Los disidentes del universo - Biblioteca Mexiquense del Bicentenario
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aparece amamantando a un niño), fue codiciada por los hombres<br />
de su tiempo, especialmente cuando se dejaba crecer la barba, y<br />
muchos de ellos le ofrecieron formar una familia. Poco antes Helena-<br />
Anthonia de Lieja, una dama acomodada que pudo haber invertido<br />
su fortuna en aplacar la rebelión de pelos que se había desatado en su<br />
cara, prefirió lucir una prodigiosa pelambre que dejaba sin aliento<br />
a sus numerosos pretendientes. Augusta Ulserin, mejor conocida<br />
como Bárbara (acaso porque el nombre arropa la palabra “barba”<br />
en un ambiente de salvajismo), trabajó en las ferias ambulantes de<br />
Europa durante el siglo XVII, donde valiéndose de su graciosa figura<br />
—que algunos comparaban con un perro pequeño— se daba tiempo<br />
para seducir a los curiosos, lo mismo que Mademoiselle Theresa,<br />
cantante cautivadora para quien se escribieron las letras de diversas<br />
canciones, alguna de las cuales invitaba a tocar los pelos que tanta<br />
conmoción producían. Otras seductoras mujeres hirsutas fueron<br />
Janice Deberé, poseedora <strong>del</strong> récord de la barba más larga —medía 36<br />
centímetros—; Olga Roderick, la actriz barbuda de la película Freaks,<br />
que se casó tres veces y dio a luz a un par de niños; Madame Taylor,<br />
que un buen día dejó de afeitarse sus barbas ya blancas para sacar<br />
a su esposo de la quiebra, presentándose con gran éxito en el circo;<br />
Clémentine Delait, matrona que inauguró en Francia el Café de la<br />
Femme à Barbe, apoyada por el marido, “quien sentía placer en<br />
acariciar su barba”, y por supuesto Eva S, la reina peluda de los<br />
casinos, malabarista y actriz, que con la suficiencia que da una barba<br />
bien acicalada declaró en su vejez: “Pude haber sido la amante de<br />
hombres muy ricos, pero nunca me interesó ser una mantenida”.<br />
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