta y una fragata, y se emprendieron con mayor actividad los<br />
trabajos del arsenal. S. M. se entretuvo largo tiempo con los<br />
negociantes y administradores mas instruidos, se hizo presen<br />
tar proyectos para hermosear y engrandecer á Venecia, conce<br />
dió fondos para ponerlos en planta , y en todas sus disposicio<br />
nes le ha merecido la ciudad un interés grandísimo.<br />
" L03 sentimientos de amor y de respeto que al emperador<br />
han manifestado sus subditos le han llenado aun mas que las<br />
fiestas con que se ha señalado cada dia de su permanencia.<br />
" SS. MM. el rey y reina de Baviera , S. A. I. madama<br />
la princesa de Luca, el príncipe virey de Italia llegaron con<br />
el emperador á Venecia, y S. M. el rey de Ñapóles vino tam<br />
bién á pasar algunos días con su augusto hermano.<br />
" El emperador parte á Udine y Palma-Nova para iever<br />
sus fortificaciones , y después volverá á Milán , adonde es pro<br />
bable que l'egue el 15 del corriente.<br />
" El viaje de Friul interesa ya demasiado á S. M.: el pacto<br />
que acaba de hacerse con la corte de Viena señala los límites<br />
-de esta provincia por la parte del Isonzo, desde Canale hasta<br />
el mar.<br />
" La partida de S. M. ha causado á Venecia un verdadero<br />
sentimiento."<br />
La publicación de esta carta aumentó los<br />
l>rios de aquellos que sostenían , era preciso que<br />
el Papa cediese á las ecsijencías de tan gran vence<br />
dor, pues asi disponía como quería de los estados<br />
de la antigua y poderosa república de Venecia.
CAPITULO DIEZ Y SIETE,<br />
P A L A B R A S SUBLIMES DE BGSSÜET.—OCUPA Á ROMA EL<br />
JENERAL MLOLLIS.—EL CARSENAL JOSÉ D O R I A REEM<br />
P L A Z A A L CARDENAL CASONI.—RECIBE ORDEN MR.<br />
ALQUIER DE DEJAR Á ROMA.—AL CARDENAL DORIA<br />
LE REEMPLAZA EL C A R D E N A L GABRIELLI. CARTA<br />
DE MONSEÑOR CAVALCHINI A L PAPA*—ENCÍCLICA DE<br />
su S A N T I D A D . — PRISIÓN D E MONSEÑOR BAKBERT.-—<br />
ALOCUCIÓN DEL PAFA.^— RACEN á JOSÉ BONAPARTE<br />
REY DE ESPAÑA Y Á M U R A T REY DE ÑAPÓLES.-^-PRI<br />
M E R SITIO- DE Z A R A G O Z A . — L L E G A N DIPUTADOS ESPA<br />
ÑOLES Á ROMA.—JOAQUÍN REY DE ÑAPÓLES.<br />
Continuaba desde Paris la guerra de réplicas<br />
y argumentos, presentando Mr. Alquier al Cardenal<br />
Casoni las conclusiones de Mr. Champagny<br />
contra el poder temporal de los Papas. Eí 28<br />
de enero de 1808 le respondió el Cardenal con<br />
las palabras de este pasaje de Bossuet:<br />
'•Quiso Dios que esta iglesia, la madre común de todos los<br />
reinos, no fuese después dependiente dé alguno de ellos en lo<br />
temporal, y que el trono bajo el cual tantos fieles iban á su vez<br />
«formar unidad, se levantase sobre todas las parcialidades
•que los intereses diversos y los celos ocasionasen en los esta<br />
dos. Independiente la cabeza de la iglesia de todas las otras<br />
potencias temporales , se encuentra en estado de ejercer mas<br />
libremente para el bien común , y bajo la protección de los re<br />
yes cristianos, aquel poder suyo celestial de dirijir las almas,<br />
y teniendo en su mano la recta balanza entre tantos imperios<br />
enemigos muchas veces unos de los otros, ella sola man<br />
tiene la unidad en todos los cuerpos , usando para atemperar<br />
los , ya de injlecsibles decretos , y ya de sabias correcciones.<br />
" No se puede mejor espresar, anadia el Cardenal , ni mas<br />
sólidamente , n'i mas claramente , la necesidad en que está la<br />
Iglesia romana de conservar su neutralidad y la independencia<br />
de su temporal dominio."<br />
Mandó el emperador ocupar á Roma decla<br />
rando que pasaba al ejército para dirijirse á Ña<br />
póles , y después anunciando que la ocupación<br />
sería pasajera. Las tropas entraron el 2 de febre<br />
ro. El comandante del fuerte Sant-Anjelo, Mr.<br />
Anjel Colli , entregó una protesta al jeneral Mio-<br />
ilis contra la ocupación de dicha ciudadela. Reci<br />
bió su Santidad el dia 3 á Mr. Alquier y al jeneral<br />
francés, y les declaró que en tanto que estuviesen<br />
las tropas ocupando á Roma, él se consideraba<br />
como prisionero , y no era posible ninguna nego<br />
ciación en estas circunstancias. Los dias siguien<br />
tes pasaron en recíprocas recriminaciones acerca<br />
de una proclamación hecha por el Cardenal Ca-<br />
soni.<br />
El dia 8 consintió el Papa en recibir á losofi-
cíales del estado mayor y les dijo: "Nos estimamos<br />
siempre á los franceses, por muy dolorosas que<br />
nos sean estas circunstancias en que nos vemos y<br />
sensible lo que estáis haciendo con respecto k nos.<br />
Por vuestro valor sois célebres en toda Europa<br />
y debemos hacer justicia, al esmero con que<br />
procuráis se observe una ecsacta disciplina por los<br />
soldados que mandáis."<br />
Ocupan diversos sentimientos á los ministros<br />
estranjeros, pues el Cardenal Casoni les habia pa<br />
sado el dia 2 una nota comunicándoles el estado<br />
de las negociaciones; y en adelante , ya el go<br />
bierno pontificio no recUjfrenuevos pesares por<br />
no dar cuenta á los embajadores. Así es como<br />
en toda la Europa partiendo desde esta ocasión,<br />
han sido conocidos los pormenores de cuanto pa<br />
saba en Roma.<br />
Napoleón dijo que estimaba mucho las me<br />
morias enviadas por los habitantes del país sobre<br />
los asuntos que se discutían, y Mr. Alqnier le<br />
remitió las observaciones de un prelado sobre el<br />
número de Cardenales que debia proponer Fran<br />
cia: tiene de particular esta memoria que en al<br />
gunos trozos está escrita en estilo burlesco, qne<br />
Mr. Alquier ó no reparó ó no comprendió bien.<br />
£1 cuerpo diplomático procuraba hacer adop<br />
tar á Pío VII otro jénero de vida, pues habia sus-
pendido sus salidas de paseo ; pero el Papa agra<br />
deciendo su cuidado, contestó, que no saldría<br />
mas del palacio de Monte Cavallo mientras tan<br />
to hubiese un ejército estranjero dentro de Roma'.<br />
Habiendo causado \ivas inquietudes la salud<br />
del Cardenal Casoni, nombró su Santidad pro<br />
secretario de estado al Cardenal José Doria.<br />
(Desde la salida del ministerio de Consalvi se<br />
notó que no fué provista la plaza sino en interini •<br />
dad.) Uno de los primeros actos del nuevo mi<br />
nistro , fué anunciar que el Papa no autorizaba<br />
las funciones de Carnaval, por el estado de due<br />
lo en que Roma estaba y para evitar choques con<br />
las tropas francesas.<br />
Mr. Alquier habia detenido la presentación<br />
de una nota que le fué remitida desde París por<br />
parecerle escrita en sofístico estilo; pero le fué<br />
prescrito nuevamente la entregase, porque la ha<br />
bia dictado el emperador, y se le previno ecsijic-<br />
se sus pasaportes, sino accedia la santa Sede á<br />
todas las proposiciones hechas. Como no obtuvo<br />
ninguna concesión pidió sus pasaportes y antes<br />
de partir acreditó como encargado de negocios á<br />
Mr. Lefebvre , su secretario de embajada , quien<br />
poco después recibió orden también de salir de<br />
Roma, donde el jeneral Miollis quedó por dueño<br />
de la policía del país.
Este jeneral hizo, que se reuniese la tropa<br />
pontificia y la incorporo por fuerza- á las filas<br />
francesas, á pesar de la fuerte protesta del Cardenal<br />
Doria, y como consintiese el coronel Friess<br />
en abandonar el servicio del Papa g le escribió<br />
desde Milán el virey felicitándole en nombre del<br />
emperador y diciéndole: fi<br />
"S. M. me encarga os asegure á vos y á vuestros soldados ,<br />
''que no volvereis mas á estar bajo las órdenes de los clérigos;<br />
"que los soldados de Italia deben estar mandados por hombres<br />
"que sepan conducirlos al fuego, y no les será permitido ya en<br />
lí<br />
adelante recibir órdenes que parezcan de clérigos ó de mu-<br />
« jéres."<br />
El 27 de marzo el Papa tuvo que renunciar<br />
á los servicios del Cardenal José Doria á quien<br />
como jen oves mando ausentarse de Roma, y nombró<br />
en su lugar al Cardenal Gabielli, romano:<br />
Mr. Lefebvre absolutamente podia, ni debia en<br />
rigor, conseguir cosa alguna del Papa pues se le<br />
obligaba, á ceder casi todos sus derechos. Hizo<br />
sin embargo una nueva tentativa por medio de<br />
una persona de mucha consideración que se suponía<br />
ser uno de los autores del proyecto del imperio<br />
de Occidente. Esta persona contestó á Mr.<br />
Lefebvre en un billete con fecha de 18 de abril<br />
en él cual se observa qne el Papa no hacia el mismo<br />
caso de todos los que le rodeaban: su contení*<br />
do es como sigue:
"Ojala tuviese alguna buena nueva que daros! Ayer mismo<br />
supliqué encarecidamente á S. S. no tratase de perdernos,<br />
pero no se mostró con ánimos de entrar en una liga ofensiva,<br />
y me citó el ejemplo de Clemente X[ que no quiso entrar en<br />
otra puramente defensiva con Francia: veo por lo tanto con<br />
dolor que es segura nuestra perdición. Creed, os ruego, que<br />
nadie está mas traspasado que yo. Quiera el cielo se compon<br />
ga de modo qne podamos estorbar vuestra partida! A Dios<br />
amigo mió. "<br />
No se puede creer que el Papa conservase aun<br />
esperanza alguna de composición ; pues veía cons<br />
tantemente un deseo de despojarle, por lo tanto<br />
le pareció oportuno mandar al Cardenal Caprara<br />
pidiese sus pasaportes habiendo tenido orden Mr.<br />
Lefebvre de hacer lo mismo. Mucho le echaron<br />
de menos en Roma, pues era un hombre de muy<br />
buenos modales, que habia escrito valientemente<br />
y hablado siempre del Papa con todo respeto; sin<br />
embargo se hubiera comprometido , si es que era<br />
capaz de dio, en unas circunstancias tan críticas<br />
para la santa Sede.<br />
El '2\ de abril un piquete de soldados quitó<br />
militarmente al gobernador de Roma, Monseñor<br />
Cavalchini, antes de dejarse llevar se retiró á su<br />
gabinete y dispuso el modo de publicar la earta<br />
siguiente que escribió al Santo Padre :<br />
" Jamás ha habido momento de mi vida en que haya sen<br />
tido mi alma tanto consuelo y paz como en este , en que dirijo<br />
á vuestra Santidad esta respetuosa carta , dichosa ella , que le
será permitido á lo menos acercarse al trono ante el cual no<br />
dejan te presente aquel que la escribe I Carta que será un tes<br />
tigo eterno de los sentimientos con que hoy me separo de<br />
mí soberano y padre ,' arrancado por la violencia ; aunque<br />
dejaré á Roma sereno de alma , con espirita tranquilo y una<br />
conciencia que de nada me acusa.<br />
" Vuestra firmeza invencible, Santísimo Padre, y el ilus<br />
tre ejemplo de tantas eminentes personas revestidas de la púr<br />
pura , que sufren la misma injusta tribulación á que me conde<br />
nan , me animan y sostienen. Es honroso mi delito', y debo<br />
envanecerme delante de todas las adversidades y suplicios,<br />
pues que no es otro , que haberme conservado fiel del modo<br />
que debia al jefe supremo de la Iglesia sucesor de san Pedro:<br />
del modo , qne ¿quien no seria fiel á un héroe de paciencia, á<br />
la vez que héroe de fortaleza, tal como os mostráis vos, San<br />
tísimo Padre, y como sois en realidad ? — He temblado yo,<br />
acordándome de vuestra augusta persona, cuando me han<br />
sido hechas tentadoras proposiciones de grandezas , de rique<br />
zas y de honores, si me declaraba rebelde á vuestro trono y á<br />
TOS mismo, señor, tiemblo aun todavía pensando en ellas.<br />
" Tales recompensas hubieran sido semejantes á las mone<br />
das que recibió el traidor discípulo de Jesucristo , pues como<br />
él hubiera recibido yo un salario de iniquidad y el vil precio de<br />
la sangre y de la impiedad. Amenazado yo , no he sentido<br />
abatimiento , ahora con guardas de vista que me rodean no me<br />
dejo abatir ; arrancado de Roma seré el mismo; y ¿ qué minie-<br />
tro fiel á vuestra Santidad podría humillarse? Ojalá sea este el<br />
mas amargo arrepentimiento que tengan que echarse en cara á<br />
sí mismos los enemigos de vuestra Santidad y los míos! — Pri<br />
vado quedaré de todo; mas nada me quitará la gozosa recom<br />
pensa interior de una conciencia pura, que paga sin merecerlo<br />
con sufrimientos su lealtad á la santa Sede y su amor hacia<br />
vuestra sagrada persona.
" Me niegan la facultad de volverme á mi casa, á mi ca<br />
sa paterna y me señalan una miserable residencia en una le<br />
jana fortaleza (Fenestrella); pero allí contemplando los estre<br />
chos muros que me encierren y las ligaduras y cadenas con que<br />
tal vez me carguen, nadie me impedirá que recuerde continua<br />
mente en mi pensamiento vuestros consejos y vuestros ejemplos,<br />
para mí los mas lejítimos mandatos.<br />
" Pido á vuestra Santidad me deje conservar, aunque esté<br />
lejos, el empleo que durante algunos años he tenido el honor de<br />
ejercitar en la capital de vuestra Santidad, en el cual he pues<br />
to todo los conatos de fidelidad y justicia de que «oy capaz;<br />
porque este recuerdo será para mí un continuo consuelo, que<br />
dulcifique las amarguras del destierro. A Dios dejo el cuida<br />
do de mirar por la justicia de mi causa ,' que corre parejas se<br />
guramente , con la de vuestra Santidad y estos son los senti<br />
mientos que me animan al salir de Roma, Santísimo Padre, y<br />
con la mis ferviente relijion y ternura filial le pido para ahora<br />
y para siempre la paternal bendición apostólica.<br />
"( Firmado) CAVALCIUNI, gobernador de Roma."<br />
La policía del jeneral Miollis recojió todas las<br />
copias que pudo de esta carta, logrando quemar<br />
mas de doscientas; pero no obstante los partida<br />
rios del Papa , consiguieron enviar un gran<br />
número de ellas á Ñapóles, á Toscana y al Pia-<br />
monte.<br />
Hemos dicho arriba, que el jeneral Miollis, in<br />
corporó en las filas francesas á los soldados de las<br />
diversas tropas pontificias que encontró en Roma,<br />
a los cuales dejó apropósito la escarapela que te-<br />
24
nian de color rojo y amarillo. El Cardenal Gabrielli,<br />
obedeciendo las ordenes de su Santidad,<br />
publicó un edicto espresando, que el Papa cambiaba<br />
desde entonces los colores de su escarapela,<br />
llevándola los militares, que en adelante le fuesen<br />
fieles, blanca y amarilla; cuya declaración fueacojida<br />
con muestras de fidelidad, manifestándose<br />
cada dia mas el descontento público. Sacaron á<br />
vender el retrato de Luis XVIII, cuyos ejemplares<br />
tuvo que arrebatar la policía do quiera que los<br />
vio.<br />
Las provincias de Urbino, Ancona,Macératta<br />
y Camerino, de que el gobierno imperial había<br />
tomado posesión, fueron declaradas á perpetuidad<br />
é irrevocablemente reunidas al reino de<br />
Italia por no haber el Papa querido tener guerra<br />
con los ingleses, ni reunirse á los reyes de Italia<br />
y de Ñapóles ( 1) para la defensa de la Península<br />
(I) He aquí el juicio de Mr. Bignon sobre los derechos de Napoleón<br />
al reino de Italia: babla acerca del nombre de rey de Ñapóles.<br />
" Parece que Napoleón ba querido parodiar el gran ejemplo de la creación<br />
del mundo al decir: sea rey mi hermano ¡ y en efecto ba sido reconocido<br />
como tal, por todas las potencias del continente." El testo del<br />
acta imperial que dispone de ese modo de una corona merece referirse;<br />
dice así: " los intereses de nuestro pueblo, el honor de nuestra corona,<br />
y la tranquilidad del continente de Europa , ecsijen qv.e aseguremos de<br />
una manera estable y definitiva la suerte de los pueblos de Ñapóles y Sicilia<br />
, que ademas de pertenecemos por derecho de conquista, ton parte<br />
del grande imperio: por lo tanto hemos declarado y declaramos recono*
y también ademas porque la donación de Cario •<br />
magno, el ilustre predecesor de Napoleón habia<br />
sido hecha con las miras del bien de la cristian<br />
dad , y no para que fuese provecho de los enemi<br />
gos de la relijion.<br />
El Cardenal Gabrielli dirijió una protesta en<br />
19 de mayo al Caballero Mr. Alberti encargado<br />
de negocios del reyno de Italia, y poco tiempo<br />
después fue aquel ministro preso y recojidos sus<br />
papeles, y sellados en el mismo palacio del Papa.<br />
Todos estos acontecimientos se comunicaban<br />
regularmente al cuerpo diplomático, y aqui cita<br />
remos algunos trozos del informe que el caballe<br />
ro Mr. Lebzeltern , encargado de negocios de<br />
Austria, dirijió en 18 de junio al conde de Sta-<br />
dion , ministro de negocios estranjeros de Viena.<br />
Esta carta en la cual este ájente diplomático co<br />
munica francamente sus sentimientos á su minis<br />
tro , manifiesta el estado de las cosas.<br />
' Teníamos noticia aqui desde algunos días hace , de una<br />
carta encíclica que el Papa habia dispuesto se remitiera á los<br />
cer por rey de las dos Sicilia* ú nuestro muy amado hermano José Na<br />
poleón." Después afinde Mr. Bignon estas frases notables: "el empera<br />
dor que no hace mucho sostenía que Italia era parte del grande imperio,<br />
pretensión hasta ahora nueva, alega como título para disponer de un<br />
trono en favor de su hermano , esta suposición que no tiene otro fundamen<br />
to q*e su propio testimonio."<br />
Historia de Francia desde el 18 brumario , &c. por Mr. Bignon,<br />
«¿»»0 5.°, p.a 130 y 131.
obispos de las provincias desmembradas del Estado , y reunidas<br />
al reino de Italia , conteniendo instrucciones para ellos y<br />
para los demás eclesiásticos y vasallos seglares. La sustancia<br />
de la caria es esta. Manifiesta el santo Padre su profundo desconsuelo<br />
, con motivo de los sucesos que están pasando, y su<br />
satisfacción por la conducta cuerda y Iranquila de sus vasallos<br />
, y la adhesión que tienen á su persona; creyendo deber<br />
prescribirles, á pesar de la entera confianza que tiene en sus<br />
buenos sentimientos, las reglas de la conducta que deben seguir<br />
para evitar los casos en que puedan sus conciencias encontrarse<br />
comprometidas. Esplaya en seguida el santo Padre<br />
las bases inmutables de su soberanía temporal y autoridad espiritual<br />
, sus deberes sagrados de transmitir íntegro el patrimonio<br />
de la Iglesia á su3 sucesores, y la obligación de los<br />
emperadores y reyes católicos de defenderle y protegerle.<br />
Se espresa amargamente contra la desmembración de su territorio<br />
, contra la protección concedida á todos los cultos hasta<br />
el judaico , contra los juramentos que se ecsijen á los vasallos<br />
nuevos , y contra los códigos publicados , las constituciones, el<br />
indiíerantismo, y las persecuciones que sufre la Iglesia. Prohibe<br />
á sus vasallos cooperar al establecimiento del nuevo orden<br />
de cosas , permitirse acto alguno ni participación en cosas<br />
que le consoliden , prestarle juramento de fidelidad ú obediencia,<br />
ni aceptar ni pedir empleos que á él pertenezcan. Prohibe<br />
también á los obispos que canten Te Di-nm en las ocasiones<br />
de reunión de provincias ó instalación de nuevas autoridades.<br />
Como estas probablemente ecsijirán juramento, mirándolo<br />
como medida necesaria para mantenimiento de la tranquilidad<br />
pública, el Papa previene á sus vasallos se limiten á prestar<br />
una obediencia pasiva que garantice el reposo público y sumi-.<br />
sion, pues les prohib» turbarlo con desórdenes ó facciones. Les<br />
prescribe para el ciso en que no puedan escusarse de prestar<br />
juramento la fórmula siguiente.— Prometo y juro no tomar
parte alguna en conjuraciones ni sediciones de ninguna espe<br />
cie contra el gobierno, y serle sumiso en todo aquello que no<br />
contrarié á la» leyes de Dio» y de la Iglesia. Concluye el san<br />
to Padre eshortando á los Obispos, y á sus vasallos á tener re<br />
signación y firmeza en sus principios.<br />
"Si semejantes instrucciones podían contrallar las miras del<br />
gobierno italiano, las aclaraciones que las acompañan> los prin<br />
cipios que desarrollan, y las espresiones con que en ellas se ca<br />
racteriza el desmembramiento de las provincias romanas , pa<br />
recen escritas para atraerle nuevos desabrimientos á su Santi<br />
dad. El jeneral Miollis remitió al instante una copia de dicha<br />
información á Bayona, y otra á Milán al caballero Alberti, y<br />
en virtud de la nota que le pasó el Cardenal Gabríeiii quiso<br />
asegurarse de si era este el autor de las instrucciones.<br />
" Puede V. E. hacerte cargo de cual habrá sido el resulta<br />
do primero de estas cosas cuando el Cardenal sale hoy del pa<br />
lacio del Papa retinándose á su propia casa, desde la cual será<br />
llevado por la noche hasta su obispado de Sinigaglia. Tan fuer<br />
te medida contra el secretario de Estado, ha sido sin duda re<br />
suelta en Milán,, pues que parece fuera de toda posibilidad,<br />
que se sepan ya los sentimientos que habrían causado al empe<br />
rador Napoleón las instrucciones, aun cuando inmediatamen<br />
te las hubiera recibido en Bayona.<br />
" Muy difícil es conjeturar qué Cardenal pueda salir ahora<br />
á ministro , porque los que han quedado son muy ancianos y<br />
enfermos, á escepcion de los de Pacca y Erskina ; pero estos<br />
por desgracia han afeitado cierta prevención contra sus opinio<br />
nes á pesar de sus .principios moderados y haberse tenido siem<br />
pre distantes de ios asuntos políticos.<br />
" El Cardenal Antonelli, á consecuencia del decreto de<br />
S. M. el emperador Napoleón de 2 de abril que llamaba á sus<br />
vasallos italianos empleados en Roma , á pesar de los - pasos<br />
que ha dado para que se tenga consideración á su edad octoje-
naria y á su particular posición , tiene que salir temiéndose<br />
alguna medida violenta. A Monseñor Raganti , secretario<br />
de la consulta , prelado distinguido por sus luces y talento, le<br />
han sellado sus papeles y lo han obligado á salir en el término<br />
de veinte y cuatro horas para Ancona donde sabrá el punto de<br />
su destino , pues se le atribuye haber espedido la carta en«<br />
cíclica , ó haber usado esprésiones poco circunspectas en su<br />
correspondencia de oficio.<br />
" Si el proyecto de la corte francesa fuese poner un término<br />
á la ajitacion é incertidumbre en que están los negocios, parécerne<br />
que no pudiera llegar á su objeto mas directamente.<br />
" Me reservo hacer ninguna reflecsion sobre asuntos tan<br />
delicados para guardar en ellos una estricta imparcialidad; pero<br />
á pesar del respeto que profeso á esta corte no puedo menos<br />
de observar que la carta circular le ha producido-'nuevos<br />
disgustos. Aunque la califican aqui de dirección puramente espiritual<br />
, me parece impolítica, mal redactada desde luego y qne<br />
deja una impresión desagradable después de leída, por separarse<br />
enteramente de las luces del siglo y por las espresiones<br />
que una sobre la tolerancia de los cultos, que es punto que á<br />
muchos soberanos alcanza.<br />
" Parece que el santo Padre, que hasta aqui ha desplegado<br />
tanta moderación como constancia, ha sentido la publicidad<br />
de'un documento, escrito en los momentos de ecsaltacion<br />
que causó el desmembramiento de los provincias; siendo de deplorar<br />
que la reconciliación tan deseada entre las dos cortes<br />
sea ácada instante mas problemática, sino es del todo imposible."<br />
Este testimonio de un estranjero, escribiendo<br />
á su corte lo que observa sin prevención alguna,<br />
. debía recojerse; y aun tendremos ocasión de volver<br />
a citar al caballero Lepzelteni.<br />
Inventábanse en Roma cada dia nuevos in-
sultos. Un piquete de soldados se presentó en la<br />
habitación de monseñor Barben, Fiscal jeneral<br />
del govermo echándole en cara directamente las.<br />
escenas de Duphot, y en esta ocasión se echó de<br />
ver, que Consalvi habia hecho mal en no refutar<br />
de una vez tal es calumnias. Mandó el Papa al Cardenal<br />
Pacca, á quien acababa de nombrar prosecretario<br />
de estado que reclamase del jeneral Miollis<br />
la libertad del Fiscal,, así como también la de<br />
monseñor Reganti., secretario de la consulto; pero<br />
fué iriutilmen te.<br />
El 11 de julio reunió el Papa un consistorio,<br />
délos Cardenales que todavía quedaban en Roma<br />
y pronunció la celebre alocución que empieza:<br />
Nova vulnera: sus nuevas heridas va á mostrar el<br />
santo Padre á sus hermanos.—No habia reunido<br />
los Cardenales desde el 16 de marzo; entonces<br />
deploraba la separación de cinco de ellos, y ahora<br />
acaban de arrancar otros diez de la capital,<br />
sin que hayan cometido delito alguno. Tal es la<br />
servidumbre que nos imponen que todo aquello,<br />
que se podía rehusar hacer voluntariamente, es<br />
arrancado por la violencia de las armas. Tal es el<br />
fruto de los trabajos sufridos por ir á llevar la<br />
santa crisma á Napoleón. No recuerda á Carlomagno<br />
, sino para calumniarle, pues son bien<br />
evidentes los diez siglos de posesión de Roma. Ha
prohibido bajo pena de muerte, á los impresores<br />
que nada publiquen sobre nuestros asuntos. Mon<br />
señor Cavalchini, prelado de lamas estricta pro-<br />
vi dad ha sido echado de liorna en pocas horas. Al<br />
recordar la partida de los Cardenales se ha reno<br />
vado la herida ^vulnus recnidii'tt,) ¿ Y se dirá<br />
qué no se insulta al Pontífice insultando al sobe<br />
rano ! Uno y otro no son un mismo hombre? Quien<br />
osará decir que atacando al rey de Italia no se ata<br />
caría al emperador de los franceses ? Pero si caye<br />
sen los cielos y la tierra, no caería por eso la pa<br />
labra de la divina promesa.<br />
En seguida protesta el Papa del modo mas<br />
solemne contra tantas violencias: ofrece su vida<br />
por la salud de su pueblo, al que oprime sobre su<br />
corazón imprimiéndole un santo ósculo, y con<br />
jura al emperador para que siga consejos mejo<br />
res que consuelen á la Iglesia , y le salven á él<br />
mismo. Ruega al príncipe de los apóstoles calme<br />
las ajitaciones políticas: "Dios está en medio de<br />
su pueblo desde este instante hasta el fin de los<br />
siglos."<br />
Un decreto imperial del 6 de junio nombro<br />
ú José Bonaparte rey de España. El 23 se empe<br />
zó el primer sitio de Zaragoza y llegaron á Roma<br />
diputados españoles encargados de felicitar al<br />
Papa secretamente por su resistencia. El 14 de
julio fué nombrado Joaquín Murat, rey de Ñapóles<br />
, y á poco se le hizo saber á su Santidad que<br />
lo reconociese sin demora.
CAPITULO DIEZ Y OCHO.<br />
CONSALVI APRUEBA PUBLICAMENTE LA CONDUCTA DEL<br />
CARDENAL PACCA.—LLÉGANSE A PRENDER A ESTE Y<br />
EL PAPA LO INTRODUCE EN SUS HABITACIONES.—RE<br />
HUSA NAPOLEÓN LOS CIRIOS BENDITOS PARA LA CAN<br />
DELARIA.— REUNENSE AL IMPERIO LOS ESTADOS DE<br />
su SANTIDAD , v PUBLICACIÓN DEL DECRETO DE REU<br />
NIÓN.—COMO SE PUBLICÓ TAMBIÉN UNA BULA DE ES-<br />
COMUNLON,Y SE PRENDIÓ AL PAPA EN SU MISMO PA<br />
LACIO.<br />
El Cardenal Consalvi habia continuado algún<br />
tiempo mezclándose en el despacho de algunos<br />
negocios , pues era tan estimado de los empleados<br />
de la secretaría de estado que le consultaban mu<br />
chas veces, y sus sucesores le manifestaron todos<br />
una constante deferencia , cuando vio , después<br />
de la alocución del 11 de julio, que las cosas<br />
habian llegado á tal punto de irritación , de ata<br />
ques de acusación y hostilidad manifiesta, conoció<br />
inmediatamente que las consideraciones , los mez-<br />
zo termine, los consejos en otras ocasiones sabios
ni las reglas comunes de la vida política tendrían<br />
ya valor alguno , y altamente aprobaba la resolución<br />
del Cardenal Pacca, que tomó el ministerio<br />
únicamente para resistir, y para morir animosamente<br />
sin escuchar conciliación alguna. Este<br />
mismo Cardenal nos ha dejado unas memorias<br />
escritas por él, como sencillas narraciones que<br />
nos lian de dar materiales mas de una vez.<br />
Gobernaba este Eminencia con quietud, esperando<br />
que la violencia imperial se arrostrase á dar<br />
el ultimo golpe que meditaba, cuando el 6 de setiembre<br />
se le presentó en la secretaria, establecida<br />
en el mismo palacio de Monte Caballo, un mayor<br />
nombrado Muzio, que le notificó una orden de<br />
salida dada bajo el pretesto de que habla publicado<br />
una disposición del Papa contrariando los<br />
enganches hechos por las tropas iracesas. El Cardenal<br />
le declaró que no partiría sin recibir las ordenes<br />
del santo Padre, y por medio de una esquela<br />
le comunicó lo que pasaba. Inmediatamente<br />
se dirijió él Papa al departamento que ocupaba<br />
el Cardenal, quien cuenta asi el mismo este<br />
suceso.<br />
"Yo me adelanté para salirle al encuentro, y entonces obser<br />
vé por primera vez una cosa de la cual solamente había oído<br />
hablar ( la horripilación ). Cuando la colera posee á uno, sus<br />
cabellos se le herizan y su vista se ofusca. El bondadoso Pon<br />
tífice estaba en este estado, pues no me reconoció aunque estaba
vestido, de Cardenal. " ¡ Quien sois vos ! ¡ Quien sois vos !<br />
me gritó en alta voz. " El Cardenal, señor, " le respondí, y le<br />
besé la mano —" donde está el oficial ? " volvió á decirme ,<br />
y se lo mostré , que estaba alli inmediato en una actitud res<br />
petuosa. Entonces el Papa volviéndose hacia él le mandó que<br />
volviese al jeneral y le dijera que estaba ya cansado de sufrir<br />
tantos ultrajes é insultos de un hombre que todavía se llamaba<br />
católico ; que él comprendía muy bien á donde iban aquellas<br />
violencias, queriendo quitarle uno á uno todos sus ministros<br />
para impedirle ejerciese sus deberes apostólicos y los derechos<br />
de su soberanía temporal; que él me mandaba á mí, su Carde<br />
nal , que estaba alli presente, no obedecer las pretendidas ór<br />
denes del jeneral , prescribiéndome le siguiese á su aposento<br />
para que alli fuese su compañero en la prisión, y que si el je<br />
neral quería ejecutar el proyecto de arrancarme de su lado.vi-<br />
niese á romper violentamente las puei tas , llevando la fuerza<br />
hasta su persona, para que á 61 solo se le imputaran las conse<br />
cuencias de este esceso inaudito. Y cojiéndome por la mano me<br />
dijo; Vamonos Señor Cardenal, saliendo los dos por la gran es<br />
calera y por por medio de los empleados pontificios, que aplau<br />
dían á su Santidad, nos dirijmos á su habitación. "<br />
Desde este momento parece que el gobernador imperial se<br />
propuso apoderarse del Papa para alejarle de Roma.<br />
Los embajadores extranjeros á quienes se dio><br />
parte de esta escena , por orden del Papa , mani<br />
festaron unos fríamente su sentimiento , y otros<br />
que lo noticiaban á sus cortes, escepto el embaja<br />
dor de España que no cesaba de responder siem<br />
pre con un jeneroso .valor.<br />
Una alternativa continua de violaciones del<br />
derecho de jentes , de protestas y demostraciones
. 197<br />
de nuevos; enojos fue el final de este año. El Papa<br />
rehuso recibir por las fiestas de Navidad a! jeneral<br />
Miollis y su estado mayor, y no quiso autorizar<br />
las funciones del Cardenal. Napoleón escribió<br />
desde Benavente, en España, á Mr. de Champag-<br />
ni, con fecha de I. ° de enero de 1S09.<br />
Benavente 1.° de enero de 1809.<br />
" Señor de Champagni, teniendo el Papa costumbre de re*<br />
partir cirios benditos, 03 encargo escribáis & un ájente en<br />
Roma que no los quiero: el rey de España tampoco los quie<br />
re. Escribid ademas á Ñapóles y á Holanda para que no los<br />
reciban, pues se deben rehusar por haber tenido la insolen<br />
cia de no darlos el ano pasado: por lo tanto avisará mi encar<br />
gado de negocios que el dia de la Candelaria recibo los cirios<br />
benditos de mano de mi cura párroco , que ni la purpura ni el<br />
poder dan mas valor á esta especie de cosas ; que en el infierno<br />
lo mismo puede haber Papas qne curas, y que así tan santo<br />
puede ser el cirio bendito' por mi párroco, como el del Papar<br />
por consiguiente no quiero recibirlos, y otro tanto deben hacer<br />
(os principes de mi familia..<br />
" Dios os guarde.<br />
«Firmado NAPOLEÓN.%<br />
Supo esta voluntad espresada en un estilo<br />
político algo mas francés, Mr. Ortoli ájente con<br />
sular en Roma, que con todo el respeto que pu<br />
diera desearse aviso de ella u la santa Sede.<br />
Hemos hablado antes de la bizarría con que se
portaba el caballero Vargas; pues no tardó en<br />
llevar su castigo.<br />
El '2'S de junio se comunicó a los demás mi<br />
nistros cstranjeros que la tropa habia arrestado<br />
al ministro de España y á los prelados (¿uardoqui<br />
y Bardaji , auditores de la Rota española por<br />
que, se decia, eran enemigos del gobierno francés.<br />
Al dia siguiente el jeneral Miollis anunció que<br />
daba un gran baile en los salones del palacio Do<br />
ria, que era el que ocupaba desde su estancia en<br />
Roma.Todos ios miembros del cuerpo diplomático<br />
se presentaron en él, cscepto el caballero Lebzel-<br />
tern , de quien ya hemos hablado. Habiéndole<br />
preguntado , antes, que por qué se abstenía<br />
de ir á la reunión , contestó que le era impo<br />
sible asistir á ella, en tanto que á uno de sus co<br />
legas, al antiguo ministro de España , se le tra<br />
taba tan indignamente , y se asegura que el en<br />
cargado de negocios de Italia; el caballero Alber-<br />
tí, fué á buscar esplicaciones á. casa del enviado<br />
austríaco , para saber si él obraba así, autorizado<br />
por su corte, ó de propio movimiento. Para que<br />
nada faltase á la noble acción de Mr. Lebzeltern,<br />
declaró sin comprometer á su corte , que lo habia<br />
determinado su sentimiento personal á mostrar<br />
esta atención debida al caballero Vargas, ultrajado<br />
repetía él, á pesar del carácter respetable de que<br />
estaba revestido.
Mr. Orfcóli, ajen te consular francés en Roma,<br />
rogó al tesorero j en eral hiciese saber la renuncia<br />
de los cirios benditos por el emperador, pues asi<br />
se lomandaba su gobierno.El Cardenal Pacca res<br />
pondió tranquilamente, que era imposible hubie<br />
se el emperador pensado en semejante cosa, cuan<br />
do estaba ocupado en la guerra de España; que<br />
seria eso una suposición de su ministro , y que<br />
así no hablaría de ello á su Santidad, con lo cual<br />
le evitó esta aflicción mas.<br />
Seguían los negocios eclesiásticos del resto de<br />
la Europa su curso regular en cuanto era posible:<br />
hubo un consistorio el 26 de marzo en que se pre<br />
conizaron muchos Obispos, y en que Mr. de Pradt,<br />
Obispo de Poitiers, fue trasladado al Arzobispado<br />
de Malinas ; pero iban á caer sobre Roma los mas<br />
graves males. El 17 de mayo volvió Napoleón k<br />
su campo imperial de Viena, donde dio un decre<br />
to que reunía todos los estados pontificios al impe<br />
rio francés, declarando ciudad imperial y libre á<br />
Roma. Las tierras y dominios ó posesiones del Pa<br />
pa se aumentaban hasta formar el producto líquido<br />
dedos millones de francos. Una consulta debia to<br />
mar posesión de los estados del Papa, para que el<br />
sistema constitucional pudiese estar organizado<br />
para 1.° de enero de 1810. A esta consulta se la po<br />
nía bajo la dependencia del ministro de hacienda.
En el mes de mayo el jeneral Miollis desapa<br />
reció de Roma y se fue á Mantua, cuya defensa<br />
hacía ya tiempo se le habia confiado particular<br />
mente , y encargado ademas revisase las fortifica<br />
ciones, y se preparase á una defensa vigorosa si<br />
la suerte de la guerra le obligaba á encerrarse en<br />
ella para defenderse: desde ésta pidió órdenes al<br />
emperador que se apoderó de Viena el 13 del mis<br />
mo mes. Poco después el jeneral volvió á Roma,<br />
en donde Lemarois le reemplazó interinamente.<br />
Creyó el Papa que debia preparar un documen<br />
to anunciando á la Europa católica los nuevos<br />
acontecimientos que iban á sobrevenir, la mu<br />
danza de gobierno, y declarar al mismo tiempo<br />
que los usurpadores renunciaban enteramente á<br />
la comunión con la iglesia de Roma.<br />
Ya desde 1806 , con motivo de las amenazas<br />
hechas al Cardenal Caprara en París, habia pen<br />
sado Consalvi redactar una especie de notificación<br />
y se habia encargado por el Papa al Cardenal di<br />
Pietró le diese una forma regular á dicho docu<br />
mento, teniéndole listo cuanto antes para cuando<br />
su Santidad se lo pidiera. A fines de 1808 el Pa<br />
pa habló con el Cardenal di Pietro de este encar<br />
go que le habia hecho, y contestándole el Car<br />
denal que habia terminado su trabajo , lo ecsami-<br />
nó su Santidad , lo comunicó al Cardenal Pacca
que lo aprobó, y dispuso se hicieran numerosas<br />
copias por fieles empleados. Concluidas que fue<br />
ron las firmó y selló con el sello Pontificio, reser<br />
vándolas para su caso*.<br />
En el mes de junio, el 9 por la tarde, fué<br />
avisado el Papa de la procsimidad del peligro y<br />
el Cardenal le preguntó si desde luego que se<br />
publicase el cambio de gobierno, habia de fijarse<br />
la bula en los sitios acostumbrados. Contestóle el<br />
Papa que no se hiciese nada, hasta que él mismo<br />
hubiese leido el decreto imperial; pues que mu<br />
chas veces se habían corrido voces de actos seme<br />
jantes , sin llegar á verificarse, y también porque<br />
no conociéndose la forma del decreto, ni las con<br />
diciones y restricciones que contendría, no debia<br />
caerse en alguna contradicción, que mas tarde<br />
pudiesen echar en cara á la corte romana. El<br />
Cardenal también por su parte esperaba que el je<br />
neral no llegase á tocar los estreñios, porque Mio<br />
llis , en todo lo que no tenia contacto con esta<br />
cuestión era un hombre reflecsivo, que habia<br />
mostrado tener moderación, y no ser de por sí per<br />
seguidor. Ejecutaba solamente con puntualidad<br />
las órdenes que recibía fuesen las que fuesen, sa<br />
bia que estaba preparada la bula de cscomunion:<br />
•estaba inquieto porque tenia pocas tropas, y aun<br />
se supuso que habia escrito con. la intención de<br />
26
que se suavizaran las órdenes , a cuya ejecución<br />
estaba condenado.<br />
Llegó la mañana del dia siguiente 10 de ju<br />
nio y una esquela previno al Cardenal Pacca<br />
que iba á cambiarse el gobierno y que no se es<br />
peraba mas, que una simple protesta del Papa<br />
sin bula alguna de escomunion, y que á la pro<br />
testa se daria la misma importancia que se ha<br />
bia dado antes á las notas de los Cardenales Con<br />
salvi , Casoni, Doria, Gabrielli y Pacca. Que<br />
con esta seguridad el jeneral Miollis iba á publi<br />
car el decreto imperial.<br />
A las 10 del dia, al estrépito de la artillería<br />
del castillo Sant-Anjelo, el pabellón del Papa fué<br />
depuesto, y se arboló en su lugar el pabellón fran<br />
cés , y al mismo tiempo al son de trompetas, en<br />
todos los barrios de la ciudad, se publicó el de<br />
creto que disponíala reunión al imperio de lo po<br />
co que quedaba de los estados romanos.<br />
Corrió el Cardanal Pacca á ver al santo Pa<br />
dre , y en este instante, encontrándose los dos en<br />
un mismo pensamiento se dijeron á un tiempo,<br />
al verse las palabras de Jesucristo. " Consiaiurfum<br />
ost. El Papa no demostró haber caido de ánimo<br />
y antes, él mismo buscó palabras con que soste<br />
ner el de su ministro. De allí á poco llegó tam<br />
bién Monseñor Tiberio Pacca , sobrino del Car-
denal, que traia un ejemplar impreso del decreto<br />
esparcido pon la consulta en la ciudad. Tomóle<br />
de sus manos el Cardenal y rogó al Papa se acercase<br />
con él á una vidriera, porque las cortinas<br />
de las ventanas corridas y cerradas herméticamente<br />
según la costumbre de Italia en esta estación,<br />
no dejaba entrar luz alguna en la habitación.<br />
Se levantó el Papa y siguió á su Eminencia.<br />
En vano quiso leer el Cardenal con calma y<br />
reflecsion, sabiendo que dependían de esta lectura<br />
las disposiciones que iban á tomarse. Tai esfuerzo<br />
no le fué posible, y vamos á traducir aquí<br />
sus propias palabras.<br />
"La indignación que me causaba, el atentado sacrilego que<br />
se estaba cometiendo, la presencia , allí en frente de mí, á muy<br />
poca distancia, de mi desafortunado soberano, el vicario de<br />
Jesucristo, dispuesto á escuchar de mis labios la sentencia de<br />
su destronamiento, las imposturas y calumnias que me saltaban<br />
á los ojos en la rápida mirada que eché sobre el escrito, el<br />
ruido continuo del cañón que anunciaba la usurpación inicua<br />
con triunfante insulto , me conmovieron en tal estremo , y turbaron<br />
mi vista de modo, que no pude pronunciar sino á me -<br />
tilas , deteniéndome con frecuentes interrupciones y una respiración<br />
cortada, los principales artículos del decreto. Observando<br />
atentamente al Papa, descubrí desde U s primeras palabras<br />
la turbación de su rostro, viendo en él señales , no de temor<br />
ni abatimiento , sino de una muy razonable indignación , pero<br />
poco á poco fué reponiéndose, y escuchó mi lectura con mucha<br />
resignación y tranquilidad."
Después el Papa se aprocsimó á la mesa y fir<br />
mó sin hablar palabra las copias de una protesta en<br />
lengua italiana , que también estaba prevenida y<br />
se fijó en la noche siguiente. Le preguntó el Car<br />
denal si daría sus órdenes para qne se publicase<br />
la bula de escomunion y el Papa algo dudoso le<br />
respondió, que apropósito habia vuelto á leerla y<br />
le parecían demasiado fuertes las espresiones que<br />
usaba contra el gobierno francés. El Cardenal le<br />
replicó que si habia de llegarse á un estremo tan<br />
terrible y ruidoso como era la publicación de se<br />
mejante bula, preciso y de justicia era hacer una<br />
terrible pintura, sin ecsajeracion empero, de las<br />
injurias y violencias del gobierno imperial, para<br />
que todo el que la viese pudiera decir que habia<br />
el Papa tardado bastante en levantar la voz con<br />
tra escesos tan ofensivos y multiplicados. Le dijo<br />
entonces el santo Padre: " ¿ Qué haríais vos? Yo<br />
contestó el Cardenal, después que un acto tan<br />
solemne ha sido temido de los enemigos y espera<br />
do de los pueblos , lo ejecutaría . pero me deja en<br />
incertidumbre la pregunta de vuestra Santidad.<br />
Levantad, santísimo Padre, al cielo los ojos y dad<br />
me en seguida vuestras órdenes, seguro de que<br />
espresarán vuestros labios lo que él quiere. En<br />
tonces su Santidad elevó una mirada al cielo y<br />
después de una corta pausa dijo: "Está bien : pu-
licacl la bula" y añadid. "Que tomen bien todas<br />
sus precauciones los que han de ejecutar vuestras<br />
órdenes, sobre todo que no se vean descubiertos,<br />
porque serian indudablemente fusilados y que<br />
daríamos inconsolable."—Santo Padre M respon<br />
dió el Cardenal, yo daré instrucciones para<br />
que no se espongan temerariamente, aunque no<br />
puedo asegurar que no sucederá nada. Pero si<br />
Dios quiere que se ejecute, él sabrá protejer esta<br />
operación y favorecerla. De allí á pocas horas se<br />
verificó la publicación de la bula de una manera<br />
tan estraordiñaría que quedaron llenos de admira<br />
ción el jeneral y toda la ciudad de Roma.<br />
En la noche, pues, del 10 al 11 de junio, se<br />
fijó la bula ne' i luoghi sóliti, é ira questi, nelle<br />
tre basiliclie di San Pietro, di Santa Maria-<br />
Maggiore , edi San Giovanni. El que fijó las pri-<br />
meras fué uno llamado Mengacci; á quien se re<br />
compensó en adelante liberalísimam ente por<br />
este acto de bravura. Nada aun habia descubier<br />
to la policía, cuando el mismo dia muy de maña<br />
na , un romano madrugador vio la bula en la pa<br />
red de la iglesia de San Marcos, cerca del pala<br />
cio de Venecia. La arrancó y se la llevó al jene<br />
ral Miollis, que antes de comunicarla y dar par<br />
te al presidente Salicetti; la envió en el momen<br />
to por un espreso al emperador Napoleón.
Después de esta muestra de valor , se encerró<br />
el Papa en su palacio con mas precauciones que<br />
nunca , y teniendo á la puerta su vijilante guar<br />
da suiza. En la bula de escomunion que se llama<br />
Quum memoranda , no se nombraba directamen<br />
te á Napoleón , pero se le comprende como á uno<br />
de los fautores de todos los despojos sufridos por<br />
la santa Sede. Se ha impreso con mucha ecsactitud<br />
esta bula en latín , italiano y francés, en la obra<br />
del Cardenal Pacca y en otras. Desde entonces,<br />
comenzaron por ambas partes á observarse con<br />
cierta ansiedad. A cada momento temian en pala<br />
cio que viniesen á prender al Papa : y el jeneral<br />
Miolüs temía que saliese su Santidad revestido<br />
con sus ropas pontificias, con ánimo de dispertar á<br />
favor suyo una revolución. Pero apresurémonos<br />
á concluir esta narración funesta. En la noche del<br />
5 al (i de julio 1809 , se reunieron algunos roma<br />
nos descontentos ; y se preparó un asalto para<br />
apoderarse del palacio habitado por el Papa. Se<br />
elijió por capataz de la empresa á un tal Fran<br />
cisco Básala , que habia sido bracero ( face ¡tino )<br />
del palacio ; de donde le despidieron por acusa<br />
do de robo.<br />
En el progreso de esta historia se verá como se<br />
dio la orden que ejecutó el jeneral Radet recien-<br />
venido de Toscana á Roma en virtud de una carta
directa.de Napoleón. El mismo Radet ha revelado<br />
los pormenores y causa de este rapto , como se<br />
yéen las memoria^ééi Cardenal Parca , que refuta<br />
.algunos asertos del jeneral.<br />
Llamó Miollis el dia antes al jeneral Radet,<br />
que hacía poco habia pasado de Toscana á Roma,<br />
y entrando en esplicaciones con él, sóbrela posición<br />
en que estaban los franceses, le manifestó su<br />
inquietud en vista de la ajitacion qne empezaba<br />
á fermentar entre aquellos caracteres romanos<br />
tan alarmantes*y le demostró las consecuencias<br />
tan comprometidas que podrían resultar. Sobre<br />
todo le declaró , que estaban agotados ya los medios<br />
de severidad para restablecer la calma, no<br />
quedándole otro que el de alejar de Roma al Papa;<br />
que el emperador, ocupado en la guerra del<br />
Danubio no podia enviar tropas á Italia, y que el<br />
jeneral gobernador estaba decidido á apoderarse<br />
de la persona de su Santidad, haciéndole saber<br />
al jeneral que lo habia escojido para tan importante<br />
operación.<br />
Radet lo hizo al gobernador la observación de<br />
que un paso de esta naturaleza no se daba sin tener<br />
órdenes superiores por escrito, sin «maduras<br />
reflecsiones y sobre todo sin ¡tropas. Recibió la<br />
contestación de>que órdenes y tropas estarían preparadas<br />
aquella misma tarde-, y que se ocupase en
tomar las disposiciones convenientes, de manera,<br />
que hasta las mismas sospechas se evitaran. Sa<br />
lió Radet fuertemente conmovido, viéndose en<br />
cargado de esta empresa, y se encerró para com<br />
binar en su plan lo que podia oponerse al efecto<br />
que debia producir, viéndose , dice él mismo en<br />
su narración, sometido á la cruel alternativa de<br />
combatir contra los derechos mas sagrados, ó<br />
violar sus juramentos desobedeciendo.<br />
Por la noche fué el mismo gobernador á anun<br />
ciarle que iban á llegar tropas napolitanas , y de<br />
bia estar preparado, y tener su plan de operacio<br />
nes parala noche siguiente. Radet espuso algunas<br />
otras razones á que Miollis contestó manifestán<br />
dole el compromiso en que estaban las tropas, y la<br />
necesidad de detener con un golpe de mano el<br />
desorden y la efusión de sangre, concluyendo con<br />
decirle que ambos á dos, como militares , eran<br />
esencialmente pasivos, obedientes y responsables<br />
con sus cabezas de la falta de ejecución de las ór<br />
denes superiores que recibían. A lo que no tenien<br />
do que responder Radet, creyendo que el honor<br />
y sus juramentos le dictaban su deber , se decidió<br />
á ejecutar el mandato que recibiese por escrito,<br />
luego que llegasen las tropas á Roma.<br />
Aquella misma noche entró un batallón de<br />
reclutas napolitanos que el rey Joaquin enviaba.
Constaba apenas de 800 plazas, y una parte de<br />
él venia sin armar. Formó Radet el plan de sus<br />
operaciones imajinando un pretesto que á nadie<br />
alarmase y lo comunicó al gobernador-jeneral<br />
Miollis, que lo aprobó. Al amanecer del dia 5<br />
aprestó Radet todos los materiales necesarios, logrando<br />
ocultar su operación á los ojos del público<br />
con algunas patrullas y medidas de policía. Tuvo<br />
á la tropa todo el dia en sus cuarteles para inspirar<br />
mas seguridad en Roma y en el palacio Quirinal<br />
,y á las nueve de la noche fue llamando uno<br />
por uno álos jefes militares dándoles sus órdenes.<br />
A las diez todo estaba pronto en la plaza de los Santos<br />
Apóstoles, y en el cuartel de la Pilotta, inmediato<br />
á Monte-Cavallo , que iba á ser el centro<br />
de las operaciones. Vamos á conservar las mismas<br />
espresiones estratéjicas^con que refiere este suceso<br />
el jeneral Radet.<br />
Oespues que fué este á la Pilotta y se asegu-x<br />
ró de la ejecución de sus órdenes, dirijió su marcha<br />
sobre la iglesia de los Santos Apóstoles, y<br />
formó allí sus disposiciones militares. El comand<br />
ante de plaza coronel Siry, y el coronel Costa<br />
comandante déla la jendarmería lo acompañaron<br />
después á su casa, donde debía entregarse al des<br />
canso hasta la hora conveniente El gobernador le<br />
esperaba y le dio la orden por escrito de prender<br />
27
al Cardenal Pacca, y en el caso de que se opusiese-<br />
su Santidad, arrestarlo también y conducirlo in<br />
mediatamente en posta á Florencia.<br />
Al leer esta orden que no era mas que condi<br />
cional , tuvo Radet algunas dudas que le preocu<br />
paron un momento; pero no era tiempo ya de ha<br />
cer observaciones, dice él mismo, porque el go<br />
bernador acababa de salir , habian dado las once<br />
y todo estaba organizado y pronto para obrar.<br />
Volvió entonces á la Pilotta y á los Santos<br />
Apóstoles, donde él mismo colocó las patrullas,las<br />
o-uardias, los puestos y sus destacamentos de opera<br />
ción. En el entretanto el gobernador jeneral para<br />
mantener los transtiberinos, hacía se ocupasen los<br />
puentes del Tiber, y el castillo Sant-Anjelo , por<br />
el pequeño destacamento napolitano que estaba á<br />
las órdenes del jeneral Pignatelli Cerchiara. El<br />
oficial de cada uno de los destacamentos que de<br />
bían concurrir á la acción , estaba prevenido de<br />
que dar el reloj del mismo palacio Quirinal la<br />
campanada de la una era la señal convenida para<br />
la escalada; pero un incidente retardó la ejecu<br />
ción. Súpose (pie uno de los oficiales de la guar<br />
dia del Papa estaba de vijía sobre la torre sa<br />
liente que cae húcia la entrada de las puertas<br />
del palacio Quirinal, y que esta medida de vigi<br />
lancia, practicada tocias las noches, cesaba al rayar
el dia. Con este motivo se cambiaron las instrucciones<br />
por el momento, gubdividió* sus puestos el jeaieral<br />
por los alrededores de la fontana de Trevi;<br />
•envicia guardar las puertas de las Iglesias cercanas<br />
para impedir se tocasen las campanas; espió la<br />
retirada del centinela de la torre, y á las dos y<br />
treintaieinco minutos dio la señal 1<br />
.<br />
Oigamos ahora como refiere lo demás el Cardenal<br />
Pácea.<br />
"El dia 4 da julio; por la nocbe, diferentes' piquetes de<br />
caballería habían ocupado las callea que desde varios puntos de<br />
Roma, vienen á dar al palacio Quirinal. Otras tropas también,<br />
-se colocaron en los puentes para impedir la comunicación interior,<br />
y hacia la hora délas tres dé la mañana vino á marcha<br />
forzada y en grande silencio desde los barrios inmediatos, un<br />
cuerpo de infantería que se. posesionó de todas las.salidas al 1<br />
'rededor del palacio.. Al. momento de despuntar el alba-., los esbirros<br />
, la jesdarmería que venia con la tropa y algunos vasallos<br />
rebeldes empezaron el asalto del Quirinal, que no esperábamos.<br />
Después de haber pasado un dia Ueuo dé angustias y<br />
-trabajos, y haber velado toda la noche, hasta las dos y media<br />
4e la mañana, y ver los primeros rayos del dia sin que se oyese<br />
rumor alguno en la plaza ni en las. calles vecinas, creyendo<br />
pasado el peligro por aquella noche, me habia retirado<br />
-á mi habitación, para tomar algún descanso. Apenas me hube<br />
acostado cuando mi ayuda de cámara volvió corriendo á decirme<br />
que los franceses estaban dentro del palacio»"<br />
En efecto Radet Habia visto á sus líneas de operaciones<br />
obedecer* Ta señar queéTles daba: un destacamento<br />
de treinta- hombres escalaba' las tapias
deljardin, para guardar las salidas del patio de<br />
la Panetteria, y los pasos subterráneos que dan<br />
hacia el ángulo de la capilla : otro de veinte y<br />
cinco guardaba la puerta baja que está frente del<br />
lavatoio : con otro de cincuenta hombres, el coro<br />
nel Siry subia por la ventana de una sala inhabi<br />
tada , que comunica con las del centro del edi<br />
ficio , donde tiene sus cuartos la mayor parte de<br />
lajeóte que hace servicio á su Santidad; y el<br />
mismo Radet, se habia reservado al frente de cua<br />
renta hombres, la empresa de subir á la torre por<br />
encima del techo de la Dataría para penetrar por<br />
alli adentro de los aposentos.<br />
Las escalas que puso se rempieron y el gober<br />
nador habiendo sabido este contratiempo vino,<br />
i nruello en su capote, para ayudarle con sus con*<br />
sejes; pero viendo (pie tomaba buenas determi<br />
naciones para entrar por la puerta principal se<br />
retiró á un Kiosco inmediato , dependiente de los<br />
jardines del palacio Colonna.<br />
Habia llegado ya á penetrar en el patio prin<br />
cipal el coronel Siry, Radet oyó entonces los cla<br />
mores que salían del cuerpo interior de la guar<br />
dia suiza, donde gritaban: AH'armi!— Traditoril<br />
el reloj que daba las tres , y la campana de la ca<br />
pilla echada á vuelo: procuraba, pues, forzar el<br />
postigo, y le fue abierta la puerta grande por el
coronel Siry. Entró con sájente y la tropa que<br />
pudo reunir, dirijiéndose á un grupo, que á la<br />
dereeha, en el fondo del patio, parecia estar dispuesto<br />
á hacer resistencia, lo dispersó, y entró por<br />
las habitaciones hasta la sala del trono llamada de<br />
las santificaciones. Allí encontró á la guardia suiza<br />
de su Santidad , compuesta de un capitán y cuarenta<br />
hombres, en buen orden y armados todos:<br />
les intimó rindiesen las armas,y sin ninguna resistencia<br />
lo hicieron, porque antes habían recibido<br />
la orden de ejecutarlo así. Adelantóse el jeneral:<br />
miró hacia la izquierda, y al fin de un corredor<br />
bastante estrecho vio un cuarto donde habia luces<br />
y jente que circulaba de una parte á otra -.llegóse,<br />
y encontró allí al Papa rodeado de toda su corte.<br />
Es preciso leer este suceso como lo escribió<br />
después el mismo jeneral.<br />
"Que cualquiera otro se ponga en mi situación y sino ha •<br />
perdido todo sentimiento moral y humano que juzgue del estado<br />
en que me encontraría. No tenia orden alguna de apoderarme<br />
de ia persona del Papa. Embargaba mi ser y todas<br />
mis facultades intelectuales, un santo respeto por aquella sagrada<br />
cabeza, doblemente coronada. ( Escribía Radet esta relación<br />
á fines del año 1814-.) Me encontraba á su vista seguí»<br />
do de jente armada , confuso y paralizado en mis movimientos<br />
sin saber como salir .de este incideote imprevisto por mí. Qué<br />
habia de decirle! ¡ por dónde comenzar! J qué hacer! Esta fué<br />
la dificultad de mi misión»<br />
Mi tropa entraba conmigo, y ecsijiendo respeto y decencia
la presencia del santo Padre, del sacro Colejio y el lugar santo<br />
en que me encontraba, volvíme á ella y la mandé fuera á colo<br />
carse formada en la sala del trono, disponiendo que por pa<br />
trullas separadas se mantuviese el orden en el palacio, y apro<br />
vechándome del movimiento retrógrado de los soldados , para<br />
tomar un partido que no comprometiese el suceso, ni al gober<br />
nador , ni á mí mismo , envié un ayudante que previniese al<br />
jeneral Miollis que rae hallaba á la presencia del Papa sin<br />
haber podido llegar hasta la persona del Cardenal Pacca, á<br />
quien no conocía, esperando rae diese sus órdenes. Prolon<br />
gué los movimientos de mi tropa, no dejé con ella sino muy<br />
pocos oficiales y rodeándome de todos los demás, así como de<br />
los alféreces de la jendarmería; entramos todos con la mayor<br />
cortesía, sombrero en mano, é inclinándonos delante del Papa<br />
á medida que cada uno pasaba para ponerse en fila delante de<br />
la entrada interior. Cinco minutos lo mas duró todo esto, ha<br />
biendo vuelto el ayudante que me dio la orden en secreto de<br />
prender al Papa con el Cardenal y conducirlos incontinenti<br />
fuera de liorna. Por severa que me pareciese esta orden, no te<br />
nia mas remedio que cumplirla. "<br />
Ahora oigamos como se esplica el Cardenal<br />
Pacca, testigo ocular.<br />
" Apenas rae anunció mi ayuda de cámara que estaban<br />
los franceses dentro del palacio me levanté á toda prisa y<br />
corrí á mirar por la ventana. Vi muchas personas armadas,<br />
que tenían hachones encendidos, y cruzaban por los jardines<br />
buscando sus puertas para introducirse en el edificio : otras<br />
bajaban y subían por lo largo- de las tapias donde tenían pues<br />
tas escalas , y otras en fin ocupaban el patio de la Panetteria.<br />
Al mismo tiempo unos soldados subían por otras escalas hasta<br />
la habitación de los dependientes de palacio , por la parte que<br />
mira á la calle que va á salir á Porta Pia. Estos rompieron
las .puertas de las ventanas con hachas, entraron .y corrieron á<br />
abrir la puerta que cae á la plaza, por donde entró un número<br />
considerable de soldados. Envié al punto á Juan Tiberio Pac-<br />
ca, mi sobrino , para que despertase á su Santidad, como con<br />
él habia quedado^en hacerlo, si sucedía alguna noche cosa de<br />
cuidado, y poco después fui yo mismo á su habitación. Se levan<br />
tó el santo Padre con grande serenidad de alma, se vistió la<br />
túnica y mucéta y pasó á la pieza en la cual acostumbraba dar<br />
audiencia. Nos juntamos allí, el Cardenal Despuig, yo , algu<br />
nos prelados de los que vivían en el palacio y algunos redactor<br />
res y empleados de la -secretaría de estado.<br />
" Entretanto.los sitiadores echaron á bajo las puertas de<br />
los aposentos á hachazos, (Radet no ha hecho mención de esta<br />
circunstancia ) y llegaron hasta la puerta de la cámara donde<br />
estábamos , que la hicimos abrir ¡para evitar mayores desórde<br />
nes. Desde su silla (1) vino el Papa ¿colocarse delante .de la<br />
mesa, casi en medio del cuarto, y nosotros-, los dos Cardena<br />
les , nos colocamos cada-uno á su lado : los prelados y demás<br />
asistentes .fonnavon alas. Conforme se abrió Ja .puerta.,
lencio , mirándonos aturdidos los unos á los otros sin poder proferir<br />
una palabra.<br />
" Con rostro pálido y trémula voz fué el jeneral quien rompió<br />
el silencio, encontrando apenas pa'.abras para decir que<br />
su comisión era penosa y desagradable; pero que habiendo<br />
hecho juramento de obediencia y fidelidad al emperador, debia<br />
intimar al santo Padre, que renunciase á la soberanía temporal<br />
de Roma y sus estados ; y si rehusaba su Santidad,<br />
tenia orden de conducirle al jeneral Miollis, quien indicaría<br />
el lugar que se le tenia destinado.<br />
" El Papa sin turbarse le respondió con corta diferencia en<br />
estos términos: "si habéis creido vos un deber vuestro, ejecutar<br />
tales órdenes del emperador, porque le hicisteis juramento<br />
de fidelidad y obediencia , considerad hasta que punto debemos<br />
sostener los derechos de la santa Sede, á la cual nos ligan<br />
tantos juramentos. No podemos ni ceder (1) ni abandonar lo<br />
que no es nuestro. Pertenece el dominio temporal á la Iglesia<br />
y no somos sino administrador suyo. El emperador podrá<br />
hacernos pedazos , sin que tal cosa obtenga de nos jamás.<br />
Después de cuanto por él hemos hecho no esperábamos que<br />
nos tratase de este modo.—Yo se, dijo entonces el jeneral,<br />
que el emperador os debe , santo Padre, muchas obligaciones.<br />
— " Mas de las que podéis iraajinaros, " replicó vivamente el<br />
Papa, y luego continuó : " Nos deberemos ir solo."<br />
" Vuestra Santidad , le contestó el jeneral, podrá llevar<br />
consigo ásu ministro el Cardenal Pacca.<br />
M<br />
Entonces pregunté yo súbitamente " Que órdenes me dá<br />
el santo Padre ? Debo tener yo el honor de acompañarle ? El<br />
( 1 ) He aqui las palabras terminantes del Papa oídas muy distinta<br />
mente por un testigo ocular : .Yo podemos, no debemos , no queremos. En<br />
la historia de Francia se presentan casos en los que , rehusando los par<br />
lamentos rejistrar algunos edictos se espresan asi: " Nit volumus, nec<br />
postumas, nec debemus. "
Papa me respondió : " Sí, "y pedí permiso para entrar en el<br />
cuarto inmediato, donde, seguido de dos oficiales de jendarmería<br />
que aparentaban estar mirando las habitaciones, me revestí<br />
del traje de Cardenal con el rocchetlo y la mozzetta, ere*<br />
yendo que iríamos al palacio Doria, en el cual habitaba el<br />
jeneral Miollis. Mientras yo me vestía , escribió el Papa de su<br />
propia mano una lista de las personas que deseaba le fuesen<br />
acompañando, y tuvo con el jeneral Radet una conversación»<br />
Entre las cosas que me contaron después fué una, que estando<br />
el Papa arreglando algunos objetos de su cuarto, le dijo Radet s<br />
" No recele vuestra Santidad, que no se tocará á nada " y que<br />
el Papa le contestó " aquel que no hace caso alguno de su propia<br />
vida, en mucho menos tendrá las cosas del mundo. "<br />
Hubiera querido Radet que el Papa se pusiese otro ropaje,<br />
que no le diese tanto á conocer, como el que tenia puesto; pero<br />
no tuvo el valor de decirselo. Cuando volví á la habitación<br />
de su Santidad, ya le habían obligado á salir, sin dar tiempo á<br />
gticamari&ri , ayudas de cámara, de acomodar alguna ropa<br />
blanca en una balija para que se mudase en el viaje. Me uní á<br />
su Santidad en las salas, y al momento los dos , rodeados de<br />
jendarmes, esbirros y vasallos rebeldes, caminando con dificultad<br />
por encima de los maderos rotos de las puertas , bajamos<br />
las escaleras. Atravesamos el patio grande donde estaba todavía<br />
la tropa francesa y el resto de los esbirros, y llegamos á la<br />
puerta principal de Monte-Cavallo en la cual estaba pronto el<br />
carruaje del jeneral Radet. ( Era uno de esos que llaman en<br />
Italia bastardellas.<br />
• "Se hallaban en la plaza formadas en batalla muchas tropas<br />
napolitanas, acabadas de llegar á la ciudad. El Papa las<br />
bendijo, así como también á su capital de Roma, y entró en el<br />
coche que tenia clavadas las persianas del lado de su Santidad;<br />
después me hicieron subir á mí, cerraron con llave las porte-<br />
2tf
zuelas , y el jeneral, con un oficial de jendarmería , ocupando<br />
la silla dio la orden de partir.<br />
"Hasta la puerta del principal habiatnos sido seguidos de al<br />
gunos prelados, redactores, oficiales de la secretaría, y muchos de<br />
nuestros criados , medio muertos todos de ajitacion. A ninguno<br />
le fué permitido acompañarnos, ni aun aprocsimarse al carruaje.<br />
"En lugar de tomar el camino del palacio Doria se siguió<br />
la calle de Porta Pia y antes de llegar á ella se cambió de<br />
dirección en la vía que conduce á Porta Salara. Ya fuera de<br />
esta puerta seguimos la ronda hasta la Porto (fal Popólo que<br />
como todas las otras estaba cerrada. A lo largo do las mura<br />
llas fuimos encontrando piquetes de caballería con sable en<br />
mano , á cuyos comandantes daba sus órdenes el jeneral II a-<br />
det con aire triunfante como si hubiese ganado una gran vic<br />
toria. Alli fuera de la puerta del Popólo encontramos los ca<br />
ballos de posta, y mientras los enganchaban reconvino el Pa<br />
pa dulcemente al jeneral del engaño que le hizo , diciéndole<br />
que lo conduciría á casa del jeneral Miollis, y le dio quejas<br />
por el modo con que se le hacia partir de Roma , sin acompa-<br />
miento , desprovisto de todo, y con los solos vestidos que lle<br />
vaba puestos. El jeneral respondió , que tardaría muy poco en<br />
alcanzarnos la servidumbre que su Santidad habia puesto en<br />
lista en Monte-Cavallo , y envió ua jendarme al gobernador<br />
para que se sirviese disponer y acelerar su partida.<br />
" A poco de haber caminado me preguntó el Papa si lle<br />
vaba algún dinero. Vuestra Santidad ha visto , le dije, que<br />
quedé preso en su misma habitación,)- no me fué permitido vol<br />
ver á la mia. Entonces sin hablar mas, sacamos nuestros bol<br />
sillos y á pesar de la aflicción y dolor de que estábamos embar<br />
gados viéndonos arrancar de Roma y de su buen pueblo , no<br />
pudimos contener la risa cuando mirando el bolsillo del Pa<br />
pa, encontramos en él un papetto , pieza de veinte bayocos<br />
(cuatro reales) y en el mió tre grossi ó quince bayo-
eos. (dos reales y medio ). Así emprendíamos el soberano Pon<br />
tífice y su ministro un viaje apostólicamente, y según las ¿pa<br />
labras de nuestro Señor á los apóstoles : "No-llevareis con vo»<br />
sotros en el camino., ñeque panem ,(.ninguna .provisión.lleva-<br />
bamos nosotros )., teníamos mas ves •<br />
tidos que los que nos cubriau,. y 'aun esos muy incómodos, por<br />
que el Papa llevaba mozzetay sfqla^y yo. tenia puesto man-<br />
telleta >voccket'o y mozzeta) ñeque pecunian ( treinta y<br />
cinco bayocos temarnos. ) Su Santidad mostró il papetto al je-<br />
neral.-Radfet-trly le dijo: .-Be todo lo de nuestros estados , ved<br />
aquí lo que poseemos.<br />
" Desde el principio deLviaje me- comenzó á atormentar un<br />
pensamiento que bien-lo tenía yo por ofensivo á la bondad de<br />
Bio VII,. pero que entonces me turbaba fuertemente. Temia yo<br />
que penetrado de horror el Papa con la acción sacrilega y ecse-<br />
crabie que habian cometido con él, y previendo las funestas con<br />
secuencias que. traería á la Iglesia , se arrepintiera de los vigo<br />
rosos pasos que se habian dado, y en su juicio interior me acu<br />
sase de haberlo animado á ellos* Pero salí prontamente de in<br />
quietud porque el Papa , con la sonrisa en los labios y espre-<br />
sion de verdadera complacencia me dijo: -— " Cardenal, hi<br />
cimos bien de publicar la bula de escomunion el dia 10 de junio<br />
sino como la publicaríamos ahora '?'"— Con cuyas palabras co<br />
bré ánimo para resistir las aflicciones que preveía yo, íbamos á<br />
sufrir en tan violento y desastroso viaje. "<br />
"Aquella misma noche se fijó en 'Roma por mi orden una<br />
notificación en 'nombré del Papa , que puede mirarse como<br />
wn Adiós áñ un tierno padre que se separa de sus'"hijos queridos.<br />
Acotaremos algunos pasajes*:<br />
"En medio del dolor en que nos'hallamos, esperímen tamos<br />
un suave consuelo, al ver ejecutado en noso'trosio que el Señor<br />
anunció á S. Pedro, díciendole: mas cuando ya fueres viejo»
estenderás tus manos y te ceñirá otro, y te llevará á dondetu<br />
no quieras. ( Veas. S. Juan. Cap. 21. v. 18. )<br />
Abandonamos nuestras manos sacerdotales á la fuerza que<br />
nos ata para llevarnos á otra parte, y declaramos á los autores<br />
de este hecho responsables ante Dios de todas las consecuencias<br />
de este atentado. Por nuestra parte solo deseamos, aconsejamos<br />
y ordenamos á nuestros fieles subditos , á nuestra grey<br />
particular de liorna, y á la universal de la Iglesia católica ; imiten<br />
con fervor á los fieles del primer siglo, en ocasión en que<br />
estando preso y encadenado San Pedro, no cesaba la Iglesiade<br />
rogar á Dios por él.<br />
Sucesor , aunque indigno , de este glorioso apóstol, confiamos<br />
en que todos nuestros caros hijos , consagrarán á su común<br />
padre esle deber piadoso y postrero ; y con toda efusión de corazón<br />
, les damos en recompensa, nuestra bendición apostólica.<br />
De nuestro palacio Quirinal, á 6 de julio de 1809, año dé*<br />
cimo de nuestro pontificado.<br />
(l) Veo en su Vicario cautivado á Cristo, veolo otra vtz ser escarneci<br />
da), veo renovar el tormento de la hiél y vinagre.<br />
PIUS PP. VII.<br />
Al mismo tiempo algunos que fuesen afectos<br />
al Papa tuvieron el valor de fijar muchos ejem<br />
plares, en papel grande y gruesas letras, de un<br />
pasquín con estos versos del Dante.<br />
veggio<br />
(1) e nel Vicario Cristo esser catto,<br />
Veggiolo un' altra volta esser deriso,<br />
Veggio rinovellar 1' aceto e' 1 fíele.<br />
( Purg. c. XX.)
Los individuos de la consulta hicieron fuesen<br />
arrancados estos papeles, do quiera que se vieron<br />
puestos.<br />
Dante alude en esos Tersos á la prisión de Bonifacio VIII en 1803, hecha<br />
por orden del rey de Francia Felipe el hermoso. £1 autor no cita ó<br />
copia bien los versos del ilustre Poeta. Debió poner.<br />
E nel vicario sito Cristo esser catto.<br />
Veggiolo un altra volta esser deriso,<br />
Veggio rínnoveUar 1' aceto e ' i file.<br />
Esser catto ser cautivado , preso, catto partic. del verb. cáperc.<br />
( Nota del Traductor ).
CAPITULO DIEZ Y NUEVE.<br />
SIGUE REFIRIÉNDOSE EL VIAJE DE SU SANTIDAD , su<br />
ARRIBO A LA CARTUJA DE FLORENCIA Y SU SALIDA<br />
DE ESTA PARA ALEJANDRÍA.<br />
Estensamente hemos referido la captura de<br />
su Santidad citando el relato hecho por el jeneral<br />
Radet, que tiene un carácter de verdad que es pre<br />
ciso reconocer. Al traducirlo , le hemos conserva<br />
do los jiros de policía militar que tiene , el tono<br />
de severidad y las tintas ya de puntual obedien<br />
cia , ya de sentimientos respetuosos que le hacen<br />
estar en oposición con el modo de referir del Car<br />
denal Pacca. En este brillan una erudición bíbli<br />
ca, un suave estilo, una delicada ironía, y á veces<br />
la espresion de un santo enojo. Ademas las ínti<br />
mas revelaciones y los pormenores tan sencillos y<br />
cuerdamente espresados por el Cardenal, esplican<br />
muchas circunstancias mal ecsaminadas por Radet<br />
y descubren el fondo de los hechos. El lector ha<br />
brá estraido la verdad de uno y otro relato y - no
podemos escojer mejor guia que las informaciones<br />
de estos dosiestigos tan en diferente posición<br />
de unas mismas escenas tan terribles.<br />
Radet continuaba procurando mostrarse agradable<br />
y servicial con su Santidad , para hacerle,<br />
soportable su situación ; y con los mas circunstanciados<br />
pormenores cuenta la parada que hicieron<br />
en la posta de Storta, el descanso que tuvieron de<br />
algunas horas en Radicofani, los accidentes diversos<br />
que retardaron el viaje , el ruego, que hizo él<br />
al Papa de que le permitiese lo acompañase después<br />
en su regreso áRoma; la necesidad en que se<br />
vio de tener que. parar el carruaje para que el<br />
Santo Padre echase su, bendición sobre los muchos<br />
habitantes de las ciudades y pueblos del tránsito<br />
, que se apiñaban al rededor del ;<br />
coche , y subían<br />
por las ruedas cuando se paraba , y aun sobre<br />
los caballos dispuestos á partir. El jeneral es<br />
el ánico que ha recordado, y nos cuenta la.sublime<br />
recomendación del Papa, que.decía.á las jentes:<br />
" Animo yoraciones." En fin refiere la entrega<br />
del santo Padre en manos del teniente coronel<br />
de jendarmeria Lecrosnier que fué á hacerse<br />
cargo de su persona á la Cartuja de Florencia.<br />
Concluye el jeneral Radet su relación diciendo:<br />
Tal fué mi conducta en esta ocasión importante, apelo- al<br />
testimonio del jeneral Miollis , y al de mis colaboradores, y
demás personas que presenciaron los hechos. Apelo sobre todo<br />
al Cardenal Pacca y al santo Padre. La misión que se me encargó<br />
era capaz de fijar la atención del mundo entero por su<br />
importancia y su objeto. Pueden haberse alterado las circunstancias<br />
; que acabo de reducir á la mas ecsacta verdad, por<br />
lo que toca á la parte que tuve. Obligado á cumplir con<br />
las órdenes que se me habian dado por la autoridad superior;<br />
hice lo posible para templar su rigor, cuando no me era dable<br />
suspender ó detener los efectos. Este gran deber me imponía<br />
la doble obligación de conciliar el mayor respeto , el cuidado<br />
mas prolijo , y la mas esquisita circunspección , con un rigoroso<br />
ministerio ; y nada he perdonado para conseguirlo. Si están<br />
aun indelebles en la memoria del Padre santo las circunstancias<br />
principales de estos momentos crueles, recordará también su<br />
Santidad la conducta que observé entonces , y las muestras de<br />
interés que se dignó dispensarme en varias ocasiones. Guardábanse<br />
con severidad las precauciones ; pero recuérdese también<br />
cuan inminente era el peligro. Reflecsionese, sobre todo, en<br />
la responsabilidad inmensa que sobre mi pesaba , y en la certeza<br />
que tenia, de que mas bien se me iba á juzgar por el<br />
resultado , que no por lo prudente de mis medidas.<br />
En los diez y siete años que llevo de oficial jeneral de gendarmería,<br />
se ha hecho bien conocido mi carácter en Francia,<br />
Italia y Alemania, por las comisiones que he desempeñado: y<br />
esto rae obliga á conservar intacta la reputación adquirida en<br />
treinta años de efectivos y buenos servicios, y once de campaña.<br />
Mi honor es la herencia de mayor precio que yo pueda<br />
transmitir á mi numerosa familia. Espero entregárselo íntegro.<br />
Y esta, y cuantos me conocen á fondo , saben muy bien que<br />
el intervenir en el suceso lamentable de que acabo de hacer<br />
una relación ecsacta, no ha 9Ído obra de mi voluntad, sino efecto<br />
de mi posición."
En nada hemos alterado el informe del jeneral<br />
Radet: así cuenta el acaecimiento. Del mismo<br />
modo no podía el Cardenal referir el viaje prisionero<br />
como iba en el carruaje del jeneral.<br />
" Cerca de las ocho da Italia ( las cuatro de la mañana ) sa<br />
limos de Roma á la vuelta de Toscana, mudando caballos en<br />
las primeras postas. En las caras de las pocas personas que se<br />
encontraban , se veían pintados el asombro y dolor que seme<br />
jante espectáculo les infundía. En Monterosi estaban las puer<br />
tas de las casas llenas de mujeres, que viendo al Padre Santo<br />
en un coche rodeado de jendarmes con sable desenvainado , y<br />
viéndole llevar como cautivo; imitaron Ja tierna compasión de<br />
las mujeres de Jerusalon ( 1 ) , principiaron á golpearse el pe<br />
cho , á llorar y gritar, estendiendo los brazos hacia el coche;<br />
" Nos arrebatan al Padre Santo 1 " este espectáculo nos inmutó<br />
y lo peor fué que el jeneral Radet, temeroso de quo el ver al<br />
Papa conducido de este modo, no promoviese algún tumulto<br />
en las poblaciones del tránsito; rogó á su Santidad corriese las<br />
cortinillas del coche, para que ios pueblos no le echasen de ver.<br />
Consintió en ello resignado el Padre Santo, y se prosiguió así<br />
el viaje encerrados en el coche , casi sin ventilación en las<br />
horas que mas pica el sol de julio en Italia. A eso de medio dia<br />
deseó el Papa tomar algo, y el jeneral Radet mandó parar en<br />
la casa de postas, lugar casi desierto en la montaña de Viterbo.<br />
Allí en un coarto apartado, en el que solo habia una mesa vieja<br />
y desvencijada cubierta de un sucio tapete, y única en toda la<br />
casa; se sentó el Papa, y comió un huevo. En seguida, y con tan<br />
insoportable calor , se continuó el viaje. Al anochecer el Papa<br />
(1) Y le seguía una grande multitud de pueblo, y de mujereslas<br />
euales lo plañían y lloraban.<br />
S. Lucas cap. 23. v. 27.
tuvo sed, y como no hallásemos casa alguna á donde dirijirnos en<br />
todo aquel campo, el aposentador Cardini llenó una botella de<br />
agua manantial que acaso halló en el camino, y la dio al Pa<br />
dre Santo que la encontró esquisita. (1) Nadie echó de ver en los<br />
diversos países que recorrimos, que este coche encerraba al Papa<br />
y en Bolseua sucedió un caso curioso. Mientras que se muda<br />
ban caballos, cierto padre franciscano llamado Cozza, se acercó<br />
al jeneral Radet, ignorando quien iba en el coche desde donde<br />
todo se oia , y se le dio á conocer como quien habia mantenido<br />
carteo con 61, y le habia recomendado un abogado de Roma<br />
de cuyo nombre no me acuerdo. Vióse atado el jeneneral Radet<br />
para responderle ; y volviéndose á mi el Papa , me dijo ; " • oh<br />
che írate briccone ! ¡ oh que fraile tan bribón !<br />
Después de diez y nueve horas de un viaje tan incómodo para<br />
el Papa, que varias veces me dijo que padecia mucho, llegamos á<br />
eso de las tres de la noche, hovas italianas, (once de la noche),<br />
al monte de Radicofani, y nos apeamos en su miserable posada.<br />
No teníamos ropa que mudarnos : y era menester que perma<br />
neciésemos con la puesla que estaba empapada en sudor, y<br />
que se nos secó encima con el frío de la noche, en aquel para<br />
je. Nada se habia preparado en la posada : se le señaló al Pa<br />
dre Santo un cuartito , y á mi el cuarto vecino, y pusieron<br />
jendarmes á la puerta. Con mi vestido cardenalicio, con muceta<br />
y roquete, conforme estaba, ayudé á la posadera á hacer la cama<br />
de su Santidad, y á poner la mesa para la cena que fué frugalí<br />
sima. El Padre Santo , á quien yo servia , se dignó admitirme<br />
á su mesa. Mientras la cena, lo mismo que habia hecho duran<br />
te el dia , procuré reanimarle, y hacerme , según las palabras<br />
del Espíritu Santo, semejante á la nieve conservada, en tiem-<br />
(1) " Beberá del torrente por d camino." Salm. 110. v. 7. del oriji-<br />
nal hebreo : y 109. v. 7. de la Vulgata latina. —* De torrente in viú bibet-
po de- la- siegtty que reanima el espíritu de su dueño. ( Pfrov.<br />
cap. 25. v¿ 13. ) A pesar de las ideas lúgubres y funestas con<br />
que el porvenir se presentaba á mi imajinacibn , el Sejior me<br />
conservó aquella alegría de ánimo y natural' inclinación* mia<br />
á la chanza , dfe suerte que la misma noche que llegamos á Ra<br />
dicofani, me regració el jeneral Radet, dibiénd'ome que habia<br />
oido varias veces al Papa reírse con lo que yo le decia. Hoque<br />
en estas terribles circunstancias mas me alentaba, era el imaji<br />
nar que la Providencia me habia destinado a ser el Simón Ci-<br />
reneo del escelente y perseguido Pontífice. Después de cenar<br />
vestido como- estaba, se echó el Padre Santo en una mala y cfo*<br />
racoma*, y yo me retiré at cuarto que se me habia destinado.<br />
VÍHomeentonces al pensamiento la idea dolorosa de que á quien<br />
acababa yo dfe dejar solo-, enferma, sin asistencia, en país es—<br />
traño , y en mitad de un campo ; era mí soberano , y la cabeza<br />
visible de la Iglesia. Me eché tam bien con mis vestidos de Car*<br />
denal sobre un duro colchón : y asi se acabó el seis de julio-,<br />
memorable dia de mi vida, y que derramó en el» 1<br />
alma de ios<br />
buenos católicos amargura y consternación.<br />
El Papa, por otra parte, no daba seña!, ni proferí» palabra<br />
qne indicase en Ib mas mínimo un arrepentimiento del paso va-*<br />
leroao dado contra Napoleón y el gobierno francés; sino qne<br />
mostró una enerjia y fuerza de alma maravillosas* Habló siem<br />
pre al jeneral Radet con cierta dignidad de soberano, y aun á<br />
veces con un tono de có v<br />
era y severidad que na le era natural:<br />
( I ) como que tuve que rogarle se moderase, y volviese á co<br />
brar la mansedumbre v dulzura de su- carácter.<br />
(I ) El Cardenal Pacca juzga á veces muy severamente á Pío VIL<br />
Los actos, de valor en las grandes adversidades, muestran el 1<br />
verdadero<br />
carácter, mas bien que ése dejara* llevar S que suelen abandonarse alguno*<br />
en cfeettiístaucias afanosas «que la enerjia se pierde, las fuerzas se pos<br />
tran f y sobreviene el vatio y el fastidio de la vida..
Volvamos á la narración del viaje. Como había lugar á es<br />
perarlo, el sueño de esta noche no fué ni largo, ni tranquilo.<br />
Apenas amaneció, corrí á la pieza contigua donde estaba el Pa<br />
pa, quien habia tenido un poco de calentura y varios arranques<br />
de bilis que le habian aliviado. Mucho padecí aquella mañana.<br />
El Jeneral ltidet habia recibido órdenes muy urjentes para<br />
conducir al Papa en aquella misma tarde á la Cartuja de Flo<br />
rencia, y para verificarlo quería partir después de almorzar.<br />
Y por el contrario, el Padre santo, decia resueltamente, y<br />
no sin cierto tono de vivacidad, que no pensaba salir de alli,<br />
hasta que viese l'egar á sus familiares, y demás personas que<br />
tenian permiso de seguirle; alegando estaba desprovisto absolu -<br />
tamente de todo, y temeroso de que si proseguíamos el viaje,<br />
no pudiesen alcanzarnos. Hablé con dulzura al jeneral Radet,<br />
que estaba combatido entre las instrucciones que habia recibi<br />
do para acelerar el viaje y el deseo de no desagradar y aflijir<br />
al Padre santo.<br />
Por fortuna, y con mucha satisfacción del Papa después de<br />
medio dia, llegaron á Radicofani, dos coches que el dia antes<br />
habian salido de Roma; y donde venia parte del acompaña<br />
miento destinado á su Santidad. Venía Monseñor Doria, maes<br />
tro de cámara; Monseñor Pacca; Juan Seglia, capellán secreto,<br />
el cirujano Cecarini; el ayuda de cámara José Moiraghi; el co<br />
cinero, y el palafrenero. Entre las veintidós y veintitrés horas<br />
de Italia ( seis y siete de la tarde ) salimos el 7 de Julio de<br />
Radicofani. A poca distancia hallamos mucha jente, á quien no<br />
se habia permitido acercase á la posada. El jeneral Radet hi<br />
zo parar el coche, y permitió que se acercasen todos á recibir la<br />
bendición del Papa. Varios tuvieron también permiso para ba<br />
sarle la mano : y no puede espresarse bastante el fervor y de<br />
voción conmovedora de aquellos fieles.<br />
Lo mismo sucedió en todos los pueblos toscanos por donde<br />
transitamos. Caminamos toda la noche, y el dia 8 al amane-
cer llegamos á las puertas de Sena. Encontramos los caballos<br />
de posta fuera de la ciudad, coa una fuerte escolta de jendarmes.<br />
No disimuló el jeneral Radet al Papa que había tomado<br />
estas precauciones temeroso de que á su paso se tumultuase el<br />
pueblo de -Sena: y díjole que pocos días antes se habia mostrado<br />
descontento en la ciudad á la llegada del patriarca monseñor<br />
Penarla, vicejerente de Roma, llevado preso por los jendarmes.<br />
Se prosiguió el viaje hasta Poggibonsi, donde quiso el jeneral<br />
Radet que sesteásemos. Llegados á la puerta de la posada<br />
, tuvimos que estar el Papa y yo metidos en el coche unos<br />
veinte minutos, porque el oficial de jendarmería que tenia á su<br />
cargo la llave de la portezuela se habia rezagado con el coche<br />
que venia atrás. El jeneral Radet permitió á varias personas,<br />
casi todas mujeres, entrasen en la posada á besar el pie y la<br />
mano del Papa.<br />
A eso de las tres de la tarde partimos para Florencia por<br />
entre un jéntio inmenso que se habia agolpado , y que pedia á<br />
grito con señales estraordinarias de fervor, la bendición apostólica.<br />
A poca distancia de la posada, por inadvertencia é impericia<br />
de los postillones que iban al galope, como se lo habia<br />
mandado Radet, no hicieron alto en una preminencia de un lado<br />
del camino ; dejaron pasar por ella una de las ruedas y el coche<br />
volcó de resultas con ímpetu grande. La rueda se rompió,<br />
la caja rodó en medio del camino, quedando el Padre Santo debajo<br />
, y yo encima. Permanecimos algún tiempo en esta posición<br />
: y gritando una multitud de jente , ¡ Padre Santo ! levantó<br />
en un instante la caja, mientras que un jendarme abría<br />
las portezuelas cerradas con llave* Los demás jendarmes, pálidos<br />
y sable en mano, trataban de apartar y alejar al pueblo,<br />
que ardiendo en cólera les decía: ¡.Ccmi! ¡ Cani! ¡Perros!<br />
¡ Perros!
El jeneral Radet, mal seguro en su silla, fué<br />
á parar arrojado á grande distancia en un loda<br />
zal de animales inmundos, de donde se levantó<br />
para correr á la caja del coche , injuriando de ca<br />
mino á los postillones. Sacó por un lado el pueblo<br />
al santo Padre en los brazos; prosternándose unos<br />
hasta el suelo, besando otros sus pies, tocando<br />
otros sus vestidos respetuosamente , y todos deses<br />
perados preguntándole si se habia hecho mucho<br />
daño.<br />
Su Santidad sonriendo, y como bromeando<br />
del suceso les daba las gracias , en tanto que el<br />
Cardenal Pacca , á quien por otro lado sacaron,<br />
temiendo no viniesen á las manos aquella multi<br />
tud furiosa y la escolta de jendarmes, se lanzó en<br />
medio del jen tí o diciendo á gritos, que por la gra<br />
cia de Dios no habia sucedido nada malo, y asi<br />
que se retirasen tranquilos y en seguridad.<br />
Apaciguado el tumulto subieron en un mise<br />
rable coche que habia traído Monseñor Doria y<br />
siguieron el viaje recibiendo en todas las pobla<br />
ciones las mismas muestras de respeto y dolor. A<br />
la una cíe la noche llegaron á la Cartuja do Flo<br />
rencia, donde se entregó su Santidad á los en<br />
cargados d
habia ocupado, preso en rehenes, el inmortal<br />
Pío VI. Despertó en el Cardenal Pacca la memoria<br />
de aquel santo Pontífice, los .sentimientos de<br />
veneración , gratitud y afecto que le habia tena do<br />
como á -bienheclior.suy-o.Miró aquel lecho, el i»is><br />
rao que ahora le habian preparado á su Santidad,<br />
y trasportado por su ajitada imaj'inacion, parecióle<br />
estar presente al acto inhumanoy atroz de los comisarios<br />
del Directorio, cuando levantaron violentamente<br />
la cubierta y ropas >de la cama, para cerciorarse<br />
de si estaba el venerable anciano verdaderamente<br />
en el estado de descaecimiento y debilidad,<br />
que decían los médicos le ponían en situación<br />
de no poder emprender viaje alguno, ski<br />
eminente riesgo de fe rauerte. Volvió «nto«ces los<br />
ojos hacia el Papa y lo vio sobre un canapé triste<br />
y abatido con el peso de tantas fatigasy dolores.<br />
Después de una cena espléndida dijeron á los<br />
presos que podrían descansar aquella noche y d<br />
dia siguiente domingo, con cuya dulce esperanza<br />
de reposo se retiraron á sus aposentos; pero no<br />
habian pasado tres horas durmiendo, y estaban en<br />
lo mas profundo del sueño, cuando despertaron<br />
al Cardenal para decide que acababa de llegar de<br />
Florencia, enviado por la gobernadora jeneral,<br />
Elisia Baciocchi Bonaparte, un coronel que quería<br />
se levantasen todos y despertaran al santo Pa-
dre , porque había traído un coche para trasladar<br />
al Papa, sin querer decir adonde, ni darle tampo<br />
co tiempo para oír ó para celebrar misa.<br />
Esta noticia me sorprendió , dice el Cardenal Pacca, y me<br />
ajitó. Me levanté á toda prisa , y al ir á ver al Padre santo,<br />
me encontré con el oficial que habia venido (llamábase Mariotti,<br />
y era de los jendarmes.) Me confirmaron lo que se me habia<br />
dicho , añadiendo ademas que no acompañaría yo á su<br />
Santidad , y que solo me reuniría con él en Alejandría, adonde<br />
, pasando por B olonia , me conduciría un oficial de jendarmes.<br />
Al intimarme esta separación previ lo que sucedió : y<br />
menos me aflijió el preveerlo , que la idea de abandonar al Papa<br />
, y de dejarle en manos de militares desconocidos , ignorando<br />
si le dejarían alguna persona de su confianza que le asistie -<br />
se. Entré á ver al Padre santo, y le hallé muy desalentado.<br />
Tenia la cara como verdinegra , y con todas las señales de un<br />
hombre sumido en profundo dolor. Al instante que me vio , me<br />
dijo : " Echamos de ver , que lo que estos tratan con todas sus<br />
fuerzas , es hacernos morir: y preveemos que nos es imposible<br />
soportar por largo tiempo semejante jenero de vida.<br />
Hice lo posible para consolarle, cuando yo mismo necesitaba<br />
de un consolador, y le dije me habian intimado la separación<br />
mia de su sagrada persona. Parecióme que, en su bondad,<br />
se aflijió grandemente el Padre santo. Xo pude decirle mas<br />
porque vino Mariotti, y su Santidad se vio obligado á partir.<br />
Le acompañé hasta el coche, y me volví á mi cuarto sumamen -<br />
te consternado"<br />
Se habia mandad o que se hiciese partir al<br />
Papa , la vuelta de Alejandría.<br />
Apenas tuvo tiempo su Santidad para pedir<br />
un breviario al prior de la Cartuja. Fueron acom-
pañándole Monseñor Doria, mayordomo, Monseñor<br />
Soglia; José Moirachi, ayuda de cámara y el<br />
oficial Mariotti, que no tardó mucho en mostrar<br />
las mayores atenciones á su prisionero.<br />
En Roma entretanto, después de Jbaber hecho<br />
prender el jeneral Miollis á algunos esbirros que<br />
cometieron robos en el palacio pontificio, y viendo<br />
como su empresa habia tenido feliz aceito, volvióse<br />
el jeneral á sus oficiales que estaban rodeados<br />
de presidiarios y rebeldes, cómplices en el<br />
atentado, y les dijo en francés: " Ahora pues, señores,<br />
podéis despedir á toda esa canalla.<br />
Esta fué la primera acción de gracias que recibieron<br />
aquellos miserables, que acababan de cometer,<br />
sin peligro, el mas abominable atentado: y<br />
este es el modo con que la mayor parte de las veces<br />
se pagan al traidor sus viles servicios.
CAPITULO VEINTE.<br />
CARTAS DE MIOLLIS AL EMPERADOR SOBRE LA CAPTU<br />
RA DEL PAPA.—Su SANTIDAD ES CONDUCIDO A GRE-<br />
NOBLE.—LA GUARNICIÓN DE ZARAGOZA.—CONTINUA<br />
EL VIAJE POR AVIÑON A NIZA Y A SAVENA.<br />
El mismo dia G do julio escribió Miollis al<br />
emperador la siguiente carta:<br />
" SEÑOR.<br />
Me confió V. M. el cuidado de mantener la tranquilidad<br />
en sus Estados de Roma; yo he puesto en práctica el único medio<br />
de conseguirla mandando se arrestase al Cardenal Pacca.<br />
El Papa, por sí mismo, ha sido envuelto también en ¡a suerte<br />
del Cardenal, por haberse opuesto á su prisión con barricadas<br />
y en defensa. Para ejecutar su comisión el jeneral Radet<br />
á quien encargué este cuidado, tuvo que derribar las puertas y<br />
muros del Quirinal, convertido en fortaleza por el antiguo gobierno,<br />
desde la cual rechazaba las órdenes de V. M. Por las<br />
buenas disposiciones de este jeneral han sido arrollados todos<br />
los obstáculos, y ya los conduce con una escolta á la Cartuja de<br />
Florencia, donde tomará órdenes de S. A. I. madama la gran<br />
duquesa, á quien tuve el honor de prevenir algunas horas antes.<br />
En su último aposento se habia el Papa rodeado de todos sus<br />
Cardenales y prelados á quienes hizo solidarios en su amistad
de oposición, y á pesar de la fuerza que ?ha sido preciso emplear<br />
no se ha faltado á ninguna de Jas consideraciones posibles. He<br />
mandado se cuide del palacio y de cuantos en él estaban eneer«<br />
rados. Ahora envió en dos coches cuatro de los principales<br />
•prelados que le eran adictos, con su cirujano y criados. Reinan<br />
en .Roma la seguridad y la calma.<br />
" Soi el mas humilde y mas obediente servidor y vasallo de<br />
V.M.<br />
" ( Firm ado ) MIOLLIS."<br />
Al otro dia, 7 de julio, le escribió segunda<br />
vez en el tenor siguiente.<br />
SESOR,<br />
" El Papa mismo ha decidido alejarse de Roma, habiéndole<br />
preguntado el jeneral Radet,, al llegar á su último atrincheramiento<br />
si menoscabaría en lo mas mínimo la autoridad<br />
temporal, respondió que pensaba sostenerla hasta derramar la<br />
última gota de sangre. La tropa á quien encargué el asalto del<br />
Quirinal procuraba denodamente penetrarle; y la .campana que<br />
debía dar la señal alus demás de la ciudad repicó con gran<br />
fuerza hasta que fue interrumpida por los continuos golpes que<br />
habia qué dar para desembarazar el paso, confundiéndose ademas<br />
con las de Sant-Anjelo.<br />
' " El dia 5 por la tarde, dice un inspector de policía, se<br />
presentó al cura De' M.ónti, para que le¡ diese los estados<br />
que se pasan ordinariamente al gobierno. £1 ministró de la<br />
Iglesia .los"rehusó, diciendo que el Papa lo tenia prohibido y al<br />
mismo tiempo en una reunión tumultuosa que se formó decían:<br />
" Mueran los escomulgados! " El cura se ha evadido.—El dia<br />
de ayer fué mas tranquilo y un gran número de personas se ha<br />
presentado para inscribirse en la guardia- cívica.—Los miembros<br />
del Tribunal del capitolio han vuelto á continuar en sus
funciones: el coche del Papa se encontró dos leguas antes de<br />
Aguapendente.—He remitido al Papa sus equipajes , enviando<br />
con ellos á las personas que él habia designado escepto al con<br />
fesor fanático que hace milagros. Me parece convendría tam<br />
bién separar de su lado al Cardenal Pacca.—No quiso el Santo<br />
Padre quitarse sus vesti los pontificales , y al tomar el coche<br />
«chó la bendición á las tropas que le hacian los honores de<br />
bidos como á jefe de la Iglesia, liemito á V. M. la circular de<br />
Monseñor el Obispo de Litta della Pieve, tan digna de su<br />
ministerio.<br />
Nueve dias duro su viaje hasta Alejandría, y<br />
en uno de los primeros, varios paisanos se habian<br />
reunido al rededor del coche pidiendo la bendi<br />
ción , de modo que el comandante se vio precisa<br />
do á parar y permitir los bendijese el Santo Pa<br />
dre. Inmediatamente después de esta corta ó inte<br />
resante acción , su Santidad suplicó á uno de<br />
aquellos hombres que todavía estaban arrodilla<br />
dos , le trajese un poco de agua fresca. Todos se<br />
levantaron de una vez y corrieron cuales á los ca<br />
ballos para detenerlos, cuales se pusieron delante<br />
de los jendarmes , y cuales se precipitaban de ca<br />
bana en cabana dándose gritos de apresuramiento<br />
y de alegría. Volvieron á ofrecer á su Santidad<br />
toda clase de refrijerios, y era preciso que los to<br />
mase de todas las manos que se los presentaban, ó<br />
á lo menos, que los tocase si no los aceptaba, por<br />
que todos gritaban : '* El mió, Santísimo Padre,<br />
el mío ! el mío ! " — " De todos ' ¡ esclamó el
piadoso Pontífice con el rostro inundado en lá<br />
grimas : y al mismo tiempo uno de los paisanos<br />
acercándose á echar dentro del coche los mas her<br />
mosos frutos, propuso al Papa rechazar á los sol<br />
dados y libertarle con estas dos palabras únicas,<br />
enérjicas y terribles: Vuole 1 dici l — Si quiere..<br />
dígalo !<br />
Su Santidad con un acento lleno de ternura<br />
les pidió no hiciesen acción alguna de resistencia:<br />
entregóse de nuevo á sus guardas, y siguió con<br />
ellos el camino en dirección á Jénova. Mas dis<br />
tante de allí, habiendo quedado muy atrás los ba<br />
gajes , y sintiéndose el Papa ahogado de calor,<br />
preguntó que si había quien le prestase una ca<br />
misa cualquiera. Al instante uno de aquellos pai<br />
sanos le ofreció una , y besando con arrebato la<br />
mano cpie le bendecía cojió de la manga del Papa<br />
un alfiler que se llevó, como una rica prenda del<br />
préstamo que le habia hecho.<br />
• A tres millas de Jénova el comandante Mario-<br />
ti dispuso sestear, aunque no era mas que el me<br />
dio dia, en una casa de campo donde se presentó<br />
á reemplazarle otro comandante de jendarmes lla<br />
mado Boisard. Trajeron unas literas y en ellas lle<br />
varon á su Santidad y á Monseñor Doria, siguien<br />
do los demás á pie hasta la orilla del mar , donde<br />
entraron en una falucha que los puso al amane-
cer del dia siguiente al otro lado de Jénova , jun<br />
to á san Pedro de Arena , desde donde volvieron<br />
á tomar el camino de Alejandría. En este punto<br />
descansó su Santidad tres dias , viendo dismi<br />
nuirse la especie de fiebre nerviosa de que se sin<br />
tió atacado desde el momento de su prisión.<br />
Los mismos afectos de piedad conmovían á los<br />
pechos piamonteses que hemos dicho sentían to<br />
dos los habitantes por donde pasaba el Santo Pa<br />
dre. Mientras mas se aprocsimaba á Francia, ma<br />
yor era el entusiasmo de las jentes. En el primer<br />
pueblo francés las autoridades locales y las veci<br />
nas bajo pretesto de cuidar hubiese orden, se acer<br />
caron mas y mas al santo Padre, y fue para lle<br />
nar sus manos de besos , para consolarle y com<br />
padecerle. Pió VII decia: ¿"cómo podría Dios<br />
mandar que nos mostrásemos insensible á tales<br />
muestras de afecto ? Las recibia pues con digni<br />
dad y modestia.<br />
En Grenoble se supo de antemano que su San<br />
tidad llegaba, y sin saber cómo, se preparó una de<br />
aquellas escenas históricas , que quedan impresas<br />
en la memoria de los pueblos. Las dos solas resis<br />
tencias que encontró Napoleón sobre el continente,<br />
a Santa Sede y España, iban en cierto modo<br />
a verse alli juntas. Anunciase en la ciudad la<br />
procsimidad del Papa; la valiente guarnición
de Zaragoza que estaba prisionera de guerra en<br />
Grenoble , pide toda eñ masa el permiso de salir<br />
a su encuentro: descúbrese el coche donde<br />
venía el santo Padre, y como si- fuesen todos<br />
aquellos héroes un solo hombre,. caen á un tiempo<br />
mismo de rodillas, dejando pasar por medio<br />
de ellos al Vicario de Jesucristo. Sacando casi todo<br />
el cuerpo fuera del coche, estendió*el Papa' con un<br />
semblante en que se pintaban el gozo, la felicidad<br />
y la ternura, una inmensa y santa bendición so-,<br />
bre aquellos tostados guerreros endurecidos con<br />
los trabajos. La población toda siguió el movimiento<br />
de los españoles y mientras estuvo allí el<br />
Papa hubo que escojer-le un lugar espacioso en<br />
donde se mostrase á la ávida y relijiosa piedad<br />
de las jentes.<br />
En Grenoble- volvieron á separar del lado de<br />
su Santidad al Cardenal Pacca, que se habia reunido<br />
á la comitiva pocas jornadas hacía, y tan><br />
bién llegaron al santo Padre grandes vicarios<br />
del Cardenal Fesch, que le traían ofrecimientos<br />
de toda especie y letras por valor de mas de cuatrocientos<br />
mil' francos. Mucho agradeció el Papa<br />
este acto de respetó decidido en tan prócsimo<br />
pariente de Napoleón. tSÜÉ<br />
Por Valencia el coronel Boisard dirijió la rutahacia<br />
Aviñon', teniendo el descuido imprudente
de entrar en esta ciudad á la mitad del dia. Ya se<br />
sabe que Aviñon perteneció a la Santa Sede y por<br />
qué medios fué reunido á Francia al princi<br />
piarse la revolución: así es, que en todo el Conda<br />
do era jeneral la adhesión al sumo Pontífice. Pue<br />
de decirse que la población entera se agrupó al<br />
rededor del coche, parado en medio de una plaza,<br />
saludando con aclamaciones al Papa. Algunas se<br />
ñoras y personas de distinción compraron á pre<br />
cio de oro la facilidad de acercarse hasta las por<br />
tezuelas. Boisard mandaba á sus soldados separa<br />
sen á tantos importunos ; pero la escolta muy re<br />
ducida no podia hacer uso de las armas.<br />
El Comandante supo ademas , que todas las<br />
poblaciones de las villas y pueblos comarcanos se<br />
precipitaban como torrentes hacia el camino de<br />
Carpentras. Dispuso cerrar las puertas de la ciu<br />
dad , y con un par de pistolas en las manos, que<br />
se hubiera guardado muy bien de disparar, lo<br />
gró «al fin romper por la multitud mandando álos<br />
postillones salir inmediatamente de la población.<br />
Un hombre de noble aspecto y elegantemente ves<br />
tido, aprocsimandose á Mr. Moiraghi, de la comi<br />
tiva de su Santidad , le dijo : " Caballero, es ver<br />
dad que el Papa ha escomulgado á Napoleón ? "<br />
— "No puedo responder" le contestó Moiraghi.<br />
— "Bastante es eso para que yo lo entienda. Bas-
tan te es para mí:" añadió el interlocutor. En Aix,<br />
en la Provenza toda, en Niza, hubo escenas semejantes<br />
y las mismas demostraciones de piedad.<br />
En esta ultima ciudad se hicieron preparativos de<br />
fiesta para recibir á su Santidad. Bajó éste del coche<br />
para atravesar á pie el puente de Var, cuando<br />
sus ojos se fijaron en un extraordinario espectáculo<br />
del lado allá del puente. Un jentio inmenso<br />
le esperaba, no como en Francia, estando<br />
todas las clases mezcladas , sino con el mayor orden<br />
y separación: en situaciones distintas estaban<br />
diferentes jerarquías. Aparte los eclesiásticos,<br />
revestidos de sus ropas sacerdotales, los nobles<br />
ostentaban sus condecoraciones, diez mil<br />
personas estaban arrodilladas sin proferir una palabra<br />
, sin que una voz se oyese. Sintiéndose el<br />
Papa fortalecido ante tan brillante homenaje, se<br />
adelantó solo, y volviendo sus miradas atrás, no<br />
sin alguna mezcla, puede ser de satisfacción y de<br />
orgullo.<br />
A la cabeza del puente vi á la piadosa Reina<br />
de Etruria de rodillas, entre sus dos hijos ; pues<br />
parece que España se encontraba siempre una<br />
de las primeras en ofrecer y solicitar consuelos (1).<br />
"¡Que tiempos tan diferentes! "dijo la Reina.<br />
( I) Asi habla de la España, no nosotros traductores de la obra fran-<br />
31
—" No es amargura todo, respondía el Santo Pa<br />
dre: mirad, no estamos, hija mia, ni en Florencia<br />
ni en Roma; pero ved ese pueblo y escuchad sus<br />
arrebatos." El Papa volvió á subir en su coche.<br />
Las calles de la ciudad de Niza estaban sembradas<br />
de flores , y durante la estancia de su Santidad,<br />
iluminadas todas las noches.<br />
Comprendió Boisard que no conducía en aquel<br />
momento á un prisionero de estado, y le dejó la<br />
libertad de recibir á los eclesiásticos, y demás per<br />
sonas que se presentaban. Por la noche cantaron<br />
himnos sagrados los*músicos á la puerta déla ca<br />
sa habitada por su Santidad. Una Señora, sabien<br />
do' que Boisard se preparaba para seguir un ca<br />
mino menos frecuentado , atravesando las mon<br />
tañas, tuvo la injeniosa idea de mandar hombres<br />
que iluminasen la ruta por la noche , colocando<br />
en todos los árboles teas encendidas; ejemplo que<br />
fue seguido en* todo lo largo de la cornisa de<br />
Poniente por disposición de algunas personas pia<br />
dosas , y también por orden de las autoridades<br />
municipales.<br />
Llegados á Savona, el Obispo de la ciudad,<br />
tuvo orden de salir del Obispado para que sus<br />
cesa, sino su autor Mr. Artaud, á quien debemos rendir este homenaje de<br />
justicia.
aposentos "quedasen á •disposición del Papa y de<br />
su comitiva. Se dio á su Santidad una cámara<br />
con una pequeña antecámara, dejándole ademas<br />
que invitase á una mesa suntuosa, que se le<br />
servia, las personas que fuesen de su agrado. Iba<br />
todos los dias el conde Salmatoris, maestro de<br />
ceremonias á tomar la orden de lo que el Papa<br />
deseaba prescribir; se le señalaron cien ltíises por<br />
mes á cada dependiente de su Santidad, y se permitió<br />
al director de correos que le llevara las cartas<br />
que le venían dirijidas.
CAPITULO VEINTE Y UNO.<br />
BATALLA DE WAGRAM. — ESCRIBE MR. CIIABROL AL<br />
DUQUE DE BASSANO UNA CONVERSACIÓN SUYA CON SU<br />
SANTIDAD. — NAPOLEÓN MANDA FORMAR UNA MEMO<br />
RIA SOBRE SUS RELACIONES CQN LA SANTA SEDE.<br />
APODERANSE EN ROMA DEL ANILLO DEL PESCADOR.—<br />
EL EMPERADOR CONTRAE MATRIMONIO CON LA AR<br />
CHIDUQUESA MARÍA LUISA.—SALEN DESTERRADOS DE<br />
PARÍS TRECE CARDENALES.— LLEGA A SAVONA UN<br />
ÁJENTE AUST RIACO. MUERE EL CARDENAL CAPRARA.<br />
El 6 de julio , al tiempo mismo que en Ro<br />
ma se verificaba la captura del Papa, ganaba Na<br />
poleón la batalla de Wagram , y conseguía en 14<br />
de octubre se firmase en Schoenbrun la paz en<br />
tre Francia y Austria.<br />
Un despacho lleno de atenciones hacia su<br />
Santidad que pasó el duque de Bassano á Mr. Ciia<br />
brol , prefecto del departamento de Monteuottc,<br />
y sugeto que unía un profundo respeto por la per<br />
sona del Papa, á quien visitaba á menudo con un
juicio sólido, motivó una carta del prefecto al<br />
duque en estos términos.<br />
" He hablado de la paz que acaba de ajustarse, y su Santidad<br />
ha manifestado gran satisfacción , y me ha preguntado si sabia<br />
algunas de sus condiciones : le respondí que no; pero que los<br />
papeles públicos hablaban de una unión entre los tres em pera do<br />
res que iba á asegurar por mucho tiempo la paz de la cristian<br />
dad. Me contestó que asi lo esperaba* y que al menos la próc-<br />
sima vuelta de S. M. le daba lugar á creer que no habria nueva<br />
guerra en el Norte y que se compondrían los asuntos de la Iglesia:<br />
} diciéndole que estaba muy persuadido que su Santidad contri-<br />
buiria á vencer cualquier obstáculo, y que en ese caso podriau<br />
verificarse antes sus deseos, me respondió; " habiendo esperado<br />
hasta ahora con paciencia podemos esperar aun algún tiempo:<br />
hemos puesto todos loi medios que están á nuestro alcance."<br />
Entonces le pregunté si en esos medios entraban también las<br />
comunicaciones directas con S. M. y rae dijo que hacía ya dos<br />
años no le escribía directamente, porque habiéndolo hecho antes<br />
y no habiendo recibido contestación alguna determinó enriarle<br />
notas oficiales por la seguridad en que estaba de recibirla por es<br />
te medio, y me anadió que no habia tratado de renovarlas en estas<br />
circunstancias, porque para ello hubiera sido necesario despachar<br />
un correo, y que aunque pudo remitir sus cartas á los prefectos,<br />
no lo habia hecho. Le dije entonces estaba bien persuadido que<br />
como cabeza espiritual de la Iglesia encontraría siempre buena<br />
acojida cerca de S. M.; que la intención del Emperador era cla<br />
ramente separar lo espiritual de lo temporal, que absolutamen<br />
te podría mudar en esto de propósito ; pero que lo temporal no<br />
se oponía á la paz de la Iglesia.<br />
" Entonces me dijo "hemos jurado defender lo temporal ñe<br />
que ad effusionem sanguinis, y no teniendo otras armas que las<br />
espirituales debemos valemos de ellas como lo hicieron núes-
tros antecesores, de los cuales ninguno se vio jamas reducido al<br />
cstremo en que nos hallamos; aunque á las veces tuviesen coutiendas<br />
y diferencia?, las tuvo Clemente VII, pero en pocos meses<br />
se terminaron y compusieron, y estas duran hace ya muchos<br />
años. Han dispersado al sacro colejio , nos han arrancado de<br />
nuestro palacio; éstas y otras violencias insoportables requieren<br />
indispensablemente so dé una satisfacion á la Santa Sede : y si<br />
S. M. no cede algún tatito de su propósito , desde luego aseguro<br />
permanecerán las cosas por mucho tiempo en el mismo estado;<br />
y al decir por mucho tiempo, digo demasiado, pues ya somos<br />
viejos: el que nos suceda podrá tal vez componerlas, nosotros le<br />
dejaremos este cuidado. " Le respondí que los bienes temporales<br />
no podiau estar unidos á los intereses de la Iglesia, y que<br />
aun con este sacrificio, que no dependía sino de las circunstancias<br />
de Europa, podia «-.segurarse la paz : á eso me contestó<br />
que habia aprendido por la experiencia que de nada servían<br />
los sacrificios ; que al principio pudo con ellos conseguirse la<br />
tranquilidad , pero que ya en el dia por lo que pasaba habia<br />
conocido se atacaba á la relijion , sino de frente por ser muy<br />
difícil, á lo menos por medios indirectos; que los párrocos estaban<br />
reducidos á unas rentas muy escasas , y que tanto los curatos<br />
como los obispados eran muy estensos para uno solo ; que<br />
los sacerdotes paganos jamás estuvieron tan dependientes , que<br />
del Papa mismo se quería hacer el Papa de los franceses , y<br />
en fin que solo Dios podia salvar á su Iglesia en tan difíciles<br />
circunstancias. "<br />
Estas y otras conferencias particulares habi<br />
das con el Papa y referidas por Mr. de Chabrol<br />
prueban que tenia este ministro mucha discreción<br />
y mucho respeto á su Santidad; y según parece<br />
estaba encargado de averiguar cuáles eran sus in-
tenciones en caso de volver á Roma: el Papa respondí<br />
ó que liaría lo mismo que antes. Se sabe<br />
también que Mr. de Cbabrol tenia ademas larga<br />
conferencias con. Monseñor Jorje Doria, que se<br />
mantenía siempre adicto á su Señor.<br />
Todas estas circunstancias preocupaban á Napoleón<br />
que habia vuelto en 26 de octubre á Fontainebleau.<br />
A fines de noviembre llamó á uno de<br />
los empleados mas hábiles en relaciones estertores<br />
y le dictó él mismo una porción de apuntes con<br />
los cuales era menester compusiese una memoria<br />
sobreel estado en que se hallaban los asuntos de<br />
la Santa Sede.<br />
Este despacho.'que tuvo para dar datos de tanta<br />
importancia, prueba la zozobra de ánimo en<br />
que le tenían estas cosas. Debía tratarse en la memoria<br />
de cuanto hemos hablado anteriormente, de<br />
las discusiones del Papa y el emperador con motivo<br />
de la declaración de 1682, de los informes de Mr. de<br />
Portalis y de la carta de retractación de Luis XIV.<br />
Notó está frase delicada: " Que el estilo de la<br />
" disertación histórica que se va á hacer sea mas<br />
" bien el de un hombre de negocios que no el de<br />
" un literato." Y en un párrafo que dictó después<br />
" se espresaba de este modo. " Reasumiendo lo di-<br />
" cho propongo á V. M. (á él mismo) se sirva en-<br />
" viar al senado un proyecto de senadoscónsultos,
" que determine la reunión de los estados romanos<br />
" al imperio, y que se ponga á disposición del mi-<br />
" nistro de los cultos un edificio proporcionado pa-<br />
" ra que sirva de habitación al Santo Padre."<br />
También mandó formar Napoleón una lista de to<br />
das las escomuniones pronunciadas por la Santa<br />
Sede desde los tiempos mas remotos.<br />
El primero de enero de 1810 se apoderó la<br />
policía de Roma de los escritos ecsistentes en los<br />
archivos de los tribunales y congregaciones ecle<br />
siásticas. Fueron trasportados los papeles de la<br />
Penitenciaría á las oficinas de la Dataría, y se dio<br />
á los empleados la orden de partir.<br />
El 5 del mismo mes se sellaron todos los efectos<br />
pertenecientes á la Santa Sede: se recojieron los<br />
sellos pontificales, y especialmente el s'ujnum Pis-<br />
catoi'is, que habia sido dejado á Monseñor de Gre<br />
gorio delegado del Papa, para que pudiese espe<br />
dir las bulas y demás que le ecsijían. El Cardenal<br />
Casoni fue el único á quien se le permitió quedar<br />
se en Roma. El Obispo de Citta della Pieve escri<br />
bió una carta favorable á las doctrinas del nuevo<br />
gobierno, carta por la cual se creyó obligado Mr.<br />
Radet á darle gracias en nombre de la policía que<br />
estaba entonces bajo sus órdenes. Algunas espre<br />
siones copiaremos de ella.<br />
" Si es el Santo Padre el Vicario de Jesucristo,
el gran Napoleón es el de Dios: él quiere que se*<br />
pamos respetar el culto y los ministros de los altores.<br />
Llenaremos nosotros un deber tal con confianza<br />
y satisfacción, porque está grabado en las<br />
conciencias, y no toleraremos nunca que se turbe<br />
ni embarace el gobierno temporal de nuestro glorioso<br />
soberano. También el mismo jeneral, que<br />
era el detentor del anillo del Pescador, hizo que<br />
se dijese públicamente, que si habia algún acto<br />
que necesitase llevar este sello, él lo pondría desde<br />
luego , y fueron en efecto autorizados con esta<br />
formalidad, en presencia del jeneral, los actos que<br />
no la tenían. Uno de los primeros solicitadores de<br />
este favor singular fue el ministro de Baviera.<br />
Un edecán del jeneral Miollis salió para Paris<br />
con la tiara que Napoleón habia regalado al<br />
Papa y con los otros ornamentos pontificales, y<br />
se dijo que la intención del emperador era la de<br />
volverlos al santo Padre.<br />
Por un señad oconsulto que se publicó el 7<br />
de febrero se reunieron al imperio los estados de<br />
Roma; y fue depuesto inmediatamente el prelado<br />
Gregorio, el cual, habiéndole dicho el jeneral<br />
Miollis era una necedad seguir obstinándose inútilmente<br />
por los intereses del Papa, respondió con<br />
viveza: "Stulti sumus propter Deum."<br />
Napoleón que habia recibido los trabajos rela-<br />
32
tivos á este asunto y no la lista de las escom un io<br />
nes, la volvió á pedir con aire de indiferencia. Mr.<br />
de Champagni se la presentó, y comprendía 85<br />
desde la que dio San Anastasio en 398 contra un<br />
gobernador de Lisboa. De la última , Cvmmevto-<br />
randa fijada en Roma el 10 de junio de 1800 , no<br />
se hacia mención en la lista , ni tampoco de mu<br />
chos entredichos solicitados por la opinión pública<br />
en Europa contra malvados poderosos , corno el<br />
que se publicó contra Barnabó Yisconti y muchos<br />
mas. Se citaban sin reflexión las escomuniones pro<br />
nunciadas por Celestino III contra Leopoldo,<br />
duque de Austria, y el emperador Enrique VI,<br />
porque habian detenido dolosamente á Ricardo,<br />
rey de Inglaterra, que como cruzado estaba bajo<br />
la protección de la Santa Sede; y Napoleón hubie<br />
ra podido leer la sentencia pronunciada en 12iL<br />
por Inocente III contra Othon IV, que habia vio<br />
lado los juramentos de su consagración, e invadi<br />
do las tierras de la Iglesia. No se decía tampoco<br />
en la lista, que cuando se firmaba un tratado se<br />
ponia la clausula, desque aquella de las potencias<br />
contratantes que fuese perjura se esponia de de<br />
recho á una escomunion pontificia, y que de ante<br />
mano se sometian á ella.<br />
Verificóse el 2 de abril el desposorio de Na<br />
poleón con la archiduquesa María Luisa. Los
Cardenales que habian sido llamados todos á Pa<br />
rís á propósito, escepto los qne su salud no se lo<br />
permitiese, se reunieron en número de 26, y asis<br />
tieron juntos á la ceremonia del casamiento civil<br />
en Saint-Cloud , el día 1.°; pero no se presentar<br />
ron del mismo modo ala ceremonia reí ij i osa del<br />
2 en la sala del Louvre.<br />
( Mr. Prat, refiere este hecho que presenció ).<br />
Voy á referir todo lo que vi y oí; y quizá después de. saberlo,<br />
me lo agradezcan mis lectores: pasó de esta manera. Durante la<br />
ceremonia del casamiento estuve, según lo requería mi empleo,<br />
al lado de Napoleón sin perderle de vista un momento: este,<br />
después de haber ecsaminado detenidamente los adornos de la<br />
capilla,"que aunque al principio le sorprendió» al fin le pareció,<br />
no tenia, aquel aspecto imponente tan propio de los lugares sa,?<br />
grados ; y después de haber recorrido con la vista la inmensa<br />
multitud, compuesta de lo mas florido de toda Europa, que ó<br />
bien movida de algún interés ó bien por curiosidad coronaba<br />
las tribunas, me dijo de repente, fiijándose en los bancos de<br />
los Cardenales:<br />
"¿En donde están los Cardenales? dice,el mismo Mr<br />
" Pradt, que le preguntó.— "Altf," le respondí señalándole los<br />
" bancos en donde se hallaban hasta el numero de 13. —" ¡ Oh!<br />
" yo no veo nada, prosiguió , no están aq"uí." ;<br />
—"Un gran nú-<br />
" mero de ellos está, repliqué; el tiempo ha estado malo esta<br />
" mañana ; hay viejos entre ellos, y ademas la entrada de la<br />
" capilla es difícil de encontrar, — "¡ Necios ! " " dijo con un<br />
" aire irritado volviendo á mirar hacia aquel sitio:" "no están,<br />
c(<br />
nó ! necios! y acompaño su mirada iracunda hacia los bancos,<br />
" con un movimiento de cabeza, donde se pintaba el anuncio de<br />
* la venganza."
" Yo juzgué, que se formaba en aquel momento una<br />
"furiosa tempestad. Después que volvía del altar y de ha-<br />
** ber dado el anillo á su nueva esposa , al tiempo de tc-<br />
" mar su asiento , dirij¡endose á mí, me dijo : " ¿ Por qué se»<br />
y Pignatellí á Rhétel; La Somaglia y Scotti áMe-<br />
zieres; Saluzzo y Graleffi á Sedan; B rancadoro y<br />
Consalvi á Reims; Luis Ruffo y Litta á San Quin<br />
tín ; di Pietro, Opizzoni y Gabrielli á Saumur.<br />
Impacientes sin duda estarán nuestros lectores<br />
por saber lo que pasaba á la sazón en Savona: un<br />
gran numero de Cardenales padecían en Francia<br />
por la causa de Pió VII, el cual quedó solo y<br />
abandonado á sus penas y disgustos.<br />
El conde de Metternich estaba en Paris y ha<br />
bia pedido al emperador en un momento favora<br />
ble el premio de enviar un ájente austríaco á Sa<br />
vona para que viese al Papa y tratase de arreglar<br />
con él algunos asuntos relijiosos de la diócesis de<br />
Viena y de otras partes de los estados heredita<br />
rios. Mr. de Champagny previno pues, al jeneral<br />
Cesar Berthier que mandaba en Savona que se<br />
presentaría el ájente austríaco, para que le facili<br />
tase los medios de llenar su misión; pero la carta<br />
de aviso tenia la fecha del 25 de mayo y ya esta<br />
ba en Savona desde el 15 el noble y jencroso ca<br />
ballero de Lebzeltern, de quien ya hemos habla<br />
do , cuando rehusó las invitaciones de Miollis,<br />
por causa del ultraje que recibió el ministro de<br />
España , el caballero Vargas.<br />
Nuestros lectores desearán saber los sentimien<br />
tos del Papa, sus disgustos, su ajitacion y a que-
&/J4<br />
líos secretos •indignos que seguramente no se con<br />
fian áenemigos: dejaremos por lo tanto á Mr. Leb-<br />
zeltern comunicar tan importantes negocios al Sr.<br />
conde Mettcrnich con fecha 1G de mayo. Los an<br />
tiguos historiadores en mi lugar hubieran com<br />
puesto ó inventado una carta del embajador de<br />
Austria ; pero yo voy á trasladar aquí su carta<br />
orijinal tal cual la escribió en francés (1).<br />
" La audiencia que tuve ayer noche con el Santo Pa<br />
dre duró una hora, y seguramente no me engañé en todo lo<br />
que me figuré de la sensación que le causaria mi presencia; me<br />
dio de ello las pruebas mas evidentes, sin que por fortuna pu<br />
diese arrepentirme de haberle pedido audiencia por medio de<br />
monseñor Doria.—* Difícil me seria prometer á V. E. resultado<br />
alguno importante de una conversación en que debieron desde<br />
uego preceder á cualquier otro razonamiento, espresiones d e<br />
bondad por su parte, de reconocimiento por la mia y una re<br />
capitulación de varios hechos anteriores que recíprocamente re<br />
cordamos : me limitaré por lo tanto á referir á V. E. los puntos<br />
mas. esenciales de ella...El Papa, adicto siempre á nuestra corte,<br />
me manifestó agradecía sobremanera la atenciou de S. M. y<br />
las pruebas de interés que en nombre de mi augusto seberano<br />
le daba: maravillado de que el emperador hubiese consentido<br />
en enviarme á él, y sorprendido al asegurarle se habia prestado<br />
(1) Mr. de Lchze'.teru, que nació en Lisboa cuantío su padre estaba<br />
en aquella ciudad de embajador de Austria , aprendió el portugués, el<br />
español y el francés; piro sabia tan poco alemán, que un dia en Viena te<br />
niendo que dar cuenta de un asunto político al emperador Francisco II»<br />
conociendo este su embaraza al. hacerle la relacionen alemán, lo dijo:<br />
" Caballero , hablad en francés, os esplicareis con mas facilidad, y os en<br />
tenderé mejor."
á ello con facilidad , y que.no se oponía á que los fieles pudiesen<br />
libremente visitar al jefe de la Iglesia-y recurrir á él en sus<br />
-necesidades, sintió una verdadera satisfacción motivada solo<br />
»jfor este proceder de S.-M. el emperador Napoleón; y cuando<br />
preguntándome sobre el casamiento, le describí, varias de sus ce -<br />
remonias: manifestó un interés tal, que prometía una paz estable<br />
y me pareció que en aquel momento olvidaba sus agravios y<br />
disgustos. ( Lo que sigue son palabras del Papa dichas en<br />
italiano y-traducidas aquí al francés : ) " ¡Ojalá este acontecimiento<br />
imprevisto consolide la paz del continente.! Mas que<br />
nadie deseamos que el emperador Napoleón sea feliz, siendo<br />
un Príncipe que reúne tan escelentes cualidades : ojalá reconozca<br />
sus verdaderos intereses , pues en su roano tiene, : si se<br />
une á la Iglesia los medios de hacer bien á la relijion, de ganar<br />
para sí y para su dinastía las bendiciones de sus pueblos .y<br />
•de dejar un nombre glorioso bajo - todos conceptos. " Recuerdos<br />
y reflecsiones tristes sobre su situación y soledad y sobre<br />
•otros objetos desagradables interrumpieron en breve el -enajenamiento<br />
de su corazón naturalmente candoroso. Estas palabras<br />
que acabo de referir me confirmaron en la opinión ¡que<br />
siempre tuve, fundada en las observaciones hechas en ¡los siete<br />
ú ocho años que permanecí en Roma ; á saber, que el Papa<br />
tuvo-siempre un afecto particular al emperador; y cuántas<br />
veces , lo confieso, en una época muy diversa bajo todos aspectos<br />
de la presente, no-he sostenido que - esta parcialidad era<br />
aun mayor hada Napoleón,que hacia nuestro soberano. Solo<br />
los disgustos y penas que ha sufrido han podido obligarle á<br />
adoptar un sistema que su corazón manifiestamente repugnaba.<br />
Cuando le hablé de la situación crítica de nuestros obispos, de<br />
los. peligros que amenazaban á la Iglesia y ala Santa Sede si no<br />
procuraba salir del estado de inacción y nulidad eu que se hallaba<br />
, me dijo: " bien los hemos previsto, y aunque de continuo<br />
pensamos en ellos, lo que mas nos aflijo es esta interrupción
de nuestras relaciones con el clero estranjero , y la dificultad<br />
de comunicarnos aun con los obispos franceses; y aunque preso<br />
aquí, sin mas noticias que las que podemos leer en algunas<br />
hojas sueltas del Monitor, que el jeneral tiene la bondad de<br />
enviarnos, bien consideramos la situación apurada de los obispos<br />
, y no cesamos de lamentar la nuestra al ver introducirse<br />
tácitamente en la iglesia un verdadero cisma. Nada pretendemos<br />
del emperador, nada tenemos ya que perder: en nuestra<br />
edad avanzada ¿qué podemos desear, qué respeto personal podrá<br />
apartarnos de la senda que el deber y la conciencia nos señalan<br />
? No queremos pensión , no queremos honores ; las limosnas<br />
de los fieles nos bastan : otros Papas ha habido mas<br />
pobres , y á pesar de la estrecha reclusión en que nos veis , no<br />
deseamos otra cosa que el que se restablezcan nuestras comunicaciones<br />
con los Obispos y fíele?; y nos basta que estos puedan<br />
recurrir libremente á nosotros en sus necesidades, y el poder<br />
ejercer como antes nuestras funciones. Continuamente suplicamos<br />
al jeneral Berthier que no nos abandonen, pues lo estamos<br />
hasta tal punto, que hemos tenido que hacer nuestro secretario<br />
á un criado cuya letra era mas lejible ! No se nos impida cumplir<br />
con nuestro ministerio espiritual por falta de los ministros<br />
necesarios, ó privando á los fieles de nuestra presencia! Demasiado<br />
hemos hecho despachando solo mas de quinientas dispensas,<br />
y acudiendo en lo posible á los Obispos del imperio francés<br />
cuyas peticiones nos han llegado ; pero ademas de faltarnos<br />
ya las fuerzas, hay ciertas materias que deben ecsaminarse,<br />
discutirse, y fórmulas , que aunque ridiculas son no obstinte<br />
necesarias."<br />
Le aseguré que el emperador Napoleón condescendería desde<br />
luego en que el Papa tuviese á su lado personas capaces de<br />
ayudarle en tarea tan penosa; y le dije hubiera hecho mejor en<br />
obrar por sí mismo y manifestar al emperador sus deseos : áeso<br />
me respondió : " no ignora nuestra soledad, nuestras quejas y
epetidas instancias al prefecto y al jeneral. " Bien entendí por<br />
qué no me respondía empresa y terminan teme a te á todo lo que<br />
le habia dicho; no era aun tiempo de tratar ciertas materias, ni<br />
convenía tampoco para obtener un resultado feliz abreviar los<br />
negocios ó atropellados antes que las disposiciones del Padre<br />
Santo llegasen a una madurez suficiente." "No os podéis figurar»<br />
añadió el Papa, el consue!o|que tenemos al consideraros envia<br />
do de vuestro clero I ésta es la primera puerta que se nos<br />
abre."<br />
"Aproveché entonces la ocasión , y le hice ver que esto era<br />
una prueba de que el emperador lejos de oponerse á que ejer<br />
ciese su ministerio, le dejaba en plena libertad para hacerlo; y<br />
pareciéndome oportuno le rogué accediese.en todo lo posible á<br />
las pretensiones de nuestros obispos: me prometió hacer cuán<br />
to estuviese de su parte, y volvió á decir que los obispos de la<br />
cristiandad encontrarían siempre en él, un jefe espiritual y un<br />
padre tierno é induljente.<br />
"Ademas de otras penas y disgustos que aflijen al Padre<br />
Santo, le acongoja sobre manera la detención en Fenestrelles del<br />
cardenal Pacca y de su sobrino. "Sin duda, me dijo, le han ca<br />
lumniado y desacreditado para con S. M.: fue nuestro secretario<br />
de estado en época aciaga, y es ahora inocente victima; pero de<br />
eso no pueda ofenderse el emperador, añadió: vos sabéis y sabe<br />
todo el mundo, que hemos hecho personalmente nuestras protes<br />
tas ; y que para no comprometer á nadie nos encargamos de<br />
nuestra propia defensa; y era necesario, para la formalidad de<br />
bida, que el secretario de estado pusiese su nombre."<br />
"Otros sinsabores tiene ademas el Papa, y son el llama<br />
miento y estancia en Paris de los Cardenales y de sus ministres<br />
eldestierro.de varios,obispos que siempre habian obedecido<br />
escrupulosamente sus instrucciones, y en fin el no haber podido<br />
conseguir que le enviasen a Monseñor Menochio , su confesor,<br />
33
á Monseñor Devoti , secretario de breves , á Monseñor Testn,<br />
secretario de eartas á príncipes, y á algunos copiantes.<br />
"Xada me dijo en cuanto á su soberanía temporal en Roma,<br />
sino es indirectamente en las palabras que siguen: "cuando las<br />
opiniones se fundan en el sentimiento intimo de la conciencia y<br />
de nuestros propios deberes son invariables , irremoviblcs,<br />
(Mr. Alquier oyó de boca del Papa esta misma espresion) y<br />
no bayen el mundo fuerza alguna física capaz de oponerse á una<br />
fuerza moral semejante. Ese único sentimiento nos ha dictado<br />
todo lo que hemos dicho acerca de los tristes acontecimientos<br />
que han sobrevenido á la Santa Sv'de y por consiguiente nos<br />
oiréis lo mismo, siempre que de ellos hablemos.<br />
"Encontré al Papa algo aviejado , pero fuerte, tranquilo y<br />
apacible, como suele, sin manifestar el menor desabrimiento en<br />
sus palabras, ni aun al hablar de aquellos objetos que pudieran<br />
serle mas sensibles; invariable siempre en sus opiniones, ni cederá<br />
jamás en alguuas, ni puede ceder: en vano seria pretenderlo,<br />
c imprudente el tocar ciertas materias, pues no serviría sino de<br />
promover cuestiones teolójicas «obre las que ya se ha dicho cuanto<br />
podia decirse; y por último resultado, vendría á quedarse cada<br />
uno con la suya. En cuanto á esto lo mismo sucede en nuestra<br />
corte que en Francia ; mientras el Papa tolere ciertos princi»<br />
pios, objeto principal, y mientras los stberancs ejecuten lo que<br />
les parezca conveniente á sus estados ;á qué ecsijir el reconocimiento<br />
formal de aquello que el Padre Santo no puede aprobar?<br />
Cada dia que se practican adquieren mas valor , y ttnto mas<br />
cuanto que no se discuten.<br />
•'En conclusión , permítame V. E. no formar aun juicio alguno<br />
sobre la disposición y ánimos del Padre Santo : hasta ahora<br />
no he hecho mas que sondear el terreno ; y aun he evitado en<br />
esta primera entrev ista hacerle ciertas r« flecsiones que le haré,<br />
cuando le vea mas consolado de la larga opresión en que jime, y
cuando pu'ída conocer su molo de pensar, y obrar según él.<br />
Espero ademas no so oculte á la penetración de V. E. nada que<br />
pueda favorecer nuestras miras.<br />
"Si el emperador Napoleón fuese tan jeneroso que pusiese<br />
en libertad al Cardenal y monseñor Pacca, y tuviese con el Padre<br />
Santo otras condescendencias semejantes, estoy seguro, pues<br />
sé lo mucho que se alegró da que le permitiese S. M. tenerme<br />
á su lado , animaría sobre manera su espíritu abatido que tanto<br />
agradece siempre cualquier agasajo ; y me atrevo á asegurarlo<br />
tanto mas, cuanto conozco sus buenas cualidades, y lo tengo<br />
esperimenta'lo siempre con feliz resultado en mi larga residencia<br />
en Roma.<br />
"El Papa está muy contento del proceder y atenciones del<br />
Sr. prefecto y del Sr. conde Berthier ; hasta ahora ha rehusado<br />
constantemente salir del palacio episcopal en que habita, y se ha<br />
reducido á dar sus paseos por su cuarto y por un jardincillo:<br />
la multitud de devotos que diariamente concurre á sus pies,<br />
no se disminuye. El prefecto , conde de Chabrol y el jeneral<br />
por su parte están muy satisfechos de la atención y circunspección<br />
suma del Papa: V. E. conoce muy bien la injenuidadde<br />
mi carácter y de mis palabras; por ella me creo obligado á manifestarle<br />
francamente en todas ocasiones mi modo de pensar,<br />
y lo haré siempre persuadido de que la verdad no puede disgustar<br />
jamas á las almas nobles y elevadas."<br />
Otro segando informe contiene multitud do<br />
otros pormenores, y la promesa del Papa de ocuparse<br />
directa y prontamente de los asuntos del<br />
clero de Austria.<br />
Su Santidad dirijió por medio de Mr. de<br />
Lebzeltern un breve al conde de Metternich en<br />
respuesta á una carta que este le habia escrito.
Es un documento muy digno de atención, pues el<br />
Papa renueva en él la firmeza de su constancia<br />
en rechazar la injusticia, aunque indica que se<br />
prestará á una mediación , que por sus bases sea<br />
digna de él , cuando cese su estado de desolación<br />
y soledad. Es sin duda uno de los documentos mas<br />
honrosos que podrá conservar la casa de Metter-<br />
nicli; y está dictado con una espresion de ternura,<br />
de reconocimiento, dulce confianza, y un acento<br />
tal de gravedad, que se retrata en él el Pontífice<br />
desgraciado, pero siempre grande, siempre como<br />
Vicario de Jesucristo en la tierra.<br />
En Roma proponían á los Obispos del estado,<br />
que prestasen el nuevo juramento. Accedió el<br />
Obispo de Tívoli; pero los de Amelia, Acuapen-<br />
dente, Civita-Castellana , Assise , Nocera, Fo-<br />
ligno , Sezzc y Ten achia , Sutri y Nepi, Todi,<br />
Oí victo y Narni, rehusaron hacerlo; y no se atre<br />
vieron á pedírselo á los curas de Roma, decididos<br />
todos á rehusar el juramento.<br />
Murió el Cardenal Caprara el 21 de julio en<br />
Paris. Su Santidad no estaba contento con su con<br />
ducta , pues poco tiempo después de su llegada á<br />
Savona le habia escrito una carta , que llegó tar<br />
de ámanos del Cardenal , en la cual después de<br />
una enumeración de todos los ultrajes hechos á la<br />
Iglesia continuaba dicíéndole.
"Pesad vos mismo estos hechos en la balanza del santuatio<br />
y no en la frájil de la prudencia humana." Sí S. M. ama la paz<br />
que nos restituya nuestra Sede y ministros: á la Sede apos<br />
tólica los estados que constituyen el patrimonio de San Pe<br />
dro : á los fíeles el inviolable derecho de una libre comu<br />
nicación con su padre y pastor supremo, de que los priva<br />
nuestra cautividad; y que deje volver á nuestro seno los Carde<br />
nales; que vuelva los obispos á sus rebaños, y asi verá restable<br />
cida la armonía tan deseada. En medio de los desastres y horri<br />
ble situación en que estamos, no cesamos de pedir al Dios<br />
que tiene en su mano los corazones de los hombres , por aquel<br />
mismo que es autor de tanta desgracia, y todos nuestros trabajos<br />
los creeríamos abundantemente recompensados, si el Todopode<br />
roso se dignara dejárnosle ver , vuelto á mejores conse]os m<br />
Pero si asi no debiera suceder por los ocultos juicios de Dios,<br />
lloraremos altamente en nuestro corazón, todos los males<br />
que podrán seguirse y que ciertamente con justicia no podrán<br />
imputársenos."<br />
En este escrito se notará que hay alguna cosa<br />
del estilo majestuoso de los Santos Padres, y tiene<br />
ademas de particular y de muy hábil, que el Papa<br />
declarando que pide á Dios por el emperador,<br />
atenúa en cierto modo pero sin debilidad, el golpe<br />
que antes le habia dado con la bula de escomunion.<br />
El emperador que habia procurado suscitar un<br />
partido, que pudiese inducir al Papa á que cediese<br />
de su firmeza, no pudo por esta vez conseguirlo.<br />
La cuestión del casamiento habia separado al sacro<br />
colejio en Cardenales á quienes por cualquier me-
•2(52<br />
dio se quería tener lejos de su Santidad, y en Car<br />
denales , á los cuales el Papa no vería seguramen<br />
te con agrado cerca de su persona. Por una parte<br />
y otra pues, se mantenían en el terreno que se ha<br />
bían propuesto defender.
CAPÍTULO VEINTE Y DOS.<br />
SEGUNDO VIAJE DE CANOVA A PARÍS.—SUS CONVEBSAT-<br />
CIQNES CON NAPOLEÓN.— RENUEVANSE LAS PERSECU<br />
CIONES CONTRA EL PAI'A. — CoHTESTAClOX NOBLE Y<br />
SABIA DE MR. EMERY A NAPOLEÓN. — HABITACIÓN<br />
DRL ARZOBISPO DE PARÍS, E N LAS TORRES D E NUES-<br />
•TRA SESOKA.<br />
Deben referirse á esta época las instancias<br />
que hizo Napoleón para que Canova volviese á<br />
Paris, á donde este distinguido artista llegó el II<br />
de oetu-bre de 181Ú.<br />
Este segundo viaje suyo ofrece incidentes muy<br />
propios de nuestro asunto y de mucho interés.<br />
Canova fue presentado al dia siguiente de su lle<br />
gada al emperador y á la emperatriz, á la hora<br />
del desayuno, y le dijo á¡Napoleón que por satis<br />
facer los deseos de S.: • M. había venido á Paris<br />
cuanto antes, para poder volverse á Roma á con<br />
tinuar sus trabajos.— ''Pues ahora, dijo el empe<br />
rador y la capital es París, y en ella es menester
que viváis vos, que os vendría bien."— " Señor,<br />
V. M. es dueño de mi vida; pero si se complace en<br />
que yo la emplee y gaste en su servicio, es me<br />
nester que se digne dejarme volver á Roma, en<br />
cuanto haya concluido los trabajos que vengo á<br />
ejecutar. Me han hablado de que debo hacer el re<br />
trato de la emperatriz , y si es así he de repre<br />
sentarla con el aspecto de la Concordia." Sonrióse<br />
el emperador con agrado y volvió á decirle: " Pe<br />
ro aquí es el centro ; aqui están las obras maes<br />
tras de las artes antiguas. No falta mas que una<br />
estatua que hay en Ñapóles, el Hércules Farnesio,<br />
y eso es porque yo me la he reservado para mi."<br />
•— " Deje V. M. á lo menos alguna cosa a la Ita<br />
lia, Señor. Los monumentos antiguos forman en<br />
ella una colección, ó entera cadena con otra infi<br />
nidad de objetos qne no pueden transplantarse ni<br />
desde Roma , ni desde Ñapóles." — "La Italia,<br />
caballero, para reparar sus pérdidas hará escava-<br />
ciones, y en verdad que voy á mandar que se ha<br />
gan cscavaciones en Roma. ¿Cuánto gastaba en<br />
ellas el Papa Pió VII ? Gastaba mucho? decidme."<br />
— Respondió Canova que el Papa era poco rico,<br />
mas que sin embargo con su esquisito amor por las<br />
artes y buen gusto, habia llegado á formar un nue<br />
vo museo.—- "¿Y la familia Borghese gastaba mu<br />
chas sumas en escavaciones ?"— "Dedicaba á
es3 fin una módica suma; pero el príncipe entraba<br />
en las empresas á cuenta con otros, á quienes des<br />
pués compraba su parte.— " Y valiéndose de esta<br />
circunstancia, trató Canova de probar, que el<br />
pueblo romano tenia un derecho sagrado á poseer:<br />
los monumentos descubiertos en las entrañas de<br />
los cimientos y fundaciones de Roma; pues que era<br />
un producto intrínseco de su suelo , y tan suyo,<br />
que las familias nobles, ni aun el mismo Papa<br />
Pío VII podían vender ni mandar fuera este lega<br />
do del pueblo-rey, esta recompensa dada por la<br />
victoria á sus antiguos padres."— "¿No sabéis vos r<br />
añadió Napoleón, que yo he pagado catorce mi<br />
llones por las estatuas de los Borgueses? ¿Cuánta<br />
destina el Papa actual para.las artes? Acaso cien<br />
mil ducados romanos;"— " No tanto, por que es<br />
poca.ijcio."— "Con que entonces con menos se<br />
pueden obtener grandes resultados." — "Cierta<br />
mente , Señor."<br />
En seguida hablaron de la estatua colosal del<br />
emperador puesto de pie, y dijo, que sentía saber<br />
que no era desnuda*— "Y por qué no hacéis, aña<br />
dió , desnuda mi estatua colosal á caballo ? " — Por<br />
que es menester que lleve el ropaje heroico; á la<br />
manera con que han sido representados á caballo<br />
los reyes viejos de Francia, y vuestro José II, en<br />
Viena, Señora , dijo dirijiéndose ala emperatriz.<br />
'34
— "Ésta cita de los reyes viejos de Francia, y d e<br />
José II, visabuelo de la emperatriz , hizo sonreír<br />
al emperador, y al otro dia , el lo de octubre , le<br />
dijo á Canova:—"Os ruego, caballero, me digáis<br />
como era el aire de Roma en los tiempos antiguos.<br />
Era malo, mal sano, ó cómo ? — ¿ Me acuerdo de<br />
haber leido en Tácito, á propósito del regreso de<br />
Vitelio , que muchos de sus soldados cayeron en<br />
fermos por haber dormido al aire libre sobre el<br />
Vaticano." Llamó el emperador y mandó que le<br />
trajesen á Tácito ; pero el guerrero petulante y el<br />
escultor preocupado con su trabajo , buscaron mal<br />
el paraje del libro que Canova después en su casa,<br />
con mas despacio encontró y se lo remitió al empe<br />
rador para que lo viese. (Tac. Hist. lib.II, 93.)—-<br />
"Pero Roma tiene otros males ahora , siguió di<br />
ciendo Canova , esta cnjdesolacion desde la ausen<br />
cia del Papa ; ha perdido aquella capital su sobe<br />
rano , cuarenta Cardenales , los embajadores ex<br />
tranjeros , mas de doscientos prelados , un gran<br />
número de eclesiásticos la yerba crece<br />
por las calles.... la gloria de V. M. me per<br />
mite hablar de esta manera : antes manaba el oro<br />
en Roma; ya no se le vé." — " Muy poca cosa<br />
era, sin embargo, ese oro en los últimos tiempos.<br />
¿Por qué no sembráis algodón? Haremos<br />
á Roma capital de Italia y le reuniremos á Na-
p.o|ej3. Que decís .ahora ? quedaríais contento ? —<br />
{^:.ja,i^)jion favorece á las artes, Entre los<br />
ejipeios, los griegos, y los romanos, señor, la<br />
relijion solo las ha sostenido. Los trabajos de los<br />
rpnianps tienen el .sello de la relijion,, y lasajud^bleJAfluenpi.a<br />
;4 :e esta sobre Jas artes las ha salvado<br />
en parte de las destrucciones de los barbaros.<br />
Pero si todas las relijiones son las bienhechoras<br />
.délas artes , la que con mas particularidad y magnificencia<br />
las protejo y es su madre, es la verdadera<br />
relijion, la católica romana. Los protestantes,<br />
señor,:se contentan con una simple capilla y una<br />
cruz ; no danocasjpn á que se fabriquen objetos<br />
de bellas artes. Cuantos edificios poseen han sido<br />
construidas por los otros."— " En efecto, dijo el<br />
.emperador dirijiéndoso á María Lujsa, como interpelándola<br />
, tiene razón ; lps protestantes nada<br />
bgllp tienen."<br />
Qi$Q. $ja,», sini idejar, Canova de aparentar, ¡que<br />
estaba enterapien^ ççupado en trazar las líneas<br />
.suaves, y delicadas del rostro de la emperatriz,<br />
dándose 4 sí mismo la misión de habérselas con ef<br />
.Júpiter, itálico,, Jiabló inopinadamente del Santo<br />
Padre, y fueron tan fuertes las. primeras esr<br />
.presiones qne ;4ijo vque por un¡ momento temiéhar<br />
J&er cometido una imprudencia imper4°nable,.Sin
embargo, las cejas del emperador no habian anun<br />
ciado el enojo,y continuaba escuchando con aten<br />
ción aquellas reconvenciones , que aunque eran<br />
enérjieas y dirijidas á conocido punto, salían pro<br />
nunciadas con aquel acento suave y respetuoso,<br />
con aquel gracejo veneciano tan flecsible en una<br />
lengua, que de por sí, no llega nunca la frase á<br />
su conclusión sin que el pensamiento antes no ha<br />
ya hecho una incisión irresistible. Miró la empe<br />
ratriz á Canova con una sorpresa en que se pintaba<br />
oculta satisfacción , y entonces animado él conti<br />
nuó, persuadido de que el alma del emperador no<br />
debia ser tiránica, sino que estaba sorprendida por<br />
los aduladores que le ocultaban la verdad.<br />
Parecia que tenia alli Canova para él solo y<br />
á su libre disposición el Napoleón creyente. Des<br />
pués de una de aquellas paradas de un artista que<br />
fija su vista como para estudiar mas á fondo el<br />
modelo que copia (él mismo nos ha confiado es<br />
ta inocente astucia suya), dijo al emperador: "Pe<br />
ro, señor, ¿por qué no se reconcilia V. M. de al<br />
gún modo con el Papa?" Porque los eclesiásticos»<br />
caballero, quieren por todas partes mandar y ser<br />
los amos de todo, como GregorioVII."- "Me pa -<br />
rece, señor, que no hay por qué temer eso por<br />
ahora, siendo V. M. el que es amo de todo en<br />
Italia"—"Los Papas han tenido siempre muy caí-
da á la nación italiana, cuando no eran ellos los<br />
dueños de Roma, por causa de los bandos de los<br />
Colonna y de los Orsini."— "Cieftaníeííítej'ieñor,<br />
si los Papas hubieran poseído la audacia de V. M. t<br />
hubieran aprovechado escelentes ocasiones para<br />
llegar á ser amos de Italia."— "Pues eso es lo qué<br />
es menester, caballero, dijo Napoleón tocando el<br />
puño de su espada; eso es lo que es menester tener,<br />
espada."—"No tan solamente espada, sino con<br />
ella también el lituus (vara ó cayado que llevaban<br />
los augures.) Sí señor, ya que V. M. ha llegado<br />
por la espada á tener tanta grandeza, no permita<br />
que nuestros males se agraven. Si no sostenéis<br />
á Roma llegará á verse del mismo modo que estaba<br />
cuando los Papas residían en Aviñon. Con<br />
el increíble número de acueductos y fuentes que<br />
tiene, se careció de agua , se roittjiiéron los conductos,<br />
fue menester beber los sedimentos de la<br />
turbia y pajiza agua del Tiber, y la ciudad quedó<br />
desierta." Se conmovió vivamente el emperador<br />
y dijo con alguna violencia:—"¿Pero por qué<br />
me resisten? ¡Eh! ¿por qué? Soy yo el dueño de la<br />
Francia, de toda la Italia, de tres grandes partes<br />
de Alemania soy el sucesor de Cdvl&magno.<br />
Sí los Papas de ahora hubieran sido lo que fueron<br />
los Papas de otras Veces, todo se hubiera compuesto;<br />
pero hasta vuestros venecianos, vos mis-
mo, uo6 habéis indispuesto con el Papa."—"No<br />
cuteramente hasta el estremo que V. M. se ha<br />
indispuesto .con él."—"Caballero, en Italia el<br />
Papa es todo uu alemán-" y al decir esto miró<br />
atentamente 4 la emperatriz. "Puedo asegurar, dijo<br />
esta, que ¿manilo estaba yo en Alemania se<br />
decía aU* c<br />
i u<br />
Ç el Papa era iodo un francés. Napoleón<br />
continuó : "Pues como no ha querido echar<br />
fuera de sus estados á los rusos, ni á los ingleses,<br />
á los sardos ui á los suecos; he ahí la razón<br />
por la cual nos liemos estrellado con él.<br />
Napoleón, antes de dejar á Canova, el 5<br />
i\e noviembre , quiso como darle una idea de su<br />
poder,con objeto sin duda de darle á entender porque<br />
no debia él jamas retroceder sus pasos.—"Si<br />
gtfjpg , le dijo, yo tengo sesenta millones de vasallos<br />
, ochocientos 6 novecientos mil soldados , cien<br />
mil caballos, jamás los romanos tuvieron nunca<br />
tanto? fuerzas: he dado cuarenta batallas sin la<br />
•ÚJjtima de Wagrau : lie tirado cien mil tiros de<br />
cañón ; y esta señora que esta aquí, dijo, volviéndose<br />
hacia la emperatriz, y esta nn>ma señora que<br />
está aquí que era entonces archiduquesa de Austria<br />
me deseaba la muerte,." — "Es mucha verr<br />
xUd eso, contestó alaría Lu¿&»."-^-'£odo cuanto<br />
podría degi-r un auiíuoso crisúa#p k> había dimito<br />
Canova, y ¡asi .se v.o¡lvió k m EU>uw., rehusan,-
m<br />
do fe-'plSzU «de nliénlbró del senado de PaA<br />
Fuesen cuales" fuesen las disposiciones con que<br />
dejó el artista al emperador respecto de la sitüa*<br />
cion de l^ónia-y de la igledf*, no ;fu§róñ :<br />
táteá<br />
que inipío!iese'ñ nuevas turbaciones. Diez y n'ííé ¿<br />
ve Obispos franceses dirijiéi-oá mancomunada-<br />
mente al Bantó IhidTe unaeái'ta ¿en la Cual > ba<br />
jo p re testo de Soíicitar la ánlptíáCidn de las facul<br />
tadles que habian "antes recibido para las* dispen<br />
sas máfermoñiaíes , renovaban la petición' de qué'<br />
su Santidad confirmase las próvisionesdé diferen<br />
tes'sillas epiéGO'pales y lísañdó pá^a ello espresió*<br />
líes tales, que en Savoná las tuvieron • por<br />
amenazas , cuyo fin podría ser pfoveef la i^le'-<br />
sia de Francia $br ella inisnm áV•stí •C©nservac1ón v<br />
si queda-ha abandonadapor el Papá. Parece qiíé<br />
á la Santa Seဠde todos si» deretílíós :<br />
ííó lé habia<br />
quedadonlaá cfué eí dé confirmación é institución<br />
canónica de los obispos, por lo Cual el Pápaj para/<br />
evitas* este peligro 1<br />
, énvió el' -5 .dé noviembre a<br />
cardenal Maury, nói$bra*do; por- ¡Napoleón arzo<br />
bispo de Paris / pol* renuncia del carden^ Féé ciH<br />
y él 2 dé di'cíemhré á IVlft CJórtoóby arcediano dé<br />
Florencia, unas bulas qúe !<br />
declaraban* éoh gran<br />
de firmeza que eran nulas todas lafc iñtóacíoifés<br />
dadas por lo**'Obispos.<br />
La publicación esta irritó á Napoleón y obíi-
gándole á tomar fuertes medidas contra algunos<br />
fieles Cardenales porque no le era posible tomar<br />
las con el Papa. Dispuso la traslación á Vincen-<br />
nes de los Cardenales di Pietro, Gabrielli y Opiz-<br />
zoni, del prelado de Gregorio y del jeneral de<br />
los Barnabitas, Fontana. Monseñor Doria, que<br />
continuaba sus servicios al lado de la persona del<br />
Papa, con el mayor celo, se retiró á Ñapóles , y<br />
otros antiguos servidores de su Santidad fueron<br />
designados para ser conducidos á Fenestrella.<br />
Mr. Moiraghi da algunos pormenores de lo su<br />
cedido con este motivo en Savona. Se habia pasado<br />
desde Paris la orden de ecsaminar todos los papeles<br />
del Papa, y asi se pusieron los sellos,sobre todo<br />
cuanto tenia trazas de escritura. El 5 de enero de<br />
1811, entretanto que se paseaba su Santidad en un<br />
jardinito que tenia la casa, y estaba sin duda muy<br />
distante de pensar que asaltaban sus aposentos,<br />
fueron estos ecsaminados con la mayor escrupu<br />
losidad : se enteraron del contenido de todos los<br />
despachos , se apoderaron de ellos y también de<br />
los Breviarios , y del oficio de la Vírjen, que se<br />
llevaron. Cuando supo el Papa esta rigorosa visi<br />
ta escuchó los pormenores con su dulzura ordina<br />
ria, y solamente dijo : •'¿Con qué el oficio de la<br />
Vírjen también? ¿y nuestros Breviarios?<br />
¡ Justamente!"
He aqui el informe certificado de Mr. Moiraghi:<br />
habiéndose recibido orden de Paris para ecsamiua r<br />
los papeles del Papa se sellaron todos , y el 7 de<br />
enero mientras se paseaba en su jardín bien ajeno<br />
de pensar asaltasen su habitación, se rejistraron<br />
escrupulosamente sus aposentos y revisaron todas<br />
sus cartas, arrebatando hasta sus breviarios y oficio<br />
Parvo. Cuando el Pápalo supo oyó la relación con<br />
su acostumbrada bondad, sin interrumpirla, y solamente<br />
dijo: "¿Couque también el oficio de la<br />
Vírjen y nuestros breviarios ? ¡ no hay duda ! " El<br />
conde Berthier, gobernador del palacio de S. S.<br />
desapareció, y un intendente anunció que todos<br />
los italianos, comprendiendo también al Papa, recibirían<br />
diariamente medio duro (chique paoli<br />
per diem, es la ecspresion de Mr. Moiraghi.)<br />
Pero esta orden tan absurda y ridicula no se<br />
observó sino dos semanas , porque los de Savona<br />
enviaron provisiones al Papa y á los que con él<br />
estaban. Moiraghi, depositario de varios objetos<br />
preciosos que le habia confiado el Papa, quiso volvérselos<br />
; pero Pió VII no quiso admitirlos, creyendo<br />
sin duda no le privarían de tan leal servidor<br />
: Moiraghi sin embargo insistió, restituyó su<br />
depósito , y poco tiempo después fue separado y<br />
conducido á Fenestrelles.<br />
El prefecto de aquel departamento tuvo or-<br />
35
den de escribir al '/apa la siguiente carta, eviden<br />
temente enviada en minuta por Napoleón.<br />
" El infrascrito, á consecuencia dv las órdenes emanadas<br />
de su soberano, S. M. I. y R. Napoleón, emperador de los<br />
Franceses, rey de Italia, protector de la Confederación &c, está<br />
encargado de notificar al Papa Pió VII, que se le prohibe comunicar<br />
con iglesia alguna del imperio, ni con vasallo alguno<br />
del emperador, ¿ojo /apena de desobediencia de la parte del<br />
uno y del otro: que cesa de ser el órgano de la iglesia católica<br />
aquel que predica la rebelión y cuya alma toda es de hiél, á<br />
quien no pudiendo nada hacer que sea mas prudente ( rendre<br />
sage) , es menester que vea es S. M. bastante poderoso para<br />
ejecutar lo mismo que han ejecutado sus predecesores, y deponer<br />
á un Papa'<br />
" Savona \\ de enero de 1811."<br />
He aqui una amenaza de ecscomunion polí<br />
tica é indicada por un prefecto, ¿y en qué térmi<br />
nos ? se le prohibe.. .. j dónde han aprendido esta<br />
tan indigna y grosera alusión a una orden de JK>-<br />
licia l bajo pena de desobediencia: ¿una indignación<br />
y rabia semejante da acaso derecho para usar esti<br />
lo tan común l para que el sentido estuviese mas<br />
claro debería añadirse, bajo pena de caer en la<br />
de desobediencia, ¿ce: el Papa predica la rebelión...<br />
pide la conservación de sus derechos: 5« alma es<br />
toda hiél. . Asi se habla del hombre tan dulce por<br />
esencia, tan comedido y tan lleno de mansedum<br />
bre: nada puede hacerle prudente,esta reconvención
WSt<br />
propia.de un ma1estr0.deescuela, se hacgáun Pontífice<br />
de 69 años, y el que escribe alude : á la sátira<br />
Puev amiopiim dece?n de muy mal gusto,, y<br />
que en suma no es mas que un. juego de palabras<br />
para divertir á necios.<br />
• ¿No- es Napoleón quien, ha redactado es.te, decreto;<br />
de la destitución de un Papa ? ¿No es el mismo<br />
hombre que tantas veces ha argumentado con.<br />
el Fontíficei si no, ¿quién otro pudiera ser el autor<br />
de. upa notificación semejante, en la que. hay un<br />
olvido tan absoluto de las conveniencias humanas,<br />
de las leyes del buen gusto (1), de las.- reglas del<br />
lenguaje del sentido común y de la dignidad de la<br />
relijion cristiana ? Sin duda que. es obra del emperador<br />
, irritado con los contratiempos que esperimentaha.<br />
en la. guerra de España , fuera de s.i de<br />
enojo, á vista del valor que desplegaba esta nación;<br />
y puede uno atreverse á creer que ha sido.'<br />
estractada de algún despacho suyo. Mucho necesitaba<br />
él volver 4 mejores consejos* Dichosamente<br />
veremos muy pronto que sabia oir y recompen^<br />
sar la voz de la valentía y de la razón.<br />
Soportó, el Papa tan airado golpe con una fir-<br />
{}} Se cuenta que un dia Napoleón trató de un modo tan grosero i<br />
Mr. TaUejrfand, que este ministro irritado, ya y sin poder disimular su.<br />
enojo, dijo á un. embajador estranjero :"lqué lastima que un hombre tan<br />
grande esté tan mal educado.!' "
meza heroica , sin dar señal alguna de desaliente*<br />
ni debilidad. El emperador, después de llegar á<br />
tal estremo , preguntó á su junta eclesiástica (co<br />
mité), á quien debia él dirijirse para obtener dis<br />
pensas estando rotas las comunicaciones entre sus<br />
vasallos y el Papa; inesplicable pregunta en bo<br />
ca de aquel mismo que habia mandado la ruptura<br />
de esas comunicaciones, y qué medios habría de<br />
dar la institución canónica á los Obispos si el Pa<br />
pa persistía en no acordar las bulas de confirma<br />
ción.<br />
La junta se componía de los Cardenales Fesch,<br />
Maury, Caselli, del Arzobispo de Malinas, de<br />
los Obispos de Nantes , de Treves, de Evreux, de<br />
Verceil, del abate Emery, y del Padre Fontana.<br />
(Este último fue tres veces, y no volvió á pare<br />
cer mas). Respondieron , por mayoría de opinio<br />
nes , que la iglesia de Francia debia proveer á su<br />
conservación. En su consecuencia, el emperador<br />
convocó para oirlos á todos los Cardenales, Obis<br />
pos y demás que componían el consejo eclesiásti<br />
co , comprendiendo á los teólogos , y reuniendo<br />
ademas á ellos los consejeros y grandes dignata<br />
rios del imperio, á fin de que fuese esta reunión<br />
mas imponente á los ojos del público. Fueron to<br />
dos convocados inopinadamente en una mañana á<br />
fines de marzo de 1811, y se hizo esperar de ellos
lo menos dos horas. (Napoleón decía que esperar<br />
hacia los hombres estúpidos). Se presentó con un<br />
ecstraordinario aparato, acompañado de sus grandes<br />
oficiales: miró si todos los llamados estaban<br />
presentes, y abrió la sesión con un discurso muy<br />
largo y muy vehemente contra el Papa, llenándole<br />
de acusaciones por su obstinada resistencia,<br />
y demostrando estar pronto á tomar contra él las<br />
mas fuertes disposiciones.<br />
Aunque fue el discurso del emperador un tejido<br />
de principios erróneos , de hechos absolutamente<br />
falsos y arrancados sin discernimiento á todos<br />
los siglos , de calumnias atroces, y de mácsimas<br />
muy opuestas á las de la iglesia, ninguno<br />
de los Cardenales y Obispos pareció dispuesto<br />
á sostener la verdad contra el embate de la<br />
fuerza y el poder. Pero encontrábase alli un mero<br />
eclesiástico, que para gloria de la relijion salvó<br />
el honor del estado que profesaba , alzando el velo<br />
de la verdad, y mostrándola á los ojos del mas<br />
formidable de los Césares. Fue este hombre el abate<br />
Emery , singularmente recomendable por su<br />
ciencia , por una conducta virtuosa en estremo,<br />
que jamás desmintió ni hubo manchado en los<br />
tiempos mas críticos de la revolución.<br />
Después de haber hablado Napoleón, miro a<br />
todos los circunstantes, y fijándose en el abate, le
pregunto: " ¿qué pensáis vos de la autoridad del<br />
Palia.' " Mr. Emerv, interpelado asi directamente,<br />
echo una mirada de deferencia hacia los Obispos<br />
y Cardenales, como para pedirles el permiso de<br />
ser el (juien opinase primero , y luego respondió:<br />
— " Señor, yo no puedo tener otro parecer en ese<br />
particular que el que se contiene en el catecis<br />
mo enseñado por disposición vuestra en todas las<br />
iglesias. En él, á la pregunta de : ¿Quién es el<br />
Papa ? " se responde : "Es la cabeza visible de la<br />
iglesia, el vicario de Jesucristo, á quien todos los<br />
cristianos deben tributar obediencia." "¿ Luego,<br />
un cuerpo puede estar siu cabeza , especialmente<br />
el que la tiene de derecho divino y la debe tributar<br />
obediencia'.'"<br />
Quedó Napoleón sorpreudido con la respuesta<br />
y parecía esperar ú que el abate Emery continuase<br />
hablando. El noble confesor, no temiendo nada<br />
, volvió á tomar la palabra* diciendo: " En<br />
Francia nos obligan a, sostener los cuatro artículos<br />
de la declaración del clero-; pero es menester recibir<br />
siempre la doctruia en su in-tegvidad. Luego<br />
si en el preámbulo de e»fca misma declaración<br />
se dice que el Papa es ol jefe de la iglesia, á<br />
quien todos los cristianos deben t
tnitar el poderío del Papa, ¡ni impedirle aquelk><br />
que es esencial." En seguida entra en su discurso<br />
Mr. Emery desenvolviendo estensamente<br />
los cuatro artículos de la declaración , y mostrando<br />
que aunque parecen limitar-el -poder del<br />
Pontífice en algunos puntos, ie reconoce sin embargo<br />
una autoridad tan grande y universal, que<br />
sin ella no pueden subsistir en la iglesia. Después<br />
dijo, que si, como se decía, se convocaba mi<br />
concilio, no tendría valor alguno si .«.estaba desunido<br />
del -Papa.'"<br />
Vencido én este punto Napoleón, replico después<br />
de haber murmurado entre dientes la ¡palabra<br />
catecismo: "pues bien, yo no os niego el ¡poder ¡espiritual<br />
del Papa , supuesto que lo ha recibido de<br />
Jesucristo; pero este no le ha dado el poder tem<br />
poral. Carlomagno ha sido quien se lo ha dado, y<br />
yo , sucesor de Carlomagno , se lo quiero quitar,<br />
porque no sabe usar de él, y le es un impedimento<br />
que le estorba ejercer/sus funciones espirituales.<br />
"Señor Emery,. ¿qué pensáis de esto?"— Señor,<br />
V. M. reconoce la grandeza de Bossuet^ y se<br />
«complace «en citarle muchas veces. No quiero yo<br />
tener otro parecer que el de Bossuet en su Defensa<br />
de la declaración del clero , donde sostiene espresamente,,<br />
que la independencia y libertad plena<br />
del jefe de la relijion son necesarias para elli-
e ejercicio de la supremacía espiritual, en el<br />
orden que hay establecido de multiplicidad de<br />
reinos y de imperios. Asi habla Bossuet, señor:<br />
" Sabemos perfectamente que los Pontífices ro<br />
manos y el orden sacerdotal, han recibido de la<br />
concesión de los reyes y lejítimamente poseen<br />
bienes, derechos, principados (imperta), como los<br />
otros hombres poseen en buen derecho. Sabemos<br />
que estas posesiones por razón de estar dedicadas<br />
á Dios , deben ser sagradas , y que no se puede<br />
sin cometer un sacrilejio, invadirlas, apoderar<br />
se de ellas, ni dárselas á legos. A la Sede apos<br />
tólica se le ha concedido la soberanía de la ciudad<br />
de Roma y de otras posesiones,á fin de que pue<br />
da ejercer su poder mas libre, mas seguramente<br />
y en todo el universo. Felicitamos por ello , no<br />
solamente á la Santa Sede , sino á la Iglesia uni<br />
versal , y todos nuestros votos se dirijen á pedir<br />
se conserve á todo riesgo, sana y salva esta sagra<br />
da soberanía." (Lib. l.sect 10. cap. 16.)<br />
Napoleón, después de haber escuchado con<br />
paciencia, volvió á tomar la palabra, y dulcemen<br />
te , le contestó al abate: " No recuso yo el testi<br />
monio ni la autoridad de Bossuet: pudo todo eso<br />
ser verdadero en su tiempo, cuando reconocía<br />
la Europa muchos dueños : entonces no era ni re<br />
gular ni conveniente estuviese avasallado el Papa
á ningún soberano particular; ¿pero qué inconve<br />
niente hay en que esté sometido á mí, actual<br />
mente , cuando la Europa no conoce otro due<br />
ño que á mi solo?" Mr. Emery quedó por un<br />
rato perplejo, no queriendo dar una respues<br />
ta que ofendiese el orgullo personal, y asi se<br />
contentó con decir que pudiera muy bien ser<br />
que los inconvenientes previstos por Bossuet no<br />
lo fuesen bajo el reinado de Napoleón y el de su<br />
sucesor, y en seguida añadió : "pero, señor, V. M.<br />
conoce tan bien como yo la historia de las revolu<br />
ción : aquello que existo al presente , puede no<br />
existir siempre, y á su vez reproducirse los incon<br />
venientes previstos por Bossuet. Es menester,<br />
pues , no cambiar un orden tan sabiamente esta<br />
blecido."<br />
Como los Obispos de la com ision pretendían<br />
que no habia correspondencia equitativa en el<br />
concordato, entre la cláusula de que si Napoleón<br />
no nombraba los Obispos en el termino de seis<br />
meses podia el Papa nombrarlos, y la de que , si<br />
elJPapa no los instituía en el mismo término,nin<br />
guno otro mas que él podia darles la institución; y<br />
como querían enviase el emperador un mensaje al<br />
Papa para proponerle que en el caso de no dar él<br />
la institución en los seis meses» quedase autorizado<br />
para darla en su nombre el metropolitano, Napo-<br />
36
león preguntó sobre este punto á Mr. Einery de<br />
seando saber si el Papa baria ó no esta concesión.<br />
Mr. Emcry declaró estar convencido de que no la<br />
baria , porque seria anular su derecho de insti<br />
tución. Napoleón entonces, volviéndose á los<br />
Obispos, dijo: "¿querían ustedes hacerme dar un<br />
paso de inocente incitándome á pedir al Papa una<br />
cosa que no debe conceder ?"<br />
Antes que concluyese la sesión preguntó auno<br />
de los Obispos el emperador, que si era verdad lo<br />
que Mr. Emery habia dicho de la definición del<br />
catecismo, y habiéndole contestado afirmativamen<br />
te, se disponia á partir. Algunos Prelados quisieran<br />
decirle que Mr. Emery en estremo anciano,-le ha<br />
bría desagradado. " Os engañáis , contestó el em<br />
perador , no quedo [disgustado con el abate Eme<br />
ry (1): ha hablado él como hombre que conoce á.<br />
fondo su asunto , y asi es como yo quiero que me<br />
(1) Esta reconvención no era justa,porque en Peris el Cardinal Fesch<br />
consultaba con frecuencia á Mr. Emcry; y cuando Napoleón nominó á ttt.<br />
tio arzobispo de Paris , se dice ijite el cardenal se fjuió por los consejes de<br />
Mr. Einery en una circunstancia tan crítica en que probablemente el Pnp*<br />
no daría las bula?. Aunque al piineipio parecía qne el cardenal iba i acep<br />
tar, no'se apresuraba sin embargo, porque ti mía perder la»ilia de I.eon se<br />
gura, por la de Paris incierta; y entonces fue cuando Nsj oleen ti niciido ijwe<br />
hablar al Cardenal Fescli, que aun no habia renunciado, fue á buscarle a?<br />
palacio arzobispal , y no encontrándole, dijo llevado de su rntutalvire?»:<br />
* ¿en dónde está?—en su casa de la calle de Mort—P>!anc , le iespc.i.—-<br />
dieron — pues decidle que tur.r.do necesito ni Ai7obfc&*-dc Parí* I»<br />
quiero encontrar en las torres de Nuestr;: ?eñora.
hablen. No piensa, es vé^adywwnoyo ;• pewaqiií<br />
•cada uno debe tener su opinión libre. Al tiempo<br />
de salir y pasar por delante del abate le saludo<br />
Napoleón dejando percibir un sentimiento en que<br />
se mezclaban la estimación y el respeto; y luego al<br />
Cardenal Fesch cuando iba á hablarle dé asü ntos<br />
eclesiásticos, le decía: "Callad, callad, que sois un<br />
ignorante ;.¿ en dónde habéis aprendido teolojía?<br />
Con Mr. Eroery que la sabe es con quien yo debo<br />
tratar de esos asuntos." (No tenia razón en esto, porque<br />
el Cardenal Fesch consultaba muy á menudo<br />
y en puntos dificultosos á Mr. Emery).También solia<br />
decir Napoleón : " Un hombre por el estilo de<br />
este hafia que yo hiciese todo cuanto él quisiera y<br />
aun puede ser , mas de aquello que debiera."<br />
Tal fue esta sesión memorable, en la :<br />
que se<br />
mostró Napoleón grande , dueño de sí mismo, y<br />
dio pruebas de que si hubiera estado rodeado<br />
de hombres como el-abate Emery, Mr. de Fontales<br />
y Mr. Cacault hubiera modificado muchas veces<br />
sus opiniones. Desgraciadamente Mr. Emery<br />
«ayo enfermo, fuese por consecuencia - de la ajitaeion<br />
en que se habia encontrado ó por una>necesídad<br />
de sus ochenta años, y murió á pocos dias.<br />
Feliz en ello , porque no podia terminar su carrera<br />
de un modo mas glorioso á la faz del mundo,<br />
sai mas meritorio para el cielo.
CAPITULO VEINTE Y TRES.<br />
PRESIDE EL CARDENAL FESCH ÜN CONCILIO.— PUESTA<br />
EN EL SIN TEMOR ALGUNO EL JURAMENTO DE PLO IV.<br />
—ENVÍANSE CARDENALES A SAVONA — Qi IEREN LOS<br />
INGLESES l'ONER EN LIBERTAD AL PAPA. SE REDAC<br />
TA UN BREVE POR EL CARDENAL II O VER E T. L A. ES EL<br />
PAPA CONDUCIDO A PONTAINEBLEAU.<br />
No duraron mucho tiempo cu ei emperador<br />
las inspiraciones de su ánimo elevado : pasando<br />
su gran comprensión á doblegarse prontamente<br />
bajo los instintos de su insaciable orgullo, ó mas<br />
bien, obcecado siempre por los malos consejos, pu<br />
blicó una circular convocando á concilio nacional<br />
los Obispos todos del imperio y del reino itálico.<br />
Algunos visionarios habian leido sin duda tenta<br />
tivas parecidas á esta en las crónicas del reinado<br />
de Luis XII ; pero no decia que este Rey habien<br />
do llegado á ser prudente, debió renunciará em<br />
presas tan arriesgadas, donde siempre la política<br />
pierde de la influencia que pudieron darle las ar<br />
mas. La circular, dice el Cardenal Pacca, aunque
de un tono mas suave que el de la notificación de<br />
Savona, estaba sin embargo concebida en un estilo<br />
soldadesco.<br />
Elijió el concilio por presidente al Cardenafc<br />
Fesch, quien no engañó la esperanza de los Pa<br />
dres reunidos, que tenían en él fijamente, puestos<br />
los ojos. En alta voz, y desde luego pronunció el<br />
juramento prescrito por la bula de Pío IV (véa<br />
se tom. 1) del año 1564. Empezando por estas pa<br />
labras : "Juro y prometo una verdadera obedien<br />
cia al romano Pontífice " Sfc. Losotros prelados<br />
hicieron el mismo juramento en manos del presi<br />
dente Cardenal Fesch , que con esta conducta ha<br />
reparado todas sus faltas.<br />
Diputó este concilio muchos prelados á Savo<br />
na, que obtuvieron algunas aisladas concesiones<br />
del Santo Padre. Estas concesiones fueron sin du<br />
da el primer paso retrógado de Pío VII; aunque<br />
no fueron ellas acordadas sino después de importu<br />
nas ecsijencias y datos inexactos. El Papa reflec-<br />
sionando al punto en lo que habia prometido,<br />
quiso llamar otra vez a los Prelados y retractarse;<br />
pero se habian ellos apresurado á partir. En Paris<br />
pensaron al instante en enviar á Savona Cardena<br />
les de los cuales estuviesen seguros, para confir<br />
mar al Papa en las ideas de obediencia á que que<br />
ría someterle el gobierno francés.
-Jttf<br />
Habia el concilio pretendido decidir que los<br />
obispados y arzobispados no estarían vacantes mas<br />
de un año; que seis meses después de pedida la<br />
institución al Papa, si no la habia este, concedido,<br />
el metropolitano, y por su ausencia el Obispo mas<br />
antiguo de la provincia, procediesen á la institu<br />
ción del nombrado. Faltaba que reconociese el<br />
Papa esta decisión. Napoleón no tenia ya presente<br />
las sabias palabras de Mr. Emery , y con su per<br />
miso fueron enviados con este designio á tSavona<br />
los Cardenales José Doria, Antonio Dugnani, An<br />
tonio Roverclla , Fabricio RuíTo y el de Bailan,<br />
(pie parece se habian comprometido en inducir<br />
al Papa á que dejase arreglar complacientemente<br />
todos los asuntos.<br />
Se. ha dudado de que haya eesistielo semejante<br />
acuerdo y apaño ; pero después de la muerte del<br />
Cardenal Roverclla, se halló entre sus papeles<br />
una carta del ministro de los cultos Bigot de Prea-<br />
méneo, que no deja lugar á duda.<br />
Este Eminentísimo, que hasta entonces habia<br />
sido de opinión contraria , fue ¡i Savona para acon<br />
sejar al Papa de un modo enteramente favorable<br />
á solo el emperador , y con la obligación eespresa<br />
de no mezclarse en otro asunto , v ni aun de lle<br />
nar susdebuts como Cardenal; porque si dirijién-<br />
dose, al cabo , el Papa aun hombreeespresamen-
te ¿destinado para^ajiiidarle,..le-pidiese Su entidad<br />
un consejo conforme a. las aieglas.ideLJmnor,<br />
del dognaaíp de. la ¿conciencia; ¿ era, creíble que<br />
recibiese un consejo dictado; poivlasíiniras:, temores,<br />
ambición .y' necesidades de run .tercero en<br />
discordia con la Santa Sede.,<br />
A los i<br />
GÍnGOiGardenálesv.en\uados^á Sayona de<br />
semejante modo , se añadió monseñor Bertazzolí,<br />
Arzobispo^ de: Edesa y limosnero del Papa , hecho<br />
vetirr -deí Italiai poco tiempo antes; • Esta -eespédicíon<br />
de Cardenales y Prelados que partieron á<br />
últimos de agosto de 1811 „ alarmó. .-á muchas personas<br />
piadosas, y en especial á los que conocían<br />
el estado en^ q«e el Papa se hallaba hace largo<br />
tiempo.<br />
Esta caravana - saymda (espresion del Cardenal<br />
Paccá).que habia hecho se conmoviesen y temieran<br />
los ánimos de muchas personas piadosas,<br />
particularmente de las que conocían el estado de<br />
sufrimiento • en que * estaba Su Santidad, -llegó á<br />
Savona en les primeros dias de setiembre de 1813.<br />
Aqui es menester dar á conocer mas paritieularmente<br />
al Cardenal ploverella (pie hizo el papel<br />
principal eirtodo este negocio. Era deseendienfe<br />
de una ilustre familia de Cesena y habia contribuido<br />
en 1800 á la elección de Pío VH , gozando<br />
ei$flfom&-derlw reputación, de un hombre' distüa>
guido por sus talentos. En 1808 le obligaron a<br />
salir ele Roma como a todos los demás Cardenales,<br />
que eran naturales del reino de Italia, y enviado<br />
desde luego á Ferrara : tuvo orden después de ir<br />
á Paris, donde, fuese intimidado por las violencias<br />
qué veia cometer con el Papa, ó bien ganado<br />
con elojios eseesivos, ó tal vez por las señales de<br />
estimación que recibió de algunos ajen tes de Na<br />
poleón , aliquid humani passits est, dice el Carde<br />
nal Pacca, lo cierto es que se mostró dispuesto á<br />
condescender á las eesijencias del gobierno f ran<br />
ees. Fue él el principal motor y consejero de<br />
muchos actos inconsiderados de sus colegas en<br />
París y enviado á Savona; no correspondiendo á<br />
la confianza que le mostró Pió VII, de concierto<br />
con Bertazzoliy determinó al santo Padre á con<br />
venir en concesiones, por las cuales después<br />
derramó tantas lágrimas.<br />
Entre tanto, los ingleses , que trataron de<br />
impedir el viaje á Francia del Papa en 1804, y<br />
luego habian visto con satisfacion que no quiso<br />
aumentar el número de sus enemigos, hicieron<br />
llegase á su noticia secretamente , como una fra<br />
gata inglesa cruzaba por cerca de Savona, y po<br />
dia aprocsimarse á ciertas señales, recibirle á su<br />
bordo y librarle del cautiverio. Pero los que te<br />
nían á su cargo el cuidado de vijilar al Santo Pa-
dre no se descuidaban de modo que fuese posible<br />
la evasión.<br />
Varios romanos han creído después, que al mis<br />
mo tiempo que los ingleses hacían estas proposicio<br />
nes, habia otras quizá mas hacederas, presentadas<br />
por los empleados de policía. £1 fin hubiera sido el<br />
facilitar la fuga del Papa: esbirros apostados para<br />
ir tras él debían provocar una defensa y una<br />
acometida, en las. que era fácil que el mismo<br />
Papa fuese herido. Esto se dijo , pero al parecer<br />
sin fundamento.<br />
Bertazzoli y los Cardenales, Doria y Dugnani,<br />
hombres religiosos pero muy tímidos , no tenían<br />
otra guia que la voz de Roverclla , que con un<br />
tono majistral y de dictador los trataba cual á<br />
discípulos dependientes de su voluntad. Era fran<br />
cés el Cardenal de Bayane, que estaba rodeado<br />
de Obispos de su nación , y aprobaban todos in<br />
directamente lo que proyectaba su gobierno , y<br />
sabia comunicarles en escritos muy bien calcula<br />
dos. Hombre dé talento era Fabricio Rufo , que<br />
tenia adquirida grande reputación por.'sus.-traba<br />
jos de economía estadística , hombre de mundo,<br />
hablando mucho mas de maniobras de caballería<br />
que de bulas ni concordatos, y francamente<br />
confesando que no era teólogo ni canonista. La<br />
negociación de ellos fue pues, como debia de ser.<br />
37
Ligado en cierto modo con la palabra que habia<br />
dado á los diputados del concilio , y atacado des<br />
pués por los ájente- de Napoleón, que le prede<br />
cían una larga serie de males orijinados nada mas<br />
que de su resistencia -¿permitió el Papa , no sola<br />
mente que se enviasen bulas de confirmación<br />
bajo las antiguas fórmulas , á diferentes Obispos,<br />
sino que también aprobó y confirmó por un bre<br />
ve , impreso entonces , el decreto convocando al<br />
concilio tenido en Paris.<br />
En este breve tan estraordinario, cuyo autor<br />
principal fue el cardenal Roverclla, reconocia el<br />
Papa desde luego lo que en PaTÍs se habia he<br />
cho sin él y sin legado suyo, encargado directa<br />
mente de representarle, y lo que es mas inaudito,<br />
se felicitaba y regocijaba de ello como de un<br />
acontecimiento dichoso; aceptaba el decreto como<br />
si hubiese salido de su propio pensamiento; veia<br />
también un nuevo testimonio de la devoción filial<br />
de la iglesia galicana á la cátedra de S. Pedro y<br />
besaba asi el puñal que le habia penetrado el<br />
corazón. Entre otras cosas, sujeridas maliciosa<br />
mente al emperador, que no conocía semejantes<br />
ulaterías y quería vencer en todo como se vence<br />
en la guerra, le habian .hecho dirijir en este bre<br />
ve á los Obispos del concilio muchos elojios, ma<br />
yores puede ser y mas pomposos que los que di-
ijió á sus precedesores el Papa Pío VI, cuando»<br />
supieron resistir como verdaderos confesores<br />
de ta fe á las écsijéncias de la asamblea constituyente.<br />
Asi se esplica sobre este punto el cardenal<br />
Pacca:.<br />
Si no hubiese visto yo mismo la minuta de esté oreve<br />
ecspedido en Francia , entre tos papeles que nos entregó el Papa<br />
en Fontainebleau, oo hubiera creído que ecsistiese, ó no habría<br />
creído á lo menos, estuviese concebido en los términos ecspresos<br />
en la obra titulada; Fragmens relatifis á Vhistorie tele'<br />
siástique des premieres anné'es du 19 sié'cle, por monseñor de<br />
Barra!, Arzobispo de Turs; París 1814.<br />
Era imposible efectivamente persu adirse que<br />
el Cardenal Roverella, redactor de esto breve,<br />
se propusiese hacer declarar al Papa que él mismo<br />
era el autor inmediato y el aconsejador de un<br />
decreto subversivo del primer derecho de la iglesia,<br />
que aprobaba con espresiones de alegría. ¿Qué<br />
diferencia tan grande hay entre este breve absu rdo<br />
aconsejado al Papa por los Cardenales y Prelados<br />
enviados á Savona, y la carta bella y enérjica<br />
dirijidá al Cardenal Caprara por el mismo Pontífice<br />
t" Y escrita desde aquella misma ciudad, en<br />
donde se hallaba entonce? casi solo, y con poquísimos<br />
familiares.<br />
Espidieron á París por el telégrafo los Obispos
de la comisión la nueva de esta verdadera victo<br />
ria conseguida sobre la iglesia romana, y queda<br />
ron esperando á volverse cuanto antes á Francia<br />
para recibirlos elojios y recompensas del empera<br />
dor. Quedaron atónitos cuando supieron que no<br />
queria este aceptar el breve del Papa.<br />
Para no dejar á Napoleón bajo el peso de una<br />
condescendencia que contrariaba las miras de sus<br />
consejeros, esparciendo estos la especie de espli-<br />
cacion de que se habia rechazado el breve , por<br />
que en el se declaraba á la iglesia romana, madre<br />
y primada de todas las otras iglesias y porque se<br />
obligaba á los"Arzobispos y Obispos, autorizados<br />
para dar la institución canónica y la confirmación<br />
luego que hubiesen pasado los seis meses, ó de<br />
clarar esprosamente que daban esta confirmación<br />
á esta institución en nombre del Papa. Otro mo<br />
tivo habia para no aceptar el breve que era la<br />
natural consecuencia , si se aceptaba, de poner un<br />
término á la detención de Su Santidad, lo cual no<br />
entraba todavía en los proyectos del gabinete<br />
francés.<br />
Dejaron al Santo Padre muy tranquilo en su<br />
prisión de Savona durante el invierno y la siguien<br />
te primavera de 1812, porque en ese tiempo Na<br />
poleón tuvo que ocupar todos sus cuidados y aten<br />
ciones en la célebre y desgraciada espedicion de
Rusia ; pero en la tarde del 9 de julio , aniversa<br />
rio fatal del dia en que habia sido prevenido hacia<br />
tres años de que iba á perder sus,estados, se<br />
intimó la orden al Pontífice, de que se preparase<br />
á un viaje para entrar en Francia , procurando<br />
cambiar de vestidos para que no fuese reconocido<br />
en el camino. Ya se habia perfeccionado el medo<br />
de atormentar al Papa, sin correr los riesgos que<br />
podría causar su popularidad. Le hicieron partir<br />
á la madrugada del dia siguiente 10 ; llegó á la<br />
mitad de la noche después de un penoso viaje sin<br />
reposo alguno al hospicio de Monteenit. En Stu-<br />
pinigi, cerca de Turin, entró en su mismo coche<br />
monseñor Bertazzoli, á quien el gobierno habia<br />
enviado por delante, y no fue ya separado de<br />
su lado. En el hospicio cayó Su Santidad peli<br />
grosamente enfermo > tanto que los oficiales que<br />
lo escoltaban creyeron deber suyo anunciar esta<br />
novedad al gobierno deTuriny pedir instrucciones<br />
sobre si debían detenerse ó proseguir el viaje. Les<br />
fue mandado proseguirlo sin detenerse en nada co<br />
mo habian recibido la orden. En su vista aunque<br />
se habia dado al Papa la estremauncion en la ma<br />
ñana del dia 14, aquella misma ñocha le hicieron<br />
continuar su viaje. ¡<br />
Achacoso el sumo Pontífice, conservó no obs<br />
tante tantos ultrajes, una salud de hierro que
esistiese y triunfara de ellos. Dia y noche se cami<br />
naba y, asi el 20 de julio por la mañana I legaron<br />
á Fontainebleau. En todo el transito no salió el<br />
Papa del carruaje, y cuando debia tomar algún<br />
alimento se lo traian á su asiento mismo, teniendo<br />
cuidado de cerrar con llave las portezuelas en to<br />
das las casas de postas , y al pasar por todos los<br />
pueblos , aun los mas pequeños. Guando llegó al<br />
palacio de Fontainebleau no tenia todavía el con<br />
serje orden del ministerio de Paris para recibirle,<br />
y hubo que conducirle á una easa inmediata.<br />
Se teníala intención al aproximarle á la ca<br />
pital , de rodearle de personas vendidas, que á<br />
fuerza de instancias , de insinuaciones y compro<br />
misos le obligasen á consentir en todo cuanto se<br />
ijiiisiese ecsijir de él en nombre del emperador.<br />
Lo que no se puede comprender es esa manera de<br />
hacerle viajar tan precipitada, en la que fue ne<br />
cesaria una asistencia particular del cielo para<br />
que Su Santidad no perdiese la vida,y muc ho mas<br />
cuando no hubiera sido favorable que la perdiese<br />
á las miras mismas del gobierno ; antes se hubie<br />
ran desconcertado porque habian obtenido ya mu<br />
cho de la flaqueza y acabamiento de Pío VII,<br />
y estaban ya para obtener mucho mas. Sin du<br />
da los subalternos ereyeron hacerse un méri<br />
to ejecutando con rigor las órdenes que le fue-
on dadas: y mas áe usa vez hicieron «que se echa<br />
se de menos al jeneral Radet. El Cardenal Pacca<br />
atribuye estas resoluciones talirrlolentas al deseo<br />
de abatir mas y anas las fuerzas físicas y las fa<br />
cultades intelectuales del Pana , llevando á cabo<br />
su paciencia heroica.<br />
En efecto ¿ llego el íSanto Padne á übutaúie-<br />
bleau en un estado de salud -que dio mucho que<br />
temer por sus dias-, teniendo
los fieles comunicar con su jefe supremo, ni á es<br />
te tampoco ejercer su ministerio apostólico (re<br />
conocían estos Cardenales la nota oficial del pre<br />
fecto de Savona.) Describieron el estado no me<br />
nos desgraciado de la iglesia particular de Roma,<br />
privada casi por entero de su clero, y finalmen<br />
te, el abandono en que estaban tantas iglesias de<br />
tan distintos pueblos, encontrándose viudas sin<br />
pastores. También dijeron que una de las conse<br />
cuencias de este estado deplorable, si no cesaba<br />
pronto, seria relajarse, si no se rompían los lazos<br />
que unen las iglesias ai centro de unidad, y nacer<br />
un cisma, una verdadera anarquía en el catolicis<br />
mo; y ecsageraron el grande poder de la secta filo<br />
sófica , á quien para no irritarla, decían se ha<br />
bia visto Napoleón precisado á comtemplar algu<br />
nas veces y á cederle en algo.<br />
Para conmover mas el corazón de Su Santi<br />
dad le recordaron el destierro de los Cardenales<br />
negros , le describieron las vejaciones }• padeci<br />
mientos que sufrían los Prelados y eclesiásticos<br />
del estado de la iglesia, arrancados de su patria,<br />
conducidos de ciudad en ciudad y de calabozo en<br />
calabozo , sin que tales tormentos tuviesen tér<br />
mino á no ser por medio de una reconciliación<br />
entre el emperador y el Papa.<br />
Tales discursos apoyados en hechos positivos,
hubieran causado impresión sobre cualquiera que<br />
los oyese, juzgúese si debería causarla mas profunda<br />
sobre el espíritu del Papa, abatido con tantas<br />
violencias y humillaciones. Con todo no obtuvieron<br />
nada del Pontífice estos Cardenales, continuando<br />
él en resistirse á sus instigaciones.<br />
Durante todas estas cosas muchas personas<br />
de Paris eminentemente religiosas, entre otras la<br />
familia Montmorency hacían que penetrasen hasta<br />
el Santo Padre los testimonios de su inalterable<br />
afecto.
CAPITULO VEINTE Y CUATRO.<br />
MR. DUVOISIJÍ, OBISPO DE NANTES.—NAPOLEÓN EN FON-<br />
TA1NEBLEAL". CONCORDATO DE ] 81 3.—L.LEGAN A FON-<br />
TAINEIILEAU LOS CARDENALES PACCA Y CoNSALVI.<br />
DETERMINA EL PAPA I'ROTESTAR CONTRA EL CONCOR<br />
DATO DE 1813,<br />
A los cinco meses después de haber llegado<br />
el Papa á Foníainebleau, dio la vuelta Napoleón á<br />
Paris desde su campo desastroso de Rusia; y apli<br />
cándose con aquella increíble é infatigable acti<br />
vidad suya, militar [y administrativa, á reparar<br />
las pérdidas sufridas, con ^nuevas quintas, esci<br />
tando la belicosa nación á nuevos sacrificios, pensé<br />
en seguida que le seria muy útil en aquellas cir<br />
cunstancias una reconciliación con el Papa, ó ver<br />
dadera ó á lo menos aparente. Sabia él que el nú<br />
mero de los verdaderos [católicos en Francia es<br />
mas considerable de lo que comunmente se cree;<br />
y que á estos les eran odiosas y los enajenaban<br />
de él unas persecuciones que decían dictaban la
ambición y el orgullo* líos príncipes y ministros<br />
de Alemania, que sufrían con disgusto la dependencia<br />
en que estaban bajo el emperador, para<br />
irritar y animar á sus vasallos contra, el gobierno<br />
imperial y la nación francesa empezaban á escuchar<br />
los clamores, y á dar apoyo á las reclamaciones<br />
délos pueblos contra los tormentos que hacían<br />
padecer al Papa; aunque los mismos príncipes<br />
hubiesen mas de una vez arrollado los derechos<br />
de la Santa Sede. Sobre todo el emperador sabia<br />
que los polacos le dirijian graves acriminaciones<br />
j que su celo se habia enfriado mucho con motivo<br />
de las ofensas de que el Papa se habia quejado.<br />
Advertido, con tan poderosas razones , procuró<br />
renovar sus ensayos para conseguir la pazcón<br />
el cautivo de Fontainebleau , pero especialmente<br />
para obtener su aprobación definitiva y<br />
sin restricciones á las proposiciones que le hicieron<br />
los Obispos en Savona. Tomando por<br />
pretesto las felicitaciones de año nuevo, el de<br />
1813 , envió á Fontainebleau un chambelán suyo<br />
encargado de cumplimentar á Su Santidad como<br />
es de costumbre en las cortes, y de informarse de<br />
su situación. Esta acción de cortesía, y de política<br />
obligó al Papa para que enviase á Paris una persona<br />
de su corte que felicitase y diese gracias al emperador<br />
, y su elección recayó sobre el Cardenal
José Doria, porque no le era desagradable á Na<br />
poleón. En lo poco que se detuvo este Cardenal<br />
en Paris se convino de común acuerdo en que las<br />
negociaciones volverían á entablarse. Encargó de<br />
sus intereses el emperador á Monseñor Duvoisin,<br />
Obis po de Nantes , mientras el Papa (según el<br />
Cardenal Pacca dice), difícilmente podia encon<br />
trar en tro* los que le asistían un campeón igual en<br />
habilidad y en destreza.<br />
Siguió de cerca Mr. Duvoisin al Cardenal<br />
Doria en su regreso á Fontainebleau , y presentó<br />
una serie [de proposiciones al Papa de parte del<br />
emper ador. Muchas de estas proposiciones esta<br />
ban co ncebidas en estos términos :<br />
" 1.° El Papa y los futuros Pontífices antes de ser eleva<br />
dos al pontificado, prometerán de no disponer ni ejecutar nada<br />
en contr ario á las cuatro proposiciones galicanas. 2.° £1 Pa<br />
pa y sus sucesores , de aqui en adelante , no tendrán mas<br />
que la tercera "parte de nombramientos de individuos del sacro<br />
colejio , quedando las otras dos partes para los príncipes cató<br />
licos. 3. ° Su Santidad por un breve público desaprobará y con<br />
denará la conducta délos Cardenales que no han querido asistir<br />
ala función sagrada del casamiento de Napoleón con la empe<br />
ratriz Mar ia Luisa. En cuyo caso el emperador los volverá á su<br />
gracia y los permitirá reunirse al Santo Padre, con tal de que<br />
acepten y firmen el citado breve pontificio. Finalmente, serán<br />
escluidos de este perdón los Cardenales di Pietro y Pacca, á los<br />
cuales no será nunca permitido volver á la presencia del Papa."<br />
Esplica suficientemente el rigor del emperador
con estos dos Cardenales, el saber de que di<br />
Pietro fue el autor de la bula de escomunion , y<br />
que se publico esta en el ministerio del Cardenal<br />
Pacca. De de Consalvi no se hizo mención al<br />
guna.<br />
En seguida se abrieron las conferencias, qué<br />
emperazon entre los Obispos de Treves y de Ebre-<br />
ux .con los cuatro Cardenales Doria, Dugnani,<br />
Rufo y Bayane, y monseñor Bertazzoli, que habi<br />
taban todos en diferentes departamentos del Pa<br />
lacio imperial. Cuando vieron loé que manejaban<br />
este asunto que absolutamente el Papa no tenia<br />
ya brios ni fuerza alguna para resistir á las im<br />
portunas solicitudes con que le asediaban conti<br />
nuamente por estar débil su cuerpo hasta el estre<br />
mo de no poder recibir alimentos, calcularon la<br />
procsimidad de una de esas fiebres lentas que pos<br />
trando las fuerzas producen con la apatía el deseo<br />
de la muerte, y quisieron dejar al emperador la<br />
gloria de acabarla empresa. En la tarde del dia 19<br />
de enero fue Napoleón á Fontainebleau , acompa<br />
ñado de su esposa la emperatriz Maria Luisa, y se<br />
presentó derechamente en el aposento del Papa,<br />
lo cojió en sus brazos, lo besó en el rostro, y le<br />
hizo mil demostraciones de cordialidad y amistad.<br />
En la primera tarde no se habló nada de asun<br />
tos. El Papa, que constantemente habia tenido
predilección por algunas cualidades de Napoleón,<br />
y atribuyó siempre guiado por la bondad de su<br />
corazón, á obra de subalternos inicuos los malos<br />
tratamientos que recibía , quedó encantado con<br />
las nuevas demostraciones de afecto, y lo mani<br />
festó asi á las personas que vcia habituahnente,<br />
contándoles la circunstancia del abrazo y el beso.<br />
En el estado de postración en que estaba no sabia<br />
él lo que precisamente presajiaba aquella visita,<br />
que se ocupó nada mas que en los cumplidos y<br />
atenciones debidos por un soberano al sagrado<br />
huésped (pie recibe en uuo de sus castillos.<br />
En el dia siguiente hubo otras entrevistas entre<br />
el Papa y Napoleón.<br />
Se dijo que habia sucedido en una de ellas,<br />
que el emperador cojió al Papa por los cabellos<br />
y lo injurió villanamente; pero Su Santidad pre<br />
guntado muchas veces sobre esta acción, ha dicho<br />
siempre que no habia sucedido. " No , decia, no<br />
ha llegado á cometer tal indignidad, y Dios per<br />
mite que no tengamos necesidad de faltar á la<br />
verdad en esta ocasión." Pero por los discursos de<br />
Napoleón se ha podido comprender que tomó con<br />
el Pajiaun tono de autoridad, y aun se puede de<br />
cir de desprecio, pues llegó á decirle que no estaba<br />
muy versado en el couocimiento de las ciencias<br />
eclesiásticas; lo que no fue menos faltar á la ver-
dad que á la política. L^s Cardenales por su par<br />
te repetían al Papa los mismos argumentos ya he<br />
chos , y le decían también que en su lugar firma<br />
rían un concordato cuyas bases presentaban» Apo<br />
yábanse en que eran los Cardenales los naturales<br />
consejeros de un Papa, y en que veían en esta<br />
condescendencia el fin de los males que' la reli<br />
jion padecía y la libertad de sus colegas ; que si<br />
presentes estuvieran aconsejarían la misma con<br />
ducta , y la aprobarían cuando saliesen de sus<br />
prisiones.<br />
Tenia Pió VII entonces 71 años. Su vida des<br />
gastada con los trabajos, el desarreglo de su sa<br />
lud , la inapetencia que padecía; luego ademas la<br />
sensibilidad suya , que habian escitado con el de<br />
seo de volver á ver sus Cardenales; las súplicas<br />
de los que le rodeaban; la importuna insistencia<br />
de Bertazzoli, unida á las continuas descripciones<br />
de mayores males; el absoluto silencio de una voz<br />
firme, noble y sabia que reanimase aquel espíri<br />
tu tan decaído, y en fin los anuncios y proesimi-<br />
dad de la muerte, todo contribuyó á desalentar y<br />
postrar al Pontífice.. No le quedaba ya otra de sus<br />
facultades que la de mover la mano maquinalmen<br />
te para trazar un nombre; el cual fue trazado<br />
el 25 de enero sobre un papel que el emperador<br />
firmó inmediatamente» seguida.
No son muy conocidas las circunstancias que<br />
precedieron á este acto: se sabe solamente, que pa<br />
ra obligar á recibir al Papa la pluma de la mano<br />
del Cardenal José Doria, le hicieron creer sus pro<br />
pios consejeros que no firmaba mas que unos sim<br />
ples preliminares, que deberían estar secretos has<br />
ta tanto que se conviniese en el'modo de poner en<br />
ejecución aquellos artículos preliminares, OÍ elconsejo<br />
de todos los Cardenales reunidos. El Papa, en<br />
tonces , rodeado de los tres Cardenales y los Obis<br />
pos que lo habian incitado á una conciliación cual<br />
quiera, y como violentado por la presencia del em<br />
perador que fijamente lo miraba, aunque con be<br />
nignidad, se volvió sin embargo hacia otras per<br />
sonas de su comitiva que allí presentes estaban<br />
como pidiéndoles un consejo con una mirada.<br />
¿Quien sabe si en aquel momento deajitacion, un<br />
no pronunciado con valentía, ó con voz baja, aun<br />
por el último de los secretarios que allí estaban,<br />
no hubiera sido bastante para volver á Pío VII sus<br />
antiguas determinaciones? Ninguno pronunció ese<br />
no; antes por el contrario, bajando la cabeza y al<br />
zando los hombros, respondieron con ese jesto que<br />
comunmente se hace para oh ligar atener paciencia<br />
y conformarse. Finalmente, el Papa en el mismo<br />
momento de firmar dejó claramente entrever la re<br />
pugnancia con que lo hacia. Debe observarse que
este tratado es enteramente insólito^ pues está sus<br />
crito por los dos soberanos que han tratado juntos.<br />
Aparentemente Napoleón al obrar asi había que<br />
rido evitar el caso de que le rehusasen una rati<br />
ficación.<br />
Inmediatamente después se trató de llamar á<br />
los Cardenales deportados y de poner en libertad<br />
los que estaban presos. Hubo grandes dificultades<br />
para conseguir la libertad del Cardenal Pacca, y<br />
como decía después el Papa, una verdadera bata<br />
lla, porque Napoleón decia que Pacca era su ene<br />
migo. Al fin cedió el emperador diciendo que él<br />
no hacia nunca las cosas á medias, y dio la orden<br />
de espedir un correo á Turin que llevase la de po<br />
ner libre á aquel Eminencia.<br />
Ya se sabe cuales fueron los concordatos de<br />
1515, y 1801; y aunque este de 1813 no tuvo va<br />
lor alguno, lo pondremos sin embargo aqui, bajo<br />
nota, para que quede como prueba del abuso que<br />
se hizo de la situación del Santo Padre ( 1).<br />
" (1) S. M. el emperador y rey y Su Santidad, queriendo poner un<br />
término á las diferencias suscitadas entre ellos y proveer lo conveniente<br />
enmachos asuntos déla iglesia, han convenido en los artículos siguientes.<br />
Por este tratado abandonaba el Pontífice la so<br />
beranía de Roma de la cual no era mas que admi<br />
nistrador como soberano electo, y debia permane<br />
cer en Francia casi siempre ó donde al empcra-<br />
Santo Padre tenga en las cortes estranjeras, gozarán de las inmunidades<br />
y privilejios de que gozan los miembros del cuerpo diplomático.—<br />
3.° Los dominios que el Santo Padre posein, y no lian sido enajenados<br />
quedarán ccsentos de toda e'pecie de impuestos. Serán administrados<br />
por ajentes ó encargados de negocios. Aquellos dominios que fuesen<br />
enajenados se reemplazarán con ventas equivalentes que lleguen al valor<br />
de dos millones de francos.—4." En los seis meses siguientes al enun<br />
cio acostumbrado que el emperador dé á Su Santidad de la previsión<br />
que haya hecho en les arzobispados y obispados del imperio, el Pa<br />
pa dará la institución canónica ce;n arreglo á los concordatos y en vir<br />
tud del presente indulto. Es información prealable será hecha por el<br />
metropolitano, y en su dtfecto, ó si se tratase ce la rrmr.a silla metió<br />
politana, el obispo mas antiguo de la provincia procederá á la institu<br />
ción del obispo nombrado , con el fin de que nunca esté vacante una<br />
mitra mas d; un año.—o." El Papa nombra á tanto en Francia como<br />
en el reino de Italia para loe obispados que ulteriormente se designarán<br />
de concierto—6.° Serán restablecidos los seis obispados suburvicarios y<br />
pertenecerá su nombramiento al Papa. Ees serán restituidos los bie<br />
nes actualmente ecsistentes y se temarán providencias respecto de los<br />
vendidos. Las diócesis ele Anagni y de Rieti, después del fallecimientos<br />
de los Obispos que las sirven , serán retiñidas á les dichos obispados<br />
conforme al concie-rto que será hecho entre S. M. y el Santo Padre.—<br />
7." Con respecto á los obispos de los estados romanos, auséntesele sus<br />
diócesis con motivo de las circunstancias, el Santo Padre podrá e-jercer<br />
en fivor de ellos el derecho de darles obispados in partibus. Se les<br />
concederá una pensión equivalente á las rentas que gozaban y po<br />
drán ser colocados en las sillas vacantes del imperio ó del reino de Ita.<br />
lia.-^J*. 0<br />
S. M. y Su Santidad se concertarán en tiempo oportuno so<br />
bre la reducción que haya lugar de hacer en los obispados de Tosca-<br />
na ó del pais de Jénova; asi como también acerca de les obispados que<br />
habrán de establecerse en Holanda y paises Anseáticos—9." La pro-
dor le agradase enviarlo. En él se ve también la<br />
piedra destoque, le adclaníellato ó cimiento donde<br />
apoyar naá;revolución nueva. El emperador envió<br />
'(1) de presentes; :á los Cardenales Doria y<br />
Ruffo, y á monseñor Bertazzoli, cajas-de oro con<br />
su retrato , guarnecido de herénosos brillantes. A<br />
los dos primeros los declaró oficiales, déla lejion de<br />
paganda, la peniten'eiaria y ios archivos serán restablecidos en el lugar<br />
donde tenga su residencia el Santo Padre.—10. Vuelve á su gracia<br />
S. M. á los cardenales, Obispos, eclesiásticos y seglares que per causa<br />
de los acontecimientos pasados la desmerecieron—11. El Santo Padre<br />
se presta alas disposiciones .arriba contenidas por/consideración al<br />
estado actual de la iglesia y porque le ha inspirado S. 3t. la confianza<br />
de que concederá su poderosa protección á la reiurion y 4 las necesidades<br />
numerosas que la cercan en estos tiempos ea que vivimos.— Siguen<br />
las firmas,<br />
Fontaineblcau 25 de enero de 1818.<br />
(I) Podría creerse que, este tratado se aprobó en Viesa. Aseguran<br />
que el emperador Francisco I dijo: "Hace mucho tiempo que aconsejé<br />
al emperador Napoleón que se aviniese; y en una de nuestras entrevistas<br />
le hable én estos términos."—
honor, y al último caballero de la corona de hier<br />
ro. Hizo el regalo al capellán del Cardenal Do<br />
ria , por haber sido el que copio los artículos de su<br />
solitario de brillantes; y también se repartieron<br />
diferentes sumas entre los dependientes del Papa,<br />
como si se hubiese firmado por ambas partes un<br />
tratado en que cada una encontraba unido su bien<br />
entendido interés á los principios de una verda<br />
dera política. Los tiempos en que fueron aplaudi<br />
das las palabras de Mr. Emery habian pasado ya;<br />
y Napoleón dispuso que se anudase al imperio la<br />
conclusión del concordato, y se cantase el TeDeum<br />
en todas las iglesias.<br />
Mientras permaneció el emperador en Fontai<br />
nebleau disimuló el Papa, ocultando sus senti<br />
mientos por lo sucedido; pero apenas quedó solo<br />
se apoderó de él una profunda melancolía, que<br />
agravó los síntomas de su enfermedad. Lleno de<br />
amargura esperó el regreso de algunos de sus Car<br />
denales con quienes al volver desús destierros, es<br />
pecialmente con el Cardenal di Pietro, habló de<br />
los artículos que habia firmado , y no tardó en ver<br />
bajo su verdadero aspecto las consecuencias del<br />
paso que le habian violentado á dar. Tanto fue su<br />
dolor, que por muchos dias se abstuvo de celebrar<br />
misa. Solo á instancias reiteradas de un Carde<br />
nal piadoso y sabio consintió en aproximarse de
nuevo al altar; y como fuese de todos conocida la<br />
desesperación en que estaba, no les ocultó la cau<br />
sa á los Cardenales y Obispos franceses que habita<br />
ban en el palacio. Entonces fue cuando el empe<br />
rador , temeroso de que el Papa se retractase y<br />
revocara lo que habia acordado, publicó, faltan<br />
do á la palabra empeñada, los artículos del con<br />
cordato , haciéndolos anunciar solemnemente al<br />
Senado conservador por el archicanciller Camba-<br />
ceres. Por este tiempo llegó á Fontainebleau el<br />
Cardenal Pacca, á quien dejaremos referir su en<br />
trevista con el Santo Padre.<br />
" Me imajinaba yo, según iba acercándome al palacio im<br />
perial, encontrar en él un numeroso concurso, sabiendo que le<br />
habitaban Cardenales y Obispos franceses , y algunas veces<br />
también ministros del emperador : creia, supuesto que la co<br />
municación con Su Santidad estaba restablecida, que muchas<br />
personas afluirían de París y de las vecinas ciudades ,* pero no<br />
vi al llegar sino pocas y vulgares personas* Una de ellas cor<br />
rió á dar aviso al conserje que me abrió la puerta grande por<br />
la que entré á un patio espacioso terminado en una grande y<br />
ancha escalera de dos ramales, que á los aposentos reales con<br />
ducía. Una sola persona ví arriba al acabar de subir la escalera,<br />
que fue un centinela, por delante del cual pasé. Todas las ven<br />
tanas y puertas de correspondencia estaban cerradas, y tal si<br />
lencio habia, que mas que en palacio real, creí que entraba en<br />
una prisión de estado. Ni encontré persona alguna cualquiera<br />
que fuese á quien diríj irme para pedir audiencia, y á mi ayuda<br />
de cámara envié por dentro de aquellas habitaciones, que á po<br />
co vino con Hilario Palmieri, uno de los criados italianos que
quedaron sirviendo al Santo Padre. Me dijo este que tal cual<br />
yo estaba en vestido de camino , me recibiría el Papa al instan<br />
te , y me guió hacia sus aposentos.<br />
"En la antecámara vi al Cardenal Doria, que viniendo ha<br />
cía mí me abrazó y lloró, haciendo, para probarme la satisfac<br />
ción que sentía al verme, mil demostraciones de afecto y amis<br />
tad Encontré mi las otras ¡«alas á los Obispos franceses; y no<br />
té al entrar en la cámara donde estaba el Papa, que Su Santi<br />
dad habia dado algunos pasos para salirle al encuentro. Singu<br />
larmente admirado quedé al encontrarlo tan atüjido , tan páli-<br />
.do, doblegado ya , flaquísimo , con los ojos hundidos y como<br />
inmóvil. Me abrazó sin embargo, y con mucha frialdad me di<br />
jo que no me esperaba tan pronto. Yo le respondí que habia<br />
precipitado mi viaje para tener cuanto antes el consuelo de<br />
echarme á sus pies, y manifestarle mi admiración por la heroi<br />
ca oonstancia con que habia sufridc|tíin larga y dura prisión.<br />
Y Lleno de dolor entonces , me dirijió estas mismas palabras.<br />
?fa ci siamo i>i fine .s/torcideati t/uei cardinali<br />
ci strasciii'n'ouo al tavoliao, é ciíero sottos crivere<br />
(Aquellos Cardenales nos condujeron hasta la mesa y nos hi<br />
cieron firmar). Después mo tomó por la mano y me condujo al<br />
sitio mismo donde él se sentaba, y colocándome á su lado me<br />
dirijió algunas preguntas acercado mi viaje, y concluyó dicicn-<br />
dome : "Ahora ya os podéis retirar, que es hoia de que entren<br />
los Obispos i ranease*. Os tienen preparada habitación en el pa<br />
lacio. " Salí, y fui conducido por el intendente del castillo al<br />
aposento dicho, que consistía en una sala grande subdividida<br />
en tres cámaras, que á un grande corredor daban , donde te<br />
nían también sus cuartos los otros Cardenales y los Obispos<br />
franceses.<br />
" La soledad del sitio, la tristeza y silencio que en todos los<br />
rostros se mostraban, el dolor profuudo en que vi sumerjido al
Papa r elfcio recibimiento- que me hizo.,. inesperado.; tal sor<br />
presa causaron en mí y opresión de ánimo» que mas fácil es<br />
dejarla imajinar que yo describirla. A poco vino á verme morir<br />
señor Bertazzoli. y á decirme que habia el Papa despedídome<br />
tan pronto para desembarazarse cuanto antes de la audiencia<br />
ordinaria de los Obispos franceses; pero que gustosamente me<br />
vería otra vez antes dé comer. Y me anadio, que tratase de ser<br />
prudente en lo que dijese, aun en la sola presencia de los in<br />
mediatos criados del Papa. Yo comprendí muy bien io que me<br />
quería decir con la advertencia. Volví á presentarme á Su<br />
Santidad, y me penetre mas de su doloroso estado, que era ver<br />
daderamente digno de compasión y ponía temor por la seguri<br />
dad de sus dias.<br />
Por los Cardenales, di Pietro» GabrieUi y Litta, llegados,<br />
los primeros á Fontainebleau, habia sido avisado el Papa de la<br />
falta que la sorpresa le habia hecho cometer; causándole una<br />
justa indignación y horror haber comprendido desde que altu<br />
ra de su gloria lo precipitaron los- consejos de la pérfida sujes-<br />
tion. Asi era qua estaba mas que nunca sumido en una tristeza<br />
p inconsolable, y al hablar ( que ccntimiatm-nte hablaba) de lo<br />
que le. habia sucedido, manifestaba su escesivo dolor. Me ase<br />
guró que iw potlia alejar de su pensamiento la idea que le<br />
atormentaba, que le impedía dormir y no le dejaba gusto algu<br />
no ni para tomar el corto alimento que le servia para*no morir:<br />
Con eüa voy á morir locó, como Clemente 1<br />
XIV." —-En<br />
tonces hice yo 1<br />
y dije todo cuanto podia para consolarle. Le su_<br />
pliqué que tranquilizara su ánimo. Añadí que de todos los<br />
males que sufría la iglesia el mas funesto sería la muerte de¡<br />
Pontífice: que dentro de muy pocos dias tendría á su lado to*<br />
dos los Cardenales que estaban en Francia que consultándolos<br />
se encontraría remedio al daño hecho. A las últimas palabras'<br />
pareció como que volvía á su ser y me dijo: Cómo ! creéis
pueda encontrarse un remedio ¡ —" Si, le dije, Santísimo Padre<br />
; á todos los males quando se quiere, se encuentra remedio.<br />
"<br />
Al concluir la audiencia , me dijo que me preparase para<br />
ir á Paris, porque me iban á presentar al emperador y á la<br />
emperatriz. Traté de librarme de un viaje, para mí tan desagradable<br />
: pero el Papa repuso : "Puesto que ya ban estado<br />
los demás Cardenales , se llevaría á mal que no fuese, y se<br />
tomaría como una falta de respeto por vuestra parte á esos soberanos."—Pues<br />
bien, santísimo Padre , repliqué yo ; deberé<br />
todavía esta última bez del amargo cáliz , y saldré en breve<br />
para Paris."—Entre cuatro y cinco de la tarde, volví á ver al<br />
Papa : se babló de lo mismo siempre , por mas que yo hice<br />
para variar de conversación, y distraer al Papa. Prosiguiendo<br />
en la conversación, y quizá para aminorar el horror inspirado<br />
por las concesiones anticanónicas del último concor»<br />
dato , me dijo que el emperador le habia hecho presentar artículos<br />
mucho peores, que habia desechado. Sacó entonces de<br />
su escritorio un papel, que guardaba bajo llave, y me le dio<br />
á leer. ( Era el que Mr. Duvoisin entregó al Padre Santo de<br />
orden del emperador. ) Uno de los artículos de estas proposiciones<br />
pedia el destierro perpetuo del Cardenal Pacca."<br />
Por la tarde del mismo dia, 18 de febrero,<br />
llego el Cardenal Consalvi. Fue á la audiencia<br />
del Papa, que le esperaba con impaciencia y le<br />
babia nombrado su ministro para entablar otro<br />
nuevo tratado con el gobierno imperial. La vuel<br />
ta suya al ministerio reanimó las esperanzas de<br />
las mejoras que necesitaba la situación de la corte<br />
romana. El Papa pudo llamar cerca de su perso-
na, para que habitasen en el palacio, á los Cardenales<br />
de su elección. Escojió á los de Mattei,<br />
deán del sacro colejio, della Somaglia, di Pietro,<br />
Gabrielli, Pacca y Consalvi; pero todavía no podia<br />
creerse en libertad porque también estaba alojado<br />
en el mismo palacio el coronel de jendarmería<br />
que acompañó á Su Santidad desde Savona.<br />
Al dia siguiente de la llegada del Cardenal<br />
Pacca, Monseñor Bertazzoli le dijo, que el Papa<br />
rogaba & todos los Cardenales pusiesen por escrito<br />
su parecer sobre los artículos del concordato,<br />
aconsejándole al mismo tiempo lo que creyesen<br />
mas conveniente, entregándole estos votos en mano<br />
propia.<br />
£1 sacro Colejio estaba claramente dividido<br />
en dos partidos, bajo la denominación de Cardenales<br />
rojos y Cardenales negros. Entre los mismos<br />
negros no había una armonía perfecta, como<br />
debía esperarse de personas que habían manifestado<br />
las mismas opiniones sobre una cuestión delicada<br />
, y que padecían bajo el peso de los mismos<br />
dolores y de los mismos ataques. Con este<br />
motivo decía el Cardenal Pacca que le amedrentaban<br />
estos nuevos pastores, leones en la paz, y<br />
ciervos en la pelea. (Tertullian. adv. Prax,) A<br />
pesar de estas dificultades, y de tan fundados temores<br />
, fueron bendecidas las santas intenciones<br />
40
del Papa; y como se va á ver su firmeza y su<br />
constancia apostólica, actualmente bien sosteni<br />
das, obtuvieron la victoria que merecian.<br />
Cada Cardenal entregó su voto separadamen<br />
te al Papa. Los quej se habian hallado en Fontui-<br />
neblcau , y tuvieron parte en aquellas pláticas<br />
y conferencias del tratado, y algunos Cardenales<br />
negros de un carácter muy tímido ó cortesano,<br />
fueron de parecer de que debia sostenerse el con<br />
venio hecho; pero por satisfacer en algo á las que<br />
jas y representaciones de sus colegas, propusie<br />
ron que se abriese una negociación con los dipu<br />
tados del emperador, para que mejorándose el<br />
estado de las cosas se procurase insertar en el con<br />
cordato algún artículo mas favorable al Papa y á<br />
la Santa Sede. Otros Cardenales esforzaron la<br />
opinión , que desde su arribo á Fontainebleau<br />
habian declarado, que no tenia otro remedio<br />
el escándalo causado á todo el catolicismo que<br />
la pronta retractación y anulación jeneral de par<br />
te del Papa. Alegaban estos el muy conocido y se<br />
mejante caso que refiere la historia eclesiástica<br />
de Pascual II, como Pió VII benedictino y Pa-<br />
pa-(l) l<br />
(1) Pascual II apoyó al emperador Enrique V contra su padre En<br />
rique IV, y luego el emperador se indispuso cou él por causa de las<br />
intastiduitos: quería Enrique V ser coronad* por el Papa y no cederle
w<br />
Tales fueron las dos solas opiniones que pudieran<br />
admitirse 4 $iscus¿pn, aunque ot¡cas ;se presentaron<br />
, y Jas que luer,on eçsaminaolas por los<br />
Cardenales en cuantas ocasiones pudieran encontrarse<br />
juntos,, ya en el paseo»,ó ya .conel protesto<br />
de visitar á un colega enfermo, para np despertar<br />
las sospechas ,4e los qne sus pasos espiaban,. ,<br />
Hubo, no obstante, un Cardenal qne manifes.tó.oferja<br />
tercera opinión. Con venia con los ¡partidarios<br />
de la rne¡gativa que no foabia necesidad .deadoptar<br />
artículo alguno de los del concordato,<br />
pues eran confrarios i la disciplina de la ¿iglesia^<br />
peigu&ciaJss í los derechos de la :§apta Sede, é<br />
incuriosos al ¡Papa.., y al cuerpo eclesiástico; pero<br />
opinaba con ej/partjdp Roverella, Doria y Berfcazr<br />
zoli, que se debia proceder á nuevas conferencias,<br />
no para conekíir el concordato , sino ¡para ganar<br />
tiempo., é tener en las mismas negociaciones un<br />
protesto para romper las conferenejias sin ningún<br />
cosa alguna. Se apoderó de la persona del .Pontífice, lo despojó de<br />
sus ornamentos y lo hizo,poner en el tormento de las cuerdas. Conce»<br />
dio él Papa al principe cuanto quería por debilidad, y lo dejó este libre.<br />
Luego en Roma , fue altamente reprendida su conducta por los<br />
que habian escapado de la .persecución, y aprobada ó escurada por los<br />
que fueron prisioneros con. éí. Pascual convocó él mismo un .concilio en<br />
San Juan de Letran y -reconoció sus faltas, si -faltas podían llamarse<br />
las que fueron •violencias de las circunstancias y consejos de mucho<br />
de sus servidores, que dispues en el peligro le habian abandonado.
esultado definitivo. Esta opinión era bien difícil<br />
de defenderse ; y era inútil hacer la prueba , con<br />
el fin de ganar tiempo ; porque los plenipotenciarios<br />
de Ñapóles hubieran pedido en la primera<br />
asamblea que se reconociesen los artículos del<br />
concordato del 25 de enero, como bases fundamentales<br />
del convenio, y no hubieran admitido<br />
discusión alguna sobre este punto establecido y<br />
fijado entre ambos soberanos, y no sujeto á ratificación.<br />
El rompimiento de las conferencias, sin<br />
nada de concluyente , habría irritado al emperador<br />
, tanto como una retractación decidida y absoluta<br />
, y se hubiera creido ver en la conducta de<br />
los Cardenales un modo de recurrir á los rodeos<br />
de la curia , como con tanta frecuencia se imputa<br />
á la corte de Roma.<br />
Habia aun otra razón mas poderosa para la<br />
revocación y anulación jeneral de los artículos<br />
concedidos. Roto el tratado bajo pretesto de los<br />
altercados ocurridos mientras las nuevas conferencias<br />
, quedaba siempre como indudable , que<br />
un Papa tenido por santo, y estimado en toda<br />
Europa, habia hecho antes estas concesiones, y<br />
firmado estos artículos. En adelante, pues, podría<br />
decirse en medio de las disensiones de la<br />
Santa Sede con las cortes, que tales concesiones<br />
y estipulaciones , aunque no se hubiesen llevado
a efecto por las circunstancias, eran no obstante,<br />
ventajas que el Papa y la Santa Sede pudieron<br />
positivamente conceder. Era por lo tanto indispensable<br />
, que el mismo Papa, no solo dejase de<br />
poner en ejecución lo que habia permitido y concedido<br />
imprudentemente, sino que declarase en<br />
alta voz; y con una revocación firmada por su<br />
mano , que habia cometido una grave falta, consintiendo<br />
en estas concesiones ,* que jamás pudo ni<br />
debió hacer. Esta declaración cerraba la boca para<br />
siempre á todo el que en lo sucesivo quisiere<br />
traer como ejemplo semejante concordato. Estas y<br />
otras consideraciones no menos poderosas, y aun<br />
mucho mas, el presentimiento y confianza en el<br />
porvenir, que guió á Consalvi en el cónclave de<br />
Venecia , esa confianza tan favorable durante algunos<br />
años : todas estas reflecsiones apoyadas todavía<br />
mas en lo indeterminada é indecisa que se<br />
manifestaba la voluntad de Napoleón por los revéses<br />
de sus armas , y en la necesidad y precisión<br />
de oponerlo todo al iiesgo presente: pesaron mas<br />
en la consideración de los Cardenales de mas influjo<br />
; y se convino en que se haría una pronta<br />
revocación del concordato.<br />
Sostuvo Consalvi esta opinión con una franqueza<br />
y generoso calor. Sus aciertos esperimentados,<br />
sus victoriosas previsiones, que esta vez es-
taban ea sentido contrario , los rasgos brillantes<br />
de su talento y admirable elocución , su larga des<br />
gracia, en la cual no se le vio el mas lijero olvido<br />
de-sus deberes, todo contribuyó para que en cierto<br />
modo le cedieran la presidencia del sacro colejio,<br />
y su parecer fuese acojido como el único puerto<br />
CAPITULO VEINTE Y CINCO.<br />
Et PAPA ESCRIBE LA PROTESTA C W T R A EL C W C O R D A -<br />
Í O Y LA REMITE AL EMPERADOR.——ALOCUCIÓN DE StT<br />
SANTIDAD.—No SE ATREVE NAPOLEÓN A D E C L A R A R <br />
SE JEFE DE L A RELIJION DEL IMPERIO.—FÓRMASE UNA<br />
BULA P A R A REGLAMENTO DEL FUTURO C Ó N C L A V E . —<br />
CARTAS DÉ L A EMPERATRIZ A L PAPA , -i 1<br />
D E E'sfE A<br />
L A EMpEítATftIZV—TENTATIVAS- PAftA RENOVAR LAS<br />
NEGOCÍACIÜNÉS CON EL PAPA.<br />
Comienza para Pío Vil desde aqui, con moti<br />
ve- de la protesta, una especie de triunfo que o!><br />
tienen pocas veces los hombres sobre sí mismos»<br />
A verse vá> con cuanta resignación, vijilias y<br />
constante trabajo, con cuánta grandeza del alma<br />
se dispone k cumplir su terrible penitencia. Ha<br />
bía vuelto á tener los animosos bríos que tanto le<br />
distinguieron en su primer viaje á París.<br />
Los dos Cardenales que defendían el proyecto<br />
noble y razonable de la retracción buscaban los<br />
medios de llevarle, á efecto con habilidad y sin<br />
peligro para el Papa. Una tarde en que casi todos
sus colegas se hallaban reunidos en el aposento<br />
del Cardenal Pignatelli, los Cardenales Consalvi,<br />
Pacca, Saluzzo, Ruffo-Seilla, Seotti y Galeffi,<br />
después de asegurarse que las puertas estaban<br />
bien cerradas y guardadas, entablaron una discusión<br />
sobre el modo de proceder en esta inportante<br />
circunstancia.<br />
Unos dijeron que era preciso que el Papa por<br />
escrito firmado de su mano , declarase nulos v de<br />
ningún valor los artículos del concordato: que<br />
manifestase esta determinación á todo el sacro<br />
Colejio, y que mediante una gran porción de copias<br />
de este acto ó escrito, se diese á conocer al<br />
público esta retractación. Sobre esto noto el Cardenal<br />
Pacca, que semejante modo de proceder,<br />
desconvenía á la lealtad y buena fé que siempre<br />
debían reinar en las acciones del Soberano Pontífice<br />
: que no bastaba tener razón en lo sustancial<br />
del negocio , si aun respecto á las fórmulas, no se<br />
evitaban los ataques de la censura. Añadió que<br />
el emperador se quejaría con razón , si de repente<br />
se revocase por una de las partes contratantes, un<br />
convenio aprobado y firmado solemnemente por<br />
él, y sin que dicha parte revelase á la otra los<br />
motivos que la guiaron en su anulación , ni hiciese<br />
tampoco de antemano la prevención mas<br />
mínima. Dijo que éralo mismo que tirar a su ene-
migo un pistoletazo por detra* j y propuso, por<br />
último, que por medio de una carta dirij ida al<br />
emperador, hiciese el Papa una retractación que<br />
casi todos los Cardenales aprobaban. Los españoles<br />
hubieran puesto aqui su proverbio predilecto:<br />
(es menester dar al toro entre ambas astas) (1).<br />
A esta opinión respondieron los Cardenales<br />
Pignatelli y Saluzzo, que obrando de este modo<br />
corría peligro que el emperador guardase silencio<br />
sobre esta comunicación, y con medidas severas<br />
prohibiese al Papa la manifestación pública de su<br />
voluntad, y vijilase para que [ninguna clase de escrito<br />
saliese de Palacio. Entonces Consalvi y Litta<br />
aprobadores del parecer del Cardenal Pacéfc<br />
propusieron que espedida la Carta al emperador,<br />
hiciese leer el Papa una copia á todos los Cardenales<br />
que acudian á Fontainebleau autorizándolos<br />
para esparcir su contenido por todos los: medios<br />
que en su poder estaban. Asi^decian, se salvan<br />
las consideraciones que al emperador se deben, y<br />
se consigue la publicidad de la protesta.<br />
El Santo Padre empezó de allí á poco á es-<br />
(1) £1 autor francés dice leur proverbe favori: (ilfaut attaquer le<br />
taureau entre les cornes J. No he podido adivinará qué refrán ó proverbio<br />
nuestro se alude aquí: ni me acuerdo de refrán que á eso se parezca,<br />
que en España miremos con tanta predilección si hubiéramos dicho, gue<br />
el Papa quedaba en la» asías del toro.<br />
( Nota del Traductor. )<br />
41
cribir la minuta de la carta que debia conservarse<br />
para documento auténtico, y á poner en limpio<br />
por ella la comunicación que al emperador pre<br />
paraba , queriendo escribirlo todo de su puño para<br />
no esponer á ningún otro. Empleó muchos dias en<br />
este trabajo. No podia entregarse á él por mucho<br />
tiempo , en el estado débil que se encontraba, y<br />
temía también escribir mal si mucho tiempo segui<br />
do ocupaba en aquella tarea.<br />
No será ocioso referir cómo esta operación y<br />
trabajo se ejecutaba , pues descubrirá el estado<br />
severo de vijilancia en que tenían á Pió VII , so<br />
bre todo desde el regreso de sus Cardenales. Habia<br />
él notado que ningún escrito podia dejar en su cá<br />
mara ó dormitorio, porque cuando iba á celebrar<br />
misa, ó á oiría , verificaban en sus cuartos un<br />
ecsacto reconocimiento, por las mesas y estan<br />
tes abriéndolos con llaves dobles que tenían.<br />
(Asi lo ejecutaban antiguamente los diez con el<br />
dux de Venecia). En esta iutelijencia después que<br />
el Santo Padre volvía de misa , entraban acompa<br />
ñándole los Cardenales Consalvi y di Pietro, y le<br />
entregaban la hoja de papel escrita la víspera. El<br />
Papa delante de ellos é inmediatamente después<br />
que salían proseguía su trabajo. A las cuatro de<br />
la tarde iba á verlo el ¿Cardenal Pacca y apro<br />
vechando la ocasión anadia Su Santidad algunas
líneas á lo escrito y entregaba alfmismo Cardenal<br />
la minuta, y él en limpio.<br />
El Cardenal los ocultaba bajo su ropa y los lie •<br />
vaba inmediatamente á depositar , durante la noche,<br />
á casa del Cardenal' Pignatelli que vivía' en<br />
la ciudad, y quien por la mañana los pasaba al<br />
palacio por medio de una persona de toda confianza*<br />
Duró muchos dias esta maniobra , porque el<br />
Papa tuvo que hacer algunas enmiendas y reformas<br />
en la minuta y también porque debió volver<br />
á principiar la carta con motivo de algunos<br />
defectos ó equivocaciones que cometía. Al fin lo<br />
escribía todo.<br />
Nótanse en esta carta los trozos siguientes:<br />
" Por mucho que á nuestro corazón cueste la confesión<br />
que vamos á hacer á V. M. el téinor de los juicios divinos, á<br />
que tan cerca nos llegamos por nuestra edad avanzada, debe<br />
hacernos superior á cualquiera otra consideración. Impulsado<br />
por nuestros deberes declaramos á V. M., con la sinceridad<br />
y franqueza que á nuestro carácter y dignidad convienen, que<br />
desde el dia 25 de enero, dia en que firmamos los artícu*<br />
los que deben servir de base al tratado definitivo que ellos<br />
mencionan, han desgarrado continuamente nuestro ¿'espíritu<br />
los mas grandes remordimientos, el arrepentimiento mas vivo<br />
y ni reposo, ni paz hemos gozado. Decimos á }V. M. de ese<br />
escrito que firmamos, lo que Pascal II, nuestro predecesor<br />
decia (el año 1117 ), cuando en una circunstancia semejante<br />
tuvo que arrepentirse de un escrito suyo, relativo á concedo-
nes hechas á Enrique V (1). ''Comonoslo reconocemos nues-<br />
"tro escrito hace daño, lo confesamos, hace daño: y deseamos<br />
" con la ayuda del Señor que se inutilice inmediatamente, pa-<br />
" ra que no resulten perjuicios á la iglesia , y pérdidas á núes •<br />
"tra alma."<br />
''Reconocemos que muchos de esos artículos pueden corregirse<br />
dándoles una redacción diferente, con algunas modificaciones<br />
y cambios. V. M. se recordará, ciertamente de los clamores<br />
que se elevaron en Europa y en toda Francia al usar<br />
de nuestras facultades en 1801, cuando después de una<br />
interpelación y formal petición de sus dimisiones, privamos<br />
de sus sillas á los antiguos Obispos de Francia. Aquella<br />
fue una medida estraordinaria; pero reconocida como<br />
necesaria en aquellos tiempos calamitosos, y como indispensable<br />
para poner fin á un cisma, y volver una gran nación al<br />
centro de la unidad católica. Hoy dia ecsiste alguna de las<br />
mismas razones para justificar ante Dios y los hombres la<br />
(1) Aqui padece dos equivocaciones el autor francés , al citar la carta<br />
de Pió VII, pues no es creible que el Pontífice sea el que se equivoque.<br />
Pascal II hizo concesiones á Enrique IV y no á Enrique V y revocó ó<br />
anuló dichas concesiones, en el concilio reunido en la basílica Lateranense<br />
en 1116 y no en 1117 como también se dice ahí. Ni podia ser fácilmente<br />
de otro modo , pues celebrado el concilio, tuvo el Papa que escapar de<br />
Roma, por los disturbios que se orijinaron con motivo del nombramiento<br />
de gobernador de la ciudad, después fué á la A pulía , estuvo en este tiem<br />
po Enrique IV en Roma, se hizo coronar emperador por el Arzobispo<br />
Bracarense, y se volvió á Alemania: Pascal II vino con un ejército , y<br />
después de haber ido recuperando poco á poco toda la parte de estado que<br />
habia "perdido , volvió á entrar en Roma vencedor , y murió en 1118 en<br />
la misma Roma á 21 de enero. Probable es , pues , que tantos aconteci<br />
mientos pasasen en mas de un año, y que el concilio Lateranense se tu<br />
viese en 1116 como decimos, y no en el siguiente :<br />
Este Pontífice está sepultadoen la Basílica de S. Juan de Letran.
medida tomada en uno de los artículos de que .se trata; ¿ có<br />
mo pudisteis admitir un reglamento de tal modo subversivo de<br />
la divina constitución de la iglesia de Jesucristo, que estable*<br />
ció la primacía de san Pedro y sus sucesores , y tan mal orde<br />
nado como este que somete nuestras facultades á las del me<br />
tropolitano , permitiéndole instituir á los Obispos electos, á<br />
quienes el soberano Pontífice hubiese en su sabiduría, por di<br />
ferentes casos y circunstancias, retenido la institucien? ¿Asi.se<br />
hace juez y corrector de la conducta del supremo jerarca á<br />
quien es inferior suyo en la jerarquía , y que debe tener su<br />
misión j obediencia? ¿Podemos introducir en la iglesia<br />
de Dios esta inaudita novedad de que instituya el metropolita<br />
no en oposición con el jefe de la iglesia? ¿En qué gobierno<br />
bien ordenado se le concede á una autoridad inferior, la facul<br />
tad de hacer aquello que la cabeza del gobierno ha creído no<br />
deber hacer?"<br />
Dejaríamos aqui lo que vamos copiando , en<br />
este argumento que tanta impresión podia cau<br />
sar al emperador, celoso en estremo de sus facul<br />
tades , de su voluntad y poder, si no creyésemos<br />
necesario citar las tres últimas líneas de esta car<br />
ta, para que se vea con qué cuidado en ellas se<br />
retracta el Papa de la parte de escomunion que<br />
habia lanzado sobre el emperador.<br />
"Ofrecemos á Dios los mas ardientes votos a fin de que<br />
se digne derramar él mismo sobre V. M. la abundancia de sus<br />
celestiales bendiciones."<br />
"Fontainebleau 24 de marzo del año 1813 el decimocuarto<br />
de nuestro Pontificado."<br />
Toda la fuerza política de esta pieza tan
interesante y marcada de habilidad, estaba conte<br />
nida en esos dos últimos párrafos. Proponerle<br />
á Napoleón la cuestión de si permitiría, por<br />
ejemplo , él que un mariscal crease á pesar suyo<br />
un coronel, y decirle al mismo Napoleón, que<br />
tanto cuidado tomó en saber hasta el número de<br />
escomuniones publicadas en 15 siglos, que el<br />
mismo que habia podido escomulgar á los fauto<br />
res de la espoliacion de la Santa Sede , rogaba á<br />
Dios ardientemente porque derramase sus celes<br />
tiales bendiciones sobre el autor principal del<br />
despojo, era entrar desde luego en los mas ínti<br />
mos secretos y ecsijencias de su orgullo, y en<br />
segunda verter un bálsamo consolador sobre<br />
una herida que debia serle dolorosa. Dígase lo<br />
que se quiera, la cscomunion le quitaba mas<br />
de una hora de sueño, y para él era muy cier<br />
to que desde que detenia al Papa tan estre<br />
chamente preso, la gloria de las armas fran<br />
cesas iba declinando; el casamiento suyo con<br />
María Luisa no le habia traído la felicidad espera<br />
da. El incendio y los hielos de Moscou esparcieron<br />
el terror y la consternación entre las tropas mas<br />
gloriosas de Europa, y anonadaron aquel ejército<br />
numeroso, que no se esperaba tan desgraciada suer<br />
te. Presentíase ya que solo se conseguirían las<br />
ventajas engañosas de Lutzcn, y que se sucederían
á ellas los desastres de Leipsic. Nadie ignora<br />
ademas hasta qué punto llegaba la superstición de<br />
Napoleón, sobre cuanto tenia relación con su<br />
estrella y con el progreso de su prosperidad. Mas,<br />
dejando esto aparte, la carta citada tenia dos<br />
diferentes caracteres; y el sello particular de dos<br />
hombres distinguidos de la corte romana.<br />
Eran la dignidad y fuerza de los argumentos<br />
relijiosos de esta carta, obra del Cardenal Pacca,<br />
tan dignamente esplanados por el Cardenal di<br />
Pietro, y la delicadeza y sazón de los argumentos<br />
políticos, productos del talento del Cardenal<br />
Consalvi. Sus consejos sirvieron al Papa para tan<br />
importante documento , y les son debidos merecidos<br />
elojios. También los merecen los otros romanos<br />
que viendo retrogradar asi la política de<br />
su corte á ideas que no habian sido las suyas, guardaron<br />
fielmente secreto á sus adversarios y no dejaron<br />
traslucir nada á la policía de Napoleón.<br />
En la mañana del 24 de marzo hizo llamar<br />
el Papa al coronel Lagorsse, *que habitaba en el<br />
palacio, y entregándole 3a carta, le mandó la llevase<br />
en persona inmediatamente á Paris. La orden<br />
la dio en el tono de un hombre que está en<br />
paz con su conciencia; y luego que hubo partido<br />
el coronel, conforme á lo convenido, llamó et Papa<br />
uno á uno en separada audiencia, á cada Car-
denal, y les dijo que habiendo espedido al em<br />
perador la carta en que se retractaba y revoca<br />
ba todas las concesiones hechas desde el fatal con<br />
cordato de 25 de enero , deseaba hacerles conocer<br />
sus sentimientos y les dio á todos á leer la carta<br />
y una alocución preparada al efecto. En ella re<br />
petía el Papa que miraba como nulos el breve que<br />
espidió en Savona y el concordato último, aca<br />
bando con estas palabras:<br />
"Bendito sea el Señor que no alejó de nos su misericordia.<br />
¡El es quien mortifica y quien vivifica! El es quien ha<br />
querido humillarnos entregándonos á una saludable confusión;<br />
pero nos ha sostenido con su mano todopoderosa, dándonos<br />
el apoyo conveniente para que en circunstancias tan difíciles<br />
llenemos nuestro deber. Sea la humillación para nos que<br />
de buena voluntad la aceptamos por el bien de nuestra alma.<br />
¡Para él sean ahora y siempre en todos los siglos, la ecsaltacion,<br />
el honor y la gloria!"<br />
Palacio de Fontainebleau, 24- de marzo de 1813.<br />
Apenas hubo anunciado en estos términos el<br />
Papa á la porción del sacro Colegio que á su lado<br />
pudo reunir, el alentado paso que acababa de<br />
dar, se manifestó en toda su persona un cam<br />
bio repentino. Habia estado sumido hasta en<br />
tonces, constantemente en un dolor profundo<br />
que en su semblante se leia y poco á poco le iba<br />
consumiendo. Volvió á su jovialidad, sus ojos reco<br />
braron la vida y la espresiva gracia que les era
natural; pudo entregarse al sueño y cobrar apetito,<br />
y él mismo lo decia, un grave peso se quitó<br />
del corazón.<br />
Pero ansiosamente se esperaba saber el efecto<br />
que la retractación sorprendente del Papa hubiese<br />
causado al emperador. La revocación del concordato<br />
derribaba los proyectos debidos á la intriga<br />
y en cierto modo dejaba en ridículo el grande<br />
triunfo que con aquel desgraciado acontecimiento<br />
se creyó conseguir. Dijéronse muchas cosas<br />
entonces; desde Paris escribieron que Napoleón<br />
en el consejo de estado anunciando lo sucedido s e<br />
había propasado hasta decir: "si no hago yo caer<br />
de los hombros la cabeza de algunos de ésos cié*<br />
rigos de Fontainebleau jamas se arreglarán estos<br />
asuntos; " y que uno de sus consejeros, conocido<br />
por sus principios anti-religiosos, habiéndole dicho,<br />
nuevo Tomas Cromwell, que para terminar<br />
tanta controversia con el Papa, era tiempo ya<br />
de que el mismo emperador se declarase jefe absoluto<br />
de la relijion del Estado, Napoleón le contesto<br />
en términos familiares, que pintan el sano juicio<br />
y el carácter de moderación que siempre dejaba<br />
descubrir después que se habia entregado á irreflecsivas<br />
vivacidades. í'iVi?, eso seria dar una cantonada<br />
(casser les vitres)." Lo cual Napoleón jamás<br />
quiso, como bien se habrá descubierto en el curso<br />
42
educida á leerles á todos ios Cardenales una orden*<br />
ea la que se decia: "que el emperador estaba<br />
irritad taimo con los Cardenales, porque desde<br />
su* llegada á Font anablao hasta entonces,.- habian<br />
tenido, al Papa en la inaoeion, 35 que si querían<br />
los Cardenales permanecer en dicha ciudad, debían<br />
guardarse de hacer negociación alguna, de<br />
escribir cartas á Francia y á Italia, de hablar de<br />
asuntos con el Papa (obsérvese aqui la ilación de<br />
las ideas); y finalmente, que viviesen en unaimr<br />
pasi bilí dad completa, y se limitasen á. visitar" 41<br />
Padre Sentador mero cumplido) y bien parecer:<br />
y que si se condujesen de otro modo , corría peligro<br />
su libertad.." Leída por el coronel esta orden<br />
al Cardenal Pacca, le preguntó si prometía cumplir<br />
con las dos cosas que ecsijia el emperador.<br />
Nada respondió el Cardenal en cuanto á la indicación,<br />
común a él y al Cardenal Consalvi, de que<br />
advirtiese al Papa del destierro del Cardenal di<br />
Pietro; y respecto 4 la. segunda indicación , dijoque<br />
procuraría medir su conducta, de modo que<br />
no>diese motivo; al emperador para quejarse; pero.que<br />
no podía prometer lo que ecsijia en la orden<br />
escrita,, porque tal vez podría suceder que le<br />
diese el Papa alguna orden que estuviese en<br />
oposición con esta promesa. "Entonces, repuso el<br />
coronel (siempre son por lo regular hombres de
guerra los que común ican las órdenes de Napo<br />
león á hombres de Iglesia). ¿ Vuestra Eminencia<br />
obedecería si el Papa le [mandase tratar asuntos<br />
con alguno, y escribir 6 enviar algún escri<br />
to?" — " Sin duda, respondió el Cardenal, por<br />
que muchas veces le he prometido con juramentos<br />
solemnes, fidelidad y obediencia."—"Declare á lo<br />
menos, V. E. por escrito, repuso el coronel, que<br />
le he comunicado las órdenes del emperador." To<br />
mó la pluma el Cardenal y escribió: "líe visto,<br />
B Cardenal Pacca."<br />
Dos decretos del emperador se publicaron<br />
con las fechas de 13 de febrero "y 25 de marzo.<br />
Por el primero se declaraba ley del imperio el<br />
concordato, insertándose en el Boletín de las Le<br />
yes (núm. 488), y por el segundo se le declaraba<br />
obligatorio para todos los Arzobispos y Obispos del<br />
imperio y del reino de Italia. La publicación de es<br />
tos dos decretos causó elftemor al pronto de que lle<br />
vara Napoleón al estremo la ejecución del concor<br />
dato; pero no quiso Napoleón aumentar el descon<br />
tento del pueblo causando un cisma en la iglesia:<br />
quiso solamente preparar sus proyectos para la<br />
época de su vuelta, de una campaña la mas terri<br />
ble de todas, y en la cual iba un héroe tan ama<br />
do del dios de la guerra para venir después hu-<br />
yend) hasta la frontera de Francia
Los Cardenales afectos al Santo Padre le aconsejaron<br />
hacer algún acto que sirviese en adelante<br />
de protesta contra dichos decretos para que nunca<br />
fuese acusado de indecisión ó de haber prestado<br />
su tácito consentimiento. £1 Papa redactó y<br />
comunicó en 9 de mayo á todos los Cardenales<br />
una alocución en la que se referia á la carta remitida<br />
al emperador, anunciaba el destierro del<br />
cardenal di Pietro , la publicación de los dos decretos<br />
; advertia á los metropolitanos que no<br />
diesen fe alguna á un acto no consumado y sí revocado,<br />
y dirijia á S. M. el emperador y rey una<br />
nueva súplica para que se hiciese otro tratado sobre*<br />
bases mas compatibles con los deberes de la<br />
Santa Sede. Por orden del Papa emprendieron<br />
los Cardenales después otro trabajo mas espinoso:<br />
la redacción de una bula que sirviese de reglamento<br />
al futuro cónclave, si á las calamidades de<br />
la época se agregase la desgracia de fallecer el<br />
Santo Padre. Aunque supérflua esta precaución,<br />
fue con todo de sabios prevenirla.<br />
Se observará aqui que Napoleón no quiso<br />
castigar, de los autores de la carta del 24 de marzo,<br />
sino al que tuvo parte en su redacción respecto á<br />
los argumentos relijiosos; es decir, al Cardenal di<br />
Pietro, desentendiéndose del Cardenal Pacca, uno<br />
de los aconsejadores, mas activos de esta medida,
y «Id hábil Cardonal Consalvi, autor de los argumentos<br />
políticos que se aducían en este documento.<br />
Pasaban los días en medio de este estado de agonía,<br />
y entre el fastidio de una vigilancia importuna.<br />
Empleáronse otros medios para comprometer al<br />
Papa. Algunos franceses, al servicio del Padre Santo,<br />
se empeñaron en hacerle ridículo; y le repre»<br />
sentaban como á un hombre ocioso y casi idiota,<br />
«|ue nunca pedia un libro á la biblioteca, que jamás<br />
salia á pasearse. El Papa recibía siempre y á todas<br />
horas á los Cardenales; y daba audiencia muy<br />
á. menudo á los Obispos franceses. Verdad es que<br />
MLO salia de casa, y tal vez en esto hacia mal. Creyó<br />
que permaneciendo en su cuarto con tal obstinación,<br />
verificaba con mayor evidencia su estado de<br />
•cautividad, y así también no se veia en la necesidad<br />
de sufrir la presencia de los que le hubieran<br />
seguido al paseo, según órdenes dadas. Quizá era<br />
ya una. espacie de libertad el no ver la facha soez<br />
de esta clase de carceleros, que por lo regular<br />
guardan del mismo modo á un prisionero político<br />
que á un galeote. Varios á quienes aludo kan debida<br />
arrepentirse de la líjereza con que hablaron<br />
del Padre Santo , antes de presentarse en su audiencia*<br />
li<br />
Vamos, decían estos, á oir cuentos sobre<br />
Tivoü, Imola y Cesena."<br />
El Papa no leía porque le faltaba tieuipo pa-
a ello; y por lo que kaee á los cuentos de Tivoli,<br />
Imola y Oesena, debieron tener presente los que<br />
tal cosa dijeron, que después del concordato de<br />
enero, no hubo entre ellos y el Padre Santo* sí<br />
una sola conversación familiar. Desde este acón-:<br />
tencimiento, y después de la carta del 24 de marzo,<br />
pintáronse en el semblante del Padre Santo el<br />
abatimiento , la tristeza y la desconfianza. Y si<br />
alguna vez habló el ilustre cautivo de lo que se le<br />
imputa i fue sin duda porque no debia hablar: de<br />
otros asuntos. Qué ¿ debia entretener., acaso , a<br />
todos;, con la narración de sus desgracias, .de sa<br />
cautiverio en Fontanablao; debía, hablarles de la<br />
violación de los derechos de la Santa Sede., del<br />
insaciable soldado que se hacia negociador por<br />
medio de un empleado en policía, que sustituía á<br />
la investigación de espl orador Ja de clérigo?<br />
Absurdo es el creer que el sabio benedictino dé<br />
Cesena, que el erudito custodio de la biblioteca de<br />
S. Pablo no gustase de la lectura.<br />
Se le ha hecho otro cargo al Pontífice por un»<br />
de sus subalternos que vivían en el mismo palacio.<br />
Escribió este que el Papa se entretenía ea<br />
remendar sus vestidos, coser botones, lavar ios<br />
capisayos que manchaba con tabaco. £1 que con*<br />
taba tales pormenores al gobierno ignoraba sia<br />
duda, que hijo el Papa- de una relijion ejemplar
isima, contrajo en ella la costumbre del orden<br />
y de la economía (cuando nombraron Papa á<br />
Pió VII llevaba ya 42 años de claustro). Por un es<br />
píritu de humildad no se atrevía á ecsijir nada, ni<br />
aun de sus criados; y como lo observó ya mara<br />
villado el jeneral Radet, el buen relijioso dormía<br />
en una cama sin colgaduras, conservando en el<br />
trono las costumbres del anacoreta.<br />
Estos modos diversos de hacer daño á Pío VII<br />
no debían surtir efecto para con el emperador, que<br />
de tanta penetración estaba dotado. Aunque su<br />
cedía, sin embargo, que con cualidades tan apro<br />
piadas para descubrir la verdad, hallaba crédito<br />
para con él la malicia mas leve, y se veía reducido<br />
á pesar de lo autócrata que era, á obedecer á im<br />
pulsos no suyos , á Napoleón mas que á nadie des-<br />
convenia poner en ridículo las flaquezas de Pío VII.<br />
El mismo Napoleón, deseando mandar por sí solo,<br />
dispuesto á no doblegarse á impresión alguna<br />
que otros le comunicasen, cedía siempre al pri<br />
mer ímpetu violento , del que probablemente se<br />
arrepentía después.<br />
Prohibió, pues, el emperador á los Cardenales<br />
que le hablasen al Papa de asuntos, sopeña de<br />
la pérdida de su libertad: porque en la notifica<br />
ción del coronel Lagorsse no se espresó la pena<br />
de muerte, que solo se comunicó confidencialmen-
te al consejo de Estado. De todas las partes de<br />
Francia, venían entre tanto, personas eclesiásticas<br />
y aun legas, para buscar en Fontanablao instrucciones<br />
en tales desórdenes, y para alcanzar dispensas<br />
y otras gracias espirituales.<br />
El 2 de mayo ganó el emperador la batalla de<br />
Lutzen, y apenas llegó la nueva á Paris, que espidió<br />
María Luisa sin duda por disposición del emperador,<br />
un paje al Papa con una carta, en la cual<br />
le anunciaba la victoria, como un suceso que debia<br />
serle lisonjero. La noticia, empero, no debia producir<br />
regocijo á los Prelados italianos; no porque<br />
desearan ellos el mal de la nación francesa y de<br />
sus ejércitos, sino porque el triunfo de aquel que<br />
en destierros ó en abatimiento los tenia, podía<br />
presaj ¡arles únicamente mayores penas y situación<br />
mas triste.<br />
Los Cardenales se reunieron para concertar<br />
una respuesta, en que sin faltar á las leyes de la<br />
urbanidad y cortesía, no arriesgasen frase alguna'<br />
de felicitación, que después imprimieran en lasgacetas<br />
y causara enojos á las potencias enemigas<br />
de Francia, que por el Papa habian intercedido.<br />
Sospechábase que algunos buenos procedimientos<br />
últimos de Napoleón nacían de haber el<br />
Austria intercedido por el Santo Padre. Era menester,<br />
pues, que el cautivo no escribiese como un<br />
43
amigo satisfecho. La contestación fue breve, fria;<br />
y para que las simples espresiones de dar gracias<br />
por la comunicación de la noticia no viesen nun<br />
ca la luz pública , se mezclaron artificiosamente<br />
con una queja muy sentida de la conducta que<br />
el gobierno tenia con la corte romana.<br />
Semejante respuesta cortó desde el principio<br />
una correspondencia que queria seguirse en Pa<br />
ris para hacer creer al pueblo y á los estranjeros<br />
que las negociaciones iban a continuarse con el<br />
Papa.<br />
Súpose en Fontainebleau, durante el curso del<br />
verano, que se habia concluido im armisticio en<br />
tre el ejército francés y el de los aliados, y que<br />
bajo la mediación del emperador de Austria se<br />
tendría en Praga un congreso para tratar de la<br />
paz jeneral. Aconsejaron entonces al Papa que no<br />
se quedase pasivo en esta circunstancia , y se<br />
aprovechara de ella para reclamar á la faz de<br />
Europa sus derechos y los de la Santa Sede al<br />
estado romano. En su consecuencia Su Santidad<br />
escribió de su propio puño una carta espresando<br />
dichos sentimientos al emperador Francisco I,<br />
notándose en la redacción de este documento las<br />
importantes miras, y la política del Cardenal<br />
Consalvi.<br />
Tenia este documento una particularidad , y
era la de recordar las señales de interés dadas al<br />
Papa de orden de este piadoso monarca por su<br />
ministro el conde de Metternich, mientras se detuvo<br />
en Savona. Se dirijió la carta á monseñor<br />
Severoli, nuncio pontificio en Viena, y el paquete<br />
se entregó secretamente al conde Tomás Bernetti,<br />
sobrino del Cardenal Brancadoro, actualmente<br />
Cardenal, y secretario de estado del Papa<br />
Gregorio XVI. El joven embajador fue á Maestrichtj<br />
y de allí, por medio de Mr. Vander Wecfc,<br />
con quien conferenció en aquella ciudad , pasó á<br />
Viena y entregó los pliegos al nuncio Severoli.<br />
La comisión se ejecutó fielmente, á pesar de la<br />
vijilancia de la policía del gobierno francés El<br />
Cardenal Consalvi y los Cardenales del consejo<br />
íntimo pensaron que la carta del Papa debia considerarse<br />
como una protesta contra la ocupación<br />
del estado pontificio; y que era preciso enviar está<br />
reclamación, mucho mas después de la publicación<br />
del concordato de 25 de enero; con el fin ole oponerse<br />
á cualquiera que en el congreso de Praga<br />
hubiese querido argüir de un artículo del concordato,<br />
que el Papa habia hecho ana renuncia tácita<br />
de los dominios del estado romano.<br />
No dejaban en Paris de buscar modos de tantear<br />
una reconciliación con el Papa; ¿y quién se<br />
creerá que fue la primera persona que apareció en
escena para mediar entre el sacerdocio y la Fran<br />
cia ? ¿ querrá creerse 1 \ una mujer ! la marquesa<br />
Ana Brignole, natural de Sena, casada en Ge<br />
nova , mujer de mucha penetración y espíritu,<br />
adicta á Francia, lo cual le habia valido la con<br />
sideración del emperador, y en aquella época<br />
dama de la emperatriz María Luisa. Una tarde<br />
llegó a Fontainebleau inesperadamente (en el<br />
mes de noviembre) y pidió una audiencia al Car<br />
denal Consalvi, á quien conocía mucho tiempo<br />
hacia. Le dijo que el príncipe de Benevento, des<br />
pués de una larga conferencia con el emperador,<br />
habia hecho la llamasen para rogarla que se<br />
presentara en Fontainebleau, y noticiase á alguno<br />
de los ministros del Papa que de nuevo querían<br />
avenirse con la Santa Sede, y cuan del caso se<br />
ria enviase Su Santidad á Paris un Cardenal que<br />
residiera en la corte del emperador. Consalvi dio<br />
cuenta al Papa en el mimo dia, y habló también<br />
con muchos de sus colegas déla misión de aque<br />
lla dama, y de la proposición que habia venido á<br />
hacer. Después de una corta conferencia se dio la<br />
respuesta de que ya no era tiempo, ni Paris era<br />
el lugar á propósito para tratar nuevamente de<br />
los asuntos de la iglesia.<br />
Mucho debia sentir el emperador no haber<br />
seguido siempre sus impulsos propios que le in-
diñaban muy á menudo á contemporizar con el<br />
Papa, y no haberse abandonado, él que era tan<br />
completo en sus opiniones, y quería mostrarse<br />
habitualmente tan reflccsivo en el ecsámen de los<br />
asuntos importantes, á los engañosos avisos de<br />
aquellos que le habian conducido á un sistema<br />
tan peligroso de persecución: sistema que soste<br />
nido con los buenos sucesos de la guerra, se quie<br />
bra al primer contratiempo, y es preciso enton<br />
ces ceder, y aun huir de los ofendidos como de<br />
lante de las tropas victoriosas. Dice el Cardenal<br />
Pacca, que la contestación dada á madama Brig-<br />
nole, embajador por cierto muy extraordinario,<br />
prueba perfectamente que la corte romana cono<br />
cía su nueva posición , y con razón tenia un len<br />
guaje mas seguro, aunque todavía se hallaba en<br />
poder del emperador.<br />
A la despedida de la embajadora el Cardenal<br />
Consalvi que hacia las funciones de primer minis<br />
tro vio succederse un enviado eclesiástico, monse<br />
ñor Fallot de Beaumont, á quien respondió el Papa<br />
que no podia cambiar nada en sus sentimientos.<br />
Volvió este en enero de 1814 á ofrecer al Santo<br />
Padre, Roma y las provincias hasta Perosa. Le<br />
dijo el Papa que no escuchaba negociación algu<br />
na porque la restitución de sus estados era un ac<br />
to de justicia y no podia ser asunto de un tratado
y ademas, que todo cuanto hiciese sin estar en<br />
Roma parecería efecto de la violencia y seria dar<br />
escándalo al mundo cristiano. En el progreso de<br />
la conversación le manifestó el Papa que no pedia<br />
otra cosa mas que volver á Roma cuanto antes<br />
fuese posible, que de nada tenia necesidad, pues la<br />
providencia lo conduciría. A las observaciones<br />
particulares que se le hicieron sobre el rigor de<br />
la estación y dificultoso camino, contestó que nin<br />
gún obstáculo lo detendría. "Puede ser, dijo, que<br />
„ nuestros pecados no nos hagan digno de ver á<br />
„Roma; pero nuestros sucesores recobrarán los<br />
M estados que les pertenecen; y añadió: le pueden<br />
„ asegurar al emperador que no somos su enemi-<br />
„ go: la religión no nos lo permitiría. Amamos<br />
„ á Francia y luego que estemos en Roma se verá<br />
„ como hacemos lo que es regular."<br />
Cuan penosa era menester que fuera la nece<br />
sidad y apuro en que el emperador se encontraba<br />
para que no suspendiese sus jestiones sobre un<br />
tratado , que evidentemente se veia no podia<br />
conseguir! ¡Y cuan tierna es esa respuesta del<br />
Papa: jnteilen asegurarle al emperador que, no<br />
somos su enemigo ! Verdad era esto , y aun puede<br />
decirse mas : el emperador uo era enemigo del<br />
Papa. Mucho mas le hizo , lo humilló , lo morti<br />
ficó, dispuso aquellas traslaciones y viajes que
pudieron causarle la muerte; en persona fue á<br />
obligarle, con el cebo del regreso de sus aprecia<br />
dos Cardenales, á cometer la única falta que há<br />
cometido este gran Pontífice, pero siempre apartó<br />
de su intención y voluntad toda directa violencia.<br />
No era Napoleón muy esperto en política católica,<br />
na conocía en donde por su propio interés debia<br />
parar la ecsij encía de la fuerza: ¿ignoraría él tal<br />
vez, que hasta en el orden'étÜHti&iap&tencia que<br />
es activa en eseeso , crea por sí misma y encuen<br />
tra ai cabo una resistencia que no puede vencer?<br />
Por apartado que estuviese Napoleón en sus guer<br />
ras siempre le tenían sobresaltado los pretendidos<br />
ataques de la corte romana, aunque la Santa Se<br />
de no hizo jamás otra cosa que defenderse, y de<br />
fenderse justamente, en toda esa guerra moral<br />
que'fué tan desgraciada para el emperador. Aun<br />
pudiera decirse que el grande interés católico<br />
que Napoleón creó por sí mismo en Paris , fue el<br />
jermen del movimiento realista que dio después<br />
los últimos golpes á su poder.<br />
Entre la primera y segunda misión de Mr. de<br />
Beaumont, se hizo otra tentativa indirecta, pre<br />
tendiendo conseguir algo por medio de un coro<br />
nel de jendarmería. Hablaba el Cardenal Pacca<br />
con el Cardenal Consalvi en el cuarto de este úl<br />
timo ; cuando, sin hacerse anunciar, entró el
Coronel Lagorsse. Díjoles que se alegraba encontrar<br />
juntos á ambos, pues quería hablar á sus eminencias<br />
; y entonces les hizo instancias repetidas<br />
para que se ocupasen de un nuevo acomodo con el<br />
Papa. El Cardenal Consalvi respondió con la mayor<br />
franqueza, preguntándole como entrarían los<br />
Cardenales en esta negociación, si tenían orden de<br />
no hablar al Papa de asuntos. El mismo coronel<br />
fue quien comunicó dicha orden á los Cardenales,<br />
prohibiéndoles hablar de negocios al Pontífice.
CAPITULO VEINTE Y SEIS.<br />
NAPOLEÓN DISPONE LA VUELTA DEL PAPA A ROMA.—<br />
REFIÉRESE SU VIAJE Y LA ORDEN DADA POR EL GO<br />
BIERNO PROVISIONAL PARA QUE SE LE HAGAN LOS'DE-<br />
-<br />
SIDOS HOSOREH.—ENTREVISTA DEL PONTÍFICE Y JOA<br />
QUÍN EN CESENA.—ESCRIBE LUCIANO BONAPARTE AL<br />
PAPA, Y EL PAPA A LUÍS XVIII.—CONSALVI ES EN<br />
VIADO A PARÍS.—MR. DE TALLEYRAND ES MINISTRO<br />
DE Luis XVIII. — ENVÍA ESTE UN EMBAJADOR AL<br />
PAPA.<br />
Se habian agotado ya todos los medios de<br />
conciliación; la dama, el Obispo , el coronel,<br />
otra vez el mismo Obispo, fueron en vano á<br />
Fontainebleau. Poco tiempo después de la última<br />
visita de Mr. de Beaumont, entraron por el<br />
ancho patio del castillo , y fueron poniéndose en<br />
fila varios coches vacíos, y en aquel mismo dia<br />
Mr. Lagorsse, que habia sido llamado á Paris volvió<br />
, y sobre comida dijo á los Cardenales, dirijiéndose<br />
principalmente al Cardenal Mattei, que<br />
iba á comunicarles una grande noticia : les dijo,<br />
44
34 6<br />
tenia orden para disponer que partiese el Papa al<br />
dia siguiente , y conducirle lo mas pronto posi-<br />
á Roma.<br />
Al instante se apresuraron muchos Cardenales<br />
á ir á participar al Papa este acontecimiento y<br />
á pedirle que insistiese en ser acompañado duran<br />
te el viaje por tres Cardenales, ó á lo menos dos,<br />
ó uno por último si no podia conseguirse otra cosa.<br />
Lagorsse se presentó ante Su Santidad, y con un<br />
tono respetuoso le intimó la orden de partida para<br />
la mañana siguiente. El Papa según los consejos<br />
que habia recibido y aprobado, pidió por compa<br />
ñeros de viaje á tres Cardenales, después á dos,<br />
luego á uno solo; pero le fue respondido que no<br />
lo permitían las instrucciones dadas por el gobier<br />
no , que no debia llevar tn su coche, mas que á<br />
Mr. Bertazzoli, } r<br />
en otro coche de comitiva al<br />
doctor Porta , su médico , y uno de los cirujanos<br />
del emperador, encargado de tener un especial<br />
cuidado de la salud de Su Santidad.<br />
Al otro dia ,T23 de enero de 1814, el Papa<br />
después de haberlo-ido misa se retiró á su dormi<br />
torio, donde recibió á todos los Cardenales que se<br />
hallaban en Fontainebleau. Con sereno rostro les<br />
dijo que estando en vísperas de separarse de ellos<br />
sin conocer el sitio á donde tal vez sería conduci<br />
do, y sin saber si tendría el consuelo de volverlos a
ver, los habia llamado para manifestarles sus sentíwíentos<br />
é intenciones, y continuó en seguida:<br />
" Intimamente, estamos persuadidos de que vosotros , señores<br />
Cardenales*, reunidos, ó dispersos nuevamente por diversos<br />
países, tendréis siempre Ta conducta que conviene á<br />
vuestra dignidad y á vuestro carácter; pero no obstante, os recomendamos<br />
de dar á conocer en todas vuestras acciones y en<br />
cualquier lugar, á que seáis trasladados , el dolor que debéis<br />
justamente sentir de vea á la iglesia padecer tan temibles y lastimosas<br />
calamidades y contemplar á su jefe cautiyo. Al Cardenal<br />
deán del sacro colejio dejamos unas instrucciones escritas de<br />
nuestra propia mano, que os serán comunicadas por- su Eminencia<br />
para que 03 sirvan de regla y guia. No podemos dudar<br />
de que os mostrareis fíeles, á los juramentos que hicisteis-cuando<br />
•vuestras promociones al concordato, y de que os encontrarán,<br />
siempre celosos defensores de los derechos de la Santa Sede.<br />
Espresaraente no os mandamos (inusitadas palabras en boca de<br />
fío-Vff) no prestaros á ninguna estipulación de tratado ni sorbía<br />
lo espiritual, ni sobre lo temporal;,, porque tal es en este<br />
punto nuestra firme, y absoluta voluntad."<br />
Quedaron los Cardenales vivamente con m o vi -<br />
dos , algunos de ; .ellos vertieron lágrimas,, y prometieron<br />
todos fidelidad y obediencia a las palabras<br />
dé sil soberano. El Pontífice tomó.algún ali •<br />
mentó y continuó conversando con los¡ Cardenales;<br />
s-obre ;cosas >i nd-iíeren-tes sin perder la serenidad<br />
que DioSíleliabia vuelto, nila suave jovialidad que<br />
pro*lucia una justa esperanza de recobrar su li-<br />
.bertad.<br />
Acompañado por todos fue á la capilla, del
castillo para hacer una corta oración. Bendijo al<br />
pueblo reunido, bajó al patio, y oyendo los sollo<br />
zos de tantas personas que alli reunidas se pre<br />
guntaban cual seria la suerte que tenia reservada,<br />
subió al coche , preparado para él, con monse<br />
ñor Bertazzoli. Se cree que el Cardenal Consal<br />
vi era el autor de las instrucciones dadas al deán<br />
de los Cardenales , en las que todos los casos es<br />
taban previstos , y cada cual veia trazada su con<br />
ducta con precisión sin poder separarse de ella.<br />
Al dia siguiente partieron también de Fontai<br />
nebleau los Cardenales Matte , Dngnani, de ella<br />
Somaglia y Pacca; y los demás los imitaron á los<br />
pocos dias. Al Papa lo condujeron desde luego a.<br />
la Motte Benvron , á Brives, á Montauban, á<br />
Castelnaudary , donde le fueron presentadas mu<br />
chas señoras. Dice el Cardenal Pacca espresamen-<br />
te en su relación , que en esta última ciudad un<br />
jendarme , rehusando dejar paso auna señora, la<br />
dio una bofetada; y cuenta el mismo Cardenal que<br />
al tiempo de pasar el Rlióne por el puente de bar<br />
cas desde Beaucaire á Tarascón, los habitantes de<br />
aquellos dos pueblos se reunieron para ofrecerle<br />
los testimonios de su mas tierna veneración. Por<br />
todas partes se oian aclamaciones de alegría,,<br />
aplausos , felicitaciones. Entonces el coronel La-<br />
gorsse dijo á todo aquel pueblo: "¿ qué haríais si
pasara el emperador í"y todos respondieron, le<br />
daríamos á beber el agua del rio. En Orgon tam<br />
bién habiéndose incomodado el coronel con la jen-<br />
te, uno de los hombres mas violentos de ella le<br />
gritó : " ¿qué es eso, coronel, acaso tiene usted<br />
sed ? " Tales eran las ardientes disposiciones de<br />
aquellos pueblos del mediodía de Francia.<br />
Napoleón no dejaba de ser desgraciado en la<br />
guerra. Contra los esfuerzos de su jen i o, á pesar<br />
de sus movimientos rápidos y cálculos brillantes,<br />
Francia era invadida, y la capital iba á ser toma<br />
da. El Pontífice entretanto continuaba su glorio<br />
so viaje, en el que iba sin embargo á contener su<br />
marcha.<br />
Una inmensa revolución hubo en París con<br />
motivo de la entrada de las tropas estranjeras en<br />
la ciudad. El gobierno provisional en 2 de abril<br />
dio el siguiente decreto:<br />
"Instruido el gobierno provisional, con dolor, de los obstáculos<br />
que se han opuesto al regreso del Papa á sus estados, y<br />
deplorando esta continuación de los ultrajes que Napoleón Bo -<br />
ñaparte hizo sufrir á Su Santidad , ordena y manda que cese<br />
toda tardanza en su viaje y que por toda su ruta se le rindan<br />
los honores que le son debidos. Las autoridades civiles<br />
y militares quedan encargadas de la ejecución del presente decreto."<br />
Estaba sellado con las armas del príncipe de<br />
Benevento, y firmado por este, por el duque de
SSfl<br />
Dalberg, el jeneral conde Beurnonville. Mr. Jan»<br />
court y el abate de Montesquieu.<br />
Trató el vircy de Italia al Papa con un gran<br />
respeto y le facilitó los medios de llegar a<br />
Parma; de alli pasó á Cesena , donde dio una<br />
nueva prueba de la belleza y jenerosidad de su<br />
alma. Bastará con referir sencillamente este rasgo<br />
suyo de que no ha dejado ejemplo la antigüedad.<br />
El rey Joaquín Murat solicitó presentar sus ho<br />
menajes al Papa Pió Vil : al momento fue admi<br />
tido á la audiencia de Su Santidad. Después de<br />
los primeros cumplimientos, Joaquin aparentó que<br />
ignoraba el objeto del viaje del Papa.— U<br />
A Roma<br />
es á donde vamos, le dijo Pió VII; ¿ podíais igno<br />
rarlo vos?—¿Cómo, vuestra Santidad se determi<br />
na asi á entrar en liorna?— Parece que no hay<br />
nada mas natural. —¿Vuestra Santidad quiere ir<br />
á pesar de los romanos?—No podemos compren<br />
deros.—Los principales personajes de Roma y los<br />
particulares ricos de la ciudad me han rogado<br />
que liaga llegar á las potencias aliadas una espo-<br />
sicion firmada por ellos, en la que piden no ser<br />
gobernados ya mas que por un príncipe seglar.<br />
He aqui la reclamación ; una copia he remitido<br />
al congreso de Vicna y guarde la orijinal que pre<br />
sento á vuestra Santidad para que vea las fir<br />
mas." A estas palabras tomó el Papa de las ma-
nos de Joaquín la esposieiou que le alargaba, y<br />
sin leerla, aun sin mirarla, la echó en un brasero<br />
¿rae alli había, y la vio consumirse al instante;<br />
después añadí© ¿ ". Actualmente ^=no es eso 4 ya no<br />
hay nada que se oponga á que vayamos á Roma?"<br />
Despidió en seguida sin sombra de enojo , sin cólera<br />
, sin tomar el tono del insulto á aquel mismo<br />
que en 1809 envió pana asegurar su captura<br />
las tropas de Ñapóles. Este rasgo de un cristiano,<br />
de im soberano clemente, de un político si se<br />
quiere, obrado sin preparación alguna ni asomo<br />
de ostentación orgullosa, que por el mismo Joaquín<br />
se ha sabido; este perdón concedido tan<br />
prontamente á los mas peligrosos de sus vasallos,<br />
y la jenerosa y sencilla consecuencia que sacó él<br />
Papa de su fácil, regreso á Roma, asustaron á Joaquín<br />
, que .no estaba del todo desinteresado en<br />
aqiiel asunto, si como se dice solicitó el las firmas<br />
que contenia la esposícion , y no se atrevió á poner<br />
mas obstáculos á la marcha triunfal del Poníffice.<br />
En 11 de abril escribió Luciano Bonaparte<br />
desde Inglaterra una carta á Su Santidad, en la<br />
que.se distinguían los siguientes pasajes:<br />
"Permítame Vuestra S&ntidao. felicitarle de lo íntimo "de<br />
mí corazón, por su feliz aunque tardía libertad, por Ta que bre<br />
mos hecho incesantes y fervientes votos, desde que la perse-
cucion nos arrancó del asilo que disfrutamos bajo vuestra protección<br />
paternal Aunque injustamente perseguido por<br />
el emperador Napoleón, no puede serme indiferente el azote<br />
divino que acaba de herirle. He aqui el único momento, de<br />
diez años á esta parte, en el que todavia conozco que soy su<br />
hermano. Le perdono, le compadezco , y hago votos para que<br />
una vez entre en el gremio de la iglesia y adquiera un dere~<br />
rho á la induljencia (1) del padre délas misericordias y oraciones<br />
de su vicario Pronto a partir de esta feliz Inglaterra,<br />
donde he pasado una larga aunque llevadera y honrosa<br />
cautividad, ruego á vuestra Santidad que nos conceda á mí, á<br />
mi mujer y á nuestros hijos su bendición , mientras vamos en<br />
persona á recibirla postrados á sus pies.<br />
El Papa escribió el 30 del mismo mes desde<br />
Cesena á S. M. Luis XVIII, y después de felicitar<br />
le, se esplicaba de este modo:<br />
"El obispo de. Troyes (Mr. de Boulogne), co<br />
nocido por su piedad, va directamente encargado<br />
de dar á conocer á V. M. las heridas que en la<br />
constitución del Senado han hecho á la relijion<br />
y á la iglesia. . .. Señor (sirc) los reinos de la<br />
tierra son transitorios , y el solo reino del cielo<br />
es el que no se acaba. Rogamos á V. M. abra<br />
los ojos antes de firmar una constitución tal..<br />
Después de haberos recomendado los intereses de<br />
la relijion, ahora nos creemos con la obligación<br />
(I) Tales son las palabras del orijinal, que el verdadero cristiano<br />
reprobará sin duda.
de recomendaros los Estados de la Santa Iglesia:<br />
que lo que es del César sea entregado al César y<br />
lo que es de Dios se dé á Dios. Las altas potencias<br />
aliadas, con aplauso del mundo entero, parecen<br />
animadas del espíritu de estas palabras, y esperamos<br />
nos de ellas nuestros estados á pesar de<br />
los obstáculos que podra suscitar el que (Joaquín)<br />
ocupa todavía en este momento nuestra capital<br />
y la mayor parte de nuestros antiguos dominios."<br />
El Papa en un post-scriptum de su mano reclamaba<br />
los archivos arrancados de Roma colla<br />
sólita violenza.<br />
En triunfo entró en Ancona Su Santidad el<br />
12 de mayo recibido con indecible alegría.<br />
Una porción de marineros vestidos uniformemente<br />
quitaron los caballos del coche, ataron<br />
cordones de seda encarnada y amarilla y tiraron<br />
de él, en medio de gritos de júbilo, del estruendo<br />
de la artillería de la plaza y del sonido de las<br />
campanas de todas las iglesias. Se apeó en la plaza<br />
de S. Agustín, dio la bendición desde un arco<br />
triunfal; de allí fue á la Lonja desde donde bendijo<br />
el mar; después fue á aposentarse al palacio<br />
Pichi donde permaneció hasta el 14. El 13 coronó<br />
en la catedral la imajen de la Vírjen, bajo la<br />
advocación de Regina Sanctorum Omnium. El 14<br />
45
partió para Orsino y le acompañó hasta Loreto un<br />
guardia de honor vestido de rojo.<br />
En el curso de este viaje mandó recojer con<br />
benevolencia á madama Leticia, que acudió pi<br />
diendo un asilo en Roma, y al cardenal Fesch á<br />
quien trató con particular bondad. Cuando supo<br />
la procsimidad del Cardenal dijo: "que venga, que<br />
venga: vemos todavía la diligencia con que se nos<br />
,,presentaron en Grcnoblc sus vicarios, y Pió VII<br />
„110 puede olvidar el valeroso ánimo con que<br />
„se supo prestar el juramento proscripto por<br />
„Pio IV " (1).<br />
Unos comisarios pontificios se presentaron á<br />
tomar posesión de Roma, y encontraron en los<br />
aposentos del Papa en el Vaticano el depósito que<br />
se ocultó alli en 1809 de los objetos mas preciosos,<br />
consistente en ornamentos pontificales llenos de<br />
joyas v una suma de oro de 30,000 escudos. Algu<br />
nas personas relijiosas sabiun la ecsistencia de este<br />
depósito, pero lo tuvieron siempre callado.<br />
Envió el Papa con un breve que lo acredita<br />
ba cerca de la persona de Luis XVIII al Carde<br />
nal Consalvi, y en otro breve reclamó contra el<br />
tratado de Tolentino.<br />
Por entonces escribió al cardenal Consalvi el<br />
(I) Asi el orijinal: parece debe decir VI y no IV.
príncipe de Benevento, hablándole; del rey<br />
Luis XVIII, restituido como Su Santidad, á<br />
los votos de sus subditos, después de largos<br />
padecimientos; y asegurándole que S. M. tenia<br />
.intención de mantener las relaciones de- amistad<br />
que hubo siempre entre sus predecesoresj y la<br />
Santa Sede.<br />
Nombrándome S. M. sil ministro secretario de Estado y de<br />
negocios estranjeros, me ha puesto en el caso de hablarle con<br />
frecuencia de los intereses del Padre Santo, de sus virtudes,<br />
de cuanto puede consolidar la unión de ambas cortes. Jamas<br />
desperdiciaré esta ocasión, bien persuadido de que Vuestra<br />
Eminencia cuidará por su parte de robustecer una reconciliación<br />
por tanto tiempo y con tanto ahinco deseada. Gratísimo<br />
•es para mí el renovar [en momentos mas felices mi antigua<br />
correspondencia con V. 2?.<br />
¿No parece , en vista de esto , que Mr. de Talleyrand<br />
vuelve á tomar el hilo de su correspondencia<br />
con el Cardenal, desde cuando la dejó* en<br />
9 de octubre de 1805? Por lo; que hace á Roma,<br />
eesistian en ella el mismo Señor, el mismo principio,,<br />
el mismo ministro : por lo que hace á Francia,<br />
mandaba en ella un hermano de Luis XVI,<br />
con otro principió, y sin embargo, era ministro<br />
el que lo fue de quien habia ocupado el lugar del<br />
lejítimo soberano. .<br />
Entre los documentos oficiales de aquella época<br />
, hay una carta autógrafa del' Papa , escrita en
italiano, y dirijida á Luis XVIII de parabién y<br />
sincera enhorabuena.<br />
Nuestro corazón no está aun satisfecho, si no añadimos<br />
otra carta de propio puño. Permitid , pues , señor , que mas<br />
para satisfacción nuestra, que para vuestro convencimiento<br />
os repitamos que ahora en nuestra alegría, bien podremos decir,<br />
como el anciano Simeón : "Ahora , señor, saca en paz de<br />
este mundo á tu siervo."<br />
El Papa hizo su entrada solemne en Roma el<br />
24 de mayo ( 1).<br />
(1) No debe olvidarse la prueba particular de veneración que dio al Pa<br />
dre Santo en esta sazón el doctor Santiago Bresca , médico en Roma. Era<br />
este doctor descendiente de la familia del capitán de san Remo, que en<br />
1586 se hizo célebre bajo el reinado de Sisto V cuando este Pontífice<br />
mandó erijir en la plaza de San Pedro el obelisco de granito rojo , que<br />
medio soterrado, yacía bajo las escombros del Circo de Nerón.<br />
Sisto V resolvió su perar todos los obstáculos , y confió la empresa al<br />
arquitecto Domingo Fontana. Este preparó unas sogas ó maromas que<br />
moviesen insensiblemente el obelisco , le levantasen y dirigieren hacia el<br />
punto que debia ocupar, sin riesgo alguno de los trabajadores. El arqui<br />
tecto pidió que el dia de la erección se hiciese guardar en aquella pk—<br />
za un gran silencio, para que se pudiesen oir sus órdenes y disposicio<br />
nes. Sisto V mando publicar un bando que decia: que el primer es<br />
pectador de cualquier clase ó condición que fuese , que profiriese una<br />
sola palabra ó turbase la operación, seria inmediatamente castigar<br />
do con pena de muerte. Estaba señalado para la inauguración el<br />
10 de setiembre de 15 86. A nadie se dejó entrar en la plaza<br />
que no asegurase antes era sabedor del riguroso bando. Se participó<br />
de antemano á los trabajadores que el sonido de la trompeta señalarla el<br />
momento de empezar los movimientos, y el toque de los címbalos ó pla<br />
tillos de cobre determinaría los descansos; y que solo la voz del director<br />
de la operación interrumpiría el profundo silencio. Sisto V se presentó<br />
con gran acompañamiento, y se colocó en un tablado, á ser espectador.<br />
Puestas las sogas en movimiento levantaron el obelisco, é inclinaron su
Llevando delante en su coche al Cardenal<br />
enorme peso hacia el sitio que debia recibirle. De repente un capitán de<br />
un barco jenovés, llamado Bresca, natural de San Remo , dijo gritando,<br />
de entre la multitud , con grandísima voz: aequa alie funi (agua i las se**<br />
gas) ; y dicho esto, fue él mismo á ponerse en manos de la guardia que<br />
cercaba el suplicio alzado en un ángulo de la plaza. Fontana miro con<br />
atención las cuerdas, y vio que efectivamente iban 4 encenderse y abrasar*<br />
se, dejando caer el obelisco y aplastando este á los trabajadores: mandó,<br />
pues, que se mojasen al instante las sogas. Bresca sabia también que<br />
colocados los cables ó. maromas vetticahnente, se encojen cuando seles<br />
moja bien, y alzan por consiguiente el peso que de ellos se suspende.<br />
Asi sucedió, y se acabó la operación felizmente. El Papa abrazó á<br />
Fontana, y esta corrió á buscar al que habia gritado aequa alie funi, y<br />
presentándole al Papa, le pidió le perdonase. "No se trata de perdón,<br />
repuso Sisto V, sino de recompensas: pida el mismo las que qniera.<br />
Sabedor Bresca- que en los huertos de su pueblo se cultivaban palmeros,<br />
y que iban alli á comprar palmas para el dia de Ramos • pidió para él y<br />
sus descendientes el privilejio esclusivo de vender en el palacio apostólico<br />
las palmas necesarias para el domingo de llamos, Espidiósele jal dia siguiente<br />
diploma concediéndole este privilejio: declaróse también al primero<br />
de la familia, capitán honorario del primer reji miento , y tuvo ¡el derecho<br />
de enarbolar el pabellón pontificio abordo de su buque.<br />
De esta familia descendía el doctor Santiago Bresca, y como toda ella<br />
era muy adicta á los sumos Pontífices. Tuvo la idea de hacer un obsequio<br />
particular á Pió VII en nombre de la familia Bresca, y de que en el<br />
obsequio interviniesen las palmas ^venero de su fortuna Fue, pues, el<br />
23 de mayo á una casa de campo fuera de la Puerta del Pópulo perteneciente<br />
4 Mr. Víale, para hacer allí sus preparativos; y el dia 24, en el<br />
momento en que pasó por allí el Papa para entrar en Roma, pidió<br />
permiso para detener la carroza , y presentó veinticinco niños Orfaneüi,<br />
vestidos de tánicas blancas, y cuarcntaicinco niñas del conservatorio de la<br />
Providencia, vestidas también de lo mismo, trayendo todos ta las manos<br />
a) tas palmas de color de oro, que caían y ondeaban elegantemente<br />
como plumas: al mismo tiempo cantaban estos niños cánticos de bendición.<br />
Acompañaron al Papa hasta S. Pedro, donde le ofrecieron sus palmas;<br />
y el Papa mandó poner dos de ellas delante de la carroza, cuando subió<br />
en ella para ir al Quirinal.
Mattei, (lean del Sacro-Colejio, y al mismo Car<br />
denal Pacca, que fue arrebatado con él del pala<br />
cio'de Monfe-Cavallo. Malignamente se observó<br />
también que el jeneral que escoltaba el triunfo<br />
era el mismo Pignatelli Cerchiara, que habia en<br />
aquella ocasión dispuesto sus tropas en batalla<br />
sobre la plaza del Quirinal. Algunos hombres de<br />
inciertas disposiciones habia en Roma asociados á<br />
la causa de los franceses ó por otros motivos com<br />
prometidos. Vu prelado contó el suceso de Cese-<br />
na, y al punto todos los afectos se dispusieron<br />
unánimes para preparar á Su Santidad un recibi<br />
miento lleno de ternura y reconocimiento.<br />
¡Qué emociones debió sentir Pió \ II al verse<br />
vuelto como por un prodijio á su capital, a su<br />
mismo palacio, de donde fue arrancado habia<br />
cinco años ! ¡ Cual no debió ser el fervor de su<br />
súplica, cuando en San Pedro se arrodilló pa<br />
ra dar á Dio-; gracia:-; por su glorioso regreso!<br />
Era ciertamente otro regreso este que el del<br />
año 1805. Miudias veces después ha contado el<br />
Papa como derramó lágrimas al ver la puerta del<br />
palacio, desde la cual bendijo su ciudad al par<br />
tir ; el riiiiilc que habia .recorrido escoltado por<br />
la jendarmería , y conmovido por los sollozos de<br />
su servidumbre ; la escalera (pie bajó pisando las<br />
astillas de las ventanas y puertas derriba das; las
m<br />
galerías
autoridad directa en los paises ocupados por las<br />
tropas de Joaquín. Los austríacos sin embargo con<br />
tinuaban guardando el depósito de las ligaciones,<br />
abandonado por el príncipe Eujenio.<br />
El Cardenal Consalvi, secretario de Estado,<br />
recibió la misión de residir cerca de los soberanos<br />
aliados que habian entrado en Paris; el Cardenal<br />
Pacca quedó llenando el cargo de prosecretario de<br />
Estado; monseñor de la Genga, después León XII,<br />
fue mandado especialmente para cumplimentar<br />
á Luis XVIII ; y este príncipe envió una emba<br />
jada extraordinaria á Roma, cuyo jefe era monse<br />
ñor Cortois de Presigny , antiguo Obispo de San<br />
Malo.<br />
Nombró el gobierno para componer parte de<br />
esta embajada, como secretarios, á Mr. Agustín<br />
Jordán, Mr. el conde de Chastellux, después<br />
duque de Rauzan , y á mí.<br />
Antes de dejar á París recibí una visita sin<br />
gularísima: la del teniente jeneral Radet, que ve<br />
nia á rogar se solicitase para él, cerca de Pió VII,<br />
el permiso de volver á Roma. Hízome el jeneral<br />
una narración de los principales pormenores de la<br />
prisión , que yo le invitó á poner por escrito. Me<br />
enseñó, en el discurso de la conversación, la orden<br />
orijinal que le dio Miollis. La tuve algún tiempo<br />
en mis manos, porque estaba en un carácter de
letra dificilísimo de leer, y plagada de canceladuras,<br />
raspaduras, y llamadas de la misma mano.<br />
Mandábase en ella prender al Cardenal J?acc$L<br />
lo demás estaba muy confuso. Insistía el jeneral<br />
Radet en volver á Roma donde quería rereer la posesión<br />
de San Pastor, fundo nacional de que era<br />
dueño, y que en un principio fué de los padres<br />
Dominicos (1).<br />
El Cardenal Consalvi llevaba orden de penetrar<br />
el pensamiento del gobierno francés respecto<br />
aL estado de los asuntos entre Francia y la Santa<br />
Sede. El gabinete francés rechazaba el concordato<br />
de Fontainebleau, lo que estaba muy puesto en<br />
razón , y quería, cosa mas difícil, destruir el concordato<br />
de 1801. Consalvi, que después de dar<br />
gracias al ministerio de la Gran Bretaña por la<br />
parte que habia tomado en los infortunios de la<br />
Santa Sede se preparaba á ir á Paris, escribió al<br />
Papa que contemporizase, escuchase las proposiciones<br />
, y no decidiese nada hasta su vuelta.<br />
(I) Para esto, y para enriquecer á unos cuantos araros traficantes,<br />
sirvió en los Estados Pontificios esa gran medida revolucionaria de la<br />
renta de bienes nacionales. Con ella se enajenaron enteramente dichos bie-'<br />
nes, de su verdadero objeto, la manutención del pobre. Loe franceses<br />
no se mostraron los menos rapaces, y por eso dicen en Roma che i fian»<br />
eesi si sano candotti in Italia come ifanciuUi ¡ che ptgliano , é quanto veogome."<br />
( Nota del Traductor. )
Lleno de cordura el Cardenal Pacca, en nada<br />
contrarió esta idea. Reservado en sus acciones y<br />
palabras, y •satisfecho-dé su esforzada conducta<br />
anterior, no trató de mezclarse activamente en<br />
los negocios.
f<br />
BU<br />
áob/ifan EOi iioioibíVíM '»-. OOOG v , fíWs^.. /.;í mdií<br />
Y srfj^E.<br />
INSTRUCCIONES ,DE'Mjft. DE TtALLEYRAND A.MR. DE PftES-<br />
SIGNY, EMBAJADOR EN R O M A . — N O T A >OFICIAL DEL<br />
CARDENAL CONSALVI A LOS MINISTROS DE LAS PRIN<br />
CIPALES POT*WCIA* D.E,ECR0^A. ,<br />
Las instrucciones que Mr. (Je Talleyrand dio<br />
a. .Mr.-de Bres&igny M^contenian,^tablies observa*,<br />
eiones.<br />
!<br />
Antes de :<br />
su llegada á Roma ,surtan luego como -supo !<br />
'la<br />
entrada del rey 1<br />
en-su' -capital, envió'tí'Papa cartas gratnlatórias<br />
'á'HS. M. acreditando al mismo tiempo "cerca 'de ótiin Tumció<br />
- estraordinario. Y viendo ya '-vueltas 'á^en :<br />
curso- y libertad<br />
las relaciones í<br />
de I<br />
la' Santa Sede* edir la antigua casa'ídeTrancia,- -<br />
ha hecho notar el Pontífice á la piedad del rey > los actos que<br />
alteraron'su 'Pontificado,-de resultas de su cautividad. Hoy<br />
entra el Papa en todo el lleno de su autoridad, déla cual'minea<br />
gozó. Las borrascas de la iglesia principiaron bajo "bu 'pre^decesor,<br />
y estaban en ellas amenazadas ambas potencias. Haciendo<br />
ya prueba Bonaparte
le despojaba de su soberanía. Firmado este tratado ya no era<br />
libre la Santa Sede , y de alli á poco se invadieron los estados<br />
romanos , se echó por tierra el gobierno pontificio , reemplazándole<br />
una república que duró pocos meses. Arrebatado<br />
Pió VI de su palacio, mudó mucbas veces de destierro, y<br />
murió en su persecución. Su sucesor el Papa actual fue nonv<br />
brado lejos de Roma. Cuando el cónclave de Venecia no tenia<br />
la Santa Sede territorio alguno; colocado después el Papa por<br />
los vaivenes de la guerra en su antigua capital, se vio desde<br />
un principio cercado de tropas estranjeras, obligado á ir recobrando<br />
su autoridad , y á circunscribir sus actos por los obstáculos,<br />
que en Francia sobre todo, se presentaban á la relijion<br />
y al culto; todas sus relaciones con Bonaparte, que se habia<br />
ya constituido por cabeza de Francia , se resintieron de<br />
cierta timidez , que manifestaba bien la situación deplorable<br />
del soberano de Roma. Si el primer requisito de la soberanía<br />
debe ser,la independencia ; si importa tanto á los pueblos como<br />
á los derechos de los príncipes, que sean voluntarios sus<br />
contratos ; ¿cuánto mas importante no será la libertad absoluta<br />
de los procedimientos que emanan de la Santa Sede?<br />
¿Puede acaso la fuerza , dar la paz de las conciencias? La opinión<br />
no se manda. Los actos de coacción , en materias de relijion<br />
, solo producen disturbios, y no determinan cuestión alguna<br />
(1).<br />
Hecho ya cónsul Bonaparte, quería que la autoridad del<br />
Papa que apenas habia llegado al pontificado, y no estaba aun<br />
(1) Aqui Luis XVIII se muestra digno de elojio. ¿Qué podrían de<br />
cir contra estas mácsimas del rey lejitiroista , del rey de la restauración;<br />
los redactores del periódico Amigo de la reUjion jr de lo» hombres, que sien<br />
tan, por objeto y base de sus Ureas la intolerancia re'ijiosa?
en Roma, sirviese para consolidar su poder. Para arrastrar á<br />
Su Santidad á lo que deseaba, le hizo temer, que los males de<br />
la iglesia fuesen irreparables, si no se restablecían por un concordato<br />
las relaciones entre Francia y el Papa. Hizo que este<br />
tuviese por concesiones á la Santa.Sede, algunas libertades<br />
relijiosas que la opinión de toda Francia imperiosamente reclamaba<br />
, y que no podia contrariar Bonaparte sin rie¿go de su<br />
propia persona: y en cambio de estos sacrificios aparentes,<br />
obligó al Papa á darle su apoyo, y á prescribir oraciones á los<br />
fieles, y juramentos á los Obispos que sostuviesen su autoridad.<br />
Este acto de fuerza animó á Bonaparte: pensó que el<br />
Papa cedería á otros, no habiendo hecho resistencia á este. Y<br />
aquellas disposiciones que no habia logrado se insertas sn en<br />
un concordato, se -incluyeron en leyes orgánicas, hechas y<br />
publicadas sin anuencia de la Santa Sede, .y sostenidas á pesar<br />
de que el Papa las declaró contrarias á la libertad y principios<br />
del culto.' Las mismas intrigas y predominio produjeron un<br />
concordato entre la Santa Sede y el reino de Italia , cuya cabeza<br />
era Bonaparte. Y cuando arrancó este nuevo acto en apoyo<br />
de su poder (1) abusó de su preponderancia para añadir nuevas<br />
leyes orgánicas mas contrarías á las miras de Su Santidad<br />
que se quejó, aunque en vano, fuertemente. El efecto de estas<br />
primeras violencias, y et ascendiente del que las hacia nunca,<br />
se echaron mejor de ver, que cuando Bonaparte, no creyéndose<br />
revestido de un título bastante imponente, aspiró al imperio, y<br />
quiso sustituir á los derechos que le faltaban una autoridad en<br />
Europa respetada, y para ello reclamó el apoyo del Padre San*<br />
to ; y abusando de su falta de libertad, le constriñió á ir á París<br />
para la ceremonia de la consagración. Haciéndose proclamar<br />
emperador, restauró Napoleón Bonaparte, sin quererlo y<br />
- •- "• . : r<br />
(1) Aquí hay un trror; no pueda decirse que se arraneó este acto»<br />
puea no se ratificó : propiamente hablando» no ha ecsistido.
3W<br />
por una inescrutable providencia , aquel trono que un tiempo<br />
cedería á la casa real. Bajo este título de emperador , hasta<br />
entonces desconocido en Francia, quedó fueta de la línea de<br />
nuestros reyes , aunque se arrogó su autoridad , y mas fue considerado<br />
siempre como jeneral que como soberano en la jerarquía<br />
á que se elevó : convirtiéndose en el como se vio en otros<br />
en el primer grado de la autoridad militar. Y con efecto , no se<br />
¡.orto desde entonces fon la Santa Sede , sino como el jefe de<br />
un ejército.<br />
'©esjpües dé enumerar las promesas de Napo<br />
león, do restituirlo todo á la relijion, al mismo<br />
tiempo «pie atacábala soberanía temporal del Pa<br />
pa , ocupando á Ancona, se dice:—<br />
Manifestáronse los proyectos de Napoleón Honaparte de<br />
aniquilar la soberanía de la Santa Sede. No se manifestó á<br />
las claras proyecto de invadirlo todo: pero declaró Napoleón<br />
que miraba los Estados romanos como dependientes de su im -<br />
pierio, el que se compondría de una gran parte de Europa. Pero<br />
no habien lo tomado por base la conformidad en costumbres<br />
é intereses , y el afecto de los pueblos ; debia necesariamente<br />
desmoronarse, y sepultarse M sus ruinas Logró Napoleón<br />
arrancar de su augusto cautivo un convenio que sirviese<br />
de base á un arreglo definitivo ; pero la fecha y lugar deteste<br />
contrato demostraban su nulidad. Solo aecedió á firmarle<br />
Papa, en consideración al estado en que la iglesia se encontró<br />
entonces. Notó bien pronto que no se lo cumplían las condiciones<br />
que-se le habian prometido, y este acto ni ftie-válido jií<br />
tuvo consecuencias. Nuevos reveses obligaron á Napoleón á<br />
recurrir todavía al Padn» Santo. Las persecuciones tuvieron un<br />
término, y se permitió á Su Santidad ponerse en camino para<br />
restituirse á sus estados; pero esta espiacion tardía no produ-
MI<br />
jo froto- alguno para su autor. Por .otro» medios decretaba la<br />
presidencia el restablecimiento del lapa,.y ponía el cetro de<br />
Francia en mauos de.sus- monarcas primitivos. Esta serie de<br />
hechos y observaciones demuestra, que- todas las disposiciones)<br />
alcanzadas de la Santa Sede por el gobierno anterior • fueron<br />
obra do la coacción. Es probable que restablecido en su poder<br />
el Padre Santo y en su influencia sobre el mundo cristiano, no<br />
querrá mantener lo que sehizb'-bajo'el imperio de lá" astucia y Ja<br />
fuerza: Ya no es'la mismapara él la.'necesidad de las circunstan-<br />
cias, :<br />
y las disposiciones quessirviewra der base a-.- sus relaciones<br />
con la-autoridad ,real no deben ya llevar el sello de violencia-que<br />
las. impuso el gobierno anterior... El punto de donde debe par- 1<br />
tir elseñor embajador es Iá época de la invasión" fíancesa en -<br />
los<br />
Estados del Papa en 1797., por ser este el orijende cuantas<br />
violencias se hicieron después/ y r traspasaron aquella línea de<br />
respeto- que era su principal defensa: después de esta época, to<br />
do debe reverse y repararse* Anterior esta fecha al pontificado<br />
de Pió VII, es la que debe tenerse presente en todas las discu<br />
siones con la Santa Sede... La iglesia de Francia, la revisión del<br />
concordato',- y demás actos desde 1797"; - y :<br />
la" reclam an todos<br />
los Obispos, antiguos, modernos, de todas épocas* Debe- ha»<br />
cor notar al-Papa-eLSeñor embajador, lo noble-que es el en*<br />
cargo de esta revisión. Es necesario que esta restauración de<br />
principios se haga desdé luego, y que no tengan vigor los actos<br />
y fórmulas, que retarden y contraríen la ceremonia de la coav<br />
sagracion en la metrópoli de Ítems. Cuidará el señor embaja<br />
dor de dar-á conocer en sus conversaciones con el .Papa y sus<br />
ministros , lo dispuesto que se halla S. M. átfavoreeerle y.ayu.»<br />
darle en cuanto contribuya á su poder" temporal: mas de este<br />
medio se-valdrá siempre con a'quelía.reserva que lá- delicadeza<br />
prescribe.<br />
Se.le entregará al señor embajador una cifra de correspon-
dcncia: hará saber, con regularidad, BUS procedimientos al miristro<br />
secretario de Estado y de negocios estranjeros , y continuará<br />
recibiendo de él aquellas instrucciones capaces de ayudarle<br />
en el encargo que debe el señor embajador á la alta benevolencia<br />
de S. M.<br />
Estas instrucciones con tanta maestría estendidas<br />
, tuvieron desde luego por objeto, poner al<br />
corriente al mismo Luis XVIII de cuanto pasara<br />
en los últimos 17 años anteriores á la restauración,<br />
y de esplicar al jefe de la legación lo<br />
que debia pedir á la Santa Sede. He creído agradar<br />
al lector incluyéndolas aquí, pues de este modo<br />
vería, bajo otro punto de vista , hechos que ya<br />
sabe ; y juntamente se haría cargo de la manera<br />
con que el gobierno restablecido consideraba sus<br />
deberes.<br />
En landres recibieron favorablemente al Cardenal<br />
Consalvi. Desde esa ciudad dirijió dicho<br />
Eminentísimo una neta á los ministros de las<br />
principales potencias de Europa, con fecha 23 de<br />
junio, en la que esplicaba, con la mayor ostensión,<br />
las reclamaciones de la Santa Sede.<br />
El secretario de Estado de su Santidad, Cardenal Consalvi<br />
, tiene el honor de presentar á V. E. la siguiente nota:<br />
Al tiempo que las grandes potencias, después de haber<br />
finalizado con gloria una difícil y honrosa lucha, restablecen la<br />
lejitimidad de los derechos, devolviendo á príncipes largo tiempo<br />
perseguidos la herencia de sus mayore3, y destruyen las
funestas consecuencias de un sistema incompatible con la justicia<br />
y la tranquilidad publica; su Santidad, penetrado como<br />
lo está del sagrado deber de recobrar en toda su integridad el<br />
patrimonio de la iglesia romana, reclama cuantas provincias y<br />
propiedades se han quitado violentamente á su Sede, y que<br />
aun no se han restituido á su dominio paternal. Cuando Napoleón<br />
en 1806 pidió ala Santa Sede se uniese,con él por medio<br />
de esclusiva y duradera alianza; tratando como amigos ó enemigos,<br />
los amigos ó-enemigos de Francia; y escluyendo de sus<br />
fronteras y puertos las naciones que no se sujetasen á sus leyes<br />
; no titubeó un momento el Padre Santo (aunque amenazado,<br />
si no accedía, á perder su trono y libertad, y el dominio<br />
temporal de la Santa Sede) en desechar una proposición indigna<br />
de su carácter santo, y de su pacifico ministerio, y contrario<br />
á las relaciones de amistad y armonía que á toda costa deseaba<br />
conservar con las demás .potencias de Europa. El haberse<br />
verificado bien pronto las amenazas, no removió tampoco<br />
su firmeza heroica. Arrastrado de cárcel en cárcel, condenado<br />
á privaciones crueles, y á tratamientos indignos, sin preveer<br />
un fin en ellos , permaneció el Padre Santo el mismo , é inalterable<br />
en sus principios:y esta firmeza contribuyó á dirijir la<br />
opinión pública, y á abrir un camino de resistencia contra el<br />
enemigo de la tranquilidad de Europa (1). Penetrando en enero<br />
último (1814) los victoriosos ejércitos de las grandes potencias<br />
aliadas, en el centro de Francia, é invadidos ó amenazados al<br />
mismo tiempo los estados de Italia, sujetos á Napoleón ; imajinó<br />
este contrarestar á dichas tropas en Italia, ó neutralizar í<br />
lo menos, parte de sus operaciones, con la vuelta del Padre<br />
(1) Su eminencia al estender esta nota , no se acordaba, sin duda,<br />
del levantamiento, guerra y revolución de España en aquella época, ver»<br />
dadera maestra de resistencia contra el poderoso soldado.<br />
( Nota del Traductor. )<br />
47
Santo á Roma. En vano trató de hacerle firmar con él un tra<br />
tado, antes de permitirle volver á sus estados.<br />
" Alejado después por su prisión de los acontecimientos po<br />
líticos , no conociendo mas que las intenciones jenerosas y<br />
benévolas de los soberanos aliados, anunciadas y recibidas<br />
con gozo por el mundo entero, Su Santidad no dudó de que<br />
seria el instante de su vuelta á los estados suyos , conforme á<br />
sus derecho?, el de entrar en la plena posesión de todos los do<br />
minios arrancados á la Santa Sede por la revolución francesa<br />
en distintas ocasiones. No preveía de modo alguno ecsistiese<br />
un obstáculo que le pudiera sustraer una parte de ellos, y ha<br />
visto con una sorpresa igual á su dolor, que las provincias<br />
conocidas bajo el nombre de Tres legaciones, que desde tan<br />
antiguo constituyen la parte mas bella de sus estados , no se<br />
cuentan en el número de las que vuelven á su poder. No pu-<br />
diendo ponerse en duda la lejitimidad de los derechos secula<br />
res del Santo Padre con respteto á las legnciones, no sabe Su<br />
Santidad imajinarsc que puedan ser motivos para privarle de<br />
su propiedad un arreglo preparado , un modo de mirar jene<br />
ral sobre la posición de Italia, ó las decisiones de un congreso<br />
que debe reunirse; como si los derechos mas sagrados y mejor<br />
reconocidos pudiesen ecsijir una discusión nueva , ó como si<br />
ecsistiese la posibilidad de que Su Santidad pudiese jamás ad<br />
mitir se dispusiera de los dominios de la Santa Sede , de que<br />
pudo privarle solamente por algunos años una ambición des<br />
medida. ¿No se aturdirían los pueblos y los soberanos mismos<br />
se llenarían de admiración , tanto como d i temor por la segu<br />
ridad de sus propios derechos , si viesen que en una ocasión en<br />
que la corrupción de los tiempos ecsije los mas severos ejem<br />
plos de justicia, en un momento en que con tanta satisfacción<br />
se ha oido proclamar el intento de acomodar ¡os intereses de<br />
Europa, conforme al buen derecho, no se aplica este á los
intereses de la Italia , sino que'se'tos arregla por principios de<br />
Kjótívenienciá y miras políticas 1<br />
? Seguro Su Santidad en la<br />
bondad de su causa no alimentará jamás semejantes temores,<br />
y seguro de los sentimientos de los grandes soberanos aliados,<br />
que oyen hasta la idea de seguir un sistema que acaban de der<br />
ribar, no duda en obtener prontamente lo que reclama con jus<br />
ticia."<br />
En vano se citaría'el tratado de Tolentino, respecto á las<br />
tres Legaciones. Nada hay mas fácil de probar, que este tra<br />
tado , fruto de la mas inicua agresión, se impuso por un ene<br />
migo poderosísimo , á un principe sumamente débil, casi' i la<br />
puertas de su capital: que "ningún estado de guerra' habia<br />
precedido á este asi dicho tratado de paz; como dan fe todas<br />
las publicaciones hechas por Pío VI en esta época 1<br />
; que este<br />
mismo Pontífice protestó cuanto le fue posible'cóntra el tratado:'<br />
que el Soberauo Pontífice en la actualidad reinante, renovó<br />
dichas protestas tan luego como ocupó la Santa Sede, y en<br />
mil ocasiones posteriores: que no impidieron otros tratados<br />
semejantes, que soberanos aliados rehabilitasen á diversos<br />
príncipes en la plena posesión de sus estados; ó en vez de esto,<br />
les indemnizasen : que diferentes grandes soberanos, reclaman<br />
ahora provincias cedidas* por tratados formales. Muy fácil era<br />
todaVia añadir otros mil motivos ; pero qué necesidad hay<br />
cuando basta un solo argumento para echar todo ésto por tier<br />
ra'?' El mismo gobierno francés que obligo á Pió VI á firmar<br />
el tratado en Tolentino , le anuló, meses después, por un<br />
decreto solemne', declarándole cancelado, y abrogado, y como<br />
no verificado , para poder así apoderarse de todos los Estados<br />
de la Santa Sede; como en efecto sucedió, invadiendo á Roma^<br />
y destronando (detrónisaiit) al mismo Pontífice con quien<br />
se habia celebrado el tratado, y llevándole a Francia, en don<br />
de murió cautivó. Error manifiesto és, pues , el creer que
Francia haya poseido en estos últimos años las tres Legaciones,<br />
en virtud del tratado de Tolentino que ya no ecsistía. Dominabalas<br />
sí como el resto de los Estados pontificios , mas solo por<br />
la ley del mas fuerte, y por la preponderancia de sus armas.<br />
Siendo esto indudable , mal podría disponerse de las tre s<br />
Legaciones, como parte de las posesiones francesas en virtud<br />
de dicho tratado, mucho mas cuando la misma Francia no aduce<br />
ningún título legal. Solo Su Santidad puede , pues , reclamar,<br />
y reclama aqui sus tres Legaciones por los mismos títulos<br />
indestructibles , que le dan derecho á recobrar la totalidad de<br />
sus Estados.<br />
" El Santo Padre recurre á los mismos sagrados derechos,<br />
que tiene derecho de alegar respecto de Aviñon y del condado<br />
Venesino, provincias de que un acto revolucionario privó á la<br />
Santa Sede y que compró á dinero contante el Papa Clemente<br />
VI. ¿Con cuanta aplicación personal no habrá sabido Su Santidad,<br />
que el artículo 3 del tratado de Paris de 30 de mayo, asegura<br />
la posesión de ellas á Francia por motivo según se dice'<br />
de redondearla, ú otras conveniencias, que deben suponer á lo<br />
menos que hay compensaciones ? Su Santidad no puede menos<br />
de estar penosamente sentido de ver este modo de disponer<br />
de sus antiguos dominios sin dejarle siquiera una reserva<br />
á su favor, y el infrascrito no puede menos de diríjir en nombre<br />
de Su Santidad sus protestas á las altas potencias aliadas,<br />
y hacer las reclamaciones mas formales contra el artículo 3 de<br />
tratado de Paris."<br />
Si alguna cosa pudiese aun hacer mayor impresión en el<br />
ánimo de Su Santidad que el contenido del artículo mencionado<br />
; sería sin duda la ocupación de la marca do Ancona, por<br />
las tropas y administraciones napolitanas. Conmovido vivamente<br />
Su Santidad , aunque absteniéndose aquí de manifestar<br />
todo el lleno de su admiración; no dejará de observar que
no puede justificarse semejante ocupación , de una propiedad<br />
de la Santa Sede • aun considerándola como cosa pasajera; pues<br />
es demasiado onerosa para sus fieles subditos , y perjudicialísLraa<br />
á su tesorería: por lo mismo, reclama el Padre Santo coa<br />
instancia una pronta restitución. Reclama también el infrascripto<br />
, de parte de Su Santidad, el ducado de Benevento , la<br />
ciudad de Ponte-Corvo y su territorio, esperando que se les<br />
restituyan. Recordarán los soberanos las protestas que dirijió*<br />
la Santa Sede sobre este asunto, cuando se le arrebataron<br />
estos paises por Napoleón , aunque bajo protesta de una compensación.<br />
Ya no habría mas que mencionar el ducado de Par'<br />
ma y Piacenza. Saben las grandes potencias que nunca reconoció<br />
la Santa Sede, como soberano del ducado, los principes<br />
que le gobernaron, y que ni siquiera Íes dio el título, al<br />
tiempo de renovar anualmente su protesta el dia de S. Pedro-<br />
Con mayor motivo, pues, noticioso del tratado de Fontainebleatt<br />
(11 de abril de este año de 1814), debe protestar Su Santidadcontra<br />
toda nueva dinastía que quisiere entablar pretensiones<br />
sobre estos dominios de la iglesia. Y no por una inclinación á<br />
dominar (el Padre Santo ha dado pruebas suficientes de lo<br />
contrario), se reclama ahora la reintegración de la Santa Sede<br />
en la totalidad de sus posesiones: sino por la obligación estricta<br />
en que está el Padre Santo de reclamarlos, como administrador<br />
del patrimonio de S. Pedro, y por tener solemnementejurado<br />
el conservarlos, defenderlos y recobrarlos. Oblígale<br />
también á hacerlo la precisión que tiene de sostener su dignidad<br />
con decencia, y de subvenir á los grandes gastos que, comotodo<br />
el mundo sabe , están anejos, tanto para el servicio de<br />
los fieles, como para el bien de la relijion. Perdidos par la mayor<br />
parte ios demás medios de cubrirlos, no puede el Padre-<br />
Santo descuidar los recursos que le proporciona el conservar<br />
la totalidad de sus propiedades en virtud de incontestables y
antiquísimos derechos. Al terminar esta nota, ruega á V. E. el<br />
Cardenal Consalvi, se sirva presentarla á su augusto soberano,<br />
lo mas pronto posible. No duda Su Santidad que su contenido<br />
escitará en la alma noble y justa de S. M. todo el interés que<br />
se merecen la bondad de la causa, y los padecimientos que por<br />
ella ha conllevado el Padre Santo. El infrascripto Cardenal<br />
aprovecha esta ocasión para asegurar á V. E. su alta consideración.<br />
H. CARD. CONSALVI.
CAPITULO VEINTE Y OCHO.<br />
NAPOLEÓN EN PORTO-FERRAJO.—RESTABLECIMIENTO DE<br />
LOS 'JESUÍTAS.—-FIESTA DE SAN LUIS EN ROMA.—<br />
LUCIANO BOWAPARTE.— ALOCUCIÓN DEL 26 DE SE<br />
TIEMBRE. — RESPUESTA DEL CARDENAL PACCA. —<br />
CARTA DEL CARDENAL FESCH.— CARTA DEL PAPA<br />
A LUIS; XVIII.<br />
Entretanto que Napoleón residía en Porto-Ferrajo.<br />
Seria impropio , que el historiador<br />
del virtuoso Pió VII, que un francés hablase<br />
con un sentimiento de injusticia de<br />
aquel á quien la fortuna precipitó de la cima<br />
de tantas -grandezas á situación tan humillada,,<br />
aunque pareciese que dulcificaba su desgracia la<br />
sombra de soberanía qué le dejaron. Napoleón»<br />
era el mayor de los guerreros, el mas. hábil jeneral<br />
que se-ha visto- en los tiempos modernos: bajo<br />
este aspecto su gloria es completa. Reasumía<br />
en sí los talentos dé Gustabo Adolfo, de Turena,<br />
dé Eujenio , de Marlborough, de Federico* II:
376 -<br />
era bajo este aspecto y será la gloria perpetua<br />
de Francia; pero aun tenia otros méritos dignos<br />
de alabanza.<br />
11<br />
En la administración de la hacienda, dice el autor de las<br />
opiniones de Napoleón pag. 231, es el ramo en que su vijilancia<br />
y su espíritu de orden han brillado mas. Bajo su gobierno<br />
no se ha sabido lo que era ni déficit ni empréstito. A todas<br />
las necesidades proveía con los impuestos ordinarios y con las<br />
contribuciones ecsijidas á los paises conquistados. La guerra se<br />
alimentaba con la guerra. No tenia que temer dependiese el<br />
huen suceso de sus empresas de la voluntad de los capitalistas<br />
y banqueros. Estos no le hubieran prestado, ademas, sino á<br />
condiciones muy onerosas porque el vicio del sistema de empréstitos<br />
consiste en que los gobiernos encuentran capitalistas<br />
en tiempo de paz, cuando no deben tomar á préstamo, y no<br />
los encuentran nunca en tiempo de guerra , que es cuando serian<br />
lejitimos los empréstitos."<br />
Napoleón sabia escojcr sus ministros en este<br />
ramo, y con razón decia que todas las potencias<br />
le envidiaban su sistema de contribuciones. Era<br />
un administrador de miras elevadas , y sabia ec-<br />
sijír la rectitud y probidad, que por sí mis<br />
mas restablecen el orden , en donde se encuentra<br />
mas comprometido. No citaremos sus demás opi<br />
niones tan profundamente sabias en moral , en<br />
política, en gobierno civil : pero diremos en qué<br />
consistía que Napoleón tan intelijente, lleno de<br />
tanta penetración, conociendo que ocupaba la<br />
Sede apostólica un verdadero santo , sin 'políti-
ea, relijioso y candido, vertió tanta hiél en la<br />
vida de este Pontífice ? ¿ En qué consistia que<br />
asi se preocupó acerca del poder incierto de la espada<br />
? ! Ah ¡ la mejor templada no se recela muchas<br />
veces de encontrar con la paja que la rompe<br />
(1). Los altos destinos iban á cumplirse: la primera<br />
cadena de pruebas iba llegando á su término:<br />
la Francia llamó á su seno al hermano de<br />
aquel, á quien un corto número de perversos y viles<br />
habia degollado.<br />
Todo lo que se referia en Roma de los discursos<br />
de Napoleón en Porto-Ferrajo era brillante en<br />
rasgos de injenio, de viveza, de agudas verdades,<br />
y en cnanto á las intrigas y corespondencia con<br />
Joaquín , las revelaciones eran aparentes. Parecía<br />
qne dominaba en ellas una convicción, un partido<br />
tomado ya, un falso deseo de no dejarse mas llevar<br />
de los disgustos y asuntos del mundo.<br />
El Cardenal Pacca obtuvo por este tiempo el<br />
restablecimiento de los jesuítas. La bula tiene la<br />
( 1 ) Citaremos aquí las sublimes palabras que Mr. Lacordaire diri-<br />
jia á sus oyentes en su quinta conferencia. "Cuando Breno, vuestro abue<br />
lo, al píe del Capitolio echó su espada en la balanza, pesaba entonces la<br />
fuerza en los destinos dal mundo; pero después que la sangre de Jesucris<br />
to cayó en esa misma balanza, ningún peso puede contrabalancear el suyo y<br />
cuando el último de lo s Césares quisos, hace alguno años, echar también S U<br />
espada, la retiro hecha pedazos.
fecha de 7 de agosto , y se solicitó su publicación<br />
por parte de la Rusia.<br />
El dia 2o de agosto celebró el embajador<br />
francés la fiesta de San Luis, y dio, un gran con<br />
vite en la Vilki Medid, al cual invitó al Carde<br />
nal Fesch; atención que pareció dictada por un<br />
espíritu de cordialidad y olvido.<br />
El 2 de setiembre Luciano Bonaparte prestó<br />
juramento de fidelidad á la Santa Sede en ma<br />
nos del Cardenal Pacca por el feudo de Canino,<br />
erijido para el en principado.<br />
El 12 de este mes recibí una carta de Mr.<br />
Radet, recordando su petición. Ponia á disposi<br />
ción de la embajada su tierra de San Pastor, que.<br />
ya habian recobrado los Dominicos, y al anunciár<br />
selo así, no hubo necesidad de hablarle de la sor<br />
presa que causó su proposición.<br />
Se esperaba con impaciencia la primer alocu<br />
ción del Papa. Estas alocuciones son la verdade<br />
ra historia del pontificado de Pío VIL Sabido era<br />
que trabajaba él mismo en estas memorias reli-<br />
jiosas presentadas al sacro colejio. Reunidos los<br />
Cardenales el 2C> de setiembre , Pió VII les habló<br />
en estos términos:<br />
"VENERABLES HERMANOS.<br />
''Por fin lució el deseado dia en que nos e3 permitido el gozar<br />
de nuevo de vuestra presencia. La primer vez que entra-
mos en esta sagrada sala, en que os hallabais reunidos-, á invitación<br />
nuestra, nos ocupó el júbilo de modo que apenas pudimos<br />
contener las lágrimas. ¡Pasó, pues, el tiempo amargo de<br />
la calamidad! Tras tantos revesesal volver á la silla apostólica,<br />
hemos recobrado el timón déla iglesia con seguridad y dignidad.<br />
Y he aqui que vosotros que fuisteis despareídos , y que<br />
tan dolorosos trabajos sufristeis , os reunís ahora á mi rededor<br />
prontos á ayudarnos y aconsejamos con libertad é intrepidez,,<br />
* para reparar las ruinas de la iglesia. Bórrese, pues, el recuerdo<br />
de los males que nos han afluido, ya que nos es dable que<br />
se aparte de nuestro ánimo la memoria de los desastres espantosos<br />
de la iglesia, sobre la que no parece sino que el príncipe<br />
de las tinieblas vomitó toda su rabia."<br />
Refiere el Papa con sencillez y enternecimiento<br />
las muestras de piedad de que fue testigo cuan^<br />
do se le coadujo por medio de las provincias de<br />
Italia y de las Galias. Manifiesta que de buena<br />
gana regraciaría cada ciudad, pueblo y aldea en<br />
particular (1), si la brevedad de su dircurso lo permitiese<br />
; pero que no podia callar el proceder de<br />
los jenoveses, milaneses y piamonteses, que á<br />
las claras, cuando se les dejaba, y ocultamente<br />
cuando se les prohibía , iban á Savona á dar al<br />
Pontífice cuantas pruebas de ternura, de amor y<br />
jenerosidad eran imaginables. Aseguró que los<br />
(1) Monseñor Testa, que (sea dicho de paso) , es .uno délos mejores<br />
latinos de Roma, asegura
desvelos de las matronas mas notables de Fran<br />
cia le hicieron olvidar su cautiverio y padeci<br />
mientos.<br />
"Dios ha permitido que fuésemos espectador y testigo de<br />
tantas virtudes." ¿De dónde creiaÍ3 que pudiera descender la<br />
tranquilidad de nuestra alma , ó mas bien aquel júbilo que nos<br />
regocijaba en medio de las privaciones del destierro , de las pri<br />
siones , si no es de la celestial misericordia que nos sostenía<br />
prodigándonos consuelos á cada tribulación? ¿Quién ha escita<br />
do los jenerosos corazones de los españoles para que toman<br />
do de improviso las armas, atacaran á un enemigo que ocupa<br />
ba ya sus plazas y ciudadelas, y lo rechazaran al otro lado de<br />
sus fronteras, después de sangrientos combates? ¿Quién dis«<br />
puso, arregló, aceleró una confederación entre las soberanas<br />
potencias, una conclusión tan deseada en guerras tan terribles<br />
y la ruina del hombre mas enaltecido (elatisimi hominis), sino<br />
es el mismo Dios de los ejércitos?<br />
Dio gracias á la Virjen el Santo Padre, á los<br />
apóstoles Pedro y Pablo que lo asistieron en sus<br />
amarguras, y á los mártires Silverio y Martin sus<br />
predecesores en la cátedra de Roma , cuyo valor<br />
reanimó el suyo. Silverio perseguido por las ór<br />
denes de Teodora, esposa de Justiniano, fue con<br />
denado á morir de hambre en la isla de Elba en<br />
588, y Martin arrebatado de Roma por orden del<br />
emperador Constancio II, fue conducido á Cons-<br />
tantinopla, paseado por las calles con un dogal al<br />
cuello, y para que el populacho conociese que es<br />
taba condenado á muerte encadenado con el ver-
dugo. Esta alocución escitó una conmoción jeneral.<br />
Cuidando siempre Mr. Pressigny de hacer<br />
amado al Rey, y de no dar motivo á que se calumniase<br />
á la embajada, rogó al cardenal Pacca<br />
le diese una respuesta escrita relativa á Mr. Radet.<br />
El cardenal le respondió:<br />
"El cardenal Camarlengo de la Santa iglesia, y prosecretario<br />
de Estado , lia recibido la carta del jeneral Mr. Radet,<br />
que le ha trasmitido V. E.para que la presente á Su Santidad»<br />
Conoce demasiado el infrascrito la delicadeza del Padre San •<br />
to; y esta es la razón porque tiene repugnancia invencible á<br />
ponerle á la vista cartas capaces de recordar á su soberano<br />
aquellos sucesos que á pesar de su virtud heroica pueden atormentar<br />
en cierto modo su sensibilidad: si bien hallará siempre<br />
un verdadero placer en presentarle aquellas comunicaciones<br />
que le recuerden las pruebas de adhesión y ternura que le<br />
tiene dadas la jenerosa nación francesa en el tiempo de su calamidad.<br />
El infrascrito Cardenal que tendrá viva satisfacción<br />
ea prestarse á cualquier otro deseo de S. E. reverendísima,<br />
tiene el honor de renovarle la seguridad de su mas distinguida<br />
consideración.<br />
"B. CARO. PACCA."<br />
Este fue el fin de un negocio, en el que todos<br />
cumplieron con su deber; y en el que algunos<br />
quizá hicieron mas de á lo que eran obligados.—<br />
No tardó en presentarse otra circunstancia.<br />
Escribió el Cardenal Fesch al rey de Francia<br />
el 12 de diciembre con motivo de las felicita-
ciernes de las próesimas fiestas la siguiente carta:<br />
SEÑOR:<br />
"Dios es todo : todo poder emana de su voluntad : 61 es el<br />
dueño absoluto de deshacer ó levantar los tronos, así como de<br />
repartir entre sus criaturas las chozas y lis palacios, los talen<br />
tos y las virtudes. Acostumbrado yo á meditar en estas verda<br />
des , no me sorprende que el deber me imponga el ofrecimiento<br />
que hago á V. M. de mis votos y deseos con motivo de las<br />
próximas fiestas de Navidad: ellos son sencillos, verdaderos y<br />
sinceros. Qae la voluntad de Dios ¿e cumpla en la persona de<br />
V. M. sobre su familia y sobre la Francia. Dios es el mejor de<br />
los padres ? Se puede desear una felicidad mayor que la de ha<br />
cer su voluntad?<br />
"Soy con el mayor respeto de V. M. muy humilde y muy<br />
obediente servidor.<br />
EL CARDENAL FESCH."<br />
El Cardenal Arzobispo de León debió escribir<br />
al rey de Francia; asi es que le dirijió esa car<br />
ta. En Paris creyeron que no era necesario<br />
responder, que era ofender á todos los Carde<br />
nales por mortificará uno solo. No respondieron,<br />
pues, y fue mal hecho. Se creia que el Papa<br />
rompería con el Arzobispo; lo que seria establecer<br />
en principio que el Obispo que desagradase dejaba<br />
de serlo; pero Roma que habia escapado de la<br />
tempestad , no quería romper en los escollos. Era<br />
mas sabia que aquellos miembros del consejo del<br />
rey, que después de haber servido y amado al
gobierno precedente , creían aumentar el precio<br />
de un nuevo afecto con consejos de un celo ecsa-<br />
jerado.<br />
Se habia entablado una activa correspondencia<br />
con el Austria, respecto á las legaciones , que<br />
ocupadas continuaban en nombre del emperador<br />
Francisco I. Así es que la esperanza se fundaba<br />
únicamente en el congreso de Viena.<br />
El último dia del año 1814 escribió el Papa<br />
al rey de Francia:<br />
"CARÍSIMO HIJO EN JESUCRISTO, SALUD Y BENDICIÓN"<br />
APOSTÓLICA.<br />
" V. M. ha tenido á bien mandar que se nos presente por<br />
su embajador una memoria relativa al aumento de sillas arzo<br />
bispales, y epicospales, y nos ha sido infinitamente apreciable<br />
de parte de V. M. este rasgo de confianza, al que creemos responder<br />
por la nuestra, manifestando sin reserva nuestros sentimientos.<br />
Hemos mostrado toda la dilijencia conveniente para<br />
favorecer los deseos de V. M., y allanar el camino, mediante<br />
muchos proyectos comunicados por un comisario nuestro ;í vues<br />
tro embajador; y por otra parte también nos hemos abstenido<br />
de insistir ulteriormente sobre la dotación cu bienes raices para<br />
las iglesias , como los cánones prescriben. Hemos tenido<br />
consideración á las circunstancias , dando fé á las seguridades<br />
que verbalínente no? han dado á nombre de V. M. Nada se<br />
perdonará para apresurar el termino de este negocio.<br />
" Escitado por el celo de nuestro deber apostólico , no podemos<br />
dispensarnos de recordar á V. M. IGS deseos y sentimientos<br />
que espusimos en una nota dirigida á vuestro embajador<br />
el 15 de noviembre : los males de la iglesia de Vrancia son<br />
todavía grandes y esperan un pronto remedio aplicado por laí
•manos bienhechoras de V. M. Le deben ser bastante conocidos<br />
para que hagamos detalle de ellos , y solamante diremos<br />
en pocas palabras, que la relijion de V. M. no debe permitir<br />
por mas tiempo que permanezcan en vigor tantas disposiciones<br />
contrarias ala libre autoridad de la iglesia, opuestas á los principios<br />
indestructibles de la doctrina católica y particularmente<br />
las leyes relativas al divorcio. Estamos persuadidos de que<br />
V. M., precisado á tolerarlas dolorosamente hasta ahora, no<br />
tardará como piadoso hijo primojénito de la iglesia , en dar á<br />
conocer las saludables y permanentes resoluciones de esta ; y<br />
Dios, que por uno de sus mas brillantes prodijios lia conducido<br />
á V. M. sentándole sobre el trono de sus antepasadcs, quiere<br />
que V. M. se sirva del poder que tiene para favorecer la<br />
relijion, que es la base mas sólida de todos los imperios.<br />
" Esperamos de V. M. grandes cosas : la iglesia toda<br />
entéralas espera también y no saldrá fallida esta esperan,'<br />
za. La fundamos en las notables virtudes de V. M. y le<br />
aseguramos que le dará el Altísimo una amplia recompensa.<br />
Contad , sire, sin reserva, con el deseo impaciente que tenemos<br />
de mostraros hasta el convencimiento, nuestras particulares<br />
y tierna» atenciones, y nuestra paternal y tierna predilección,<br />
en prenda de la cual concedemos afectuosísimamente á<br />
V. M. y á toda su real familia bendición apostólica.<br />
"Dada en Roma, en Santa MarialaMayor á 31 de diciembre<br />
del año 1814-, el décimo quinto de nuastro pontificado.<br />
(I) Mr. de Fontanes se valió de las mismas palabras, en su oda so<br />
bre la cautividad de Pió VII, que tuvo valor para leerá Napoleón. Mr.<br />
Roger, de la academia francesa, y literato de un gusto purísimo, leyó<br />
esta oda, y aseguró que tenía versos magníficos. Si se publicase, como<br />
era de desear, siu duda se traduciría en todos los paises que reconocen la<br />
unidad católica.<br />
" Firmado P1US PP. VII. M
Mr. de Pressigni envió esta carta á Paris<br />
con el proceso verbal del restablecimiento de la<br />
ceremonia y fiesta de Santa Lucía, celebrada en<br />
San Juan de Letran en honra de Henrique IV, de<br />
la cual hemos hablado anteriormente.
CAPITULO VEINTE Y NUEVE.<br />
SE ENVÍAN ESTE ANO LOS cutios BENDITOS DE LA CAN<br />
DELARIA A LA FAMILIA REAL DE FBANCIA. NAPO<br />
LEÓN SALE DE LA ISLA DE ELBA. PARTE EL PAPA<br />
PARA JENOVA.—Su PREDICCIÓN.—CARTAS DE MR. DE<br />
CAULAINCOURT AL CARDENAL PACCA, Y DE NAPOLEÓN<br />
AL PONTÍFICE.—VUELVE A ROMA EL PAPA—RECO<br />
BRA LAS LEGACIONES.—FELICITANSE MUTUAMENTE SU<br />
SANTIDAD Y EL REY DE FRANCIA.—CANOVA VUELVE<br />
A PARÍS.<br />
Vuelto el Pontífice ú su palacio Quirinal se<br />
entregó á sus hábitos pacíficos: recibió los testi-<br />
timonios de respeto y admiración de todos los<br />
príncipes de Europa; esperando que su fiel Con<br />
salvi regresase de Viena donde estaba para pe<br />
dir la propiedad del principado sagrado como<br />
Bossuet llama á los bienes de la iglesia ; enta<br />
bló con Joaquín que era dueño de Ñapóles y de<br />
Ancona, prudentes relaciones. A todas las partes<br />
del universo envió celosos misioneros; mandóse<br />
fundasen en Italia conventos de hermanas de cari-
dad cpino eu Francia.;, dotó esfcableeimienifcos pia<br />
dosos 63 los. Estados Uiiidios; reorganizó las leyes<br />
de su pa.is.;- recompensó los vasallos fieles; perdo<br />
nó á los que fueron víctimas del error; indemnizó<br />
á los pueblos que sufrieron las esacciones de la<br />
guerra, y continuó hermoseando á Roma; Po&fcifi-<br />
ee y soberano á todas partes alcanzaba con sus<br />
miradas de padre y de dueño.,Después que tan<br />
tos trabajos tomaban su curso, regular, dormía<br />
el Santo Padre en paz en su lecho sin cielo ni<br />
colgaduras: sencillo siempre, modesto y humilde<br />
entre las magnificencias, con que su palacio se ha<br />
bía enriquecido; porque él encontró una habi<br />
tación preparada para el dueño de Italia, un pa<br />
lacio brillante todo de oro, de pinturas y de esquí-<br />
sita elegancia, allí donde había dejado los mue<br />
bles modestos de los antiguos Pontífices, Pío VII<br />
daba gracias á. la Providencia de estos beneficios,<br />
á los que muy pronto iban á seguirse nuevas des<br />
gracias,.<br />
Al empezarse el año de 181o, tuve ór$en (Je<br />
dar una lista espresiva de los nombres, edad<br />
y categoría de los principies de la familia real<br />
de Franciaa. los cuales según eí uso antiguo<br />
debía el Papa enviar cirios benditos el dia
hachas fueron entregadas al embajador con la es-<br />
presion de los votos del Papa por la felicidad de<br />
los príncipes, felicidad que iba á turbarse.<br />
Habia pedido Joaquín se le diese en Roma la<br />
investidura de su reino. Habia propuesto resta<br />
blecer los antiguos usos , pagar el tributo y ser<br />
en cierto modo un feudatario mas complaciente<br />
que lo habia sido Fernando en los últimos años<br />
del siglo anterior; pero de pronto su gabinete<br />
cambió de tono. Varias cartas de Ancona anun<br />
ciaron al Cardenal Pacca que el rey Murat se di-<br />
rijia a dicha ciudad para sublevar al pueblo ita<br />
liano en favor de la independencia de Italia, y<br />
que seria él mismo motor y jefe de esta indepen<br />
dencia.<br />
El 26 de febrero dejó Bonaparte la isla de El<br />
ba á las ocho de la noche, habiendo embarcado á<br />
las cuatro su tropa que se compondría de mil<br />
hombres poco mas ó menos , y al dia siguiente,<br />
por la mañana se le vio pasar por Capraia. Mr.<br />
Campbell, comisario inglés, encargado de viji-<br />
lar los movimientos de Napoleón, se encontraba<br />
en Liorna, y no llegó á la isla sino cuatro ho<br />
ras después de la partida. Porto-Ferrajo bien for<br />
tificado estaba defendido por dos oficiales llama<br />
dos Lapi, y la guarnición se componía de cua<br />
renta granaderos y un batallón de movilizados
naturales de la isla de unos ochocientos hombres.<br />
A semejante nueva quedó la ciudad de Roma<br />
como sobrecojida de una desolación jeneral. Sú<br />
pose también que madama Elisa, gobernadora je<br />
neral que fue de Toscana , habia dicho en Bolo<br />
nia : " Bonaparte ha entrado en Francia ; si lo<br />
prendiesen , trataremos aquí de tener al Papa en<br />
rehenes; " y al mismo tiempo el rey Joaquín pe<br />
dia oficialmente el paso de sus tropas compuestas<br />
de doce mil hombres. Rehusó el Papa darle auto<br />
rización alguna y se decidió á huir de Roma.<br />
Partió el 22 de marzo cuando supo que ha*<br />
bian entrado en Tarracina los napolitanos, anun<br />
ciando su salida á todo el cuerpo diplomático-<br />
que se decidió á seguirle á Jénova.<br />
Debia gobernar en Roma una junta compues<br />
ta del Cardenal La Somaglia , y de los Prelado*<br />
Riganti, Justiniani, y Rivaróla. Llegado el Papa<br />
íi Liorna envió á pedir al comandante déla fra<br />
gata inglesa Abouklr (1) le condujese a Jénova*<br />
el comandante respondió que su buque tenia or<br />
den de trasportar las mercaderías de los subditos<br />
(1) Tomó e] sombre este buque del combate naval que el 1.° de<br />
agosto de 1798 ganaron los ingleses capitaneados por Nelson destruyendo-<br />
la armada francesa en 1« célebre bahía de Aboukir. Nelson murió des*<br />
pues gloriosamente en Trafalgar & manos de loa españoles.<br />
( Sota del Traductor.)
de S. M. británica. Continuó el Papa su camino<br />
hasta el golfo de la Spezzia , donde se embarcó<br />
para llegar mas pronto a Jénova , pero habiéndose<br />
marcado uno de su comitiva , aunque el Papa<br />
no lo estaba , resolvió continuar su viaje por tierra<br />
(1). Cuando alli dio audiencia al embajador<br />
ranees , (lijóle el Pontífice:<br />
"Signor ainbasciatore, non dubbitate di nien-<br />
te; qiiasto b un temporale che durcra tre mexi."<br />
Habiéndose equivocado solo en diez «lias.<br />
Entretanto pasaban en Francia acontecimientos<br />
que ninguna comprensión humana hubiera<br />
podido proveer. Napoleón el 20 de marzo habia<br />
entrado en Paris Por el orden y método<br />
que nos hemos prescrito nosotros mismos, no debemos<br />
«lar cuenta mas que de aquello que concierne<br />
y se liga a los intereses del gobierno romano.<br />
Asi, pnc*, Mr. de Caulaincourt, ministro de relaciones<br />
esteriores de Napoleón, escribió al Cardenal<br />
Pacca con fecha de 4 abril:<br />
(1) Siguieron al Papa en su Tuga muchos Cardenales, siguióle<br />
también nuestro antiguo rey Carlos TV , su mujer, y Godoy , y otra»<br />
personas de cuenta. Era justamente entonces tiempo de la semana santa y<br />
:»Ufrrn:ii;Ki.'ii.l-.) las divinas ceremonias huyeron los sacerdotes: quedó<br />
Roía* deserta y en su estado, según la frase de Peono (*•>. I.XTI», histo<br />
riador contemporáneo, acreictvapitia.<br />
(b'otadti'lraduttor.)
^No se ha cumplido la esperanza que concibió S- M. el em<br />
perador , mi'augusto soberano: y Francia no ha sacado utili-<br />
dad alguna del sacrificio de su monarca. Tras algunos meses<br />
de penosa ansiedad, el emperador ha aparecido: ha caído el tro<br />
no real, y la familia de los Borbones ha dejado nuestro terri<br />
torio , sin haberse vertido cu su defensa una sola gota de san<br />
gre. S. M. I. ha atravesado la Francia, en brazos de su pue<br />
blo, desde la punta de cóSta fen qué, desembarcando , pisó su<br />
suelo hasta el centro de bu capital, y hasta su mismo palacio»<br />
Heno aun, como todos los pechos franceses, de nuestros mas<br />
queridos recuerdos. Nada se ha opuesto a la marcha triunfal<br />
de S. M. y desde que pisó el suelo francés, recobró las rien<br />
das del gobierno. No parece que ha habido interrupción en su<br />
primer reinado, y cuanto, hay de j eneros o y liberal se ha reu<br />
nido á su rededor. Nunca nación alguna presento un espectá<br />
culo mas solemne de unanimidad. El ruido de éstos sucesos ha<br />
brá llegado hasta vos, señor Cardenal; y yo soy él encargado<br />
de anunciároslo ahora en nombre del emperador , y de rogaros<br />
elevéis esta declaración á conocimiento de Su Santidad. Este<br />
segundo advenimiento del emperador al trono de Francia es uno<br />
de sus mayores triunfos : y S. M. se complace sobre todo e&<br />
que únicamente le debe al amor del pueblo francés. Un solo<br />
deseo es el de S. M. pagar este señalado afectó de los france<br />
ses, no con los trófedis de una grandeza estéril, sino con los be<br />
neficios de una paz honrosa y de una apacible tranquilidad. Los<br />
deseos del emperador se dirijen ala duración de la paz; dispues<br />
to á respetar los derechos de las demás nacioftes, tiene S. M.<br />
Ja agradable satisfacción de que sean invulnerables les de ta<br />
nación fratitíésa. Sú primero y predilecto deber es la conserva<br />
ción de este precioso depósito. Asegurado está por largo tiem<br />
po él reposo del mundo, si cómo S.M/se aplican los demás so-
eranos á hacer consistir el honor en mantener la paz, poniéndola<br />
bajo la salvaguardia del honor. Tales, Señor Cardenal,<br />
son I03 sentimientos que animan á S. M. y de los que me manda<br />
ser el intérprete cerca de vuestro gabinete.<br />
Tengo el honor, Señor Cardenal, de ser humildísimo y<br />
obedientísimo servidor de vuestra Eminencia.<br />
"CAULAINCOURT, duque de Vicenza."<br />
He aqui una carta que Mr. de Caulaincourt<br />
escribió con la misma fecha al Cardenal.<br />
"SEÑOR CARDENAL.<br />
El emperador ha querido cespresar directamente á Su<br />
Santidad los sentimientos que le animan , y darle á conocer<br />
cuanto valor cifra en el mantenimiento de la ptz, que felizmente<br />
ecsiste entre ambos países. Me ha encargado por consiguiente,<br />
Señor Cardenal, dirijiros la carta adjunta, y rogar á Vuestra<br />
Eminencia la presente á Su Santidad.<br />
"Tengo el honoi &c« &C &c."<br />
Ahora trascribiremos la carta de Napoleón<br />
al Papa fecha 4 de abril.<br />
" SANTÍSIMO PADRE:<br />
" Habréis sabido ya como en el curso del mes último se<br />
ha verificado mi regreso ú las costas de Francia, mi entrada eu<br />
Paris, y la retirada de la familia de los Borbones. El móvil natural<br />
de estos acontecimientos debe ya ser conocido, también,<br />
de vuestra Santidad: ellos son la obra de un poder irresistible,<br />
el efecto de la voluntad unánime de una gran nación , que conoce<br />
sus deberes y derechos. La dinastía que la fuerza habia<br />
vuelto al pueblo francés, no habia nacido para él: los<br />
Borbones no han querido asociarse ni á los seutimientos ni á las
costumbres de Francia, y ha debido e ¡ta separarse de ellos:<br />
llamaba su vos á un libertador, porque habia sido engañada la<br />
creencia que á mí me decidió al mas grande de todos los sacrifi<br />
cios. Yo he venido, y desde el punto que pisé el suelo francés, el<br />
amor de mis pueblos me condujo hasta el centro de mi capital. Et<br />
primer voto de mi corazón es querer pagar tanto afecto con<br />
mantener una tranquilidad honrosa- El restablecimiento del<br />
trono imperial era necesario para la felicidad de Francia; mi<br />
mas dulce pensamiento es el de hacerlo también y al mismo<br />
tiempo, útil á la seguridad de Europa: gloria bastante ha ilustra*<br />
do ya, alternativamente, las banderas de distintas naciones. La?<br />
vicisitudes de la fortuna han hecho se sucedan á los grandes<br />
sucesos, reveses tan grandes, y una arena mas noble y bella se<br />
abre hoy á ios soberanos, y el primero soy yo, que descienden á<br />
ella. Después de haber presentado al mundo el espectáculo de<br />
grandes combates , mas dulce será no conocer otra rivalidad<br />
en adelante que la de procurar las ventajas de la paz, ni otra<br />
kicha que la lucha santa de hacer la felicidad de los pueblos.<br />
Francia se complace en proclamar coa franqueza este noble<br />
objeto de todos sus votos: celosa de bu independencia, el prin -<br />
cipio invariable de su política sera el respeto mas absoluto á<br />
la independencia de las otras naciones. Si tales son los senti<br />
mientos personales de Vuestra Beatitud, como dichosamente<br />
con ño, la quietud jeneral por largo tiempo queda asegurada»<br />
y bastará la justicia sola, sentada en los lindes de los di<br />
versos estados, para guardar sus fronteras. Suplico á Vuestra<br />
Beatitud que crea me encontrará siempre pronto í darle prue<br />
bas del respeto filial con que soy, Santisirao Padre, su muy<br />
¿evoto hijo.<br />
"NAPOLEÓN."<br />
No llegaron á su destino I03 orij males de
estas cartas y si algunas copias salieron de Fran<br />
cia, lo cierto es que la corte romana no dio es<br />
pecie alguna de respuesta. Al mismo tiempo fue<br />
acreditado el Cardenal Fesch, como ministro de<br />
Napoleón en la corte de Roma, señalándole una<br />
dotación de 200,000 francos.<br />
El Cardenal debia declarar, que el empera<br />
dor no tenia ninguna mira sobre lo temporal del<br />
Papa; que asi no cesistia ya motivo alguno de<br />
discusión entre el gobierno francés y aquella<br />
corte ; que en cuanto á lo espiritual se atenía á<br />
la bula do Savona, porque el clero francés la<br />
miraba como importante; pero que por el mo<br />
mento el emperador se abstenía de ocuparse en<br />
asuntos eclesiásticos , y que no le dejaba el deseo<br />
de que Su Santidad diese la institución canónica<br />
á los Obispos nombrados antes de la partida de<br />
Fontainebleau. Debia decir el Cardonal: la situa<br />
ción política de Francia no está todavía deter<br />
minada ; hasta el presente la cuestión de la guer<br />
ra está del tolo indecisa; los ejércitos van formán<br />
dose como por encanto; el emperador tendrá<br />
dentro de poco cuatrocientos mil hombres; su<br />
política sin embargo, tiende á la conservaciou<br />
de la paz. También sus instrucciones debian tocar<br />
en algunos procederes que el Santo Padre acaba<br />
ba de tener con el rey de Francia , y hacerle sa-
her que Napoleón no separaba su causa de la del<br />
rey de Ñapóles.<br />
Pero este habla marchado ya contra los ¿cus-<br />
üriacos Hasta Módena, y entre esta ciudad y Reg-<br />
giotuvoun encuentro, en el cual fueron rechazada»<br />
sus tropas napolitanas. Lo fueron también entre<br />
Tblentino y Macérata, y tuvo que huir hacia'Ña<br />
póles , donde iba ú verse en la necesidad de reti<br />
rarse á Francia.<br />
Antes de partir para Béljica pidió Napoleón<br />
a sus ministros una memoria sobre las rela<br />
ciones con la Santa Sede. Mr. de Caulaincourt<br />
le dio el siguiente informe. »<br />
u<br />
"SEÑOR:<br />
El Santo Padre debe haber vuelto ya ú sus Estados. Los<br />
acontecimientos quede ellos le habian alejado son ajenos de<br />
V. M., quien ha manifestado desde su regreso el deseo de re<br />
novar relaciones con el. La posición del Papa le obliga á pres<br />
tarse á ello : la Santa Sede es esencialmente ventral, porque<br />
*to puede, cualesquiera que sean las perturbaciones políti<br />
cas', renunciará sus comunicaciones con una potencies cris<br />
tiana \y su* deberé»como cabeza ds la Iglesia puede» im<br />
pedirle que 99 mezcle' emlas pasiones de las otras potencias'<br />
Conviene á Francia como á la corte de Roma, que no se in<br />
terrumpan las relaciones de los dos gobiernos, y estas relacio<br />
nes pueden- influir en el mantenimiento de la tranquilidad pú<br />
blica , teniendo un saludable ascendiente sobre la opinión. En<br />
fio j V. M. debe desear que se equilibre con la presencia de un<br />
encargado de sus negocios en Roma , la influencia que la
legación del último gobierno pudiese tener todavía, y que le<br />
era útil para obtener bulas y otros actos contrarios á las<br />
disposiciones del concordato."<br />
En efecto el Papa habia salido de Jénova tomando<br />
el camino de Roma, después de haberse<br />
arrodillado en Savona ante una Vírjen , á la que<br />
dirijia sus súplicas en 1811. Hubo fiestas también<br />
en esta su cuarta entrada en la ciudad santa,<br />
y el pueblo manifestó una sincera alegría á la<br />
vista de su Pontífice. La embajada del rey se<br />
unió á su corte hacia fines de junio, y no tardarnos<br />
en saber las estipulaciones concluidas<br />
el 9 de mayo en el congreso de Víena, relativamente<br />
á las provincias de la Santa Sede.<br />
Mr. de Talleyrand envió á Mr. de Pressigny el<br />
escrito siguiente:<br />
Estrado del tratado de \ iena, artículo 103.<br />
" Lv> Marca? con Camerino y sus dependencias , asi como<br />
ti ducado do Benevento y principado de Ponte-Corvo 9e devuelven<br />
á la Santa Sede. Entra C9ta en posesión de las legaciones<br />
de ltavena,de Bolonia y do Ferrara, á escepcion de la<br />
4.arte de Ferrara situada sobre la orilla izquierda del Pó.<br />
S. M. I. y K. apostólica , y sus mee-sores tendrán derecho de<br />
mantener guarnición en las plaza* de Ferrara y de Comacchio."<br />
En los últimos dias de julio se anunció el regreso<br />
inmediato del Cardenal Consalvi á quien<br />
todo el estado pontificio deseaba manifestar su<br />
agradecimiento. Este Cardenal no habia influido
desde luego entre tantos ministros y personas,<br />
distinguidas de las/grandes potencias; pero no<br />
tardaron estos en admirar sus cualidades, y Roma<br />
obtuvo todo lo que pedia: hasta el derecho le<br />
concedieron de que los nuncios precediesen en las<br />
ceremonias á todos los embajadores, aun los<br />
protestantes y cismáticos, y arengasen á los sobe<br />
ranos en nombre del cuerpo diplomático, sola<br />
Prusia presentó al principio algunas dificultades..<br />
En fin, Consalvi se presentó en los estados de su<br />
amo para declararle[que en adelante iban á ser mas<br />
florecientes y á quedar mas asegurados que nunca<br />
lo estuvieron, desde los tiempos de Carlomaguo.<br />
A la sazón un célebre artista llamado Antonio<br />
Banzo emprendió en secreto y de antemano bajo<br />
la direcion de Mr. Pedro Bettelini un grabado<br />
cuyo modelo era un dibujo de Mr. Francisco Mali<br />
no en que estaba el Cardenal Consalvi presen taña<br />
do al Papa Pió VII las legaciones de Bolonia, Rar<br />
vena y Ferrara recientemente recobradas: esta-<br />
ban estas provincias personificadas con sus pro<br />
pios atributos; y detrás del Papa se veia la ciu<br />
dad de Roma, la relijion de pie y la historia senta<br />
da* Apenas concluyó la obra regaló el artista un<br />
ejemplar al Cardenal Consalvi, que como no veia<br />
en su soberano sino repetidos ejemplos de humil<br />
dad y desinterés , no. se dejó llevar de la vani-
dad ; antes bien le manifestó un sincero agradecimiento<br />
, le recompensó , compró la lámina por un<br />
precio considerable y la mandó romper: de modo<br />
qii2 si aun ecsiste es por que se repartieron entonces<br />
algunos ejemplares y quedaron otros en<br />
JiOder del artista. Uno tenemos en nuestro gabinete<br />
que por gracia particular y respeto á la embajada<br />
se salvó de la modestia del Cardenal : el<br />
aspecto del Papa dulce y tierno manifiesta cierta<br />
sorpresa , cierta alegría ; el Cardenal vuelto hacia<br />
el Padre Santo, fijos en el sus graciosos ojos, cubiertos<br />
de. espesas cejas, aparece lleno de nobleza,<br />
señalando con la mano derecha k Bolonia que está<br />
de rodillas, cubierta la cabeza con el casco de<br />
Minerva. En jeneral tiene este grabado un estilo<br />
firme y un acabado enérjico y bastante correcto.<br />
Se cansó la fortuna de protejer á. Napoleón.<br />
El 10 de agosto el gobierno toscano envió tropas<br />
que tomaron posesión de la isla de Elba. Los soldados<br />
franceses que en ella estaban, fueron tratados<br />
con distinción. Pidieron noticias del emperador<br />
al comandante Florentino, y respondiendo<br />
este , que el emperador soportaba con magnanimidad<br />
su dolorosa condena, vertieron amargas lágrimas<br />
aquellos guerreros.<br />
No se habian cambiado los sentimientos del<br />
Papa hacia el Cardenal Fesch, concediéndole otra
vez un asilo. También la madre de Napoleón fue<br />
k buscar un refujio á Roma y el qobierno del rey<br />
no puso impedimento alguno á la determinación<br />
de Su Santidad, quien en vez de acceder tí los<br />
consejos qne algunos le dieron.de encerrar al Car<br />
denal en el castillo Sant Anjelo, como por orden<br />
de la junta, que presMia en mayo el Cardenal La<br />
Somaglia, fue preso el de Maury, mandó que á es<br />
te se le sacara donde pudiera mejor atender á su<br />
salud.<br />
Entre ruidosas aclamaciones volvió á entrar<br />
Cúis XVIII en Paris, y se apresuró el Papa á fe<br />
licitarle en una carta con fecha 22 de julio.<br />
«CARI.SMÍO . HIJO £X JESUCRISTO) SALUD Y BENDICIÓN"<br />
APOSTÓLICA.<br />
• " Apenas hemos sabido el feliz restablecimiento de V. M.<br />
cristianísima al trono de sus antepasados, nos apresura<br />
mos á felicitarle con toda la sinceridad posible: V. M. sabe<br />
muy bien cuánto hemos sentido las penas y disgustos que<br />
h a eesperimentado, y cuánto nos alegramos al presente ten<br />
ga el consuelo de ver d'aipada en tan poco tiempo la nueva<br />
tempestad: no hemos cesado de rogárselo-así en nuestras ora<br />
ción es al Padre de las misericordias , ni cesaremos para que<br />
V. M. pueda gobernar en paz sus pueblos, y hacer en su reino<br />
todo el bien que la relijion espera do un descendiente de San<br />
Luis. Entre tanto concedemos de todo corazón á V. M. y á su<br />
augusta familia la paternal bendición apostólica.<br />
" Dada en Roma en Santa Maria la mayor el 22 de julio<br />
del año 1815, de nuestro pontificado, décimo secsto.<br />
/<br />
*Piü». PP. VIE"
400<br />
El rey contestó el 14 de agosto.<br />
"SANTÍSIMO PADRE:<br />
" He recibido con una verdadera satisfacción la carta que<br />
V. S. me escribió con fecha 22 de julio felicitándome por haber<br />
vuelto á mi capital: á la divina Providencia, que ee complace<br />
en probar á los reyes y á los pueblos, es á quien se debe tan<br />
-.prouto restablecimiento de la autoridad lejítima , único medio<br />
de terminar las desgracias sobre?enidas en Francia. No he<br />
dudado un momento de lo mucho que V. S. se habrá acordado<br />
en sus oraciones de las necesidades de Francia y de la Europa<br />
entera, pues conoce muy bien los principios que me unen á<br />
•nuestra santa relijion: encontraré siempre en ella el mayor consuelo<br />
y el estímulo mas poderoso para el ecsacto cumplimiento<br />
de mis deberes. Espero de la adhesión del jefe de !a Iglesia á mi<br />
persona yá mi reino, y de su soücitul paternal contribuirá<br />
cuanto le sea posible á reanimar las conciencias y calmar las<br />
pasiones.<br />
"Ruego á V. S. crea firmemente estoy siempre pronto á darle<br />
pruebas de mi respeto filial, y que soy , Santísimo Padre,<br />
vuestro devotísimo hijo.<br />
"Luis."<br />
[Qué tiempos estos para brrelijion; dos jefes<br />
con diferencia de treinta días; armado el uno de<br />
la fuerza, y el otro de sus derechos, pedían para<br />
.Francia al Pontífice de la* Iglesia Universal la<br />
bendición apostólica'!<br />
Por este tiempo envióji Paris el Santo Padre<br />
á Canova para reclamar diferentes objetos artís<br />
ticos de los llevados á Francia. Llevaba una carta
de Su Santidad para el"íey, y otra del Cardenal<br />
-Consalvi para Mr. de Talleyrand, que habia escrito<br />
al embajador francés en los términos mas<br />
animados sobre que no podría sacarse fruto en este<br />
particular.
CAPITULO TREINTA.<br />
CELÉBRASE LA FIESTA DE SAN LUIS EX ROMA. — ALO<br />
CUCIÓN DEL PAPA.— CARLOS IV DESEMBAUCA JOA<br />
QUÍN EN Pizzo.—Su MUERTE.— CARTA DE MR. POY-<br />
TER AL CARDENAL CONSALVI.—FIESTA DE SANTA LU<br />
CIA.— RECOJE CANOVA LOS OBJETOS ARTÍSTICOS DK<br />
PARÍS.—DEJA ALGUNOS DE MUCHO VALOR.<br />
Desde los tiempos del Cardenal de Bernis no<br />
se habia celebrado mas que una vez en Roma la<br />
fiesta de San Luis. Mr. de Pressigny restableció<br />
esta ceremonia. Pió VII fue á la capilla del Santo<br />
rey á oir la misa , y después manifestó al embajador<br />
su satisfacción, por ver asegurada la paz<br />
entre Francia y la Santa Sede.<br />
El 4 de setiembre reunió el Papa á los Cardenales<br />
y les dirijió una alocución, Hemos dicho<br />
ya que son las alocuciones de Pió VII la esprcsion<br />
de sus pensamientos y carácter. En esta, desde<br />
luego,hizo mención atentamente, aunque con
alguna frialdad, del emperador de Austria que<br />
habia devuelto las legaciones, y de Mr. de Talleyrand,<br />
en nombre de la Francia y de los- ministros<br />
ruso é ingles, que habian sido los que mas solicitaron<br />
dicha restitución. En seguida hizo como<br />
una especie de relación histórica de las negociaciones<br />
de la Santa Sede con Luis XVIII, que no<br />
habian conducido sino a vagas esplicaciones y pocos<br />
resultados. El Santo Padre no podia menos<br />
de mostrar su vivo reconocimiento á los principes<br />
que no pertenecían á la Iglesia romana.<br />
Con gran deferencia nombró al muy augusto emperador<br />
de Rusia que habia querido aplicarse á<br />
tomar conocimiento de los derechos políticos de<br />
Roma, para después protejer con su autoridad las<br />
pretensiones de la Santa Sede. Tampoco podia<br />
olvidar los méritos de Federieo, rey de Prusia,<br />
que de continuo manifestó el ínteres que se<br />
tomaba en los asuntos pontificios; ni el celo de<br />
Carlos rey de Suecia, que voluntariamente se<br />
prestó á ser defensor de ellos. ¿Como podia abstenerse<br />
acaso de nombrar áCelsisimo, príncipe re -<br />
jente de Inglaterra? Su actividad dio siempre en<br />
el congreso apoyo á las razones del soberano de<br />
Roma, " Asi, dijo, nos declaramos deudoresá<br />
" todos estos principes, sintiendo una inclinación<br />
" hacia ellos, tanto mas fuerte cuanto conocemos
que la Santa Sede debia encontrar menos dís-<br />
*' posición en ellos aprotejerla.''<br />
Hizo después una protesta por la retención<br />
del condado de Aviñon , sin pronunciar empero<br />
su nombre'por consideración á la Francia, y dio<br />
íi entender que sería conveniente y regular hubiese<br />
una compensación. Reclamó contra la ocupación<br />
de la parte de Ferrara, situada á la izquierda<br />
del Pó. Dio magníficos elojios al Cardenal<br />
Consalvi, cuyos talentos señalaba al reconocimiento<br />
de las edades venideras; y concluía la<br />
-alocución cou solemnes acciones de gracias al Todopoderoso<br />
que habia puesto fin á las tribulaciones<br />
del Pontífice y salvado á la Santa Sede.<br />
Austria nombró por su ministro en Roma al<br />
-caballero Lebzeltern, á quien el gran duque de<br />
Toscana dio "también una prueba de su estimación<br />
escojiéndole para su enviado estraordinario.<br />
El caballero Vargas, preso mucho tiempo<br />
por orden de Napoleón, y cuya constancia habia<br />
-dejado admirados íi sus mismos carceleros, continuaba<br />
siendo ministro de España. Representaba la<br />
Uusia el jeneralJHitroff, yerno de la maríscala Kutusow,<br />
que era un hombre de talento y de esce-<br />
•lentes modales con quien estábamos en muy buena<br />
armonía (1). Faltaba un ministro de Inglaterra<br />
(I) Fite se h«b:t hecho muv imipo déla emb»j«U con motivo d«
aunque un número grande de vasallos de la gran-<br />
Bretaña recorría los estados romanos en todas dilecciones,<br />
y habia viajeros ilustres entre ellos que<br />
secretamente iban á dar pruebas de concordia y<br />
sincera amistad. El marqués., de Fuscaldo habia<br />
vuelto á recuperar la confianza del rey de Ñapoíes<br />
y esta digna reparación era del agrado del Santo<br />
Padre.<br />
El rey de España Carlos IV y su esposa, conñ~<br />
nados por Napoleón en Roma volvieron á ella. La<br />
reina en este regreso dio una caída que la postro<br />
gravemente, enferma. Las reIaciones.de estos reyes<br />
con la corte de Fernando,.que habian sido desagradables<br />
desde el principio, tomaron un carácter<br />
reciprocamente menos amargo por la mediación<br />
del Santo Padre, que restableció una paz duradera<br />
entre el padre y el hijo.<br />
2 Se supo eii Roma hacía el mes de octubre la:<br />
llegada del rey Joaquín á la playa de Pizzo, en la<br />
.Calabria citerior, y que su presencia no habia escitado<br />
á su favor ningún entusiasmo. Parece, que<br />
habia sido arrojado sobre la costa por el mal tem<br />
ía reapuesta que recibió de uno de nosotros cu públieo. Un día en utja<br />
gran comida se dirijió ;í uno de la embajada, y no sé coa que intención le<br />
dijo en aJta voz. "Caballero , ¿tienen Vi?. aJgim hombre de talent > en<br />
Constantinopla?—."Ka todas partes los tenemos,respondió el secretario..!'<br />
Se trataba de algunas diferencias entr.' nuestro embajador en Constantine-<br />
pla y un enviado de Rusia.
poral y deseaba volver á embarcarse, pero algu<br />
nos de los que le seguían intentaron escitar al<br />
pueblo á un movimiento de insurrección, y Joa<br />
quín preso, fué llevado ante una comisión militar.<br />
Se aseguró de que un consejero del rey Fernando<br />
le dijo á este: " Vuestra casa real y sus tres ramas<br />
reinantes han tenido en ¡Vlurat siempre un impla-<br />
cacablc enemigo; desde luego en Vincennes en los<br />
fosos del castillo, después en Madrid, donde en<br />
viaba los Borbones á nirrcladas al destierro, á<br />
la miseria y al escándalo, y últimamente en<br />
Ñapóles, donde se colocó en lugar del dueño.<br />
Desde aqui hizo arrebatar de Roma al Santo Pa<br />
dre y por preferencia nos trajo la esterminacion y<br />
la guerra. Ahora está en Pizzo prisionero, y ha sido<br />
condenado por una comisión militar en los tér<br />
minos de la ley misma, que él habia dado. La*<br />
dos terceras partes del ejercito están , puede ser,<br />
a su favor, y, si las sentencias no se ejecutan es<br />
menester que el rey mande á sus aposentadores,<br />
para que nos preparen un alojamiento en Pa-<br />
lermo.<br />
Joaquin Murat, después de haber escrito una<br />
tiernísima carta á su familia, manifestó sus<br />
sentimientos relijiosos, y murió con esforzado<br />
ánimo.<br />
Una de las acusaciones que le hicieron y
acabamos de citar, es la captura del Papa, lo<br />
cual dio motivo para que se ecsaminase si verda<br />
deramente Joaquín Murat lo habia mandado.<br />
Nuestros lectores están mejor informados de<br />
los hechos de entonces, que los mismos que los<br />
presenciaron; saben muy bien que es cierto que<br />
Joaquín de orden de Miollis envió á Roma 800<br />
hombres bajo el mando del general Pignatelli-<br />
Cerchiara, y que este general se halló en la pri<br />
sión y regreso del Pontífice. Joaquín pudo y de<br />
bió conocer los proyectos del gobernador de Ro<br />
ma, pero las cartas de este al emperador, la per<br />
plejidad de Radet ú quien nadie hablaba sino del<br />
cardenal Pacca; la ausencia repentina de Miollis,<br />
que se fue á Mantua, punto mas prócsimo al cuar<br />
tel jeneral imperial; la [poca previsión en acordar<br />
adonde debia trasladarse definitivamente al Papa,<br />
la confusión de órdenes y contraórdenes, el despa<br />
cho tan lleno de borrones que el jeneral remitió á.<br />
Radet á instancia suya; el nombre del Cardenal<br />
Pacca repetido en todas las pajinas de este inmun<br />
do papel que tuve en mis manos, su contenido, la<br />
necesidad en que se vio Radet de pedir nueva<br />
autorización; el haber enviado Madama Elisa al<br />
Pontífice adonde estaba el principe Borghesc . el<br />
haberle este dirijido á Francia, espuesto á po<br />
nerle al frente de la guarnición de Zaragoza ; el
testimonio del mariscal Bessiéres uno de los hombres<br />
mas respetables de la corte de Napoleón, y<br />
uno de aquellos militares que jamas engañan, cuyo<br />
testimonio prueba que Napoleón en el primer<br />
momento se encolerizo y afirmo que no habia dado<br />
orden alguna; la poca probabilidad de dar una<br />
orden semejante de manera que su ejecución coincidiese<br />
con la batalla de Wagram, y aquella consideración<br />
, en fiu, positiva y probada por la esperiencia<br />
de que jamás dio Napoleón sus batallas<br />
civiles sino después de haber ganado sus batallas<br />
militares; está demostrando todo que Miollis ejecutó<br />
la prisión del Papa el 6 de julio porque<br />
creyó el momento oportuno: le habría escrito<br />
Napoleón, no lo dudamos." os confio á vos el cui<br />
dado de mantener la tranquilidad en mis Estados<br />
de Roma; " y Miollis después, que se hubo apoderado<br />
de la persona de Su Santidad escribió á<br />
Napoleón una carta que comenzaba con esas mismas<br />
palabras. Hay motivo para pensar que Joaquín<br />
no tuvo mas parte en el acontecimiento que<br />
la de ser su jeneral un hombre tan convenible á<br />
todo, y la de haber enviado tropas que ayudasen<br />
al jeneral Miollis. En cuanto á los demás hechos<br />
alegados tan criminosamente por el consejero del<br />
rey Fernando, la historia ha pronunciado su fallo,<br />
pues escribe ella siempre y jamás borra.
Habiendo espuesto ya algunos documentos ofi<br />
ciales de varios ajentes ecstranjeros, no será fuera<br />
del caso dar una breve noticia de lo que escribía<br />
Mr. Poyntcr, Obispo de Hallia enMacedoniay vi<br />
cario apostólico en Londres; al Cardenal Consal<br />
vi acerca del Pontífice y acerca de los servicios del<br />
mismo Cardenal en Roma: creo hacer un beneficio<br />
á todos nuestros amigos de la Gran Bretaña, ma<br />
nifestándoles que es lo que opinaba de los nego<br />
cios del tiempo, y de los de Irlanda sobre todo,<br />
uno de sus mas respetables eclesiásticos. Da las<br />
gracias al Cardenal por haberle remitido la alo<br />
cución de 4 de setiembre: en Inglaterra é Irlanda<br />
ha resonado la voz del Padre Santo para confu<br />
sión de los calumniadores y revoltosos; con satis<br />
facción se ha leido en Londres la honorífica men<br />
ción que hace S. S. de Inglaterra , y se espera<br />
reine en adelante una completa armonía entre el<br />
gobierno de Roma y el de la Gran Bretaña.<br />
" Tomo mucho que los cálculos que tan bien fundados nos<br />
parecían, acerca del feüz resultado de la carta de Jénova fallen<br />
ahora por el modo que han tenido de tratar el negocio en Irlanda,<br />
y por lo que han dicho acerca de las supuestas concisiones<br />
de esta carta á nuestro gobierno para el nombramiento de<br />
los Obispos: esto se advierte únicamente comparando las disposiciones<br />
de diferentes asociaciones irlandesas con el testo de la<br />
carta que es concesiva y muy comedida en este punto. Parece<br />
que Mr. llaye, secretario de U diputación seglar se ha ido »
Roma sin los señores diputados , cuyo secretario es , y que<br />
trae una comisión de parte , según dicen , de los católicos irlandeses<br />
, y á nombre de cinco millones , tiendo así que en las<br />
gacetas últimas de Irlanda se lee que esta comisión no se compone<br />
, ni está aprobada sino por cinco ó seis individuos de Dublin,<br />
que ni eran los representantes, ni les delegados de<br />
los católicos irlandeses para este efecto ni para otro alguno. Se<br />
ve pues quo Mr. Hayo se fue sin que le enviasen , y que trae<br />
una comisión supuesta de los católicos de Irlanda que no<br />
está sancionada ni autorizada por alguno de ellos: ruego al<br />
Dios de las misericordias dirija á S. S. en tan arduo negocio<br />
y le inspire lo que conduzca al bien de la relijion de nuestras<br />
islas y al restablecimiento de la tranquilidad pública."<br />
Aquí se queja Mr. Poyntcr , y al parecer con<br />
bastante razón , del Cardenal Litta , prefecto de<br />
la Propaganda que le había tratado con mucho<br />
rigor: tenia este Cardenal muy buenas cualida<br />
des aunque era á veces poco afable; con dificul<br />
tad deponía sus preocupaciones: los disgustos y<br />
padecimientos del destierro habian irritado su<br />
carácter por naturaleza dominante.<br />
" La bula del Padre Santo sobre los jesuítas está en nuestro<br />
parlamento, y probablemente se discutirá en la sesión prócsima:<br />
en tales circunstancias debo vijilar para no comprometer<br />
la causa común de la relijion católica en mi distrito ; el negocio<br />
es muy arduo."<br />
El 13 de diciembre asistió todo el cuerpo diplo<br />
mático y la nobleza romana á la gran ceremo<br />
nia celebrada en la basílica de San Juan de Letran<br />
en aniversario del nacimiento del rey de Francia
Enrique IV. El crecido número de ingleses que<br />
habia en Roma no fue el que se apresuró menos<br />
para ver una función en la cual desplegó Mr.<br />
de Pressigny la mas grande magnificencia. Era<br />
muy querido y considerado en Roma; pero no<br />
podia adelantar en los asuntos de relijion con la<br />
comisión eclesiástica. El buen Papa le decia:<br />
"Signor ambasciatore V affare cammina, camminá"<br />
cuando las relaciones estaban como interrumpidas<br />
con Paris, donde por otra parte tampoco habia<br />
nuncio de Su Santidad.<br />
Disputaban á Canova en París cada objeto<br />
artístico con increíble oposición. Consalvi le habia<br />
dicho en Roma al famoso escultor. "El Papa<br />
os pide que vayáis á París á continuar una celebre<br />
conversación que con Napoleón empezasteis<br />
sobre los monumentos de Roma. Habéis enviado á<br />
Francia la estatua colosal del mismo Napoleón y<br />
no se ha hecho justicia á vuestro talento: ¿qué será<br />
de ella? todas sus esperanzas coloca Roma en<br />
vuestras manos , id y cumplid en Paris con el<br />
deber de un principe perpetuo de la academia de<br />
San Lucas." Canova desde su arribo se dirijió al<br />
gobierno del rey que desechó su reclamación. El<br />
ministerio pontificio dirijió entonces una nota á<br />
los plenipotenciarios délas potencias aliadas, desarrollando<br />
en ella las razones que asistían á su
eclamación, fundándose en la injusticia de Ta<br />
agresión, en la inmensidad de tantos sacrificios,<br />
en los destinos de una ciudad privilegiada por las<br />
artes, en el ejemplo de Carlos VIII rey de Fran<br />
cia , y aun el de Carlos V, que habiéndose apo<br />
derado de Roma no la despojaron , y como ejem<br />
plos mas recientes en que Federico II respetó<br />
•por dos veces las galerías de Dresde. y en la mo<br />
deración de los rusos y austríacos que por dos<br />
veces dueños de Berlín no tocaron á las obras de<br />
las artes. Seria un insulto al siglo presente resu<br />
citar en él los derechos de los romanos en Corin-<br />
to que declararon á los hombre» y á las cosas por<br />
propiedades del vencedor. La civilización, la espe-<br />
.vicncia y el castigo memorable que á Roma<br />
impusieron todas las naciones de Europa, deben<br />
obligar á que se juzgue mejor ya sobre el abuso<br />
de la fuerza.<br />
Canova habia pedido una audiencia al empe<br />
rador de Rusia; pero no pudo obtenerla, porque<br />
Alejandro cuya jenerosidad no se desmintió jamás,<br />
consentía en que se tratara con Francia , pero<br />
no queria inclinarse en nada á la coacción , y el<br />
rey de Francia defendía las estipulaciones finua-<br />
por Bonaparte en Tolentino, aunque sabiendo<br />
eran obra de la violencia. Sin embargo por su pro<br />
pia autoridad los estranjeros recojian en Paris su
hacienda do quiera que la veían á pesar de la resis<br />
tencia jeneral que oponían los franceses, desde<br />
el rey hasta el último artesano. Lord Castelréagh<br />
empezó á mirar como suya la reclamación del<br />
Papa y al punto salió un folleto ingles muy ve<br />
hemente , y una nota fulminante del ministro de<br />
la Gran Bretaña. Wellington daba su apoyo á los<br />
belgas que reclamaban sus cuadros, y se declaró<br />
abiertamente por la pretensión de los romanos.<br />
En una publicación que de orden suya salió á luz<br />
se espresaba de este modo: t{<br />
según mi opinión<br />
seria la cosa mas injusta que accediesen los sobe<br />
ranos á los deseos de Francia. Si permitiesen<br />
se la hiciera semejante sacrificio seria una falta de<br />
política y se perdería la ocasión de dar ú los fran<br />
ceses una gran lección moral." El príncipe de<br />
Metternich reclamaba para el emperador Fran<br />
cisco lo que habia pertenecido ú los Estados que<br />
poseia , y también lo que fue sacado de Parnia y<br />
Módena. Entre los ministros franceses habia al<br />
gunos que se oponian, y el rey Luis XVIII, no<br />
era el que menos resistencia mostraba. Ese rey<br />
dado á Francia por los estranjeros (I) no se<br />
(1) Cuando se trató en el oonsejo, antes de los cien dias la cuestión<br />
de si se devolverían ó no las estatuas de los líorgueses, por causa de la<br />
renta que se pagaba como precio de ellas , corrió el rumor de que habla<br />
en el consejo dos estranjeros que á despecho de los naciouafet ("erolTeran
manifestaban contrario á los votos de los france<br />
ses. La fuerza de los prusianos , unidos á los aus<br />
tríacos, se apoderó violentamente de los objetos<br />
artísticos en cuestión. Canova por sí dispuso se<br />
quedasen en Paris muchos de aquellos que habian<br />
pertenecido á Roma para que fuesen reputados<br />
como un don de Su Santidad, contándose en el<br />
número de los que dejó la estatua colosal del Zi-<br />
ber, la magnífica Palas de Yeletri y la Melpó-<br />
mene.<br />
No se puede negar que la opinión pública se<br />
mostró en esta ocasión con un descontento jene<br />
ral. Sucedió que hasta dificultoso fue encontrar<br />
quien quisiera dar los carros necesarios para con<br />
ducir una parte del convoy á Roma; y para dar á<br />
conocer los sentimientos del gobierno en este par<br />
ticular citaremos la carta que pasó Mr. Pradel á<br />
Canova en 23 de octubre.<br />
" CABALLERO ,<br />
Mr. Lavalleé, secretario jeneral del Museo rae dá cuenta<br />
todo aquello que se quisiese, de modo, que se venan desaparecer el<br />
Gladiator , el jarro Borgucse , la enseñanza de Buco &c. &c. Por una es-<br />
trafia circunstancia los nacionales que opinaron primero, fueron de pare<br />
cer que era menester al mominto restituirlas y anular la renta. Uno de<br />
los extranjeros tom¿ la palabra y dijo que seria una vergüenza no se con*<br />
servasen para Francia semejantes obras maestras por razón de dinero. El<br />
otro estranjero apoyó el dicho de' primero y los nacionales entonces se<br />
unieron á su parecer, quedando decidido por unanimidad que te con»<br />
servasen las estatuas. El primer estranjero habia sido el conde de Iliacas,<br />
y el segundo estranjero el m'umo rey de Francia.
de quede los objetos artísticos que estáis encargado de recojer<br />
en dicho Museo como pertenecientes á Roma y á la Santa<br />
Sede, hay muchos que estáis dispuesto á dejar en don y<br />
es cosa en estremo agradable á S. M. el saberlo. Todo acto<br />
de moderación , que tenga por resultado hacer menos sensible<br />
el despojo del Museo real, no puede ser de modo alguno indiferente<br />
al rey, y me apresuro á daros á conocer sus sentimientos<br />
en este particular."'<br />
Era para Canova una satisfacción enseñar esta<br />
carta , cpie sin duda habia sido dictada por<br />
Luis XVIII, y el Cardenal Consalvi en nombre<br />
de Su Santidad ratifico lo dispuesto por el artista<br />
en los términos siguientes : lejos de tener cuidado<br />
alguno por haber dispuesto y hecho semejantes<br />
dones bajo vuestra responsabilidad , felicitaos de<br />
haber adivinado las intenciones de Su Santidad.
CAPITULO TREINTA Y UNO.<br />
INTRIGAS EN LA CORTE DEL PAPA.—SE INTERESAN VA<br />
RIAS POTENCIAS EN LAS PRETENSIONES DEL PRÍNCIPE<br />
EUJENIO.—Mr. MAZOIS ENVIADO Á NÁTOLES.—CARTA<br />
DEL REY Á PÍO VII.—INSTRUCCIONES DEL DUQUE DE<br />
KICIIELIEU AL CONDE DE BLACAF.<br />
Con motivo de las fiestas de Navidad fue el<br />
cuerpo diplomático á cumplimentar al Padre<br />
Santo, y pidió permiso para volverlo á hacer el<br />
primer dia del año, según costumbre de todas las<br />
deinas cortes de Europa; agradeció el Papa tan<br />
repetidas pruebas de adhesión y de respeto, no dudando<br />
ya los romanos adictos á la Santa Sede que<br />
la paz seria duradera. Las asambleas entablaban<br />
de nuevo sus correspondencias con todo el universo,<br />
se recibían felicitaciones de los países mas remotos<br />
de la tierra: sin embargo, se habia formado<br />
al rededor del Papa una corte de aduladores<br />
y lisonjeros, que se atribuían en parte la perseverancia,<br />
la inmovilidad con que se habia logrado
el triunfo; pero los verdaderos héroes en estos he<br />
chos tan dignos de admiración, los Pacca, los<br />
Consalvi, los di Pietro, los Fontana, los Gregorio<br />
no eran ciertamente los que se vanagloriaban ; y<br />
entretanto algunos quizá, que habian mendiga<br />
do la vida, ú otros (pie jamás pensaban en resis<br />
tirse ambicionaban la recompensa: poetas habia<br />
también que inspirados súbitamente publicaban<br />
sus versos. Bien sabido es cuanto se habló enton<br />
ces de los de Clermont, que pretendían ser pa<br />
rientes del Papa, y que este concedió una pen<br />
sión á Mr.de Clermont-Mont-Saint-Jean refujia-<br />
do en Roma; habia yo mismo solicitado la pro<br />
tección del Papa para Mr. de Clermont-Mon-<br />
toison, que recomendado por S. S. al Cardenal<br />
Caprara, no tardó en esperimentar la buena re<br />
putación de este Cardenal: sabidos son también<br />
los intentos de Mr. de Clermont-Tonnerre que tan<br />
agradecido debia estar á la jenerosidad del Padre<br />
Santo. En este estado se hallaban las cosas cuan<br />
do después de comparaciones entre la ilustre casa<br />
de Clermont en Francia y la familia de Chiara-<br />
monti, después de un vano juego de palabras, de<br />
alusiones diversas, proyectos de aprocsimacion de<br />
todas las montañas alumbradas por un sol privi<br />
legiado, queriendo un poeta desentrañar aun mas<br />
las pajinas de la historia, descubrió que un hijo<br />
53
de S. Luis rey de Francia se llamaba conde de<br />
Clermont, y habiendo el Papa en uno de sus bre<br />
ves recordado que Luis XVIII descendía de San<br />
Luis, resultaba la familia Cliiaramonti mas anti<br />
gua que la de Clermont-Tonnerrc, y emparenta<br />
da con los monarcas de Francia. Quisieron ade<br />
mas sostener que pudo muy bien haber un enla<br />
ce entre los Clermont-Mont-Jcan, ó los Montoi-<br />
son con estas grandes familias de la monarquia,<br />
así como los Montmorency emparentaron mas de<br />
una vez con nuestros antiguos reyes; pero esto no<br />
bastaba , porque la familia Cesene descendía de<br />
San Luis y decian ellos, ¿no hay acaso en los Mar<br />
ches una familia JBbrbon del Monte? Muy quejoso<br />
estaba el Papa de estos rumores , aunque Pió VII<br />
se quejaba siempre con dulzura y con temor<br />
de agraviar; solo quería que se calmasen esas di<br />
sensiones : por mi parte satisfice al padre prior<br />
Torelli, que vino también á consultarme y á ro<br />
garme esplicase á los ignorantes de cual de los<br />
de Clermont descendían los Borbones; y me dijo<br />
que algunos verdaderos amigos del Papa me ha<br />
bian creado apposta , conúgliere para decidir esta<br />
cuestión ; que deseaban me apresurase á declarar<br />
fijamente la descendencia en términos que hiciese<br />
callar á todos los poetas, y previniese las sátiras<br />
que de seguro no faltarían cuando llegase á saber-
se una invención semejante. El cumplimiento de<br />
esta comisión en tampoco tiempo era arriesgado y<br />
difícil; hablé pues al embajador que estaba ente<br />
rado á fondo en estas materias: naturalmente ha<br />
bíamos de aclarar la descendencia desde el sesto<br />
hijo de San Luis hasta el padre de Enrique IV, y<br />
aunque en lo demás, al parecer no habia dificul<br />
tad, mi obligación era proseguir. Varios amigos<br />
de los mas allegados al Papa tenían en gran esti<br />
ma al padre Torelli, porque este sabio relijioso<br />
habia manifestado un proceder muy noble al pre<br />
ferir el destierro al juramento. Para redactar la<br />
nota que se me pedia tomé secretamente mis me<br />
didas , y por fortuna encontré en una biblioteca<br />
al padre Felipe Labbe,un tomo en 12. ° que acabó<br />
de enterarme; no me atreví a buscar el arte de<br />
comprobar las fechas que me lo hubiera aclarado<br />
todo, porque quería evitar se sospechase siquiera<br />
el objeto de nuestras investigaciones; en fin, or<br />
denamos los hechos, y remití el trabajo (1) al pa-<br />
(l) He aquí lo que me dictó circunstanciadamente Mr. de Sain—Ma<br />
lo. "Luis IX, San Luis, nació el 25 de abril de 1215, su secsto hijo Ro<br />
berto de Francia, conde de Clermont en Beauvaisis, en 1256 : este pri<br />
mer conde Clermont casó con Beatriz de Borgoña, dama de Borbon, y<br />
murió en 1317; tuvo de su mujer (1) i Luis I duque de Borbon,conde<br />
de Clermont, camarero de Francia, padre de (2) Jacobo I, de Borboa<br />
muerto en 13(31, que lo fue de (3) Juan I, duque de Borbon, que murió<br />
en 1393 dciando su nombre, y ducado á (4) Luis TI de Borbon , conde
dre prior', que nos lo agradeció sobremanera , y<br />
por fortuna nada supieron los autores de las sáti<br />
ras de esta singular contienda doméstica que du<br />
ró pocos di as.<br />
Cualidades tan nobles de alma tenia Pió \ 11<br />
que aun aquellos mismos que estaban en corres<br />
pondencia con sus perseguidores eesperimentaron<br />
mas de una vez su beneficencia. Teniendo el<br />
príncipe Eujenio, retirado en Munich, algunas<br />
reclamaciones pendientes sobre el Estado romano,<br />
encargó a Mr. Re* fuese á Roma á seguirlas: Be<br />
trataba de volverle algunos bienes eclesiástico*<br />
que le pertenecían según las disposiciones del an<br />
de Vendóme, y último que se tituló conde de Clermont; murió en 1446,<br />
dejando á (5) Juan II, muerto en 1477, y padre de (6) Francisco de<br />
llorbon, muerto en 149.5, casado con María de Lexemburg: de quien<br />
tuyo á (7) Carlos de IJorbon, duque de Vendóme, que murió en 1530,<br />
y ¿ejó á (8) Antonio de Borbon , rey de Navarra, lugar-teniente jeneral<br />
del reino da Francia en 1561. y padre de (9) Enrique el Grande, rey de<br />
Francia."<br />
He aquí la continuación de la línea recta basta Luis XVI, hermano de<br />
Luis XVIII. "Luis XIII (10) que subió al trono en 1610 por muerte<br />
do su padre Enrique IV y murió en 1643. Luis XIV (11) muerto en<br />
1/15, Luis I (12) delfín i'el Viennoix, en 1711. Luis II (13) delfín<br />
del Viennoix, en 1712. Luis XV (14) en 1774. Luis III (15) delfín de<br />
Francia, en 1765. Luis XVI (16) 1793. Luis XVII(i7)que murió de<br />
tierna edad en 1795, se considera también aquí como rey, y Luis XVIII,<br />
(18) hermano segundo de Luis XVI, que actualmente reina." Dejodc<br />
mencionar una chan/a que tuve con el padre Torelli sobre si pude ó no<br />
rirí„¡rme á otres queá !os benedictinos para adquirir una cesacta noticia<br />
de eitos hechos históricos.
tiguo gobierno del reino de Italia; ya antes habia?<br />
conseguido otras rentas en Bolonia y en los* Marches<br />
; pero se le negaron los bienes del ducado de<br />
Urbino. Mr. de Lebzeltern, ministro de Austria,<br />
el baile Mr. Hoeffelin, ministro de Baviera, y<br />
Mr. HitrofT, ministro de Rusia, tenían orden deapoyar<br />
las propuestas de Mr. Ró, y alegaban ei?<br />
su favor el artículo 64 publicado por el congreso.<br />
Respondió el Cardenal Consalvi que el Papa consideraría<br />
la.péticion de estas cortes : el príncipe<br />
Eujenio estaba bien quisto con todos, y Pió VII<br />
no podía olvidar lo bien que le habia «tratado á su<br />
vuelta de Francia en 814.<br />
En Roma habia mas estranjeros que nunca?<br />
solían irse desde allí á Ñapóles y áPompeya:supo<br />
el embajador habia un arquitecto llamado Mazois<br />
que jamás pudo conseguir se le permitiese perfeccionar<br />
sus conocimientos sobre las ruinas de Po;npeya,<br />
porque algunas rencillas con otro3 sabios* le<br />
impedían la entrada en aquel reino: era Mr. Mazois<br />
de los franceses que habian estado en Ñapóles<br />
mientras la usurpación. Pero ¿ porqué tanto rigor<br />
con este hombre, á que estorbarle continuase-uno Í<br />
trabajos tan útiles y que nadie sino él hasta entonces<br />
habia emprendido? En el ínterin tuvo Mr.<br />
de Pressigny orden de solicitar del Padre Santo<br />
la dispensa para el casamiento del duque de Bar*
y con la princesa Carolina Fernanda Luisa, nieta<br />
del rey de las Dos Sicilias, y de enviarla inmediatamente<br />
á Ñapóles: así cpie logro la dispensa llamó<br />
á Mr. Mazois, y le dijo: " ¿queréis finjiros correo<br />
eestraordinario y llevar estos papeles á Ñapóles?<br />
Mi poder no llega mas que al palacio del ministro<br />
de negocios estranjeros; á vos toca, si queréis,<br />
buscar los medios de investigar La casa de Diomcdes<br />
(1) y de avanzar esas cuatro leguas mas. Aqui<br />
tenéis una carta para nuestro embajador, á quien<br />
ruego os ayude en vuestros proyectos:" Muy<br />
bien recibido fue Mr. Mazois á su llegada á Ñapóles<br />
con el pasaporte de correo eestraordinario<br />
del rey de Francia; consiguió el permiso que pedia,<br />
y á esta traza de Mr. de. Pressigny debemos<br />
continuase su grande obra este ilustre arqueólogo:<br />
sin esta atención del embajador, atención que á<br />
nadie sino á el debe agradecerse, Mr. Mazois triste<br />
y desanimado se hubiera ido á Paris y tal vez<br />
jamás hubiera vuelto á Italia (2).<br />
(1) La casa dt Diomedes es la mejor de Pompeya.<br />
(2) He aqui el estracto de una carta escrita en Ñapóles el 24 de abril<br />
de 1816* que reoibí en tiempo de este sabio artista.<br />
" Ayer estuve en Pompeya con Mr. de N'arbone, y en euanto consiga<br />
el permiso que solicito, iré á pasar allí quince dias libre de todo cuidado,<br />
y de grabadores, impresores , libreros , jornaleros, banqueros, deudores<br />
y acreedores; sin acordarme de nada mas que de la gloria y de mis «mi-<br />
Sos , cuya i majen siempre me acompaña: la primera rae anima y los ««<br />
gundos ir.e consuelan; únicamente me unen al mundo las ilusione! do la
una y los cuidados d¿ los otros " Si «cha de ver aquí el mjenioso<br />
estilo del autor del palacio Scaurus ( 1 ).<br />
( 1 ) Creemos que el autor ss equivocó , y quiso decir el sepulcro d e<br />
Scauro , que era uno de los mas bellos monumentos, después de el de<br />
Nevoleia y de el de Calveñtíe, que tiene con corta diferencia las mismas<br />
gradas, la misma ara y base ; sobre la cual y sobre las tres gradas hubia<br />
algunos bajos-relieves de estuco que representaban combstes de gladia*»<br />
dores y cacerías de animales: sobre una de las gradas hay una inscripción<br />
que dice—Muñere Q. Ampliati J*. F. summo. No tenia este sepulcro<br />
inscripción alguna , y en su lugar se le ha puesto un epitafio que se en<br />
contró á poca distancia: las lc'.ras son demasiado grandes en comparación<br />
á lo domas del sepulcro, qus se distingue por la elegancia de su forma y<br />
de sus proporciones; los caracteres en fin están muy bien grabados, y<br />
según parece vienen á ser del tiempo de Augusto, pero los bajos-relieves<br />
son de una época muy posterior. La inscripción aunque en parte niuiilada<br />
dice así :<br />
....Itjcio. A. 1'. MEN<br />
SCAURO<br />
II. Vía. I. D.<br />
...LCINUOKES. I.OITM. JMONVM<br />
cc'x IJÍ. FUNKKZ. ET. STATLAM. LQUCSTB<br />
Oro. POXENDAM. CENSVERYNT<br />
SCAURCS. PATER. FILIO.<br />
A Castricio Scauro hijo de Aulo de la tribu ñleneniennis Jíuúutviro<br />
encargado de la justicia.<br />
Los Decuriones concedieron este sitio para pontr su sepulcro, y 2000<br />
tecstercios ademas para los famrales; determinaron levantarle una estatua<br />
ecuestre. Scauro á su hijo.<br />
Sin una porción de circunstancias, que entonces por fortuna con<br />
currieron, jamás hubiera podido Mr. Mazois visitar las ruinas de Pompeya<br />
ni descubrirnos en su obra dividida en cinco partes este y otros bellos<br />
monumentos descubiertos desde el año 1707 hasta el de 1821.
Bl rey de Francia escribió á su Santidad la<br />
•carta siguiente:<br />
"El modo, Santísimo Padre, de llegar á conseguir lo mas<br />
pronto posible el ñn que vuestra beatitud y yo no podemos<br />
meaoi de desaar igualmente, de dar á la iglesia de Francia<br />
la organización que necesita para llenar su santa misión , y facilitar<br />
á mis pueblos el ejercicio de la relijion católica , es el<br />
pronta envío de un legado, que llegue á mi corte, asi como le<br />
habia en la del usurpador, con la estension de poderes que su<br />
cargo necesitare. Yo creo que los obispos non dimissionáires,<br />
lejos de oponer dificultades al orden que se trata de establecer<br />
concurrirán con celo á que tenga efecto para el mayor bien de<br />
la relijion y de la iglesia de Francia."<br />
El conde de Blacas fue destinado para reem<br />
plazar en la embajada á Mr. de Presigny, y en<br />
sus instrucciones Mr. de Richelieu , ministro que<br />
habia subido á ocupar el puesto de Mr. de Tallcy-<br />
rand, cuyos servicios rechazó prontamente la res<br />
tauración , decia que;<br />
"S»M. habiendo juzgado á propósito retirar al antiguo obispo<br />
de San Malo , ha creído que nadie lo podria reemplazar<br />
tan útilmente para su mejor servicio que Mr, el conde<br />
de Blacas de Aulps. El lugar que el conde ocupa en la<br />
vorte, y la opinión, que con la confianza de S. M., se ha formado<br />
do sus talentos y celo por los intereses de Francia<br />
•roucurren poderosamente á asegurar el buen suceso de su misión;<br />
lisonjeándose el rey de que deberá á sus tuidados y esfuerzos<br />
que se acabe de consolidar la concordia relijiosa en<br />
sus Estados, y vuelva la iglesia galicana al esplendor , que ha<br />
«nido constantemente bajo el reinado de ÍUS predecesores."
IVIr. de Ricbelieu continua anunciando de una<br />
snauera positiva, que todos los antiguos obispos<br />
lian dado su dimisión, con la que cesan desde lue-<br />
•go todas las pretensiones que pudieran temerse,<br />
y quedan la autoridad y opinión por aquellos<br />
ÍJUE tengan el nombramiento del rey y la institu<br />
ción de la Santa Sede, y concluye de esta manera:<br />
"El embajador cuidará de no hacer mención alguna del<br />
«eoueordato, ni dejar suponer á la corte de liorna que el gobierno<br />
pretenda su revocación. Es menester en este punto delicado<br />
considerar la susceptibilidad de la Santa Sede , no moatrar<br />
que puede echársele en cara un defecto y evitarle toda<br />
-apariencia de contradicción. Sus miras habian sido sin duda<br />
i as de sal.-ar en Francia los restos de la relijiou y de la iglesia,<br />
y aprecia S. M. como debe la difícil posición en que se encontraba<br />
la Santa Sede ; pero quiere también que las disposiciones<br />
tomadaa en circunstancias tan diferentes y borrascosas<br />
parala iglesia de Francia, no se apliquen á la posición actual,<br />
porque aquello que pudo servir para salvarla del naufrajio , no<br />
es bastante después para su rejeueracion.<br />
ItlCIIELIEU'"<br />
Antes de cesar en sus funciones Mr. de Pivs-<br />
^igny fue testigo de una promoción de veinte y<br />
CAPITULO TREINTA X DOS.<br />
c CONDE DE BLACAS SUCEDE A MONSEÑOR DE PRES-<br />
SIGNY.— Pío VII LIJERAMENTE INDISPUESTO.— Sus<br />
DESAVENENCIAS CON EL REY FERNANDO. — CARTA DK<br />
ESTE PRÍNCIPE AL PAPA SOBRE LA MACANEA Y PRIN<br />
CIPADOS DE BENEVENTO Y DE PONTE-CORVO.<br />
El 31 de mayo de 1816 Mr. Cortois de Pressigny<br />
obtuvo la audiencia de despedida, dejando<br />
acreditado como embajador estraordinario al<br />
conde de Blacas, y de secretarios de embajada á<br />
Mr. Jordán y á mí.<br />
Eché muy de menos á Monseñor el Obispo<br />
de Saint-Malo : era un hombre de talento y do<br />
una jenerosidad verdaderamente rejia(l).<br />
(1) Un dia que según costumbre entré en casa del embajador sin ha<br />
cerme anunciar, encontré en su gabinete , cerca de la puerta á un militar<br />
quemado del sol, y con un uniforme lleno de jirones, de pie derecho y que<br />
al paracer se hallaba como atado , porque no tenia en sus manos un fusil:<br />
viéndole derramar lágrimas , le dije : camarada , un hombre no llora de<br />
ese modo "— por vida mia , me respondió el soldado, mirad antes i vues-<br />
tro Obispo " me acerqué entonces á Mr. de Saint-Malo y vi que buscaba<br />
alguna cosa ei un cajón racio y que lloraba también de ternura. Me Tolrí
Tenia á su lado personas de gran reputación;<br />
% saber, el abate de Sambucy, piadaoso y devo<br />
to eclesiástico que le fue muy útil, y á quien por<br />
sus buenos servicios hizo clérigo nacional fran<br />
cés del Consistorio; y al abate de Bonald, Obis<br />
po actual de Puy, en donde tiene fama de gran ta<br />
lento y santidad , dulce recompensa para su<br />
ilustre padre: tenia también ix su lado Mr. de<br />
Pressigny á Mr. Hilarión Lucas , sabio teólogo,<br />
superior en el dia de una de nuestras mas res<br />
petables congregaciones. Era en fin este repre<br />
sentante del rey muy estimado de todos los artis-<br />
despues al soldado, el cual me dijo" caballero aunque he dejado el servi<br />
cio de Ñapóles , no soy desertor ; vengo porque me han escrito que el mi<br />
nistro de la Guerra de Paris nos llama,y habiéndome encontrado en Roma<br />
á un italiano que llevaba una escarapela blanca, presumiéndome me ser<br />
viría bien le pregunté por nuestro comisario de guerra, y me condujo á casa<br />
del Obispo de Francia, a! cual le dije que era la primera vez que hablaba<br />
á un Obispo, y que agradecería me diese dos ducado» de Ñapóles para ir<br />
á Florencia: monseñor me interrumpió, y dejándome sobre la mesa un<br />
bolsillo lleno de dinero, me dijo sois borgoñon y un militar valiente que<br />
vuelve á su rey , os prometo os acordareis del primer Obispo con quien<br />
habéis hablado . y habiéndole dicho que queria una bolsa mas pequeña se<br />
ha puesto á buscarla como veis." Cojí entonces la que estaba sobre la mesa,<br />
y sacando tres v cuatro monedas de plata solamente 9e la di al soldado y<br />
le dije: he aqui lo que monseñor os da. " Este me dijo después que el<br />
motivo de su enternecimiento y de todo lo que habia pasado era el ha<br />
ber oído el acento borgoñon y habérsele ocurrido que aquel podia ser hi»<br />
jo de algún paisano de su tierra.<br />
Mr. Granet pensó poner á este benéfico monseñor en un cuadro en<br />
4)ue se veía una busiola á italiana, ( cancel ) con las armas de Cortois, en-<br />
tt«abierta y por un lado una mano que distribuía panecillos romano*.
tas , y en su conducta con Mr. Mazois habia dado-<br />
una prueba de su buen proceder en todo lo que-<br />
era de alguna consideración y entidad; siendo tal<br />
vez demasiado franco, jamás merecióla confian/.;<br />
del ministro del Papa Pió A II; aunque S. S. íc<br />
amaba, le trataba con satisfacción, y á su partida<br />
le envió ricos presentes.<br />
En los primeros dias de junio del mismo año<br />
se sintió lijeramente enfermo Pió VII, padecien<br />
do una obstinada dysuria, ó mal de orina, y que<br />
jándose de que el método que le habian prescrito<br />
aumentaba sus dolores, tanto que una mañana><br />
muy sediciosamente, decia el Cardenal Consalvi.<br />
anunció á todos que iba el mismo á encargarse Je<br />
su cura. Desde aquel dia formó una clase de re<br />
glas á que llamaba su calendario, vistiéndose to<br />
dos los dias de diversas maneras con mas ó meno&<br />
ropa según las observaciones que deducía del es<br />
tado de la atmósfera.<br />
Con motivo de la ¡tacanea , cuestión que ya<br />
conoce el lector, se orijinaron dificultades entre eí<br />
gobierno pontificio y el rey Fernando que habia<br />
vuelto á su reino de las Dos Sicilia;-. Desde que<br />
se trató del mismo asunto con Joaquín , que en<br />
tonces rehusó el Papa lo que. ahora pedia; es<br />
te asunto quedó suspenso por la invasión del<br />
Estado romano en 1815, y los acontencimicnr
tos de los cien dias. Habiéndose vuelto á las re<br />
clamaciones , pero se extraviaron las eartas y el<br />
Papa escribió de nuevo al rey en 28 de julio. Fer<br />
nando le contestó :<br />
"La carta que Vuestra Santidad me ha escrito en 28 del<br />
mes último me ha llenado de dolor. Me acusa Vuestra Santidad<br />
de no haber respondido á su otra carta de 18 de octubre<br />
y desde luego me escusaré por haber contestado ; después , siu<br />
separarme del profundo respeto que profesaré siempre al Vica«<br />
ri j de Jesucristo, libremente discutiré con el inmortal Pió VII<br />
sobre el derecho de la hacanea, derecho puramente político y<br />
temporal, que la Iglesia de liorna cree fundado, y que el rey<br />
de las Dos Sicilia", dejando á un lado las circunstancias críticaa<br />
y diplomáticas, no puede ni debe creer fundado, sinmanescabo<br />
de su independencia, que es el derecho primitivo y constitutivo<br />
de toda soberanía."<br />
Declara con esta intención , que ha nombrado<br />
plenipotenciarios para discutir y buscar la razón;<br />
primero, del asunto de la /tacanea ; segundo, so<br />
bre un concordato entre las dos cortes, y tercero<br />
sobre las compensaciones á (pie den lugar Bene<br />
vento y Ponte-Corvo. El rey sostiene que no ha<br />
hecho ciertas promesas que se le recuerdan ; dice<br />
que la lectura de un párrafo del breve á que res<br />
ponde , le ha llenado de un santo y sagrado hor<br />
ror , que ha meditado en la presencia del Señor,<br />
suplicándole con el fervor mas grande se dignase<br />
iluminarle en el conocimiento de sus deberes, y<br />
sobretodo para que ayudase su memoria á recordar
si liabki él lucho alguna promesa en Sicilia. En<br />
efecto se acuerda de que alli hizo el voto si conse<br />
guía la felicidad de volver á Ñapóles de levantar<br />
un templo en honor de San Francisco de Paula;<br />
pero no cree haber hecho ningún otro voto, y<br />
continúa su carta de este modo, procurando bus<br />
car el fundamento legal de las pretensiones de<br />
Roma.<br />
"Hubo un tiempo en que tomó todo en Europa la forma<br />
feudal: la cadena entre señores y vasallos tenia tantos eslabones<br />
que los reyes de Francia, el emperador de Alemania, la misma<br />
iglesia subian por un estremo al superior eslabón del señorío<br />
y por el otro bajaban hasta el del vasallaje:en suma, la feudalidad<br />
era el principio constitutivo del derecho público. Cada tierra,<br />
cada Estado , cada persona se creía señor ó se reputaba vasallo,<br />
y algunas veces por diversas protecciones el mismo Estado ó<br />
la misma persona estaba sujeta á la una ú á la otra cualidad<br />
con grados mas ó menos distintos de señorío ó de sujeción feudal.<br />
Cuanto la iglesia e3 fuerte, c invariable en los principios del<br />
dogma y la diciplina que requiere, otro tanto ha obrado<br />
prudentemente siempre en su administración temporal conformándose<br />
á los tiempos y á los diversos sistemas del derecho<br />
público en cuanto concierne á sus posesiones y derechos<br />
temporales. Cuando el imperio romano era señor del mundo,<br />
ella le estuvo avasallada ; luego que el imperio fue destruido<br />
subió ella eon justo título á tener dominio temporal y adoptó en<br />
sus Estados las formas feudales, porque todo entonces era feudal<br />
y su influencia política y su poder, aumentó ó se disminuyó<br />
alternativamente según los tratados ó convenios. En fin por los<br />
medios que dan aumento ó disminución á los Estados y á las<br />
soberanías, creció ó menguó (crebbeé $üscrebbe),y la posevion
de sus Estados ha sufrido siempre los sacudimientos y trastornos<br />
que el sistema jeneral del siglo ha dado á los gobiernos.<br />
¿El glorioso predecesor de Vuestra Santidad no se obligó de<br />
hecho por un tratado solemne á ceder las Legaciones ? ¿ Vuestra<br />
Santidad no recobra hoy la posesión de ellas , con una lijera<br />
disminución en virtud de un convenio político que todas las<br />
potencias reunidas en el congreso de Viena han sancionado'para<br />
dar la paz al mundo? No hay pues invariable mas que el dogma<br />
de la iglesia que ha sido revelado por Dios ; conformándose<br />
al siglo y á las circunstancias todo lo que'para ella es tcmnoral."<br />
Aqui se ve como el rey Fernando se vale<br />
también de los argumentos que Napoleón mismo<br />
abandonó, en 1815. Lojdemas de la nota está<br />
escrito con alguna acrimonia, pretendiendo el<br />
rey haber sabido que el secretario de Estado del<br />
Papa consentía en reconocer á José Bonaparte<br />
por rey de Ñapóles con tal de que hubieran sido<br />
garantidos los Estados de la Santa Sede, cuyo<br />
aserto no era verdadero. En ¡seguida declara el<br />
rey al Papa que conforme aun á los mismos prin<br />
cipios canónicos se puede con un fin útil á la igle<br />
sia enajenar un feudo, y concluye proponiéndo<br />
lo asi :<br />
aeoa: es'.arian los dos soberanos mas fielmente aliados para rechazar<br />
tola enemiga agresión; la paz se desharía entre nuestros<br />
vasallos ; la Iglesia se desharía de una posesión poco ventajosa<br />
para ella, y en estreroo perjudicial á un vecino q;;e respetaría<br />
entonces á Vuestra Santidad como al dispensador de la paz de<br />
sus Estados... Ruego á vuestra Santidad me tenga siempre presente<br />
en sus tantas oraciones para obtenerme de Dios la gracia<br />
de que gobierne ¡x mis vasallos conforme ai espíritu de su palabra<br />
divina. Invoco la paternal bendición apostólica.<br />
" FERNANDO."<br />
Hubiera podido acordarse Mr. Mediéis primer<br />
ministro del rey, que esta manera de dar un aviso<br />
sobre el modo de pagarse las deudas, no se da de<br />
soberano a soberano. También se nota en esta car-<br />
te alguna cosa de los principios de la escuela so<br />
fística que tanta ecsajeracion ba dado á muchos de<br />
los razonamientos de Filangieri.
CAPITULO TREINTA Y TRES.<br />
MOTÜ PROPIO DE 6 DE JULIO. ECSAMEN DE ESTA LEY<br />
CELEBRE.—OBSERVACIONES SOBRE LA ADMINISTRACIÓN<br />
FRANCESA DURANTE LA USURPACIÓN DE R.OMA. CON<br />
VENIO DEL 25 DE AGOSTO DE 1816.—CARTA DEL PA-<br />
I'A AL REY DE FRANCIA. EL CONDE DE BLACAS REE<br />
DIFICA A SUS ESPENSAS LA IGLESIA DE LA TRINIDAD-<br />
DLÍ-MONT.<br />
El 6 de julio mandó publicar el Papa un mo<br />
ta proprio, esperado de todos impacientemente.<br />
Esta ley está precedida de una introducción , en<br />
la cual se hace esposicion de uniformidad de sis<br />
tema , de centralización de poderes, de indepen<br />
dencia de autoridad judicial, de la división del<br />
territorio en provincias y distritos , y en fin de<br />
responsabilidad de "ajentes. Ecsiste sin embargo<br />
una diferencia bien marcada entre el espíritu de<br />
la introducción y el tenor de algunas disposicio<br />
nes de la ley, causada, sin duda, porque la ley<br />
en su conjunto empezó á redactarse de otro modo<br />
5o
que fue publicada, y quedó subsistente el preám<br />
bulo en tanto que el reglamento recibía modifica<br />
ciones. Algún ecsámen haremos de los puntos prin<br />
cipales de que trata el motil proprio , pues cierta<br />
mente Pió VII los meditó atentamente antes de<br />
consentir en su publicación.<br />
Anuncia la formación de un código civil, que<br />
será la obra de Mr. Bartolucci, antiguo consejero<br />
de Estado de Napoleón, juntamente con otros cua<br />
tro apreciables jurisconsultos. Se creia entonces<br />
que se tomaría por modelo el código civil de Fran<br />
cia, pues decían los Romanos: " En el hecho el<br />
código civil francés no es mas que un estracto<br />
de las leyes romanas: no ha hecho mas que decla<br />
rar ley positiva lo que se encontraba contradicho<br />
ó incierto en la jurisprudencia romana." Se anun<br />
ciaba también un código de procedimientos civiles,<br />
un código de eomereio, un código penal y otro de<br />
procedimientos crimínales. El motil proprio hasta<br />
aquí no hace mas que prometer.<br />
Conforme al artículo 3. ° publica un censo de<br />
población , del que resulta que el estado eclesiás<br />
tico contaba en 1816 dos millones trescientos<br />
cincuenta y cuatro mil setecientos diez y nueve<br />
habitantes, y estaba dividido en diez y ocho de<br />
legaciones , cuarenta y cuatro distritos y setecien<br />
tas veinte y seis municipalidades, comunes ó con-
sejos. Con la diferencia de la nomenclatura que<br />
está variada, el censo ó estado no es otra cosa mas<br />
que la organización francesa aplicada al estado<br />
romano. La mas completa de todas las partes de<br />
esta ley es la que trata del sistema de Hacienda fi<br />
nancie)'. Los romanos entran desde luego en el go<br />
ce de un buen sistema, que arregla el modo y esta<br />
blecimiento de las contribuciones , el reparto de<br />
ellas, la forma y ordenación de las cuentas del<br />
año concluido, y la previsión de los gastos para el<br />
año nuevo. Regulariza también el impuesto llama<br />
do de las hipotecas, cuya conservación es una<br />
gran obra de la previsión humana.<br />
Este sistema que fue inventado por los grie<br />
gos , seguido por los romanos y abandonado des<br />
pués por mucho tiempo, volvió á ponerse en uso<br />
por los lejisladores ingleses; Francia luego le<br />
dio la forma regular moderada y útil que tiene en<br />
el dia. El establecido en Roma fue absolutamen<br />
te el mismo que se sigue en Francia; y como no<br />
es materia al alcance de todos, casi no tiene varia<br />
da ni la nomenclatura, como ha sido variada en<br />
otras instituciones copiadas también, pero cuyas<br />
espresiones tuvieron que cambiarse con objeto de<br />
que no se reconociera por muchos romanos, hom<br />
bres de partido, que en todos los paises hay para
no tomar de los estraños ni aun aquello mismo*<br />
que es bueno , lo que llamaban ellos odiosidad de<br />
las leyes francesas. El producto de este impuesto<br />
no montaba mas que á la suma suficiente para<br />
el pago de sus oficinas, y se le consideraba masen<br />
beneficio del público que como interés del prínci<br />
pe; escepto, decia Pió VII, bajo el punto de vista<br />
de la moralidad y pundonor que introduce tai<br />
sistema entre los propietarios á quienes impide la<br />
mentira; porque así no tomaran á préstamo cien<br />
mil escudos sobre una tierra que valdrá veinte<br />
mil, y el soberano que manda á vasallos virtuosos,<br />
aun cuando sean precisados á serlo, debe concebir<br />
menos inquietud por su autoridad.<br />
En los artículos sobre el sello ecscepto en la for<br />
ma de los breves lo demás es todo francés: las mis<br />
mas dimensiones y proporciones , los mismos ca<br />
sos estraordinarios , ó de contravención y castigo:<br />
en fin son una copia de los artículos de la ley fran<br />
cesa traspuestos algunas veces y con cierto estilo<br />
italiano. Lo mismo sucede en lo respectivo á los<br />
rejistros , confundido antes con la archiviazione,<br />
(antigua ley de Urbano VIII), que es una imita<br />
ción ecsacta de las leyes francesas. Se ve que hace<br />
las mismas distinciones para los asientos y en las<br />
espediciones y para los derechos fijos ó proporcio-
.-5 . 437<br />
nales, que los mismos casos hay de multas y que<br />
Ioda la diferencia consiste en la fiijacion de los<br />
ierechos , algo mas cuantiosos que los que ecsije<br />
a ley francesa.<br />
Al directorio de Francia le debe Roma la organización<br />
de esta parte de la ley.<br />
Arregla el motu proprio después las atribuciones<br />
de los tribunales judiciales, de los tribunales<br />
administrativos y de un tribunal de cuentas.<br />
Francia no tenia antes ni una sola sección, de<br />
cuentas , y es menester confesar que si toman de<br />
ellas las otras naciones, deben los franceses esta<br />
institución, tal como en el dia la tienen, á las leyes<br />
del Piamonte, de donde la tomaron. El precio<br />
de la sal debia ser igual en todo el Estado romano<br />
y también el precio del tabaco. Se esperaba conseguir<br />
se preparase mejor esta planta de un uso<br />
jeneral, pero difícilmente tienen los tabacos de<br />
Italia la perfección de los franceses que son buscados<br />
.ávidamente en Roma.<br />
He aquí un suficiente análisis de esta ley<br />
prometida al congreso de Viena por el Cardenal<br />
Consalvi. El Papa cuando supo el empeño de la<br />
palabra de su ministro mandó se diesen prisa á<br />
salir de un compromiso tan solemne. El Cardenal<br />
por su parte no perdonó medio alguno para que<br />
esta publicación tan deseada asegurase la tran-
quibdad del anciano Pió VII, á quien llamaba<br />
su bienhechor y soberano amado.<br />
Habra.se notado que sin influencia estrafia el<br />
mismo gobierno pontificio conservaba ó introducía<br />
en sus Estados gran número de instituciones<br />
francesas , y es ocasión esta de que ecsaminemos<br />
rápidamente como se portó la administración<br />
francesa mientras estuvo mandando en Roma.<br />
Conocidas son , dice el autor, mis opiniones para<br />
que tenga necesidad de declarar de nuevo que<br />
había usurpación, y de consiguiente violencia en<br />
el ejercicio de una autoridad estranjera: el Papa<br />
era el lejítimo poseedor de Roma; los pontífices<br />
aceptaban las concesiones de Carlomaguo; pero<br />
en rigor, "La majestad de la Santa Sede, como<br />
dice Bossuet, y el nombre del Padre Santo, célebre<br />
en todo el mundo, eran la única defensa de<br />
la ciudad de Roma durante la decadencia del<br />
imperio romano: " este derecho de protección<br />
habia llegado á ser un derecho de soberanía; y<br />
ningún soberano, ningún jeneral, ninguna potencia<br />
tenia derecho á apropiarse el principado sagrado<br />
; pero la violencia y la injusticia de la ocupación<br />
una vez reconocida, podia suceder que<br />
los nuevos vireyes gobernasen mal el pais, como<br />
sucedió en Milán y en Ñapóles en tiempos anteriores.<br />
Los franceses no tuvieron que atribuirse
pre un administrador íntegro. La junta que goberné<br />
algún tiempo se componía de personas á<br />
las que no puede fecharse en cara ningún esceso.<br />
Saliceti, á quien no consideramos aqui sino con<br />
respecto á su posición en Roma, era un hombre<br />
solamente lleno de talentos, sino que se distinguía<br />
por una magnificencia, una liberalidad, y una<br />
jenerosidad dignas de un príncipe. Uno de los<br />
miembros de la junta, Mr ; de Gerando, fue<br />
muy estimado , y ha sido el hombre de Europa<br />
que ha juzgado mejor de Hobbes y su doctrina.<br />
Mr. Janet introdujo el orden en los negocios y el<br />
gobierno lejítimo aplaudió después muchas de<br />
sus Saludables medidas. La administración de<br />
justicia fue constantemente honrada y respetada<br />
en los cuatro anos de la dominación francesa; la<br />
policía fue prudente y reservada y la administra-.<br />
tracion del prefecto escita el mayor interés. Mr.<br />
de Tournon publicó un libro bajo el modesto título<br />
de Estudios estadísticos de Roma, qué manifiesta<br />
el cuidado que puso en conocer el país y buscar<br />
los medios mas seguros de rejirle con dulzura i Su<br />
memoria es muy apreciada en Roma.<br />
Referiré también aqui los datos que en Roma<br />
he recojido sobre la congregación f colejio de<br />
Ptopüganda Fide, qtfé tienen el pfítíief Jugar
entre los santos establecimientos de la ciudad eter<br />
na. Fueron fundados [por Gregorio XV en 1622.<br />
Todos los Papas llamados Gregorios han sido<br />
protectores especiales de las ideas nobles , de sa<br />
bios pensamientos y de brillantes empresas.<br />
Veinte y tres Cardenales, entre cuyo núme<br />
ro estaba el Cardenal Chiaramonti , componian<br />
esta congregación. El colejio estaba destinado á<br />
formar la educación de un gran número de vasa<br />
llos de diferentes naciones (algunas veces habia<br />
reunidos hasta ochenta educandos) para trabajar<br />
en las misiones de sus paises. Esta institución,<br />
destinada al fin único de propagar la fé, confor<br />
me al espíritu apostólico y'á las disposiciones de<br />
Jesucristo cuntes (lócete, no aplicaba sus rentas<br />
sino en socorrer á los misioneros. El colejio tenia<br />
una gran biblioteca y una célebre imprenta que<br />
poseía cuarenta juegos de caracteres, con los<br />
cuales imprimía las obras escritas en casi todos<br />
los idiomas conocidos.<br />
Un establecimiento tan benéfico escitó el<br />
odio de los que organizaban propagandas des<br />
tructivas : una orden impresa en 15 de marzo de<br />
1798 firmada por Hayer,el profundo observador<br />
que decia á Pió VI: "Por todas partes vais mu<br />
riendo " estaba concebida en estos términos, " El<br />
ciudadano Hayer suprime la propaganda por ser
un establecimiento inútilísimo. " La rica biblioteca<br />
fue despojada; 'pero por dicha, y por el<br />
cuidado que tuvieron las personas que podian<br />
hncer el mayor daño, tienen fortuna que á<br />
veces los establecimientos necesarios , los archivos<br />
y la secretaria quedaron intactos; si bien<br />
en muchas ocasiones resolvieron vender á peso<br />
de papel los documentos. De todos los caracteres<br />
se apoderaron,'para poder, decian, anunciar<br />
la libertad al universo, á lo que observaban los<br />
implacables autores de sátiras: "Camino llevan de<br />
esparcir por todaspartes con nuestros caracteres<br />
tipográficos los Derechos del hombre; pero ¿por<br />
qué no los emplearán también en publicar sus<br />
deberesl"<br />
El colejio de la Propaganda habia sido conservado<br />
por disposición del senado-consulto que<br />
reunió los Estados romanos al imperio, declarando<br />
sus gastos imperiales. La consulta después<br />
dispuso se administraran las rentas del establecimiento<br />
por una comisión de la que era miembro<br />
el marqués de Fortia, amigo de Mr. de Tournon.<br />
Cuando entró en sus funciones esta comisión<br />
, se reunieron nueve discípulos, y un misionero<br />
de Constantinopla trajo otros dos de la Bulgaria<br />
, admirándose las jentes de ver en tales circunstancias<br />
reorganizarse el colejio. «En 1813<br />
56
espidió la comisión á dos armenios, ya orde<br />
nados de presbíteros, que habian terminado sus<br />
estudios, y el uno era de la ciudad de Ancira, y<br />
el otro de Bitlis en Macedonia. A pesar de tan<br />
to cuidado se iban apoderando los particulares<br />
de los edificios que pertenecían al colejio, la<br />
iglesia se convirtió en almacén de planchas de<br />
grabados y el sepulcro del último Cardenal de<br />
Tournon quedó destruido: viendo uno de los prin<br />
cipales oficiales de la administración de la corona<br />
que Mr. Fortia se lamentaba de que se sacasen<br />
de la biblioteca ciertos objetos artísticos , le dijo<br />
un dia: Mr. de Fortia sois mas poderoso que el<br />
emperador á quien representamos: Mr. Fortia<br />
contestó: "vos sois quien desobedece a Napoleón:<br />
pues él mismo en un decreto mandó que la Pro<br />
paganda se conservase." Mr. de Fortia hizo colo<br />
car en ese establecimiento las bibliotecas de todos<br />
los conventos suprimidos; y me acuerdo que cuan<br />
do llegué á Roma iba cada uno á recojer lo suyo,<br />
y como los depósitos de cada convento estaban se<br />
ñalados con rótulos, en breve volvió todo á su lu<br />
gar. Mandó recojer la embajada cuanto pertenecía<br />
ú los conventos franceses, pues hasta los nues<br />
tros habíamos despojado. ¡Loor eterno al marqués<br />
de Fortia, uno de los conservadores mas celosos<br />
de tan precioso establecimiento!
Concluiré dando alguna noticia sobre otro<br />
instituto francés: hablo de los bomberos, /<br />
Vigili. Pió VII, cuando le hablaron de este esta<br />
blecimiento , mandó que se conservase tal como<br />
estaba, de modo que aun en el dia esta todo á la<br />
francesa: se cuenta por francos y céntimos , y se<br />
gún me decia el marques Origo, coronel de este<br />
cuerpo, están colocados los botones del vestido á<br />
la misma distancia que prescribe la ordenanza de<br />
Paris.<br />
Pero volvamos á Mr. de Blacas que procura<br />
ba con empeño conseguir un nuevo concordato<br />
de la Santa Sede. El 25 de agosto dia de San<br />
Luis , y fiesta del rey , firmó un tratado de ca<br />
torce artículos, parecido al que llamaron mas<br />
adelante concordato de 1817. Este aunque des<br />
pués se varió en otro convenio , empezaba así:<br />
" En el nombre de la Santísima é indivisible Trinidad,<br />
S. S. el soberano Pontífice Pió VII, cuya solicitud se estiende<br />
á toda la iglesia, deseando cesen de una vez en Francia los<br />
males contra los que tanto ha declamado siempre, y que la relijion<br />
é iglesia de aquel reino vuelvan á su antiguo esplendor<br />
, ya que por haber vuelto al trono de sus antepasados un<br />
nieto de San Luis, ha llegado el tiempo.de arreglar como cor»<br />
responde la disciplina eclesiástica, de acuerdo con S. M. Cristianísima<br />
, que tan encarecidamente ha pedido al Padre Santo<br />
el aumento de los Obispados ecsistentes en el dia «n Francia,<br />
ba resuelto hacer un pacto solemne; y por lo tatito Scc."<br />
Todo lo demás es casi lo mismo que el con-
concordato de 1817 , y únicamente está alterado<br />
el orden de algunos artículos.<br />
El tercero del primer convenio dice que los<br />
artículos orgánicos están abrogados, y no añade<br />
que lo están " en todo lo que tienen de contrario<br />
á la doctrina de la iglesia."<br />
El rey ratificó este convenio, pero no llegó á<br />
ser definitivo; y al remitirlo el Papa á Paris, lo<br />
acompañó con una carta cuyo tenor copiaremos:<br />
"CARÍSIMO HIJO EN JESUCRISTO, SALUD Y BENDICIÓN<br />
APOSTÓLICA;<br />
"La carta de V. M. de 25 de abrí!, qne tan impaciente^<br />
mente esperábamos, nos ha inflamado en el corazón los deseos<br />
que siempre alimentaba , tan confoimes á los de V. M., de<br />
hacer en su vasto reino, que florezca la relijion y se cicatricen<br />
las heridas , que profundizadas por el choque de los trastornos<br />
pasados , ecsijen pronto y eficaz remedio. Es piopio de la piedad<br />
del hijo y heredero de San Luis-ocuparse en las necesidades<br />
espirituales de sus subditos, y nuestra solicitud hacia todas<br />
las iglesias, que nos están confiadas por disposición divina, nos<br />
obliga á buscar con el mayor anhelo la gloria de Dios y la salud<br />
de las almas. Estas reflecsiones fortificadas con la paternal<br />
propensión que [sentimos hacia V. M., y nuestro afecto á<br />
los fieles de Francia, nos han decidido á dar sin tardanza las<br />
órdenes mas terminantes para que se prosiguiesen las negociaciones<br />
suspensas, y se acabaran en el término mas pronto posible.<br />
El embajador de V. M., á quien su relijion y cualidades<br />
hacen digno de la confianza que en él ha depositado, es testigo<br />
de los cuidados que nos hemos tomado para conseguir este importante<br />
objeto , y hará conocer á V. M. mejor el tratado con-
cluido, y cuanto ha sido necesario para corresponder á sus<br />
deseos<br />
41<br />
Los Obispos que van á ser nombrados en las iglesias de<br />
Francia si no rivalizan en zelo con los apóstoles, no serán ap<br />
tos para reparar el destrozo de la vina mística, para desarrai<br />
gar y plantear de nuevo, para destruir y edificar. En este pun<br />
to no podemos menos de manifestar el dolor que nos atormen*<br />
ta. Algunos de los Obispos actuales quo pertenecían á la clase<br />
de constitucionales, después de haber ecsijido de ellos todo<br />
cuanto en derecho se podia ecsijir, y de haberles dado de ese<br />
modo nuestra institución canónica en las sedes en que están<br />
hoy dia, han reproducido los errores que parecía acababan de<br />
renunciar, y se han hecho indignos del puesto que ocupan en<br />
ta iglesia. Si las difíciles circunstancias de los tiempos pasados<br />
nos impidieron conseguirán remedio proporcionado á tan gran<br />
desorden, el dichoso cambio de las cosas nos abre camino pa<br />
ra ejecutar sin tardanza lo que ecsije de nos el deber de nues<br />
tro apostolado. Otra causa también de nuestro dolor nace de<br />
no haber dado la dimisión de sus sedes los Obispos de hoy en<br />
adelante llamados titulares de las iglesias ecsistentey en Fran<br />
cia, antes del año 1801.— Sensible es á nuestro corazón tener<br />
que esponer sus justas quejas contra prelados respetables por<br />
otros muchos títulos, que han merecido etojios de la santa me<br />
moria de Pió VI, y también los nuestros: hubiéramos deseado<br />
que no nos hubieran puesto en necesidad tan desagradable*<br />
Aunque estaban ligados con el juramento que hicieron en el<br />
acto de la consagración de obediencia al soberano Pontífice , no<br />
solamente después se han negado á nuestras disposiciones , sino<br />
que ademas , la mayor parte de ellos por hechos y por escritos<br />
han llegado á merecerla mas grave censura, habiendo ofendi<br />
do en estremo nuestra persona no menos que nuestra dignidad*<br />
Olvidamos voluntariamente las ofensas que nos son personales 1<br />
mas no podemos olvidar las que se han dirijido á la dignidad á
la autoridad de la iglesia y á su príncipe. Luego en el caso de<br />
que algunos de estos obispos fuesen nombrados en las sillas vacantes<br />
no podrían obtener de nos la institución canónica si antes<br />
no dan á la iglesia y á la Santa Sede la satisfacción conve»<br />
niente.<br />
" V. M. nos habia propuesto que enviásemos á Paris un legado<br />
; hemos creído apróposito tomar uu camino mas corriente<br />
arreglando con vuestro embajador los artículos que podían<br />
estipularse en la actualidad. Para los pormenores de eje*<br />
cucion enviaremos un nuncio, y asi en este particular se restablecerá<br />
el sistema antiguo de relaciones entre la Santa Sede y la<br />
corte real de Francia."<br />
Continúa tratando la cuestión de Aviñon y<br />
del condado: recuerda las promesas de Luis XVI<br />
y las protestas hechas en Viena: espera que S. M.<br />
no perderá de vista semejante objeto. Al hijo pri-<br />
mojénito de la iglesia se le conjura para que cor<br />
rija en su reino todo lo que no sea conforme al<br />
bien de la iglesia.<br />
" Asi, todos los sentimientos que nos son dictados por el<br />
amor que á V. M. nos inclina, y por el interés que tomamos en<br />
su verdadero bien , le rogamos con el mayor fervor de nuestra<br />
voluntad , los acoja con deferencia filial, y se disponga á<br />
satisfacerlos con santa intención, esperando de Dios una larga<br />
recompensa , en prendas de la cual nos concedemos, con<br />
el íntimo afecto de nuestro corazón , í V. M. y á toda su real<br />
familia la bendición apostólica.<br />
" Dada en Santa María la Mayor el 6 de setiembre del<br />
año 1S16, el decimoséptimo de nuestro Pontificado.<br />
" PIUS PP. VIL
(1) Como Roma ha tenido tantas veces ocasion.de ensalzar la magn:—<br />
ficencía de los embajadores franceses, de los Créquy y de los Bernia, vio<br />
con placer la restauración que á su costa hizo el embajador de Francia de<br />
la iglesia do la Trinidad del Monte, fundada el año 1492 por Francisco<br />
de Paula', á espensas de Carlos VIII. Esta iglesia, de la que salieron<br />
loa mínimos franceses, servia de alojamiento á las tropas y estaba toda<br />
arruinada , hasta que Mr. Mazois "por orden de Mr. Blacas la reparó<br />
y hermoseó á toda costa; abriéndose después al público el 25 de agosto de<br />
este año: Mr. Mazois halló entre los escombros la piedra sepulcral de<br />
Claudio Lo re na, y la puso cerca de la capilla en que está pintada al fres<br />
co por Daniel de Volteos el descendimiento de la cruz; que según et<br />
juicio de Poussin es una'de las tres mejores pinturas que ecsisten en e<br />
mundo.<br />
Pori-este tiempo se acabo de. reedificar , y se<br />
abrió al culto en Roma la iglesia francesa llama<br />
da La Trinidad del Monte (ÍV
CAPITULO TREINTA Y CUATRO.<br />
RATIFICACIÓN DEL CONVENIO DE 25 DE AGOSTO.—MB.<br />
DE PERIGORD, ANTIGUO OBISPO DE REIMS ENVÍA A<br />
MR. DE RICHELIEU LA MINUTA DE UNA CARTA DEL<br />
REY AL PAPA.—CARTA DE ESJTE AL REY DE ÑAPÓLES.<br />
—NOMBRAN AL AUTOR PRIMER SECRETARIO DE EMBA<br />
JADA EN VIENA.—TIENE CON EL PAPA UNA AUDIEN<br />
CIA DE DESPEDIDA.<br />
Ratificóse el convenio de que hemos hablado;<br />
pero la concordia no se habia restablecido entre los<br />
Obispos que no habian hecho dimisión (non de-<br />
missionah'cs.) Las instrucciones de Mr. de Riche<br />
lieu á Mr. de Blacas anunciaban las dimisiones; la<br />
carta del rey al Papa como se habrá visto, no da<br />
ba una seguridad tan positiva, y en esa contes<br />
tación del Papa se ve que no estaba Su Santidad<br />
muy satisfecho. Mr. de Talleyrand Perigord, an<br />
tiguo arzobispo de Reims escribió á Mr. de Ri-<br />
chelieü en 1.° de noviembre, remitiéndole un<br />
proyectó de carta del Papa al rey sobre todas es<br />
tas disidencias. Hubiérase querido según pare-
ce, que los obispos del concordato diesen tam<br />
bién sus dimisiones; pero esto hubiera podido<br />
desagradar á la corte romana.<br />
El proyecto de la carta del rey al Papa es<br />
taba concebido de modo que suavizase un po<br />
co la aspereza de esta pretensión.<br />
Entre otras se notaban estas palabras:<br />
"¡No quiera Dios, Santísimo Padre, que mi conducta contriste<br />
jamás en .lo mas mínimo vuestro corazón paternal que tanto<br />
hasta ahora ha padecido! Desearía por el contrarío , con solarle<br />
en lo posible, y olvidaría entonces los males y contratiempos<br />
que juntamente con mi familia he eesperimentado ; pero<br />
después de una situación y trastorno tan violento, después de<br />
la necesidad que ha habido de traspasar los límites regulares,<br />
V. S. conocerá que es obligación de un soberano impedir en<br />
todas ocasiones que aquello mismo que en circunstancias mas<br />
críticas se ha tolerado, venga por la costumbre á hacerse ley»<br />
y sirva á la posteridad de pernicioso ejemplo."<br />
Propone en seguida hacer un nuevo nombra-,<br />
miento jeneral, después que hayan hecho todos<br />
su dimisión ; declara que los concordatarios están<br />
prontos á hacerla, y concluye asi:<br />
No me falta ya, Santísimo Padre, sino rogar al Señor Todopoderoso<br />
, al Dios de las misericordias , que tantas maravillas<br />
ha obrado por nosot ros, os recompense los trabajos conque<br />
hasta aquí ha ejercitado vuestra paciencia; y os dé el consuelo<br />
de ver esta antigua y célebre Iglesia de Francia engendrada en<br />
Jesucristo por el ministerio déla Iglesia romana y alimentada<br />
con la leche de su doctrina, reanimada nuevamente por el<br />
Espíritu Santo bajo vuestro pontificado, estrechada mas y mas<br />
57
con los vínculos de la unidad católica y vuelta á aquel esplendor<br />
de sus mejores tiempos, en que gobernada por los mas sabios<br />
y santos prelados , y protejida por los mas famosos y cristianos<br />
reyes, era la alegría de la Santa Sede, y la honra de la Iglesia<br />
universal.<br />
Era esta carta según decían obra de Luis XA I í I,<br />
cuyo estilo dulce y florido se nota principalmente<br />
al fin.<br />
Roma pidió algún tiempo para ecsaminar es<br />
ta proposición, á la que no se acompañó el pro<br />
yecto de Mr. de Talleyrand. Un gran número de<br />
amigos de la paz, y espíritus reflecsivos ;ij(roba<br />
ban semejantes disposiciones; pero el Papa es<br />
taba algo indispuesto y la congregación que con<br />
sultó no se apresuraba á dar respuesta.<br />
Durante estos debates, por lo mucho (pie in<br />
sistía el ministro de Ñapóles en solicitar una<br />
decisión sobre el contenido dé lá carta del rey<br />
Fernando IV, trabajaba mucho la secretaría de<br />
Estado. El Papa diferia el poner su firma en<br />
una contestación preparada desde luego; pero<br />
al fin convino en que se enviase á Ñapóles, y lle<br />
vo la fecha de 10 de diciembre.<br />
CARÍSIMO HIJO EX JESUCRISTO, SALUD Y BENDICIÓN APOS<br />
TÓLICA.<br />
"Nunca nos hubiéramos esperado una contestación semejante<br />
á la vuestra fecha en '26 de julio. En la de 28 de junio<br />
os hablábamos el lenguaje de la relijion, de la confianza y<br />
del candor apostólico, y vuestra respuesta es una discusión de
derecho político. No podemos disimular á V. M. quedamos<br />
en estremo aflijidos y por mucho tiempo dudosos, sin saber<br />
qué respuesta convendría dar. No nos hemos decidido á dar<br />
esta sino por el temor en que estamos de que se interprete<br />
nuestro silencio como un convencimiento, y á la verdad no podemos<br />
estar convencido de otra cosa sino de que V. M. pone<br />
su fé antes en los consejos de otros que en los nuestros propios,<br />
y en que sigue el parecer de aquellos que tienen interés en<br />
confirmarle en una opinión equivocada: cerráis á nuestras palabras<br />
los oidos, no escuchando á nos que por nuestro carácter<br />
no podemos engañaros. Lo repetimos con franqueza, los sentimientos<br />
manifestados por V.M.en su carta autógrafa escrita en<br />
Palermo en '26 de mayo de lb»06, y los que vos mismo nos hicisteis<br />
saber por conducto del duque de Gravina, no estau conformes<br />
con los sentimientos que V. ¡VI. nos ha manifestado últimamente<br />
desde Ñapóles sobre la prestación del censo y de l&haeanea.<br />
Ofrecíais entonces la prestación de la /tacanea con<br />
la. publicidad acostumbrada todos los años y particularmente<br />
siempre y cuando se tuviese por conveniente. Hoy se dice que<br />
la hacanea es una pretensión de la Iglesia romana y una<br />
materia puramente temporal. ;Se llamará una pretensión de la<br />
iglesia romana un derecho fundado en los títulos mas sagrados<br />
de propiedad y posesión ? ¿ Se llamará temporal una obligación<br />
relijiosa que liga las conciencias ? Si la hacanea y el<br />
censo son en sí una materia temporal no puede serlo el juramento,<br />
causa de donde proceden, porque este tiene el carácter<br />
de una promesa hecha á Dios."<br />
La Santa Sede no quiere confundir la cuestión<br />
del censo y de la hacanea con la de Benevento y<br />
Ponte-Corvo. Esta parte de los dominios puede<br />
trocarse con otra compensación territorial, como
se habia tratado de ello en Viena, pero no ser<br />
cedida ó enajenada de otra manera.<br />
" V. M. en su carta distingue y separa también la cualidad<br />
de soberano y la de pontífice para volvernos á colocar en los<br />
tiempos de la prepotencia y de la fuerza que precedieron á<br />
nuestra deportación.... V. M. nos dice como nuestro secretario<br />
obtener Joaquín. Inmediatos, como ya estamos á comparecer ante<br />
el divino tribunal, por causa de nuestra edad, ved aquí el modo<br />
de hablar franco que con vos debíamos tener para evitar en la<br />
cuenta que Dios nos pida del cumplimiento de nuestros deberes*<br />
la reconvención de haber ocultado la verdad por motivos humanos.<br />
Debemos hablar así, para que vos conozcáis vuestros<br />
verdaderos 'intereses y la importancia de nuestros deberes si<br />
V. M. no cumple con los suyos."<br />
El rey de Ñapóles hizo se contestara verbalmente<br />
que sentia mucho haber dejado en su carta<br />
de 26 de julio las espresiones que habian disgustado<br />
á Pío VII, á quien todo católico debia mirar<br />
como uno de los mas admirables Pontífices que<br />
han podido ocupar la Cátedra de San Pedro.<br />
El 26 de noviembre, me nombró el rey primer<br />
secretario de embajada en la corte de Austria.<br />
En la audiencia de despedida que me conce -<br />
dio el Padre Santo me colmó de atenciones, y<br />
desde que entré, después de haberme hecho sentar<br />
, me dijo que teníamos mucho que hablar, y<br />
añadió: " Para proceder con orden, seria precito<br />
tomar las cosas desde mas atrás, desde los tiempos<br />
de Mr. Cacault. Ah! cuánto estimábamos á<br />
este digno ministro! El fue en muchos asuntos<br />
importantes el director y preceptor de Consalvi,<br />
que aunque sabia mucho, no lo sabia todo: che fa<br />
Chateaubriand! " me preguntó. Le contesté que
habia compuesto, seguu S. S. habría tal vez oido<br />
decir, una obra muy elocuente sobre la vuelta de<br />
los Borbones. "La conozco, la conozco, la he<br />
leido; " me dijo.— "Pero Vuestra Santidad , le<br />
repliqué , no puede figurarse la impresión que ha<br />
causado en toda Francia ese libro , que seduce;<br />
Mr. de Chateaubriand no es 6olo un gran injenio,<br />
sino un gTan orador: un dia que estábamos solos<br />
habló de los sucesos de Francia, fue en 1808, con<br />
una previsión tan extraordinaria que jamás podré<br />
olvidarme; 1110 dijo todas las faltas que cometería<br />
el jeneral quogobernaba á Francia, los peligrosa<br />
quese esponia por su obstinación en la guerra;<br />
de modo que si se hubiera escrito lo que dijo<br />
entonces Mr. do Chateaubriand se hubiera sabido<br />
con anticipación mucho de lo que después sucedió;<br />
jamás he oido hablar con mas fuego, con mas<br />
poesía, ni con mas verdad." Después de haberme<br />
escuchado atentamente, me dijo,
—"Muy bien, sirve de mucho el latín para hablar<br />
el italiano , y sabiéndole debe adquirirse también<br />
mas facilidad en el francés. Cuando estuvimos en<br />
Francia hablábamos en latin con varios eclesiás<br />
ticos y algunos seglares , y semejantes conversa<br />
ciones nos eran muy agradables ; aquí tenemos<br />
al abate de Saint-Gall, que cuando vino no sabia<br />
mas que una especie de alemán que ni los ale<br />
manes mas alemanes lo entendían; necesitábamos<br />
siempre hablarle en latin y él tenia mas facilidad,<br />
y usaba una porción de frases y jiros nuevos que<br />
ni aun el mismo monseñor Testa conoce. "<br />
"Tratamos en seguida de las hermanas hospi<br />
talarias. Me habéis hablado , me dijo , de las re<br />
ligiosas de Francia , y sobre todo de las hijas del<br />
Ave María que fueron á morir cantando el Veni<br />
Creator : se iban oyendo menos voces conforme<br />
iban cayendo las víctimas; por nuestra parte conce<br />
deríamos cuanto se nos pidiese para esta orden. Pe<br />
ro hablemos también de las Hermanas pardas (l).<br />
( Soeur grises ), escuchadme lo que voy á decir:<br />
hrinos procurado introducirlas en todos los paises<br />
católicos , y principalmente en Italia , Alemania<br />
é Irlanda y siempre nos han dicho: "para las<br />
(1) Traducimos hermanas pardas porque asi las llaman en Francia<br />
por llevar el hábito de color
faenas de cuidar los enfermos no tiene la mujer<br />
italiana bastante valor ni espíritu; la alemana<br />
tiene un carácter muy dulce y sufrido ; á la in<br />
glesa no lefalta humanidad y viveza, pero es dema<br />
siado sostenuta. (Palabra difícil de traducirse y que<br />
encierra en sí el vituperio de un pudor mal enten<br />
dido) " la francesa tiene habilidad , firmeza , re<br />
solución , dulzura en mandar y una piedad seve<br />
ra, cualidades indispensables en tal estado. Sin<br />
embargo aun no desesperamos mejorar en esto el<br />
servicio de nuestros hospitales." Se acordó enton<br />
ces el Papa de los médicos franceses y del doctor<br />
Ribes, que le acompañó en su último viaje a Ita<br />
lia: " Era, decia, hombre de un saber , de una<br />
urbanidad y discreción admirables, vuestros mé<br />
dicos son mas discretos que los nuestros.—Temo<br />
no ser en esto del parecer de V. S.—"Como!<br />
Cospetto! " " Vuestros enfermos son , Santísimo<br />
Padre , los no discretos : un italiano dice y repi<br />
te todos sus males, pero vuestros médicos no ne<br />
cesitan discreción cuando saben que sus enfermos<br />
no la han tenido. " — " Eso es verdad"— Ademas<br />
en Francia las leyes castigan las imprudencias de<br />
los médicos.—No lo sabíamos."—"Pero no solo<br />
por eso son discretos nuestros médicos sino porque<br />
en nuestro país los enfermos no se fian de cual<br />
quiera."
Habló en seguida el Papa del coronel Boisard<br />
y del coronel Lagorsse de la manera mas<br />
satisfactoria para ambos; no mentó siquiera á Radet,<br />
pero conocí sin embargo que se acordaba de<br />
él. Habló también de Miollis , y dijo estas mismas<br />
palabras: "habia comprado la quinta Aldobrandini;<br />
1<br />
en la cual no consentimos que metiesen<br />
como querían, jente de guerra. Ah ¡no juzgamos<br />
á los hombres por una acción sola!" Tratamos<br />
después de los cuadros de David , y la conversación<br />
volvió á ser mas animada: "sí, hablemos de<br />
David, me dijo: ¿porque un artista que tantos beneficios<br />
ha recibido del rey ha tomado parte en la<br />
revolución?.... ¡Cuánto mas grande y mas noble<br />
aparece un artista que se contenta con su gloria!<br />
" Quise decir algunas palabras sobre la publicación<br />
del motu proprio y eso hizo hablásemos<br />
del cardenal Consalvi, que fue el que lo prometió<br />
al congreso. "Hay aun mucho que hacer, me dij<br />
o, las naciones en el dia no se conforman tan fácilmente,<br />
y vuestro príncipe esperimentará también<br />
las dificultades." Especificó en seguida el Padre<br />
Santo los motivos de la conducta que seguía,<br />
y cuando habló del tabaco alabó tanto el nuestro<br />
, que le ofrecí enviarle desde París; elojió al<br />
conde y condesa de Blacas, cuyo último hijo acababa<br />
de tomar el nombre de Pió, y refirió algu-<br />
58
nos pormenores de esta ceremonia, que se hizo<br />
con gran pompa en el palacio de Francia, y á la<br />
cual quiso Su Santidad asistiesen todos los Carde<br />
nales que se hallaron en Roma, siendo Consalvi el<br />
encargado de representar en ella al augusto pa<br />
drino. Nombró también al conde de Polignac<br />
que estaba en Roma á principios de 1815 , y á<br />
quien creó príncipe en agradecimiento de las in<br />
finitas pruebas de veneración , de sus servicios y<br />
aun de los consejos que siempre le habia dado.<br />
Me preguntó por último si volvería á Roma; le<br />
dije que la dejaba con disgusto, que me alegraría<br />
volver á ella aunque fuese sin adelantar en mi<br />
empleo; y al partirme me dio un rosario y su ben<br />
dición, deseándome feliz viaje.<br />
Tuve sin embargo un encuentro muy desagra<br />
dable, pues nos salieron unos ladrones en el lugar<br />
mismo en que Pió VII bebió el agua del torren<br />
te , nos resistimos y huyeron. Hizo el rey recom<br />
pensar liberalmente al correo de gabinete que iba<br />
conmigo y por una carta del Padre Santo supe<br />
la satisfacción que habia tenido al oir que no nos<br />
habian herido.
CAPITULO TREINTA Y CINCO.<br />
HÁLLANSE LOS PAPELES DEJADOS POR EL CARDENAL DE<br />
YORK. — CONVENIOS DE ROMA CON VIENA. — CUIDA<br />
DOS QUE INSPIRA EL PRÍNCIPE DE CANINO.—EL CAR<br />
DENAL MAURY ACOJIDO BENÉVOLAMENTE POR Ser SAN<br />
TIDAD.—MUERTE DE ESTE- CARDENAL.<br />
Los asuntos eclesiásticos de Francia van á to-r<br />
mar una marcha mas espedita en el año de 1817.<br />
Mas antes de concretarnos á ellos, daremos breve<br />
noticia de lo que aconteció con los papeles dejados<br />
en Soma por el Cardenal de York. Dejó este<br />
príncipe en su testamento al Obispo de Milévi por<br />
su heredero fideicomisario, y el Obispo confió<br />
al cuidado de un maestro di caví varias maletas<br />
que estaban llenas de papeles, que los ocultó<br />
en un granero en 1809 cuando el trastorno<br />
del gobierno romano. El maestro di casa habia<br />
muerto con su secreto, y hacia el año 1816 se<br />
descubrieron los papeles por una persona que tenia<br />
una idea confusa de lo que habia sucedido con
ellos. Aunque casi roídos de ratones contenían una<br />
voluminosa correspondencia con las autoridades<br />
inglesas de Madagascar, de donde enviaban á los<br />
Stuardos testimonios de amor y fidelidad, y algu<br />
nos socorros en dinero ; otra correspondencia con<br />
Escocia; algunas cartas de la corte inglesa al pa<br />
lacio de San Jerman hacia el año de 1708, y so<br />
bre todo documentos relativos á Irlanda.<br />
Un viajero ingles que entonces se hallaba en<br />
Roma llamado Watson hizo la proposición de com<br />
prar estos papeles á dinero contante: y el que sin<br />
derecho alguno los poseia, se los vendió por 170<br />
escudos romanos (3400 rs. vn.) Verificado el tra<br />
to , se dispuso Mr. Watson á estraer estos papeles<br />
fuera de los Estados romanos. Conocíalos ya , y<br />
habia leido varios de ellos Mr. Stamaty, cónsul<br />
francés; conocían los otros: lo cierto es, que el<br />
secreto de Mr. Watson traspiró, y se le hizo trai<br />
ción. El gobierno, pues , se apoderó de todos es<br />
tos papeles, fuera de algunos legajos que estaban<br />
en otras manos. En vano reclamó Watson contra<br />
la orden del gobierno. La siguiente carta dirijida<br />
por el Cardenal Consalvi á mylord Castelreagh<br />
en 26 de enero de 1817 , da luz sobre este'asunto:<br />
MYLORD<br />
El cónsul inglés Mr. Denis habrá ya informado muy circunstanciadamente<br />
á V. E. sobre unos papeles pertenecientes
á la herencia del difunto cardenal duque de York, comprados<br />
por Mr. Watsont. El objeto de esta carta es hacer saber á<br />
V. E. que dicho Mr. Watson, acompañado de Mr. Schmidt*<br />
se roe ha presentado reclamando el pleno goce de su compra:<br />
y habiéndole hecho observar la ley vijente sobre la nulidad de<br />
las ventas de papeles de semejante naturaleza , hechas sin el<br />
permiso competente, me rogó que no se diese mayor publici<br />
dad á este asunto, y que hiciese sobreseer en el proceso enta<br />
blado contra esta venta, por la testamentaría: al mismo tiem<br />
po me pidió solamente una carta para V. E., que le entregaría<br />
Mr. Schmidt, en la cual se espresase que Mr. Watson com<br />
pró los papeles sin fraude alguno por ciento setenta escudos,<br />
de uno que dijo estar autorizado para venderlos, per la testa<br />
mentaría: que hiciese ademas observar á V. E. que á él se de<br />
bia, y al haberlos comprado* el desenterramiento de estos pa*<br />
peles y su total destrucción , 6 á lo menos su dispersión ; lo<br />
que habria acontecido necesariamente, permaneciendo arrum<br />
bados en el desván en que estaban, ya que no se hubiesen<br />
vendido al peso, para envolver, á algún tendero ó abacero,<br />
respondile que no tenia dificultad en dar la carta que me pedia<br />
y que en cuanto al proceso, me reservaba darle una respuesta,<br />
positiva después de haber hablado con el gobernador para sa<br />
ber el estado del proceso: dos días después le dije, que aun<br />
que ya se habia sentenciado no se habia publicado el juicio, con<br />
el fin de enterar antes á S. S. y que, por lo tanto, habia podi<br />
do impedir se publicase. Añadí que irían á su casa á recojer<br />
los papeles, para llevarlos á casa del gobernador, y que le da<br />
ría la carta en los términos que deseaba. Habiéndome dado<br />
las gracias Mr. Watson y Mr. Schmitd, y fijados de antema<br />
no el dia y hora de la entrega de los papeles , no he podido<br />
menos de sorprenderme al saber que al entregarlos protes<br />
tó Mr. Watson solemnemente, que semejante acto era una<br />
violación de su propiedad, y no quiso recibir el reembol-
so de sus 170 escudos (que se han depositado , por lo<br />
tanto, á cuenta suya en un tribunal), considerándose<br />
siempre como propietario de dichos papeles. Habiendo venido<br />
á verme Mr: Watson con Mr. Schraidt, y á recojer la<br />
carta para V. E. me he quejado con ellos, y les he hecho entender<br />
, que el asunto habia variado de aspecto, desde que<br />
Mr. Watson continuaba llamándose propietario de los papeles,<br />
y decia presentar el negocio al ministerio y Parlamento británico<br />
(como se lo ha escrito á Mr. Lupi, negándose á recibir los<br />
170 escudos), y que yo podría justamente negnr la prometida<br />
carta; pero que sin embargo, entregados los papeles, no quería<br />
faltar á mi palabra, ni dar lugar á quejas, aunque injustas.<br />
Cumpliendo , pues , con ella he dado la carta á Mr. Schmidt,<br />
que acaba de partir para Londres; y aprovecho esta ocasión<br />
para renovar á V. E. la seguridad de mi distinguida consideración<br />
, con la que tengo el honor de ser de V. E. afectísimo y<br />
obedientítimo servidor.<br />
H. CARDENAL CONSALVI."<br />
Personas que se tenían por bien informadas,<br />
publicaron entonces que un romano ecsaminó los<br />
papeles, y que de ello dio cuenta á la corte de<br />
Cerdeña, porque los derechos eventuales de los<br />
Stuardos tocaban al segundo jénito de Víctor-Amedeo<br />
III, que en 1817 reinaba en Turin, y que después<br />
de este ecsamen se enviaron á Inglaterra. No<br />
es probable que ningún documento que pudiese<br />
perjudicar a los jacobistas, se entregase de esta<br />
manera al lord Castelreagh: el carácter, á lo menos<br />
del cardenal Consalvi, que debió su educa-
cion al duque de Yorck, y los principios de ho<br />
nor y valor que invariablemente dirijen al go<br />
bierno pontificio en todas las cuestiones de asilo y<br />
protección católica, no dan lugar á pensarlo, y yo<br />
en particular estoy persuadido, por pruebas que<br />
tengo (1), que nada pasó en este asunto que no<br />
fuese conveniente, noble, prudente y jeneroso.<br />
Mientras tanto que asi se procuraba cultivar<br />
la buena intelijencia con Inglaterra no descuida<br />
ba tampoco la corte romana los deberes de vecin<br />
dad, que tenia con Austria. Habia pedido la cor<br />
te de Viena que se arreglasen ciertos particulares<br />
relativos á la organización de su clero, u la venta<br />
de muchos dominios ó posesiones eclesiásticas, y<br />
á la navegación del Pó. Los tratados estos fueron<br />
firmados y las ratificaciones enviadas de Viena<br />
en 26 de enero para ser canjeadas con las del<br />
Papa.<br />
Alimentaba el gobierno pontificio el deseo de<br />
sustraerse gradualmente de la influencia austría<br />
ca , pues aunque se conocía que iba disminuyen<br />
do , se mostró á las claras dominadora después<br />
del restablecimiento de la autoridad del Santo Pa<br />
dre. Los primeros pasos retrógrados no podían ser<br />
(1) El autor hubiera hecho un servicio al gabinete pontificio de aquel<br />
tiempo , en presentar estas pruebas.
sino muy lentos y comedidos. Asi se iba en Roma<br />
organizaudo una fuerza armada, suficiente para<br />
mostrar la independencia del Estado, guardar sus<br />
fronteras y mantener la tranquilidad de las pro<br />
vincias. Esta fuerza se decia que era nada mas que<br />
de seis mil hombres; pero en realidad ya presen<br />
taba un efectivo de diez mil, y se tenia la intención<br />
de hacerla subir hasta catorce mil, con el inten<br />
to , cuando llegase á este número de hombres,<br />
de negociar acerca de la guarnición de Ferrara<br />
de modo que no pareciera necesaria/y librarse de<br />
ella.<br />
Los negocios eclesiásticos de Baviera camina<br />
ban con perfecta armonía , esperándose llevarlos<br />
á cabo dichosamente, pues estaban en suspenso<br />
desde las negociaciones de Mr. de Cetto. Los del<br />
Piamonte se veian próesimos á su terminación,<br />
habiéndose propuesto un sistema de conciliación<br />
por una parte y otra. El rey de Ñapóles dejó este<br />
dictado y tomó el de rey del reino de las Dos<br />
Sicilias: y con este nuevo título sus consejeros<br />
habian imajinado tener un medio de evadir las<br />
ecsijencias de Roma sobre la investidura y el tri<br />
buto. El Papa hizo una protesta de reserva de los<br />
derechos de la Santa Sede al reino de Ñapóles; y<br />
la corte del reino de las Dos Sicilias respondió por<br />
una contraprotesta, muy fuerte, en la que decía-
aba no reconocer en sus Estados otros derechos<br />
al Soberano Pontífice que los que tenia como cabe<br />
za de* la Iglesia sobre todos los católicos. El rey<br />
de España también por este tiempo solicitó y ob<br />
tuvo una bula que le concedía el subsidio estraor-<br />
dinario sobre el clero de su reino de seis millones<br />
de reales , durante seis años.<br />
Los enemigos de la restauración publicaban en<br />
Italia, que disponía Francia medidas de vigor<br />
contra la familia de Bonaparte; pero estas medi<br />
das eran provocadas por los ministros de las otras<br />
tres grandes potencias del continente , el Austria,<br />
la Rusia y la Prusia. Los representantes de estas<br />
cortes en Roma presentaron al Cardenal Consal<br />
vi una nota en respuesta á la que su Eminencia<br />
les habia remitido relativamente á las medidas<br />
tomadas con el príncipe de Canino.<br />
Y en ella decían los infrascritos ministros,<br />
que no eran suficientes las precauciones tomadas<br />
por el gobierno de Roma para evitar que Luciano<br />
Bonaparte dejase clandestinamente los estados<br />
pontificios: y que debia el gobierno vijilarle con<br />
la atención mas rigurosa, y participar á las gran<br />
des potencias los medios que en ello emplease,<br />
para mejor resultado. La nota tiene la fecha de 21<br />
de febrero de 1817.<br />
No teniendo progreso alguno los asuntos de<br />
50
Francia desde el convenio de 25 de agosto , Mr.<br />
de Blacas pasó á Paris para pedir instrucciones y<br />
le respondieron que convendría aprovechar la dis<br />
posición que manifestaba la corte romana de ad<br />
mitir algunas modificaciones en el mismo conve<br />
nio. El rey aprobaba la idea espuesta por Mr. de<br />
Blacas de considerar dicho tratado como no hecho<br />
y proponer otro nuevo; el gabinete deseaba hubie<br />
se otro preámbulo distinto en el nuevo proyecto: en<br />
fin se esplicaron las miras del consejo , y al emba<br />
jador se dijo, que si lograba persuadir á Su<br />
Santidad de que no se le dirijian mas pretensio<br />
nes que las indispensables, adquiriría nuevos de<br />
rechos á la benevolencia de Francia con el di<br />
choso término de una negociación ligada á inte<br />
reses tan diversos y con influencia tan grande<br />
sobre el restablecimiento completo de la organi<br />
zación social y sobre la estabilidad misma de la<br />
monarquía.<br />
Los ministros franceses pidieron á Roma por<br />
menores sobre la situación del Cardenal Maury.<br />
No habia podido este consolarse del pesar que reci<br />
bió con las primeras muestras del desagrado de Su<br />
Santidad en mayo de 1814. Por desgracia suya las<br />
instrucciones enviadas al Obispo de Cervia , en<br />
cargado de reemplazar al Cardenal suspenso de<br />
sus funciones en el Obispado de Montefiascone,
estaban firmadas por Francisco, Arzobispo de Edesa,<br />
Iimosatro del-PaJm, no acordándose sin duda<br />
4e Fontainebleau monseñor BertazoK, cuando<br />
firmó esta carta. El Cardenal Maury como se ha<br />
dicho ya, fue preso por orden de la junta qne gobernaba<br />
en Roma durante la invasión de Joaquín.<br />
Después obtuvo el permiso de habitar en el edificio<br />
contiguo á San Silvestre. Mas tarde dio su renuncia<br />
de la mitra de Montefiascone: entonces el<br />
Papa le asignó cuatro mil escudos sobre el tesoro<br />
y manifestó sus deseos de verle. Quiso el Cardenal<br />
Consalvi conducirlo él mismo. El Santo Padre<br />
que siempre pretendía que cada cual olvidase<br />
el daño que habia hecho, dijo al Cardenal<br />
las cosas mas tiernas y afables ; manifestóle sus<br />
sentimientos de que no le hubiese seguido k Jénova^<br />
le aseguró-de que lo habia vuelto á su gracia<br />
y le recomendó cuidase de su salud, para lo<br />
que varias veces repitió podia dejar la reclusión<br />
de San Silvestre y volver á su casa.<br />
El Cardenal no queria volver hasta que hubiese<br />
acabado una grande obra que tenia por concluir<br />
, y que al fin acabó, k pesar de que los sufrimientos<br />
padecidos quebrantaron su salud y<br />
murió elll de mayo de 1817, á la edad de setenta<br />
y dos años. El Papa quiso que se le enterrase<br />
en la Chiesa nuova (Iglesia nueva) entre el Car-
denal Baronio, y el célebre Cardenal Tarugi.<br />
No se pueden negar los* servicios que el elocuente<br />
orador habia prestado en otro tiempo á la<br />
relijion y á la monarquía. El Papa y el Cardenal<br />
Consalvi no olvidaron nunca la conducta del Cardenal<br />
Maury en el cónclave de 1800, y el autor<br />
del Ensayo sobre la elocuencia de la cátedra, y del<br />
Panejírico de San Luis quedará por siempre en el<br />
número de los mas brillantes escritores franceses.
§ CAPITULO TREINTA Y SEIS.<br />
EL PAPA ENFERMO.«-CONSIDERACIONES SOBRE EL CA<br />
RÁCTER DE TODOS LOS CARDENALES. — CONCORDATO<br />
•DEL 11 DE JUNIO DE 1817« — CARDENALES NOMBRA<br />
DOS.—CONCORDATO CON EL Pl AMONTE, RüSIA Y ÑA<br />
PÓLES. — CARTA DEL HEJENTE DE INGLATERRA AL<br />
PAPA.—MR. PORTALIS ENVIADO A ROMA.—NAPOLEOH<br />
PIDE UN ECLESIÁSTICO EN SANTA ELE^NA.—-BREVE DEL<br />
PAPA A MR. PERIGORD.—FERNANDO IV EN ROMA.—<br />
EL DUQUE RICHBLIEU ESCRIBE A CONSALVI.—MEMO<br />
RIA ENVIADA POR EL OBISPO DE BLOIS.<br />
Parecía que el Papa gozaba de buena salud,<br />
á pesar de que*se decía que estaba atacado de una<br />
enfermedad grave; noticia que me aflijió. Con este<br />
motivo creí de mi deber redactar algunas consideraciones<br />
sobre el carácter de las personas que<br />
debian ser llamadas á elejir otro Pontífice. No<br />
permite el plan de esta obra que hable por menor<br />
de los cincuentaisiete retratos que tracé: me<br />
limitaré á recordar las reflecsiones con que finalizó<br />
aquella larga memoria.
He aqni los retratos de los Cardenales , según he creído<br />
útil el presentarlos. La corte de Roma dá siempre el encargo<br />
á sus nuncios de comunicarla los mas ecsactos pormenores<br />
sobre el carácter de los príncipes de los demás países ( 1 ): buena<br />
es pues la reciprocidad. Con ningún Cardenal he sido injusto<br />
: y he hablado de sus cualidades y buenas prendas, cuando<br />
no he descubierto en algunos "mérito eminente y señalado.<br />
De los cincuentaisiete Cardenales , conozco á cuarentaicuatro:<br />
y á varios de estos estimo y quiero quizá demasiado. Pero creo<br />
haber sido tan imparcial con estos últimos , como respecto á<br />
aquellos que han obrado en seutido opuesto á los intereses de<br />
Pió VII y del rey.<br />
Al caho Mr. de Blacas en 11 de junio firmó<br />
con el Cardenal Consalvi un convenio, conocido<br />
después con el nombre de Concordato de 1817,<br />
diferente del de 25 de agosto de 1816.—Hé aquí<br />
su testo literal :<br />
NIDAD.<br />
EN EL NOMBRE DE LA SANTÍSIMA E INDIVISIBLE TRI<br />
" ¿u Santidad el Soberano Pontífice Pió VII y S. M. C.<br />
animados del mas vivo deseo de que cesen enteramente en<br />
Francia los males que hace tantos años afiijéti á la iglesia , y de<br />
que vuelva la relijion en este reino á su antiguo brillo, ya que<br />
en fin el dichoso regreso del nieto de San Luis al trono de sus<br />
(I) Esta costumbre no la debe , ó debia tener sola la corte de Roma;<br />
porque yo be visto una carta de un embajador nuestro en Viena, en tiem<br />
po de Carlos II dando estensa noticia acerca de la familia imperial aus<br />
tríaca de entonces, y no solo del carácter, sino de las ocupaciones y afi«"<br />
nones de cada príncipe y princesa. Y esta noticia era respuesta en cifra,<br />
í 1» orden que habia recibido de nuestra corte para hacerla.<br />
(Nota dtl Traductor).
mayores, permite que sea mas convenientemente arreglado<br />
el réjimen eclesiástico, han dispuesto hacer un solemne convenio,<br />
reservándose de proveer después en los intereses de la relijion<br />
mas ampliamente y de común acuerdo. En su consecuencia,<br />
Su Santidad el Soberano Pontífice PÍO VII ha nombrado por<br />
plenipotenciario suyo á su Eminencia monseñor Hércules<br />
Consalvi, Cardenal do la Santa iglesia romana, diácono de<br />
Santa Ágata ad subtirram , su secretario de Estado, y S. M.<br />
el rey de Francia y de Navarra k su Escelencia Mr. Pedro<br />
Luis Juan Casimiro, conde de Blacas, marqués de Aulps y de<br />
Rolands, par de Francia, gran maestre del guarda-ropa, su<br />
embajador estraordinario y plenipotenciario cerca de Su San<br />
tidad.<br />
" Los cuales después de haber canjeado sus plenos poderes<br />
y encontrádolos en buena y debida forma, han convenido en los<br />
artículos siguientes:<br />
" Artículo I. El concordato hecho entre el soberano Pontífice<br />
León X y el rey de Francia Fracisco I queda testablecido.<br />
*<br />
" Art. II. En cosecuencia del precedente artículo cesa de<br />
tener efecto el concordato de 15 de julio de 1801.<br />
" Art. III. Los artículos dichos orgánicos que fueron hechos<br />
sin anuencia de Su Santidad y publicados sin su aprobación<br />
en 8 de abril de 1802, quedan abrogados al mismo tiempo que<br />
el dicho concordato de 15 de julio de 1801, en cuanto son en<br />
contra de la doctrina y leyes déla iglesia.<br />
" Art. IV. Las sedes que fueron suprimidas en el remo<br />
de Francia por la bula de Su Santidad de 29 de noviembre de<br />
1801 serán restablecidas en el numero que de común acuerdo<br />
se convenga como más ventajoso para el bien de la relijion.<br />
."Art. V. Todas las iglesias arzobispales y episcopales del
eino de Francia erijidas por la dicha bula de 29 de noviembre<br />
de 1801 son conservadas , asi como también sus titulares actuales.<br />
"Art. VI. La disposición del artículo precedente, relativo á<br />
la conservación de dichos titulares actuales en I03 arzobispados<br />
y obispados que ecsisten hoy dia en Francia, no podrá<br />
impedir las escepcionps particulares, fundadas en causas graves<br />
y lejítimas , ni que puedan ser trasladados algunos de los<br />
dichos titulares á otras sillas.<br />
"Art. VII. Las diócesis, tanto de las mitras actualmente<br />
ecsistentes cuanto de aquellas que de nuevo se erijan , después<br />
de haber pedido el consentimiento de los titulares actuales<br />
y de los capítulos de las sedes vacantes , se limitarán del modo<br />
mas adaptable á su mejor administración.<br />
Art. VIII. Una dotación conveniente en bienes raices y en<br />
rentas sobre el Estado se les asegurará á todas las dichas sedes<br />
ecsistentes y que de nuevo se erijan, tan pronto como las<br />
circunstancias lo permitan; dándoles entretanto á sus pastores<br />
una renta suficiente para mejorar su suerte. Igualmente se<br />
darán providencias pata la dotación de los capítulos, curatos<br />
y seminarios, tanto establecidos como que se establezcan.<br />
Art. IX. Su Santidad y S. M. cristianísima conocen todos<br />
los males que aflijen alas iglesias deTrancia. Saben igualmente<br />
lo útil que á la relijion será el pronto aumento del número<br />
de sedes, á mas del que ecsiste, y en su consecuencia<br />
para no retardar una ventaja tan eminente, publicará Su Santidad<br />
una bula para proceder á la creación y á la nueva demarcación<br />
de las diócesis.<br />
"Art. X. S. M. cristianísima, queriendo dar á la relijion<br />
un nuevo testimonio por su celo, empleará de concierto con Su<br />
Santidad todos los medios que en su poder estén, para que<br />
cesen lo mas pronto posible los desórdenes y obstáculos que
oponen al bien de la relijion y á la ejecución de las leyes<br />
de la iglesia.<br />
"Art. XI. Los territorios de las antiguas abadías, llamadas<br />
nullius, serán reunidos á las diócesis en cuyos límites se encuentren<br />
situados al ejecutar la nueva demarcación.<br />
"Art. XII. El restablecimiento del concordato que ha rejido<br />
en Francia hasta el año 1789 (según se estipula en el artículo<br />
1.° de este convenio) no implica también el restablecimiento<br />
de las abadías, prioratos y otros beneficios que ecsistian<br />
en aquella época. Todos aquellos que en adelante se funden<br />
estarán sin embargo sujetos á los reglamentos prescritos en<br />
dicho concordato.<br />
"Art. XIII. Las ratificaciones del presente convenio serán<br />
canjeadas á lo mas tardar en el término de un mes , si se<br />
puede.<br />
"Att. XIV. Luego que las ratificaciones queden canjeadas<br />
Su Santidad confirmará por una bula el presente convenio y en<br />
seguida publicará otra para hacer la demarcación de diócesis.<br />
En fé de lo cual los plenipotenciarios respectivos han firmado<br />
el presente convenio, poniendo en él el sello de sus armas.<br />
siete.<br />
"Hecho en Roma el 11 de junio de mil ochocientos diez y<br />
"Fií-mado Hércules , Cardenal CONSALVI , BLACAS DE<br />
AULPS. "<br />
El 26 de junio dio el Papa una caida acom<br />
pañada de circunstancias alarmantes, pero que<br />
dichosamente no tuvieron consecuencias funestas.<br />
Con fecha 1. ° de julio (1817 siempre) acusó<br />
el duque de Kiehelieu el recibo del concordato.<br />
Sin perder un momento he presentado al rey vuestros des-<br />
60
pachos. S. M. ha esperimentado la satisfacción mas viva por<br />
la feliz conclusión de un negocio tan importante y difícil, y ha<br />
sabido apreciar el celo y habilidad vuestra, en triunfar de \o s<br />
obstáculos que era preciso vencer ; y esto en el poco tiempo<br />
que ha que volvisteis á Roma. Las concesiones que habéis al<br />
canzado son mas importantes que las que habéis hecho ; y con<br />
las variaciones que ha sufrido el convenio de 25 de agosto, han<br />
desaparecido las objeciones que dimanaron de la primer redacción.<br />
Los obispos de Cambrai, Aviñon, Angulema y Dijon , se<br />
han negado positivamente á las insinuaciones que se les han hecho<br />
para que diesen su dimisión. Causará, en verdad , gran escándalo<br />
su ecsistencia en la iglesia galicana, pero es iuevitable,<br />
puesto que no hay un medio canónico y regular, para obligarles<br />
á dejar sus sillas. El rey ha creido, en su penetración, que<br />
era preferible tolerar un mal, no remediable mas que por otro<br />
mal mayor, y mas funesto. Los cuatro Obispos quedarán pues<br />
en sus sillas.<br />
El Papa publicó en 19 de julio una bula de<br />
confirmación del convenio de 11 de junio. Da en<br />
ella grandes clojios á la nación francesa de la (pie<br />
conserva un grato recuerdo. Otra bula sobre la<br />
demarcación de 92 diócesis" tiene la data de 27 de<br />
julio. El 28 reunió el sacro colejio, y le dirijió una<br />
alocución. Al fin de ella anuncia (pie quiere au<br />
mentar la alegría de aquel dia solemne, pues ba<br />
nombrado Cardenales á Alejandro Anjélico de<br />
Talleyrand, antiguo Arzobispo de Reims, á César<br />
Guillermo de la Luzerna, antiguo Obispo de Lan-<br />
gres y á Luis Francisco de Bausset, antiguo Obis-
po de Alais. Y declara que reserva inpettó á otros<br />
dos Cardenales, Francisco Césarini de Leoni, deán<br />
de la Rota y Antonio Lanté, deán de la Cámara<br />
apostólica»<br />
Fue para Roma una verdadera satisfacción el<br />
concordato que en 9 de agosto concluyó el Carde<br />
nal Consalvi con el Piamonte. El Papa concedió<br />
al rey de Cerdeña un nuncio de primer orden que<br />
obtendría el Capelo después de cumplir los años<br />
de nunciatura.<br />
Dispuso Luis XVIII se presentase en la cáma<br />
ra de Diputados el proyecto de ley necesario para<br />
dar la sanción lejislati va al nuevo concordato, es<br />
pecialmente á la disposición concerniente á orga<br />
nizar en Francia las noventa y dos diócesis.<br />
Parecía que todos los negocios emprendidos por<br />
el Cardenal Consalvi tenían un feliz resultado,<br />
pues el 28 de enero de 1818 Mr. de Italinsky fir<br />
mó un concordato en nombre de la Rusia para la<br />
Polonia. Fue decidido que habría un Arzobispo en<br />
Varsovia y ocho sillas episcopales en el nuevo<br />
reino.<br />
La salud del Papa era débil siempre, pero no<br />
causaba su estado inquietudes. Se aflijia de ver<br />
que en medio de tan felices sucesos con los de-<br />
irías paises los negocios eclesiásticos no adelanta<br />
ban en Francia, y escribió al rey en 3 de febrero
preguntándole por qué un proyecto de ley pre<br />
sentado á las cámaras casi destruía el convenio<br />
del 11 de junio de 1817.<br />
Una de las contestaciones que con los nego<br />
cios de Francia ocupaba mas al Santo Padre, era<br />
el debate que tenia con la corte de Ñapóles. Con<br />
salvi propuso al ministro del rey el avistarse en<br />
Terracina para buscar juntos en conferencias<br />
verbales los medios de acomodar los negocios. El<br />
16 de febrero al cabo concluyeron un concordato,<br />
del cual citaremos algunos artículos.<br />
"La relijion católica, apostólica romana es la única relijion<br />
del reino de las Dos Sicilia?, y será siempre conservada con<br />
los derechos y prerogativas que le pertenecen según el mandamiento<br />
de Dios y las sanciones canónicas. Las abadías n«lius<br />
diócoesis que tienen pocas rentas serán reunidas al ordinanario.<br />
Las abadías consistoriales que tengan mas de cincuenta<br />
ducados de renta no serán reunidas. La colación de estas abadías<br />
pertenecerá á la Santa Sede.<br />
Los bienes eclesiásticos que no fueron vendidos por el<br />
gobierno militar serán restituidos á la iglesia.—No se incomodará<br />
á los compradores de bienes eclesiásticos enajenados por<br />
el rey mismo en Ñapóles y en Sicilia antes de la invasión para<br />
procurarse los medios de prevenirla.—Los bienes de los regulares<br />
que no fueron vendidos se repartirán entre los conventos<br />
que se abran sin reparar en los títulos de las antiguas propiedades<br />
particulares, y entre las órdenes que se dedican á la<br />
educación de la juventud, á las bellas letras, al cuidado de los<br />
enfermos y á la predicación.—Se aumentará el número de los<br />
capuchinos , observantes, reformados, Alcantarinos , cuan-
é 477<br />
do las circunstancias lo pidan. Todos los relijiosos restablecidos<br />
dependerán de sus superiores respectivos.—El gobierno<br />
concederá una pensión á los frailes secularizados.—Los Arzobispos<br />
y Obispos quedan libres en el ejercicio de su ministerio<br />
pastoral conforme á los sagrados cánones. No les será prohibido<br />
de hacer la visita ad limina Apostolorum , ni el convocar<br />
los sínodos diocesanos; dejándoles también libremente<br />
publicar sus instrucciones sobre las cosas eclesiásticas. Ordenarán<br />
é intimarán las rogativas públicas y otras prácticas<br />
piadosas, cuando lo pida el bien de la Iglesia , del Estado ó<br />
del pueblo.—Quedarán libres de apelar á la Santa Sede.—Cada<br />
vez que los Arzobispos y Obispos en los libros introducidos<br />
ó que se introduezcan impresos, ó que se impriman en el<br />
reino, encontrasen cosa contraria á la doctrina cristiana y á<br />
las buenas costumbres el gobierno impedirá la divulgación de<br />
ellos.—La propiedad de la Iglesia será sagrada é inviolable en<br />
sus pensiones y adquisiciones. El rey nombrará en todos los<br />
Arzobispados y Obispados de las Dos Sicilias, para los cuales<br />
no nombraba.—Los Arzobispos y Obispos prestarán este juramento:<br />
" Sobre los santos Evanjelios juro y prometo obediencia<br />
y fidelidad á la Majestad Real. Igualmente prometo que no<br />
tendré comunicación alguna , que no me mezclaré en ninguna<br />
asamblea, que no conservaré dentro ni fuera ninguna relación<br />
sospechosa que dañe á la tranquilidad pública; y que si sufriese<br />
tanto en mi diócesis como en cualquiera otra parte de que<br />
se trata cosa alguna en perjuicio del Estado , lo manifestaré<br />
á S. M."<br />
" Artículo secreto renovado por el que contenia el concor<br />
dato último de 174-1.<br />
" Su Santidad, deseando que tanto en Ñapóles como en<br />
todo el reino se dé pronta y libre ejecución á las bulas, breves<br />
y espediciones de la corte de Roma , así como tambitn á los de
sus tribunales y ministros , el rey en prendas de su piedad y<br />
relijion conocidas, asegura á Su Santidad que dará las órdenes<br />
oportunas parala p ronta ejecución de las dichas espediciones<br />
de Roma."<br />
El rey de Ñapóles ratificó al instante este tra<br />
tado y envió al Cardenal Consalvi una caja ador<br />
nada de brillautes del valor de dos mil luises*<br />
Los benévolos sentimientos del gobierno in<br />
gles hacia el Santo Padre, parecía que todos los<br />
dias tomaban aumento. Una prueba pública hubo<br />
de ello á principios de marzo. Mr. A'Court, mi<br />
nistro de S. M. B. en la corte de Ñapóles, pasó á<br />
Roma y presentó al Papa una carta que le dirijia<br />
el príncipe rejeute de Inglaterra. Este principio<br />
primero y nuevo de relaciones entre la Santa Sede<br />
y la corte de Londres causó grande sensación en<br />
Roma , y dio la esperanza de que el gobierno in<br />
glés no estaba lejos ya que habia puesto un cón<br />
sul jeneral en los estados romanos, de enviar un<br />
ministro suyo.<br />
Esta comunicación fue muy agradable á<br />
Pió vil, pero era menester que recibiese también<br />
nuevas satisfactorias de Francia. En la cámara de<br />
los Diputados, el conde de Marcellus, que habia<br />
escrito al Papa por ser de la comisión encargada de<br />
informar sobre los asuntos eclesiásticos, recibió<br />
una contestación de Su Santidad con fecha de 23
de febrero. Esta contestación escrita con algún calor<br />
le invitabaá combatir valerosamente, á resistir,<br />
á no ceder á las exijencías del ministerio. En Francia<br />
criticaron esta intervención de un tercera<br />
mezclado así de pronto en una cuestión tan importante.<br />
Se trataba políticamente de una parte y<br />
de otra y en estas ocasiones cada cual está obligado<br />
á guardar su secreto. Si las negociaciones se hubieran<br />
abandonado, la Santa Sede entraba en el<br />
pleno de sus, derechos y supremacía pontificia<br />
pudiendo anunciar su voluntad, sus definiciones,<br />
sus órdenes y sus deseos. Romper sin querer romper,<br />
era llamar un estraño á discusión de asuntos<br />
en que no tenia misión. Por severa que esta<br />
opinión parezca, fue la de casi todos los gobiernos<br />
de Europa, y no es menos cierto que al ministerio<br />
francés se le dio un pretesto especioso<br />
para romper las negociaciones. Queriéndose evitar<br />
el mal llegó á ser irreparable.<br />
El ministro de lo interior Mr. Lainé escribió<br />
el 17 de marzo á Mr. de Ilichelieu:<br />
Tocábamos ai término ya de vencer las dificultades humerosas<br />
que se han elevado contra la ley, cuya propuesta habia<br />
hecho indispensable el convenio de 1817, cuando el haberse<br />
sabido la esistencia de un breve dirijido por el Papa (l)áMr.<br />
de Marcellus ha derribado todas las esperanzas."'<br />
(1) Eia un* simple eart*, firin*d* es verdad por el Papa, destinada á
El ministerio francés no se contentó con reti<br />
rar todo su asentimiento al convenio de 11 de ju<br />
nio , sino que previno á Mr. de Blacas anunciase<br />
este paso retrógrado por una nota, y se le anun<br />
ció que Mr. Portalis , hijo del conde de Portalis,<br />
antiguo ministro de Napoleón , iba encargado de<br />
tomar parte en Roma en una nueva neg ociacion.<br />
Las instrucciones de Mr. Portalis declaraban que<br />
habia lugar á proponer otro concordato , por el<br />
cual el rey nombraría los Obispos y el Papa les<br />
daria la institución canónica: se convendría en to<br />
mar medidas que abrogíiran aquellos artículos<br />
orgánicos que pudieran ofrecer alguna cosa en<br />
contrario á la doctrina y leyes de la iglesia. El<br />
rey prometerá aumentar el número de Obispa<br />
dos cuando lo permita la mejora de la hacienda<br />
de Francia : dotará los Obispados con asignacio<br />
nes sobre los dominios dejados á la corona por la<br />
ley de 2o de marzo de 1817 , para ser aplicados<br />
á los establecimientos eclesiásticos; llamará Mr.<br />
Portalis la atención de Su Santidad sobre la re<br />
sistencia de los constitucionales y las disidencias<br />
del bajo clero, (la petite JEglisc); y si consigue Mr.<br />
Portalis que el gobierno romano adopte este otro<br />
proyecto, queda autorizado para comunicar á Pa-<br />
qneJar secreta , y no un breve. El diputado dio demasiada publicidad á<br />
ua aviso dado á su conc :<br />
enci« de cristiano.
is las intenciones de Su Santidad. Tal era el con<br />
tenido délas instrucciones qne sé le dieron, habien<br />
do recibido Mr. de Blacas otras semejantes. Ade<br />
mas se anunció á este que era preciso se con<br />
venciera el Papa de la imposibilidad que habia<br />
de perseverar en el sistema queporv-n mutuo error<br />
habian seguido los dos gobiernos durante dos<br />
años, dando de sí el resultado inaplicable del con<br />
cordato de 1817.<br />
En carta particular decia el duque de Riche-<br />
lieu á Mr. de Blacas, que se habia enviado a Ro<br />
ma á Mr. Portalis, por ser persona religiosísima,<br />
apacible y conciliadora, y para qne le ayudase en<br />
todo. Y le rogaba terminase cuanto antes las cues<br />
tiones eclesiásticas, para que pudiesen concebir en<br />
Francia la esperanza de ver consolidarse el orden<br />
sobre verdaderas bases.<br />
La revolución dejó en Roma un sedimento de<br />
atenciones de una nueva especie, y por haber que<br />
rido el Papa mostrarse soberano jeneroso, volun<br />
tariamente se sometía á consideraciones y ecsijen<br />
cías que coartaban su soberanía. Mr. Luciano que<br />
ría dejar á Roma, donde se habia refujjado des<br />
pués que un capitán de bandidos se quiso apode<br />
rar de su persona para pedir un rescate; pero<br />
el embajador de Austria se oponía. Su Santidad<br />
dijo al Cardenal Consalvi que tanta severidad<br />
61
con Luciano provenia tal vez de la parcialidad que<br />
manifestaba su Eminencia por él procurando pro-<br />
tejerle en todas ocasiones. Otra pretensión se hizo<br />
al Papa por el Cardenal Fesch , que á principios<br />
de mayo fue á la audiencia del Cardenal Consal<br />
vi para decirle, como Napoleón y los que con él<br />
estaban en Santa Elena se aflijian de no tener un<br />
sacerdote católico, y pedían la protección del<br />
Santo Padre para obtener que les fuera enviado<br />
un eclesiástico de nuestra relijion , y ¿obre todo<br />
pedia que Su Santidad instruyese prontamente de<br />
este deseo al gobierno británico. El Papa mandó<br />
se empezaran á dar inmediatamente los pasos ne<br />
cesarios en este asunto; y se siguieran con toda la<br />
actividad capaz de hacerlos tener buen resultado:<br />
y añadió espresiones llenas de caridad, de bondad<br />
y de jeneroso interés.<br />
El Cardenal Consalvi escribió á Mr. de Bla<br />
cas con fecha 31 de mayo una larga nota , en<br />
respuesta á la de este embajador fecha el 23 de<br />
abril (1818) en que este embajador anunciaba las<br />
nuevas disposiciones del ministerio francés. En<br />
su respuesta de 31 de mayo, declara el Cardenal,<br />
que el concordato del 11 de junio de 1817, reves<br />
tido de todos los caracteres de un tratado per<br />
fecto, legal é inviolable, no podia de ningún mo<br />
do alterarse, y que debia ejecutarse en su inte-
gridad, por los dos partidos que le ratificaron y<br />
sancionaron. En otra nota posterior del mismo<br />
Cardenal se dice, que pronto el Padre Santo á<br />
presentarse ante el supremo juez , no se arredrará<br />
por miras ulteriores, si por desgracia no pudiese<br />
aceptar las proposiciones que le fueren hechas;<br />
i En la primera audiencia que obtuvo Mr. Portalis<br />
del Papa, oyó de su propia boca, que los<br />
asuntos de Francia eran los mas penosos de su<br />
pontificado y que estaba decidido á no ceder en<br />
euanto al concordato. "Dios nos sacará del peligro,<br />
porque no se puede hacer un mal aunque sea con<br />
la intención de procurarse un gran bien."<br />
Diciendo " nos dejaremos llevar hasta las<br />
puertas del infierno; pero esperamos que alli<br />
nos detendremos," habia concedido el Papa la<br />
estipulación terrible, mas necesaria, del concordato<br />
de 1801, y en Francia se habian establecido<br />
nuevos Obispados. Se le acababa de pedir Otra<br />
organización, y el Papa concediéndola habia vuelto<br />
á la senda de los concordatos antiguos; actualmente<br />
se quería que restableciese lo que acababa<br />
de destruir. Cuando habia destruido el concordato<br />
de 1801 , no fue sin oponed resistencia,<br />
mostrar objeciones y hacer dolorosas y determinadas<br />
representación es; pero el bien de la iglesia<br />
lo ecsijia, y el concordato de 1817 fue firmado
y ratificado. En Paris hablaban de un mutuo<br />
error; pero Roma no con venia en que se pudiese<br />
hablar de ese modo. En seguida Paris tomó otro<br />
rumbo , diciendo : " Fórmulas hay que en todos<br />
tiempos han sido empleadas en esplicar, estender,<br />
restrinjir , modificar los artículos de un tratado;<br />
estipulaciones adicionales y esplicativas pueden<br />
resolver todas las dificultades, por graves y emba<br />
razosas que sean. Es menester buscar un plan sim<br />
ple , corto, que dé esperanzas de ver cesar los<br />
males y la división de la iglesia , y de que se rin<br />
da homenaje á los principios, se respeten todas<br />
las autoridades , se honren las personas, y en fin,<br />
que concibe las opiniones y aun las pretensiones,<br />
los intereses de las tibias creencias con las convic<br />
ciones de los hombres relijiosos, que el Papa em<br />
plea en la administración de las cosas espiritua<br />
les." La forma de un breve es preferible , decían,<br />
á la de una bula: mientras menos. se muestre la<br />
autoridad, mas resaltará el espíritu de concordia,<br />
y mas fácil será hacer que entren todos en una<br />
vía de paz sólida y de reunión sincera.<br />
Algunas de estas ideas de orden fueron al fin<br />
comprendidas por la corte romana, prudente<br />
siempre , y se trató de arreglarlo todo por medio<br />
de una bula. Quería el Papa dirijir un breve al<br />
Cardenal de Perigord sobre todas estas cuestio-
Bes, y los plenipotenciarios franceses convinieron<br />
en ello y lo remitieron á Paris. Decia Su Santi<br />
dad al Cardenal, que sin duda sabría que un<br />
convenio se habia concluido, cuya ejecución es<br />
taba suspensa; le repetía las espresiones mismas<br />
de la proposición hecha por orden del rey, expli<br />
cándole como la Santa Sede entendía que debia<br />
procederse. Su Santidad antes de decidir nada,<br />
juzgaba del caso pedir el parecer de sus venérales<br />
hermanos los Obispos de Francia " di rij i endose,<br />
para que estos hechos lleguen á su noticia, al<br />
Cardenal que mas brilla con gran esplendor por<br />
su suprema categoría, su adhesión á la cátedra<br />
de San Pedro y sus numerosas virtudes. " Le ro<br />
gaba que consultase á todos, los Obispos ausentes<br />
y presentes, y manifestase sus sentimientos.<br />
Habian dirijido al Papa treinta y dos Obispos<br />
franceses , antes de que se escribiese dicho bre<br />
ve , una carta , espresándole su celo y respetos, y<br />
así se tenia confianza en ellos; pero el consejo del<br />
rey, á cuyo arbitrio quedó la oportunidad de re<br />
mitir el breve al Cardenal Perigord-, no creía<br />
debia enviárselo directamente , sino comunicarle<br />
lo que en él se contenia.<br />
Se paralizaron los asuntos en Roma con moti<br />
vo de la llegada del rey de Ñapóles Fernando IV,<br />
que iba á dar las gracias al Papa por la conclu-
sien del concordato de Tarraeina. El embajador<br />
de Francia dio á este príncipe dos convites es<br />
pléndidos en que tomó parte lo mas distinguido<br />
de Roma.<br />
Consalvi, á quien no ocupaban mucho tiem<br />
po los fiestas, escribió al duque de Richclieu que<br />
se hallaba en Aquisgran , rogándole de que im<br />
pidiese que los mal-contentos indispusieran á<br />
la Santa Sede con los ministros de las grandes<br />
potencias. El duque de Richelieu le contestó con<br />
«na carta que llenó de satisfacción al Cardenal, á<br />
quien decia, entre otras cosas: " Suplico á Vues<br />
tra Eminencia se convenza de que, cualesquiera<br />
que sean las cosas que puedan escribir de Paris á<br />
Roma , el gobierno del rey tiene el mas vivo de<br />
seo de restablecer los asuntos eclesiásticos sobre<br />
una base estable. Los obstáculos que ha encontra<br />
do son independientes de su voluntad, pues no es<br />
él tan insensato que quiera destruir la relijion,<br />
siu la que ninguna sociedad puede ecsistir."<br />
Aqui se hace la justicia merecida á la Santa Sede,<br />
á la fidelidad con que ejecuta todas las estipula<br />
ciones del tratado de Viena , y á la imparcialidad<br />
escrupulosa conque camina en todas ocasiones (1)<br />
(1) La tolerancia del gobierno pontificio fue tal, que la* perso<br />
nas mas comprometidas se atrevieron á solicitar empleos sin esperar<br />
que pasase 4 Igun tiempo mas ¡ decían , " El Santo Padre lia per-
Si acaso se presentasen malintencionados que<br />
quisieran quejarse contra el gobierno del soberano<br />
Pontífice , creo poder asegurar de que no serian<br />
escuchados."<br />
Por este tiempo me hallaba en Paris de paso<br />
desde Viena á Madrid, á donde iba de enviado,<br />
y tuve acasion de saber una conversación<br />
notable que habia pasado entre Luis XVIII<br />
y el conde de Hauterive,, encargado del despacho<br />
de los negocios estranjeros. El rey no<br />
quería decidir nada acerca del breve hasta la<br />
vuelta de Mr. Riehelieu de Aquisgran , y el<br />
conde manifestándole la utilidad de remitir<br />
aquel documento á su destino, le dijo entre<br />
otras razones: " Yo miro este asunto desde<br />
Roma, aquí se quiere derribar hasta lo mismo<br />
que se ha hecho para reedificar de nuevo<br />
el sacerdocio, allí se quiere, cuanto sea posible,<br />
no desunir lo que ha sido hecho con loque<br />
se prepara. ¿Cuál es la situación de la corte romana<br />
, que con tanta habilidad ha ido saliendo hasta<br />
aquí de todos sus compromisos-? Es mas poderosa<br />
de lo que parece , admíranse con aplauso je-<br />
«lonadp."— Consalvi . respondió un dia á uno de los revolucionará*<br />
mas importunos , que habia figurado en el asalto del Quirinal: "Se»,<br />
sate , il Santo Padre ha perdónate-per non, puniré-, roa non per premiare^<br />
, -
neral sus cálculos , la Europa protestante rinde<br />
homenajes al príncipe de la iglesia católica ; la<br />
Europa católica quiere casi unánime concordatos<br />
liberales, las dos sostendrían la resistencia que<br />
ella hiciese.<br />
¿ Que puede hacer el rey contra la Europa<br />
oculta de ese modo á espaldas de la Santa Sede?<br />
—Roma es tan hábil, tan previsora y fuerte; en<br />
aquella ciudad están los partidos tan prontos al<br />
gunas veces á convenirse , que á la verdad , ella<br />
es siempre la que en medio de los protocolos y las<br />
negociaciones indica con el dedo la salida, que sin<br />
encontrarla, buscan otros muchos.—Ese sistema<br />
de unidad que sigue , principia por darle cier<br />
ta autoridad , que establece ella luego sobre un<br />
corto número de palabras significativas, y una<br />
vez saleada ia unidad, aquella corte esencialmen<br />
te moderatriz , entra en los intereses de las que<br />
con ella tratan y no regatea sus condescendencias<br />
de tierna madre. De aquí nace, señor, ese fenó<br />
meno de verse á una potencia contendiente por<br />
mucho tiempo, que toma de pronto el partido de<br />
un adversario; y de aquí también ese breve que<br />
no es un pensamiento humano, sino divino para<br />
cicatrizar todas las heridas , que trae la paz á<br />
nuestros Obispos , que tenéis un interés honroso<br />
en apaciguar, que dá elojios á su fidelidad y per-
petua en el clero francés las tradiciones de su ad<br />
hesión á vuestra -eterna casa de los Borbon es."<br />
Dijo el rey á Mr. d' Hanterive, interrumpién<br />
dole : "Es tan cierto lo que me decís, y tan nuevo<br />
al mismo tiempo, que quisiera oiros sobre esto,<br />
informando al consejo. "—No Señor, pues siem<br />
pre es tan delicada una opinión relativa á negocios<br />
estranjeros, que no hay necesidad de aventurar<br />
la jen medio de un consejo; en donde cada uno, fijo<br />
en ciertas particularidades que le sou conocidas,<br />
no alcanza á miras mas vastas; y no prevee la im<br />
portancia de guardar los secretos de Estado; so<br />
bre todo en un pais donde hay libertad de impren<br />
ta , y donde se paga bien la indiscreción: para que<br />
divulgándose las cosas , el público se interese y<br />
entretenga. En nuestro oficio es preciso hablar<br />
sin reserva á un rey hábil é* interesado en la paz,<br />
pero no hay necesidad de enterar de las pasiones<br />
y aun de las virtudes de otro país, á una adminis<br />
tración de guerra, ni á una dirección de marina,<br />
ni á una policía, que por su naturaleza y por la<br />
necesidad de algunos deberes odiosos, está conde<br />
nada á ejercer relaciones subalternas. *? Habiendo<br />
pedido Mr. d' Hanterive, después de esta conver<br />
sación , sus órdenes al rey; le dijo el monarca—<br />
Caballero "yo os mando vengáis á verme con<br />
fercuencia."
A su vuelta, el duque de Richelieucomunicó<br />
á Mr. de Perigord las disposiciones del Santo Pa<br />
dre , sin remitirle el breve que le habia dirijido.<br />
Estractaron su plan de una manera fria y con el<br />
mas duro estilo que puede usar un áspero empleado<br />
de secretaria ; quitándole todo aquello que era<br />
dulzura y lisonjera frase , todo el mérito de la con<br />
fianza que tan gran valor debia tener, aunque<br />
íuera con el mas modesto délos hombres, y en<br />
lugar de loselojios pusieron la promesa de dar un<br />
pedazo de pan á los Obispos que no fuesen em<br />
pleados. El breve no fue comprendido en su parte<br />
noble y esencialmente justa y reparadora , sino<br />
como hubiera podido entenderlo una voluntad<br />
quejosa ó descontenta desde el año 1801.<br />
El cardenal de Perigord recibió esta carta sin<br />
gular, la dio á leer a varios obispos, y ¡Respondió<br />
al monarca, ecsaminando punto por punto la car<br />
ta de Mr. de Richelieu. No siendo este documen<br />
to mas que un descarnado esqueleto, sin calor ni<br />
vida, le fue fácil al prelado demostrar la inutili<br />
dad de las medidas propuestas : hizo ademas ob<br />
servar, que á veces acostumbraban los Papas con<br />
sultar á los obispos sobre lo que les pertenece, y<br />
que lo mismo podría suceder en esta ocasión. Ana<br />
dia el prelado que la carrera de su vida se acele<br />
raba penosamente á su fin, queso embotaban y
perdían sus sentidos en medio del dolor, y que al<br />
sonar su última cercana llora, esperaba en la infinita<br />
misericordia del Señor que seria recibido en<br />
el lugar de descanso.<br />
No bien se había recibido esta tristísima carta<br />
cuando llegó otra bien diferente, fechada en Londres<br />
y firmada por Alejandro, Obispo de Blois.<br />
Mr. de Thémines, que murió con sentimientos<br />
bien diversos de los que se manifiestan en esta<br />
larga memoria, defiende en ella con particular<br />
fervor, las pretensiones de la llamada jseíííc église,<br />
y censura las espresiones verdaderamente imprudentes<br />
de los partidarios del statu ano. Habian<br />
dicho que los amigos de su pais no tenían<br />
necesidad, para la utilidad pública y felicidad<br />
del jenero humano, mas que del lazo social de la<br />
•moral común á todas las relij iones. Mr. de Thémines<br />
les responde en estos términos.<br />
- Sin duda que estos amigos de su pais irán perigrinando á<br />
recojer esa moral diseminada en todas las mezquitas, pagodas<br />
y .templos de ídolos y sectas, como el polvo y el humo que<br />
se esparce en la atmósfera. Hablan del respeto que se debe á<br />
los-cultos: estos no necesitan de respeto, sin'o de tolerancia. La<br />
tolerancia es un deber, y aun una gran virtud, unida al amor<br />
de-la especie humana, á-la compasión por sus estravíos y á aquella<br />
caridad que todo lo-abraza, y que desearía infundir en<br />
todos los entendimientos y en todas las almas la divina luz. La<br />
indiferencia es un contajio universal, que con sus esplosiones<br />
y subterráneos minados trastornó el último siglo. En el dia es
un deber estricto, el de advertir á los hombres del mal que<br />
les amenaza, al establecer/e en la iglesia un gobierno de circunstancias,<br />
y la mecánica y bárbara institución de la alza prima<br />
v del cabestante Es peligroso hablar á los pueblos el<br />
idioma revolucionario, y cuando las circunstancias y la necesidad<br />
son válidas y admisibles en el santuario, deben estar en<br />
mavor auje en los concejos y plazas públicas. Es el pueblo un<br />
soberano que se corona de buenas á primeras , sin preparativos<br />
ni ceremonias. Entre motines, incendios y degollinas, gritaban<br />
sin cesar los cancilleres de ese mismo pueblo al princi"<br />
pió de nuestra revolución: "Elpueblo se despierta , el pueblo<br />
f/uicre, el pueblo se venga, se deleita con lo estraordinario<br />
y hace también sus cambios de Estado" La asamblea constituyente,<br />
después de su primera constitución 1<br />
, que según ella<br />
debia ser el modelo del universo después de haberlo hecho todo<br />
nuevo, hasta el pensamiento; creyó poder volver al curso ordinario<br />
y descansar en sus inmortales obras; pero luego hemos<br />
tenido 25 años de cambios de Estado y de estraordinarios.<br />
Nada puede resistir á esas grandes veces: ni la co>a pública,<br />
ni la cosa privada: los intereses particulares se ven<br />
amenazados por ia multitud , ó los mas vecinos : cada uno tiene<br />
unas circunstancias , unos casos particulares , y una necesidad<br />
que regula su moral, y ejecuta su justicia cuando nadie le observa<br />
Ninguna iglesia , señor, >e halla con un salvoconducto<br />
mas favorable que el de la nuestra. Y no bajo ese nombra<br />
subalterno de libertades galicanas, sino bajo el nombre propio<br />
de libertades celestiales y mácsimas divinas. En ur.a palabra<br />
s eñor, nos hallamos en medio de un choque fatal de voces y<br />
pensamientos de herejía , de cisma , de iglesias grandes y pequeñas<br />
do feliz rejeneracion Están en pleno ejercicio los<br />
Pontífices de la razón : y los amigos de la razón irán por<br />
todo el universo á espumar principios difusos de moral He
493 1<br />
resuelto, señor, después de haber llenado mis deberes ordi--<br />
nanos al pie de la cátedra de san Pedro , y respecto á vues<br />
tro trono, volverme hacia aquellos que me encargó y reencar-<br />
gó la providencia, para alijerarme asi de mi deuda pastoral:<br />
pero el comienzo del lustro decimosesto de mi edad, me ad<br />
vierte con fuerza» que pronto sonará la hora. El no dejar yo<br />
vestíjío alguno de vijilante centinela me tieno espantado, y el<br />
ir ademas á presentarme como con las manos vacias, lie con<br />
fiado en que V. M. aprobará este terror, y he deseado que<br />
supiesen que el inútil servidor del Evanjelio, habia querido,<br />
llenar la tarea que se le impuso; y que sí no la acabo, la<br />
principió á lo menos En BU discurso á las cámaras , habla<br />
V. M. de su consagración y de las de Clcvis, Carlo-Magno<br />
y san Luis. El siglo actual esta muy usado, para no presentar<br />
le mas que el espectáculo de una ceremonia, sin preliminares<br />
ni consecuencia. El Dios de Ciovis, Carlo-Magno y san Luis<br />
es el Dios de san Remijio, de todos los apóstoles de las Ga-<br />
liat > y de sus lejítimos sucesores, y asi es que en el bautis<br />
mo de Clovis, dijo el gran santo: "Baja la cabeza, orgulloso<br />
Sicambro, y adora lo que quemaste, y quema lo que adoras<br />
te." Preciso es, pues , que san Remijio pueda decir palabras<br />
mas gloriosas á V. M. "Alza la cabeza, hijo de san Luis, que<br />
estableciste lo que estaba derribado» y derribaste lo que es<br />
taba ensalzado."<br />
Sin esto, señor, no será con vos en vuestra consagración<br />
el Dios de san Remijio, de los apóstoles de las Gaitas, y de<br />
sus lejítimos sucesores, el Dios de Clovis, de Carlo-Magno<br />
y de san Luis.<br />
Soy de V. M. Efe<br />
¿¿ "ALEJANDRO, OBISPO BE BLOIS."<br />
He abreviado el análisis de esta representación
singular por su estilo; pero he conservado algunos<br />
rasgos, porque esponen con cierta arrogancia y<br />
viveza las recriminaciones y quejas de la pequeña<br />
iglesia (petite é(jlisc).<br />
Semejantes cartas se las escribía á Luis XVIII<br />
un obispo que habia desempeñado cerca de su per<br />
sona el cargo de arzobispo metropolitano. No eran<br />
menos aflictivas las cartas de Mr. Perigord; y las<br />
deliberaciones del consejo uo podían tranquilizar<br />
al monarca, atormentado de una parte por el reco<br />
nocimiento , y de otra por el cuadro que se le<br />
presentaba de la disposición de los ánimos en<br />
Francia.
«fi CAPITULO TREINTA Y SIETE.<br />
MUERTE DE LA REIHA DE ESPAÑA MARÍA LUISA.—<br />
DE CARLOS IV.—DE LA REINA ISABEL.—COMUNICA<br />
CIÓN IMPORTANTE DE MR. PORTALIS.-—VlAJE DEL<br />
EMPERADOR FRANCISCO I A ROMA.—-EL ARCHIDU<br />
QUE RoDULFO NOMBRADO CARDENAL."—REGALOS DB<br />
L A CORTE DE VIENA,— CARTAS DE LOS OBISPOS DE<br />
FRANCIA AL PAPA.—RESPUESTA DEL CARDENAL CON<br />
SALVI AL DE PERIGORD.—CARTA DEL FRANCÉS AL<br />
CARDENAL CONSALVI.—CARTA DEL FRANCÉS AL PA<br />
PA.—PERIGORD SE APOSESIONA DE LA SEDE DE PA<br />
RÍS—MEDIDAS TOMADAS CONTRA LA CIUDAD DE So-<br />
NIÑO.—NEGOCIACIONES DE ROMA CON LOS PROTESTAN<br />
TES PE ALEMANIA.<br />
El rey Carlos IV se encontraba en Ñapóles,<br />
al lado de su hermano Fernando, á quien no había<br />
visto desde que Carlos III dejó á Italia para<br />
ir á ceñirse la corona de España. María Luisa que<br />
habia quedado en Roma por ese tiempo', cayó<br />
enferma y murió antes de que el rey hubiese podido<br />
volver para asistirla en sus últimos momentos.
Fue tal el dolor de Carlos IV, que él mismo su<br />
cumbió á los catorce dias después de la muerte de<br />
su esposa. Como si la desgracia no se hubiera ce<br />
bado bastante con esas víctimas déla desventura<br />
da casa real de España , el 14 de enero de 1819,<br />
cuando se iban á celebrar las cesequias de María<br />
Luisa, llegó un correo de Madrid anunciando el<br />
fallecimiento de la reina Isabel de Portugal, mu<br />
jer de Fernando VIL<br />
Los Obispos en Paris sabían y no sabían, que<br />
el Papa hubiese dirijido un breve á Mr. él carde<br />
nal Perigord; pues no se creían suficientemente<br />
instruidos del hecho con la comunicación del go<br />
bierno. Mr. Portalis escribía asi desde Roma.<br />
"He visto al Cardenal Consalvi, quien me ha dicho:" le<br />
atormentan al Papa mil escrúpulos cuando piensa en lo que<br />
hace un año, sucede en Francia en un gran número de dióce<br />
sis. Los poderes eclesiásticos están trastrocados , 6 intervienen<br />
incompetentemente en la administración de las iglesias hom<br />
bres sin misión canónica: mientras que los pastores lejítimos<br />
nombrados por el rey, instituidos y preconizados por el Papa<br />
vacen en la inacción. El que pidió se proveyesen al momento<br />
los Obispados erijidos en virtud de la circunscripción de 1817<br />
no fue el Padre Santo: el rey fue quien se apresuró á nombrar<br />
y en nombre del rey so apresuraron los nombramientos. No<br />
tiene, pues, el Papa que echarse en cara el haberse precipita<br />
do en sus actos: mas puesto que las cosas han llegado á estos<br />
términos, no podria, sin faltar á sus deberes, dejar prolongarse<br />
indefinidamente el escándalo inaudito hasta ahota en la iglesia,
de un grau número de diócesis gobernadas, sede vacante, en presencia<br />
de sus Obispos lejítimos, nombrados é instituidos canónica<br />
ylejítimamente. Su Santidad propone para conciliario todo,<br />
un arreglo que en último resultado no es otra cosa que volver<br />
al concordato de 1801. Pero si aun se desecha este arreglo<br />
provisorio, prolongando por consiguiente las negociaciones, el<br />
soberano Pontífice de moderada y paciente condición, no re •<br />
clamará, como legalmente pudiera, la plena y entera ejecución<br />
de un concordato concluso, ratificado y ejecutado por parte suya<br />
obligatorio á ambas partes, según el derecho de jentes.<br />
Proveerá, pues, Su Santidad á la administración de las diócesis<br />
y mandará á los Obispos lejítimamente instituidos desempeñar<br />
sus funciones.<br />
Si se hubiese podido dudar en algo del gabinete<br />
de Roma, bien pronto desengañarian semejantes<br />
comunicaciones. Hállase aqui la dignidad<br />
del supremo apostolado, la urbanidad del<br />
hombre de Estado , y el consejo saludable de<br />
un'amigo. Y esto me recuerda el haber oido una<br />
vez al Cardenal Consalvi, decir: "Se me ve triste<br />
y alegre, es verdad: he propuesto lo que con venia<br />
al negocio que tratamos: he estendido los pliegues<br />
de mi ropaje (entonces desplegó algunos pliegues<br />
de su púrpura) y he aquí por qué estoy alegre:<br />
pero no hallo lo que os conviene, y he aqui<br />
porque estoy triste. No tengo ni tendré nunca<br />
otra política, sino la que estriba en un interés<br />
recíproco : y en esto se funda el poder de nuestra<br />
corte.
El ministerio romano recibió también en es<br />
te momento otra noticia que ocupándole estraor-<br />
dinariamente, le separó por algún tiempo del<br />
cuidado de los asuntos. El gobierno austríaco<br />
comunicó el 11 de febrero al Cardenal Consalvi el<br />
proyecto que habia formado el emperador de ir á<br />
Roma y á Ñapóles. La archiduquesa Maria Luisa,<br />
esposa de Napoleón, debia ir en compañía de su<br />
padre á Roma solamente. El gran duque Miguel,<br />
hermano del emperador Alejandro , llegó en es<br />
ta ocacion á rendir sus homenajes al Santo Padre,<br />
acompañado del coronel La Harpe que parecía ve<br />
nir encargado de dirijir los pasos del joven prín<br />
cipe, y algunas personas aseguraban que el objeto<br />
de este viaje era solamente el de poner á La Har<br />
pe al corriente de como los italianos acojerian al<br />
emperador de Austria. La acojida que dio el Papa<br />
al gran duque Miguel fue cordial y llena de<br />
ternura. Le encargó los mas lisonjeros cumpli<br />
mientos para su hermano y le preguntó si el em<br />
perador no vendría también á Roma como de<br />
cia algunas veces su ministro, que podia esperarse.<br />
En efecto aquel ilustre monarca solía repetir:<br />
deseos tengo de dejar á Petersburgo, y por al<br />
gún tiempo ir á ser mi ministro á Roma.<br />
La familia Bonaparte, refujiadá bajo el ampa<br />
ro de la Santa Sede, manifestó algún gozo al sa-
er la próesima llegada del emperador Francisco I.<br />
Últimamente habia tenido un pesar que sin em<br />
bargo habia sido inevitable. El Cardenal Fesch<br />
consultado sobre la elección del eclesiástico que<br />
podia enviarse á Santa Elena, designó el abate Fe-<br />
lici; pero en vista de los informes dados de su ca<br />
rácter por el arzobispo de Florencia que le cono<br />
cía mucho , se le retiraron los poderes, y Pió VII<br />
dispuso que al instante se escojiese á otro ecle<br />
siástico. Se presentó un sacerdote nombrado Bo-<br />
navia, casi octojenario que pidió el favor de ser<br />
preferido. Era corso de oríjeu y tenia una plaza<br />
en la casa de los Borgueses: fueron buenas las<br />
informaciones que se tomaron de su conducta y<br />
moralidad, y el Papa lo sustituyó al abate Fe-<br />
lici, mandándole partir á su destino. El ánimo<br />
de este eclesiástico de una salud delicada y de<br />
una edad tan avanzada fue elojiado por cuantos<br />
le vieron emprender tan largo viaje.<br />
El autor volvió á Roma de primer secretario<br />
de embajada en el mes de abril de este año 1819.<br />
Se hacían grandes preparativos para la entra<br />
da de Francisco y gastos de consideración; pero<br />
la corte de Viena quería mas todavía. Hubieron<br />
de insinuar al Cardenal Consalvi que debia ir<br />
á esperar á S. M. á Venecia, y eludió él esta<br />
pretensión con buenas razones: estaba revestí-
do de una especie de dictadura civil en los Estados<br />
de la Santa Sede. Monseñor Riario, maestro<br />
di camera, fue al encuentro del emperador hasta<br />
Viterbo , entre tanto que el marqués Massimo,<br />
director jeneral de las postas pontificias, llegaba<br />
hasta las fronteras para esperarle.<br />
Llegado á Roma este príncipe fue recibido en<br />
Ponte-Mollc bajo una tienda de rica y elegante<br />
forma, donde fue á cumplimentarlo el Cardenal<br />
Consalvi. Alli con las personas de su comitiva su<br />
bió el emperador en los coches del Papa que le<br />
esperaban y entró por la célebre puerta dil Popólo<br />
que tantos acontecimientos habia visto en menos<br />
de veinte años. Apeóse á las puertas del palacio de<br />
Monte-Caballo. Su entrevista con el Papa le<br />
enterneció. Los dos soberanos se manifestaron<br />
una satisfacción completa. El cuerpo diplomá<br />
tico fue presentado á S. M. El príncipe de Cani<br />
no y la princesa Borguese escribieron al príncipe<br />
de Metternich manifestándole sus deseos de verle.<br />
Respondióles el príncipe que no podia establecer<br />
relaciones con la familia de Bonaparte. Declaró el<br />
emperador al mismo tiempo que podrían venir á<br />
su audiencia con los príncipes y princesas de Ro<br />
ma: cada cual estudiaba atentamente el curso de<br />
los acontecimientos.<br />
Una observación política imprevista se hizo en
aquellos momentos Mr. Capo di Istria recorría en<br />
todos sentidos la Italia y hablaba mal de Fran<br />
cia, de un modo que no se esperaba de él en Pa<br />
ris. Al contrario la corte de Austria, que habia<br />
estado antes fria en los intereses de los príncipes<br />
franceses, se manifestaba con disposiciones cor<br />
diales de amistad , tanto mas notables , cuanto el<br />
príncipe de Metternich que tiene mucha gracia y<br />
suavidad en sus maneras, se espresaba en los tér<br />
minos mas afectuosos. Contrastaba esto también<br />
con las declamaciones de Mr. de la Harpe, elo-<br />
jiando á los carbonarios que tan grande influen<br />
cia tenían ya en Italia, y preguntábanse todos<br />
qué significaban estas demostraciones de parte<br />
de un hombre lleno de distinciones por una cor<br />
te tan amiga de Francia como habia sido hasta<br />
entonces la corte de Rusia.<br />
El gobierno romano ponia toda su atención<br />
en ofrecer distracciones á tantos ilustres huéspe<br />
des como se hallaban reunidos en Roma: el empe<br />
rador y la emperatriz , la duquesa de Luca y su<br />
hijo, el antiguo rey de Etruria , el gran duque<br />
Miguel, el príncipe Antonio de Sajonia, la archi<br />
duquesa su esposa, la archiduquesa Carolina, hi<br />
ja del emperador, la duquesa de Chablais, el<br />
archiduque palatino de Hungría, la duquesa de<br />
Wurtemberg, y el príncipe hereditario de Tos-
cana, apenas de edad de 22 años y que mostraba<br />
ya todo lo que mas tarde seria , por su juicio, ins<br />
trucción y sabiduría.<br />
No pudo el Papa oficiar el jueves Santo por<br />
que se encontraba muy débil, pero hizo la cere<br />
monia de la cena , después de haber dado la ben<br />
dición papal desde el alto balcón de San Pedro.<br />
El jueves y viernes Santo , el emperador, la em<br />
peratriz, los príncipes y princesas comieron en el<br />
Vaticano , en los departamentos de la secretaría<br />
de Estado. El emperador no asistió el domingo<br />
por la mañana, dia de Pascua, á las ceremonias<br />
de San Pedro por hallarse indispuesto; pero pol<br />
la noche fue á ver la iluminación y la célebre<br />
girándola del castillo Sant-Angelo.<br />
Estaba señalado el 20 de abril para el dia en<br />
que iba á darse al emperador la mas grande, la<br />
mas magnífica y suntuosa fiesta. En el Capitolio<br />
fueron colocados con orden y gusto por los apo<br />
sentos donde iban á encontrarse las personas rea<br />
les , todos los prodijíos del arte que el museo con<br />
tiene. Se invitó á sus majestades, á los príncipes,<br />
á los Cardenales, al cuerpo diplomático, á los<br />
príncipes estranjeros , á la nobleza romana y á<br />
los forasteros de distinción. Jeneralmwite sorpren<br />
dió á todos el brillo de aquella fiesta. El empera<br />
dor después de haber visto un precioso fuego de
artificio ejecutado en la plaza, fue conducido á la<br />
sala del palacio senatorial, donde oyó una cantata<br />
compuesta en honor de S. M. De la sala del con<br />
cierto pasaron luego las personas reales por un<br />
puente construido eesprofeso en la sala del festín<br />
preparada en medio del palacio de los conservado<br />
res. El emperador invitó con su mesa á los Car<br />
denales y embajadores. Otras mesas para mil per<br />
sonas estaban dispuestas en otras muchas salas;<br />
pero la concurrencia de estranjeros, particular<br />
mente de ingleses, era tan considerable, que im<br />
posible fue poner un cierto orden en la distribu<br />
ción de asientos , y todo el mundo precipitándo<br />
se á grupos en la sala del banquete del empera<br />
dor, ocasionó confusión, tal que no se pudo con<br />
cluir el servicio, sino con las mayores dificulta<br />
des. A la salida de la función manifestaron al* Car<br />
denal Consalvi sus majestades, su contento y<br />
satisfacción por el esmero de la fiesta que en nom<br />
bre del Santo Padre se les habia dado. Notóse que<br />
el ordenador del banquete habia hecho colocaren<br />
medio de la mesa principal la antigua loba de<br />
bronce que se dice haber sido herida de un rayo<br />
el dia de la muerte de Julio César.<br />
Pocos dias después el embajador de Francia<br />
ofreció dar una fiesta al emperador ; pero este le<br />
contestó por medio de su gran chambelán, el con-
de de Wrbna que con mucho gusto asistiría á ella,<br />
si no se hubiese impuesto la ley, mientras viajaba<br />
por Italia, de no ir á ninguna reunión particular.<br />
Durante la estancia de la corte de Viena en<br />
Roma , el emperador ni el príncipe de Mctternich<br />
dieron paso alguno ni con el santo Padre ni con<br />
el Cardenal Consalvi relativamente á los negocios<br />
eclesiásticos y políticos de los Estados austríacos.<br />
Este silencio profundo admiraba al Papa, y dio<br />
lugar ala invitación que hizo á sus majestades de<br />
detenerse algunos dias mas en Roma á su vuel<br />
ta de Ñapóles.<br />
La archiduquesa María Luisa no habia venido<br />
á Roma ; solo habia pedido ver á Temí y sus cas<br />
cadas. Desde allí se embarcó en Liorna para<br />
Ñapóles , donde debia reunirse á su padre, y lue<br />
go volver por mar a Liorna otra vez. Los roma<br />
nos en sus conjeturas encontraron tres razones<br />
para esplicar la ausencia de María Luisa. Decian<br />
los unos que la corte de Roma, con arreglo á sus<br />
antiguos derechos, directamente puestos de ma<br />
nifiesto por el Cardenal Consalvi al congreso de<br />
Viena , no reconocía en ninguna familia el dere<br />
cho de poseer á Parma. Otros hablaban vagamen<br />
te de cuando los Cardenales negros rehusaron asis<br />
tir al matrimonio de la archiduquesa con Napo<br />
león. En fin otros referían una cosa cierta, que al
pasar últimamente la princesa por Bolonia, el<br />
pueblo se habia agrupado al rededor de su coche<br />
gritando" \vica nuesti'aprincesaV'<br />
Como nadase sabia en Roma de; lo que pasaba,<br />
se procuraba indagar el motivo del viaje del em<br />
perador, y sucedía entonces lo mismo que cuando<br />
la ausencia de María Luisa ; habia diversísimas<br />
opiniones , y las mas eran absurdas. Lo mas pro<br />
bable me parece ser que estando á la sazón en paz<br />
toda Europa, y reuniendo el emperador á otras<br />
muchas prendas, un espíritu singular de obser<br />
vación , no era estraño se alegrase de volver á<br />
Florencia en donde había nacido: desde allí es<br />
muy natural ir á Roma, y desde esta á Pompeya.<br />
Las princesas no podían menos de apoyar y aplau<br />
dir un plan semejante; el emperador decía que no<br />
habia visto San Pedro de Roma; aun el ministro<br />
misino se debia alegrar de hacer un viaje que nun<br />
ca habia hecho. A todo esto se anadia la idea de<br />
encontrar en el camino nuevas ventajas, , descubrimientos<br />
útiles y amigos ignorados; contri<br />
buían , en fin , una porción de aduladores y des<br />
contentos que rodean siempre á un gran soberano.<br />
En Ñapóles permaneció el emperador de Aus<br />
tria mas tiempo del que él mismo habia pensado.<br />
Sin embargo volvió á Roma para el Consistorio<br />
de 4 de junio, en el cual el Papa nombró cardenal<br />
G4
al archiduque Rodolfo, Arzobispo de Olinutz y<br />
hermano de S. M., de quien en otra ocasión he<br />
mos hablado ya. El Papa recuerda en su alocu<br />
ción que Gregorio XIII en 1577 confirió la mis<br />
ma dignidad al archiduque Andrés, hijo del em<br />
perador Macsimiliano II, y hermano del empera<br />
dor Rodolfo II. Citó la divisa de los Cardenales.<br />
"Iguales á los reges, superiores á los principes, " y<br />
añadió : " La Santa Sede confiere honores iguales<br />
á aquellos cuyos derechos son iguales. La presen<br />
cia de nuestro hijo Francisco, emperador de Aus<br />
tria nos llena de júbilo , y á él le será lisonjero y<br />
agradable este nuevo testimonio de benevolencia<br />
hacia su'persona y augusta casa, que damos<br />
con sincera alegría en su presencia , ante voso<br />
tros , hermanos venerables , que aplaudiréis á<br />
nuestras palabras. El emperador dejó á Roma el<br />
11 de junio. Su hija la archiduquesa Carolina se<br />
puso enferma en Porosa, y el Cardenal Consal<br />
vi que antes no habia creído de su deber salir has<br />
ta Venccia , pensó que seria delicado el ir á Poro<br />
sa para cuidar de que se tuviesen todos los esme<br />
ros posibles con la salud de la princesa. Mas im<br />
presión hizo en el emperador esta prueba de afec<br />
to que hubiera hecho la ida del Cardenal á reci<br />
birle: Francisco era mas bien un tierno padre que<br />
un soberano ecsijente.
Después que pasaron los clias de etiqueta se<br />
preguntaban en Roma unos a otros si el empera<br />
dor habia dejado muchos presentes; cada uno de<br />
los agraciados enseñaba lo que habia merecido<br />
de la jenerosidad del príncipe ; que habia dado la<br />
gran cruz de san Esteban de Hungría al Cardenal<br />
Mattei, decano del sacro colejio, y presentado<br />
por Austria en 1800. La misma insignia obtuvo<br />
el príncipe Altieri, senador de Roma. El príncipe<br />
de Mettcrnich fue el que le presentó á Su Emi<br />
nencia , la decoración diciéndole que el empera<br />
dor al concederla al decano de los Cardenales que<br />
ría dar una prueba de benevolencia á todo el sacro<br />
colejio: por eso un Cardenal conocido por su agu<br />
deza dijo : " mejor haria el emperador en contes<br />
tar á las cartas que le escribimos en las fies<br />
tas de Navidad, pues que solo él ha dejado de ha<br />
cerlo en la Europa católica, que no en enviar una<br />
placa á un Cardenal que no puede llevarla. " Los<br />
príncipes de Pioinbino , Chigi y Barberini, reci<br />
bieron la de Leopoldo , el marqués Massimo ob<br />
tuvo la corona de hierro (orden fundada por<br />
Napoleón , y cuyo gran maestrazgo se habia re<br />
servado ) los duques Cesarini, el príncipe de Cer-<br />
vetri y el caballero Odescalchi recibieron la cruz<br />
de comendador de San Leopoldo , el gobernador<br />
de Roma una caja con el retrato del emperador
guarnecida dé diamantes: no fue el menos consi<br />
derado el Cardenal Consalvi, pero como era tan<br />
modesto y desinteresado, con dificultad se sabia po<br />
sitivamente los regalos qne le enviaban las cortes<br />
con motivo de los diferentes tratados, y casi siem<br />
pre rehusaba aun aquellos presentes de costumbre.<br />
Otros mil se distribuyeron en el palacio del Mon-<br />
te-Cavallo; se ofreció también una cruz al conde<br />
Gregorio Chiaramonti , hermano del Papa , que<br />
vivia en Bolonia, pero Pió Vil le mandó no la ad<br />
mitiese ( 1 ).<br />
(1) Tiene el Austria reputación de poco jencrosa, á la verdad sin ra<br />
zón , pues en la ocasión presente lo ha sido sobre manera i he aquí lo que<br />
escribía el Cardenal de Kernis á Mr. de Vergennes el G de diciembre de<br />
1780. '"Los presentes de la emperatriz á todos los que directa ó indirec<br />
tamente nan intervenido en la espedicion de las dispensas y bu'as que ha<br />
necesitado el archiduque Macsimiliano para las coadjutorías de Colonia y<br />
Munster , no han cesado desde la llegada del Cardenal Ilerzan (que tan<br />
to figuró en el cónclave de 1800). Desde el Papa hasta el último oficial de<br />
Cnancillería han recibido todos du la mano bienhechora de María Teresa<br />
diamantes , joyas, porcelana , vino de Tokay y una gran cantidad de ze-<br />
quies; y nos inclinamos á que esta jencrosidad tiene menos por objeto el<br />
premiar los servicios hechos, que aquellos que están por hacer, y hace<br />
mas de un mes que se ostentan estas riquezas en Roma. Viena que ha te<br />
nido siempre miras sobre Italia procura derramar en todos los grandes<br />
pueblos italianos diversas condecoraciones y títulos á los hombres , á las<br />
mujeres cruces estrelladas , á las i-asas de alta categoría el toisón de »ro<br />
para interesar de este modo á la nobleza , y aumentar la veneración que<br />
«s aun mayor en Roma que en las domas ciudades de Italia. Este medio<br />
de ganar los corazones es mas eficaz en este pais que en otro cualquiera;<br />
porque los italianos ambicionan los títulos y condecoraciones ; bien sabe<br />
ia emperatriz que los regalos considerables que hace son de mas utili<br />
dad que la plata que emplea en ellos , porque sino ya probablemente tro*
Después del restablecimiento de la archidu<br />
quesa, pasó el emperador á Florencia; donde un<br />
dia , visitando con su hermano la capilla donde<br />
están colocados los sepulcros de los Mediéis, le<br />
dijo : "vergüenza seria para nosotros que los ad<br />
mirables trabajos de esta capilla no se concluye<br />
ran." El gran duque y la nación toscana com<br />
prendieron bien estas nobles palabras , y hoy dia<br />
ya está terminada aquella obra , bajo la protec<br />
ción de un jénio tan magnífico como el que la ha -<br />
bia comenzado.<br />
Empero los negocios de Francia permanecían<br />
estancados, y en Roma se veia con sentimiento se<br />
mejante paralización. El ministro de Paris, que ha<br />
bia comunicado la sustancia del breve al Carde<br />
nal PerigordjCorísentiaen que los Obispos hiciesen<br />
una jestion espontánea en la corte de Roma, y se<br />
va á ver cuanto mejor hubiera sido no olvidar las<br />
palabras del conde de Ilautcrívc. Los Obispos de<br />
clararon que no tenían ellos dificultad en escribir<br />
hiera puesto coto á esa prodigalidad. Ignoro si España se ocupa Interior»<br />
mente de lo que puede suceder en los establecimientos de los infantes,<br />
en las Dos Sicilias, en Toscana y Lombardia: quizá algún dia se arre<br />
pienta de no haberse ocupado lo bastante. I.o, venecianos están en el<br />
mismo caso , en una palabra deben considerarlo atentamente los gabine<br />
tes de Europa y principalmente los soberanos de la casa de Francia<br />
Nada hay que añadir á los sentimientos &c.<br />
"El Cardenal de BlXKll."
al Papa, y le remitieron una carta en 31 de mayo.<br />
Se quejaban desde luego de no saber nada después<br />
que se habia publicado un concordato, establecido<br />
una nueva demarcación y nombrado nuevos Obis<br />
pos ; de que no se les habia remitido un breve y<br />
estaban en la ignorancia de lo que Su Santidad<br />
quería, habia negado 6 consentido. En estos pri<br />
meros puntos de la carta manifestaban un santo<br />
enojo; pero continuaban luego con mas calma.<br />
"Tenemos necesidad nosotros , asi como lo decia san Cri-<br />
sóstomo, hablando de los apóstoles, de un socorro superior es-<br />
traordinario, que nos ayude á guardar un justo equilibrio y<br />
medida, á fin de no parecer que invertimos las leyes del rei<br />
no cuando teníamos la defensa de la doctrina'y disciplina ecle<br />
siástica, y de que no nos acusen de corromper la pureza de la<br />
fe, y enervar la disciplina por esforzarnos en manifestar que<br />
no queremos violadas las leyes del Estado."<br />
Jamás los Obispos de las Galias usaron de un<br />
lenguaje mas noble , jeneroso , patético, francés<br />
y piadoso:<br />
"Santísimo Padre, rogamos á vuestra Beatitud que nos<br />
ayude con sus consejos , que nos ilumine con sus luces , y nos<br />
fortalezca con su autoridad : os lo rogamos, no solamente como<br />
al príncipe de la iglesia, en quien hacemos profesión de reco<br />
nocer y respetar la primacía de honor y jurisdicción , fundada<br />
por Jesucristo, sino también ( ¡nos lo permite decirlo la venera<br />
ción que nes inspiran vuestras virtudes !) como al arbitro, con<br />
ciliador y mediador que escojemos como hijos de una misma fa<br />
milia, en quien eon la mayor sinceridad confiamos, y cuyo pa-
ecer, cuya decisión, cuyo mandato serán nuestra fuerza,<br />
seguridad y consuelo."<br />
Por frases asi tan hermosas, de una doctrina<br />
tan pura y de tan armoniosa elección de palabras,<br />
se termina esta carta, que fue remitida á Mr. de<br />
Blacas por el marqués Disollcs , sucesor del duque<br />
de Richclieu. Este nuevo ministro concluye<br />
asi el oficio con que remite la carta al embajador.<br />
"En las actuales circunstancias, señor embajador, «i se<br />
quiere poner remedio á la indiferencia, valiéndose de la autoridad,<br />
se provoca la resistencia: prudente es, pu«s, abstenerse de<br />
todo acto que llame la atención y produzca consecuencias desagradables.<br />
Debe procurarse mantener la sumisión , menos parla<br />
acción de las voluntades humanas que por la influencia de<br />
las santas verdades que la relijion nos enseña, y por la acción<br />
secreta mas poderosa de su divina y dulce persuasión. No está<br />
la Francia, señor conde, en un estado de resistencia;'pero<br />
tampoco se encuentra en el perfecto de la sumisión ; hay términos<br />
en las reglas que se han de prescribir y en los sacrificios<br />
que han de imponerse donde se debe no chocar por la seguridad<br />
y pas do la Iglesia y del Estado. Una linea falta echar y<br />
marcarla entre esos escollos. Vuestra penetración y la sabiduría<br />
de monseñor el Cardenal Consalvi sabrán indicársela al Papa,<br />
y Su Santidad, con la superioridad inmensa de sus luces,<br />
juzgará de cuan imposibls ha de ser separarse de ella No<br />
pienso que Su Santidad pueda creer desatendida su dignidad por<br />
la retención del breve dirijido al Cardenal Perigord ni por la<br />
manera de declaración espontánea que al fin creemos conveniente<br />
adoptar."<br />
El consejo eclesiástico de Roma decidi5 que<br />
el Cardenal Consalvi escribiese al de Perigord,
elativamente a la carta de los Obispos. La con<br />
testación de Consalvi, después de algunos preli<br />
minares que anuncian haber sido leida atenta<br />
mente por Su Santidad la carta de los prelados<br />
franceses, vuelve á tomarse el tono del breve re<br />
mitido al Cardenal de Perigord, con las mismas<br />
proposiciones y elojios para su Eminencia y los<br />
mismos testimonios de deferencia con la varia<br />
ción hacia el fin, de que se aparenta estar en la<br />
creencia de que los Obispos aceptaran las disposi<br />
ciones enunciadas por el Santo Padre.<br />
Al trasmitir esta carta Mr. de Blacas, y Mr.<br />
de Portalis declararon , epie no la recibian sino<br />
con la condición de que le quedaría libre la vo<br />
luntad al rey para detenerla ó remitirla, y pro<br />
pusieron en el caso prinnro , entregar al Carde<br />
nal Consalvi una nota oficial, firmada por ellos,<br />
en virtud de la cual el rey se obligaría á abreviar<br />
la duración de las medidas provisorias tomadas<br />
en los asuntos de la iglesia , y también á aumen<br />
tar el número de los Obispados, siempre que los<br />
recursos del Estado lo fueran permitiendo. El mi<br />
nistro en Paris aprobó este paso, y mandó un<br />
proyecto de nota concluido, que con algunas va<br />
riaciones hechas por los plenipotenciarios , á ins<br />
tancias del Cardenal Consalvi, le.fue dado á esta<br />
Eminencia.
5láS<br />
El Papa on seguida contestó á los Obispos que<br />
habia recibido su carta , firmada por cuarenta de<br />
ellos, dándoles gracias por sus sentimientos de res<br />
peto, anunciándoles una alocución en ¿pie diría que<br />
no ora posible establecer noventa y dos sedes, y de<br />
clarándoles que poseía una nota qué le daba se<br />
guridades para el porvenir. Los prelados signata<br />
rios de la carta de 30 de mayo se adhirieron todos<br />
á ^&tfe|p$p
ciacion.o,u&.teí>j**otabladaeo» ;la1^$ritá. Sede me -apresuro á<br />
man^estarmi agradecimiento al-Padre Santo, á quien '.os suplico<br />
lnagaís presçnte.'mi veneración filial, y no dudáis un momento<br />
que la iglesia de Francia, mi pueblo y yo mismo reconocenWíjlrf<br />
¡éétísWijéá^'su'oiá'afia y acierro de vuestra conducta<br />
en el ¡desempeño de este negocio. Os 1<br />
doy, pues , - las < gracia?,<br />
y os las doy no solo por mi afecto y amistad, sino también por?<br />
que se interesa en ello mi amor propio al ver hoy cumplido en<br />
el cardenal secretario de Estado el juicio que hace Veinticuatro<br />
añ
! hiaj patema^-foHcitúd déJVueetrai Santidad', ' a<br />
viüoW-prolon-<br />
.gadaíde bvlg^sia; de Francia ha .cesado i luego ;<br />
del todo,*en los límites de aqueja sobriedad recomendada<br />
jj.01- el apóstol : habéis sabido juzgar , lo que.,lascarqqstanciaí<br />
sufrían y aquello que rechazaban? os habéis,djgnado<br />
en fin colocar vuestra confianza en un hijo respetuoso, sumiso,<br />
qué asi como los fióles ministros de quienes hizo elección para<br />
compartir el anidado de «uá penosas fancionés, ho 1áene u<br />
otro<br />
,-«de*eo , ni otra mira , que el bieit:de la santa relijion -nuestra.<br />
Hablado habléis y la tempestad«e. fialmpY aowlcia todo que el<br />
estado provisorio, que era ya.un bien , muy pronto aení* Reemplazado<br />
por un estado defiuitívo nías ventajoso :,gozad de yuestra<br />
obra ;<br />
, ; Santísimo Padre, l<br />
y"dígnaos recibir con'bohdaa'tas'sega<br />
rid ' • li veneración á vuestra persona ,Jy J<br />
•deVócidn'-liá-<br />
. ,cja, la $aata ;SadjB, coa q(¥> (soy vuestro devotísimo hijo.<br />
• !> . oficííio'; vhi'&'íVllr, í{'ni*tAi¿3 KÓesBmatít •<br />
ota^indoobnci'ouü .««"liál jsdcviaíflGí) j;a£o¿oT<br />
El 8 de octubre tomo posesión çonj.gr^n^jppHipa<br />
del arzobispado,^ Ç a<br />
^.fjl.çai\denak Perigord.<br />
¿1 marques Dessoles manifiesta muy .norin,e,npr<br />
"Después de.hueros espuesto» .señpr«onde.^hx, «satisfacción<br />
del rey, no sé. si. me es lícito hablaros de la que ^personal,<br />
mente he tenido, y aseguraros, pues no puéa^óm'eriosíé facerlo,<br />
que habéis Jietího uno de W s¡¿rvrtft>s nVas'irop'cn'tanVetf la<br />
¿«eh^ooyiál testado."<br />
i í í í í !<br />
P «
oft¿ 6<br />
No liemos podido menos de suspender para<br />
dar cuenta de las negociaciones francesas , la re<br />
lación de las que la Santa Sede arreglaba al mis<br />
mo tiempo con los otros Estados. Mr. de Gen-<br />
notte, encargado de ncgocios/le Austria en ausen<br />
cia del embajador príncipe de- Kaiinitz, pedia se<br />
tomasen prontas disposicione- para terminar de<br />
una vez la discusión sobre la navegación del. Pó<br />
Otro oficio del mismo ajente/leclarabaá Su San<br />
tidad, (pie eran falsos los rumores alarmantes (\w<br />
corrían sobre las disposiciones del Austria con<br />
respecto ú los estados'de la Santa Sede; que íos<br />
sentimientos del emperador eran los mismos que<br />
habia man i testado personalmente al Papa; que la<br />
malignidad
año de 1818 á 5.855,057 escudos, y los gastos á<br />
5.299,800 escudos 67 bayocos. El cscedente del<br />
presupuesto habia sido de 555,255 eáciídóá y 33<br />
bayocos. No se contaban en los gastos los intere<br />
ses de la deuda pública ni las pensiones del Mon<br />
te de Milán.<br />
El Cardenal Consalvi hizo una tentativa para<br />
destruir á los salteadores del pueblo de Sonninó,<br />
declarando por un edicto que todos los habitantes<br />
del pueblo serian deportados: medida poco reflcc-<br />
sionada y muy cruel, que se empezó á ejecutar v<br />
hubo que suspender por los rumores que corrían<br />
del cambio de gobierno en Italia. Sin embargo á<br />
principios de setiembre se echaron al suelo las<br />
casas del lugar y á los vecinos deportados se les<br />
distribuyó algún ganado en los sitios que por<br />
nueva patria se les designó.<br />
Carlos Emmanuel IV que habia abdicado él<br />
trono de Cerdeña y vivía en Roma murió en esta<br />
ciudad , dejando en su testamento la cláusula de<br />
que quería ser enterrado more paupentm. El Papa<br />
no quiso consentir en ello, y admiró mucho mas<br />
esta recomendación del rey, álos Romanos cuan<br />
do veían prepararse un suntuoso funeral por el<br />
alma de la reina de España, Isabel. Jamás llegó<br />
la pompa española á mayor grandiosidad. Cantó<br />
la misa monseñor Bertazzoli. El caballero de
ijçpmpitieron con lobinas,binantes 0y> $n3gpprt§cí>s<br />
. de los reyes e&^lipos;,<br />
_ .,,.^ueviaja todas las uaten^^prov^clj^i^t^<br />
los^le&tps .cáU'^^aajos-ji^^t^^idjl Çaçflon^l<br />
Consalvi pava terminar los asuntos, viéndose con<br />
admiración cómo s.qpo;üjeyar>áícaj^ : itefcjíte;f ran<br />
cia. Los príncipes -protestantes de Alpmani^ Af-<br />
searon también ver .ci itv- lvn>ÍnOrde^^s ín,e^O6ÍB0Íp-<br />
nes,. para .la organización de las iglesias publicas<br />
sometidas á su autoridad. Djegon ^ r4ftS,/eHKwA?fi,<br />
^uno protestante y al otro católico,, una,«otaintitulada<br />
: "xleclq^apipn,dç,ltj-i príncipes\y..liúdos<br />
jjrotestxiiitcs reunidos á la at/ifcderacionjcrniániga"<br />
Y el Papa respondió porcuna esppsjif\o.n l de sus<br />
sentimientos^ çs$a ^clfl ffiçjjpn. iTtJT>j n ¿, vll(<br />
Su Santidad después dc[haber.estatójec¿40r}ps<br />
derechos de.su supremacía directa , da elogios al<br />
celo de los príncipes protestantes que se proponen<br />
eptrar en negociaciones con la $janj^-$edg ,;para<br />
bien de jos .catódicos vasallos de (ístps jsoJ^eja^-<br />
TCFNLINÉIT'a'iii^mismo tiempo ^dmprélíá^naBíba 1<br />
'<br />
erf^ti 8e)!tt t<br />
trtíií¿¿fói 1;<br />
Erf'éí primer artíctUóTdf'iiríncipfcé!<br />
^iéft^UCF^'tfgá: "La^ll&ia romana] '•'<br />
CAT^lídaiyü^óáóliea.'' So responde que es mene#-''<br />
tctWvlgn como se acostumbra. "Lá^L'ésiá-'A^-'<br />
tóHea'rómáTia."<br />
^feiie^mas abajo hay una distinción f Mflflfi"<br />
cion de los artículos de fé fundamentales ;'¿<br />
dales ¡i accidentales , CUYOS argumentos contrarían<br />
las «l^rinas ¡de* ta leji*^ií^ si ''> [<br />
\ 'H. 1<br />
05<br />
r Etfjd articuló 1<br />
segundo* dé'.LA declaración , lós^<br />
príncipe¿v^ui'ewn^qbei' 1-a- RELIJION católica &T*§feP<<br />
estado» ise lldmee >ms¿tt»?»^ católica/1 El --PNPA' no<br />
PUEDE nicdníMsor'es* jmróva! denomíóacíonü Eñ r<br />
d •<br />
ARTÍEUIO¡ quinto* concerniente á r<br />
lá elecUie* ^5wstl-<br />
tucionccanónicas de los obispos, sé dice des^liie^~<br />
go-jque-iseiquiece-conservar la antigua disciplina<br />
de^'qgie^fft ,,<br />
JERLLTFNNICA y SE PROPONEN CON nftá ;<br />
seTícfUéz' a}>arente, VARIACIONES muy notables.<br />
Réspfjnde éí Papa que TODAS ESTAS variaciones es-<br />
tan^eu^oppsiçion evidente CON-,la.cantigua^DISCI<br />
PLINA qne se pretende cóoservlarv y*yn#du'la8 »PH* '<br />
RIAOIONES'r indicadas ^ ADMITE- e\i(isorWtmm cofflo<br />
!<br />
COFNFMÍITFTO? c
lo que habia propuesto al gobierno inglés para<br />
los Obispos de Irlanda. "El capítulo antes de<br />
„ proceder á la elección canónica, pasará al go-<br />
„ bienio local la nota de los candidatos. El go<br />
bierno escluirá á los vasallos que no lesean<br />
„ agradables, con tal de que quede en la lista un<br />
,, número suficiente para la libre elección del<br />
,, Obispo."<br />
La Santa Sede pide, que el Arzobispado que<br />
se erija para la nueva provincia católica se com<br />
ponga de cinco obispados de estados diferentes, y<br />
se establezca en Mayenee, en el centro de las cin<br />
co diócesis; cuyo de?eo se apoya en el apostolado<br />
de San Bonifacio y sobre la reputación de la mis<br />
ma antigua metrópoli por el espacio de diez si<br />
glos. La esposicion concluye en estos términos:<br />
"Tales son las decisiones del Santo Padre , y piensa que<br />
los príncipes y estados en sus sentimientos de equidad y moderación<br />
, no querrán cesijír de la cabeza de la iglesia, que renuncie<br />
á sus principio» , y se haga culpable ante Dios, llegan-^,<br />
do á dar un motivo de escándalo si falta á los deberes de su<br />
ministerio apostólico, y sanciona disposiciones que ve son contrarias<br />
ó perjudiciales á la Iglesia."<br />
Los plenipotenciarios pidieron entonces que se procediese<br />
á la demarcación de las diócesis dejando después á cada Estadotratar<br />
acerca de las que en todo ó en parte se hallasen en el territorio<br />
de su soberanía.<br />
.Apenas adelantaba algo el Papa en los negó-
cios con los demás príncipes de Europa, tenia que<br />
atender de nuevo á los de Francia, que habiendo<br />
pedido un nuncio, escojió entre tres que se le<br />
propusieron á monseñor Macchi , nacido en Bolséna,<br />
de una familia noble, y que habiéndolo sido<br />
anteriormente en Portugal, vivia á la sazón en<br />
Suiza , muy acreditado y estimado del Padre<br />
Santo.<br />
Mejoróse de repente el Papa, y volvió á su<br />
buen humor : alegrábase del feliz écsito del tratado<br />
con el rey , y decia á Mr. de Blacas , anunciándole<br />
la llegada de monseñor Macchi á Paris:<br />
*' nos regocijamos de que los negocios eclesiásticos<br />
se consoliden en esa; escribid que esperamos<br />
los mejores resultados de los sentimientos de piedad<br />
y benevolencia de S. M." La preocupación<br />
del Padre Santo en este asunto era tal, que en<br />
una audiencia que tuvo con Mr. Caning , ministro<br />
inglés, encargado entonces del departamento<br />
de la India, y que habia ido á Roma por Ñapóles<br />
, después de haberle manifestado sus sentimientos<br />
acerca del gobierno británico, le dijo<br />
que no podia reprimir su alegría al ver los grandes<br />
socorros que habia recibido en esta ocasión de<br />
la Providencia. Al salir dijo Mr. Caning á una<br />
ilustre inglesa que estaba entonces en Roma:<br />
"treinta años hace que no se habla en el conti-<br />
66
líente sino de los franceses, y aun en el dia sucede<br />
lo propio."<br />
Pidió el gobierno, al presentarle al Cardenal<br />
Perigord como coadjutor de Paris, á Mr. de Quelen<br />
Obispo de Samosate desde el 1. ° de octubre<br />
de 1817. La gran reputación de Mr., de Perigord,<br />
y los méritos, la piedad, cualidades eminentes y<br />
luces de Mr. de Samosate no podían menos de facilitar<br />
la negociación y hacerla honrosa. Fue,pues,<br />
nombrado Mr. de Quelen el 17 de diciembre de<br />
1819 Arzobispo de Trajanople y coadjutor del arzobispado<br />
de Paris con esperanza de futura sucesión:<br />
este prelado celebró los oficios en las primeras<br />
vísperas de S. Dionisio cuando la instalación<br />
de Mr. de Perigord, delante de un gran número<br />
de obispos así consagrados como electos, y en presencia<br />
de todos los ministros del rey y do los personajes<br />
mas distinguidos de la corte y de la ciudad.<br />
El barón Pasquier, sucesor de Mr. Dessoles<br />
escribió á Mr. de Blacas en estos términos:<br />
Si Ñun EMBAJADOR.<br />
Con satisfacción lia sábulo S. M. cuanto habéis hecho para<br />
que se declarase en el próesimo consistorio coadjutor do Paris<br />
al Obispo de Samosate : la elección del nuncio que debe venir<br />
á Francia os también una prueba de la deferencia de la<br />
Santa Sede á los deseos que estabais encargado de manifestarle.<br />
Os repito mi agradecimiento por la conducta que habéis seguido<br />
en todas las negociaciones que se os han confiado y por la
„ , 5S#<br />
sóucjtb^eliTélí^<br />
vicio no menos importante á la relijion y al Estado que á la<br />
moral j al orden público.<br />
Felicitó también al conde Portalis , cuya injenuidad<br />
y dulzura allanaron mas de una vez<br />
grandes dificultades, y que con la unión y amistad<br />
que tenia con Mr. de Blacas daba por otra parte<br />
U&a gran fuerza'Más ;<br />
re^j^a^tftciones^^Rftíncía;
CAPITULO TREINTA Y OCHO.<br />
MONSEÑOR MACCIII, NUNCIO EN PARÍS.—CARTA AMISTO<br />
SA DEL REY DE INGLATERRA AL PAPA. RESPUESTA<br />
DEL PAPA.—REVOLUCIÓN EN NAPOI.ES.—REHUSAN RE<br />
CONOCERLA LOS EMBAJADORES DEL NORTE. BARCOS<br />
FRANCESES IlEUNIDOS EN Ci VITA VECCIIIA. VA EL<br />
PRÍNCIPE DE IIARDENBERG A ROMA HECHO NOTA<br />
BLE DEL COMANDANTE FRANCÉS OBRIOT. OCUPAN<br />
LOS AUSTRÍACOS A ÑAPÓLES Y AL PIAMONTE. ITES-<br />
TITUYENSE BENEVENTO Y PONTECORVO AL PADRE<br />
SANTO.—EL BAYLE BUSCA LUGARTENIENTE DEL MAES<br />
TRAZGO DE MALTA.— SISTEMA DE ADMINISTRACIÓN<br />
EN BENEVENTO DURANTE LA OCUPACIÓN FRANCESA.—<br />
BULA CONTRA LOS CARBONARI.—HACE DIMISIÓN EL<br />
DUQUE DE BLACAS.—LE SUCEDE EL DE LAYAL-MONT-<br />
MORENCY. — SE ORGANIZAN EN FRANCIA OCHENTA DIO"<br />
CESIS.—MUERTE DE CANOVA VA EL REY DE PRU<br />
SIA A ROMA. — CARTA DE LUIS XVIII AL PAPA EN<br />
ACCIÓN DE GRACIAS.<br />
Dispuso Luis XVIII recibir en audiencia á<br />
monseñor Macchi el 6 de enero de 1820. Fueron<br />
notables estas palabras del discurso del nuncio..
' "El rey cristianísimo, señor, no podrá menos de oír con benevolencia<br />
al representante del príncipe de la iglesia, que viene<br />
para aseguraros del afecto tierno del padre común de los<br />
fieles, y á mostraros el deseo que le anima de estrechar mas y<br />
mas los lazos que unen á la Santa Sede con Francia, para<br />
felicidad de V. M., de su augusta familia y de esta gran nación.<br />
Su Santidad, reconocido á tantos testimonios de piedad<br />
filial como recibió de ella y conserva en su corazón, desea que<br />
su prosperidad esté unida á la fé de Clovis y al trono de san<br />
'Unís."<br />
Causó un sentimiento de consternación grande<br />
en el ánimo del Papa la noticia de la muerte<br />
deplorable del duque de Berry, y se esplicó en<br />
términos que daban á conocer la profundidad de<br />
su dolor. Se notó también que permanecía mucho<br />
mas tiempo que antes en sus oraciones , y<br />
que despedía mas temprano á las personas que<br />
permitía á su lado á prima noche : circunstancia<br />
que no dejaron de observarlosestranjéros que<br />
pasaban el invierno en Roma.<br />
En mayo de este año tuvo Su Santidad la particular<br />
satisfacción de recibir nuevas cartas credenciales<br />
del ministro de Hannovcr, que estaba<br />
acreditado también antes, en nombre del rey<br />
Jorje III y le volvía á investir Jorje IV. Al final<br />
de estas se encontraban espresiones inusitadas<br />
en el [protocolo inglés, pues terminaba
se á las piadosas y fervientes oraciones de Su<br />
Santidad. Cuando se trató de darle respuesta,<br />
dijo el Papa: "A ver, probemos á responderle po<br />
co mas ó menos en los términos con que se respon<br />
de á los príncipes católicos."<br />
Si Pió VII recibía homenajes inauditos , que<br />
nunca iguales los recibió otro Papa desde el prin<br />
cipio del siglo xvi ; los despachos de España no<br />
eran tan satisfactorios ni le daban semejante con<br />
suelo. El ministerio revolucionario erijido á con<br />
tinuación de las turbulencias que en este pais hu<br />
bo , ecsijia un juramento del caballero Vargas,<br />
que rehusó este dar , enviando su dimisión. En<br />
Ñapóles se verificó también otra revolución, de la<br />
cual solo referiremos aquello que se mezcle con<br />
los asuntos de Roma.<br />
Mr. de Blacas enfermo de calenturas se halla<br />
ba en Toscana cuando el autor recibió en 13 de<br />
julio un aviso del Cardenal Consalvi en que le<br />
decia:<br />
"Benevento ha sido quitado á la Santa Sede. Al delegado<br />
se le espera mañana en Roma. Asi Benevento y Ponte Corvo<br />
son los primeros objetos estranjeros con que chocan los acontecimientos<br />
de Ñapóles. Podéis decírselo á vuestro embajador<br />
de 1 ;<br />
rancia, Mr. de Narbonne, que lo sabrá ya , á lo menos en<br />
cnanto á Benevento que tan cerca está de la capital, pues yo<br />
no doy ningún paso todavía esperando el momento en que<br />
conozca bien los pormenores que hasta ahora ignoro.
jEl 18 salió Mr. Lamartine de Ñapóles y rae<br />
trajo los .despachos de Mr. de Narbonne. Me<br />
anunciaba en ellos que se habia prestado juramento<br />
á una constitución por el rey, los príncipes,<br />
las personas que tenían alguna representación y<br />
las tropas. S. A. R. el duque de Calabria no<br />
bia esperado á recibir las quejas indirectas del<br />
gobierno pontificio, que yo habia remitido á Ñapóles,<br />
para desaprobar lo que habia sucedido con<br />
Benevento y Ponte Goryo, y prohibir á los vasallos<br />
de este reino que saliesen de sus límites, y se<br />
mezclasen en los acontecimientos de los estados<br />
Esta seguridad de un mejor orden ¡je co§as<br />
respecto á la autoridad del gobierno pontificio,<br />
era un consuelo para el Santo Padre, que algunos<br />
despachos de Alemania vinieron á dulcificar mas.<br />
Escribían desde allí los enviados que estaban<br />
para a. obtener del rey de Wurtemberg y de<br />
los estados de B.ade y de Parmstad$. ¡lo que el<br />
Papa pedia en su esgosicion.<br />
Un parlamento se habia reunido en Náppiee<br />
para el 1.° de octubre, pero los embajadores del<br />
norte de Europa se habían pronunciadQ>eon calor<br />
y admirable unanimidad en contra de la revolución.<br />
Lo acaecido en, Ñapóles interesaba demasiado<br />
á. nuestro gobierno"; y el ministro ingles dijo á
nuestro embajador que iba á despachar un correo<br />
á Londres, y que enviaría de buena gana los des<br />
pachos de la embajada del rey para el ministerio<br />
en Francia. Pero habiéndose olvidado por descuido<br />
el embajador de la Gran Bretaña en Paris de reti<br />
rar de los paquetes las cartas para esta población,<br />
que estaban ya separadas, las envió á Londres, y<br />
por consiguiente nada supo el gabinete del rey has<br />
ta que llegó á Paris poco tiempo después del bri<br />
tánico un correo que se despachó por otro lado, y<br />
que le informó de todo lo ocurrido antes que los<br />
despachos viniesen de Londres con aquellas ecscu-<br />
sas que se acostumbran cuando suceden semejan<br />
tes equivocaciones.<br />
Algún tiempo después se supo en Roma el<br />
nacimiento del duque de Burdeos: " ese es un<br />
prodijio del cielo, dijo el Cardenal Consalvi, si<br />
se consideran las circunstancias; " y Pió VII es<br />
clamó : " Dios habia descargado sus golpes sobre<br />
los Borbones ; hoy dia los bendice. "<br />
Cada noticia que venia de Ñapóles aumenta<br />
ba la zozobra é incertidumbre del Cardenal, aun<br />
que las cortes le daban las mayores pruebas de<br />
interés : " me acongoja , me escribía, la bondad<br />
sin límites de S. M. Británica para conmigo y<br />
conozco también la que le merezco á S. M. Cris<br />
tianísima sin mérito alguno de mi parte, solo sí,
por esa misma bondad qne le caracteriza, y que<br />
procuraré siempre merecer en lo posible."<br />
Mr. de Blacas volvió á Roma, donde impacientemente<br />
se le esperaba, y anunció que la<br />
corte romana tenia la intención de guardar una<br />
ecsacta neutralidad en los debates que iban á empezarse<br />
entre el Austria y el parlamento napolitano<br />
; y que el barón Pasquier estaba dispuesto á<br />
apoyar este proyecto de Roma. Por otra parte<br />
el duque de Campo-Chiaro, ministro de negocios<br />
estranjeros de la revolución de Ñapóles rogaba<br />
al Cardenal Consalvi pusiese en noticia del Santo<br />
Padre qué los austríacos habian rehusado reconocer<br />
el parlamento, sin saberse por qué motivo<br />
; pero que al primer movimiento suyo para<br />
penetrar en las provincias pontificias, las tropas<br />
napolitanas se adelantarían también simultáneamente<br />
por Terracina,<br />
£1 Santo Padre mandó contestar que sus<br />
Estados estaban bajo la protección de las grandes<br />
potencias y que pensaba guardar la mas completa<br />
neutralidad, aunque no podría impedir se adelantasen<br />
unas contra otras las fuerzas belijerantes.<br />
En tan funesta situación para la soberanía de<br />
las posesiones de la Iglesia se esperaba hubiese<br />
hostilidades, y á fines de febrero de 1821 el gobierno<br />
pontificio hizo preparar en Civita-Vecchia<br />
67
alojamientos para el Papa. Mr. de Blacas habia<br />
pasado de Roma, á Laybach y de acuerdo con el<br />
Cardenal Consalvi dispuso se reuniesen en el<br />
puerto de Civita-Vecchia fuerzas navales francesas<br />
capaces de protejer al Pontífice.<br />
Llegó la Emulación, y traté de que permanecieran<br />
en el punto la Concha (Coquille) y la<br />
Lanprea (Lamproic) con el mismo objeto; pero<br />
por desgracia estos dos últimos se habian ya hecho<br />
a la vela cuando acudí: solo la Emulación nc<br />
salió del puerto; y así se lo aseguramos al Papa<br />
que continuamente nos lo preguntaba.<br />
Los austriacos avanzaban , queriendo indudablemente<br />
ocupar á Roma; pero el Cardenal Consalvi<br />
se opuso. Permitía solamente que las tropas<br />
pasasen por fuera de las murallas y que solo los oficiales<br />
entrasen dentro. Estando en estas contestaciones<br />
llegó á Roma el principal ministro de Prusia,<br />
príncipe deHardenberg, á quien Consalvi acojió<br />
con suma cordialidad. Mr. deHardenberg queria<br />
saber cual era el estado de la salud del Papa, y<br />
se le dijo, que á la sazón hacia la visita de costumbre<br />
de todos los miércoles de marzo á San Pedro,<br />
restablecido de su enfermedad, y que aunque con<br />
mucha dificultad, se le habia hecho renunciase á<br />
la rigorosa cuaresma que cumplía todos los años.<br />
Acampaban los austriacos al pie de, Monte
Mario ; pero sin entrar en Roma: se retiro de<br />
Civita-Veeciiia la Emulación , y .en fia lugar fue<br />
- \& Bacante bajo las órdenes de Mr. Obriet; eLcual<br />
queriendo visitar á Roma, se encontró con unos<br />
ladrones, que logró desarmar ayudado de dos.de<br />
sus oficiales, llevando después como en triunfo sus<br />
fusiles, sombreros y cartuchos. Me hizo llamar el<br />
Papa, y me encargó dijese á nuestros franceses<br />
pensaba darles tres medallas de mucho precio en<br />
recompensa de su valor. &<br />
Los austriacos ocuparon iá Capoles , á donde<br />
se preparaba á volver el rey Fernando. Durante<br />
este tiempo otra columna austríaca contenía la<br />
insurrección del Piamonte. El Papa entonces se<br />
entero de un documento importante ¿ redactado<br />
por el príncipe ¿mismo de Carinan, hoy dia rey<br />
de
El estado de la hacienda en el Piamonte, el<br />
crédito de sus rentas y otras mil circunstancias<br />
son una prueba de que Carlos Alberto es el mis<br />
mo príncipe que el Papa tanto elojiaba.<br />
Habia vuelto á Ñapóles el rey Fernando IV.<br />
Benevento y Ponte Corvo se restituyeron á la San<br />
ta Sede, después de nueve meses de ocupación<br />
militar, que el duque de Calabria, vicario et al-<br />
ter ego de su padre, no habia podido impedir defi<br />
nitivamente. El Papa dijo al volver á recobrarlas:<br />
" Todas las veces que las perdamos, Dios nos los<br />
volverá."<br />
El Baile de Giovanni, vicejerente del maes<br />
trazgo de Malta, sucumbió á los infinitos achaques<br />
y dolencias de una edad avanzadísima. El consejo<br />
de la relijion de S. Juan de Jerusalen elijió para<br />
sucederle al comendador Busca que S. S. acababa<br />
de nombrar Baile de Armenia: Mr. Bussi fue el<br />
encargado de solicitar de Pió VII confirmase la<br />
elección.<br />
En los primeros dias de julio dijo el buen Pa<br />
pa una mañana:" Cuales serán los sentimientos<br />
que nos esperan en este mes."<br />
Poco tiempo después se le anunció el falleci<br />
miento del Cardenal di Pietro, subdecano del sa-<br />
cro-colejio. Era este un hombre lleno de talentos,<br />
de modestia, de resignación y de valor. Después de
los grandes servicios que prestó á la Santa Sede en<br />
1801, en I806 t en 1808, en 1809, y en 1814 to<br />
davía fue útil en 1819, y no se podia menos de<br />
honrar á tan grave personaje que nunca cedió á<br />
un movimiento irreflecsivo y cuya firme voluntad<br />
y ánimo inalterable fueron por tantos años uno de<br />
los sostenes mas sólidos de la Santa Sede.<br />
El Papa se tranquilizaba sobre la suerte de<br />
sus Estados, con las seguridades que el Cardenal<br />
Consalvi se complacía todos los dias en repetirle<br />
de las muestras de respeto que las potencias es-<br />
tranjeras le manifestaban; al mismo tiempo se<br />
aplicaba á nuevos trabajos de política interior.<br />
Siempre se estaba diciendo que el estado pontifi<br />
cio se arruinaba por su mala administración: véa<br />
se pues aqui un estado de su recaudación y dis<br />
tribución total en 1820. La recaudación subió á<br />
6.306,307 escudos 16 bayocos, y la distribución á<br />
5.639,169, escudos 1 bayocos, resultando el esceso<br />
de 667,137 escudos 85 bayocos. Los gastos que<br />
ocasionó la visita del emperador subieron sola<br />
mente á 80,000 piastras , aunque se habia habla<br />
do de 300.000. En esta cuenta no figuraban los<br />
productos líquidos del Benevento mas que por la<br />
cantidad de 1227 escudos 89 bayocos, deducidos<br />
gastos de administración; pero se creyó después<br />
que en este particular no estaba ecsacta la cuenta
no habiéndose mencionado en ella otros productos<br />
que! rendia Benevento.<br />
Puede ser que los gastos de administración se<br />
hayan hecho mas considerables por las muchas<br />
limosnas que hay que hacer siempre después de<br />
las calamidades de una guerra. Durante la ocupa<br />
ción francesa desde junio de 1816 hasta 1815 re<br />
dituó Benevento una suma mas considerable y<br />
sin embargo la autoridad entonces era muy suave.<br />
Estando encargado Mr. Alguier de enviar un go<br />
bernador, se dijo que la reputación de este ájente<br />
no podia granjearse la consideración de sus habi<br />
tantes; no obstante su administración fue modera<br />
da: se suprimió desde luego la lotería, y después,<br />
por una combinación que se ignora, este don de<br />
un guerrero, que arrancaba los hombres del arado<br />
para ceñirles la espada, cayó en poder de uno que<br />
jamás quiso introducir la conscripción que fue lo<br />
primero que establecieron siempre los franceses<br />
en donde reinaron. Y se puede añadir que aunque<br />
el gobierno del principado era tan benigno, no se<br />
habian enviado á Paris los últimos productos.<br />
Al saber Pío VII la muerte de Napoleón ma<br />
nifestó el mismo sentimiento que le habia impul<br />
sado antes á pedir al gobierno británico dulcifica<br />
se la cautividad del gran guerrero : permi<br />
tió que se le hiciese en Roma un funeral por
el Cardenal Fesch, y dijo con este motivo muchas<br />
de aquellas espresiones tiernas y jenerosas que<br />
descubríanla belleza de su alma.<br />
El 3 de agosto, en una alocución, anunció el<br />
Pontífice el concordato concluido con la Prusia.<br />
Aunque no profesaba el rey de Prusia la relijion<br />
católica tendió sin embargo una mano compasiva<br />
á los católicos que en mayor número se hallaban<br />
en su reino después de la última guerra y restablecimiento<br />
de la paz." El arzobispado de Guesne<br />
se traslada á Posen, teniendo por sufragáneos<br />
los obispados de Heilsberg, Culra y Bréslaw, El<br />
arzobispado de Colonia Colonice Agrippintr, tendrá<br />
por sufragáneos 4 los Obispos residentes en<br />
Paderborn, Treveris y Munster, y la diócesis de<br />
Aix-la Chapella queda suprimida."<br />
También el Austria pidió algunos arreglos relativos<br />
á las diócesis de Praga y de Olmutz: se<br />
convino en que estos dos arzobispos ejerciesen alternativamente<br />
la jurisdicción eclesiástica.<br />
Fáciles de conseguir estas determinaciones» no<br />
colmaban los deseos de la corte de Viena, que solicitó,<br />
y obtuvo una bula contra los carbonarios.<br />
Fue publicada con fecha de 13 de setiembre, y<br />
condenaba á los católicos de todas las naciones<br />
que persistieran en sostener los principios del<br />
jcarbonarismo. "Ya la Santa Sede, habiendo des-
536 _<br />
cubierto las diferentes sectas que atacan á la<br />
iglesia y reclamado contra las violencias de que<br />
se valen , ha levantado la voz fuerte y libremente<br />
denunciando á esas asambleas reunidas contra los<br />
intereses de la relijion y de la sociedad. Sin em<br />
bargo, hombres cuyo orgullo toma continuamen<br />
te mayor incremento, se atreven á organizar<br />
nuevos conciliábulos. "—Después de una esplica-<br />
ciou rápida «le los medios, proyectos y miras , de<br />
la audacia y de la hipocresía de los sectarios, la<br />
Santa Sede manifiesta su indignación por los tér<br />
minos de los juramentos con que se ligan , com<br />
parables á los de los priscinialistas (autorizan<br />
ellos la mentira y aun él perjurio para ocultar<br />
los secretos de la secta). Clama en fin la Santa<br />
Sede contra sus ceremonias, que son profanacio<br />
nes de la relijion de Jesucristo.<br />
Los sinceros amigos del Papa se alegraron de<br />
verle felizmente llegar á cumplir sus ochenta años<br />
y oírle decir á su médico aquel mismo dia: "Nos<br />
sentimos fuerte y animoso, y vemos con satisfac<br />
ción que hemos llegado á tener una edad que<br />
nunca pensábamos contar. El Cardenal Consalvi<br />
era el que estaba devorado por una fiebre obsti<br />
nada , y sin embargo siempre estaba entregado<br />
con infatigable celo á sus trabajos. Le colocaban<br />
una mesita baja sobre su cama, y estaban despa-
chande- sus asuntos , sin tomar mas "descanso ni<br />
dormir á otra hora que al empezar el dia.<br />
En esta situación le vino á aflijir la noticia del<br />
fallecimiento de monseñor Barberi, el que fue tan<br />
acusado cuando la catástrofe del funeral Duphot.<br />
Llamaban á este prelado el código penal de Roma<br />
en persona. Gozaba de grande reputación en su<br />
plaza de procurador fiscal jeneral del estado de<br />
la Santa Sede. Frecuentemente se le consultaba<br />
en cuestiones que tenían referencia con sus estu<br />
dios. Mostró siempre grande fidelidad al Papa en<br />
sus mayores desgracias; y después de una larga<br />
carrera, durante la cual casi solo pronunciaba las<br />
decisiones délos tribunales criminales, pudien-<br />
do disponer asi de la vida y fortunas de un gran<br />
número de presos , murió sin bienes ni riquezas.<br />
En este año de L821 se adoptó en Paris una<br />
ley que al rey lo autorizaba á tomar las providen<br />
cias necesarias para que llegase el número de dió<br />
cesis á ochenta , en vez de las cincuenta que de<br />
signaba el concordato de 1801 , y que fueron to<br />
davía conservadas en 181.0. Se propuso , pues, á<br />
la corte romana, no que se anulase, la demarca<br />
ción dispuesta en 1817, sino al contrario , que<br />
tomándola por base, se dispusiera: l. c<br />
suprimir<br />
trece de las noventa y dos mitra- que allí se se<br />
ñalan ; 2. 2<br />
crear la diócesis de Gambrav, obispa -<br />
08
do- nuevo, cuya sede se colocaría en Lille; 3.° ar<br />
reglar las disposiciones de modo (pie las ochenta<br />
diócesis fueran organizándose á medida que las<br />
circunstancias fueran ofreciendo los medios. Y en<br />
fin , se pidió que seis de los nuevos obispados se<br />
pusiesen en ejercicio inmediatamente , y que fue<br />
ran instalados también los seis titulares nombra<br />
dos é instituidos en 1817.<br />
Presentó la Santa Sede algunas objeciones,<br />
insistiendo sobre todo en que se eríjiese un arzo<br />
bispado en la ciudad de Arles, y Francia res<br />
pondió por una memoria de Mr. Portalis. Se tra<br />
taban estas cuestiones cuando Mr. de Montuioren-<br />
cy,nombrado ministro de negocios estranjeros, fue<br />
encargado de continuar las negociaciones y di-<br />
rijir nuevas instrucciones á Mr. de IMaeas, ya<br />
mucho tiempo habia, elevado á la dignidad de<br />
duque.<br />
No podia ver el cuerpo diplomático en liorna<br />
sin admiración.la actividad del ('ardería! Consal<br />
vi.. Era evidente que se vivía ya bajo un pontifi<br />
cado menguante, como dicen en Roma cuando el<br />
Papa es de mucha edad: pero el infatigable mi<br />
nistro no dejaba pereibirjla decadencia, continuan<br />
do-on seguir sus planes. Publicó un edicto que<br />
organizaba el ejercito, y mejoró la institución de<br />
los carabineros ó jendarmes. La población se ele-
M<br />
yaba entonces á dos millones cuatrocientas ?diez<br />
mil personas, y fueron llamados á las armas un<br />
hombre por cada cinco mil.<br />
Sin embargo el accidente que aflijió áiSu ¡Santidad<br />
el. 26 de junio de 1817 se ¡renovó el 18 de<br />
abril de 3:822. Al entrar solo desde su gabinete<br />
. al.diormitomo¡suyo, .cayó tel:íRapa entre una silla y<br />
el reclinatorio. Al ruido corrieron sus criados, y lo<br />
levantaron sin que se hubiese hecho imál alguno,<br />
pues en pocos dias se le disipó un lijero dolor dme<br />
sintió en un lado. ¡<br />
Se Recibieron por este tiempo en ¡Roma cartas<br />
que anunciaban que el emperador alejandró y el<br />
rey de Prusia al dejar elcongreso de Verona, deseaban<br />
hacer una visita á Pió VH; Se prepararon<br />
.solo para Alejandro los aposentos del palacio<br />
Quirinal, porque el rey de 'Prusia habia manifestado<br />
su voluntad de ir á jpaiar á una posada.<br />
Estas circunstancias le dieron la idea al Cardenal<br />
'Consalvi de invitar de nuevo al emperador Francisco<br />
para que hiciese otro viaje á Roma. Respondió<br />
el emperador que no era su intención ejecutarle<br />
en aquel año.<br />
El duque de Blacas habiaen viado ¡su dimisión<br />
de embajador á Roma y á ISfápólés , pues desempeñaba<br />
las dos embajadas. El ¿rey 4e iNápolés<br />
rehusaba recibí!» fas credenciales 10<br />
que- sé 'fePtfavia-
-ron á éste embajador, diciendo repetidamente que<br />
le queria junto á su persona , y el Papa escribió<br />
al rey que sentiría con su retirada una viva<br />
aflicción ( 1) , por lo que insistía con S. M. para<br />
que no consintiese en que dejara la embajada.<br />
Ningún embajador habia tenido en Roma el cré<br />
dito que Mr. de Blacas ; pero como insistió en<br />
su dimisión , el rey nombró para succderle al<br />
duque de Laval-Montmorenev.<br />
Informado iba este nuevo embajador de todos<br />
los negocios de Francia con Rema , á la verdad<br />
muy complicados: y se alababa la conducta del<br />
gobierno pontificio.<br />
(1) Pocos embajadores han tenido tanto crédito como Mr. de Macos:<br />
puso desde el principio una magnífica usa, y estuvo aiempre basta SU par<br />
tida en un pie de lujo y csplindidiz admirables. Tenia í»bre todo una<br />
comida diplomática los Marte*! á la cual asistía siunprc el Cardenal CON<br />
niví aun m el tiempo tn que ya su salud emptzaha á alterarse ; y los<br />
ministres eestranjeres (¡be deseaban lícinpre tener ocasión de ver al Cas*<br />
denal aceptaban gustosísimos el convite , y entonces cualesquiera que<br />
fuesen los negocios de Francia y su importancia, se abstenía Mr. de lila-<br />
cas de hablar á Su Eminencia, que esclusiva y succsivi mente se entrega<br />
ba en tales dias á los di mas ministres: tile rúen gusto, esta delicadeza<br />
de amo de cata hacia que fuesen estas comidas no menos útiles que agrá*<br />
dables al euirpo dip'cmálico que iba al palacio de Francia á decidir los<br />
negocies que no habia podido terminar en las audiencias ordinarias, que<br />
Jamás bastatau ten un liendre tan fríncoy tan irnable cesno el Cr.rdcnal<br />
Consalvi, ti.n bum iniigo y que tan presto zanjr.ba cualesquiera dificul<br />
tades Ó equivocaciones ; de modo que lrs cortes de Europa debian ad-<br />
miiar la prontitud de las respuestas de sus representantes.<br />
Jamás lie w*to i rebajador alguno en treinta años de cas tera que me-
" A Ia9 virtudes paternales del soberano Pontífice y al ca<br />
rácter conciliador del Cardenal Consalvi, que tiene á su car<br />
go todos los negocios temporales, se debe principalmente el<br />
sistema de moderación que se observa en Roma. Consalvi ba sa<br />
bido hacer respetar la autoridad soberana en la mayor ajitacicn<br />
del norte y mediodía de Italia, ha preservada «¡tu pais de la<br />
ocupación militar de los extranjeros, y concediéndoles un pa<br />
so que la situación de los estados romanos no permitía negar:<br />
no ba dejado á su disposición plaaa alguna fuerte de la<br />
Santa Sede. El conservar una independencia, que no podia<br />
defenderse por falta de trópáá , ofrecía sin duda grandes difr*<br />
cultades ; pero el jefe de la iglesia era quien la imploraba; su<br />
carácter daba mas peso a sus palabras, y en el descansaba la<br />
tranquilidad de los estado;<br />
Antes de partir Mr. de Blacas, recibió del Car<br />
denal la bula orijínal de la demarcación y seña-<br />
jor supiese concillarse la consideración y el respeto de todos. Aun habí*<br />
otro atractivo que hacia fuese la sociedad del palacio de Francia una de<br />
las roas amenas (13 (a ciudad de Roma: no se h*bian visto embajadoras<br />
desde los tiempos de la duquesa de Choiseul y déla maríscala de Atibeterre.<br />
Hacia los honores de la casa con una gracia singular madama la duquesa<br />
de Blacas» mojar piadosa, bondadosa, bienhechora, discreta y cíeuna<br />
cortesía dulce y tímida que la bacía mas amable: los demás dias de- la<br />
semana reunía Mr. de Blocas á los sabios y artistas franceses y romanos;,<br />
se hablaba de las ecscavaciones que emprendía á so costa en el templo dn-<br />
Venus y Roma edificado por Adriano en la eestremidad del foro; poseía<br />
y enseñaba como intelijente los mejores grabados y pinturas de Pompeya-,<br />
medallas y antigüedades de toda especie; socorría a los artistas necesitados,<br />
y en fin se sabe que Mr. de Blacas, con motivo del viaje que<br />
queria. hacer por Ejipto Champollion , dijo: " El ministro del Interior es<br />
muy dueño de no enviarle, pero no de impedirme que le envíe yo por mi<br />
parte. " Y se sabe que poco tiempo después el ministerio encargó í Champollion<br />
fuese a visitar los monumentos de Tebas.
lamiente- de Jas ochenta diócesis fundadas de nue<br />
vo en Francia , y de esta manera el concordato<br />
de 1817 se encontró de hecho conducido al fin<br />
dichoso que el rey deseaba tuviese.<br />
Se supo por este tiempo con graude y jeneral<br />
•dolor la muerte de Canova. Mandó el Papa que<br />
«e le hiciesen las honras mas solemnes , y asistie<br />
ron á ellas el cuerpo diplomático, los príncipes es-<br />
tranjeros , la nobleza romana, las sociedades de<br />
ciencias, las literarias, y las academias de las ar<br />
tes. El Papa dijo , con sentimiento, que solo su<br />
jerarquía le habia impedido asistir.<br />
Habiéndose escusado el emperador de Rusia<br />
•escribiendo al Papa que no podia pasar a Roma,<br />
se temió también que se detuviese el rey de Pru<br />
sia ; pero el 11 de noviembre llegó este monarca<br />
acompañado de dos de sus hijos, del príncipe<br />
Wittgcnstohi, gran mariscal de su corte, del<br />
barón Alejandro de Humboldt y de muchos ede-<br />
«eanes. S. M. quiso absolutamente apearse en una<br />
posada de la plaza de España. Se ejecutó para que<br />
la viese la grande iluminación de San Pedro y el<br />
fuego artificial de la girándola , y á poco dejó á<br />
jRoma después de haber renovado al Santo Padre<br />
ias demostraciones de su sincera veneración. Al<br />
despedirle el Papa le dijo : " V. M. permitirá que<br />
baya quien nos sostenga para andar, porque di-
ficilnnente. lo podemos- hacer sol»; pettF- olvida<br />
mos nuestro* males pensando en los buenos ofi<br />
cios que nos ha hecho V. Mv en todos los* coa**<br />
gresca y en cuantas ocasiones le ha sida posi&le<br />
defendeí nuestros derechos. " El<br />
ciembrai<br />
Esta debilidad de la salud del Papa en naák<br />
altero la firmeza de su carácter , del que dtóima<br />
prueba) en su réplica á la petición de Franeiar,<br />
que pedia un capelo. Habia obtenido ya uno-para<br />
Mr. de Clermont Tonnerre y pedia otro.<br />
Quería el Papa dárselo á Mr. Boulogne -¿.y<br />
Francia lo solicitaba para Mr. de la Pare;. por lev<br />
cual dijo; el Papa*con mucha:enerjiaal embujac&Mrr<br />
" En cuanto al segundo capelo hay grandes difc-<br />
cuitades, supuesto que el rey no quiere á• MV; de*<br />
Boulogne y prefiereal arzobispo de Sens: no de<br />
bemos indisponernos conílos- reyes 1<br />
ni con las jety-<br />
tes del estado romano: no se conoce bien nuestra<br />
política ett Francia: son seguramente grande» ios<br />
méritos de Mr ¿de iWáre,. y bastante sabidos potra<br />
que por nuestra parte le admitamos como candida*-<br />
to; pero, decidme ¿están bastantereeóriócidbs^enK:<br />
la, Iglesia para que espontáneamentele declaremos<br />
Cardenal T'qxi&m el Papa dará entender que á<br />
laS í7<br />
solicitudés de los monarcas respondería " lie-
mus considerado á vuestro clero, y no hemos<br />
encontrado un hombre solo del talento
nuovo beneficio las medidas tomadas por Vuestra Santidad para<br />
el establecimiento y demarcación de las ochenta diócesis.<br />
Hilas ponen los ausilios de la relijion mas al alcance de los<br />
fieles , y la llenan al mismo tiempo de mayor resplandor é inrluencia."<br />
Mr. de Moutmorcncy al mismo tiempo escri<br />
bía al Cardenal Consalvi una lisonjera carta, en<br />
que le decia:<br />
**• SESOR CAADENAL:<br />
" La mucha parte que V. K. ba tenido en las disposiciones<br />
tomadas entre Francia y la Santa Sede , y en las últimas medidas<br />
para la organización de las diócesis del reino es muy digna<br />
del reconocimiento del gobierno. Se nota siempre la cooperación<br />
de V. E. en todo lo que es honroso á la Santa Sede, útil<br />
á la relijion y conveniente para estrechar mas la unión de las<br />
dos potencias; lo que habéis hecho por tan noble causa , me<br />
persuade de que el embajador del rey encontrará siempre el<br />
mismo apoyo en V. E. para todo aquello que tienda á aumentar<br />
la dignidad y esplendor de la iglesia de Francia.<br />
" Soy siempre de V. E. con el mayor respeto humildísimo<br />
y obedientísimo servidor ,<br />
" MONTMOKENCY."<br />
Los periódicos romanos y franceses (1) respi<br />
raban la satisfacción de ambos paises, que se en-<br />
(I) Uno de los diarios franceses qu* aplaudió mas estas operaciones<br />
fue el Amigo de la Relijion, redactado hace 22 años por Mr. Picol: el cual<br />
llamó tanto la atención del Papa, quí eespidió un breve manifestando su<br />
satisfacción á Mr. Picot; pero este breve , que no era sino una prueba<br />
dada al méfito por un soberano que sabia apreciarlo, lia quedado sepultado-<br />
69
contraban en perfecta y recíproca intelijencia.<br />
El Papa quería cada vez mas al Cardenal<br />
Consalvi, que á instancias de Su Santidad reci<br />
bió el presbiterato , y á pesar de los trabajos que<br />
le ocasionaban sus ocupaciones políticas, llenaba<br />
con piedad y celo las augustas funciones del sa<br />
cerdocio.<br />
ronoiasTjqo *a)«'j ?.UM cicisslqK t»L'j> ísavjninl >>.onr.ib ROL su omJ \1)<br />
r*ii,r- .vi ...i/ - M i ^ t si*.'VÍ --^r— —<br />
en los archivos , ignorado de todos , sino es del prelado que lo redactó,<br />
que en el dia es Cardenal. En cuanto á las obras notabilísimas de Mr.<br />
Pieot sobre la historia eclesiástica moderna se enviaren i Roma, en<br />
dondose ha sabido elojiar su profundidad y saliduria.
OHOVI<br />
NOMBRA SU SANTIDAD CARDENALES Á MONSEÑOR BER-<br />
TAZZOLI , AL PRINCIPE ODESCALCHI V Á MONSEÑOR<br />
"RIARIO.— D A UNA CAÍDA ' Pío - VIL, EN LA CUAL SR<br />
iROMPEl LA CfcAVICUIiÁ DEL FEMEN-ító-¡HUESO í>Ét*MUS<br />
LO.—INCENDIO A DE SAN PABLO.—ENVÍA EL EMPE<br />
RADOR. AL PA«A LOS MEJORES VINOS DE TpKAiS. Eli<br />
REY DE FRANCIA LE.REMITE TAMBIÉN UNA CAMA ME<br />
CÁNICA.—MUERTE DEL 'SANTO "PADRE.—TOMA POSE<br />
SIÓN-DEL OOBIERSO EL '¿C A RDEN'AL^IPACC A«—FüNEK'A-<br />
LKS DE PlO! Vil.<br />
:En un .consistorio I de ~!'0 de mareo de 1823<br />
oreó el Papa diez cardenales, entre los cuales se<br />
distinguían el arzobispo de Edesa, monseñor Ber-<br />
iazzóli; el principe Carlos Odescalchi, uno de los<br />
que mas honran en el día al sacro colejío; monse<br />
ñor 'Frosisi, mayordomo , •="y monseñor Riario,<br />
maestro-Úveamera.<br />
3Elo8ard^nál Consalvi/cuyasaíud^OÍ^e resta-<br />
blec¡a, hacia que le llevasen al »e«ÁÉFC0/dé*Sü'$án-<br />
tida'd y trabajaba allí eonél tres-libras ¡diai-ias^fil
Papa aprovechaba todas las ocasiones que se pre<br />
sentaban de hablar de este cardenal, admirando<br />
su alta capacidad para los negocios , y dando elo-<br />
jios á la fidelidad y celo con que siempre le habia<br />
servido, desde los primeros dias del cónclave de<br />
Venecia, sin que lo hubiesen abatido nunca las<br />
enfermedades ni las desgracias. Tales sentimien<br />
tos revelaban que ya en adelante solo la muerte<br />
quebraría relaciones tan constantes.<br />
Hubo una fiesta de familia domestica en el<br />
palacio Quirinal el dia 14 de marzo con motivo<br />
cardenal el 16 de mayo. Dos días antes habia escrito<br />
el Papa al rey la siguiente carta:<br />
''CARÍSIMO HIJO EN JESUCRISTO , SALUD Y BENDICIÓN<br />
APOSTÓLICA.<br />
"El embajador de [,V. M. nos ha presentado vuestra carta<br />
escrita en 23 de abril, en la que nos manifiesta cuales han<br />
sido los servicios prestados i la iglesia en Francia por el Arzobispo<br />
de Sens y cuanto es su celo por el bien de la relijion...<br />
V. M. nos demuestra sus deseos de verle recompensado con<br />
la purpura, esperando ponerle en estado de que preste á la<br />
iglesia todavía mayores y señalados servicios Tenemos^<br />
la satisfacción de anunciaros que en el primer consistorio que<br />
se ha de tener el 16 del corriente, los deseos de V. M. quedarán<br />
satisfechos. No cesando de recomendar á V. M. las iglesias<br />
todas de su dichoso reino, le concedemos con afecto paternal<br />
la bendición apostólica.<br />
"Dada en Santa María la Mayor á 14« de mayo del año<br />
1823, el vijéaimo cuarto de nuestro pontificado.<br />
PtUS PP. VII.<br />
En el orijinal la palabra Plus estaba escrita<br />
con bastante claridad, pero las otras letras<br />
P. P. Vil estaban muy confusas y apenas lejibles.<br />
La salud del Papa iba decayendo al mismo<br />
tiempo que empezaba á restablecerse el Cardenal<br />
Consalvi.<br />
El dia 6 de julio, el Santo Padre salió á pasear<br />
en coche y aun anduvo algún poco para hacer<br />
ejercicio. Por la noche despidió á su serví-
(lumbre y se quedó hablando un rato con su au<br />
ditor, que salió luego dejándole solo, á pesar de<br />
las recomendaciones del Cardenal Consalvi, que<br />
todos los dias suplicaba á los camerieri no dejasen<br />
ásu amo, sin qu2 alguno de ellos quedase á su<br />
lado. El Papa quiso levantarse de su sillón , apo<br />
yándose con una mano en su escritorio y con la<br />
otra buscando el sosten de un cordón que se ha<br />
bia clavado en la pared á este efecto ; pero no pu-<br />
diendo agarrarle , cayó sobre el pavimento de<br />
mármol que enlosaba la habitación, entre el si<br />
llón y él escritorio. No se dio en la cabeza ningún<br />
golpe; pero lo recibió en. el lado izquierdo con to<br />
do el peso de su cuerpo. A los gritos que dio<br />
acudieron sus criados, y lo llevaron á una cama,<br />
donde á la primera visita y reconocimiento que<br />
le hicieron los cirujanos declararon que se habia<br />
rotóla clavícula del fémen ó hueso del muslo. El<br />
enferme) estuvo aquella noche muy ajitado , pero<br />
sin calentura. Sucedió este accidente el dia ani<br />
versario de la fatal captura de su Santidad entre<br />
el 6 y 7 de julio de 1809. Los médicos mandaron<br />
se le ocultase la fractura de la pierna , y sin em<br />
bargo pidió él mismo el Viático. En esta ceremo<br />
nia fue ciando atormentado todavía por el Carde<br />
nal Bertazzolí, le dijo estas notables palabras:<br />
"Ándate, voi siete veramente un pió scccatorc." En
et&&&^ rWpsü^eeióii i5<br />
haMá H<br />
en aconsejar ' itíájíw*<br />
piedad' resignación ai sí<br />
mas' resig'tiádft de* los*<br />
h&üíbres/<br />
i'• O^^^tástPO^'WfJi'rlljIfe' debia ;<br />
espantar 'tám-¿<br />
bfttt a'los rMáno's; Bh la nócfóó-'dePl^al' loSfé-<br />
julio la célebre iglesia de San 1<br />
Páblo ;<br />
estrámurós* :<br />
cú^o convento líabiá'sidó habitación por 1<br />
tantos<br />
años de Pro Vil, sé l!<br />
vio de pronto ser''presa'd!e' :<br />
1 as llamas. S6*defttóiPó^él ,<br />
ínSfeÍld ,<br />
íll i<br />
'a^a Vra^cfe la- 1<br />
no$aé i:<br />
, 1<br />
-y* :<br />
á }<br />
• laáseis yá la*4rtó^áffiéá^if¿6!ñimOT^<br />
de-' cedro qiVé f<br />
qftiñce' siglos' habian respetado,<br />
cáia' ;<br />
devorada-por el ñtegfós Sfevei'áh' 1<br />
derribada^<br />
eMv'éí las---"a^s^d^^ümaS^üchaá'-de 1<br />
* :<br />
fo&-ciéxti&<br />
vía-nté ?<br />
• columpias qtic sostenían •• las? naves-' d'e 1<br />
' tiiif'<br />
témpM que-sé-cóníaMtén el número J<br />
de 1 osmas" f<br />
admirables-,.' m'as • espaciosos'y :<br />
mas ricós ;<br />
iñonu-"<br />
nVeñtós- del ;<br />
universo; Se' atribuló''el incendió al'--<br />
deSfcüfdá di^tt^ttéáátto^'qlife^tFábájíaindó sobre ét 1<br />
''<br />
tééh'ó ;<br />
del édíñ'éió' en reparar los plomos :<br />
dé láá ca<br />
nales dejó :<br />
caer, sin notarlo j uii catbón'désü íioí-<br />
ntlrodéntró délas maderas:<br />
Por las nuevas qué llegaron á'Viéíía del 1 y dé"<br />
jdio"y :<br />
antes'dé los- sucesos*Téférid'áíf,' sé'-supo'* cr<br />
estado' 1<br />
de 1<br />
debilidad en' que sé'hal&há el""' Saút*"<br />
Padre: Mandó- el emperador al momento 'sé lle<br />
vasen' á^ISffmsHós mas añejos y preciosos vinos de f<br />
TSMay'-'dé-'sü 1<br />
casa. Luis' XYliI, también cómo no
se podia mover al enfermo, ni dejarle por causa<br />
de la fractura, y no habérselo dicho , envió una<br />
cama mecánica de cuya estructura él mismo, que<br />
sabia lo que eran dolores y padecer, se ocupó con<br />
Mr. de Chateaubriand , para mandarla fabricar<br />
á los artistas de Paris.<br />
El 12 de agosto vio el pueblo de Roma con<br />
admiración y sentimiento entrar por la puerta<br />
dil Popólo un carruaje cuya caja cortada por en?<br />
medio sostenía en un lado la cama mecánica en<br />
viada al Papa , y en el otro que formaba una es<br />
pecie de silla estrecha, traía sentado un correo de<br />
gabinete, portador también de los despachos para<br />
la embajada. Desde que fue colocado el Papa en<br />
la cama , sintió grande alivio y mandó que le en<br />
tregasen al correo cien doppias de oro, pidió algún<br />
alimento y tomó su chocolate acostumbrado. Se le<br />
habló del dolor de Roma y respondió con la señal<br />
de una bendición. Al dia siguiente encontrándose<br />
mejor , pidió á los que le rodeaban , que se entre<br />
tuviesen refiriendo las novedades ó comunes su<br />
cesos de la eiudad. Habiendo nombrado algunos<br />
al anciano caballero Italinsky, ministro de Rusia,<br />
que habia estado en la antecámara del palacio,<br />
dijo el Papa que estimaba mucho á ese ministro, y<br />
poco después repitió las mismas palabras al Car<br />
denal Consalvi, dignándose también nombrarme
como á uno de los que deberían estar muy afli-<br />
jidos, y mandando se me espidiese en señal der<br />
afecto y benevolencia un breve concediéndome la<br />
gracia de poder tener oratorio, con ciertas indul-<br />
jencias y ampliaciones que me serán siempre muy<br />
honrosas.<br />
El dia 19 se declararon los síntomas mas gra<br />
ves. El Papa pronunciaba vagamente las palabra»<br />
Savona y Fontainebleau: su voz se alteró muy<br />
pronto, y por el sonido de algunas'terminaciones<br />
latinas se conoció que estaba continuamente en<br />
oración. Se llenaban las iglesias de jente piado<br />
sa y reinaba un sentimiento y pesar jeneral. No<br />
hay, escribía el embajador, apariencia alguna de<br />
ajitacion de otra especie que la de la angustia pú<br />
blica. Por la noche no fue posible ya dar al enfer<br />
mo ningún alimento, y el dia 20?de*agosto á las<br />
cinco de la mañana terminó aquella vida tan pura,<br />
tan ilustrada y fuerte en muchas circunstancias.<br />
Asi murió el soberano PontíficeJPio VII, a los<br />
81 años y seis dias de su edad, después de un rei<br />
nado de 23 años, cinco meses y seis dias. Desde el<br />
fallecimiento de Clemente XIV sucedído'en 22 de<br />
setiembre de 1774y la elecionjde su sucesor Pió VI,<br />
no habia visto Roma ni honras pontificias ni cón<br />
clave. ( Las ecsequias de Pió VI"no fueron mas<br />
que un oficio solemne).
Inmediatamente, después del funesto aconte<br />
cimiento, el Cardenal Pacca, Camarlengo* vestido<br />
con ropas paonazzi, acompañado de los abates de<br />
cámara, vestidos de negro, se dirijió al Quiri<br />
nal para ejecutar el reconocimiento del cuerpo de<br />
Su Santidad, y tomar posesión en nombre del sa<br />
cro colejio del palacio pontificio y del gobierno<br />
de Estado. Luego que se verificó el proceso ver<br />
bal del reconocimiento del cuerpo, recibió el car<br />
denal del prelado, maestro di camera de Su San<br />
tidad , el anillo del pescador , y de los oficiales,<br />
que eran depositarios, los otros sellos del Pon<br />
tífice difunto. Estos sellos debían romperse en<br />
presencia de los cardenales en la primera ocasión<br />
que se vieran reunidos. Al mismo tiempo que re<br />
cibía los sellos el Cardenal Camarlengo, la gran<br />
campana del Capitolio anunciaba, por disposición<br />
de él, al pueblo romano la pérdida que acababa<br />
detener, y el Cardenal Della Genga, vicario de<br />
Su Santidad, enviaba la orden á todas las parro<br />
quias de responder á la fúnebre señal. Siguiendo<br />
un uso antiguo, la autoridad del cuartel ó barrio<br />
de la Regola se dirijió con gran aparato desde<br />
el Capitolio á las cárceles públicas y puso cu liber<br />
tad á los presos que se hallaban en ellas en núme<br />
ro de veinte y dos, diez y ocho hombres y cuatro<br />
mujeres. Antes de que fuese habia la precaución
Slp55<br />
¿:de< retirar al castillo SantVAujelo los ppesos?fpor<br />
:delifcos graves.<br />
El Cardenal Camarlengo después de haber<br />
terminado sus funciones en el palacio del'Papa le<br />
s dejó pa raí volver, al suyo escoltado por la guardia<br />
- suiza que debia precederle y seguirle todas las ve-<br />
Sces que saliese antes de la reunión del cónclave,<br />
quedando hasta entonces, por la muerte de Su<br />
Santidad, en posesión dé Ios-honore&del jefeidel<br />
Sastado. La moneda que se acuñase, durante el<br />
- ;<br />
uterregno, debia llevar sus armas. Intervenía en<br />
las funciones públicas, confiadas á la congrega<br />
ción denominada xle Qefes del orden, compuesta<br />
del decano de los Cardenales-Obispos subwrbica-<br />
ríos, del decano de los cardenales-presbíteros, del<br />
decano de los cardenales-diáconos, y sucesiva<br />
mente segundo Obispo, del segundo presbítero,<br />
-
pian; las otras quedaban á cargo del sacro colejio.<br />
El tribunal déla Rota y los tribunales de la Data<br />
ría cesaban en sus funciones de justicia y espedi-<br />
cion de bulas.<br />
Embalsamado el Papa, fueron llevadas sus<br />
•entrañas , sin ceremonia alguna , á la Iglesia de<br />
Santa Anastasia, parroquia del palacio Quirinal;<br />
y el cuerpo, vestido con la sotana blanca, con la<br />
estola y la cruz pectoral, quedó espuesto sobre un<br />
lecho de aparato en las salas del Palacio. Los sui<br />
zos guardaban la puerta csterior. La guardia no<br />
ble , institución que tuvo principio en el rei<br />
nado de Pió VII, guardaba la puerta interior,<br />
y cuatro de sus oficiales estaban cerca del cuer<br />
po. Una multitud inmensa llenaba la plaza de<br />
Monte-Cavallo y se disputaba la entrada del pa<br />
lacio, que no era permitida sino por intervalos<br />
y á medida que iba desocupándose la sala del le<br />
cho funeral.<br />
A las nueve de la mañana del dia 22 el Papa<br />
fue trasportado al Vaticano. El acompañamiento<br />
precedido por destacamentos de caballería y de<br />
una numerosa servidumbre del Papa, llevando<br />
hachas , se adelantaba lentamente por en medio<br />
deljentío. Principalmente formaban este acompa<br />
ñamiento, la guardia noble, la guardia cívica, la<br />
guardia suiza y los diferentes cuerpos de la guar-
nicion de Roma. Siete piezas de artillería con sus<br />
cajas cerraban la marcha. El cuerpo del Pontífice<br />
estaba colocado con el rostro descubierto y ceñida<br />
la cabeza del capelo pontificio, en una litera cu<br />
bierta de un paño y tirada por dos muías. Los prin<br />
cipales oficiales de su casa iban á su- lado ; pero<br />
ningún eclesiástico con vestidos sacerdotales le.<br />
acompañaba, ningún cantorelijíoso se oía, solo los<br />
ecos de una música guerrera. Entró en el templo<br />
Pió VII con un aparato que parecía anunciar los<br />
funerales de un jeneral, mas bien que los de un<br />
Soberano Pontífice.<br />
En estas circunstancias se puede juzgar de la<br />
docilidad natural del pueblo romano. A pesar de<br />
la viva curiosidad y »j i tac ion de un inmenso<br />
concurso de jentcs, y aunque el templo estaba<br />
poco alumbrado y la policía no tenia medios su<br />
ficientes para vijilar, no hubo ningún accidente<br />
que llamara la atención, ni desórdenes que re<br />
primir.<br />
Luego que se reunieron los Cardenales, salió<br />
de entre ellos algún murmullo de quejas y des<br />
contento contra el Cardenal Consalvi; pero el<br />
de Fesch , valerosamente tomó su defensa , y fue<br />
altamente aplaudido del mayor número. Se resol<br />
vió que el Cardenal La Somaglia seria fabricciere,<br />
esto es, encargado de todos los trabajos relativos
a h\ cónclave , en unión con el Cardenal Fabricio<br />
. Kuffo y en ausencia de este, que el Cardenal Con-<br />
- salvi llenase sus funciones. Enseguida, el Carde<br />
nal La Somaglia, decano, dijo que habia recibido<br />
de su predecesor Mattei, diversos papeles con or<br />
den de no abrirlos hasta después de la muerte<br />
del Papa y en presencia del sacro colejio reu<br />
nido. Su Eminencia rompió los sellos de un pa<br />
quete y sacó dos breves dados en Fontainebleau.<br />
En el primero mandaba el Papa á los Cardenales<br />
reunirse inmediatamente bajo la presidencia del<br />
Cardenal decano, y, derogando todas las anti-<br />
;guas constituciones para fijar la atención en solo<br />
el peligro de lasY'ircunstancias, que elijiesen Papa<br />
en breve término y á pluralidad de votos. Encer<br />
raba el segundo breve iguales disposiciones con la<br />
diferencia de que el Papa pedia para consagrar la<br />
elección las dos terceras partes de los votos, con<br />
forme al u?o antiguo. El secretario del sacro Co<br />
lejio, monseñor Mazio, tomó entonces la palabra,<br />
y y declaró que era depositario de un tercer breve,<br />
del cual por las órdenes del Papa y bajo el se'cre-<br />
x tode la confesión habia sido el redactor, y solo<br />
confidente. Tenia este breve la fecha de octubre<br />
>>de'18*21 , época en que el Papa habia lanzado su<br />
bala contra los carbonarios» Mandaba en él el<br />
Santo Padre que se procediese ¿4a elección*in-
mediatamente*despEteSideisu maerte^.poivaci^^<br />
macion, como si se dijera, en presencia del püfent*<br />
dáver: y que fuese secreta esta elección * ¡sin ese<br />
peratá los Cardenales residentes fuera de:Roma^.<br />
ni ¿prevenir; a. los ministros acreditados, ni-.á<br />
su&rcortes, ni tratar de ocuparse de los fuñera*??<br />
les , antes der que se hubiese consuinado el -actOBív.<br />
Con las espresiones mas patéticas recomendaba el^<br />
Papa la : unión entre los Cardenales, record ande* .les<br />
que casi todos eran creaturas suyas, y quei. ei*:«<br />
reconocimiento, junto con el amor á la.relijdoíi^Mi3<br />
á la patria, de))ian darle seguridades de su obediencia.<br />
Este último breve causó, la mas vi va sen***;<br />
sacion; pero sin embargo, toda; la: .congregación^<br />
tuvo la perspicacia de conocer que las órdenes *<br />
emanadas de Su Santidad, en una.) •época eni'
diali, porque duran nueve dias, fueron cele<br />
brados con la pompa acostumbrada. Asistí yo,<br />
á las últimas ceremonias la tarde del mismo<br />
día en que el cuerpo debia encerrarse en un<br />
sarcófago esterior , colocado sobre la puerta<br />
de una tribuna, en la capilla de los canónigos. Vi<br />
derribar el sarcófago en yeso donde estaba depo<br />
sitado Pió VI, y llevar el cuerpo de este á<br />
un ángulo de la capilla del coro. Se cerró ponién<br />
dole un sello el ataúd de plomo que contenia el<br />
mortal despojo de Pió VII , revestido de sus ro<br />
pas pontificias , después de haber colocado á sus<br />
pies una bolsa con las medallas acuñadas en su<br />
reinado , y lo subieron al mismo sitio que ocupa<br />
ba Pió VI. Después, rápidamente unos alham<br />
íes cerraron el hueco con otro sarcófago de ye<br />
so que debia tener luego algunos adornos mas,<br />
y todos los circunstantes empezaron á retirar<br />
se. Me parecía á mí , que no tenia ánimos<br />
para salir de la iglesia de San Pedro : una<br />
miento, ni del afecto y aprecio en qua siempre os he tenido y tengo:<br />
con razón os figuráis el sentimiento que habré tenido por el funesto suce<br />
so que acaba de sobrevenirnos; pues sabéis , hace tiempo, las íntimas<br />
relaciones que me unian con Pió VII, y confieso que me es cada dia<br />
mas amarga su pérdida, habiendo sido testigo ocular por espacio de 24<br />
años de tanta bondad y de Un grandes virtudes.<br />
" Soy siempre vuestro de todo corazón &c.<br />
" H. CAUD. CONSALVI."
especie de resistencia interior me duponiu, como<br />
si presintiese el cumplimiento de algún deber, ú<br />
no seguir los pasos de las personas que me habian<br />
acompañado , y procuré quedarme en el tem<br />
plo (1) mientras que los san-pietrini, obreros<br />
(1) Cuando yo estaba en aquel mompnto de ineertidumbre<br />
que inc d«jaba el ú linio de todos los que se retiraban,<br />
llegóse á mí el notario do la embaj ida , quu lo ira también de<br />
la Basílica de Sin Pedio, y acababa de leer arrodillado la fe del<br />
difunto Pió Vil. y me dijo que deseaba salir conmigo de la<br />
iglesia pidiéndome el favor solamente d» dejarle ir á desnudarse<br />
de sus ropas al vestuario de la sacristíi. Coa apresuramiento<br />
le respondí que sí , que le esperaba. Fueron sucesivamente<br />
abandonando la capilla el mayordomo Marazzan, loa canónigos<br />
y los beneficiados. Apagaron las velas y me quedé solamente<br />
entretaeís 6 siete san-pittiinique pedían i su maestto las últimas<br />
órdenes. Entonces este mostrándoles el ataúd de Pió VII,<br />
que habia. quedado en el ángulo de la capilla, les dijo: Llevad<br />
esa caja." N » percibí bien las palabras estas, y me pareció que<br />
señalaba hacia las pilastras de la derecha de la grande nave,<br />
y que pronunciaba los nombres de Inocente XIII, y la reyna<br />
Cristina. L'>s san-pietrini colocaron el ataúd sobre un carretón<br />
bajo, hecho dé hierro hasta la? ruedas; y tiraron de é¡ en la<br />
dirección que les habia marcado la mano de su maestro. Uro de<br />
..•líos iba delante con un hachón en la mano y yo !«• seguí<br />
maquin-ilraente sin saber á qué. Jtodaba el carro con lentitud<br />
y los ecos del templo repetían lúgubremente por todos<br />
los ángulos el crujido de las férreas ruedas. FJ ruido cesó
destinados al servicio de la iglesia , continuaban<br />
trabajando en aquello que se les mandaba.<br />
cuando llegados á la segunda pilastra y acercándose el hachón<br />
á nosotros volvieron los obreros á su maestro, que les preguntó<br />
por qué volvían tan pronto. Contestaron ellos que habian<br />
hecho lo que se les mandó; pero no habian comprendido<br />
bien la orden : era hacia la Confesión de San Podro á donde les<br />
habia mandado llevar la caja; para desde allí bajarla ala iglesia<br />
subterránea y colocarla al lado de las cenizas de la reina Cristina,<br />
en local preparado al efecto. El que llevaba el hachón y lo»<br />
trabajadores volvieron á ias pilastras; yo me adelanté con el<br />
maestro hasta la Confesión, que C3tá, como se sabe, alumbrada<br />
perpetuamente de dia y de noche con noventa y dos lámparas.<br />
Di* al', i aun momento el sonido del cairo volvió á llenarla iglesia<br />
, llegando á ser mucho mas fuerte y agudo cuando pasaba<br />
aquel aparato por debajo de la gran cúpula. El director ó maes<br />
tro que era un hombre piadoso é instruido, y que debia con<br />
su familia obligaciones á Pió Vil, me dijo mostrándome el<br />
ataúd que aprocsimaban : " Ved aquí á nuestro infortunado peregrino<br />
apostólico , á quien hacen viajar estas jentes aun después<br />
de que él ha llegado al puerto." Bajaron en hombros la<br />
caja por la escalera de la Confesión. El notario que se habia perdido<br />
en las tinieblas, vino al cabo áreunirse á mí, y el nuestro<br />
délos san-pictrini, cojiendo entonces el hachón, nos condujo<br />
para abrirnos una puerta lateral de la iglesia. Me volví<br />
involuntariamente para echar dentro la última mirada , y las<br />
lámparas de la Confesión m; parecieron resplandecer con mustio<br />
brillo , en tanto que nuestro hachón proyectaba j'gantescas<br />
y pavorosas sombras que se perdian en la profunda oscuridad<br />
del templo. Un recuerdo ú'.timo pesaroso , dirijí á la memoria<br />
de los dos pontífices y no pude proferir una palabra hasta verme<br />
dentro del palacio de Francia.
CAPITULO CUARENTA.<br />
RESUMEN DE LOS PRINCIPALES HECHOS DEL REINADO DE<br />
PÍO VII.— OBJETO DEL AUTOR EN COMPONER ESTA<br />
HISTORIA. — DECLARACIÓN DE BOSSUET Y FENELON<br />
SOBRE LA UNIDAD DE LA IGLESIA CATÓLICA.—MUER<br />
TE DEL CARDENAL CONSALVI.—DESCRIPCIÓN DEL SE-<br />
PULCRO ELEVADO A PlO Vil.<br />
Ya se ha visto cuan lleno fue de desgracias,<br />
persecuciones y violencias el reinado de Pió VII.<br />
Sin embargo, muchas obras útiles han ilustrado su<br />
pontificado. En su tiempo se emprendieron las escavaciones<br />
de Ostia, que dieron a. conocer la verdadera<br />
situación de esta ciudad. Las escavaciones<br />
fueron dirijidas por el sabio abate Fea, tan perfectamente,<br />
que se llegó á reconocer una calle<br />
donde habitaron los plateros, y se hallaron en muchas<br />
tiendas todavía, braceletes, pendientes de<br />
plata y varios adornos y alhajas, entre otras un<br />
camafeo de gran valor representando á Júpiter y á<br />
Antiope, que fue colocado en el museo particular
de Pió Vil y después de su muerte vendido, en<br />
provecho de sus herederos»<br />
También bajo su reinado se allanó el terreno<br />
intermedio entre el arco de Constantino y el «le<br />
Séptimio Severo ; se quitó la tierra que cubría el<br />
Forum romano y se construyó la fontana de<br />
Montc-Cavallo, después de haber dado á los dos<br />
colosos una posición mas pintoresca. Se elevó el<br />
obelisco de Monte-Piíicio : se echaron abajo las<br />
casillas que afeaban la plaza de San Pedro: se em<br />
belleció la plaza del Pueblo y se limpió de sus rui<br />
nas el Foro de Trujano, cuya situación habian tan<br />
hábilmente encontrado los franceses, y en cuya<br />
obra, que ellos empozaron con gran dispendio,<br />
gastó el gobierno después 75,000 piastras. Fiel ú la<br />
noble idea de sus predecesores, construyó Pío Vil<br />
nuevas salas al musco del Vaticano, edificando la<br />
parte llamada Braccio nuovo. Otros trabajos se<br />
hicieron también menos afortunados en la Biblio<br />
teca del Vaticano. Se pintaron en sus paredes un<br />
gran número de los reveses padecidos por Pió Vil,<br />
pero por mano de medianos artistas: el fresco, so<br />
bre todo , que representa al Papa conducido preso<br />
por Radet, es de un pincel común, y no hay en él<br />
color verdadero, ni dignidad, ni fuerza, ni sano<br />
estudio de las reg'asde perspectiva.<br />
Pero si la Biblioteca no representa bien la idea
de tan dolorosos recuerdos, (jue alli ademas son<br />
inútiles, ostenta con orgullo un inmenso be<br />
neficio que ha recibido de Pió Vil. Bajo su<br />
pontificado ha sido monseñor Mai empleado en<br />
ella, y con su celo y constante aplicación, se<br />
ha eneoiiIrado en gran parte la República de. Ci<br />
cerón. Bajo su pontificado también se ha se<br />
ñalado una dotación de cuatro mil escudos á<br />
Canova, quien al recibirlos, tan grande en je-<br />
nerosidad como el bienhechor que se los da<br />
ba, los distribuía entre los artistas romanos y cs-<br />
tranjeros necesitados. La idea del paseo á la salida<br />
de la Villa Mediéis es debida al cuidado de los<br />
franceses por la salubridad de la ciudad, y la<br />
administración de Pió VII acabó el plantío de ár<br />
boles y las obras que aquellos dejaron suspensas.<br />
Con respecto á las artes, á las ciencias y á las<br />
letras, Pío VII ha pagado magníficamente su<br />
deuda á la ciudad de Roma. Esta capital del mun<br />
do cristiano , este salón de la Europa, como lo lla<br />
ma madama Stael, presenta a cada puso las hue<br />
llas de la munificencia de tal soberano y de la ilus<br />
trada intelijencia de su ministro Consalvi. Asi los<br />
romanos se han esmerado en reproducir la efijie<br />
de Pió VII, conservándola en muchas medallas.<br />
Tenemos tres muy buenos retratos de este Pontí<br />
fice : uno el del celebre Wicar en el cuadro hecho
oí» Roma por disposición de Mr. Cacault y cos<br />
teado en parte á sus cspensas; otro el retrato hecho<br />
por David en Paris el año de 1805, en el cuadro<br />
de la coronación qne es sin disputa una obra ad<br />
mirable ; y otro el qrte Lawrence por orden del<br />
rey Jorje IV, fue á ejecutar á Roma para com<br />
pletar la colección de retratos de todos los sobe<br />
ranos (pie habian tomado parte en el congreso de<br />
Viena, cuya colección pertenece al rey de In-<br />
glatera. Una porción de grabados hay también que<br />
representan á Pió VII; pero solo son buenos aque<br />
llos que están copiados de los cuadros de dichos<br />
artistas ó grabados por las medallas de Cerbara y<br />
Girowotti.<br />
La vida de este hombre célebre por sus vir<br />
tudes y grandes infortunios y por haber obtenido<br />
las brillantes reparaciones que la Providencia<br />
concede tan raras vcees á los ilustres desgra<br />
ciados , merecía , como he dicho , ofrecerse á<br />
las meditaciones del cristiano, del hombre de<br />
Estado y á todo ciudadano. Reasumamos aho<br />
ra las circunstancias mas memorables de su ponti<br />
ficado.<br />
Desde luego reclamaban las pajinas de una<br />
historia , aquella especie de existencia suya con<br />
sagrada á la soledad, al estudio y á las medita<br />
ciones , qtle no fue obstáculo á su inesperada ele-
vacien , obtenida despues de mil debates por elec<br />
ción unánime, á pesar de los disentimientos de<br />
los estraños y estar lejos de la capital , dt.ndc<br />
estas elecciones se verifican siempre sin disturbios<br />
ni querellas : aquella solemne inauguración suya<br />
llena de bendiciones y homenajes, termino de una<br />
ruinosa usurpación y de una ocupación militar<br />
opresiva y vergonzosa. Despues son dignos suce<br />
sos , el concordato relijioso subsistente todavía y<br />
firmado por la Santa Sede y el gobierno con<br />
sular; aquel viaje á Francia tan funesto é inútil;<br />
las temibles contiendas que tuvo con un em<br />
perador, revestido de tan formidable poder; aquel<br />
atentado sacrilego que se cometió contra la per<br />
sona del príncipe del catolicismo; las innume<br />
rables demostraciones de consideración y respeto<br />
que le prodigaron todos los príncipes de Eu<br />
ropa ; los aplausos dados por todas partes á<br />
una resistencia de héroe, que no debia ceder mas<br />
que un cuarto de hora , 'debido á una em-<br />
fermedad , y á las solicitudes reunidas de la de<br />
bilidad y de la avaricia , para en seguida volver á<br />
mostrarse mas determinada , mas enérjica y<br />
mas sublime, coronada por el arrepentimien<br />
to. Tampoco podían entregarse al olvido aquel<br />
glorioso y paternal regreso á los Estados de<br />
la iglesia; el arreglo de los negocios eclesiástico*
de un modo mas acorde con las necesidades del<br />
culto, arreglo tan sabiamente solicitado por los<br />
ministros de la restauración ; la perfección<br />
de los tratados concluidos en diversas épocas con<br />
paises distintos, y con todos los príncipes de la<br />
cristiandad; las útiles y durables leyes; la pro<br />
tección de las artes y ciencias; la felicidad de en<br />
contrar ministros de tan ilustre reputación, dotado<br />
uno de la mas brillante ciencia de gobernar, y ri<br />
co el otro de un tesoro inagotable de piedad y va<br />
lor ; y el reparo que tuvieron las desgracias y pa<br />
déceles públicos en el pontificado anterior. En fin,<br />
no podían olvidarse la mansedumbre, la re<br />
signación, la bondad , unidas con la fortaleza<br />
heroica, y sentadas en el trono durante vein<br />
te y tres años. Dignos eran, pues, de la historia<br />
estos acontecimientos inauditos, este espectáculo<br />
de las mas bellas cualidades en lucha con los abu<br />
sos del poder y esta milagrosa conservación de la<br />
Santa Sede , á quien coronó un triunfo tan bri<br />
llante.<br />
Creía yo conocer bastante los hechos para in<br />
tentar, al fin de una larga carrera de trabajos y<br />
servicios, la empresa de referirlos, imprimiendo<br />
un movimiento relijíoso á la opinión pública. ¡Oja<br />
lá pueda conseguirlo!<br />
Soy el único responsable de esta publicación,
que no he comunicado con nadie antes, ni en Ro<br />
ma ni en Paris. líe pensado que no me estraviaria<br />
conservando el hábito adquirido en mi carrera, de<br />
respetar á las personas, de decir la verdad, de<br />
no volver el rostro huyendo de reconocidas cir<br />
cunstancias y usando al referir los hechos, de re<br />
serva y atención.<br />
Un fin moral he llevado siempre por delan<br />
te, deseoso de adelantar , para alcanzarle. Hace<br />
un medio siglo que diferentes autoridades han<br />
procurado usurpar el principado sagrado de la au<br />
toridad pontificia y todas las tentativas han sali<br />
do vana?, y lo saldrán indudablemente siempre.<br />
La fuerza de la Santa Sede no consiste solamente<br />
en el respeto y adhesión de los principes católicos<br />
se sustenta también en ese conocimiento ecsacto<br />
que los soberanos protestantes que reúnen bajo<br />
sus cetros vasallos católicos, tienen de las venta<br />
jas que resultan de una autoridad papal indepen<br />
diente. Reside en Roma esta autoridad, ccnste<br />
alli y manda, hace mas de qirnce siglos, allí<br />
permanecerá indestructible. Jamás los Pontífices<br />
que sucederán á Pió VI , á Pió VII, á Gregorio<br />
XVI, cuyo reinado es tan suave y paternal, lle<br />
garán á ser vasallos de una potencia cualquiera<br />
monárquica ó republicana. Ninguna preponde<br />
rancia política, aunque cargara de cadenas á
aquel que liga y que rompe, que juzga las causas<br />
eclesiásticas y que instituye setecientos Obispos<br />
del catolicismo, podría derribar aquella cátedra<br />
Santa, de la cual definitivamente, y al cabo de<br />
tantas querellas y sofismas, decia estas palabras<br />
un ministro de Napoleón, á este guerrero directa<br />
mente y con firmeza: "La Santa Sede es esencial<br />
mente neutral, porque no puede, cualesquiera que<br />
sean las perturbaciones políticas, renunciar á sus<br />
comunicaciones con una potencia cristiana; y sus<br />
deberes, como cabeza de la ir/lcsia, pueden impedir<br />
la que se mezcle en las jjasiones de las otras poten<br />
cias"<br />
Aceptamos nosotros altamente estas palabras<br />
del soldado publicista. En cuanto á la verdade<br />
ra fuerza de nuestra relijion, la unidad, que bajo<br />
Pió VII lia reunido en un solo voto los votos de<br />
tantas naciones, aunque entre sí se combatían, re<br />
petiremos aquí las profesiones de Bossuet y de<br />
Fenelon (1).<br />
(1) ¡Oh Santa iglesia romana, madre de las iglesias y madre de<br />
todos los fieles! Iglesia escojida de Dios para unir á sus hijos en la<br />
misma fe, siempre estaremos adictos á tu unidad en el fondo de nues<br />
tro corazón! Si yo te olvido, igltsÍ3 Romana , huga Dios que me olvide<br />
de mi mismo!" (Bossuet')<br />
Empero tenemos esperanza tic que ya no cae<br />
rán tantas desgracias sobre nuestros Pontífices,<br />
que los poderes ya civiles ó políticos sabrán res<br />
petar por siempre al poder relijíoso , que se con<br />
tiene por sí mismo en su justa medida, que no se<br />
ecst.iende á disponer sino aquello que los dogmas<br />
mandan, que no se ecstiende á dirijir sino aque<br />
llo en que debe intervenir por la disciplina y<br />
las leyes de la Iglesia. Pío VII es un ejemplo<br />
que por cieito no será perdido: se le imitará<br />
después de su muerte, y la sangre fecunda del mar<br />
tirio siempre ha hecho nacer nuevos mártires.<br />
El Cardenal Consalvi dijo bien cuando ase<br />
guró que seguiría él á Pío VIL Su sentimien<br />
to fue grandísimo y no le sobrevivió masque<br />
cinco meses. Por su testamento mandó que se<br />
vendieran todas las cajas de oro guarnecidas de<br />
brillantes que habia recibido de diferentes poten<br />
cias, con motivo de tantos tratados; que se ern-<br />
¡nmenso plantado tic la mano de! mismo Jesucristo! Todas las ramas<br />
que se separan de él se nvirchitan , se secan *y caen I Olí madre ! Todo<br />
aquel que es hijo de Dios también lo es vuestro! Después de tantos siglos,<br />
ob esposa, conserváis vuestra fecundidad y enjendraís de vuestro esposo<br />
sin cesar por todas las estrotnidades del universo! ¿Cómo es que tus hijos<br />
desnaturalizados te niegan hoy? Cómo! ¿El.'sagrado nudo de la unidad<br />
que debe formar de todos los pueblos un rebaño y de todos los minis<br />
tros un solo pastor, ¿servirá él misma de prettsto á una división fu<br />
nesta? ( Fenelon)
please una parte de su producto en terminar las fa<br />
chadas de algunas iglesias de Roma, y que la otra<br />
parte fuera consagrada á levantar un sepulcro á<br />
sü bienhechor en el templo de San Pedro. El mo<br />
numento fue ejecutado por Thorwaldsen. Pió VII<br />
está representado en él sentado entre dos figu<br />
ras alegóricas que reasumen todo su reinado, la<br />
Fuerza y la Moderación. El Cardenal Pacca vive<br />
todavía. Decano de los Cardenales, edifica tan<br />
ilustre cuerpo con sus virtudes, siendo un modelo<br />
de ciencia, de piedad, de firmeza de carácter<br />
y de todas las cualidades que se tienen en Roma<br />
constantemente por los únicos títulos que pue<br />
den elevará la dignidad de un miembro del sa<br />
cro Colejio.<br />
FIN DEL II Y ULTIMO TOMO.
CAPITULO I. PAJINA».<br />
El Papa habita en las Tullerias.—Se le da<br />
parte del nacimiento de un sobrino del emperador.<br />
— -Respuesta del Papa. — Mr.<br />
Kotzebuc.—Inundación del Tiber 3.<br />
CAPITULO II.<br />
MI canciller del imperio jerniánico desea que<br />
Mr. Berniér sea legado k latere en Ratisbona.-—Informe<br />
de Mr. Portalis.—(Jarías<br />
de .Lías XIV.—- Conversaciones del Papa<br />
con el emperador. — Loable reserva de<br />
Pió VII en ellas............. 10<br />
CAPITULO III.<br />
Memoria de Mr. Portalis.- -Id. del Papa<br />
sobre tos negocios políticos del estado pon'<br />
tijicio.—Id. del emperador en respuesta... 27<br />
CAPITULO IV.<br />
Presentimiento del Papa sobre su retención<br />
en París.—Sublime respuesta del Pontífice.<br />
—Sociedades en Roma.—Afluencia de es*<br />
tranjeros.—Fiesta de la pascua en la iglesia<br />
de San Pedro 49<br />
CAPITULO V.<br />
Recibimiento hecho al Papa en su cai7ii.no á<br />
Lgon, y -en está' ciudad. — Escribe al cm-
parador.—ET ministro de Prusia en Roma»<br />
—Llega el Papa á su capital.—Su recibimiento.—Carta<br />
del emperador al Papa sobre<br />
el casamiento de. su hermano con una<br />
protestante americana 56<br />
CAPITULO VI.<br />
Regalos del Papa al Emperador.—Napoleón<br />
regala cdPapa una liara.—Respuesta<br />
del Papa sobre el casamiento de Jerónimo. 7 0<br />
»<br />
CAPITULO VIL<br />
Alocución del Papa á los cardenales Brigode<br />
, Durosnel , Roux-de-Rochelle. —<br />
Talleyrand. recomienda al cardenal Consalvi<br />
un sobrino del cardenal Maury 78<br />
CAPITULO VIII.<br />
Carta de Napoleón cd Parja sobre los negocios<br />
eclesiásticos de Italia.—Respuesta del<br />
Papa 84<br />
CAPITULO IX.<br />
El archiduque Rodulfo nombrado coadjutor<br />
de Olmutz.—Carta y nota del cardenal<br />
Fesch al Consalvi, sobre lo ocurrido en la<br />
plaza Navona.—Respuesta del Consalvi. 91<br />
CAPITULO X.<br />
Carta del Consalvi á Talleyrand.—Ocupación<br />
de Ancona.—Reclamación del Papa.—<br />
Carta de Berthier á Talleyrand... 101
CAPITULOMXI.<br />
Batalla de Ates terliz.—-Carta del emperador<br />
al Papa.—Respuesta y esplicaciones del<br />
Papa.—Carea de Napoleón en que se declara<br />
emperador de Roma^\....¿ .... 112<br />
CAPITULO XII.<br />
Carta del Fesch al Papa. — 'Respuesta<br />
• deS.s ... m<br />
CAPITULO XIII.<br />
José Bonaparte Rey de Ñapóles. JEi cardenal<br />
Fesch mandado venir»—Alquier embajador<br />
en Roma.—Su correspondencia can<br />
Talleyr.and.. ....... 13í><br />
CAPITULO XIV.<br />
Continúa la correspondencia de Alquier.—<br />
Principados de Benevento y Pontecorvo<br />
dados á Tdlleyrand y á Bernadotte.—El<br />
cardenal Consalvi •por el cardenal Caso-<br />
•' ni.-.—Francisco II renuncia el titulo de<br />
Emperador de Alemania.—Institución de<br />
la orden del Moro.—Proclamación á los<br />
calabreses 144<br />
CAPITULO .XV.<br />
Reclama el cardenal Casoni contra él decreto<br />
de BerUn.—Una canonización.—N". S.<br />
de Paris erijida en Basílica.—Muerte del<br />
cardenal de York.—Su testamento 157
CAPITULO XVI.<br />
Gastos del estado Romano de 1806 á 1807.<br />
— Carta de Napoleón al vire?/ sobre los<br />
negocios de Roma.—Mr. de Champagny<br />
reemplaza á Talleyrand.—Daseá entender<br />
que Roma piensa en nombrar a Napoleón<br />
emperador de Occidente.—Respuesta del<br />
Papa á la noticia del casamiento de Jerónimo.—Napoleón<br />
en Venecia 165<br />
CAPITULO XVII.<br />
Palabras de Bossuet, — Ocupación de Roma<br />
por Miollis.—El cardenal J. Doria reemplaza<br />
al cardenal Casoni.—Mándasele á<br />
Alquier dejar á Roma, y de encargado de<br />
negocios en ella á Lífebvre.—El cardenal<br />
Gabrielli reemplaza al cardenal Doria.—<br />
Carta de monseñor Cavalchinial Papa.—<br />
Carta de Lebzeltern á Stadion.—Arresto<br />
de Mr. Barberi.—Alocución del 11 de julio.—José<br />
rey de España.—Primer sitio<br />
de Zaragoza.— Diputados españoles en<br />
Roma.—Joaquín rey de Ñapóles 178<br />
CAPITULO VIII.<br />
Consalvi aprueba la conducta del C. Pacca.<br />
—Se trata de arrestarle.—Llévale el Papa<br />
á su habitación.—No admite Napoleón<br />
los cirios benditos de la Candelaria. —<br />
Agrigansc al imperio los estados del Papa.<br />
—Publicase para ello ún decreto.—Publícase<br />
una bula de cscomunion.—Relación<br />
de la prisión del Papa 194
Prosigue^ba pelqcwn^Llega el..J^apa. a Ifa^<br />
^.Cartuja de Florencia.—SeJeentna íjjfffáfa<br />
j t ú t í r i a : . ^ . : , ^<br />
VI OJU<br />
^AMTjJLO XX. r ^<br />
Cartas de Mio^Men^^wfor sobre el pren^<br />
dimiento ttá^apa.^Se le lleva á este ó<br />
Grenoble.—La gxuir^UXkWjd^Zaragoza.<br />
—Se le lleva al Papa á Avlíwn t á Niza, á<br />
Savona V V. 234<br />
•'Í¿APITUL8
gleses libertar al Papa.—Ércve redactado<br />
por el C. Roverella.—El'Papa en Fontainebleau<br />
. '284<br />
-QSi .... ,.„.,. wuvttm<br />
CAPITULO XXIV.<br />
El Obispo de Nantes.—El emperador en<br />
Fontainebleau.—Concordato de 1813.—<br />
Los Cardenales Pacca y Consah'i llegan á<br />
Fontainebleau.—Protesta el Papa contra<br />
el concordato de 1813 298<br />
5~£»S¿ DUENDA<br />
CAPITULO XXV.<br />
Envia el Papa su protesta al emperador.—<br />
Alocución del 24 de Marzo.—Teme el emperador<br />
le declaren jefe de la relijion del<br />
imperio.—Bulapara el reglamento del cónclave<br />
futuro.—Refutación de las calumnias<br />
contra Pío VIL—Batalla Lutzen.—Carta<br />
de la emperatriz al Papa y su respuesta.—Carta<br />
del Papa al de Austria.—<br />
Tratase de renovar las negociaciones con<br />
PioVII. '. 319<br />
CAPITULO XXVI.<br />
Napoleón manda que el Papa vuelva á Roma.—Viaje<br />
de este por el Mediodía de<br />
Francia.—El gobierno francés manda se<br />
hagan, honores al Papa.—Su, entrevista<br />
en Cesena con MuraL—Carta de Luciano<br />
alPapa.—Id. del Papa á Luis XVIII.—<br />
Consalvi en París.—Talleyrand ministro<br />
de Luis XVIII.—Entrada del Pa: oa en<br />
Roma.—Embajada de Luis XVIII 345
CAPITULO XXVII.<br />
Instrucciones de Mr. Talleyrand á Mr. Pre*<br />
signy.—Nota del C. Consalvi á los ministros<br />
estranjeros 363<br />
CAPITULO XXVIII.<br />
Napoleón en Portoferrajo.—Restablecimiento<br />
de los jesuítas.—Fiesta de S. Luis en<br />
Roma.—Luciano, principe de Canino.—<br />
Alocución del 26 de setiembre.—Respuesta<br />
del cardenal Pacca á una petición.—Carta<br />
del cardenal Fesch al Rey de Francia.—Otra<br />
del Papa á Luis XVIII. ... 375<br />
CAPITULO XXIX.<br />
Envianse los cirios de la Candelaria á laja*<br />
nidia real de Francia.—Propone Murat<br />
pagar el tributo, y luego declara la guerra.—Napoleón<br />
huye de Elba.—Parte el<br />
Papa á Jénova.—Sus pronósticos.—Carta<br />
de Caulaincourt al C. Pacca.- -ídem<br />
de Napoleón al Papa.—Murat contra los<br />
austríacos.—Informe de Caulaincourt á<br />
Napoleón.—El Papa en Roma.—Recobra<br />
las legaciones.—Felicita al Rey.—<br />
Respuesta del Rey.— Canova en París<br />
386<br />
CAPITMLO XXX.<br />
Fiesta de S. Luis en Roma.—Alocución del<br />
4 de setiembre.— Carlas IV en Roma.—<br />
Murat en Pizzo.—Su muerte.—Cartas<br />
de Poyntcr al cardenal Consalvi.—Fiesta
de Santa Lucia.—Objetos del arte recobrados<br />
de Paris.—Deja Canova en don<br />
preciadas estatuas 402<br />
CAPITULO XXXI.<br />
Intrigas en la corte del Papa.—Potencias interesadas<br />
en las peticiones del príncipe Eujenio.—Va<br />
Marzois de correo á Ñapóles.<br />
Carta, del Bey á Pió VII.—Instrucciones<br />
de Richclieu al conde de Blacas 416<br />
CAPITULO XXXII.<br />
Blacas sucede á Mr. Pressigny.- -Indisposición<br />
de Pió VII.—Sus altercados con el<br />
Rey Fernando.—Cartas de este al Papa<br />
sobre la hacanea y los principados de Benevento<br />
y Pontecorvo 426<br />
CAPITULO XXXIII.<br />
Mota proprio del 6 de julio.—Su\ecsamen.—<br />
Ojeada sobre la administración francesa<br />
en Roma durante la usurpación.— Jaratado<br />
del 25 de agosto de 1816. — Carta del<br />
Papa al Rey de Francia.—El conde<br />
Blacas reedifica la Trinidad del Moni.. . 433<br />
CAPILULO XXXIV.<br />
Ratificación del tratada del 25 de agosto.—<br />
Mr. de Perigord envia á Mr. de Richclieu<br />
una minuta de carta del Rey para el Papa.—Carta<br />
de este al de Ñapóles.—Va el<br />
autor de secretario á Viena.—Su despedida<br />
con el Papa 448
CAPITJsJLO pffik<br />
Informes del cardenal de York sobre unas<br />
baüjas.—Importancia de su contenido.<br />
Caría[del cardenal ConsaWtá Lord Castelfea^h.-—Cóffi&rtio<br />
de Roma con Viertan<br />
—Chrta, de'vhrSos ministros sobre el príncipe<br />
Úamno. —Acoje el Papa al cardenal<br />
Maury.—Muerte de este 4<br />
CAPITULO XXXVI.<br />
Enfermedad del Papa.—Consideraciones sobre<br />
todoM los cardenales.—Concordato del<br />
^TTI de junio de 1817—Su ratificación —Mr,<br />
de Perigord, Mr. de la Lucerne y Mr de<br />
Bausset nombrados cardenales.—Concordato<br />
c&k el Piamonte, Rusia y Ñapóles.—Caria<br />
del rejente de Inglaterra al<br />
PapaM^Mr. de PortaUs enviado á Roma.—Pide<br />
-Napoleón un eclesiásticoúedky<br />
Sa)^~¡Mehm!^Breve del Papa á\ ?J£tv.de<br />
Perigord,-'—Fernando IV en Roma.—<br />
Eseribe el duque de Richclieu al cardenal<br />
Consafan^—iM-eonde de Hauterive trabaja<br />
cort-niERéy.—Carta del cardenal Perigord<br />
al d^e^^Memoria ¿fe v<br />
Mr. Thémines.<br />
Obispo de Blois.. 1 4<br />
CAPITULO XXXVIL<br />
Muerte de María Luisa.—Muerte de Cárlos£¥,—Muerte<br />
de la reina Isabel.—Despacho<br />
de Mr* de Portalis.-—Francisco I<br />
en Roma.— Fiestas ó\ su llegada.—El ar-
chidugue Rodolfo nombrado Cardenal.—<br />
Regalas de la corte de Viena.—Notables,; 5.<br />
palabras de Napoleón al duque de Toscana.—Cartas<br />
de los Obispos de Francia al<br />
Papa.—Respuesta del C. Consalvi al Cardenal<br />
Perigord —Alocución del 23 de<br />
agosto.—Carta del rey de Francia al Cardenal<br />
Consalvi.—Id. al Papa.—Toma posesión<br />
el C. Perigord de la silla de Paris.<br />
—Medidas contra Sonino. —Negociaciones<br />
de Roma con los príncipes protestantes de<br />
Alemania.—Mr. de Quclcn coadjutor de<br />
París con futura sucesión 495<br />
CAPITULO XXXVIII.<br />
Monseñor Macla nuncio en París.—Carta<br />
amistosa del rey de Inglaterra al Papa.—<br />
Revolución en Ñipóles.—Rehusan reconocerla<br />
los embajadores del Norte.—Embarcaciones<br />
francesas en Civita-Vecchia.—El<br />
príncipe de. Hardcmberg en Roma.—Noble<br />
acción de Obrict.—Ocupan los austriacos<br />
á Ñapóles y al Piamonte.—Restituyense<br />
al Padre Santo Benevento y Ponte Corvo.-^Busca<br />
lugar teniente del maestrazgo<br />
de Malta.—Sistema administrativo de Benevento<br />
durante la ocupación francesa.—<br />
Bula contra los Carbonarios.—Dimisión<br />
del duque de Blacas.—Sucedcle el de Laval~Montmorcncy.—Formación<br />
de ochenta<br />
diócesis en Francia.—Muerte de Canova.<br />
-El rey de Prusia en Roma.—Carta de
Luis XVIII al Papa 524<br />
CAPITULO XXXIX.<br />
Nombra el Papa Cardenales á monseñor Bertazzoli,<br />
al príncipe Odesalcki y á monseñor<br />
Riaris.—Laida del Papa, fractura<br />
que se hace.—Cuidados de Chateaubriad<br />
y del embajador francés por la salud del<br />
Papa.—Incendio de'san Pablo.—Envía<br />
el emperador vino de Tokay al Padre Santo<br />
, y el rey una cama.—Breve para el autor.—Muerte<br />
del Padre Santo.—Toma el<br />
C. Pacca posesión del gobierno.—Funerales<br />
del Papa 547<br />
CAPITULO XL.<br />
Resumen del reinado de Pió VIL—Objeto de<br />
esta obra.—Bosuct y Fenclon , sobre la<br />
unidad de la iglesia.—Túmulo de Pío VII<br />
por orden del C. Consalvi 536<br />
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UBEOTAS<br />
UNIVERSIDAD SAN PABLO Cfcü<br />
BIBLIOTECA<br />
GIL MUNILLA
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