Los disidentes del universo - Biblioteca Mexiquense del Bicentenario
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Por lo extravagante <strong>del</strong> recurso contra el acoso masculino, por la<br />
proximidad a la herejía que comporta su imagen, los hagiógrafos han<br />
dudado de la autenticidad de la santa hirsuta, sin importar que para<br />
sus miles de desesperadas devotas haya resultado muy milagrosa.<br />
Puesto que el suplicio de la cruz ha estado normalmente reservado a<br />
los hombres, la virgen barbuda —que en algún tiempo fue confundida<br />
con un Cristo Hermafrodita—, sería la única santa crucificada<br />
de la cristiandad, lo cual supone, para muchos, un indicio de fantasía.<br />
Si a ello se añade la estrafalaria pausa que habría introducido<br />
Dios en las leyes de la naturaleza a fin de propiciar lo que parece una<br />
broma, es fácil vislumbrar por qué la Santa Wilgeforte ha desaparecido<br />
casi por completo de la memoria de los creyentes (de hecho,<br />
como santa Liberata fue descanonizada en 1969). Pero el prodigio de<br />
hacer surgir una fronda de pelos en regiones más bien yermas de la<br />
anatomía femenina no precisa de la intervención divina, y tal vez se<br />
produjo de manera natural, siguiendo el curso de los procesos capilares,<br />
con una revelación final sorpresiva, planeada maliciosamente<br />
y no exenta de cierta teatralidad. Como muchas mujeres, quizá<br />
Wilgeforte descubrió desde la pubertad la obstinación de sus<br />
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Santa Wilgeforte<br />
La virgen barbuda.