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08.05.2013 Views

Entonces por intermedio de los vaticinios divinos, los pobladores de Palestina, donde de forma natural pudieron convivir tres de las religiones más importantes del mundo, deberían acceder a ofrecer su territorio a unos intrusos que vivieron allí hace miles de años atrás. Por esa misma vía los árabes podrían regresar a la Alhambra, los mexicanos a California, y los italianos a Grecia. En nombre de una religión se construye un estado. Y mire usted el tiempo que los hombres han tratado de separar las dos cosas. Pero hoy no voy a referirme a lo humillante del sionismo, pues es evidente. Quiero reflexionar sobre algunos puntos colaterales que pueden conducirnos a algunas pistas, y lograr centrar nuestro interés en un punto diferente. Durante la Primera Guerra Mundial, Gran Bretaña acordó con los árabes residentes entregarle la independencia si luchaban con los aliados en contra el imperio otomano. Pero por supuesto era una buena táctica del imperialismo. Ya habían firmado previamente el tratado Sykes- Picot, según el cual Gran Bretaña presumía secretamente dividir la zona con Francia y Rusia. Es curioso. El Imperialismo norteamericano estrenado en Cuba en la guerra hispano –norteamericana, nos había prometido a los cubanos lo mismo. Con dolor vimos izar la bandera de las múltiples estrellas en nuestro territorio. El imperialismo ha usado las mismas técnicas; no son tan complicadas de entender; sea el imperialismo norteamericano, sea el británico. Tal cual menciona el periodista cubano Reinaldo Taladrid frecuentemente, una manera de entender la ruta de los poderosos es “seguir la pista del dinero” de tal suerte que en 1917, en virtud de la necesidad del dinero de los judíos, los británi- 96

cos firman el acuerdo Bladfour, mediante el cual de manera muy tierna les garantizan “hogar a los judíos” a cambio por supuesto que la comunidad judía presionara para la entrada de los EEUU en la guerra y se comprometiera a ser "firme garante” del canal de Suez. ¡Pero no en Londres! ¡No! En Palestina, en la tierra prometida. De esa manera, los británicos alentaron la inmigración de sionistas a Palestina. Esta técnica sigue funcionando. Y no precisamente porque Georges Bush platique semanalmente con Dios. Para nada. Israel constituye para Estados Unidos una magnífica inversión a largo plazo. Israel se sitúa cual la torre del ajedrez en un cuadro de inigualable valor, precisamente en una zona donde descansan las mayores reservas de petróleo del mundo. Puede ser que la leche y la miel fuese una parábola y Dios les prometió a los judíos estar cerca de los yacimientos de petróleo y desde allí ayudar a su elegido norteamericano, que nacería milenios después. Los sionistas no cuentan con ninguna excusa histórica o religiosa para su barbarie, mas este no es el tema. No argumentemos más, pues argumentos nos están sobrando, ni denunciemos más, porque las denuncias se las lleva el viento. Es un hecho que no debemos aliarnos más a los que, en nombre del dinero, van a traicionarnos tarde o temprano. Por eso los movimientos de resistencia, cuyos miembros han demostrado el gran valor de morir por su tierra deban entender lo profundo de esta verdad: Por más desprestigiadas que resulte las teorías socialistas, en nombre de la espantosa práctica del socialismo real europeo, la historia triste de Palestina se explica a través de sencillas categorías sociales y económicas, reseñadas con más o menos precisión en la teoría marxista, enriquecida favorablemente en todo el siglo XX. 97

cos firman el acuerdo Bladfour, mediante el cual de manera<br />

muy tierna les garantizan “hogar a los judíos” a cambio por<br />

supuesto que la comunidad judía presionara para la entrada<br />

de los EEUU en la guerra y se comprometiera a ser "firme garante”<br />

<strong>del</strong> canal de Suez.<br />

¡Pero no en Londres! ¡No! En Palestina, en la tierra prometida.<br />

De esa manera, los británicos alentaron la inmigración<br />

de sionistas a Palestina.<br />

Esta técnica sigue funcionando. Y no precisamente porque<br />

Georges Bush platique semanalmente con Dios. Para nada.<br />

Israel constituye para Estados Unidos una magnífica inversión<br />

a largo plazo. Israel se sitúa cual la torre <strong>del</strong> ajedrez en un<br />

cuadro de inigualable valor, precisamente en una zona donde<br />

descansan las mayores reservas de petróleo <strong>del</strong> mundo. Puede<br />

ser que la leche y la miel fuese una parábola y Dios les prometió<br />

a los judíos estar cerca de los yacimientos de petróleo y<br />

desde allí ayudar a su elegido norteamericano, que nacería<br />

milenios después.<br />

Los sionistas no cuentan con ninguna excusa histórica o religiosa<br />

para su barbarie, mas este no es el tema. No argumentemos<br />

más, pues argumentos nos están sobrando, ni<br />

denunciemos más, porque las denuncias se las lleva el viento.<br />

Es un hecho que no debemos aliarnos más a los que, en nombre<br />

<strong>del</strong> dinero, van a traicionarnos tarde o temprano.<br />

Por eso los movimientos de resistencia, cuyos miembros<br />

han demostrado el gran valor de morir por su tierra deban entender<br />

lo profundo de esta verdad: Por más desprestigiadas<br />

que resulte las teorías socialistas, en nombre de la espantosa<br />

práctica <strong>del</strong> socialismo real europeo, la historia triste de Palestina<br />

se explica a través de sencillas categorías sociales y económicas,<br />

reseñadas con más o menos precisión en la teoría<br />

marxista, enriquecida favorablemente en todo el siglo XX.<br />

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