o proceso penal a manuel curros enríquez - Consello da Cultura ...
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libro CURROS ENRIQUEZ 21/9/01 09:00 Página 50<br />
severar en las conciencias de otra sangre que de la derrama<strong>da</strong> en el Gólgota por el<br />
Hijo de Dios.<br />
Si el señor obispo de Orense, que, sin embargo de su notoria sabiduría, está<br />
sujeto al error, como están sujetos al error todos los hombres, áun los más sábios, de<br />
la misma manera que todos los hombres, áun los más santos, están sujetos al pecado;<br />
si el señor obispo de Orense, que tanto respeto me inspira, hubiese podido medir con<br />
su inteligente mira<strong>da</strong> to<strong>da</strong> la grave<strong>da</strong>d; si hubiese podido medir con su inteligente<br />
mira<strong>da</strong> to<strong>da</strong> la trascendencia que entraña el hecho deplorable de su poca afortuna<strong>da</strong><br />
intervención inicial en la presente causa, yo no se si será ilusión mía, pero paréceme<br />
que Curros Enríquez, merecedor del renombre que es debido á los grandes talentos,<br />
no habría tenido que sufrir los rigores y las vejaciones que son el obligado cortejo de<br />
los procedimientos de esta índole; y seguramente que la causa de la justicia no habría<br />
tenido que pasar por la verguenza de una humillación bochornosa, siquiera sea susceptible<br />
del remedio que yo espero, siquiera sea susceptible del remedio que todos<br />
esperamos de la ilustra<strong>da</strong> rectitud del Tribunal al que tengo el honor de dirigir en este<br />
momento la palabra.<br />
Tiene la iglesia cristiana, por su propia naturaleza de socie<strong>da</strong>d perfecta, un<br />
poder jurisdiccional para su dirección y gobierno, que nadie le niega; —refiérome á<br />
los paises católicos; una autori<strong>da</strong>d soberana en materias de fe, de costumbres y de disciplina<br />
que nadie le disputa, y to<strong>da</strong> cuanta independencia es necesaria, no solamente<br />
para exhortar como madre piadosa al cumplimiento de los deberes religiosos, sino<br />
también para corregir con salu<strong>da</strong>bles penitencias á los infractores de las leyes, así divinas<br />
como eclesiásticas, y hasta para castigar con severas censuras, y hasta para castigar<br />
con censuras de diversa índole, á los contumaces en quienes ninguna benéfica<br />
influencia ejercen los medios exhortatorios y persuasivos, tan recomen<strong>da</strong>dos, en primer<br />
término, por una religión en la cual “el arrepentimiento vale tanto como la inocencia<br />
misma”.<br />
No impiden; no pueden, no deben impedir las leyes civiles, en los países católicos,<br />
el libre ejercicio de aquel poder jurisdiccional, el libre ejercicio de aquella autori<strong>da</strong>d<br />
suprema, tanto más digno de respeto, cuanto más alta es la misión de la Iglesia;<br />
y bien convencido estoy de que, sean cualesquiera las relaciones que esta mantenga<br />
con los poderes públicos del Estado, la sumisión de los fieles á sus preceptos y á sus<br />
consejos, á sus amonestaciones y á sus censuras, es un deber rudimentario de cuyo<br />
cumplimiento nadie que de católico se precie puede excusarse en modo alguno.<br />
Pero si dentro de este terreno es incontrastable la autori<strong>da</strong>d de los prelados<br />
católicos, permítame la Sala decir, y lo digo salvando todos los respetos que son debidos<br />
á las relevantes virtudes del señor obispo de Orense, permítame la Sala decir que,<br />
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